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Inefable por Eira Baker

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Notas del fanfic:

Lo prometido es deuda, amigoooos! Uuffff antes de que me maten, aviso que este no es un fic largo, era un oneshot pero joder que era mucho ;-; y me dije: "no pienso subir todo eso en una! No me quiero quedar ciega!" Y por eso lo parti a la mitad :3 así que sería un two-shot (?

Quería decir algo más pero me estoy quedando dormida zzz será para la próxima ocasión ;w; emm perdonen los errores colosales :c 

Notas del capitulo:

Creo que este espacio es completamente inútil ;-; emm, Death note no me pertenece... Es obvio, de lo contrario yo no hubiera matado a Mello! ò.ó 

Por cierto, inefable significa: algo tan increíble que no puede ser expresado en palabras.

 

Inefable.

 

Tengo todo lo que necesito si te tengo a ti, porque miro alrededor y la vida es buena~

 

Estoy atrapado en la oscuridad pero eres mi linterna~

 

Me ayudas a sobrevivir a la noche...

 

Near estaba absorto viendo por la ventana los copos de nieve caer desde el cielo, cubriendo todo de blanco y brindándole al exterior una apariencia mágica. Estaba tan maravillado y embelesado por el paisaje que no sintió cuando alguien se colocó detrás suyo hasta que unos fuertes brazos se envolvieron alrededor de su pequeña cintura.

 

El agradable olor a cacao y el aroma a roble y menta le hizo saber quién era, por lo que no intentó liberarse de ese fuerte agarre, simplemente recostó su cabeza contra el pecho de esa persona. 

 

—¿Te he dicho lo hermoso que te ves cuando te quedas perdido en tus pensamientos? —preguntó en voz baja una seductora voz masculina, enterrando su nariz entre los cabellos albinos del más bajito, oliendo su delicioso y dulce aroma a flores y vainilla. 

 

—La verdad no —Near sonrió, acariciando las manos que estaban entrelazadas en su vientre—. Me alegra oírlo ahora… —lo miró de reojo con un brillo singular en sus orbes plateadas—, Mello —susurró su nombre con mucha dulzura y cariño. 

 

Mello sonrió contra los cabellos blancos y suaves de su hermoso niño.

 

—Te extrañé —comentó Mello, besando su cabecita con afecto.

 

—Yo también —dijo con una voz tranquila, cerrando los ojos en relajación por el calor que le transmitía el cuerpo de Mello contra el suyo—. Sentí tu ausencia en este enorme lugar. 

 

Los brazos de Mello se apretaron más fuerte a su alrededor, apegándolo a su cuerpo por completo. 

 

—Me hubiera encantado llevarte conmigo. 

 

Near esbozó una pequeña sonrisa triste, bajando la cabeza. 

 

—Un simple esclavo no tiene derecho a asistir a aquellos eventos tan importantes, mi señor. 

 

A Mello no le agradaron aquellas palabras, que Near infravalorada tanto su persona cuando para él valía más que cualquier tesoro en el mundo, mucho más que aquellos nobles engreídos que ocultaban su verdadera y ambiciosa forma de ser usando una patética máscara de falsa amabilidad y bondad. 

 

—No eres un esclavo, Near —besó con delicadeza su extremadamente suave y tierna mejilla—. ¿Por qué dices eso? ¿Acaso alguien se atrevió a decirte algo desagradable en mi ausencia? —Near no pudo verlo, pero la mirada de Mello se oscureció peligrosamente—. Si alguien te faltó el respeto, haré que lo encierren por una semana. 

 

El más joven no pudo evitar quedar enternecido por lo que dijo Mello. Le agradaba saber que Mello se seguía preocupando por él, un simple esclavo que no era nada a comparación suya. 

 

—No es eso, mi señor —mintió, porque si fue víctima de mucha agresión por parte de los demás durante la ausencia del príncipe. Aquellos sirvientes que se encontraban celosos porque Mello siempre lo consentía y prefería—. Pero estoy muy agradecido por su preocupación. Lo aprecio —colocó sus manos sobre las de Mello, acariciándolas dulcemente.

 

Y realmente lo hacía. Lo apreciaba mucho. 

 

Desde que eran niños, Mello siempre se aseguró de que nadie le hiciera algún tipo de daño o que dijeran cosas desagradables de su persona. Siempre fue atento con él y lo protegió de todo y de todos. Era cierto que también lo mimaba mucho: obsequiandole sus postres favoritos y dándole regalos costosos; enseñándole a leer y a escribir; y también permitiéndole ir a la biblioteca de la familia real y leer todo lo que quisiera. 

 

Era un alivio para él que Mello no hubiera cambiado, que siguiera siendo aquel mismo niño dulce y amable que lo salvó aquella noche tormentosa. 

 

—Muy pronto, Near… —Mello beso su blanco cuello de porcelana, despertando a Near de sus preciados recuerdos con un estremecimiento—, muy pronto vas a formar parte de la alta sociedad. Tu estatus social cambiará y estarás siempre a mi lado… —el corazón de Near se aceleró y sus pómulos se colorearon de un bonito rosa pálido al escucharlo, esperanzado—, como uno de mis más fieles hombres. Mi mano derecha. Mi compañero.

 

En esos instantes a Near le dolió horriblemente el corazón y su mirada brilló con tristeza. Compañero. Debería estar feliz con eso, conformarse y estar agradecido con la vida por haber encontrado a alguien bueno que le daba todo lo que a un esclavo le gustaría tener.

 

No debería pedir más, pero para él no era suficiente. 

 

—Agradezco su amabilidad, mi señor —exclamó en voz baja, sintiéndose muy triste. 

 

Mello suspiró pesadamente, entrecerrando los ojos y manteniendo su agarre en la pequeña cintura del niño. 

 

Le dijo «señor» unas tres veces.

 

—Near, ¿no te dije que tú no debes llamarme así? Puedes decirme por mi nombre. Está bien. 

 

El niño de vestimenta blanca hizo una ligera mueca de duda casi imperceptible y dejó caer sus manos. 

 

—No me parece adecuado referirme a usted con aquella informalidad. 

 

—Al demonio la informalidad, Near. Tu no eres menos que yo. Jamás serás menos que yo —murmuró mientras repartía dulces besos en la nuca del chico más joven para que dejara atrás aquellos pensamientos deprimentes. 

 

Near esbozó una pequeña sonrisa, con la mirada puesta en el exterior. 

 

—Soy un esclavo… Mello es el príncipe de Måne. Si soy infe-

 

Mello no lo dejó terminar. Lo abrazó con un solo brazo, apartando con su mano libre los suaves rizos blancos de su tierno niño para besar y morder con más libertad la piel nivea de su cuello.

 

—Olvida esas tontas formalidades —gruñó exasperado—. Al menos por hoy… —mordió la carne blanca con algo de fuerza, dejando una marca rojiza que luego se encargó de lamer y besar, subiendo hasta su oreja. Near gimió suavemente—. Seamos solo Mello y Near. Dos personas simples que respiran, comen, duermen y aman —atrapó su oreja entre sus labios, apretando suavemente mientras llevaba su mano libre a acariciar al más joven. 

 

Las mejillas lechosas del más pequeño se colorearon de un rosa pastel y un ligero espasmo de excitación le recorrió por el cuerpo. 

 

—¿Cómo estuvo el viaje? —preguntó algo avergonzado por lo que estaba haciendo Mello, pero permitiéndole sus caricias y besos. 

 

Le gustaban tanto.

 

—Aburrido —contestó Mello con sinceridad—. Me hacías falta —ronroneo cerca suyo, y el chico de apariencia frágil no pudo evitar estremecerse suavemente al sentir el caliente aliento de Mello contra su piel sensible. 

 

—N-no hagas eso —pidió abochornado, intentando mantener la compostura. 

 

—¿Hacer que? —pregunto traviesamente para luego morder el lóbulo de su oreja. 

 

Near volvió a estremecerse. 

 

—¡Me-Mello! —jadeo avergonzado. 

 

Mello sonrió complacido, deslizando sus manos por el esbelto cuerpo del menor. 

 

—Me gusta cuando gritas mi nombre. Tu voz es la melodía más preciosa que he escuchado en mi vida. 

 

Near soltó un suave quejido cuando Mello lo agarró de la cintura y presionó sus caderas contra las suyas. 

 

—N-no… —se quejó débilmente, con sus pómulos volviéndose de un tono más rosado—. P-por favor… alguien… mmh… nos podría ver… 

 

El más joven reprimió un gemido, estremeciéndose cuando Mello comenzó a mover sus caderas, frotando su endurecido miembro contra su trasero en movimientos lentos y sensuales. 

 

—¿Te importa? —lo agarró con más firmeza de la cintura para frotarse más fuerte contra el niño pálido. 

 

Ahora el rostro de porcelana de Near adquirió un color rojizo, como una cereza madura, quedándose acalorado e inquieto al sentir la polla ya durísima y caliente de Mello haciendo presión contra su trasero aún cubierto.

 

—S-si —afirmo en un jadeo, intentando soltarse—. N-no debemos… ¡Hmnn! —espasmos de placer recorrieron su menudo cuerpo al sentir los húmedos besos de Mello por la curvatura de su cuello. 

 

El más pequeño cerró los ojos, suspirando de gusto. Pese a sus palabras, estaría mintiendo si dijera que no quería que Mello continuará, encontraba la sensación agradable y realmente quería más. 

 

Near definitivamente quería estar en sus brazos y que no lo soltará; dejándolo gozar de su calor y también de poder sentir su dulce aroma envolverlo. 

