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Somewhere I belong. por Jackie

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Notas del fanfic:

Advertencia: Este es un fic del tipo original yaoi lemon, lo que quiere decir relaciones chico-chico y algunos párrafos de relaciones explícitas; si no es de su agrado este tipo de lectura, por favor no sigan. Homófobicos y similares, por favor abstenerse.

Notas del capitulo:

Hola a todos!!..después de dos largos años, casi tres...de bloqueo artistico completo decidí postear esto que tenía casi guardado. Trabajo, Familia y un hacker que se adueñó de mi antiguo correo electrónico,  me alejaron por bastante tiempo de mi pasión, que he decidido volver a retomar. Espero que les guste,

 Cariños

Jackie

P/D: Micka, te extraño, perdóname!

 

 

No podía llorar.

Hacía mucho tiempo que había dejado de llorar. Desde el día en que su madre se había desconectado del mundo...desde el día en que lo había atacado con ese cuchillo que le había destrozado el rostro. Sabía que no había querido hacerlo a propósito....pero le había dolido tanto como si fuera la peor de las traiciones...le había hecho sangrar el corazón.

 

El silencio de Marlyn comenzó cuando descubrió que el hombre, al cual amaba profundamente, tenía una vida aparte de la que compartían juntos. El darse cuenta de que miles de veces había sido usada había sido demasiado para ella. Por ello en un rapto de ira, intentó matar a su hijo...sólo pudo herirlo profundamente en la mejilla izquierda, dejándolo marcado de por vida. La depresión fue el siguiente paso..y de allí no salió jamás. Sólo vivía sentada en un sillón que daba a la ventana, mirando el vacio, observando como todo seguía su curso. Cam no podía hacer nada por ella...Dios! tan sólo tenía trece años y descubría que aquel que llamaba papá era sólo una ilusión.

De la noche a la mañana, Cam se convirtió en adulto y tomó en serio sus responsabilidades durante los años subsiguientes. Con mucho ingenio, evadió el asecho constante de los agentes de Servicios Sociales; él sabía que si se enteraban de su situación lo enviarían a un orfanato, por lo que siempre se  cuidó bien de ello.

No obstante, tiempo después se dio cuenta de que él no podía dejarla sola cuando iba a estudiar o a trabajar....y fue entonces cuando tomó la decisión más difícil de toda su vida: dejarla en una institución. Los gastos médicos para alojarla allí eran altos pero él quería lo mejor para ella....para su madre...para la única persona que le quedaba en este mundo.

Terminó la secundaria antes y tomó dos trabajos para poder mantenerse y pagar las cuentas, al tiempo que por las noches iba a la universidad. Su esfuerzo le valió para una beca, que se gastaba en pagar la clínica. Y ahora, con dieciocho años, le faltaban cuatro materias para recibirse y trabajaba para una empresa de seguridad informática.

 

A pesar del esfuerzo de los médicos, su madre nunca se recuperó y los últimos días que Cam fue a visitarla, parecía ir de mal en peor. La enfermedad fue destruyéndola por dentro.comía sus recuerdos y la despojaba de todo...convirtiéndola en un ser sin alma. Lentamente su ser se fue apagando hasta que una fría noche de finales de verano, hacía tan sólo dos semanas atrás, el director de la clínica le informa que su madre había fallecido. Un descuido de uno de los enfermeros produjo que pudiera hacerse de un frasco de pastillas y para cuando se percataron de ello, era muy tarde, Marlyn Johannson yacía sin vida sobre su cama.

 

Una ráfaga de viento frío lo trajo a la cruda realidad. Ya no le quedaba nada en este mundo por lo cual ser feliz.

Felicidad.

Tenía vagos recuerdos de esa palabra en su mente....le recordaban fragmentos de su niñez...pero ya en su vida adulta, le parecía una palabra sin sentido. Miró a su alrededor y vio que era el único delante de esa tumba sencilla. Con un gesto de pesadez y tristeza, tocó por última vez el nombre de su madre grabado en piedra y se alejó de allí.

El camino hacia la carretera era largo....y el frío no le importaba tanto...pero fue allí cuando lo vio....aquel chico rubio acompañado por el hombre de cabello negro era igual al de la foto que su madre le había dado. Dio dos pasos pero no pudo moverse por la emoción de haberlo encontrado...había encontrado a su hermano.

Quiso acercarse a saludarlo, pero cuando pudo moverse ya se había ido. Memorizó la matrícula del coche, un BMW azul último modelo. No sería difícil encontrarlo.

 

****************

 

El olor era espantoso. Penetrante. Sin fin. La oscuridad era su refugio, y sus recuerdos eran su salida, su escape de la locura. Hizo una seña especial y siguió caminando a través de esa selva húmeda, en medio de una oscuridad absoluta con la certeza de que la retirada iba a ser bastante difícil. Cada paso en esa jungla era complicado; el agua que se le metía dentro de las botas daba a entender que la lluvia no iba a parar. Mientras avanzaba no podía evitar pensar en la última vez que había estado en un lugar como ese y, maldita sea la vida, aquella vez no había terminado nada bien.

