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Babysitter (OS) por Girlyfairly

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Los sábados son los días favoritos de Elle y lo ha estado esperando desde el lunes. No hay cosa que disfrute más que despertarse tarde, tomar una larga ducha, vestir como harapiento, tirarse al sofá y rascarse la panza el día entero. Supone que es parte de envejecer, en un mes estará llegando a los treinta y ocho años, y aunque se siente en la flor de la juventud, debe admitir que sus energías no son las mismas de antes.


Se deja caer en el sofá con desgano, sin darle importancia a que su esposo lleva más de una hora al teléfono con Misa. Al principio le costaba entender cómo siendo tan distintos pueden ser tan buenos amigos, han sido inseparables desde la secundaria y con el tiempo Elle ha aprendido a quererla. No obstante sus antenitas de alarma se encienden cuando escucha a su esposo decir: «claro que podemos hacerlo, hoy no tenemos nada qué hacer»¿pueden hacer qué?, ¿quiénes?


De inmediato se pone de pie y camina hacia la butaca donde Light continúa hablando animado, armando planes que cada vez entiende menos. Le hace un sinfín de gestos con la cara y con las manos para que le explique hasta que al fin logra llamar su atención.


—Matsu y ella están de aniversario y quisieran, ya sabes, celebrarlo a solas —explica el castaño tras tapar el teléfono con una mano—. Y me está preguntando si podemos cuidar a los niños.


—Me imagino que le dijiste que no. —Susurra señalando el sofá, como si eso explicara que ellos ya tienen una cita programada con ese mueble.


—Pero tú siempre quisiste hijos.


Llevan casados diez años y hace mucho quizá Elle sí soñaba con una casa llena de niños corriendo por doquier pero Light, al ser menor cinco años, no se sentía preparado. Ahora él ya va a tener treinta y ocho, no se ve cambiando pañales ni mucho menos con un bebé llorando la noche entera. Sin embargo conoce a Light, y decir que es algo que ya no desea podría ser interpretado de la manera incorrecta por él.


—¿Solo serán unas horas? —Pregunta Elle dándose por vencido.


—Uhm, más bien todo el día. De hecho en un rato salen de la casa para venir a dejarlos. —Sonríe de manera forzada, intentando que así la noticia sea recibida de la mejor manera.


Elle suspira, diciéndole adiós a su sábado perfecto. Regresa al sofá y se deja caer sobre él para aprovechar los últimos momentos de paz que le quedan.


oOo




Touta y Misa están en su quinto aniversario de bodas, desde un principio tener hijos fue muy importante para ellos hasta que unos estudios indicaron que él es estéril. La noticia fue como un balde de agua fría pero desde hace un tiempo decidieron visitar oficinas de adopción para saber los trámites y requisitos, y el deseo de ambos era tanto que no dudaron en adoptar a dos de un solo. El proceso fue largo pero desde hace tres meses son felices con sus dos terroncitos de azúcar, como ella les dice.


En este tiempo Light tan solo ha tratado a los niños por ratos cortos cuando se han visto para tomar un café, lo cual no es muy seguido debido a que todos trabajan. Sin embargo, por la amistad tan larga que ha tenido con ella desea malcriar a esos niños como si fueran sus sobrinos y es por ello que la idea de cuidarlos el día entero lo emociona en demasía.


—Y en serio, sí pasa algo no dudes en llamarme. —Explica Misa mientras le entrega en brazos al más pequeño, un bebé albino de ocho meses quien por su condición necesita ciertos cuidados especiales.


Light sonríe al verla como toda una madre preocupada. Su amiga nunca ha sido la imagen de la madurez y seriedad andante, así que verla en esta nueva fase le hace darse cuenta de lo mucho que los dos han crecido.


—Tranquila, confía en mí. —Ha cuidado a los hijos de su hermana antes, no puede decir que por eso ya es un experto porque cada niño es diferente, pero no cree estar tan perdido.


—Aquí está la pañalera de Nate —dice Matsuda, entregándole a Elle la primera maleta, la más pequeña—. Y esta es la de Mihael.


—Vaya que está pesada. —Comenta el pelinegro tras casi dejarla caer, ¿qué trajo ese niño? ¿Piedras?