 

—Near —jadeo su nombre con una voz ronca y sexy, sin detener el movimiento de sus caderas. Near lo miro de reojo, con su tierno rostro sonrojado y sus labios deliciosamente entreabiertos—, pase un infierno sin el calor de tu cuerpo, sin sentir tus adictivos labios contra los míos… —recorrió la piel lechosa del niño de cabellos blancos con su húmeda lengua, arrancándole suspiros de aprobación—, sin el sabor de tu piel… —Mello se sintió satisfecho cuando la respiración de ese niño bonito en sus brazos se agitó y más agradables ruidos de aprobación salieron de sus labios—. Necesito hacerte el amor ahora o me volveré loco. 

 

Near estaba por dejarse llevar. No podía resistirse a Mello, menos cuando lo sintió distribuir mordidas por su frágil piel y simular embestidas sobre la ropa que se iba humedeciendo, pero sabía que no debía ceder a las caricias de su joven amo, ahora no.

 

—Mello… p-por favor, para. No está bien —logró articular a pesar de los sonidos de puro placer que abandonaban sus labios color cereza por las manos expertas que se metían por debajo de su camisa, recorriendo su figura—. Ugh… —su pequeño cuerpo se sacudió, mordiéndose los labios para no dejar escapar más bochornosos sonidos. 

 

—Me quieres dentro tuyo, Near —susurró seductoramente en su oído, llevando sus manos a los pezones de un bonito color rosa del frágil niño para jugar con ellos y dejarlos hinchados por sus caricias—. No te atrevas a negarlo. 

 

—Aah, Mello… —dejó escapar un pequeño gemido, temblando y luchando débilmente contra el rubio que lo sostenía sin intenciones de liberarlo—. P-pero… 

 

—Por favor, Near —suplico, besando su mejilla sonrojada—. No puedo resistirme más a tu cuerpo, a tu aroma, a tus enormes ojos de venado… Te quiero. 

 

Near se mordió los labios más fuerte, impidiendose a sí mismo decirle a Mello lo mucho que él también lo quiere, lo mucho que lo ama, que suspira por él; como era el único que lograba acelerar su corazón y que le quitaba el aliento con tan solo una de sus encantadoras sonrisas. 

 

Desde el inicio fue así. 

 

Ellos dos se conocían desde que eran niños, siempre estuvo junto a Mello y lo vio crecer, admirando al chico de cabellos rubios y deseando en secreto poder ser algo más que su amigo. 

 

Recuerda que en su primer encuentro se encontró tan apenado al ser visto por Mello en un estado tan deplorable, mugriento y mal cuidado, vistiendo harapos y estado apunto de desfallecer. También tenía miedo de ser despreciado o castigado por haber escapado del lugar en dónde era esclavo, pero Mello solamente se acercó a él, quitándose su capa y cubriendo su tembloroso cuerpo con ella. Mello lo miró con una expresión preocupada y agarró sus dos manos entre las suyas, preguntándole: «¿Te encuentras bien?» y «¿Qué haces caminando solo en esta lluvia?». Él no pudo responder y Mello hizo algo que lo dejó sorprendido e hizo latir su corazón con más rapidez de lo normal: lo cargó entre sus brazos con mucho cuidado, llevándolo al castillo y ordenando que lo limpiarán y alimentarán. 

 

Estaba en deuda con Mello, él fue quien lo cuido y le dió cobijo, a pesar de que la nobleza no veía con buenos ojos su amistad y siempre lo miraban mal por ser un esclavo, despreciandolo. Pese a eso, Mello nunca lo alejó de su lado y lo protegió. Y lo bueno fue que el rey L y su cónyuge Light, padres de Mello, tampoco lo hicieron. Ellos no veían nada de malo en su relación y lo dejaron quedarse, trabajando como un sirviente, pero con eso Near ya era feliz. 

 

Mello era como una pequeña luz cálida que quería tener siempre en su vida, y le dolería mucho tener que apartarse de su lado. 

 

Su relación de amistad pasó a ser algo más desde el día en dónde Mello quería aprender a bailar junto a él. Entre movimientos torpes y pisotones, terminaron cayendo al suelo entre risas infantiles y uno arriba del otro. Cuando las risas disminuyeron, no pudieron evitar quedarse embelesados al ver la exótica mirada del contrario, apreciando cada delicado rasgo del hermoso rostro del otro por la cercanía tan íntima en la cual estaban. Poco a poco se fueron acercando y unieron sus labios en un beso suave y dulce, repleto de amor y deseo por igual. 

 

Near no supo cómo, pero de un momento a otro la ropa fue desapareciendo, los besos suaves se volvieron abrasivos y fogosos, y terminaron los dos sobre la enorme cama del rubio. Near solo fue consciente del calor abrumador que lo envolvía, de unas manos suaves que recorrían por completo su pequeño cuerpo desnudo, de unos cálidos labios que besaban su piel pálida, de unos largos dedos que apretaban la delicada y suave piel de sus muslos para separarlos; y de algo grande, húmedo y caliente deslizándose por su recto, acoplándose en su interior hasta dejarlo muy lleno. Fue doloroso y a la vez placentero, siendo más placentero cuando esa cosa rígida se movió dentro y fuera, una y otra vez con movimientos gentiles, como una suave y tierna caricia a sus entrañas sensibles, haciéndolo gemir alto. Mello calló su sonoro gemido con un beso hambriento y húmedo, empujando contra él con más fuerza y más rapidez conforme los segundos pasaban. Cuando Mello encontró su próstata y empujó contra ella, Near se sintió en el paraíso, liberando fuertes gemidos contra los labios de Mello, clavando sus uñas en la espalda del rubio, pidiéndole entre dulces gimoteos desesperados que lo volviera a hacer. Mello obedeció, agarrándolo de su pequeñísima cintura para comenzar a golpear ese dulce lugar dentro del niño pálido con mayor fuerza, haciéndolo sufrir de violentos espasmos y que de la comisura de su labio se deslizara un fino hilo de saliva que iba mojando sus cabellos nevados. Near gemía complacido y Mello repartía besos por todo su rostro sonrojado y sudoroso, sin dejar de embestirlo fuertemente. El dulce chico de cabellos nevados no podía parar de estremecerse adorablemente, aferrándose a los hombros de Mello y curvando su espalda, chillando de placer. Ambos se sentían cerca de acabar y Near le suplicó con sus ojos llorosos a Mello, y con una voz endemoniadamente dulce, que fuera más rápido. Mello lo beso una vez más en los labios para luego incorporarse y sentarse sobre sus rodillas. El niño mayor llevó sus manos a las pequeñas caderas del dulce niño y aceleró el ritmo, haciéndole el amor con fuerza y rapidez. El pequeño niño gritó de placer y abrió aún más sus piernas, permitiendo que Mello llegará más profundo en su interior. Near jamás había pensado que hacer algo así se sintiera tan bien, teniendo que agarrar las sábanas entre sus manos para controlarse y mantenerse lúcido. Mello gruño al sentir que Near se volvía más estrecho, con sus calientes paredes apretandose alrededor de su pene, y su rostro se sonrojo cuando vio su polla ser tragada por el rosado y pequeño agujero de Near una y otra vez. Sintiendo cerca de acabar, levantó más alto las caderas del niño y empujó fuertemente, metiendo y sacando su pene con más rapidez, golpeando lo más fuerte que podía la próstata del pequeño niño. Ambos soltaron un grito extremadamente lascivo y fuerte, y terminaron llegando al clímax al mismo tiempo. Near cerró fuertemente sus ojos y se corrió sobre su perlado vientre con un ruidoso gemido prolongado. Mello echó la cabeza hacia atrás y se apretó más fuerte contra Near, corriendose con fuerza dentro suyo; llenándolo profundamente con su caliente y pegajoso semen mientras jadeaba con dureza. 

 

Ese día tuvieron su primera vez. 

 

Hicieron el amor una y otra vez en la habitación de Mello hasta el amanecer, hasta no poder más. 

 

Y Near lo seguía recordando con mucho cariño y amor, siendo uno de los recuerdos más preciados que tenía. En dónde Mello lo mantuvo abrazado contra su pecho y lo beso dulcemente en los labios, durmiendo junto a él y brindándole su calor. 

 

—No te distraigas —susurro la voz ronca de Mello, mordisqueando su cuello golosamente, como si fuera un vampiro deseoso de probar la deliciosa sangre de su desafortunada víctima.

 

El niño más pequeño jadeo suave y se sonrojo más fuerte cuando Mello bajo sus pantalones junto con sus calzoncillos, dejando su parte inferior desnuda y vulnerable para él.

 

—Ah… Me-Mello… —se sonrojo hasta las orejas, estremeciéndose y mordiéndose los labios, sintiendo un cosquilleo más fuerte de excitación en su cuerpo.

 

La ropa de Near cayó al suelo con un ruido suave, y Mello procedió a tocar la blanca y suave piel de sus delgadas caderas, para luego llevar sus manos al redondo trasero del niño, acariciándolo suavemente y apretandolo. 

 

Luego de un rato de toqueteos, Near escuchó como la ropa de Mello también caía, haciendo que su corazón empezará a latir con rapidez, sintiéndose inquieto y agradablemente mareado. 

 

—Me quieres también. Todo tu cuerpo grita que te haga mío —le susurro en un tono lascivo, apegando su sexo contra los gordos y cremosos muslos del delicado niño. 

 

Near se sonrojo más, gimoteando de placer cuando Mello froto su polla contra su rosado agujero. La punta húmeda y resbaladiza de su erección lo estaba mojando, dejando su blanca piel brillosa y que sintiera un insoportable anhelo de que Mello se hundiera en su interior. 

 

—Quiero… quiero hacerte mío, Near… —jadeo acalorado y excitado, empujando más fuerte. 

 

El más joven fue atacado por unos feroces temblores de deseo al sentir la presión contra él, y sin darse cuenta se inclinó más hacia adelante, sacando más de su trasero para Mello mientras su mente se perdía en los recuerdos del pasado. 

