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Ya no estaré solo por Marinuchi03

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Notas del fanfic:

Hola bueno este es mi rpimer fanfic EdxRoy (y el primero de todos) espero que les guste!!!

 

Notas del capitulo:

Marü: Bue hay que aclarar que se que los colectivos no existían en esa época, pero bue hagamos como que si n.nU

Solchi: Colectivos en esa época??? o.O

Marü: Dejame ser!!! ¬¬

Solchi: Oka loca de los colectivos ¬¬

Marü: Bueno este es mi primer fanfic y ...

Solchi: Ya queres dar látima???

Marü: Vas a dejar de molestar?!?!?

Solchi: Nop n.n

Marü: Por último quisiera aclarar que el negrita es el FhashBack, la rayita (-) es el diálogo y las comillas (" ") son los pensamientos.

Solchi: Y quien no sabe eso?? ¬¬

Marü: Me tenes podrida!!! Por qué no te vas??

Solchi: Porque no n.n

Marü: ¬¬ Entonces, si no tengo otro remedio...

Solchi y Marü: Disfruten del fanfic!!!

En un rincón de su oficina se hallaba Roy Mustang, alquimista de la flama, y casanova por experiencia, o al menos así decían las chicas con las que estuvo. Los hombres le tenían envidia, las mujeres, adoración, pero, aunque no lo aparentaba, Roy odiaba bastante aquello. Algo lo molestaba, algo por lo que había dejado de salir hace meses. Algo que le hacía llegar al trabajo, pero no sabía que. Y en eso mismo pensaba nuestro Coronel, mientras se hamacaba en su silla de escritorio, con un gran montículo de papeles para firmar delante (Solchi: jeje). Riza ya estaba harta de decirle lo que tenía que hacer y, hace ya mucho tiempo, tenía una pareja. ¿Quién se lo imaginaría? Havoc, con su holgazanería y su actuado desinterés, estaba perdidamente enamorado de la rubia(Solchi: NOOO!! HAVOC!?!?!). 

 Hoy nada le interesaba más que una cosa, o, mejor dicho, una persona. Hoy, justamente hoy, tenía que venir Edward, a entregar unos papeles. ¿Hace cuánto tiempo qué no lo veía? O, aún más importante, ¿hace cuánto tiempo ya qué se había enamorado de él? No lo sabía, o tal vez no lo recordaba, pero, aún así, tenía claro unas cosas: desde hacía mucho tiempo que estaba enamorado del pequeño ambarino.¿Qué si se lo había dicho ya? Oh, claro que no, no tenía el valor suficiente. Pero claro, si él era un experto en la materia (Marü: y que lo digan... si estubo con mas chica que cualquiera que yo conosca ¬¬; Solchi: No tenes una buena relación, no? n.nU), sin embargo, absolutamente nadie comprendía que con él era distinto. A una chica, o se la conquista o esta te da una bofetada, en cambio, con Edward, era muy diferente. Si él se enojaba y renunciaba, lo perdería para siempre. Prefería tenerlo como amor platónico y ya, como algo que nunca pasaría.   
 Miró el tiempo, era un día gris y húmedo, y llovía a cántaros. Gotas resbalaban por la ventana precipitadamente, definitivamente, era una tormenta a punto de estalla. Pero a él no le importaba, ya que su Edward vendría. Suspiró y se concentró en los papeles de su escritorio, que ya pasaban la altura de su cara (Marü: Trabaja Roy, muajajaja!!; Solchi: o.o *Miedito*). Era mejor eso que que Riza le pegara un balazo.  