—Es que quiso traer todos sus juguetes —Matsuda se rasca la mejilla apeando, acto seguido se pone de cuclillas para hablar con su hijo—. Prométeme que te portaras bien, campeón.


El rubio asiente y corre a abrazar las piernas de Lawliet.


—Jugaré mucho con tío Elle. —Asegura el niño de cinco años, quien al sonreír deja ver la falta de un incisivo.


Misa y Touta confían en ellos, saben que sus hijos quedan en buenas manos así que se marchan tranquilos, no sin antes despedirse de sus retoños. La puerta se cierra y el enano de cabellos rubios sigue prendido de la pierna de Elle como si fuera una garrapata.


—Yo cuido a este y tú encárgate del bebé. —Lawliet ya lo pensó un poco, Mihael es un niño que habla y camina, por lo que será más fácil cuidar de él que de un bebé que solo es babas y popo.


Light se encoge de hombros antes de tomar la pañalera del pequeño Nate y caminar con él hacia la cocina, Misa dijo que en ella iban los ingredientes para preparar una papilla y se muere de ganas por darle de comer a un bebé tan lindo.


—Bien, Mihael, ¿qué quieres jugar? —Elle se pone de cuclillas sonriendo. Tal vez no es lo que esperaba hacer un sábado pero la idea de tener niños comienza a llamar su atención de nuevo.


—¡Avioncitos! —Vocifera demasiado contento y extendiendo los brazos hacia los lados.


El pelinegro no duda en tomarlo de los costados y alzarlo por los aires antes de hacerlo descender moviéndolo de un lado a otro, es algo que ya le ha hecho las contadas veces que lo ha visto. El problema es cuando se da cuenta que las energías de un niño de cinco años no se acaban tan fácilmente. Mihael ríe por las cosquillas en la panza pero cada vez que lo baja quiere que lo haga de nuevo hasta que llega un punto en el que Elle no tiene fuerzas ni para levantarlo unos centímetros del suelo.


—¿Y si cambiamos de juego? —Respira agitado, llevándose una mano a la espalda baja, no fue buena idea estar subiendo y bajando tantas veces a un niño.


—¡Caballito! —Grita de nuevo con una enorme sonrisa mientras brinca emocionado.


—Genial, otro juego que implica lastimarme la espalda. —Murmura con sarcasmo antes de ponerse en cuatro en el suelo.


El niño estira su piernita para subirse, y al ser muy difícil se toma de lo que sea para lograrlo, porque Mihael es un niño que busca los medios para hacerlo por su cuenta antes que pedir ayuda, así sea que llene de arañazos o jalones a su tío.


—Podrías haberme pedido que me agache más... —Dice el mayor entre dientes y haciendo una mueca de dolor mientras sus pobres costillas y cabello sufren las consecuencias.


—Are, caballito, are. —Su dificultad para pronunciar la doble R no le impide darle patadas con el talón en los costados así como lo hacen con los caballos de verdad.


Elle comienza a andar a gatas por toda la sala mientras ese chiquillo le sigue jalando el cabello como si se tratara de unas riendas. A su adolorida espalda se le suma un dolor grotesco en las rodillas hasta que no es capaz de avanzar ni un poco más.


—Mihael... —se muerde los labios intentando contener una mueca de dolor— el caballito necesita un descanso.


—Ok. —Sin rechistar el niño se baja de un brinco, eso no significa que piense dejarlo descansar— ¿Ahora que jugamos?


—Juguemos a que el primero que hable pierde. —Se acomoda en el suelo, flexionando las piernas mientras espera que su idea sea aceptada. No obstante lo que recibe a cambio es una escandalosa carcajada.


—Eso es muy aburido, tío Elle. —El pequeño Mihael se lleva un par de dedos a la barbilla, tal parece que el peso de elegir el siguiente juego cae en sus hombros y es una gran responsabilidad que tiene que pensar con calma— ¡Ya sé! —Farfulla de repente levantando los brazos— ¡A las luchas!


—¿Qué? ¡No! ¡Espe...