 

Aquel día en dónde aprendían a bailar y las cosas terminaron de otra manera, no fue la única vez que tuvieron sexo. 

 

Luego de tener su primera vez juntos, siempre que se les presentaba la oportunidad se encerraban en una habitación aislada, en dónde los gritos acalorados cada vez más fuertes de Near no fueran escuchados, en dónde Mello pudiera disfrutar de los dulces gritos y gemidos descontrolados de su bonito niño sin que este tuviera que morderse los labios para reprimirlos. Era su secreto. Y Near lo disfrutaba: cada empuje fuerte contra su próstata, cada beso ardiente en sus labios, el cuerpo desnudo y caliente de Mello frotándose contra el suyo cada vez que lo embestía, clavándose con fuerza dentro de su cuerpo. Era delicioso, como Mello lo abrazaba y empujaba con más fuerza y más rapidez dentro de su pequeño y sonrojado agujero, arrastrándolo hacia los más increíbles orgasmos, haciendo estremecer todo su menudo cuerpo y que su respiración saliera entrecortada, sintiéndose rozar el cielo con la punta de los dedos. Y a Mello también le gustaba. Le gustaba follarlo durando todo el camino de su orgasmo, golpeándolo con sus caderas sin piedad hasta que su cuerpo repentinamente se tensaba y un gruñido se le escapaba de sus labios. En ese momento Mello jadeaba fuerte y luego abría bruscamente las delgadas piernas de Near para darle unas últimas embestidas especialmente fuertes, enterrando su verga profundamente en él para luego derramar toda su esencia caliente y viscosa en el interior de Near, asegurándose de llenarlo muy bien mientras clavaba los dientes en su piel ya cubierta de grandes chupetones rojos y marcas de mordidas. Near solo gritaba y se estremecía violentamente al sentir los potentes chorros de ardiente semen cubriendo sus entrañas por completo, haciéndolo liberar más semen de su polla, manchando su vientre sudoroso. Y no lo hacían solamente una vez. Siempre lo hacían en diferentes posiciones y hasta caer rendidos y satisfechos, hasta que solo fueran un par de cuerpos sudorosos y agitados tendidos en las suaves sábanas desordenadas, intentando recobrar el aliento mientras se miraban el uno al otro. 

 

Near se prometió no caer en los brazos de Mello desde que fue anunciado su compromiso con la princesa del reino vecino, ¿pero cómo resistirse a cada una de esas caricias si venían de la persona que tenía su corazón?

 

—Hmmn, Mello… —gimió dulcemente, empujando sus caderas hacia atrás—. Ahnn… —soltó otro gemido al lograr un roce más profundo entre sus pieles desnudas. 

 

Una sonrisa maliciosa apareció en el atractivo rostro del rubio, quien llevó sus labios hasta el oído del niño sonrojado y jadeante. 

 

—¿Te das cuenta, mi ángel? Realmente me deseas. 

 

Un quejido ahogado salió de los labios de Near por la fuerte presión que sintió en su agujero, de algo caliente y grande que buscaba ingresar a su cuerpo. 

 

—¡A-aah…! —una fuerte corriente eléctrica le atravesó, teniendo que llevarse una mano a los labios para no gemir fuerte—. ¡E-espera, por favor! ¡Ah!

 

Mello llevó una de sus manos a la polla rosada de Near y comenzó a masturbarlo, acariciando toda su extensión. 

 

—¡A-ah! N-no… mngh… M-Mello… hmmn… nn… ¡E-eso…! —unos suaves gemidos brotaron de los labios de Near que inútilmente intentó cubrir con su mano, cerrando los ojos por el placer que le recorrió por completo el cuerpo, dejándolo vulnerable y deseoso de más. 

 

Aprovechándose del estado de Near, Mello alineó la cabeza hinchada de su erguido miembro en el rosado, apretado y pequeño agujero del menor, y empujó fuertemente, metiéndose de una sola estocada en él, encargándose de llegar hasta lo más profundo del interior de su dulce y pequeño ángel. 

 

Mello se detuvo una vez que chocó sus testículos contra las blancas nalgas del más joven, mordiéndose los labios para reprimir un fuerte quejido. Joder. Near era tan malditamente estrecho, húmedo y apretado por dentro que lo dejaba delirando de placer. Sentía que se iba a correr solo por el calor y la tensión que rodeaba su pene. Era increíblemente delicioso y agradable. 

 

Por otro lado, a Near se le cortó la respiración cuando Mello lo penetró tan inesperadamente y de una forma muy brusca, haciendo que un ligero dolor lo recorriera de pies a cabeza y que su cuerpo se tensara. Unas pequeñas lágrimas se formaron en los bordes de sus ojos y sus rodillas estaban temblorosas. 

 

No era para exagerar. Mello acababa de empalarlo con su enorme y gruesa polla, robándole el aliento y que su esfínter se contrajera por reflejo, apresando aún más la verga del rubio dentro suyo. Gracias a Dios el líquido preseminal de la enorme polla sirvió para que no fuera un deslizamiento tan seco y doloroso, pero aún así dolió. 

 

—¡Mmnh! ¡d-duele! —se quejó en medio de un gemido lastimero, sintiendo el grueso pene de Mello palpitar dentro de su cuerpo y estirar sus paredes más allá de sus límites. No era la primera vez que lo hacían así, tan abruptamente, pero su cuerpo había olvidado lo grandote y largo que era el pene de Mello por la semana que no estuvieron juntos. De todas maneras, no podía decir que no le gustaba, el dolor mezclado con el placer que le ocasionaba ese sabroso y enorme pedazo de carne enterrado profundamente en sus entrañas era como una sensación alucinante y muy, muy placentera, lo hacía salivar y poner una expresión complacida por lo bien que lo llenaba—. Hah… Me-Mello… ahn… —extraño mucho esa sensación. Extraño mucho a Mello y la forma tan salvaje con la cual siempre lo follaba, entrando de golpe en su cuerpo y moviéndose impecablemente dentro suyo hasta venirse violentamente en su interior. Pero jamás se lo diría. Nunca. Era demasiado vergonzoso admitirlo. 

 

Mello salió un poco y luego volvió a enterrar su erecta carne en él, llegando aún más profundo pero evitando malvadamente tocar la próstata del niño. 

 

—¡Mmnh! ¡Aaah! ¡Aaah! —Near apretó los párpados con fuerza, apoyando sus manos y la frente contra el vidrio de la ventana para respirar profundamente e intentar relajarse—. N-no… ah… p-por favor, no te muevas… Aún no —suplico, mirándolo de reojo con sus ojos deliciosamente vidriosos y sus mejillas sonrojadas. 

 

Mello aceptó muy difícilmente. Near se estaba apretando a su alrededor con avidez, haciendo que solo quisiera mover locamente sus caderas y follar al pequeño lo más fuerte que pudiera. Suspiró profundamente y decidió en su lugar agarrarlo del mentón para girar su rostro hacia él y chocar sus labios contra los suaves de Near, fusionandolos en un beso apasionado y desenfrenado. 

 

Near ronroneó dulcemente y entreabrió los labios, sonriendo cuando la lengua húmeda y cálida de Mello entró inmediatamente a su boca. Sus lenguas se acariciaron deseosas la una a la otra, al inicio jugando entre sí pasivamente para luego tener una intensa lucha por el dominio, para ver quién resultaría ser el vencedor. Una lucha en la cual Near siempre perdía, pero no le importaba; le gustaba de ese modo. 

 

Se besaron por mucho tiempo, intentando respirar por la nariz para no tener que alejarse de los deliciosos labios del otro.

 

En ese tiempo, Near se alegró porque Mello fuera fiel a su palabra y no se moviera aún, permitiéndole acostumbrarse a su enorme polla enterrada en su joven cuerpo. 

 

Podía sentir cómo el pene de Mello palpitaba y pulsaba dentro suyo, derramando más líquido preseminal en su interior.

 

Oh, mierda, sentía que podía llegar al orgasmo simplemente apretando y aflojando alrededor de esa deliciosa y enorme verga, pero anhelaba más. 

 

Luego de besarse por unos buenos cinco minutos, tuvieron que apartarse por falta de aire, pero Mello acercó una vez más a Near para atrapar su lengua entre sus labios y chupar de ella, volviéndolo a besar salvajemente, reanudando las caricias al miembro erecto del chico más joven.  

 

—¡Mmff! —Near lo besaba como podía, pero un fuerte gemido salió de sus labios cuando Mello lo embistió, empujando más su cuerpo hacia la fría ventana. 

 

—¿Me puedo mover ahora, mi travieso conejito? —preguntó Mello con una voz excitada, mordiendo los labios del pequeño hasta dejarlos más rojizos e hinchados.

 

—Si… —susurro Near, sonrojándose aún más por el apodo y deseoso porque Mello lo folle—. Hazlo, por favor… 

 

Para darle más consentimiento de hacerlo, apretó el pene de Mello dentro suyo, haciéndolo gemir y cerrar los ojos por la gloriosa y placentera sensación. 

 

—¡Maldición! —gruño de placer, apoyando la frente en la espalda del niño para controlarse y no correrse en ese preciso instante —. Tan malditamente apretado... 

 

Inhaló profundamente y entreabrió los ojos. 

 

Ver su polla envainada en el agujero rosado y pequeñísimo de Near hizo que su cuerpo se sacudiera, sintiendo enormes deseos de follarlo de una forma brutal y dura, una y otra vez, y no parar hasta haberse asegurado de llenar por completo el interior de ese adictivo y suculento chico de cabellos nevados con su semen. 

