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HIJOS DE LA NOCHE por crystalwall

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Notas del fanfic:

Los personajes no me pertenecen, solo los transformé en vampiros por diversión (a ellos les gustó, yo creo)

Notas del capitulo:

Hola, les traigo un nuevo fic de vampiros, espero que les guste

Capítulo 1.- Visitantes

 

La noche era fría y amenazaba tormenta, en uno de los parques centrales de Praga, un muchachito de no más de diez años lucía molesto, miraba el riachuelo congelado sobre un pequeño puente y suspiraba de vez en cuando, miró su teléfono celular por enésima vez y dijo en voz baja:

- Otra vez está atrasada, ¿hasta cuándo piensa que la voy a esperar? – el muchachito lanzó una piedrita al riachuelo congelado y se volteó asustado al escuchar que alguien le hablaba, era un muchacho algo mayor a él, castaño, delgado, tenía ojos cafés pero… no sabía si era la luz de los faroles que le estaban jugando malas pasadas pero, sus ojos tenían destellos dorados muy hermosos, muy expresivos, aunque no era eso lo que más le había llamado la atención de aquel extraño, era el hecho de que usaba pantalones blancos de una tela muy delgada, su camisa igual era blanca y parecía de la misma tela, ese atuendo hubiera estado muy bien para la playa, no para una fría noche en la que había nieve en las caminerías, el extraño al parecer no tenía frío, porque muy tranquilamente preguntó:

- ¿Estás perdido?

- No… mi mamá no tarda en venir por mí, ¿no tienes frío? – el muchachito usaba una chompa gruesa, bufanda, gorrito y guantes, casi era noviembre, él tenía las manos heladas y la nariz roja en ese punto, no entendía como aquel extraño pudiera estar tan tranquilo caminando por el parque sin congelarse

- No… la noche está fresca, la luna me dijo que tendría sorpresas placenteras junto al agua – el castaño abrió los brazos y miró al nublado cielo, la luna no era visible, de cualquier manera, el muchachito levantó la mirada y al no ver nada preguntó:

- ¿La luna te dijo?

- Si… la luna suele susurrarme cosas al oído, oye… ¿quieres jugar conmigo? – el castaño dijo esto con una sonrisa sincera en el rostro, el menor pensó que este extraño era un paciente psiquiátrico escapado de alguna clínica, al verlo vestido completamente de blanco y sin consciencia alguna del frío del ambiente

- ¿Jugar contigo?

- Si… mi mamá solía jugar conmigo en medio de la pradera, corríamos mientras ella cantaba, era muy hermosa mi mamá, tenía la voz más dulce, y las manos más suaves… - el castaño se miró las manos y se perdió en concentración mirando su palma derecha, ahí fue que el pequeño se convenció de que aquel estaba en drogas

- No… debo irme, nos vemos luego… o algo… - el muchachito se volteó y bajó del puente tomando el camino hacia la avenida, pero en un abrir y cerrar de ojos aquel extraño se encontraba delante suyo, lo que era imposible porque no lo vio pasar a su lado en el puente

- No te puedes ir aún, no hemos jugado

- No quiero jugar contigo, debo ir a casa – el menor rodeó al extraño y caminó un poco más rápido, esperaría a su madre en la parada de autobús, eso era lo que ella siempre le decía, era mejor, había más personas, era más seguro, en esta época del año el parque a esta hora usualmente estaba desierto… usualmente…

- Está bien… tu corre, yo te atraparé

- Que no estoy jugando contigo – el muchacho se volteó y molesto dijo esto al aire, porque el extraño ya no estaba allí, pero al voltearse nuevamente para continuar con su camino, sintió una mano helada cerrarse en su cuello, el castaño lo miraba con una sonrisa divertida en el rostro y dijo:

- Perdiste…

- No… suéltame… - el muchachito intentó soltarse del agarre del extraño pero no lo logró, iba a gritar pero aquel le soltó el cuello y lo tomó del mentón, levantando su rostro para que lo mire, el chico lo miró y relajó completamente su cuerpo al perderse en esos hermosos ojos cafés, al hacerlo se sintió completamente feliz y satisfecho, dejó de sentir miedo, dejó de sentir frío, dejó de sentir todo completamente que ni cuenta se dio cuando el extraño lo abrazó y con mucho cuidado mordió su cuello…

 

Un muchacho corpulento, alto, atractivo, de mirada austera y porte intimidante, cabellos azules y ojos del mismo color, caminaba por el parque y estaba algo preocupado, usualmente su niño no salía solo en la noche, mucho menos a la puesta del sol, había estado algo aprensivo últimamente y eso no era bueno, habían vagado errantes por años en Europa y eso les estaba comenzando a pasar factura, habían llegado a Praga hacía apenas dos días y el llegar a un lugar nuevo siempre era preocupante, y en esos pensamientos estaba cuando llegó a un puente y miró hacia abajo, al verlo sonrió