  Por otro lado se encontraba un chico rubio, esperando en la parada del colectivo. Se tapaba con capa roja, ya que se había olvidado el paraguas. Además, cuando él salió, el día estaba espléndido, ¿cómo iba a saber que al rato comenzaría a llover a cántaros? No, era imposible de adivinar. ¿Qué por qué no volvía? Pues porque la parada estaba casi a 15 cuadras. Con su cuerpo protegía un montón de papeles, que eran el maldito informe, para el maldito Coronel, que lo había hecho quedar hasta no sabía que maldita hora (Marü: Calma, mi Edo-chan jeje). Su ira enorme, ¡cómo lo odiaba! Pero en fin, tenía que llegar o este lo mataría.
 De pronto el colectivo paró. Subió, pagó el boleto, y se sentó en el único asiento libre: de los que son para una persona y casi al fondo de todo. Dejó caer todo su peso sobre este, sin importarle que su ropa se ensuciara de la mugre que tenía, ya que, de todos modos, de su capa corría mucho agua, en peor estado no podía estar. Revisó que los papeles no se hubieran mojado y suspiró aliviado, eso también era lo único que faltaba. Miró su reloj, llegaría muy tarde, y el Coronel se enfadaría... ¿¡Pero y a él que le importaba!? Hacerlo sacar bajo semejante lluvia ya era casi una tortura. Pero ¿y por qué no volvía a su casa? Pues porque sería exactamente lo mismo. 

 Roy terminó muy rápido de firmar los papeles. Se recostó en su sillón, muy enojado, ya que no tenía nada que hacer. Al menos antes estaba concentrado en algo, en cambio, ahora, solo un pensamiento ocupaba su mente, el niño. Lo había sacado bajo esa lluvia torrencial, y eso no estaba bien. ¡¡Pero no podía no verlo o se volvería loco!! Edward era lo único que ocupaba su mente, su corazón y sus sentidos. Ni el vino más fuerte lo despistaba de él. Era tan extraño, tan... molesto. Nunca había dejado que su corazón dominara su forma de actuar, pero, como ya creía haberlo dicho, con el rubio era todo diferente. Tenía ganas de abrazarlo apenas lo veía, sin importar cuanta gente hubiera. Tenía ganas de besarlo, aunque fuera tan solo una vez. Estaba enamorado, no podía hacer nada. Pero la idea de perderlo lo aterrorizaba. Sentía miedo de una negativa por parte del chico, de que le gritara, lo insultara y, aún peor, se fuera para siempre de su vida. 
 Miró de reojo la puerta, esperaba que de algún momento a otro él entrara y le gritara por haberlo sacado de su cómodo hogar.  

 Sería exactamente lo mismo porque estaría igual de solo. Alphonse se había enamorado de Winry y, ahora que había recuperado su cuerpo, vivía con ella. Su amiga rubia, que hasta hace poco lo amaba con devoción, ya casi no le dirigía la palabra. No porque estuvieran peleados, sino porque cada uno se ocupaba de su vida, y con su hermano era exactamente igual, ya no estaban ni un cuarto de juntos como antes de que recuperara su cuerpo. Había comenzado a estudiar, se fue a vivir con Winry, se enamoró y consiguió un trabajo de medio tiempo. En cambio él, seguía teniendo su brazo y pierna metálica y todavía servía a los militares como un perro faldero. No comprendía, o tal vez solo no quería comprender, el por qué de que aún no se hubiera retirado. Algo lo mantenía atado y no sabía bien qué. Izumi había muerto, esa maldita enfermedad había acabado con su vida. Pinako tampoco se encontraba ya en este mundo y, aunque solo hubiera sido por vejes, estaba muy triste. Su padre se encontraba del otro lado de la puerta, ¡una vez qué quería verlo y este no estaba!. Su madre, Trisha, muerta. No le quedaba nadie, ningún amigo de la infancia o familiar a quien recurrir, estaba solo, y eso lo ponía hasta la médula. No había nadie... nadie... nadie... Esa palabra retumbaba en su cabeza y, de algún lugar de su ser, salía una pequeña voz que le respondía al pronunciarla, casi como si fuera su conciencia, o algún pensamiento que quisiera no recordar. “No estas solo... aún te queda alguien” ¿Pero quien quedaba todavía en su vida, que ya era una desdicha total? “No estas solo... aún te queda Roy...”   

