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FUTURE por Supa_Mame

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Notas del fanfic:

Hagane No Renkinjutsushi le pertenece a Hiromu Arakawa.

El reloj marcó exactamente las doce de la noche, las nubes no opacaban el cielo manchado de estrellas y la luna estaba demasiado grande, brillando entera en la ciudad. Una casa algo lujosa sen podía ver en una calle poco transitada, su única luz encendida era una baja, probablemente algún estudio.

La lámpara de aceite brillaba cada vez menos, dejando al ocupante del despacho poco a poco en una oscuridad sin remedio. Pasó una pagina, para volverla a regresar, intentando enfocar su vista en lo que estaba escrito en aquel libro, más las letras parecían tornarse borrosas, inclusive podía jurar que bailaban en el papel.

-Creo que estoy muy cansado -soltó Mustang, acariciándose el puente de la nariz, para después cerrar el libro con pesadez -La vista se me está cansando cada vez más rápido...-susurró para si mismo, levantando su mano al aire e intentar enfocarla, pero ésta parecía doble ante sus ojos.

 

La puerta de madera fina, que portaba aquel estudio, se abrió con lentitud tras un fuerte rechinido que no paso desapercibido para el pelinegro sentado en aquella mesa. Un chico de cabello rubio, sujeto en una trenza, apareció en el margen de la puerta con un semblante entre preocupado y molesto.

-Roy, ya es tarde...- Dijo Edward recargando su codo en aquella puerta, haciendo notorio que ya portaba su ropa de dormir y unas pantuflas que cubrían sus pies. -¿No crees que es mejor que sigas leyendo ese libro mañana antes de que acabes con tu vista por la falta de luz?

 

-Edward -soltó Roy al ver al rubio tras el, sonrió a su modo y le dio la espalda al rubio, cerrando su libro con suavidad -Eso no es posible, Ed. Tengo suficiente luz como para que eso pase -acomodó las cosas en el escritorio.

 

-No, a comparación de la luz del día, la que tienes ahora es escasa...- Soltó adentrándose en aquel estudio en dirección de donde se sentaba el coronel. Se recargó en el respaldo de la silla de Roy y recargó su barbilla en el cuello pálido del ya mencionado. Un ligero sonrojo decoró sus mejillas. -Además, no me gusta acostarme en la cama solo...

 

Roy volteó quedando muy cerca del rostro de Edward -¿No te gusta? -preguntó de modo juguetón, besando los labios del rubio superficialmente. Roy Mustang y Edward Elric compartían una relación de un año, con sus pequeñas diferencias, misiones, trabajos y guerras, casi no se podían ver el tiempo que les gustaría, pero cuando tenían una semana libre la gozaban al máximo, salvo esta vez... Roy tenía mucho trabajo de oficina que no podía posponer y sabía que eso Edward lo resentía.

-Vamos a la cama, pues...-soltó para complacer a su pareja.

 

Una pequeña sonrisa no tardó en aparecer en el rostro del rubio quien asintió ante lo dicho por Mustang y le tendió la mano en espera de que así se fueran juntos hasta la habitación que compartían. -Por cierto, dejé el reporte para el Führer junto a tus papeles para que se lo entregues mañana y evitarme problemas...- Decía Edward cuando un bostezo se le escapó de los labios, uno que fue opacado por su mano libre de automail.

 

Tomó la mano con amor, dedicándole al chico esas miradas que únicamente existían para Edward. A lo mencionado por el rubio, Roy movió su cabeza hacia el escritorio -¿En serio? -preguntó, no había visto dicho trabajo. De seguro lo había confundido entre tanto papeleo.

-Está bien... yo se lo mando mañana -aclaró Mustang para tranquilizar a Ed y ambos salir del despacho hacia el cuarto que ambos compartían desde hace ocho meses. Los primeros cuatro habían sido de puro conocerse.

Subieron a la habitación de Mustang, la cual era algo grande, con una cama matrimonial, en la que cabía perfectamente la pareja, un closet largo (de seguro con la ropa de Edward y Roy), el baño era tapado por la puerta a un lado de la cama. Un peinador algo sobrio y el piso estaba alfombrado.