Pero esta vez era diferente, no estaba con un grupo de marines interesados en sí mismos...estaba con sus hermanos del alma: Lance y Hawk.

 

- Maldita sea, Hawk...cuanto falta para el punto de encuentro?- preguntó Jack susurrando a través de su transmisor.

 

-Un par de kilómetros...no te quejes, cariño.- fue la respuesta que escuchó.

 

-Vaya...tu mujer debe estar ablandándote...ya no dices malas palabras, tío- musitó ocasionando una serie de risas ahogadas, ya que la radio era abierta, es decir, todos podían escuchar la conversación.

 

-Mi mujer es una dama, tío.- replicó Hawk sonriendo un poco al recordar a su esposa, pero inmediatamente se puso serio.- La herida del embajador sigue sangrando?-

 

- No...ya ha parado.- respondió Lance por el transmisor.- Pero no tiene buen semblante...tal vez si nos apuramos, señoritas...-

 

-Tal vez...maldito.- un ruido los hizo detenerse.- Iré a ver...esperen...- musitó Jack al tiempo que él se acercaba hacia donde había percibido el ruido.

 

Sus compañeros quedaron en la retaguardia mientras él se deslizaba sobre el suelo como una sombra y acababa con la vida de un rebelde escondido en el follaje. Apareció otra vez y con otra seña distinta indicó el camino a sus compañeros y a pesar de usar miras nocturnas, Jack prefería seguir sus sentidos pues para él eran más útiles que cualquier tecnología.  Un quejido los detuvo y todos se agacharon al mismo tiempo, inclusive al rehén rescatado que llevaban con ellos. El quejido se volvió a repetir y de la jungla salió un sujeto vestido de negro al igual que ellos.

 

-¿Hace cuanto tiempo que esperas aquí?- le preguntó Lance, luego de que todos suspiraran de puro alivio.

 

- Unos cinco minutos, pasaron unos tipos que no eran ustedes, pero ya me hice cargo de ellos.- Aderik les sonrió y luego agregó.- Ya está todo listo...vamos.-

 

Diez minutos después se alejaban del lugar en un helicóptero del tipo Apache escuchando a sus espaldas las detonaciones de los explosivos, que Aderik se había encargado de colocar.

El helicóptero aterrizó en un descampado a cien kilómetros y luego de dejar su carga salió con rumbo al portaaviones al cual pertenecía. El grupo se movió hacia un hangar escondido por la jungla pues allí los esperaban distintas personas.

 

Jack estaba cansado y algo deprimido; al ver como la esposa del embajador besaba y abrazaba a su esposo, le dio una puntada de envidia y anhelo que no pudo controlar. Fue hacia unos vestuarios, junto con sus compañeros  y allí  se duchó rápidamente, cambiándose su ropa de camuflaje por ropa de civil: unos jeans, una remera azul y unas zapatillas de descanso.

Mientras esperaban al helicóptero piloteado por uno de los hombres de Aderik, miles de pensamientos invadieron su cabeza, y todos tenían el mismo denominador: se sentía solo....sentía que le faltaba algo.

Miró hacia donde estaban sus compañeros y vio en sus rostros la expectación de volver a casa para estar con el ser amado y él deseó sentir eso también...ansiaba experimentar la misma sensación. No hacía mucho tiempo que Aderik se había casado, con ceremonia y todo en la casa de la playa. Allí se había enfrentado a aquello que trataba de ocultar: su soledad. Las promesas de amor hechas por parte de Aderik y Sven se habían quedado grabadas en su mente, como así también las miradas de felicidad que se regalaban todo el tiempo. Él quería eso....y más.

 

La vida no había sido particularmente generosa con Jackson Henry Rauwerd, o Jack, como prefería que lo llamaran sus amigos. Sus padres habían  muerto en un accidente automovilístico cuando él tenía tan sólo seis años, por lo cual quedó al cuidado de una familia que no lo quería. Año tras año soportó vivir en un lugar en donde no era más que despreciado y odiado, hasta que antes de cumplir los quince ya había ingresado, gracias a un permiso especial solicitado por su padre adoptivo, al ejército. A partir de ese momento siguieron cuatro años de duro entrenamiento militar en distintos campamentos secretos alrededor del mundo...y allí aprendió a volver su ira algo más productivo, algo más real y le enseñó a ser más disciplinado. Sus habilidades especiales demostraron que era capaz de dar más, y fue entonces cuando se convirtió en parte de un grupo elite, que realizaba operaciones encubiertas. Hubiera seguido con su carrera en la milicia sino fuera porque fue capturado por unos traficantes de armas durante una redada en un lugar remoto de Asia.