 Mustang miró su reloj por quien sabe que milésima vez. “Todavía no llega, ya tiene una hora de retraso” pensaba con tristeza. Tal vez no vendría y se quedaría en su casa con la excusa de la lluvia. Decidió llamarlo, anhelaba escuchar aunque sea su voz.  Nadie contestaba, Edward debía ya  de haber salido. Se recostó sobre su asiento, esperando aparentemente paciente, aunque con una gran desesperación en su interior.  

¿Roy? ¿Roy Mustang? ¿El Taisa? No, no podía pensar en él. “Además, al Taisa no le importo” se dijo para sí mismo. “¿O sí?” Él lo hizo convertirse en alquimista estatal, claro, con el permiso de poder realizar sus investigaciones. Además los tenía casi como hijos, como se había dado cuenta aquella vez:

Comienzo Flashback 1.0

Roy: -Correr te hace parecer culpableEd: -Corremos porque sabíamos que vendrías por nosotros, ¿no es eso lo que hacen los perros cuando son perseguidos?Roy: -Si pero un perro entrenado nunca desafía las órdenes de su dueño.Ed: -Entonces soy uno callejeroRoy: -¿De veras? Entonces quizás deba ponerte a dormir...[...] 

Roy: - (...) Así que hice un juramento: nunca seguir órdenes irracionales otra vez, alcanzar una posición donde no tuviera que obedecerlas. Y he sido fiel a eso, no te persigo porque me lo hallan ordenado, lo hago porque estoy molesto, ¡por que rayos huyeron sin solicitar primero mi ayuda!

 

Fin del Flashback 0.1 (Solchi: Tipiaste letra por letra el cáp 43 o.O; Marü: Es que me encanta ese cáp y esa parte me la se de memoria n.n; Solchi: O.O)

Nunca nadie habría hecho algo así por nosotros... pero no, soy como un hijo... nada... nada más” volvió a decir Edward, para que luego una gota resbalara por su mejilla. Miró su reloj, la milicia había cerrado... había llegado demasiado tarde (Solchi: Como que se te pasó la mano con la hora n.nU; Marü: Vas a dejar mi vida  (y mis fanfics) en paz?? ¬¬).

 

-Roy, es hora de irnos –informó la rubia.

-Lo sé, pero me quedaré... –le contestó secante.

-¿Por qué?-le preguntó desconcertada, él nunca tenía esa actitud (Marü: Y si también que no se quiera ir del trabajo...).

-Porque Edward todavía no a llegado –le contestó - “Y no me iré hasta que lo haga

-Pero... tal vez se a quedado en su casa Roy, ¿o acaso no lo has pensado? –intentó convencerlo.

-Ya lo llamé “unas 10 veces”, no atiende nadie, debe estar por llegar... –volvió a responder el morocho, aunque fingiendo poco interés.

-Muy bien –se rindió Riza – Me voy, y los demás también.

-Adiós...

-Adiós Coronel...

Saludó con la mano y tristemente se fue, el comportamiento de su amigo era raro. Roy comenzó a dar vueltas a su escritorio, estaba muy ansioso. Ya había llamado muchísimas veces... tenía que estar viniendo, ya que en casa de Winry no se hallaba –sí, también había llamado- y nadie daría un paseo con esta lluvia.

 

El colectivo llegó a la parada indicada y Edward bajó, aunque sin ánimos. La lluvia caía fuertemente y en diagonal, por lo que tubo que cubrirse aún más. Solo pensaba en algo, le había fallado a Roy. No lo entendía, pero sabía que lo decepcionaría. Suspiró y siguió caminando, hasta lo que sería la parada de regreso. Se odiaba a sí mismo y odiaba al mundo por ponerle semejante obstáculo en su camino. Quería verlo, y no entendía porque. Aún si lo regañaba, escuchar su voz lo pondría feliz. Era extraño, nunca había sentido algo así.

Estaba a medio metro de su destino –la parada de autobuses- cuando divisó a Hawkeye, junto con Havoc, caminando.  Se volteó, dispuesto a dar la vuelta... de lo que menos ganas tenía era de encontrarse con esa feliz pareja, que vivía junta todo el tiempo y para la cual, el mundo era color de rosa. 

