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Solo tú y nadie más. por Eira Baker

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Notas del fanfic:

Holaaaaa~ uuuf este es el primer fic que escribi de Mello y Near Dx y fue junto a mi huesitos, mi amada beta (corazones), le tengo un especial cariño por ese motivo (? Y lo corregí un poquito u.u me dejó de blabla xD 

Nos leemos abajo~ 

Notas del capitulo:

Death note no me pertenece :c hasta que me haga multimillonaria y compré los derechos (? Así volveré canon al Meronia y al LawLight :3 aunque de hecho ya lo son ;D oigan, vieron la película de "Pasajeros"? (Creo que así era el nombre) Jodeeer, me gustó mucho! Desearía que alguien hiciera un fic de Mello y Near con eso!! Near despierta antes y se siente solito, ve a Mello y lo despierta... Se imaginan como reaccionaría Mello?? ¡Que miedo! Dx Si CieloCaido lo escribe voy a ser muy feliz */* tuve la suerte de conocerla y ella es muy agradable, la amo u/u

 

 

 

Solo tú y nadie más.

 

Cada vez que estaba cerca de él, sentía su corazón latir como loco, como perdía la concentración, como terminaba cometiendo torpezas, como sus mejillas se coloreaban de un rojo intenso en contra de su voluntad. 

 

Estaba cansado de esos sentires, de sentirse tan débil frente a Near.

 

Así es, el gran Mello, el chico con cara de: mírame y te saco los dos ojos, sentía cosas extrañas por un albino con cara de robot y actitud de uno. 

 

Lo odiaba. Odiaba esa situación. Mello no quería seguir sintiendo eso por él. ¡Se supone que ese enano es su rival! ¡La persona a la cual quiere superar! ¡Más que eso! A la cual quiere pisotear, humillar, que vean de una vez por todas quién es el mejor.

 

Mello mordió con fuerza su barra de chocolate, mirando por la ventana con molestia. Ni la dulzura de su amado chocolate lograba calmarlo.

 

—¿Qué te pasa, Mels? ¿Molesto porque te sacaste un 98 y el fantasmita un 100? —le pregunto la única persona que podía soportar su mal genio; Matt, un chico pelirrojo de ojos verdes.

 

—¡Ese profesor la tiene conmigo! —volteo a verlo furioso, dando otra mordida a su chocolate.

 

—Bueno… tiene sus motivos ¿Recuerdas cuando le tiraste una bola de papel ensalivada en plena cara?

 

Mello rodó los ojos.

 

—Eso le pasó por viejo amargado —movió su mano con desinterés, más ocupado en observar el bello atardecer.

 

—Fue por eso… ¿o porque te molesto hasta el tuétano que él se colocará detrás de Near, casi pegado a su cuerpo, cuando fue a resolver la ecuación en el pizarrón?

 

Un aura oscura y tenebrosa comenzó a rodear al rubio, quien volteo el rostro de manera lenta dando impresión de loco poseído.

 

—¿Qué putas mierdas estás insinuando?

 

No es por exagerar, pero Matt sintió que su pelo perdía color y se volvía de color blanco del susto.

 

—¡Momento, amigo! —puso las manos al frente como protección ante esa bestia de ojos azules —. Solo piénsalo… sabes bien que no odias a Near. Siempre lo miras, le prestas atención a cada cosa que dice o hace. Odias que los demás niños lo molesten y siempre sales a su defensa. Te duele que él nunca te mire a menos que hagas algo para llamar su atención. Yo digo que eres como uno de esos niños de kinder que actúan como: te molesto y te jodo porque te amo —Matt se puso una mano en el mentón, pensando en eso. Vaya, su amigo era bien cabeza dura.

 

—¡¿Cómo se te ocurre?! ¡Por supuesto que no es así! —lo miro con el ceño fruncido, aguantando las ganas de moler a golpes a su único amigo. Y no por amistad, sino porque no quería ensuciarse con sangre.

 

—¿Entonces por qué actúas así con él? —inquirió con duda, levantando una ceja.

 

—¡Eso…! Es odio… ¡Solamente eso! ¿Te queda claro?

 

—Del odio al amor solo hay un paso, Mels —se cruzó de brazos, asintiendo con la cabeza, dándose la razón a sí mismo, con los ojos cerrados.

 

—Deja de decir estupideces y no me digas así.

 

—Lo amas, esa es la única verdad. Cuando más rápido lo aceptes, más rápido serás feliz y no vivirás tan amargado.

 

—Me parece que odias vivir —siseo con rabia, dejando de lado su chocolate para tronar los dedos.

 

—¿Puedo decir mis últimas palabras? —pregunto, mirándolo acongojado y con un tierno puchero, que a vista de Mello, le resultó repugnante.

