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A café y películas de acción por aisatnaf

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Al principio, Lucía piensa que es una broma de mal gusto (de muy, muy, muy mal gusto).

 

Porque en una esquina apartada de su cerebro, en esa donde guarda las cosas poco importantes, ella recuerda haberle dicho a Sofía que no le gustan las películas de acción porque son muy ruidosas y poco sustanciales.

 

Por eso no se enoja cuando abre la puerta de su casa ese sábado por la noche y se encuentra de frente con un rostro pecoso y una sonrisa lasciva que siempre la incita a hacer cosas malas. Precisamente, porque está aburrida y algo rápido e indecente ahora que sus padres no están y el sillón de la sala está recientemente tapizado, no le vendría nada mal.

 

Cuando comienza a preocuparse, es en el momento en que va a tomarla de la nuca para besarla y Sofía solo corre el rostro y dice, con aquel tono de misterio que siempre le ha molestado y alargando las palabras, que van al cine.

 

-¿Ah?

 

-Lo que oyes, han estrenado Batman y me han dicho que Christian Bale aparece sin camisa.-dice y tiene el descaro de sonreír. Entonces Lucía se separa, cruza los brazos sobre el pecho y frunce el ceño.

 

-No sabía que te gustaban los hombres.

 

No es que sea celosa, claro que no, pero si está teniendo sexo con alguien a quien le gustan los hombres, cree que mínimo debería saberlo. Está pensando en todo eso, cuando la risa explosiva de Sofía la distrae.

 

-¿De qué te ríes?

 

-Vamos, Lucía, creo que te he demostrado de sobra que me gustan las mujeres.-y es ahí cuando se sonroja.-además, bien que pueda ser lesbiana y Christian Bale un cabrón, pero hay que aceptar que el hombre está como quiere.

 

Y la discusión de Bale y sus camisas queda hasta ahí.

 

Van al cine cuando termina de cambiarse. No deja nota por ninguna parte porque generalmente (y aunque a sus padres les moleste) siempre salen juntas los fines de semana, a pesar de que solo sea a jugar al hagamos cosas interesantes tras los arbustos y detrás del auto, pero eso ya no es importante.

 

Cuando suben al auto, la falda de Lucía se desacomoda y siente la mirada de Sofía en sus piernas desnudas. Sonríe por el simple hecho de notar la manera en que se muerde los labios, y antes de que pueda abrir la boca, Sofía ya ha encendido el auto.

 

-¿Sabes? Pensé que te había dicho que no me gustaban las películas de acción.

 

Sofía sonríe al escucharla, pero no voltea a mirarla. A Lucía en verdad le sorprende la concentración que le pone a todo ese asunto de manejar. Por eso ella prefiere ir en metro a todas partes, así no se complica la vida.

 

-Lo sé, pero ya te he dicho que Christian Bale lo vale.

Y no vuelven a hablar hasta que paran en el tercer semáforo en rojo.

 

-¿Qué ocurre, Sofía? De verdad que no entiendo por qué no has hablado en todo el camino.

 

-Me estoy concentrando, ya sabes que la precaución es lo primero.-eso Lucía no se lo traga ni con leche de chocolate, y eso que le encanta.-ya has visto en las noticias que los accidentes de tráfico abundan estos días.-entonces ahí, en el momento en que Sofía termina de hablar, es cuando Lucía se enoja.

 

-Eres estresante.-dice y le da la espalda, mirando por la ventanilla. Entonces en su reflejo, puede ver perfectamente la manera en que Sofía sonríe.

 

-Lo sé.-dice y Lucía no puede evitar soltar un gruñido, pensando que ese es el semáforo en rojo más largo de la historia de los semáforos en rojo.

 

Cuando logran llegar al cine, es tan tarde que ya no quedan boletas para Batman. A Sofía le dan dos paros cardiacos y un ataque de asma antes de llegar al auto y ella, por su parte, piensa que dar como solución ver Kun Fu Panda no es una muy buena idea, a pesar de que Po sea extremadamente tierno.

 

-Bueno, creo que tendrás que ver a Christian Bale sin camisa otro día.

 

-Si fueras una buena novia, no te burlarías de mí como lo estás haciendo.

 

-Si no lo hiciera, cariño.-Sofía frunce el ceño por el mote cariñoso.-no podría llamarme novia.

 

Después de eso, suben al auto en silencio y la falda de Lucía vuelve a desacomodarse. Intenta arreglarla, pero siente la mano de Sofía sobre su pierna.