 

Edward tiró gentilmente de la mano de Roy al caminar dentro de aquella habitación hasta la cama. Se giró sobre sus talones hasta quedar frente a él y le sonrió. Levantó su automail y lo llevó a la mejilla izquierda del coronel mientras le acomodaba sus cabellos detrás de su oreja. -Te he notado muy distraído...- Susurró el trenzado.

 

Roy se sobresaltó ligeramente al sentir el frío acero chocar con su mejilla, no lo había visto... no había visto el implante de Edward acercarse. Cerró los ojos unos segundos y después los volvió a abrir, viendo el brazo de metal del chico ¿Qué le pasaba?...

Levantó su mano para acariciar de vuelta la mejilla de Edward, más apenas logró rozarle... frunció con disimulo el cejo... ¿Qué tan lejos estaba Edward de él?...

 

-¿Tienes algo que te esté preocupando y no me haz dicho?- Susurró el rubio al sentir los cálidos dedos de su pareja contra su mejilla. Llevaba días sintiendo un extraño comportamiento de parte de Roy, al principio no le mostraba importancia pero ahora, que era mas frecuente, había comenzado a preocuparse. -Sabes que sea lo que sea, aquí me tienes para apoyarte...

 

-Solo cansancio, Ed... nada más -dijo Roy empezando a cambiarse de su uniforme militar al pijama que siempre descansaba del lado de su cama -Cuando termine esta racha de trabajo estaré menos tenso -prometió cambiándose de una vez -No te preocupes tanto por mi, ¿de acuerdo? -pidió, ya una vez con el pijama puesto, levantando su mano para tomar la del chico que aún permanecía frente a él, pero justo al hacerlo, su mano ni siquiera rozó la del chico...

Roy abrió sus ojos con algo de preocupación... ¿Por qué?...

 

-Aquí está mi mano.- Dijo Edward acercando su mano a la del pelinegro y tomándola con su mano humana para así acariciarla con delicadeza. -Haz de tener mucho sueño que ya ni si quiera puedes tomar mi mano...-Decía con un aire de preocupación. -No deberías desgastarte tanto en el trabajo... no te hace bien...

 

-Bueno... llegar a ser Fuhrer debe tener su sacrificio -dijo sin darle al tema la importancia que merecía -Ya vamos a acostarnos -dijo, mientras destendía su lado de la cama y se acomodaba en ella. No le había dado su acostumbrado "beso de buenas noches" a Edward, tan metido estaba en sus cosas que había olvidado ese pequeño detalle. Se acostó dándole la espalda a Edward.

 

El rubio se quedó parado en su lugar, mirando a Roy acostado en aquella cama. Había algo extraño en él y no era su trabajo... Desvió un poco su mirada al resentir el haber sido olvidado esa noche y sin recibir el beso que tanto le gustaba cuando era de noche. Suspiró silenciosamente y se subió a la cama del lado contrario de Mustang, también dándole la espalda y sintiendo su cuerpo frío sin el calor del mayor rodeándole.

-Que descanses...- Susurró el alquimista de acero.

 

A la mañana siguiente, el sol destelló con fuerza en Amestris, en la casa que compartía la inusual pareja de alquimistas, Mustang intentaba colocarse correctamente su chaquetilla militar, con un pan tostado en la boca, agarraba varios papeles que se tenía que llevar a la oficina a la cual ya iba tarde.

 

Edward iba bajando las escaleras hacia la planta baja, luciendo un poco agitado mientras se colocaba su gabardina rojo vino sobre toda su ropa y con sus cabellos dorados sin ser amarrados, sueltos y moviéndose con el viento que creaba al correr.

Encontró al coronel en el despacho y allí se detuvo para tomar aire.

-¿P-por qué no me despertaste?- Preguntó sonando realmente molesto por haber sido olvidado nuevamente en la cama. Tomó el aire que le faltaba respirar para llenar sus pulmones y siguió con sus quejas. -¡Ya es la tercera vez esta semana que no me despiertas, Roy...!

 

-¡No soy tu despertador, Edward! Creo que ya estás bastante grandecito como para que te anden despertando -soltó frustrado Roy dejando el pan en el escritorio y agarrando cuantas hojas lograba distinguir. No había distinguido a Edward en la cama, y había pensado incluso que ya no estaba en la casa, pero no, nuevamente, por tercera vez en la semana, Edward le había asustado con su presencia en la casa.