 

Clavó sus perfectas uñas recortadas en la suave carne de las caderas de Near, y comenzó a moverse a un ritmo lento y suave para no herirlo, reprimiendo sus deseos de follarlo salvajemente. 

 

Amaba a Near, y jamás lo lastimaría de una forma que no le gustará. 

 

—Ahnn… —la cara de Near se arrugó por la incomodidad de las embestidas pero rápidamente se relajo, separando las piernas para tener más estabilidad e inclinando su cuerpo más hacia adelante, permitiendo que Mello pudiera meterse más profundo dentro suyo. 

 

Mello ronroneó complacido por su acción y esbozó una sonrisa de medio lado. 

 

Pronto sus movimientos se volvieron más rápidos y más duros, escuchándose el obsceno y vulgar sonido de sus pieles desnudas chocar con cada estocada que el rubio le daba al más joven, haciendo que su perfecto y redondo trasero temblará y rebotará. 

 

Near cerró los ojos, delirante por la agradable sensación que volvía los dulces sonidos que escapaban de sus rojizos labios en gritos acalorados y lascivos. 

 

Al no poder dejar de gemir y juntar los labios, no pudo contener la saliva que tenía acumulada dentro de su boca, dejándola caer por su barbilla y aterrizar en su camisa, mojando la prenda. 

 

—M-Mello… —gemía dulcemente su nombre en reiteradas ocasiones, sintiendo el aliento del chico detrás suyo chocar contra su nuca. 

 

Apretando los dientes, Mello follo a Near con dureza, disfrutando de la maravillosa vista de su sexo desaparecer en el apretado y rosado orificio del chico más pequeño para luego volver a aparecer rápidamente, así una y otra vez, haciéndolo estremecer de placer por tan erótica y deliciosa vista. 

 

—Aaah... ahh... mngh... ¡Ah! —la conciencia de Near se perdió en una neblina de goce por la brutal follada. Se sentía tan bien. Tan malditamente bien, cada vez que Mello entraba y salía de su cuerpo más y más rápido—. ¡A-ah!

 

—¿Te… gusta, Near? ¿Tenerme dentro… tuyo? —susurro la voz ronca de Mello, agarrándolo con más firmeza de las caderas para embestirlo más fuerte, acelerando el paso y clavando su verga profundamente en el interior de Near hasta encontrar el ángulo perfecto y chocar duramente contra la próstata del niño. 

 

—¡Aaah! ¡Ahh, Mello! ¡Mmnh!

 

Mello sonrió al sentir ese órgano glandular con la cabeza de su polla, sabiendo que tocarlo haría que una ola de éxtasis envolviera al diminuto albino.

 

—¡Mello! —grito lujuriosamente al sentir otra fuerte embestida contra su próstata, haciendo que sus piernas blancas temblarán como gelatina y que fuertes corrientes eléctricas recorrieran su columna—. S-si… —gimio acalorado y complacido—, por favor, hazlo otra vez… 

 

Con la mente nublada por el placer, Near empujó su trasero hacia atrás, apretando alrededor de la polla de Mello con más fuerza. 

 

—Uuuhh… Near… ah… —Mello tiró su cabeza hacia atrás, empujando más fuerte contra Near mientras gemía en voz alta, disfrutando de follar al más pequeño; amando esa gloriosa estrechez de la cual Near era dueño. 

 

Los labios de Near se separaron más, dejando salir muchos más dulces y sonoros gemidos mientras arrugaba las cejas por el intenso placer que embargaba su cuerpo. Su punto dulce. Mello era experto en encontrar su próstata y hacerlo gemir cómo un loco.

 

El chico de cabellos rubios continuó empujando, golpeando contra la próstata del niño una y otra vez con embestidas cada vez más rápidas y duras, y más deliciosas para ambos. 

 

Mello inclinó la cabeza y repartió mordidas por toda la clavícula y hombros del chico más joven. Near gemía complacido, deseando más de los movimientos de Mello, de sus besos, de sus caricias. Era adicto a él. 

 

—U-uh… te deseo tanto —jadeo Mello, complacido por lo bien que se sentía Near envuelto alrededor de su miembro, apretandolo muy bien con sus paredes—, mucho… ah… hah…  

 

Agarró la suave pierna de Near y la levantó, haciendo que las penetraciones fueran más profundas. 

 

Near soltó un tierno maullido y se atragantó con un poco de saliva, entreabriendo sus orbes plateados y mirando a Mello moverse detrás suyo por el vidrio de la ventana. 

 

—Eres hermoso —halaga el chico mayor en un jadeo, acelerando el ritmo y follando a Near tan fuerte como podía, envolviendo su brazo alrededor de la pequeña cintura del chico de cabellos nevados para tenerlo muy cerca suyo, clavando su polla directamente contra la próstata del niño.

 

Pronto los gemidos lascivos del más joven se hicieron más fuertes, estremeciéndose  violentamente al sentirlo deslizarse dentro y fuera de él a un ritmo inhumano, con embestidas cada vez más poderosas y más feroces, haciendo que solo tocará el suelo con la punta de los dedos de sus pies.

 

—¡Aaah, Mello! ¡M-más lento! —suplico, mordiéndose los labios para no soltar más chillidos vergonzosos, pero era inútil; cada feroz movimiento lo enloquecia más—. Ah… ah... mmm… mnh... ¡Ah! ¡P-por favor!

 

Mello quiso jugar con él, y en su lugar lo inclinó hacia adelante, con su pene deslizándose fuera por el movimiento.

 

Near chillo, sintiendo esa desagradable sensación de vacío y como su agujero se apretaba alrededor de la nada. 

 

—P-por favor… —gimió con desesperación, moviendo seductoramente su trasero—, follame… 

 

Mello observó aquel enorme trasero balancearse y le dió un juguetón golpe, haciéndolo gemir. 

 

Near lo miro con sus ojos llorosos y suplicantes, viendo a Mello inclinarse hacia él para besar su mejilla. Near gimio por el beso. 

 

—No tienes ni que pedirlo, mi conejito. 

 

Lo inclinó más y Near apoyó sus manos contra el vidrio, gimiendo suavemente por la posición tan vergonzosa en la cual se encontraba: la mitad de su cuerpo inclinado hacia adelante, con su trasero hacia Mello. 

 

Siento tanto calor... Mucho calor... Qu-quiero que... entre en mí... —Near bajo la cabeza, solo mirando entre sus ojos entrecerrados las hebras blancas de su cabello rizado. 

 

Mello agarró entre sus manos las redondas nalgas de Near para separarlas y volver a hundir su erección dentro de aquel suave agujero rosado de un solo empujón, soltando gemidos y gruñidos de placer al sentir como Near apretaba y oprimía su polla. Sonrió cuando escucho a Near gemir de placer y volvió a sacar su pene de aquel calor abrasador, hasta que la punta goteante estuviera apoyada contra el pequeño agujero para volver a penetrarlo de golpe, deslizándose hasta el fondo, ganándose un gemido más fuerte y lascivo de Near. 

 

Lo sujeto bien y comenzó a embestirlo a un ritmo rápido, sacando su pene de Near casi por completo para volver a empujar toda su gruesa polla en él, provocando que el movimiento constante de sus empujones hiciera ruidos húmedos y resbaladizos que iban de la mano con los escandalosos gemidos de Near. 

 

—¡Oh, dios! ¡Aaah! —Near no podía dejar de estremecerse adorablemente por el placer concentrándose en su vientre y el calor de su cuerpo que iba aumentando, indicándole que estaba acercándose peligrosamente a su orgasmo. Cada vez que Mello entraba en su interior chocaba fuertemente contra su próstata, haciendo que fuera difícil tener resistencia—. E-es muy grande… —gimió Near, temblando y dejando escapar un fuerte grito por los extremadamente violentos golpes contra su próstata, juraba que podía sentir a Mello en su estómago, haciendo todo un completo caos en su cuerpo por tan salvaje follada—. Hngh… ah… ah… Me-Mello… aaah… ¡Ugh! ¡A-ah! 

 

A Mello de repente le invadió una abrumadora necesidad de ver el rostro de placer de Near, y parecía que el pequeño chico de cabellos nevados también estaba desesperado por verlo, ya que giraba débilmente la cabeza hacia él. 

 

Golpeando rudamente su polla en el estrecho agujero de Near unas cuantas veces más, salió de golpe de su interior; escuchandose un vergonzoso sonido resbaladizo y, antes de que Near pudiera quejarse por ser interrumpido al estar tan cerca de llegar al orgasmo, Mello le dió vuelta y lo empujó contra la pared, apegándose inmediatamente al sudoroso y caliente cuerpo del menor.

 

Se quedó observando fascinado las facciones delicadas del infantil rostro de su precioso angelito. Sus enormes ojos brillosos y repletos de lágrimas, sus largas pestañas húmedas, sus mejillas coloradas y sus regordetes labios brillando por la saliva de sus besos.

 

Unos hinchados y rojizos labios tan llamativos que no pudo resistirse a besarlos suavemente.  

 

Near solo lo observaba de forma atenta, apreciando embelesado aquella belleza impecable de la persona que amaba con todo su corazón. 

 

Mello. 

 

El hombre más hermoso y perfecto ante sus ojos. 

 

Cerraron los ojos al mismo tiempo y se besaron dulcemente, con Mello deslizando su lengua contra la de Near, jugando con ella fuera de sus bocas para luego presionar sus labios juntos. 

 

—Mello —gimió Near contra sus labios, ambos respirando el mismo aire—. P-por favor… quiero que… —se mordió los labios sin poder terminar su oración pero dedicándole una acalorada mirada a Mello, en espera de que entendiera y continuará haciéndole el amor. 