 

—Habla ahora.

 

—Antes de que me mates ¡Soy tu amigo! ¡Te conozco y puedo decirte que estás enamorado de Near! ¿Por qué te resulta tan difícil aceptarlo?

 

—¡Que no es así! —grito furioso.

 

—Demuéstralo.

 

—¿Qué?

 

—Eso mismo, ve hacia el cuarto de Near y besalo. Si no sientes nada, entonces estabas en lo cierto. En caso contrario, yo tenía razón.

 

El rubio intentó ocultar lo exaltado que se sentía y lo miró con desafío.

 

—Heh ¿Y que se supone que gano yo a parte de tener la razón?

 

—Te compraré una caja de chocolates Milka.

 

Los ojos de Mello brillaron y una mueca de completa felicidad apareció en su rostro.

 

—Que sean dos y trato hecho.

 

—Bien.

 

Ambos estrecharon sus manos sellando así el trato, mirándose con claro desafío.

 

[...]

 

Ese idiota de Matt. Estaba muy mal si pensaba que iba a ganar. Él no sentía ningún tipo de sentimiento por Near. El rápido palpitar de su corazón de seguro era por otra cosa, tal vez eran síntomas de taquicardia temporal. Nada más. Y lo que sucedía en su estómago cada vez que se acercaba a Near no eran mariposas revoloteando, solamente era hambre. Si, todo tenía mucho sentido, ¡porque se negaba rotundamente que eso era amor! Por supuesto que no. Lo único que podía sentir por ese enano era odio. Ese pequeño con su indiferencia, su actitud de "Oh, soy la gran cosa que no mereces ni una sola mirada mía, simple mortal". Con ese ridículo peinado y esos profundos ojos grises tan desagradables… tan serio, tan calmado… tan perfecto.

 

Mello se crispo cual gato al pensar lo último.

 

¡Near no era perfecto! ¡Para él no lo era! Solamente las personas con neuronas se darían cuenta de que Near no era perfecto, solamente un rarito e introvertido enano.

 

Mello dejó sus pensamientos de lado al ubicar la habitación del albino.

 

Entró a su cuarto, para contradecir las palabras del idiota de Matt. Él no siente nada por nadie, ¡no señor! ¡Y menos tenía sentimientos por Near! Se acercó a paso decisivo a la cama del albino, observándolo dormir…

 

Las cortinas estaban corridas, dejando que la luz de la luna se filtrara por la ventana, pudiendo apreciar cada rasgo del rostro de Near.

 

Se veía diferente… sus facciones siempre serías y toscas se habían suavizado, tenía los párpados cerrados, pudiendo apreciar sus largas pestañas y su bonita cara que se veía tan suave y delicada, con sus labios entreabiertos de color rosa.

 

Se entretuvo mirándolo y se acercó a paso lento, tratando de no hacer ruido.

 

Se sentó en la cama, a un lado de Near, acariciando sus rizos alborotados para ir bajando hasta su suave mejilla. Titubeó, pero terminó acercando su rostro al suyo, rozando sus labios, sintiendo su calidez y suavidad. Y oliendo su delicioso aroma. Mierda, realmente lo amaba. El no tan idiota de Matt tenía razón. Ver a Near lograba ponerlo tan feliz, saber qué estaba ahí, solo eso bastaba para hacerlo sentir calmado y muy alegre. Lo necesitaba a él, era su felicidad. Su persona amada. Le gustaba la tranquilidad que le transmitía, como se sentía cómodo con él, su inteligencia sin igual y como siempre estaba calmado y tranquilo ante cualquier situación. La ternura que le provocaba cualquier acción de Near, cada gesto, cada palabra.

 

Ladeó un poco su rostro y volvió a besarlo, poniendo su mano en el mentón de Near para abrir su boca y profundizar el beso, adentrando su lengua sin dudarlo, lamiendo la contraria que se encontraba dormida pero le gustaba sentir lo dulce en su paladar, podría jurar que ese sabor era muchísimo mejor que el chocolate.

 

Se separó un poco, respirando pesadamente y notando como Near se removía un poco en la cama, soltando un pequeño suspiro.

 

Volvió a buscar sus labios, dándole un beso más profundo y violento. Enrollando su lengua con la de él, y con una de sus manos tocando su vientre plano y suave. Acariciando su piel, tanteando para abajo.

 

Para cuando su mano llegó al borde del pantalón de pijama del albino, Near soltó un pequeño gemido, moviéndose con más energía en la cama.

 

Esa acción en vez de frenar al rubio, lo motivó a seguir adelante.