-¡Edward! –gritó desde lejos Riza al verlo.

Era tarde, tubo que quedarse donde estaba.

-¿Por qué no has llegado a tiempo? –le preguntó molesto Havoc.

Ed solo bajó la cabeza, mientras apretaba con más fuerza su informe. Las gotas caían sobre su cuero cabelludo y cuerpo, ya que su capa estaba completamente empapada, era lo mismo tenerla o no. Su estado era deprimente.

Tal vez Riza supo lo que le pasaba a Roy, o tal vez solo se compadeció del esfuerzo del muchacho para llegar y de cómo sostenía el deber pedido por el Taisa, protegiéndolo como con su vida, por lo que se agachó, dándole previamente el paraguas a su pareja, para decirle:

-Roy te espera... se va a quedar hasta que llegues –sonrió.

A Edward un vuelco de felicidad lo inundó, Roy seguía allí, esperándolo. Salió corriendo, sin siquiera prestarle más atención a la feliz pareja, que siguió su camino algo extrañada.

-Roy... todavía me esperas –susurró.

No entendía bien las cosas, solo sabía que se había enamorado de su superior. Si este lo amaba o no, todavía no podía saberlo. Solo deseaba no sentirse tan solo, tener a alguien que lo retuviera en sus brazos, para contenerlo.  Corría como nunca lo hizo en su vida. Las personas lo miraban extrañados, pero eso eran porque estaban metidas en sus pensamientos... si tan solo entendieran lo que él sentía ahora...

No le importaba que estuviera mal visto, él estaba enamorado de un hombre. Tal vez no fuera correspondido, pero a él no le importaba, con un abrazo bastaba. Con recibir un solo abrazo de su Coronel, podría estar tranquilo. No podía comprender como se conformaba con tan poco, pero de todas formas no deseaba pensar las cosas. Creía que si lo hacía, la lógica le ganaría, y eso terminaría la única gota de esperanza que le quedaba, esa por la que luchaba, y que pensaba que podría llegar a existir... el amor que sentía Roy por él.  Nada más importaba, ni Winry, ni su padre, ni siquiera su hermano. Si todos pensaban vivir sus vidas, él no se quedaría atrás.

 

La lluvia se había convertido en tormenta, al mismo tiempo que las penas del Coronel se maximizaban. Tendría que volver, era muy tarde. Edward no vendría, lo viera por donde lo viera. Si, lo había prometido pero, ¿qué más podía hacer? Tomó su paraguas y se dispuso a salir, con una tristeza que derrumbaría a cualquier hombre.

 

Edward corría y corría, estaba llegando y su corazón se aceleraba por eso. De pronto vio el gran edificio. Estaba cercal, muy cerca. Y entonces lo vio. Estaba a punto de salir. Sus lágrimas de felicidad comenzaron a caer, allí estaba. Intentó gritar, pero no pudo, su garganta no le respondía, estaba muy cohibido. Pero de algún lugar de su ser, seguramente del corazón, sacó la fuerza para gritar seis palabras, sonando casi como un ruego:

-¡Roy, no te vallas, aquí estoy!

Roy miró hacia el lugar de proveniencia del grito. Su corazón comenzó a palpitar aceleradamente. Allí estaba la luz de sus ojos, lo que le daba la fuerza para continuar, Edward.

 

El pequeño corrió aún más fuerte al ver que su Coronel le sonreía desde la puerta de la milicia. Sus piernas desfallecían, casi no podía moverlas, pero aún así, haciendo un esfuerzo sobre humano, lograba correr cada vez más rápido. No pudo pensar sus acciones, solo lo hizo. Al llegar lo abrazó, ya sin importarle nada.

 

Roy quedó estático al ser abrazado por el pequeño, que lloraba desconsoladamente. También lo abrazó, aunque de forma paternal. Le infundió calor, lo que hizo que Ed dejara de llorar. Luego le levantó el mentón y con una sonrisa le dijo:

-Entremos, ¿sí?