 

Mello llevó su mano hacia el esponjoso cabello blanco del niño, agarrando un mechón rizado y suave, jugando con el como siempre lo hacía Near. Una manía que tenía el más joven mientras pensaba o estaba inquieto. Una manía que lo hacía ver completamente lindo y adorable, en dónde no podía resistirse a su niño y siempre terminaba besándolo en los labios y arrinconandolo contra la pared más próxima, tocando su cálida y suave piel por debajo de la ropa. Near gemía y correspondía sus besos con ganas. La pasión que los embargaba era tan fuerte que segundos después se desnudaban mutuamente, hambrientos de sentir la piel del otro, y Mello terminaba haciéndolo suyo en su lecho, en dónde tenían que guardar silencio para no ser descubiertos, haciendo el amor de forma lenta y suave, tragándose los gemidos del otro con húmedos y calientes besos, solo escuchándose el suave ruido de sus cuerpos desnudos que chocaban una y otra vez, hasta que Mello envolvía el pequeño y suave cuerpo de Near entre sus brazos y empujaba más fuerte sus caderas contra él para enterrar su miembro profundamente, vaciandose dentro suyo con un gruñido. Near se sonrojaba profundamente y su cuerpo se estremecía al sentir la caliente semilla de Mello llenándolo, haciendo que también llegará al orgasmo junto con un gemido de satisfacción. 

 

Sabían que lo que estaban haciendo estaba mal, pero ninguno de los dos podía controlarlo.

 

El compromiso, al cual Mello se veía sometido debido a sus padres, era lo que pesaba en los corazones de ambos. 

 

Muy pronto el rey L pensaba cederle todo el reino a Mello, pero para eso, deseaba que su hijo contrajera matrimonio y tuviera a su lado una pareja de por vida. Una persona que fuera su pilar, que le diera fuerzas y apoyó. Una persona especial, así como Light significaba en su vida. 

 

Mello deseaba que esa persona fuera Near.

 

Pero no podía ser. 

 

Ambos sufrían por el inminente casamiento, deseando que hubiera algún modo de romperlo para poder estar juntos. 

 

Pero solo por ese día, querían olvidarlo… Mandar al diablo ese compromiso y devorarse mutuamente con el pensamiento de que siempre serían del otro. 

 

—Me-Mello… —susurro su nombre con una voz ansiosa e inocentemente dulce, tentadora, mirándolo suplicante porque hiciera algo con el inmenso calor que sentía en su cuerpo. Anhelaba sus caricias, sus besos, el sentirse lleno y repleto de él. 

 

Quería que calmara aquel intenso fuego que sentía en su vientre. 

 

Mello, tan cruel, no lo había dejado terminar, y todo su cuerpo deseaba locamente que volviera a meterse dentro suyo, que lo follara salvajemente y se viniera en su cuerpo, manchando su interior con su abundante semilla. 

 

Near gimió cuando Mello volvió a besarlo dulcemente, pero fue un roce corto y delicado. Extraño. En medio del coito, Mello siempre solía besarlo de forma demandante y salvaje… Pero ahora era más inocente y dulce. 

 

Mello apoyó su frente contra la de Near, mirando fijamente los ojos grisáceos del chico con sus intensos orbes azules. 

 

—Te amo, Near —confesó en un susurro—. Te amo mucho —acarició sus cabellos suaves, mirándolo con mucho amor—. Y quiero que sepas, que no importa lo que ocurra más adelante, yo siempre seré tuyo, solo tuyo —beso dulcemente sus labios rosados—. Tu, mi dulce niño, la criatura más hermosa de todo este maldito reino, de todo el mundo incluso —llevó el rizo favorito del chico a sus labios y lo besó. Near solo lo miraba con sus ojos brillosos e hipnotizados, y con sus mejillas aún más sonrojadas, sin saber bien qué decir—, dueño de un bondadoso y enorme corazón… —beso otra vez sus labios —, y también dueño de mi corazón —otro beso, uno mucho más suave y dulce —. Eres especial para mí, Near… Y me siento muy afortunado por tenerte conmigo —apoyó su frente contra la suya—. No tienes idea de lo feliz que me haces. 

 

Near desvío la mirada, avergonzado y con su corazón agitado, pero Mello no le permitió apartarla. Lo agarró con suavidad del mentón y lo obligó a mirarlo mientras se iba hundiéndo lentamente dentro del húmedo y estrecho agujero del niño. 

 

El pequeño chico exhaló un pequeño jadeo y tembló cuando sintió la cabeza de la polla de Mello deslizarse dentro suyo. Quiso levantar su pierna para envolver la cintura del rubio con ella, pero Mello no se lo permitió. Mello bajo su delgada pierna con fuerza y lo obligó a mantenerlas juntas. 

 

Near se lo permitió, gimoteando dulcemente cuando Mello terminó de empujar todo su enorme pene dentro de su cuerpo. Era una posición un tanto incómoda, pero para el rubio era delicioso porque el interior del niño se volvió el doble de apretado, proporcionándole mucho placer.

 

Dentro de Near se sentía tan cálido y suave. Era bastante acogedor, con el pequeño contrayéndose a su alrededor y apretandolo muy bien. Lo sabía, las suaves paredes del más joven lo estaban apretando en exceso. Near estaba por llegar al clímax. 

 

—Mnh —Near hizo un delicioso ruido, y más sonidos de puro placer abandonaron sus labios conforme Mello iba moviéndose, arrastrando su polla sobre sus paredes internas. Lento pero duro, acariciando su próstata dulcemente y luego empujando contra ella más fuerte—. ¡Ah! Ahnn… hnggh… ahnn… 

 

Mello escuchaba complacido como Near jadeaba acaloradamente cerca suyo, pero todavía no aceleró sus embestidas, mantuvo un ritmo calmado y lento mientras recorría con sus orbes azules el estado y el aspecto de Near. 

 

Sonrío de forma sensual al verlo tan sudado y jadeante, con los labios muy rojos y los ojos nublados, y su cuello y pequeños hombros repletos de grandes chupetones rojos. Todos obra suya. 

 

Agarró el borde de la camisa de Near y lo subió, queriendo ver sus rosados pezones; deseaba chuparlos y morderlos, amamantarse de ellos como si fuera un bebé. 

 

Near comprendió lo que quería y se llevó el borde de la prenda a la boca para que no se cayera, mostrando sus botones pequeños, bonitos y muy rosados al chico mayor, haciendo que Mello sonriera de lado y se inclinara para pasar su lengua por uno de ellos, haciendo estremecer al menor y que más sonidos dulces se escucharán de él. Mello se llevó a la boca ese suave y respingón pezón, mordiendolo delicadamente para pasar a succionarlo con fuerza y jugar con el con su lengua, sintiéndose complacido al escuchar los gemidos amortiguados de Near, motivandolo a mordisquear ese pequeño pezón hasta dejarlo inflamado y erecto, pasando inmediatamente al otro para dejarlo en las mismas condiciones. 

 

Una vez que terminó, Mello retiró su miembro hasta que solo la cabeza estuvo dentro de ese pequeño agujero, y luego volvió a enterrar su carne alargada en Near, de golpe. Near gimió y tiró la cabeza hacia atrás, sintiendo a Mello arremeter con fuerza dentro suyo segundos después, en un vaivén descontrolado y veloz. 

 

—¡Ahhn…! Hrmph… 

 

—Near… tu interior… prácticamente me está succionando… —dijo Mello casi sin aliento, besando la regordeta mejilla del más joven—. Me aprietas tan bien… ¡Ah! —comenzó a acercar a Near más contra su polla, golpeando bruscamente dentro suyo. 

 

Near apretó los párpados y tembló, sintiendo como Mello iba marcando un ritmo cada vez más rápido. 

 

Cuando Mello salía y entraba en Near, meciéndose con más rapidez contra él, por los muslos lechosos del pequeño chico comenzaron a deslizarse hilos delgados y cremosos que resbalaban de su unión. 

 

Traviesas gotas blancas que iban cayendo al suelo seguidas de más conforme Mello se movía; con un sonido húmedo y resbaladizo escuchándose de la piel frotándose contra otra piel. 

 

El cuerpo del más joven sufrió de espasmos incontrolables y echó la cabeza hacia atrás, con sonidos de puro placer abandonando sus labios casi sellados. 

 

La respiración caliente, rápida y húmeda de Mello chocaba contra su rostro, haciéndole sentir mucho más calor y más excitación. 

 

—Ngg —Mello gruño, agarrándolo de las caderas para golpear el punto dulce de Near con más fuerza, moviéndose cada vez con más entusiasmo y sin piedad, como un loco puesto en libertad que se encontraba deseoso de cumplir con lo que más anhelaba luego de llevar mucho tiempo encerrado. 

 

Near mordió la tela más fuerte y puso los ojos en blanco, sintiendo agradables escalofríos recorrer su columna por la deliciosa sensación de que le tocaran con fuerza la próstata, sintiéndose alcanzar el cielo con la punta de sus dedos. 

 

Mello fue empujando más y más fuerte, haciendo de Near un lío de gemidos descontrolados y calientes, con su corazón latiendo con fuerza contra su pecho. 

 

—Hrmm… ¡Nn!

 

Near no pudo seguir sujetando su camisa, la dejó caer y de sus labios salieron todos los gritos acalorados que llevaba reteniendo. 

 

El más pequeño se aferró a los hombros de Mello, teniendo la cara roja mientras el rubio se inclinaba a lamer su cuello, presionando fuertes besos en su mandíbula y besándolo tan suavemente en los labios que Near se derritió de placer y amor, devolviéndole el beso de la misma forma. 

 

Las manos de Mello recorrieron la piel lechosa y suave de Near, amando lo cálida que se mantenía a pesar de ser ese uno de los días más fríos en mucho tiempo. Podía escuchar el fuerte viento chocar contra el vidrio de la ventana, hasta el punto que pensó que se romperían, pero ellos dentro de la habitación real de Mello se sentían demasiados calientes y perdidos en aquella pasión desmedida que poco les importaba lo que ocurría a su alrededor. 