- ¿Qué haces aquí amor?, no deberías salir solo – el peliazul saltó del puente y cayó con mucha gracia en medio del riachuelo congelado, en donde un castaño tenía los brazos abiertos y los ojos cerrados, lucía como si absorbiera los rayos lunares

- Ikky… mi Ikky… - el castaño dio una vuelta sobre sus pies y sonrió, Ikky se apresuró a atraparlo porque hubiera caído sobre el duro hielo si no lo hacía

- Me alegra ver que te sientas mejor – dijo el peliazul acariciando la fría mejilla de su amante

- La luna me trajo regalos, mira… - el castaño le mostró sus manos a su pareja, usaba unos guantes de lana que combinaban con el gorrito que estaba en su cabeza y la bufanda de su cuello, Ikky se sacó la chompa que estaba puesto y arropó al castaño que se dejó vestir y no dejaba de sonreír

- ¿Qué más te trajo la luna? – Ikky tomó la mano del castaño y juntos caminaron lentamente en el frío de la noche

- Me trajo un nuevo amigo, pero ya se cansó de jugar y se quedó dormido, mira… - el castaño señaló el banco del río en donde se podía ver un pequeño cuerpo, el niño aún tenía los ojos abiertos, pero estaba claramente muerto, Ikky asintió y dijo:

- Dejémoslo dormir entonces, ¿quieres caminar un poco más?

- Si…

- Muy bien, tal vez encontremos un bocadillo para mí en el camino, ¿estás seguro que esta es la ciudad?

- Si, lo estoy, este es nuestro lugar, aquí debemos estar, aquí encontraremos lo que tanto hemos buscado, aquí está, esperando por nosotros – el castaño dijo esto cerrando los ojos y sonriendo al frío de la noche, no veía por donde iba, Ikky guiaba el camino al preguntar algo escéptico:

- ¿Muy seguro eh?

- Siempre… las estrellas marcaron el camino, ¿lo ves? – el castaño señaló el nublado cielo en donde no se podía ver ninguna estrella, Ikky simplemente sonrió y dijo:

- Tú marcas mi camino, tú eres mi estrella, aunque no… bien podrías ser mi meteoro, ohhhh ya sé – Ikky tomó al castaño en sus brazos y lo besó en los labios muy contento, el castaño simplemente lo miró y acarició su mejilla al preguntar:

- ¿Ya escogiste un nombre para mí?

- Seiya… ¿qué te parece?, ¿te gusta?

- Seiya… si… me gusta mucho – el castaño besó al peliazul en los labios otra vez mientras a lo lejos podía verse a una mujer desesperada llamando a su hijo por su nombre con todas las fuerzas de sus pulmones…

 

***

New York, la ciudad que nunca duerme…

 

Eran las tres de la mañana cuando un muchachito delgado, de cabellos y ojos verdes corría por el parque central, perros se escuchaban a la distancia, pero efectivamente acortaban la ventaja que les llevaba, el miedo podía verse en esos hermosos ojos verdes mientras corría, la única regla por la que vivía era la de no dejarse atrapar, pero al parecer esta noche sería la noche en la que su vida sería truncada

 

Nieve caía y eso hacía que sus huellas se marcaran en el congelado pasto, si salía hacia las calles sería peor, los patrulleros rondaban el parque y no sería conveniente un enfrentamiento con la policía, así que corría entre los árboles esperando que no lo atraparan

 

En eso, desde el cielo cayó un extraño delante suyo en medio de su camino, el muchacho de ojos verdes trató de esquivarlo, pero no pudo y cayó pesadamente al suelo al chocarse directamente con él y rebotar por la fuerza del golpe, el extraño era rubio, muy atractivo, de mirada penetrante y ojos azules, el que al ver al muchachito todo asustado le tendió la mano para ayudarlo a que se levante y le dijo:

- Ven conmigo si quieres vivir – su voz era varonil y profunda, los ladridos de los perros se escuchaban acercarse, así que el muchacho de ojos verdes tomó la mano que le ofrecían y en un abrir y cerrar de ojos sintió un jalón y ahora se encontraba en una de las ramas altas de uno de los árboles, no podía explicarse cómo fue que subió hasta allá, lo cierto es que a los pocos segundos se pudieron ver linternas acercarse, los perros llegaron y se quedaron al pie del árbol ladrando al nublado cielo