 

Edward se corrió rápidamente, otra vez la cordura hizo aparición en su mente. Escuchó las palabras del Coronel, mientras se derretía con la sonrisa de este. Luego asintió con la cabeza y entró, aunque esta vez muy lejos.  

 

Roy suspiró, se había ilusionado en vano. Edward no lo amaba, solo necesitaba contención. De todos modos lo había abrazado, y con eso se conformaba. Al entrar, se sentó en el sillón y le hizo señales a su amor, pero este se quedó estático. Miraba con pena, casi a punto de llorar de nuevo, un montón de papeles que tenía en la mano. Se levantó curioso, para darse cuenta de lo que eran. El informe. Tenía muchas gotas y la letra se borraba lentamente, pero, de todas formas, era imposible arreglarlo.

 

Edward comenzó a sentir la respiración agitada, el informe que había protegido casi con su vida estaba arruinado. Todo su trabajo, hecho cenizas. No le hubiera importado, de no ser que era para Roy. Le había pedido algo y, ¡miren en qué condiciones lo traía! Se sentía inútil.

-Y yo que me había esforzado tanto –suspiró casi en un susurro, aunque de manera inconsciente.

De pronto sintió una mano en la cabeza, que lo acariciaba con ternura. Levantó la vista para encontrarse con la cara sonriente de su Coronel. Este tomó el informe y le dijo:

-No puedo creer que pensaras siquiera que ibas a mantenerlo seco todo el viaje...

-Lo intenté –susurró el rubio con pena, pero sintió como la mano pasaba por su mentón, acariciándolo suavemente.

-Lo sé –le respondió con ternura.

Edward sonrió, las caricias que recibía eran acogedoras. Nunca había sentido la mano de su Coronel, si no era con sus guates, por lo que aquello le produjo un gran placer.

 

Roy podía sentir los sedosos cabellos rubios del muchacho, aunque su idea era tan solo consolarlo. No pudo resistirse, por lo que bajó a tocar su piel suave. Era una sensación hermosa, y más aún cuando notó que su compañero también lo disfrutaba. Estaba sonriendo, con los ojos cerrados, de una manera muy placentera. Estuvo a punto de bajar más, cuando notó algo que lo hizo enojar.

-¡Edward! –le gritó -¡Estas todo mojado! (Solchi: Me esperaba otra cosa u.u)

-Es que cuando salí no llovía –se excusó el muchacho, aunque se lo notaba algo molesto, tal vez le estaban gustando demasiado las caricias.

-No hay peros... sácate esa capa –le dijo, mientras se deshacía de su cazadora y se la daba.

-No hace falta... –murmuró el rubio.

-Claro que si hace falta, también quítate el chaleco, está empapado...

 

Roy se estaba preocupando por él, y eso le encantaba. Lo miró unos segundos y luego obedeció. Se deshizo de toda esa ropa (Solchi: Icluído del pantalón?; Marü: No, malpensada ¬¬; Solchi: u_u) y vio como Roy también se sacaba el chaleco militar. Luego, con mucho cuidado, este se lo puso con delicadeza. Este acto le sacó el frío que tenía, aunque temió pensar que no fuera por la ropa.

-¿Mejor no?-le preguntó

-Si –susurró- ¿Pero y tu?

Solo llevaba su camisa, que le quedaba demasiado bien. No pudo evitar sonrojarse un poco.

 

-Yo estoy bien –le contestó Roy.

Notó el ligero rubor de Edward, pero decidió hacerse el que no. Ed se veía tan hermoso, que empezó a dudar de su auto-control. No, si algo pasase, no sería por la fuerza. Siguió bajando por su ropa hasta llegar a los zapatos.

-Ahora las medias y el calzado –ordenó

-Si señor... –bromeó en susurro el chico, lo que provocó una sonrisa en el morocho.

Este se sacó sus medias, que por suerte estaban limpias, y se las colocó, a pesar de que el rubio intentó decirle que él podía solo. Pero el piso era de cerámica, por lo que estaba muy frío.