Antes que Elle pueda decir algo, un ser de tan solo cien centímetros se lanza hacia él. El pelinegro estira los brazos intentando mantenerlo lejos pero Mello, como ha escuchado que le dicen de cariño, lanza manotazos y patadas con el fin de causar algún daño a su contrincante. Touta Matsuda es el hombre más tranquilo que conoce, en ocasiones hasta lo ha exasperado lo ingenuo que puede ser y Misa... a sus treinta y dos las rubia sigue siendo la mujer más infantil que ha conocido, berrinchuda e imprudente pero jamás agresiva, ¿de dónde saca esos movimientos ese niño?


El combate llega a su fin cuando el piecito del infante impacta contra el estómago de Elle, provocando que todo el aire escape por su boca antes de hacerse un ovillo en el suelo.


—¡Sí, yo gané! —Anuncia Mihael con una enorme sonrisa, dejando a la vista sus disparejos dientes de leche— Vamos, tío Elle, hay que jugar otra cosa.


El aludido no ha terminado de recuperar el aliento y ya está temiendo por lo siguiente que se le ocurra a ese niño. Juegan por largo rato a los superhéroes, convertir una toalla en una capa no es difícil, el problema es que Lawliet debe estirar los brazos hacia adelante para que sirvan de soporte a Mihael, quien de forma horizontal y con los puñitos hacia el frente finge que vuela. Quizá el niño sólo tenga cinco años pero soportar su peso no es tarea fácil.


—¡Más rápido, tío Elle!


Mihael demuestra tener una imaginación enorme y de energías ni hablar. No todos los juegos requieren que el cuerpo del mayor salga lastimado pero Elle está cansado, así que en un momento se le ocurre una idea que podría salvarlo de esta agonía.


—¡Mihael! —Dice su nombre justo antes que el niño le estampara el dedo lleno de pintura en la nariz, están jugando a pinta caritas— ¿Quieres un poco de chocolate? —Elle es muy inteligente y si no estuviera tan exhausto recordaría que dar dulces a un niño hiperactivo no es la mejor solución. Sin embargo, como buen amante de todo lo dulce cree que hará muy feliz al niño.


Mihael parpadea y guarda silencio, meditando. Sabe lo que es chocolate pero nada más lo ha probado en pasteles. En el orfanato les daban un postre luego de la cena y ya, era lo único considerado chuchería que existía en ese sitio; en su casa actual Misa es alguien que cuida mucho su dieta y su padre adoptivo le ha prometido que lo llevará a una tienda de golosinas para que escoja lo que quiera pero hasta el momento no ha tenido tiempo por el trabajo, así que con los ojitos brillantes de curiosidad y emoción asiente.


Elle lo toma de la mano y caminan hasta la cocina, cuando abren el refrigerador el paraíso aparece frente a los ojos azules del niño, quien sin poder contener el asombro suelta un jadeo. A Elle no le da vergüenza admitir que las cosas siempre han sido como su esposo quiere, sin embargo en ese pequeño objeto tiene total dominio, y es por eso que el refri está repleto de golosinas dulces y tan solo una parte contiene esas frutas y verduras que tanto le gustan a Light. Los ojos curiosos del menor se mueven por todas partes, registrando la infinidad de postres que hay ahí, y solo se detiene hasta que su tío estira un brazo para tomar una barra con envoltorio café y extremos plateados, la cual le entrega.


—Para ti.


Mihael toma la barra con mucho cuidado y la observa con demasiado asombro, como si se tratara de un tesoro. Si antes dijo que ese refrigerador era un paraíso, se da cuenta de lo equivocado que estaba cuando da el primer mordisco. Su lengua se ve invadida por un cosquilleo excitante mientras el cacao se impregna en cada recoveco de su boca, todo lo que está ocurriendo en su cuerpo es algo que jamás podría poner en palabras y lo único que desea es seguir degustando ese manjar.


—Hey, tranquilo. —Elle ríe al ver al pequeño devorar la barra con tanta emoción.


—Es lo más deli que he probado, tío. —Responde con la boca llena, mostrando no solo su rostro embarrado de chocolate sino también sus dientes.


El mayor sonríe, sintiéndose satisfecho al verlo feliz. No obstante, Light aparece en la cocina y por su expresión no parece estar contento.


—¿Qué se supone que haces, Elle Lawliet de Yagami? —Pregunta con el ceño fruncido mientras en sus brazos acuna al bebé— ¿Y qué rayos tienes en la cara? —Hace una mueca de asco al prestar más atención a los manchones que le atraviesan la cara.