 

 

Lo torturaron y mucho para que él delatara la posición de sus compañeros, sin embargo él no los delató y así  logró salvar sus vidas, sin darse cuenta de que había firmado su propia sentencia de muerte.

Cuando creía que su vida ya no valía nada, fue rescatado por un comando especial en el cual se encontraba quien luego sería su jefe. Él juró nunca olvidarlo, y le prometió que haría lo que fuera para devolverle el favor.

Meses después, aún estando en el hospital recuperándose de sus heridas, un oficial llega a verlo con una carta, en la cual se especificaba que había sido dado de baja por arriesgar una operación secreta en un país no aliado. ¿Arriesgar? Lo único que había arriesgado había sido su pellejo, lo cual no le había importado a nadie, ni siquiera a sus compañeros.

 

Aquello no lo preocupó y en cuanto salió del hospital comenzó a trabajar por cuenta propia, realizando el mismo trabajo que antes, pero esta vez con mejor paga. Y  siguió así, por más de tres años,  hasta que aquella persona que salvó su vida hizo contacto con  él y le hizo una propuesta: necesitaban alguien como él para formar parte de un grupo secreto de soldados especializados que trabajaban para destruir grupos terroristas, para capturar prófugos de la INTERPOL y rescatar victimas de secuestros....todo aquello bajo la cubierta de una agencia de seguridad.

 

Primero se largó a reír como si fuera el mejor chiste que le hubieran contado en su vida y luego aceptó una tarjeta. Pasaron dos días desde aquel encuentro hasta que una madrugada llego un grupo de encapuchados a su departamento y lo secuestraron, llevándolo hacia un galpón abandonado en las afueras y de una forma mucho más cortes que la que mostraron al traerlo, le explicaron porque necesitaban a alguien como él.

Su porte. Sus conocimientos acerca de sistemas informáticos de seguridad. Su impecable carrera militar. Su inteligencia. Su astucia. Sus contactos en el mundo. Su capacidad de controlar sus emociones.

 

Jack ladeó su cabeza un poco y les preguntó contra quien tenía que luchar....y ellos le mostraron quienes eran sus enemigos y que hacían. La sucesión de diapositivas contra la desnuda pared de cemento lo asqueó, pero se controló....hasta que vio la imagen de un niño....que había sido asesinado por un psicópata...algo dentro de Jack se removió y sin dudar aceptó la propuesta...haría lo que fuera por librar al mundo de bastardos que se atrevían a manchar la inocencia de niños indefensos.

Luego de unos meses de entrenamiento, comenzaron las misiones....y descubrió que no había perdido su habilidad de trabajar en equipo...y también descubrió que a veces, lamentablemente, era necesario matar para salvar vidas...cada misión era su mundo...cada vida salvada era su orgullo....y lo ayudaba a sobrellevar su soledad.

Unirse a la agencia de Aderik Eindhoven era la mejor decisión que había tomado en su vida. Y luego de cuatro años,  le traía grandes satisfacciones, que anhelaba compartir con alguien especial. Jack confiaba en Aderik y en sus demás compañeros y amigos. Eran su familia. Su vida. Por ellos se entregaría a la muerte sin pensarlo. Sus lazos de hermandad iban más allá de toda comprensión. Y ellos conocían su vida, lo que había sido y lo que era.

 

No obstante, se sentía solo. Ansiaba compartir con alguien todo aquello que poseía, porque a pesar de dar el aspecto de un tipo duro y a veces un tanto despreocupado, dentro suyo era un romántico empedernido. Sus bromas en momentos de tensión o de peligro aligeraban el ambiente pero ocultaban el gran corazón que poseía. Quería ese amor que veía en los rostros de sus amigos, quería ese amor por el cual sacrificaban y comprometían sus vidas.... estaba más que listo para recibirlo. Lo había esperado toda su vida...y en parte sentía que lo merecía.

 

-Jack?- los ojos grises de Aderik lo buscaron y sonrió triste al encontrar aquello que ya no podía ocultar.- Una misión nada fácil, eh?-

 

-Si..Demasiado complicada.- admitió por primera vez para sí mismo y para los demás.-..No me siento bien...-

 

- Vaya...nunca te había visto así antes, amigo.- dijo Aderik mientras miraba llegar al helicóptero.

 

-Es que nunca antes había estado así.- se rió un poco y agregó.- Es una maldita ironía....es un vacío que me está matando...-

 

 

El ruido de las aspas del helicóptero quebró el silencio que había reinado en el lugar. Sin esperar a que se quedaran mucho tiempo en tierra,  subieron rápidamente todos los equipos y el grupo en el helicóptero, que partió rumbo a una base naval. Para Aderik, Lance, Hawk y Jack aún les esperaba un viaje largo en avión....pero esta vez, Jack no estaba impaciente por llegar a casa....pues no quería ver que allí no habría nadie para recibirlo.

........

 

 

Notas finales:

Continuará...


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