 

-No, me gustan tus piernas.-y no se vuelve a hablar nuevamente del tema, aunque a Lucía se le erizan todos los pelos del cuerpo con el contacto y Sofía lo nota.- no me digas que...

 

-No quiero hablar del tema.

 

Mira hacia la ventanilla, pero vuelve a notar la mano de la chica a la que le gusta Bale pero no los hombres subiendo por su muslo y aún sin mirarla, puede sentir su mirada sobre ella.

 

-¿Estás segura?

 

Tiene ganas de decir que no y darle permiso para que le haga lo que sea en ese momento, pero están en el estacionamiento de un cine y follar frente a tantas personas no está en su lista de cosas antes de morir.

 

-No.-susurra y le cuesta más de lo que pensaba.-pero estamos en un cine.

 

-Eso lo puedo arreglar.

 

Y antes de que Lucía pueda decir queso, Sofía está estacionando en uno de esos callejones donde nunca pasa nadie después de media noche y la está arrastrando a la parte de atrás del auto.

 

-¿Quieres saber por qué no hablé en todo el camino?-jadea mientras le besa el cuello. Lucía solo puede asentir.-porque, Dios, no sabes como me ponen tus piernas.

 

-Pensé que era porque te estabas concentrando.-intenta decir lo más decente que puede al mismo tiempo que le desabrocha el sostén.

 

-Si.-Sofía le besa los pechos y se frota contra ella de tal manera que a Lucía le duele todo el cuerpo.-concentrándome en no follarte ahí mismo.-y antes de que vuelva a besarla en la boca, Lucía siente la manera en que el corazón se le contrae y todo lo sólido que podía haber en su cuerpo antes de es momento, se vuelve líquido de manera inevitable.

 

Y es ahí cuando pasa.

 

En su relación, Sofía es siempre la que lo hace todo. La que paga la cena porque ella es tan despistada que siempre deja el bolso en casa. La que la incita a hacer cosas imposibles en partes más imposibles aún y la que la besó en el baño de un centro comercial aún sin conocerla hace ya demasiado tiempo.

 

Entonces Lucía decide, mientras se sienta a horcajadas sobre la otra chica, que ella es la que quiere, la que necesita hacer que Sofía tiemble de placer en ese momento.

 

Le saca la camiseta sobre la cabeza frente a su cara de perplejidad y le lame el lóbulo de la oreja antes de pasar a sus pechos.

 

-Voy a hacer que sudes mi nombre, Sofía, te lo juro.-y baja por su abdomen hasta llegar al botón de sus pantalones. Los desabrocha y hace que eleve las caderas para poder dejarlos sujetos a sus rodillas.-vas a pagarme todos los calentones de estos años. Voy a hacer que te corras como nunca antes.-aparta la ropa interior un poco agresivamente y la mira sonriente antes de abrirle las piernas y lamer. De arriba a abajo, como una montaña rusa.

 

-Lucía, joder.-oye decir antes de que flexione las rodillas y le tome el cabello con las manos.-hazlo, Dios, hazlo.-jadea mientras hecha la cabeza para atrás y tiembla por todas partes.  

 

Para ella, Sofía sabe al café que se toma por las mañanas y a películas de acción.

 

No sabe por qué, pero le gusta todo eso. Lo del auto, lo de las manos en su cabeza y lo de que no necesiten nada planeado para tener sexo del bueno.

 

Porque tal vez a sus padres no les guste demasiado que sea como es porque ellos esperaban que se relacionara con un buen muchacho que pudiera mantenerla, y no con una chica que tiene problemas con el alquiler y una obsesión grave con follar en cualquier parte.

 

Pero está todo bien, si le preguntan.

 

Sofía se corre con las manos en su pelo y con ella dentro suyo. Siente un sabor extraño en la boca, pero piensa que es algo bueno si jadea de aquella forma.

 

Respiran agitadas. Sofía aún no se ha recuperado del todo para poder hacer algún movimiento, pero tiene la suficiente fuerza para hablar.

 

-Joder, Lu, si me dices que esto lo has aprendido en un libro, juro que te mando al infierno de una patada en el...  

 

-Cállate un rato, señorita no me gustan los hombres.

 

Lucía atrapa con la boca la réplica de Sofía mientras posa las manos en sus caderas.

 

Y cuando Sofía la lleva a casa y la despide con uno de sus besos de cita perfecta en la puerta, Lucía imagina que el sabor en su boca no se le va a ir en mucho tiempo.


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