—Ehm, yo... —murmura, pasándose los puños por el rostro para quitarse la pintura mientras piensa en una excusa.


—Tío Light, el tío Elle me regaló la cosa más rica del mundo mundial. —El niño da media vuelta, permitiendo que el castaño vea no solo su enorme sonrisa sino también el chocolate que tiene embarrado en las manos, ropa y mejillas.


—Elle... —murmura, conteniendo los demás improperios que podría decirle si sus dos sobrinitos no estuvieran presentes.


—¿Qué tiene de malo? Es solo un niño. —Se justifica Elle, encogiéndose de hombros.


—Lo malo es que luego llegan a los treinta y ocho años pidiendo paletitas cada vez que visitan a un médico.


El pelinegro entrecierra los ojos y hace un mohín con los labios, no obstante sus intenciones de contraatacar pasan a segundo plano cuando ve al bebé que su esposo carga, quien no ha hecho más que chuparse el puñito y observar todo con sus enormes y curiosos ojos.


—Tenemos que cambiar.


—¿Eh? —Light enarca una ceja confundido.


—Que es mi turno de cuidar al bebé.


El castaño aún luce desconcertado, sin embargo asume que su esposo nada más quiere compartir también tiempo con el pequeño Nate y él no se lo va a negar.


—Está bien pero primero los dos se van a lavar la cara.


Elle asiente sin rechistar y toma a Mihael, quien había empezado a chuparse la camisa para no desperdiciar nada del chocolate. Una vez limpios vuelven a la cocina, el mayor notablemente emocionado, Nate parece el bebé perfecto, solo hay que cargarlo y morir de ternura al verlo haciendo burbujitas con su saliva en un intento de emitir sonido. Ama mucho a su esposo pero siempre suele ser tan pulcro y perfecto que inconscientemente desea dejarlo a solas con el incontrolable monstruito que es Mihael.


—Ven, Mello, vamos arriba. —Light toma de la mano al pequeño y caminan rumbo a las escaleras.


El pelinegro carga en brazos al apachurrable bebé y vuelve a la sala mientras le habla chiquito.


—¿Quién es el sobrinito más hermoso que existe? —Le llena de besos los redondos cachetes y le hace cosquillas en el cuello con la punta de la nariz— Así es, tú lo eres, tú lo eres. —Le canturrea, enamorado de esa inocente risa.


Se deja caer en el sofá, donde continúa hablando con él hasta que comienza a decirle «¿on ta bebé?» mientras se cubre el rostro con una mano. Al principio eso hace reír al más pequeño, no obstante la quietud dura poco, el niño comienza a removerse y emitir sonidos de clara incomodidad, Elle lo balancea entre sus brazos para hacerlo reír de nuevo, sin éxito. De pronto el bebé estalla en llanto, ante lo cual Lawliet se levanta del sofá como si fuera un resorte y comienza a caminar con él mientras le canta en busca de calmarlo, pero nada parece dar resultado.


—¡Ya sé! Tienes hambre, ¿verdad?


Es obvio que el bebé no le va a responder así que de prisa se dirige a la cocina, recuerda haber visto la pañalera sobre la mesa. Con mucha dificultad prepara un biberón, sin embargo Nate se rehúsa a tomarlo, mueve la cabeza de un lado a otro huyendo de él. Elle no quisiera tener que acudir a Light pero su esposo tiene más experiencia lidiando con niños, además el bebé está comenzando a ponerse rojo de tanto llorar. Sube de dos en dos los escalones, todavía poniendo su mejor esfuerzo para calmar al pequeño hasta que llega a la habitación. Sin embargo el tiempo se detiene en el instante que abre la puerta, lo primero que sus ojos enfocan es a Light sentado en la orilla de la cama, lo siguiente que registra es a Mihael sentado en una silla más pequeña, dándole la espalda a su esposo quien le hace algunas cuantas trenzas en su cabello rubio, todo esto mientras charlan de lo más tranquilo. Claramente visualizar el panorama no le toma ni dos segundos pero el tiempo va tan lento para él que lo único que se pregunta es por qué ese niño no está saltando en el estómago de Light o jalándolo del cabello como lo hizo con él. Su indignación pasa a segundo plano cuando el tiempo vuelve a su curso normal acompañado de un alarido que le lastima el tímpano.