 

Metiendo su mano dentro de los holgados pantalones, agarró el miembro rosado y blando de Near, comenzando a acariciarlo de arriba hacía abajo, marcando un suave vaivén con su mano.

 

El pequeño se removió más, soltando suspiros calientes y gemidos sin parar. En eso, el albino saca su mano que estaba oculta debajo de la almohada, revelando una fotografía.

 

Mello escucho un ruido de papel estrujado y miró con curiosidad la palma del peliblanco, dándose cuenta que apretaba una fotografía. Con su mano libre, le arrebató esa foto.

 

—Esto… —paró de tocarlo, viendo atónito una fotografía de él mismo —. Mi foto… ¿Por qué? —no podía creerlo, su Near tenía una foto de él. 

 

Su mirada azulada regresó al bello durmiente, notando como su respiración se normalizaba pero sus mejillas estaban de color rosa.

 

Volteo la fotografía y su ser entero se estremeció.

 

Ahí, detrás de esa fotografía estaba escrito con letra elegante…

 

Querido Mello.

 

Trago grueso, sintiendo una extraña alegría envolver todo su ser. Tenía unas ganas locas de abrazar a Near y llorar de felicidad y dicha, besarlo hasta desgastar sus labios.

 

En esos momentos él quería...

 

Quería saborear cada parte de Near.

 

Se movió hasta colocarse entre las piernas del albino, tirando la manta a un lado, también deshaciéndose de su propia camiseta negra.

 

—Near… Near… —susurro a centímetros de él, embriagado por el contacto de sus cuerpos y su adictivo olor a… vainilla. Near olía a vainilla. Ese aroma que lo volvía loco.

 

Fue desabrochando la camisa del menor, repartiendo besos por todo su cuello y una mordida en la clavícula.

 

Sentía al peliblanco estremecerse y jadear debajo suyo.

 

—Mello… —gimió suavemente con su dulce voz, apretando los ojos.

 

El mencionado lo volteó a ver, pensando que se había despertado pero no, solamente lo nombraba en sueños. Acarició con ternura su mejilla, dándole un beso en su pequeña nariz.

 

Comenzó a quitarle su pantalón de dormir y su bóxer, tomándose unos instantes para apreciar su exótica belleza.

 

Lamió algunos de sus dedos para dirigirlos hacia la entrada del albino, y metió un dedo con cierta dificultad, sintiendo como el cuerpo de Near se tensaba.

 

—Amor… relájate… —susurró en su oído, dedicándole dulces palabras y proporcionando suaves besos en su colorida mejilla.

 

—Ow… espera… —hablo dormido el menor cuando sintió un segundo dedo ingresar.

 

Lo estuvo dilatando por un buen rato, no quería lastimarlo al momento de la verdad y además lo hacía lento para ver si Near se despertaba pero este estaba más dormido que un oso en época de hibernación.

 

¿Qué tan pesado tenía el sueño?

 

Se bajó la cremallera del pantalón, liberando su erección que ya le dolía, deslizándola hacia la rosada y virgen entrada de Near. Apoyó el glande, humedeciendo su entrada con líquido preseminal.

 

—Near… mi amor… despierta —suplico, mordiendo su mejilla —. Yo necesito tu permiso… —pidió, acariciando sus níveas piernas. Esa suavidad, esos deliciosos gemidos y todo de él, le aceleraba el pulso.

 

—M-Mello… aah… hazme tuyo… —gimoteo de placer, retorciéndose, con su cabello blanco pegándose en su frente y luciendo todo alborotado.

 

El ojiazul lo miró largamente y luego de sus labios brotó una sonrisa torcida.

 

—Que así sea...

 

—¡Gaah...! —grito el pequeño albino al sentir la invasión hacia su cuerpo, arqueando la espalda. 

 

Near se sacudió y abrió los ojos lentamente, tratando de enfocar su vista, y cuando sintió un cálido aliento chocar contra su rostro, abrió sus ojos en su totalidad. 

 

Se quedó sin palabras, sin poder creer que Mello estaba en su habitación… y no solo eso, sino que estaba encima de él, casi pegado a él.

 

—¿M-Mello?… ¿Qué estás haciendo? —preguntó quedito, sintiendo su rostro ruborizado.

 

Movió su pupila hacia abajo y miró con incredulidad como su camisa estaba desabrochada. No solamente eso, su cuerpo se sentía húmedo, y lo más sorprendente de todo… sentía algo dentro de su cuerpo… algo que parecía tener vida propia porque lo sentía caliente y palpitar.

 

Mello gruñó de placer, demasiado extasiado con la estrechez del pequeño, sintiendo las cálidas y húmedas paredes de Near envolver su miembro.