- ¿Quién eres? – preguntó el muchacho de ojos verdes, el rubio simplemente se llevó un dedo a los labios indicando silencio y señalando el suelo abajo, los oficiales de policía habían llegado, el muchacho de ojos verdes se volteó y escondió el rostro en el pecho de su salvador que lo abrazó y sonrió divertido

 

Los oficiales de policía llegaron hasta los perros y husmearon el terreno por más o menos media hora antes de avanzar, no entendían nada, las huellas se desvanecían, los perros seguían ladrando a los árboles pero nadie podría treparlos, las ramas más bajas estaban sobre los dos metros, y la nieve de las mismas no lucía perturbada, este era un caso extraño, a su sospechoso se le había tragado la tierra aparentemente, así que cuando se cansaron de buscar avanzaron por el bosque hacia el sur, ahí los dos muchachos bajaron del árbol de un salto, el rubio aterrizó con una gracia impresionante, muy diferente a la aparatosa caída del muchacho de cabellos verdes

- ¿Estás bien? – el rubio volvió a tender la mano de su acompañante que la tomó y se puso de pie con agilidad

- Si… que vergüenza, no logro aún lo del aterrizaje del super héroe – respondió el jovencito con una sonrisa avergonzada

- ¿Lo del aterrizaje del super héroe? – preguntó el rubio sin entender

- En las películas de super héroes siempre el protagonista aterriza como lo hiciste tú, ¿has visto dead pool?

- No, no soy muy adepto al cine – el rubio señaló el camino con la cabeza metiendo sus manos en los bolsillos

- Ohhh tienes que ver todas las películas de Marvel, soy Shun por cierto, ¿cuál es tu nombre?

- Shun… es un nombre poco común – respondió el rubio mirando al muchachito que caminaba a su lado, no podía tener más de 15 años, era delgado, muy hermoso, las facciones de su rostro parecían esculpidas, pero sus ropas estaban gastadas y raídas, al igual que sus zapatos, pobre… era un huérfano al parecer

- Mi mamá amaba la cultura japonesa y por eso me puso ese nombre – Shun sonrió al inicio de su respuesta, pero cuando se dio cuenta de lo que dijo, su expresión cambió, fue claro para el rubio que aún no se había adaptado al cambio

- ¿Tienes familia en la ciudad Shun?

- No… soy de Boston, me gustaría regresar pero, no tengo dinero para el autobús, desperté aquí y no he podido regresar a casa, sé que sería mucho abuso de mi parte pero… ¿podrías prestarme algo de dinero?, te juro que te lo pagaré, mi papá trabaja en un banco y mi mamá es maestra de escuela, sé que cuando me vean lo comprenderán – Shun saltó delante del rubio al decir esto, el rubio lo miró con pena, en verdad que aún no se había adaptado al cambio, aún pensaba como humano, vaya…

- No pequeño, tratarán de matarte cuando te vean, cuando se den cuenta de lo que ahora eres y de lo que tienes que hacer para sobrevivir – el rubio acarició suavemente la mejilla de la criatura que ante estas palabras parecía estar al borde de las lágrimas

- Mi mamá no intentaría matarme – susurró Shun bajando la mirada

- La mía lo hizo, no tienes donde quedarte, ¿verdad?

- No…

- Ven conmigo, necesitas darte un baño, cambiarte de ropa y alimentarte – el rubio volvió a caminar entre los árboles, Shun lo pensó un segundo y sin perder más tiempo lo siguió al decir:

- Aún no me dices tu nombre

- Ohhhh… me llamo Hyoga

- ¿Y dices que yo tengo un nombre raro? – Shun sonrió al preguntar esto, eso hizo que Hyoga sonriera también y le dijo:

- Tienes razón, mejor cuéntame, ¿cómo fuiste creado?, ¿lo recuerdas? – preguntó Hyoga, en el período de transición, a veces los recuerdos se fraccionaban, no les ocurría a todos los novatos, pero… les ocurría a algunos, en especial a alguien tan joven como Shun

- Algo… todo es medio confuso – dijo el muchachito quedándose inmóvil por un par de segundos, Hyoga lo tomó de la mano y lo hizo caminar nuevamente, él podía escuchar a los oficiales de policía caminar a lo lejos, los escuchó decir que este no era el camino y estaban volviendo por donde vinieron, a su ubicación de hecho, por lo que era prudente seguir moviéndose

- ¿Hace cuánto fuiste creado?, ¿quién te creó?, ¿lo sabes?