—¿Cuál es el problema? —Light arruga la nariz debido al insoportable llanto pero no se mueve de su asiento, quizá el haber cuidado de sus otros sobrinos antes lo hacen mantener más la calma.


—Definitivamente sus pulmones no. —Responde, estirando los brazos lo más que puede para alejarlo porque está seguro que sus oídos están a punto de explotar— Intenté darle de comer y no quiere.


—¿Y le revisaste el pañal?


—¿El pañal...? —Parpadea confundido antes de ladear al bebé de un lado al otro, queriendo detectar si hay algo extraño en su pañal.


—Debes ver si está cargado. —Indica Light, retomando la trenza que dejó a medias antes que su esposo interrumpiera.


Elle frunce el ceño, acto seguido acerca al bebé y lo olfatea, lo cual es una mala idea.


—Por tu cara deduzco que sí necesita un cambio. —Comenta Light con parsimonia al escuchar las exageradas arcadas junto a la mueca de asco.


—Creo que ya se pudrió. —Responde con la voz carrasposa luego de toser tanto.


—Entonces cámbialo.


El pelinegro se queda inerte y un sudor frío le baja desde la nuca, ¿cómo que cambiarlo? ¿Él va a tener que limpiarle el... popo? No, no, ¿y si se le cae la mano? Light no pasa por alto la expresión del otro y se hace una idea sobre lo que tiene que estar pasando dentro de esa cabeza cubierta de cabellos azabaches ante lo cual pone los ojos en blanco y luego suspira.


—Hagamos algo —continúa el castaño. Va a ser buena persona por esta vez, después de todo él tiene más experiencia cuidando niños que el ojeroso de su esposo—. Lo voy a limpiar, te voy a enseñar cómo se hace pero tú le pondrás el pañal, ¿te parece?


Elle no piensa desaprovechar semejante promoción, así que le entrega al bebé de inmediato y se hace a un lado.


—¿Y yo puedo ver, tío Light?


—No veo por qué no. —Responde encogiéndose de hombros. Saca de la pañalera una frazada y la pone sobre la cama, luego acuesta al pequeño Nate quien no ha dejado de patalear y llorar.


Lawliet y Mello se ponen uno a cada lado, viendo con curiosidad. Light abre el pañal y los dos espectadores no pueden retener una mueca de asco.


—¿Por qué el pilin de mi hermanito es tan pequeño?


—Porque es un bebé, y no se llama pilin, se llama pene. —Explica el castaño sin inmutarse mientras sujeta las piernitas del infante para levantarlas y limpiarlo con cuidado, explicándole a Elle cada paso.


—¿Por qué mi hermanito es tan blanco? —Continúa el otro, poniéndose de puntitas porque la cama es algo alta.


—Porque padece de algo llamado albinismo.


—¿Por eso tiene el color de un copito de nieve?


—Es una bonita forma de describirlo y tienes razón, tiene el color de un copito de nieve.


—¿Y se va a morir?


—No porque todos lo vamos a cuidar, tú también ¿verdad?


—Sip, porque yo soy su hermano mayor, el más fuerte, eso dice mi mami. —Responde con una enorme sonrisa a la vez que extiende los brazos hacia los costados antes de flexionarlos, como mostrando sus músculos de niño grande.


—Tu mami tiene razón, se ve que eres muy fuerte.


El niño sonríe emocionado debido a ese cumplido, luego vuelve la mirada hacia el bebé que ya ha dejado de llorar y ahora juega con sus piecitos.


—¿Y puedo darle un besito a mi hermanito? —Tan solo tiene unos meses conviviendo con él y a pesar de ser tan pequeño comprende que ninguno de ellos es su verdadera familia, pero los quiere a cada uno como si lo fueran.


—Claro, solo esperemos que tío Elle le ponga el pañal y luego te lo acerco para que le des un besito.