 

—Justo ahora… me aprietas de manera deliciosa… —Mello empezó a mover su cadera, dando lentas estocadas, sacándole suaves gemidos al peliblanco —. Quiero más…

 

—Mello… espera… detente —Near se quedó sin aire, comenzó a advertir una dificultad para respirar ante las sensaciones tan extrañas que sentía y también por la sorpresa de presenciar todo eso. Trató de empujar el pecho de Mello, pero este le sujetó ambas manos a cada lado de su cabeza, sin detener el suave vaivén de las penetraciones.

 

—Near… —se acercó al oído de este, mientras el pequeño entrecerró los ojos, mordiéndose el labio —. Yo te amo tanto... que simplemente no puedo resistirme a ti.

 

El albino se quedó atónito ante sus palabras, desvió la mirada hacia un costado, enrollando un mechón de su cabello con uno de sus delgados dedos, con algo de dificultad por la inmovilización. Quería decir algo, pero sentía que no podría formular algo coherente debido al grito gutural que quería salir de sus labios color cereza.

 

Mello jadeo de manera ronca, agarrando el mentón de Near, para hacer que lo mire fijamente, con sus ojos azules expresando pasión y deseo.

 

Abrió aún más sus piernas, acomodándose mejor entre ellas, y movió sus caderas, embistiendolo todavía de manera sutil y suave. Las reacciones del pequeño lo provocaban más, quería hacer durar ese acto.

 

—Near… ¿Qué te parece si robo esos labios tuyos ahora mismo? —le susurro cerca de su boca, rozando su nariz con la suya —. Así no podrás besar a alguien más.

 

Near se crispó, mordiendo su labio inferior con más fuerza. Con un tono rojizo en sus pómulos, se soltó y agarró al rubio de las mejillas, uniendo sus labios de manera delicada; besándolo con ternura y amor. Trasmitiendole todo lo que no podía con palabras.

 

—Me perteneces, Near… —sentenció Mello cuando se separaron para respirar. El chico mayor posó sus manos en las caderas del menor —. No mires a nadie más que a mi —aceleró el ritmo del vaivén, deleitándose con las expresiones de su amado.

 

—Ah… para… —gimió Near, apretando las sábanas con sus manos —. No tan fuerte, Mello… —mordió su labio, conteniendo los gemidos que querían brotar de sus labios —. Mnh… Ngh!

 

El rubio se movió con más intensidad dentro del pequeño, como si sus gemidos fueran el motor que lo encendía.

 

El albino estaba temblando de placer, mientras el ojiazul colocaba las piernas de Near en sus hombros, para penetrarlo con más fuerza y empujar más profundo dentro de su cuerpo. 

 

Comenzó a sacar y meter su pene a un ritmo continuo, veloz, rápido, y más placentero para los dos. Sentía las paredes internas del peliblanco apretarlo de manera deliciosa y alucinante, se sentía bastante apretado y suave dentro suyo.

 

Near no podía parar de gemir y gimotear por más, sintiendo cada vena palpitante del miembro de Mello, el glande chocar sin descanso en un lugar en su interior que lo hacía delirar, y la lengua caliente del rubio recorriendo cada parte de su cuello, junto a mordidas y succiones en su piel.

 

Dentro de la habitación de Near se comenzó a escuchar el choque de pieles desnudas junto al golpeteo de la cama contra la pared ante la intensidad de las embestidas.

 

Mello alzó el rostro, mirando directamente a los ojos grises de Near, tratando de transmitir con sus orbes azules todo el amor que sentía por él.

 

Junto sus labios una vez más, esta vez lo hizo como Near; suave y lento, tomándose su tiempo para disfrutar del sabor del otro. Un hilo de saliva comenzó a bajar por la barbilla del albino, siendo atrapada por la lengua juguetona de Mello.

 

Embistió un poco más, hasta que sintió que ya iba a llegar al orgasmo. Apretó las caderas de Near y lo embistió duramente hasta meterse por completo dentro de él, apegándose lo más que podía para correrse dentro del menor, derramando hasta la última gota de su semilla en ese caliente cuerpo. Mientras tanto el pequeño sintió una corriente eléctrica recorriendo su columna y la caliente esencia de Mello llenándolo por completo, provocando que también llegará al orgasmo con un largo gemido, corriéndose entre ambos torsos. 

 

El ojiazul le dió un beso en la mejilla sonrojada, para luego dirigirse por última vez a sus adictivos labios.

 

Cuando se separó, apoyó la cabeza en el pecho del albino, escuchando el rápido palpitar de su corazón y como trataba de recuperar el aliento.

 

—Near… —esté hizo un ruidito con la boca, como indicándole que lo escuchaba —. Date prisa y dime tu respuesta.