 

Se apartaron de los labios del otro cuando el aire se hizo urgentemente necesario, pero se quedaron cerca, sintiendo la respiración acelerada y caliente del contrario. 

 

Near movió sus pupilas hacia abajo, mirando excitado como Mello sacaba su pene y luego lo hundía profundamente dentro suyo, una y otra vez con estocadas duras y profundas; echándose hacia atrás y luego empujando con fuerza sus caderas hacia adelante, golpeando su próstata con ferocidad y dureza. 

 

—Mmmh… aah… hnn… ¡Ah!

 

Los ojos de Near se llenaron de lágrimas de gusto y de placer, hasta que no pudo retenerlas más y estás se fueron deslizando por su rostro sonrojado y perlado de sudor. 

 

Near no podía con la vista, era tan placentero ver la gruesa y enorme polla de Mello deslizarse dentro y fuera de su agujero a ese ritmo tan desenfrenado y violento. 

 

De nuevo, de nuevo y de nuevo. 

 

Era demasiado. Mello estaba empujando cada vez más rápido, golpeando su próstata con cada embestida sin ninguna piedad. 

 

A Near se le escapó un gemido más fuerte, su cuerpo sufriendo de violentos espasmos mientras echaba la cabeza hacia atrás y unos intensos gritos salían cada vez más sonoros de sus rojizos labios entreabiertos.

 

Mello gruño, podía sentir a Near apretandolo tan deliciosamente y como parecía querer succionarlo hasta lo más profundo de su cuerpo.

 

—N-ni se te… ocurra, Near —Mello jadeo, llevando sus manos a la piel lechosa de la cintura del niño, sin dejar de empujar—. No pienses… correrte sin mi —su voz salió entrecortada y algo amenazante. 

 

Mello lo agarró con más firmeza y golpeó ese dulce lugar dentro de Near con embestidas especialmente fuertes y poderosas, no teniendo ninguna clemencia ante el más pequeño. 

 

—¡N-no puedo! —grito Near, con el cuerpo tenso y sintiendo oleadas de placer atacarlo sin piedad por la gruesa polla que tocaba su próstata con cada fuerte embestida—. ¡A-ahh, hmn, Me-Mello! 

 

Más lágrimas se escaparon de los ojos de Near por el infinito placer, jadeando acaloradamente y casi sin voz. 

 

Intentó resistir, pero no pudo, un fuerte empujón más a su próstata y todo su cuerpo se estremeció violentamente; su ritmo cardíaco aumentó y sus pupilas se dilataron. Near solo se dedicó a gemir y disfrutar de su placer, y con un grito extremadamente lascivo y fuerte saliendo de sus labios rojizos terminó llegando al clímax. 

 

Mello vio atentamente como del pene hinchado del niño bonito salía un chorro de semen tras otro, manchando su ropa, y con el más joven temblando de satisfacción en sus brazos, sonrojado a más no poder. 

 

Los ojos de Mello se dilataron ante la hermosa vista del niño joven y delicado hecho un desastre. Su adorable rostro estaba sonrojado y sudado; sus labios deliciosamente regordetes y rojizos estaban abiertos; sus ojos vidriosos y entrecerrados; y su esponjoso cabello nevado alborotado, desordenado y empapado de sudor. 

 

Tan hermoso, desbordando sensualidad mezclado con ese aspecto adorable y dulce que poseía, haciéndolo desear a Near por siempre, dejándolo hechizado por su frágil apariencia angelical y aquellos grandes e inocentes ojos que lo hacían querer devorar por completo al exquisito manjar que tenía al frente suyo.

 

Pero no podía dejar pasar por alto lo que había hecho Near. 

 

Ese pequeño egoísta había llegado al cielo sin él. 

 

—Ah~ —tarareo suavemente el de cabellos rubios, mirando con decepción al pobre chico que trataba de recobrar el aliento. 

 

Near lo miro, mareado y todavía sintiendo un intenso hormigueo por cada parte de su cuerpo. 

 

—N-no fue mi inten… ¡A-Ah! —sus palabras quedaron a medio camino cuando Mello repentinamente empujó ferozmente su miembro palpitante contra él, haciendo que su pequeño cuerpo sufriera de fuertes espasmos al estar todavía sensible por el reciente orgasmo—. ¡Me-Mello! —chillo exhausto—. N-no… M-me acabo de… ¡Ahh… ah! d-de venir… —sus pequeños dedos blancos se clavaron en los hombros fuertes del chico rubio, suplicándole con sus ojos nublados que no se moviera. 

 

Mello no le hizo caso y le sonrió burlonamente, clavando su polla en él hasta sentir la punta de su verga chocar directamente contra aquella glándula con forma de castaña.

 

Near gimió en voz alta y su pene rosado volvió a hincharse, estremeciéndose violentamente cuando Mello se movió más duro y más rápido dentro suyo, siempre golpeando contra su próstata. 

 

E-esto es demasiado... es mucho —pensó en medio de una neblina de placer—. ¡Me-Mello, por favor! —suplicó una vez más, gimiendo y llorando por aquellas emociones tan intensas y embriagantes a las cuales era sometido. 

 

Su cuerpo no dejaba de sacudirse y no podía siquiera hablar coherentemente, sólo simples e inentendibles balbuceos salían de sus labios. 

 

Solo un pensamiento apareció en su cabeza: Necesitaba hacer que Mello se corriera.

 

Near contrajo sus músculos anales tanto como pudo, usando las pocas fuerzas que tenía para hacerlo. 

 

—¡Aaah, Near! —un gemido fuerte escapó de los finos labios de Mello, quien usó todas sus fuerzas para no correrse en ese mismo instante. 

 

Mello junto más sus cuerpos y comenzó a embestirlo con ganas, en un vaivén violento que estaba provocando que la conciencia de Near se tomará unas vacaciones y se perdiera en un mar de goce por las furiosas embestidas que golpeaban su próstata con fuerza, haciéndolo salivar y temblar, liberando unos acalorados y ruidosos gemidos. 

 

En medio del placer, su boca busco desesperada la de Mello, juntando sus bocas con necesidad. Mello le correspondió gustoso, con su lengua invadiendo su pequeña boca y reclamando la contraria, convirtiendo el beso en uno más fogoso, caliente y demandante, sumergiendolos a ambos en una burbuja de placer y calor. 

 

—Te amo —confesó Near tras cortar el roce de sus bocas, mirándolo atentamente con sus ojos grisáceos brillando de amor y dulzura—. Te amo tanto, mi querido Mello…

 

Mello sonríe hermosamente al escucharlo y Near también, con las mejillas sonrojadas. 

 

A Mello le gustaba verlo así, se veía tan lindo sonrojado, y era agradable saber que él era el dueño de todos sus sonrojos. 

 

Mello volvió a apropiarse de aquellos labios rojos de Near. Muy rojos. Tan suaves, afelpados y pecaminosamente regordetes que se sentían muy bien contra los suyos.

 

Lo agarró del trasero y lo follo mucho más fuerte y rápido, advirtiendo que ya no podría contenerse más por los espasmos involuntarios de su cuerpo. Iba a correrse. Y quería hacerlo dentro de Near. 

 

Near separó más las piernas y se sostuvo de los hombros del rubio, permitiendo que el pene de Mello entrara más en el calor apretado de su cuerpo. 

 

Mello gimió complacido por la acción, besándolo dulcemente en sus hinchados labios, con su lengua lamiendo la contraria. 

 

Mientras se besaban, el rubio lo agarró de una pierna y la levantó, manteniéndola suspendida en el aire para que follar el apretado, húmedo y rosado agujero fuera más sencillo y fácil. 

 

—Ow… Mello —gemía dulcemente el más joven contra sus labios, mirándolo acalorado y deseoso. 

 

Near, aquel dulce niño de apariencia angelical, adorable rostro y delicada figura, se veía ahora tan follable y delicioso, con un cuerpo tan apetecible que solo quería olvidarse de todo e irse lejos de ahí con él, a un lugar en dónde sólo estuvieran los dos, para poder estar eternamente juntos y poder amarse. 

 

Ya sintiéndose cerca de acabar, Mello empujó más y más rápido, estrellando su cuerpo contra el de Near. 

 

—¡Ah, Mello, si! ¡E-es tan bueno! —gimió Near, soltando un pequeño sollozo de placer. 

 

El pequeño albino volvió a percibir que iba a llegar al clímax por segunda vez, su cuerpo se sentía tan caliente y no podía dejar de estremecerse, dejando escapar suspiros acalorados y entrecortados. 

 

El calor lo estaba mareando, solo era consciente de cómo la polla de Mello se frotaba firmemente contra sus paredes, sumergiéndolo en un estado de éxtasis. 

 

—Ahnn… ahh… hnngh… ¡Ohh, Mello!

 

Si de por sí Near era jodidamente apretado, Mello sintió que Near se apretaba aún más alrededor de su caliente miembro, por lo que tomó oportunidad de la estrechez del niño para adentrarse más y más, tocando directamente la próstata del más joven, haciendo que el cuerpo de Near se tensara y sufriera de violentos espasmos, dejando salir gritos cada vez más fuertes y deliciosos para los oídos de Mello. 

 

—Near… Near… —gemía su nombre, golpeándolo con más fuerza y salvajismo, desesperado por llenarlo con su esperma caliente y espeso. 

 

Near gimoteo y apretó aún más, abrumado por la follada tan profunda y frenética a la cual era sometido. 

 

Mello empujó duramente unas tres veces más, deteniendo luego todo movimiento en el momento que su cuerpo se tensó y se apretó más contra Near. 