-Si te dejo así te resfriarás, no puedes pisar el piso congelado, ven sube –le dijo, ahora que estaba sentado en su silla (Marü: Aprovechado...).

-¿Donde? –preguntó el pequeño de manera ingenua.

-Pues arriba de mis piernas, ¿dónde más? –le contestó con una sonrisa (Marü: En los sillon...; Solchi: Shhh que sino arruinarías el momento ¬¬).

 

-¿Arriba de tus pier...? –intentó preguntar el rubio, pero sintió como Mustang lo tomaba por la cintura y lo apoyaba en el lugar mencionado antes.

No se podría decir que lo tenía sentado, más bien lo tenía sobre sus brazos, como si lo acunara. Era tan extraño... ¡y le gustaba tanto!. Edward, en un impulso, rodeó con sus brazos el cuello de Roy e intentó acercarse a su rostro.

-Roy... –susurró el pequeño al estar a pocos milímetros –Yo...

Pero hubo algo no lo dejó terminar. Roy lo miró con extrañeza, pero tan solo porque todo había sido muy repentino. Edward bajó los brazos e intentó levantarse, ya lo entendía bien, Roy lo no quería.

 

A Mustang le sorprendió el acto repentino del muchacho, pero cuando estaba punto de corresponder lo que seguramente sería un beso, vio como el chico se alejaba deprimido. Entonces comprendió su error, había desperdiciado su única oportunidad. Ed logró levantarse, ¡pero él no iba a dejar así! Lo tomó de la muñeca y lo jaló hacia él. El rubio lo miró extrañado.

 

De nuevo estaba sobre sus piernas. La acción repentina lo había tomado por sorpresa, por lo que, gracias a la falta de equilibro, se encontraba incrustado el pecho de su Coronel. El rubor en sus mejillas había aumentado considerablemente, y lo hizo aún más luego de que este le preguntó:

-No tengas miedo, dime que pasa.

No podía hablar si lo miraba a los ojos, por lo que se quedó con la cabeza allí, un lugar muy placentero. Debía hacerlo, o nunca tendría otra oportunidad.

-Roy... yo... no quiero sentirme solo... te quiero mucho... necesito a alguien que me quite mi soledad... no tengo a nadie... absolutamente a nadie... te amo... quiero tenerte a mi lado... –admitió el pequeño en susurro, para que su Coronel no lo escuchara, pero falló de todos modos.

Pero el morocho no le respondió. No realizó ningún movimiento. Edward solo sentía la respiración acompasada de este, por lo que elevó la vista. Ese era el momento. O estaba en Shock, o feliz.

 

Roy sintió una punzada de alegría en su pecho, Edward lo amaba... y él también. Tal vez su relación podría funcionar. Al ver que Ed levantaba la vista, le dedicó una sonrisa llena de ternura. Este abrió los ojos como platos y lo miró emocionado.

-¿Entonces tu también me quieres? –preguntó con timidez.

-No –le respondió Roy, viendo la reacción del rubio, para luego agregar –Te amo con todo mi corazón.

Lo tomó del mentón y se besaron, aunque sin profundizarlo. Sus labios se tocaron lentamente. Luego Edward lo tomó con sus manos por el cuello, dejando así al morocho libre de tomar su cintura. Pero los buenos momentos son los más cortos, y los humanos necesitan oxigeno para vivir, por lo que se separaron (Solchi: Mala... u.u; Marü: Muajaja).

 

Ed se acurrucó en el pecho de su nuevo amante, y este lo siguió tomando de la cintura, para acercarlo más a su cuerpo. Si, él pensaba que estaba solo, pero no, siempre hubo alguien a su lado y, por fin, este se lo hizo notar. 

 

La lluvia no dejó de caer, pero a ellos no les importaba. Ya ninguno estaba solo, sino que, en cambio, se encontraban con la persona que anhelaban...

 Fin

Notas finales: Marü: Espero que les halla gustado y dejen Rewiers!!!
Solchi: Matenla con los rewiers se los suplico!
Marü: ¬¬

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