 

—Tonto… hah… Mello es tonto… por no notar que yo también lo amo —Mello levantó el rostro sorprendido, y más aún al ver la pequeña y dulce sonrisa que tenía Near, abriendo de manera perezosa los ojos, y como sus ojos grises no eran fríos, sino que se veían cálidos, con un brillo especial en ellos.

 

Mello lo abrazó con fuerza, siendo correspondido por el albino.

 

—Pero eso no quita el hecho de que invadiste la privacidad de mi cuarto. Y además comenzaste a tocarme sin mi permiso —reclamó Near, apretando la nariz del rubio—. Eres muy extremo —lo miró con una gotita resbalando por su nuca.

 

Las mejillas de Mello se pusieron rojas de pena y desvió la mirada avergonzado.

 

Pero de manera inconsciente aceptaste —pensó, pero no sé lo iba a decir, sabía que ese pequeño listillo iba a tener una respuesta preparada —. Y tu eres muy descuidado, ¿Quien duerme con la puerta así? ¿Para qué existen los seguros? ¿De adorno? —recriminó, frunciendo el ceño con disgusto al pensar que un imbécil podría aprovecharse de su ángel.

 

—Nadie haría eso, Mello —soltó un suspiro, demasiado cansado por la actividad física y con sueño —. Solamente un ser demasiado impulsivo como tú.

 

El rubio gruñó, frunciendo el ceño todavía con las mejillas sonrojadas.

 

—Te amo, tonto —sonrió Near, dándole un beso en su rubia cabellera. El otro no contestó, solo relajo un poco su ceño fruncido —. Mmm Mello…

 

—¿Si?

 

—¿P-puedes salir? —pidió con sus mejillas sonrojadas, jugando con sus mechones nevados, un hábito que tenía cuando se sentía ligeramente perturbado con algo.

 

Mello sonrió socarrón.

 

—No.

 

—¡Mello!

 

—Dije que no.

 

—Pero no puedo dormir así.

 

—¿Enserio? Pues yo sí. Estoy muy cómodo.

 

—Yo no.

 

—Me da igual.

 

Se miraron, Near con reproche y Mello sonriendo.

 

—Ya —aceptó el rubio, riendo un poco, besando su nariz con cariño.

 

Con pesadez se separó de Near, sacando con lentitud su flácido miembro del interior del albino, notando como desde la entrada rojiza del menor se escurría un líquido blanquecino. Una imagen demasiado erótica, combinándolo con el rostro perlado de sudor de Near, sus mejillas sonrojadas, sus cabellos alborotados en su totalidad, con su torso manchado de semen y todo su cuerpo repleto de chupetones y mordidas.

 

—Mierda… —masculló, sintiendo como su virilidad comenzaba a despertar —. Near…

 

—¿Qué sucede?

 

—¿Lo hacemos otra vez?

 

Near casi se atraganta con su propia saliva.

 

—¿Me quieres matar? ¡No!

 

—Vamoooos —suplico, repartiendo besitos en su cuello de porcelana.

 

—No, Mello. Déjame dormir —reclamo, no queriendo ceder a esas caricias que lo estremecían.

 

Antes de que Mello pudiera decir algo, escucharon unos ruidos afuera del cuarto.

 

Sus cuerpos se paralizaron y estuvieron atentos a cualquier cosa que pudieran oír.

 

—Near ¿estás ahí? —escucharon una voz femenina, que daba leves golpes a la puerta.

 

—Shhh —Mello puso un dedo en sus labios, haciendo la seña de guardar silencio —. Ya se irá.

 

Near negó con la cabeza.

 

—Un momento —elevó el tono de su voz para que la persona detrás de la puerta lo escuchará.

 

Mello lo miro con molestia, chasqueando la lengua.

 

—Es Linda. Seguirá insistiendo hasta que conteste, y si no lo hago se alarmara y llamará a Roger para abrir mi habitación —le explicó en voz baja, limpiando su torso con un pañuelo, al igual que su parte íntima, sintiendo escalofríos.

 

Mello rodó los ojos, molesto, pero en eso, comenzaron a albergarlo pensamientos negativos.

 

¿Cómo es que Near sabe eso? ¿Ya pasó antes? ¿Cuántas veces esa mocosa iba al cuarto de SU amado? ¿Con qué derecho? ¿y por qué?

 

Los celos comenzaban a aflorar en el rubio, cuya mueca se convertía en una completamente aterradora.

 

Por suerte Near no lo vio, estaba más ocupado vistiéndose, la parte difícil fue ponerse los pantalones, porque sentía las piernas dormidas y un intenso dolor de caderas. Se acomodó el cabello con rapidez y suspiro profundamente, intentando aparentar normalidad. 