- No… yo creo que pasó hace un par de semanas, no es un mes porque aun estamos en noviembre y yo fui al centro comercial con mis amigos del colegio, a la salida, un hombre algo mayor algo me dijo y ya no recuerdo más, cuando me desperté estaba en este parque, había una fogata, ese mismo hombre estaba de pie frente a ella y solo me dijo: “Que no te atrapen, eso es todo lo que tienes que saber”, y sin más saltó al fuego, las llamas de la fogata crecieron al menos un metro y en un abrir y cerrar de ojos no quedó de él más que ceniza, y yo me quedé solo… solo… - todo esto dijo Shun y sonó extremadamente triste

- No sabes quién te creó entonces – esto no era pregunta, era afirmación

- Nunca me dijo su nombre, pero era alto como mi papá lo es, fornido, era calvo, pero tenía un poco cabello cano que le cubría la nuca, tenía los dientes amarillos y olía extraño, muy extraño – Shun se estremeció al describir a aquel extraño que marcó su vida y la desbarató

- Ohhhhh… fuiste transformado hace tres semanas entonces, tu creador se llamaba Norman, o por lo menos con ese nombre se le conocía en esta ciudad, era un vampiro de más de mil años, estaba loco y era errante, lucía como pordiosero, ¿verdad?

- Si… su ropa estaba raída y sucia, ¿tenía más de mil años? – Shun miró a Hyoga sin poder ocultar su sorpresa

- Si, era un problema que estábamos tratando de solucionar, no habíamos sabido nada de él en estas últimas tres semanas, si tú dices que saltó al fuego luego de que despertaste, te creo, bueno… es un problema menos del que preocuparnos – Hyoga se encogió de hombros y miró la luna, brillaba esa noche

- ¿A dónde me llevas Hyoga? – preguntó el muchacho de ojos verdes al darse cuenta que se estaban adentrando en el parque, los árboles se hacían más gruesos

- Hay un atajo a casa por el sistema de alcantarillado, la policía sigue rondando el parque entonces no es prudente cazar aquí, ¿eres tú el responsable de los cadáveres hallados aquí estos últimos días verdad?

- Lo siento… tenía sed, no pude contenerme… - Shun bajó la mirada y se detuvo otra vez

- No es un problema, es nuestra naturaleza, la segunda lección que vas a aprender es a ser prudente y a no dejar rastro

- ¿Segunda lección?

- Si, tu creador tenía razón en la primera, que no te atrapen, pero la segunda es vital para nuestra existencia, el no dejar rastro nos permite vivir, caminar entre los humanos en las noches, alimentarnos, para asegurar nuestro porvenir, es esencial que los humanos no sepan de nuestra existencia, es imperativo que sigan pensando que somos un mito o parte de su imaginación

- Wow… eso tiene sentido, ¿cuántas lecciones hay?, has mencionado dos

- Solo falta la tercera

- Y esa es…

- Que debemos ser hermosos, poderosos y carecer de remordimientos

- ¿En serio?, ¿no es eso sacado de la Entrevista con el vampiro de Ann Rice?

- Si, pero Armand tiene razón en eso, por lo menos en la película, debes leer los libros, son interesantes, no muy certeros pero interesantes, por favor no leas los de crepúsculo, los vampiros reales no brillamos a la luz del sol, los de Charlainne Harris no están tan mal, pero no tenemos Sheriffs o reyes y no podemos sobrevivir en base a sangre sintética – Hyoga se detuvo en medio de la nada, Shun lo miró confundido, el rubio acarició su mejilla y le dijo: - Charlainne Harris es la autora de los libros en los que se basó la serie de True Blood

- Ohhhh… mi mamá no me dejó verla

- Bueno, podrás verla ahora, eres muy joven, tienes tanto que aprender…

- ¿Tú me enseñarás verdad? – Shun tomó la mano de Hyoga que asintió al tiempo que señaló un matorral, Shun lo miró de mejor manera y vio una pequeña puerta de acceso

- Yo te enseñaré pequeño, estás seguro conmigo, a mi lado nadie te dañará

- ¿Por qué habrían de dañarme?

- Porque hay dos prohibiciones para los de nuestra raza, la primera es la de asesinar a nuestro creador, y la segunda es el crear vampiros tan jóvenes, vampiros que no podrían valerse por sí mismos, así como tú lo eres, estos dos crímenes se castigan con la muerte, pero ya hablaremos más detenidamente de eso, hay cosas que debemos hacer primero – Hyoga señaló la puerta nuevamente pero Shun se quedó quieto al preguntar algo aprehensivo:

- Ohhhh… ¿qué voy a hacer entonces?

- Nada, yo te cuidaré hasta que aprendas todo lo que debes aprender, te llevaré con mi maestro, él nos guiará también, ¿confías en mí?

- Si… si confío en ti

- Bien… vamos entonces…

 

Notas finales:

Chan chan chan... y esa es la introducción, no se pueden perder los capítulos que vienen

Muchas gracias por leer, saludos, bye


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