 

Un jadeo ruidoso salió de los labios de Near y más lágrimas se resbalaron por sus mejillas, temblando de placer. 

 

—M-Mello… estoy por… 

 

Mello lo agarro de su redondo trasero y empujó una última vez, hundiéndose profundamente en el calor de su agujero y, recién ahí, explotó dentro de Near, liberando un fuerte chorro de semen espeso seguido de muchos otros, llenando al pequeño niño con su caliente, viscoso y pegajoso líquido blanquecino. 

 

Eso fue todo. Con su diminuto cuerpo convulsionando y sus mejillas rojas, Near cerro los ojos con fuerza y su boca se abrió, dejando escapar un sonoro gemido lujurioso a la vez que terminaba corriendose en medio de ambos estómagos, delirando y con la mente en blanco por la espesa carga de semen instalado en su interior que cubría densamente sus entrañas. 

 

Las respiraciones de ambos estaban agitadas, con la mente perdida mientras trataban de recuperar el aliento y controlar los ligeros espasmos que aún se hallaban presentes en sus cuerpos sudorosos luego de haber llegado a la culminación. 

 

—Aah… hahh… Me-Mello —lo llamaba entre gemidos, demandando sus besos con una llorosa mirada suplicante.

 

Mello no se hizo de rogar, juntó sus bocas en un beso demandante y caliente, recorriendo con su lengua cada centímetro de la cavidad del chico, abrazándolo de la cintura y manteniendo lo más pegado a su cuerpo como pudiera. 

 

Estuvieron besándose durante unos buenos siete minutos hasta que Near rompió el beso para soltar un gemido de sorpresa. Abrió sus ojos y miró ansioso al rubio al sentir como su polla iba poniéndose dura y firme dentro suyo. 

 

—¿Otra vez? —pregunto acalorado, con sus mejillas encendiéndose con violencia al sentir como Mello se iba deslizando dentro y fuera de su cuerpo con movimientos deliciosamente lentos, permitiéndole sentir cada centímetro de su erguido miembro a la perfección. 

 

Mello mordió traviesamente el labio hinchado y rojizo de Near, lamiendolo después con su lengua. 

 

—Cinco malditos días, Near. Estuve lejos de ti por cinco malditos días… No esperes que me sienta satisfecho con solo una ronda —le susurro cerca de sus labios para luego agarrarlo de la nuca y volver a sellar sus bocas juntas en un ansiado beso, en dónde sus lenguas participaban mucho. 

 

A Near se le escapaban unos cuantos gemidos ahogados, disfrutando del potente olor a almizcle venir de Mello, de sus movimientos, como lo sujetaba para estrellarse con más fuerza contra él, arrancándole un vergonzoso gemido prolongado contra los labios del rubio. 

 

La gorda polla de Mello bombeando dentro y fuera de su pequeño agujero rosado, arrastrándose entre sus paredes internas, lo hacía arder de deseo y querer más. Mucho más. 

 

Sin evitarlo, Near movió sus caderas en sincronía con los empujes de Mello, para que la erección del rubio entrara más profundo en su cuerpo, anhelando sentirlo más adentro suyo. 

 

Mello soltó un gruñido ronco y excitado, las calientes paredes internas de Near se estaban apretando con demasiada fuerza alrededor de su pene. 

 

—M-mierda… 

 

Salió de su interior de golpe y Near soltó un quejido por la pérdida de fricción, pero sus mejillas se sonrojaron aún más al sentir el semen caliente y pegajoso resbalarse por sus muslos y piernas. 

 

—Mellooo —se quejó, gimiendo luego en voz alta cuando Mello lamió y mordisqueó su cuello, frotando su miembro contra la entrada dilatada y mojada del más joven. 

 

Un chillido salió de sus labios rojizos cuando fue cargado por los fuertes brazos del rubio. 

 

Mello lo levantó con facilidad del suelo, ya que Near era muy delgado y pequeño, haciéndole ver aún más joven de lo que verdaderamente era. 

 

—A joder a la cama.

 

La mirada del niño vestido de blanco brillo al escuchar a Mello, dejándose llevar hacia aquella cama en dónde tuvieron su primera vez. 

 

Fue tirado de espaldas sobre las suaves sábanas y mantas con brusquedad, sintiendo inmediatamente el pesado cuerpo de Mello en su encima y sus labios arremetiendo agresivamente contra los suyos. 

 

Ambos se estuvieron besando desesperadamente, acariciándose con mucha ternura y deseo, jugando en la cama como dos enamorados, hasta que Mello se apartó y se quitó de encima del niño. 

 

El peliblanco tarareó dulcemente al ver a Mello desvestirse completamente, sin evitar relamerse sus rojizos labios al ver la enorme, palpitante y gorda polla del rubio en todo su esplendor, brillando por los restos de semen y de su propia humedad. 

 

Al verlo acercarse, Near enseguida se abrió de piernas en la cama, y Mello sonrió, viendo a su apetitoso niño todo sonrojado y jadeante, mirándolo con una mirada acalorada y suplicante por su polla.

 

Bajó la mirada y tragó saliva sonoramente. Ver su semen escurriéndose del rosado y estrecho agujero de Near hace que por poco pierda la cordura y quisiera someterlo para follarlo brutalmente como un animal en celo. 

 

Avanzó a gatas sobre el pequeño cuerpo del menor, repartiendo besos por su suave y rosada piel de bebé, mordiendo cerca de sus costillas con suavidad. 

 

Near solo se estremecía con cada beso, temblando y jadeando fuerte, clavando sus uñas en las mantas de la cama cuando Mello chupo con fuerza su pezón, mordiendolo y jugando con el pequeño botón con su lengua mojada. 

 

Mello paso al otro y no paro hasta dejarlo reafirmado e hinchado. 

 

—Mmf… mmf… ¡Ungh!

 

El rubio lo soltó con un sonido húmedo y fue subiendo por el tembloroso cuerpo de Near entre besos y lamidas. Beso su clavícula y comenzó a chupar su cuello delicadamente.

 

Near dejó caer su cabeza contra la suave almohada llena de plumas y se dejó hacer, gimiendo dulcemente para él. 

 

En aquellos días, extraño horrores sentir el cuerpo de Mello contra el suyo. 

 

Extrañamente su cuerpo se había puesto más sensible y su apetito sexual había crecido, rezando porque Mello regresará y le diera la follada de su vida. 

 

Se avergonzaba por aquellos pensamientos, pero era algo que su cuerpo pedía a gritos, y tenía una ligera idea del motivo detrás de eso. 

 

Mello enmarco con sus manos el bonito y delicado rostro del menor, besándolo suavemente en los labios, apenas un roce inocente pero seguido de muchos más. 

 

—Mello —gimió dulcemente su nombre, ansioso porque lo besara más. 

 

Mello acarició los labios rosados del bonito niño y le hizo abrir la boca, enseguida juntó sus labios para besarlo con dureza, introduciendo su lengua en la pequeña cavidad de Near. Exploró la pequeña y cálida boca del dulce niño con mucha ansiedad y ternura, acariciando las mejillas del más joven con sus manos. 

 

Near gimió adorablemente y devolvió el beso, enredando sus dedos blancos en los sedosos mechones rubios. 

 

Era tan agradable tocar aquellas suaves hebras doradas con sus dedos. 

 

Le gustaba más tocar el sedoso cabello rubio de Mello que el suyo. 

 

—Mmff... ah... —jadeaba el tierno albino contra los hambrientos labios rosados del otro—, Me-Mellooo —gimió su nombre, arqueandose hermosamente contra él cuando Mello ingresó dos de sus dedos de golpe dentro suyo, penetrandolo con ellos y haciéndolo gemir en voz alta. 

 

—Eres perfecto… —gruñó Mello, llevando sus labios a los pezones del más pequeño para jugar un rato con ellos. 

 

Near iba gimiendo cada vez con más fuerza y desesperación conforme Mello movía sus dedos con más intensidad, sacándole de su interior el resto de semen que no se había escapado. 

 

Mello junto más sus cuerpos, sintiendo las pequeñas protuberancias erguidas de Near contra su pecho. 

 

—N-no juegues —se quejó con un gemido. Mello estaba muy cerca, sentía su aliento chocar contra su rostro—. S-sólo mételo, por favor… —suplicó acalorado. 

 

Mello deslizó sus dedos fuera y los llevó a los labios inflamados y rojos del otro. Near lo miro y luego chupo aquellos dedos, pasando su lengua por cada uno de ellos hasta dejarlos relucientes con su saliva. 

 

—Pídemelo con más fuerza, Near… —susurro Mello, dándole un beso corto y suave en los labios. 

 

Near miró fijamente los hermosos ojos azules de Mello, sintiendo sus mejillas enrojecer por la petición que le hizo. 

 

—Y-yo… —Near apretó los labios, desviando la mirada con pena. 

 

—Vamos… —insistió. 

 

Mello beso su regordeta mejilla sonrojada y Near volvió a mirarlo, batiendo sus largas pestañas y haciendo un gesto de desesperación.

 

—No es tan difícil decirlo… —repartió besos por su tersa y suave piel blanquecina de su cuello. 

 

Near se incorporó, apoyándose sobre sus codos. 

 

—Lo es para mí —reprocho el menor. 

 

—Vamos, Near —frotó la punta húmeda de su pene contra la entrada del niño e inmediatamente Near abrió más las piernas, mirando acalorado como la gorda cabeza del miembro de Mello se frotaba contra él—. Di lo mucho que lo quieres… 

 

Sonidos dulces salieron de los labios del menor y miró al perfecto y atractivo hombre que tenía encima suyo. 

