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Esperanza por vegenisennawa

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Notas del fanfic:

Hola a todos:

Primeramente, todo lo relacionado a Saint Seiya le pertenece a Masami Kurumada y a Toei Animation.

Bueno, espero escribir bien una tercera historia (la primera está en fanfic.es con mi mismo nick, por si gustan leer).

Me inspiraron muchos fics, pero en especial el de "¿Seika shika?" de Valsed, quien me inspiró.

Pero, la idea es totalmente diferente, solo me llamó la atención el uso de los vampiros.

Bueno, lean, comprueben, y disfruten otra de mis locuras.

Nos vemos!! ^^

Notas del capitulo:

Hola a todos:

Este es el inicio de un fic que me trae en la cabeza.

Espero les guste.

1812. Francia.

   En una taberna del bajo mundo, dos hombres encapuchados caminan rápidamente hacia la barra. En ese lugar, hombres y mujeres se divertían de manera desenfrenada, imperando el libertinaje.

   Los hombres no tomaron atención a ésto, y esperaron pacientemente al tabernero, que parecía tener malos modales.

-¡¿Qué quieren?!- Dijo con ronca voz. Aunque los dos hombres usaban capas oscuras largas que arrastraban en el suelo y máscaras negras sin expresión; el barman, ni las personas encontradas ahí, al parecer, no les había parecido raro.

-Queremos ver al señor Saga. -Dijo uno de los encapuchados.

-¡¿Con qué derecho?!

-¡Con éste!- El otro ser cubierto sacó, con su mano también cubierta por un guante negro, un dije de una estrella.

-Señores, disculpen mi atrevimiento.- El tabernero salió de su puesto y dirigió a los hombres ocultos a una puerta, abriéndola, inclinándose ante ellos. -Pueden pasar, mis señores.

   Las sombras pasaron cerrando la puerta tras de sí. Al parecer, las túnicas estaban manchadas con un rojo carmín bastante gastado, y uno de ellos parecía abrazar algo.

   La sala era amplia, finamente decorada, aunque todo ahí era sombrío, dando un ambiente tétrico. Pero, al parecer, se sentían muy confortados en ese ambiente.

   Las sombras se arrodillaron ante un hombre que estaba sentado en una silla del estilo Luis XV. Él era alto, con una fisionomía fuerte, pero estética. Su cabello azul oscuro era atado por una cinta negra, que hacía un buen juego con su elegante vestimenta.

-Amo Arles.- Contestaron las sombras, inclinando sus cabezas hacia el piso. Se veían tétricas esas figuras, pero su voces eran dulces y melodiosas, como las de unos niños.

   Arles Kanon, mejor conocido en el mundo de los negocios como Saga Kanon, se acercó a ellos, y se inclinó, para así estar a su altura y levantar con delicadeza sus rostros, que, aún por estar cubiertos por esas misteriosas máscaras, sabía que eran agradables ante él.

-Bienvenidos, hijos míos.- Arles se levantó e indicó que ellos también lo hicieran, aunque no le obedecieron.

-Sentimos decirle que fallamos la misión.- Una de las sombras habló, notándose en su voz un timbre de miedo.

-Solo pudimos recuperar uno de los amuletos.

-Hijos, sé que esa fue una falla, pero no es para alarmarse.

   Una de las sombras, la que parecía que abrazaba algo, sacó un brazo que había sangrado. En sus brazos tenía enrollada una fina cadena que terminaban en un pequeño garfio afilado que, al parecer, no le hacía daño. Tomó uno de ellos, y empezó a cortar los dedos del brazo mutilado, sacando de la palma una pequeña esfera de color púrpura que se había manchado de sangre. El hombre la limpió con su capa, y se la entregó a Arles con una reverencia.

-Al menos, sabemos que el dominio de nuestro mundo está en equilibrio.- Arles observó la esfera, hipnotizándose con ella. Después, la colocó en una pequeña caja dorada, guardándola dentro de su traje. -Pero, no tuviste que cortarle el brazo a tu víctima.

-Lo siento señor,- La sombra se postró ante su señor. -pero, no me dejó otra opción Camus.

-¿Es el brazo de Camus?

-Sí, amo. Él se resistía a dejar el amuleto, por lo que tuve que asesinarlo. Y, como los músculos de su mano estaban tensos, decidí cortarle el brazo con su espada.

   Arles tomó a las sombras, ayudándolas a levantarse, y se quitaron sus capuchas, aunque no sus máscaras. Uno de ellos, el que le había entregado la estrella al tabernero, tenía el cabello azul cielo, casi asemejando al mar, que se le alborotaba levemente, brillando con la escasa luz. El otro, quien llevaba el brazo, tenía su pelo de color verde, asemejándose al esplendor de las esmeraldas, llegándole casi al hombro.

-Mi querido Shun. No tenías que haberlo hecho, pero admiro tu coraje y tu sangre fría. Y a ti, Sorrento, tu habilidad.

-Gracias, amo.- Contestaron ambos.

   Arles acarició con ternura sus cabellos, e indicó que se quitaran sus máscaras. Así lo hicieron, mostrando unos rostros inocentes, de no más de quince años.

-Amo,- Habló Shun.-si desea, puedo dejarle el brazo como trofeo.- La voz del joven era dulce y armoniosa, contrastando con las palabras antes dichas.

-No, Shun. Puedes quedártelo.

-Gracias mi señor.

-Pueden retirarse a descansar. El amanecer se acerca, y no quiero que les pase algo malo.

   Los tres se dirigen a una puerta que se encontraba atrás de la silla, oculta bajo diversos tapices. Al terminar de entrar, cierran la entrada, quedando oculta ante el ojo de los demás.


2001. Japón.

-¡Qué bien! ¡Qué bien!

   Un joven con rubia cabellera corre feliz ante su tutor, Aioros, que lo ve sorprendido.

-¡¿Qué pasa, joven Hyoga?!

-¡Me aceptaron! ¡Me iré a Alemania a estudiar!

-Me alegro, joven.

-Señor Aioros, eso significa que volveré a ver a mi hermano, y...- Un tono de tristeza salió de la voz de Hyoga, al ver a su maestro de tantos años tan sereno.-y... no lo volveré a ver.

-Hyoga,- Aioros abrazo al chico, que tenía 17 años. -No lo dejaré. Estaré en Grecia, le hablaré por teléfono. Le mandaré postales y mensajes de correo electrónico. No se preocupe, seguiré siendo su tutor.

-¿Seguiras siendo mi amigo?

-Por supuesto. Y, ¿qué estudiará?

-Ingeniería electrónica.

-Y... ¿seguirá haciendo travesuras?

   Al decir eso Aioros, Hyoga no pudo contener su pena, pues les había causado problemas a los trabajadores de su casa al modificar los aparatos electrónicos que ocupaban. Hasta instaló un control inalámbrico a la podadora, lo que causó que el jardinero renunciara. No era mal intencionado, pero a veces las bromas dejaban de ser inocentes.

-No lo sé. Pero, no seré una amenaza a la humanidad.

   Ambos rieron ante el comentario, y entraron a la casa para ir preparando los papeles. Hyoga no quería hacerlo en ese momento, pues era un día soleado, y tenía ganas de ir a nadar. Pero Aioros de lo impidió, pues era de la idea de que "no dejes para mañana lo que tengas que hacer hoy".

Notas finales:

Gracias por leer, y disculpen si el capítulo es muy largo.

Y, no me asesinen... tanto... XDD

Nos vemos!!!

P.D.: Si tengo faltas de ortografía, háganmelo saber, por favor. ^^


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