 

A pasos lentos y caminando algo extraño fue a abrir la puerta, solo un poco para que Linda no pueda ver a Mello, y él se asomó entre esa abertura.

 

—Linda —dijo el albino, mirando a la niña frente a él, que se encontraba nerviosa y con las mejillas sonrojadas —. ¿Qué sucede? —preguntó suavemente, con su tierna voz estremeciendo a la chica.

 

—Amm Near… yo venía a… —desvió la mirada al suelo —. Perdón por despertarte, pero necesitaba decirte algo importante…

 

—No hay problema. ¿Qué es lo que necesitas decirme?

 

Linda se puso más nerviosa, su rostro estaba rojo y no se atrevía a mirar a los ojos del contrario.

 

Mello, que estaba escuchando del otro lado con suma atención, le molestó notar que esa pulga estaba con una actitud muy sospechosa. ¿Cual era el motivo por el cual lo visitaba tan de noche?

 

—Near… yo… desde hace tiempo yo… —se tomó un tiempo para inhalar aire —. ¡YO TE AMO, NEAR! —grito su confesión, apretando los puños y mirándolo de manera intensa.

 

El pequeño se mantuvo calmado, pensando en que responderle y como rechazarla sin lastimarla.

 

Por otro lado, Mello se quedó congelado en su lugar, ante el silencio del otro sintió un desagradable sabor en su boca y una horrible opresión en el pecho. ¿Acaso Near…? ¿Acaso Near sentía algo por ella?... Él no quería eso. Mierda que no. Él no quería que nadie se acercara a Near, que lo miraran, que le hablarán, que siquiera respiraran el mismo aire que él. No. Le producía una sensación que le quemaba las entrañas.

 

Con paso decisivo y de manera repentina, abrazo del cuello a Near, mirando con los ojos entrecerrados a Linda, sus ojos azules completamente afilados y oscurecidos.

 

—Near es mío —susurro ronco, sacándole la lengua.

 

La niña se quedó boquiabierta, con sus ojos abiertos de par en par, al ver a Mello, el sucesor número dos de L y el más agresivo de todos los chicos, en el cuarto del albino, semidesnudo, todo despeinado y abrazando de una forma posesiva al pequeño, quien aparentaba estar tranquilo pero en sus mejillas se apreciaba un intenso sonrojo.

 

—U-u-ustedes… —tartamudeo, sin poder creer lo que sus ojos veían. Hasta donde ella sabía el rubio odiaba a muerte a Near. ¿Entonces que…?

 

—Si. Estamos juntos. Y con que le cuentes esto a alguien… —el tono de Mello se volvió amenazador, frío y tosco —. Date por muerta.

 

Linda se encogió de miedo, asintió una y otra vez, jurando entre lágrimas que no diría nada y luego se echó a correr lejos.

 

Mello cerró la puerta, poniendo el seguro y luego estampando al peliblanco contra esta, para bajarle todo lo de abajo con rapidez. Near soltó un pequeño chillido y se sonrojo hasta las orejas. 

 

—O-oye, Mello… —no le dejó hablar, rápidamente lo penetró con fuerza, sacándole un profundo gemido que Near trató de acallar poniéndose ambas manos en la boca. El rubio colocó una de las piernas del albino en su cintura, para comenzar a moverse con desesperación en su interior. Necesitaba marcar ese pequeño cuerpo las veces que pudiera soportarlo.

 

—Me perteneces, Near... Nadie más que yo puede tenerte —jadeo ronco en su oído, mordiendo con sensualidad su oreja.

 

El de ojos grises solamente pudo asentir, con todo su cuerpo temblando de éxtasis, buscó con desespero los labios rosados del rubio, besándolo con hambre y deseo.

 

—Quiero ser tu hombre… aunque solamente sea por una noche… —habló contra sus labios, cautivado con Near.

 

—¿Y si es para siempre? —hablo el albino, enrollando ambas piernas en la cintura del rubio, siendo sujetado de los muslos por las fuertes manos de Mello. Ambos sonriéndose mutuamente de forma encantadora.

 

Y así continuaron los dos, demostrando su amor de manera carnal, conociéndose más a fondo, explorando el cuerpo del otro y memorizando sus expresiones de completa lujuria, placer y amor. 

 

[...]

 

Era una linda mañana, con el sol resplandeciendo de manera sutil, sintiéndose el ambiente cálido y acogedor. El viento era suave, meciendo las hojas de los árboles, el sonido de las ramas y las hojas era reconfortante. Y debajo de un árbol, disfrutando de todo eso, estaba Near, jugando con su rompecabezas favorito, el que es todo blanco y en una esquina está la "L" de color negro.