Como el niño educado que es, Mihael se hace a un lado a esperar su turno paciente, Light también hace lo mismo, dejando que Lawliet tome su lugar. El pelinegro repite las acciones de su esposo, toma los tobillos del bebé con una mano y lo levanta un poco para acomodar el pañal, agrega crema en las zonas que le indicaron y luego solo debe proceder a cubrirlo con la parte que falta. Sin embargo antes de lograr su cometido el pequeño pene se levanta apuntando seguido de un chorrito de pipí que Elle recibe en una parte de su cara.


—Guacatelas, ya no quiero el besito. —Dice Mello de inmediato, arrugando la nariz mientras retrocede dos pasos a la vez que el castaño debe apretar los labios para no carcajearse.


—Comienzo a pensar que no me quieren... —Murmura Lawliet con una expresión de notable asco y decepción.


—Yo lo hago —interviene Light con un tono de condescendencia, sintiéndose apenado por su esposo—. Tú ve y date un baño, yo me encargo de los dos un rato.


El pelinegro acata tras un suspiro, sin embargo no se marcha tranquilo porque al dar media vuelta escucha que Mihael le dice que lo estará esperando para seguir jugando y eso solo significa que su tortura aún no termina


Alrededor de las siete Misa y Matsuda vuelven por los niños. Tan pronto como se marchan, Elle tiene la necesidad de ir a recostarse a su cama y no salir de ella por los próximos dos años.


Light sale del baño luego de darse una ducha, lleva el pijama puesto y con una toalla más pequeña termina de secarse el cabello, lo primero que encuentra al salir es a su esposo tirado en la cama con los ojos cerrados y las manos en forma de equis sobre el pecho.


—¿Que se supone que haces? —Pregunta frunciendo el ceño.


—Esperando mi muerte.


El castaño pone los ojos en blanco. —Y yo soy el dramático.


—Hablo en serio, me duele todo el cuerpo —abre tan solo un ojo, ubicando con él a su esposo—. Lo peor es que mi muerte será en vano, esos niños me odian.


—No te odian. —Light sonríe enternecido y camina hacia él, tomando asiento a un lado de la cama— Es más, hasta te envidio, tú eres el tío que todo niño quisiera, el "cool" —hace las comillas en el aire al usar la misma palabra que el pequeño Mihael usó— En cambio yo solo soy el tío que deben obedecer si no quieren ser regañados.


—Solo lo dices para hacerme sentir mejor... —murmura, haciendo un puchero.


—Lo digo en serio —Light se pone de pie y va por el celular que dejó en el buró, acto seguido vuelve junto a su pandita mientras busca entre los mensajes uno de los tantos audios que su amiga le mandó—. Escucha esto.


«Hola, Liiiiight», Elle de inmediato se aleja un poco, no entiende cómo la voz de Misa alcanza niveles tan agudos. «Primero les quería agradecer a ambos por haber cuidado de mis bebés. Dile a Elle que tal parece que tiene un adorable fan de cinco añitos, no dejó de hablar en el auto sobre lo increíble que es su tío... espera, escúchalo por ti mismo... Mello, mi amor, ¿te divertiste en la casa de tus tíos? ¡Sí, mami! Ya quiero ir de nuevo, Fui un superhéroe y tío Elle me ayudó a volar muuuy alto, casi toco el techo, mami...» El pelinegro no puede evitar sonreír al escuchar la voz de su sobrino, enternecido por la percepción que él tiene al ser solo un niño, «...el tío Elle es el más fuerte de todos, me costó ganarle en las luchas. Y ahora ya sé que le pediré a papá cuando vayamos a la dulcería, el tío Elle me regaló un chocolate mami, ¡es lo más rico que existe!» concluye y lo siguiente que se escucha es a Misa pidiéndole que vaya con su padre para que le ponga el pijama, «Lo único que me preocupa es lo interesado que parece en el chocolate, solo espero que no se le haga una adición o algo. Bueno como sea, muchas gracias una vez más, anímense ustedes ya a tener sus retoñitos y yo te los malcrío con gusto.»


—¿Ves? —Dice Light tras finalizar el audio— De mí ni siquiera dijo nada. —Se cruza de brazos, haciendo un puchero.


Elle sonríe y se ladea en la cama antes de abarcarlo con un brazo y traerlo consigo.


—¿Y si seguimos retando a la naturaleza e intento dejarte embarazado? —Susurra, situándose encima de él.


