Capítulo 1
Tomé las llaves y llamé a Zorua. No tardó mucho a pesar de que estaba durmiendo, porque seguro supo el motivo. Él también esperaba este día. Entregué las llaves al padre de Bel y me fui.
No es que tuviera otras opciones: empezaba la universidad o realizaba el típico viaje pokémon. Ninguna de las dos posibilidades me agradaban y tardé bastante en elegir. Un año, siendo exacto. Porque un año había pasado desde que Bel y Cheren habían comenzado su viaje. Sentí la ausencia de ambos. También sentí su ausencia.
Cada mes Bel me llamaba y se lo agradezco, realmente la quiero aunque no me comprenda del todo. Cheren siempre fue para mi tan amigo como rival, competimos cuando la oportunidad se presentaba. De niño, me emocionaba muchísimo compartir el viaje con ambos, recuerdo que planeábamos acampar en claros, jugar con los pokémon de la guardería, explorar cuevas y otras mil fantasías. Me decepcioné cuando Cheren decidió viajar solo y cuando Bel optó por lo mismo - a pesar de que su padre estaba de acuerdo con el viaje sólo si lo hacía a nuestro lado.
Pensaba esto mientras caminaba por la ruta 1 hacia el pueblo más cercano, pensaba también en el dinero que llevaba -muy poco- y en que necesitaba más pokémon y, para eso, comprar pokéball.
Mientras caminaba, estaba tan absorto que Zorua tuvo que despertarme. Entonces cambió a la forma con la que se presenta ante los humanos: un niño de unos ocho años, piel clara, cabello y ojos azulados, casi negros.
Ya cerca de la entrada del pueblo, divisé una muchedumbre esparciéndose. Tras ella, ví a un chico de cabello verde. Caminé hacia él, aunque recuerdo lo de las pokéball, por lo que me dirijo hacia el centro pokémon. Allí las compré, luego volví hacia el chico, que estaba fumando. Antes de pronunciar palabra alguna, él contestó:
- Era el equipo plasma dando su discurso mensual. Llegaste justo cuando terminaron.
- Gracias. ¿Cómo sabías que te preguntaría eso?
- Vi que caminabas hacia mi apenas la gente se dispersó - fumó. Zorua estaba atento detrás de mío. Estaba atemorizado. El chico lo vio y buscó algo en sus bolsillos. Sacó un dulce y se lo ofreció a Zorua.
- No tengas miedo - dijo y sonrió. Era algo extraño, cuando me acerqué a él sentí frío y tensión, pero la manera en que le sonrió a Zorua, despertó una calidez y confianza. Zorua no dudó en tomar el dulce, le encantan.
- Es mi hermano menor. ¿Quiénes son el equipo plasma?
- Creen en la liberación de los pokémon. La gente captura a los pokémon y los usan sin su consentimiento. En ellos hay un grado de consciencia que los entrenadores no respetan, creyendo que tienen derecho a forzarlos a una amistad. ¿A cuántos pokémon capturaste, entrenador?
- No soy un entrenador - me sentí invadido. Lo tenso volvió y vi su mirada fija hacia mí. Fumó.
- Entonces, ¿por qué saliste del centro pokémon? - había olvidado incluso que había iniciado mi viaje pokémon. Decirlo así suena algo estúpido para mí.
- Ugh, lo olvidé. Acabo de comenzar mi viaje pokémon, no he capturado a ningún pokémon todavía. - Zorua seguía saboreando su dulce, aunque miraba con recelo al chico.
- Esto es raro. No he conocido a entrenador novato que no esté feliz por su viaje pokémon. Tu suenas apagado.
- Es complicado. - apunté a decir, tímido.
- ¿Cómo te llamas?
- Dante, ¿cómo te llamas tú?
- Llámame N.
- Ese es un nombre extraño.
- Tu eres un entrenador extraño. Quizás nos llevemos bien. - Dijo con esa sonrisa de nuevo. De verdad es un chico extraño.
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