 

—¡Mmh! —tembló cuando sintió la presión contra su agujero—. E-eres malo… —gimió alto cuando la gran cabeza entró en su cuerpo, pero gimió en protesta cuando el rubio lo sacó al momento—. ¡Me-Mello! —inflo las mejillas, mirándolo enfurruñado. 

 

—Creí que habías superado la vergüenza, Near… después de todo lo que hicimos —lamió y mordió su cuello con desesperación—. Pero eso solo te hace más lindo a mis ojos. 

 

Near arrugó el entrecejo y, armándose de valor, agarró el hermoso rostro de Mello entre sus pequeñas manos; mirándolo con determinación.

 

—¡Quiero que me hagas el amor! —grito, con sus mejillas sonrojadas y su corazón palpitando con fuerza, muerto de vergüenza —. Lo quiero… hazme el amor, por favor… 

 

Mello sonrió suavemente y encarceló al pequeño niño entre sus brazos, besándolo gentilmente en los labios. Se tomó unos momentos para besarlo a su gusto y atesorarlo como lo más importante y valioso que tenía en su existencia. 

 

—Como ordene el amor de mi vida —colocó sus manos en los suaves muslos del más joven y los abrió aún más, viendo aquella tentadora y pequeña entrada con restos de semen—. Si pudieras verte, Near… Tan delicioso y perfecto… —ronroneo. 

 

Near se sonrojo profundamente, sintiendo el impulso de cerrar las piernas, pero apretó sus pequeñas manos en un puño y se mantuvo quieto, sintiendo mucho calor en su cuerpo. 

 

Miró como Mello se alineaba con una mano, apoyando la cabeza de su rígida masculinidad contra su trasero. 

 

Near sollozo de placer cuando sintió que la gran cabeza entraba en él, estirandolo tan bien. 

 

—Te amo, mi hermoso ángel —susurro dulcemente el rubio, metiendo de golpe el resto de su pene en ese estrecho, palpitante y diminuto agujero, robándole el aliento al más pequeño por la invasión tan deliciosa. 

 

—¡Oh-Ohh! ¡Agh! Ahh… hnng… —Near soltó un sonoro gemido y se estremeció, cayendo de espaldas en la cama y continuando gimiendo mientras Mello lo agarraba de las caderas y lo arrastraba por las sábanas para clavar más de su polla en él.

 

Mello cerró los ojos, perdiéndose en el placer que le otorgaba estar dentro de Near. Movió sus caderas hacía atrás y luego las empujó fuertemente hacia adelante. 

 

Near se retorcía debajo del cuerpo sudoroso de Mello, sintiendo como el fuego de su vientre se incrementaba con cada golpe de Mello. 

 

—Ne-Near… eres tan estrecho… uuhh… me aprietas tan… tan bien… ah… —beso su clavícula, disfrutando de lo exquisitamente apretado y húmedo que se sentía el chico de cabellos albinos.

 

Se agarró de las caderas del niño con fuerza para deslizar su pene hacia afuera y luego empujar bestialmente sus caderas contra Near, chocando sus cargados testículos contra el trasero del chico debajo suyo. 

 

Un dulce gimoteo salió de los labios hinchados y rojizos del pequeño de cabellos blancos por esa fuerte embestida que tocó su próstata violentamente, haciéndole ver estrellas y que el placer se concentrará con más intensidad en su vientre. 

 

Near cerró los ojos y disfruto de cada fuerte empuje, dejando salir más gemidos eróticos de sus labios. 

 

Para Mello, Near lucía tan delicioso con el sudor perlando su piel blanquecina, adornando todo de él con un brillo mágico, con ese adorable tono rosado en sus suaves mejillas. La boca la tenía deliciosamente entreabierta, permitiéndole a Mello arremeter con dureza contra ella, ingresando su lengua dentro y recorriendo toda su húmeda cavidad mientras iba empujando sus caderas sin descanso, penetrandolo rápidamente y con fuerza, como un salvaje animal en celo. 

 

—¡Mnh! —Near soltó más deliciosos ruidos de placer y entrelazó sus piernas alrededor de la cintura del rubio, moviendo también sus propias caderas mientras correspondía los besos llenos de deseo y amor de Mello; devorándose mutuamente con locura—. Mmh.. mhh… ¡Hah! —gimió fuertemente cuando Mello se propuso a empujar con entusiasmo contra su próstata, embargandolo de intensas corrientes eléctricas. 

 

Las caderas de Mello estaban moviéndose hacia adentro y hacia afuera, más rápido y más fuerte con cada segundo que pasaba, con la cama crujiendo debajo de ellos ante la intensidad con la cual Mello follaba brutalmente el sonrojado agujero de Near. 

 

—Nn… ¡Me-Mellooo! 

 

Una ola de placer atacó al más pequeño y cerró fuertemente los ojos, colocando sus pequeñas manos en los brazos de Mello y apretando con fuerza, estando indefenso ante la abrumadora dicha. 

 

—Haah… Near… 

 

Near inhaló bruscamente, deshaciendo su agarre en la cadera del rubio y abriendo aún más sus piernas. Cuando Mello se estrelló fuertemente contra su pequeño cuerpo, acostándose sobre él, sus piernas quedaron pegadas contra su pecho, dejando que sus talones descansarán sobre los hombros del rubio. 

 

Ya con sus piernas bien elevadas, Mello se aseguro de clavarselo hasta el fondo, obteniendo que Near temblará y luego gimiera fuertemente. 

 

El sonido que provocaba el golpeteo de las bolas de Mello contra su trasero fue lo que hizo sonrojar furiosamente a Near y que frunciera ligeramente sus cejas por la pena. 

 

Las respiraciones de ambos salían rápidas y entrecortadas, con Mello embistiendolo cada vez con más fuerza. 

 

Mello se acostó completamente sobre el pequeño y colocó sus manos en las mejillas rojas del más joven, atrayendolo a un beso hambriento y caliente que Near correspondió gustoso. 

 

De repente unos toques suaves en la puerta hicieron que inmediatamente Near saliera abruptamente de su burbuja de placer, rompiendo el beso y empujando a Mello con ambas manos y con su pie, sobresaltado, haciendo que éste cayera estrepitosamente al suelo. 

 

Near agarró las sábanas y cubrió su semidesnudo cuerpo, muy sonrojado y nervioso, atrayendo sus piernas al pecho con su corazón palpitando deprisa. 

 

Mello se incorporó con un quejido de dolor y le dirigió una mirada molesta al blanquito, pero antes de poder reclamarle, se escuchó una voz venir detrás de la puerta:

 

—Principe Mihael —hablo un sirviente con tono muy respetuoso y calmado—, vuestro padre, el rey L, quiere recordarle que al anochecer se celebrará su regreso al reino junto al embarazo de su papá, el rey Light.

 

Mello suspiró profundamente. 

 

—Informale a mi padre que lo tengo bien presente —se frotó la sien con molestia —. Puedes retirarte.

 

—Con su permiso, príncipe Mihael.

 

Cuando se escucharon unos pasos alejándose, Mello volteó a ver al pequeño cuerpo que todavía estaba tendido en su cama, enrollando uno de sus delicados dedos alrededor de su rizo favorito. 

 

Near lo miró y no pudo evitar reír suavemente al verlo tirado en el piso, con una expresión de molestia y con su gruesa polla goteando semen. 

 

—¿Te causa mucha gracia, ovejita? —preguntó Mello con una media sonrisa en su rostro, levantándose y arrebatándole las sábanas a Near de un fuerte tirón. 

 

El más pequeño lo miró con una sonrisa retorcida y sus ojos brillando, mandando al diablo su timidez por el inmenso calor que sentía en su cuerpo, cediendo a sus impulsos por esa vez. 

 

—Si… ¿merezco un castigo por eso? —pregunto traviesamente, separando las piernas y tocando lascivamente su cuerpo. 

 

Mello gozó unos segundos de la erótica vista que le otorgaba su hermoso niño. De aquel pequeño cuerpo cubierto por una fina capa de sudor que le otorgaba un brillo encantador a esa suave piel rosada, sus húmedos rizos blancos cayendo sobre su rostro enrojecido, sus labios suaves y rojos como la sangre, brillando por la saliva. 

 

Una exótica y angelical criatura que debería ser considerada como una de las personas más bellas de todo el maldito mundo. 

 

Con su mirada azulada oscurecida de deseo, se subió arriba de la cama y se acostó sobre el pequeño cuerpo del menor, apoyándose sobre sus codos para no aplastarlo. 

 

—¿Mi ángel quiere un castigo? —acarició los finos cabellos blancos y presionó un beso en su frente sudorosa, bajando hasta llegar a la cálida boquita de Near y pasar su lengua por el labio inferior del más pequeño. 

 

No lo besó, en su lugar bajó más y se llevó su pequeño pezón rojo a la boca, encargándose de mordisquear y succionar el bonito pezón hasta volverlo a dejar inflamado y erecto. 

 

—Hmmm… si, si quiero, ah… castígame… —hablo a duras penas, lloriqueando y gimiendo mientras ondulaba las caderas, como una muda indicación de que quería volver a tenerlo dentro. 

 

Mello dejó en paz el lindo pezón del menor, presionando fuertes besos por su cuello y mentón.

 

—Entonces lo haré… —susurró con una voz lasciva y ronca, guiando su pene hasta que la cabeza húmeda estuvo presionada contra el agujero de Near. 

 

Near sonrió, gimiendo suavemente por aquella sensación. 

 

Definitivamente Mello demoraría un poco en llegar a esa fiesta. 

Notas finales:

Imagino los mil errores que tendrá esto y sepan que lo siento!!! TnT de veras lo siento! 

Gracias por leer, cositas bellas~

Eira los ama mucho por soportar mis faltas de ortografía ;w; pero pueden quejarse todo lo que quieran, enserio, me sirve :'3 


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