—Para eso nunca estás cansado, ¿verdad? —Suelta una suave risa al mismo tiempo que abre un poco las piernas, permitiendo que el otro se acomode entre ellas.


—¿Acaso te has visto en un espejo? ¿Quién podría resistirse?


Light vuelve a reír, él se conoce y sabe que es un presumido, claramente su esposo también lo sabe y por eso lo llena de halagos cuando quiere conseguir algo, luego de diez años de casado ya conoce estos trucos, eso no significa que hayan dejado de funcionar.


—¿Qué tal si de verdad tenemos también a nuestros hijos? —Le rodea la delgada cintura con las piernas, pegándolo más a él. Así como Lawliet tiene sus trucos, él también tiene los suyos y sabe que puede conseguir lo que sea cuando se lo pide en la intimidad.


Sin embargo, en lugar de acceder tan rápido esta vez Elle traga grueso, viniendo a su mente lo difícil que fue este día. Hace años él quería hijos y Light no se sentía preparado, esta vez parece que su esposo los quiere mientras que él ya no está tan seguro, no porque no los desee, sino porque no sabe si podrá con la carga que conlleva ser padre. No obstante, recuerda también lo gratificante que fue escuchar al pequeño Mihael tan feliz, y eso le invade de calidez el pecho.


Siempre ha estado en sus planes adoptar, darle todo el amor que tiene y un hogar a un pequeño o una pequeña, después de todo él también creció en un orfanato y sabe lo que se siente. Así que aunque no accede de inmediato, comienza a reconsiderar esa posibilidad.


Una adopción no es algo que se deba tomar a la ligera, comienzan a hablarlo con seriedad en las siguientes semanas, evaluando si tienen las condiciones para darle una vida digna a un bebé y asesorándose en instituciones.


El proceso toma varios meses hasta que un día vuelven a casa con un niño de seis años. Usualmente los bebés tienen una probabilidad más alta de ser adoptados por lo que se enfocaron en alguien un poco mayor, llegando a conocer desde hace algunos meses a un pequeño cuyo ingenio los cautivó de inmediato.


Es un chiquillo de cabellos rojos y pecas en las mejillas llamado Mail, a quien de cariño le dicen Matt. Él y Mello congenian bastante bien y pronto se vuelven los mejores amigos, convirtiéndose en cómplices de travesuras y sacándoles algunas cañas verdes a sus padres cada vez que están juntos.


Para alivio de todos Nate resulta ser un niño bastante tranquilo cuando aprende a caminar, si le dicen que no vaya por ciertas partes porque puede ser peligroso no lo hace. Ya es suficientemente agotador intentar controlar a dos terremotitos, tres hubiera sido imposible. No obstante, siempre logran involucrar al pequeño Nate que no llega ni a los dos años, quien al ser el menor a veces sí se deja influenciar por el otro par.


Cada vez que los hijos de Misa y Touta están de visita, la casa de Elle termina hecha un desastre y ni hablar del dolor de espalda para el final del día. Sin embargo el pelinegro siempre suele irse a la cama con una sonrisa en los labios, él ama a Light y ya era muy feliz con él, pero desde que esos niños existen en sus vidas hay una sensación de calidez diferente que envuelve a su hogar y su corazón conoció un nuevo motivo por el cual latir luego de la primera vez que alguien lo llamó «papá».


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Notas de autor:


Holis, linduras.


Bien, esta idea la tenía iniciada desde hace un montón jaja, y pues en estos días me puse a terminarla.


Este OS no lleva la poderosísima mano de mi beta, me tocó revisar todo sola así que si ven algo ahí que los haga decir "que carajos acabo de leer?" Pues ya sabrán el motivo.


Pues aquí soltando el chambre, el chismesito, lo que nos mantiene con vida... niños yo ya tengo escrito el capítulo de no te enamores desde hace muuuucho, hoy si que con toda libertad pueden reclamarle a mi beta porque es ella la que nunca termina de revisarlo :(


Así que tomando en cuenta su tardanza y para que no se sientan tan abandonados, pues decidí terminar esta idea y publicarla 3


Ya merito mi beta anda terminando el de NTE así que muy pronto si se los traigo.


¡Muchas gracias por leer!


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