 

Levantó la mirada al escuchar a alguien corriendo hacia él, justo en ese momento vio una cabellera rubia y un cuerpo impactarse sobre él, en un abrazo de esos que te quitan el aliento.

 

Mello tenía el rostro escondido en el cuello del albino, aspirando su aroma, con los labios curvados hacia arriba.

 

—¿Cómo te sientes, mi amor? —preguntó el rubio, completamente contento.

 

—Adolorido —contestó pasivo, acariciando los cabellos dorados del mayor —. No creo que podamos seguir haciéndolo todas las noches…

 

—¡¿Eh?! —grito alarmado con lo que dijo su ángel. No lo culpen, como todo adolescente tiene sus hormonas alborotadas y además su Near era una tentación andante. No podía resistirse a ponerle las manos encima.

 

—Necesito un descanso, Mello. Siento que si seguimos a este paso, voy a terminar usando una silla de ruedas —explicó, poniendo una mueca adolorida.

 

Mello sonrió de manera juguetona.

 

—¿El gran Near no puede lidiar con eso? —pregunto, mostrando diversión en su mirada.

 

El albino lo miró con los ojos entrecerrados, un poco molesto, pero luego curvo los labios hacia arriba en una sonrisa traviesa.

 

Envolvió el cuello del rubio con sus brazos, haciendo que se apoyara contra él.

 

—Uhmm… —acercó a Mello a sus labios, suspirando suave contra ellos —. ¿Y Mello podría resistir no hacerme suyo por una semana?

 

El ojiazul frunció la boca con disgusto. Contestará lo que contestará, Near ganaría, como siempre. Qué lo amara, no significaba que amaba perder. Decidió darle un lento beso, para cambiar de tema.

 

—Luego arreglamos eso —mordió el labio inferior de Near, separándose —. Ahora vine a hablarte de otra cosa.

 

—¿Sobre qué?

 

—Te tengo un regalo —sonrió de manera torcida.

 

—¿Qué es? —preguntó con curiosidad.

 

—Cierra los ojos —pidió con una gran emoción en su voz.

 

Near accedió, cerrando sus bellos ojitos grises.

 

Mello agarró su pequeña mano con delicadeza, poniendo un bonito anillo de plata con forma de hojas lisas en su fino dedo blanquecino.

 

—Ya puedes abrir los ojos.

 

—M-Mello… esto… —el corazón de Near estaba latiendo muy fuerte, sentía las lágrimas agruparse en sus ojos, él no solía ser emocional pero con Mello eso cambiaba radicalmente.

 

—¿Sabes? Yo me enamoré de ti desde el momento que te ví —sonrió con amor, besando con suavidad sus nudillos blancos —. Near… mi amado… ¿Quieres estar conmigo para siempre?

 

Gotas cristalinas resbalaron por las mejillas sonrojadas de Near. 

 

—Si, Mello. Yo quiero… —esbozo una pequeña y dulce sonrisa con sus labios temblando por la felicidad que sentía, sintiéndose la persona más afortunada del mundo.

 

Mello entrelazó sus dedos, él tenía un anillo similar pero de color dorado.

 

—Lo que más quiero en este mundo es pasar mis años junto a ti, mi amor eterno —susurro con dulzura, cerca de sus labios.

 

—Y yo deseo despertar cada mañana a tu lado, con un beso tuyo y un abrazo… Solo eso me basta para ser feliz, Mello —juntaron sus labios, disfrutando de ese contacto y del amor que se tenían.

 

Después de darse un par de besos más, Mello se recostó entre las piernas de Near, mientras el pequeño jugaba con sus largos cabellos rubios.

 

—Amor —lo llamo Mello de manera cantarina.

 

—¿Si, Mello?

 

—¡No, no, no, no! —se quejó, mordiendo suavemente la mano del albino.

 

—¿No que? —pregunto confundido por la mordida.

 

—Así no. Dime un apodo tierno —exigió, mirándolo fijamente desde abajo con un pequeño mohín.

 

Near desvió la mirada.

 

—¿Es necesario?

 

—¡Completamente!

 

El pequeño sentía sus mejillas enrojecer.

 

—Está bien… Amm… mi p-pastelito… —habló entre tartamudeos, avergonzado.

 

Mello sonrió, mirándolo embelesado.

 

—Otro más.

 

El albino suspiro, resignado.

 

—Te amo, mi corazón.

 

El rubio amplió su sonrisa, mostrando su blanca dentadura.

 

—¡Yo también, mi algodón de azúcar! —rio a carcajadas, más aún al ver a Near tan apenado.

 

Y ahí estaban, disfrutando su tiempo libre juntos, con bromas, risas y besos.