 

Tomó aquel pan de la mesa, se lo llevó a la boca para terminar de comérselo él y tan rápido como pudo para tragarlo para seguir hablando. -Lo sé, pero tu apagas el despertador a los dos segundos que suena y ni si quiera me das la oportunidad de escucharlo...- Se quejó haciéndose la trenza que tanto le caracterizaba entre los alquimistas estatales. -Además ¿Qué te cuesta empujarme del hombro antes de bajarte de la cama y despertarme? Solías hacerlo sin que te lo pidiera...

 

-¡Pues lo siento, ¿si?! -soltó encarando a Edward, estaba ofuscado y Ed no hacia más que retrasarle en su tarea de irse temprano -¿Puedo irme ya o eso también te lo tengo que avisar? -preguntó, pero sus ojos no lograban enfocar al chico frente a él, pasando a un lado, empujándolo, accidentalmente, en el acto.

 

Sintió el empujón departe de Mustang y Edward dio dos pasos al frente para retomar el equilibrio que por poco perdía. Usó la pared como soporte y frunció el ceño para llevar su vista a Mustang.

‘¿¡Pero que le pasa a este?!', se preguntó Edward en pensamientos. ‘Grosero...'

-No, no me tienes que avisar.- Contestó Edward molesto por todo lo que sucedía. -De todas formas siempre nos vamos juntos, ¿o también pensabas dejarme olvidado?

 

‘¿Lo empujé?' se preguntó al haber sentido que chocaba contra algo, más no quiso averiguarlo -Si estás listo, vámonos, que no puedo seguir perdiendo el tiempo -aclaró Roy abriendo la puerta del estudio para salir.

 

Edward solo atinó a asentir sin dejar de fruncir el seño. Se acomodó la gabardina que llevaba puesta sobre toda su ropa y, al terminar, metió sus manos en los bolsillos de sus pantalones. -Vámonos entonces...- Susurró.

 

Ya en el carro, el cual Mustang conducía, el silencio reinaba, las casas pasaban a prisa y la brisa podía sentirse ligera sobre sus rostros.

Roy miró de reojo a Edward, no le gustaba pelearse por algo tan tonto como esto, así que, intentando ser prudente y algo delicado, tomó la mano de Edward, para intentar transmitirle que no le gustaba estar peleado con él.

 

El rubio se encontraba sentado en el asiento del pasajero del otro lado de donde estaba Mustang. Su cuerpo estaba completamente recargado en el asiento y su cabeza estaba ladeada, mientras miraba por la ventana que tenía a su lado. Sintió la tibia mano de Roy tomar la suya y aquello hizo que Edward lentamente pusiera sus ojos en sus manos entrelazadas.

Sintió un apretón de parte de Roy y Edward se dedicó a mirarlo por unos segundos al analizarle la expresión en su faz.

 

-Lo siento, tal vez tienes razón y el cansancio me tiene demasiado estresado -decía sin quitar la vista de la calle, intentando tenerla bien enfocada para no causar un accidente.

 

-¿Tal vez?- Preguntó Edward al aceptar aquella mano que tomaba la suya y acariciarla con su pulgar. -El "tal vez" no va en la oración. Ya no estas rindiendo ni en el trabajo ni en tu vida, Roy...

El de los ojos dorados miraba con insistencia a su pareja que manejaba. -Me preocupas... no es sano trabajar tanto...

 

-Edward, no me sermonees... tengo deberes y obligaciones y con ellos no tengo horario -miró de reojo al chico y enseguida dirigió la mirada a la calle -Intento dar lo mejor en ambas partes, si quiero llegar a la sima, tengo que explotar mi máximo, no me estoy justificando, solo quiero que me entiendas tu también... por favor...

 

-Sé que quieres ser el Führer y créeme que yo también lo quiero... pero... -Comenzó el rubio quien llevó su mirada hasta los pies de Roy y terminó alzando una ceja. -¿Crees que es sano llegar al extremo y que te pongas los zapatos al revés?

 

Sudó una gota, por eso los sentía tan apretados -Descuidos, eso no prueba nada -soltó sin darle interés, así como al "ALTO" que le tocaba dar, justo en el que un carro pasaba por la otra calle.