 

[...]

 

—¡Tenía razón! ¡Lo sabía! —festejó el pelirrojo, sintiéndose lo más grandioso del mundo.

 

—Milagro —rodó los ojos Mello, mordiendo su chocolate.

 

—¡Pero hombre! —le dió una palmada en la espalda —. ¡Felicidades! ¡Qué suerteeeee! ¡Tener a un lindo muñequito de porcelana solo para ti! Que celos.

 

—Vuelves a llamar a mi Near así, y te haré volar como Peter Pan a Nunca Jamás de una patada —amenazó pero sin ser tan tosco, estaba lo suficientemente feliz como para molestarse.

 

—Bien, bien, no le diré así —levantó las manos, rindiéndose —. ¿Y? ¿Me dirás cómo es tener a Near de pareja? Imagino que es algo difícil...

 

—¿Por? —arqueo una ceja con duda.

 

—Ya sabes, Near es muy frío y bastante serio… Además es algo aterrador. 

 

Mello sonrió, cerrando los ojos y apoyándose contra la pared.

 

—Soy bastante afortunado.

 

—¿Eh?

 

—Matt… conquistar a una persona fría es lo mejor del mundo, ¿sabes por qué? Porque cuesta, porque vale y porque cuando lo logras te entregan el amor más bonito que hay —terminó su chocolate, saboreando el último trozo con una sonrisa calmada.

 

El pelirrojo se le quedó mirando sorprendido.

 

—Eso fue muy profundo —expresó, notando como a su amigo se le notaba más radiante, más feliz y menos enojón —. ¡El amor te volvió poeta! Que lado más romántico eh, no te veía así —se burló, con una sonrisa socarrona.

 

Mello se encogió de hombros, sin importarle su burla y Matt quedó aún más sorprendido con eso. Es decir… ¡Es Mello! Él mataría a medio mundo por menos.

 

Se abrazó así mismo, con miedo del nuevo Mello.

 

—Me da escalofríos verte tan sumiso y tranquilo —recibió un fuerte golpe en la cabeza por parte del rubio —. ¡Animal! —grito adolorido.

 

Mello se preparó para darle otro buen golpe, pero fue detenido por una pequeña y suave mano.

 

—Detente, cariño. Necesitamos a Matt como padrino de boda —dijo Near jugando con su rizo favorito, con un rubor en sus mejillas al llamar al rubio así, pero a Mello le gustaba, y a él le gustaba hacerlo feliz. 

 

—¡¿Qué?! ¿"Cariño"? ¡Deberías decirle: "bestia salvaje"! —gritó Matt —. ¡Ya que tiene un carácter terrible!

 

—¿Quieres que te estrangule con tus intestinos? —la mirada asesina del rubio daba terror, eran como los ojos de un psicópata.

 

—Me gusta que Mello sea así, es la parte que más amo de él —Near sonrió, con su mirada suavizada reflejando amor.

 

—¡Wah! ¡Eso fue tan tierno! —sin siquiera verlo venir, Mello observó como su amigo se le tiraba encima al peliblanco, restregando su desagradable cara con la de su pareja.

 

Oh no… ahí correría sangre.

 

—Matt —el pelirrojo se paralizó, esa voz le erizó por completo la piel… sonó tan de ultratumba que tuvo miedo de voltear.

 

—Te sugiero que comiences a correr —dijo calmadamente Near, sin siquiera inmutarse, estaba más ocupado pensando en quién podría ser su segunda opción como padrino de boda, porque el pelirrojo ya era hombre muerto.

 

Y el hombre muerto… digo, Matt, comenzó a correr por su vida como alma que lleva el diablo.

 

Y Mello se dispuso a perseguirlo para asesinarlo, pero una pequeña figura se colocó al frente de él, alzando los brazos para abrazarlo, apoyando su cabeza en el pecho del rubio.

 

—¡N-near! —se sintió abochornado por el repentino abrazo y el cálido aliento del albino chocar contra él.

 

—Mi cielo… Ya pasó una semana —sonrió travieso.

 

Mello sonrió juguetón y lo abrazó de la cintura, acercándolo a sus labios.

 

—¿Ansioso?

 

—Mucho —, y ambos se fundieron en un beso apasionado, sintiéndose por primera vez… completos y felices. Sin necesidad de nada más, solo de ellos.

 

.

 

Es extraño como tu sonrisa logra teñir esta ciudad gris con hermosos y vividos colores.

 

The end.

Notas finales:

Aaah~ que molesto es corregir los fics jsjsjsjs extraño a mi huesitos :'c y quiero un helado :c ¡Tengan un bonito sábado, los quiero! 

Gracias por leer. 


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