 

-¡¡CUIDADO!!- Gritó Edward saltando encima del pelinegro y girando el volante con brusquedad, logrando esquivar el carro frente a ellos pero dando contra un poste.

 

Un fuerte golpe y un constante pitido se escucharon en la calle, el carro estaba con la parte trasera golpeada por el poste, sacando ligeras cortinas de humo.

Roy se enderezó un poco, gracias a Dios que tenían los cinturones puestos, si no... aquello no lo hubieran contado.

-¿Estas bien?...

 

Edward levantó su vista después de unos segundos de haberse quedado en silencio mientras se aseguraba de que todo su cuerpo estuviera bien y completo. Miró a Roy y no tardó en afilar la mirada antes de estallar en gritos.

-¡¿Pero que es lo que te pasa?! ¡Hasta YO sé que en todos los cruces hay un alto!- Se quejó el rubio que todavía estaba asustado por el golpe recibido por el carro.

-¡ESTO lo prueba todo! ¡Tu trabajo te está echando a perder!

 

-¡Eso no tiene que ver! ¡Ese imbécil se me atravesó! -se defendió el pelinegro ante los gritos del rubio -Iba a hacer el alto cuando el idiota iba a una velocidad muy rápida. Mi trabajo no está afectando en nada y...-se cayó al notar como su ojo izquierdo empezaba a opacarse más que el derecho.

 

-Y yo lo vi todo, no intentes negar que te pasaste el alto por estar distraído.- Completó Edward con el entrecejo aun fruncido y sin estar conciente de lo que su pareja comenzaba a realizar. -Aquel carro iba a velocidad normal.

 

Cerró sus ojos con fuerza y los volvió a abrir, volvía a tener la vista nítida, viendo el rostro redondo y enojado de Edward, ¿Qué le estaba pasando?...

-Lo que digas...-soltó ya para dejar el tema por la paz, no tenía ánimos de escuchar los berrinches de Edward, lo que había notado si que le espantó... era cansancio... solo eso...

 

Edward tan solo se enderezó en su lugar y cruzó los brazos para así mirar hacia la ventana sin dejar de lucir enfadado. -De ahora en adelante te dormirás a las diez y fin de la discusión.

 

-¡¿Qué?! Sí, mamá, lo que digas -soltó con miles de gotas en la cabeza -Edward ya madura -soltó, saliendo del carro y cerrando con fuerza la puerta, ni modo, les tocaba caminar.

 

Ya eran las cuatro y cuarto de aquel día, Roy y Edward se encontraban trabajando en un silencio acogedor en la oficina del mayor. Roy, sentado tras su escritorio y firmando documentos mientras Edward, sentado en el sillón vino, escribiendo uno de sus tantos reportes con su pluma de tinta fina. El rubio se daba ligeros golpecillos con la pluma en su barbilla al pensar en las palabras correctas que debería usar en esa crónica. Levantó la mirada ligeramente y la colocó en el coronel...

 

Roy firmaba papeles sin sentido alguno, con su cabeza ligeramente recargada en su mano, intentaba enfocar la vista, pero esta sola se desenfocaba y hacia que las letras bailaran en la hoja, apretó los ojos con fuerza, para después volverla a enfocar en la hoja, las letras nuevamente se notaban con claridad. Frunció el cejo en preocupación... algo no estaba bien... no con si vista.

Suspiró y se acarició el puente de la nariz con fastidio.

 

-¿No crees que es mejor que descanses unos minutos...?- Preguntó Edward al notar la ligera desesperación en el rostro de Mustang. -No te hará daño que lo hagas...

 

-Ay, ya deja eso, Acero -soltó hastiado de la necedad de Edward por querer que descansara, se compuso enseguida y continuó trabajando en su escritorio, dejando en claro sin palabras que no haría caso.

 

-Bueno, no fue mi auto el que terminó en el taller...- Soltó molesto al ver que Roy no se daba cuenta de lo mucho que se preocupaba por él y decidió mejor ignorarle y seguir con su trabajo. Él sí le quería dar a su cuerpo el descanso que necesitaba.

 

Roy le miró con resentimiento, para después regresar a su trabajo. En eso tocaron a la puerta. Roy miró dicho lugar y otorgó el permiso para entrar.

-Señor, buscan al alquimista, el Fuhrer -soltó un soldado de menor rango, Roy miró a Ed y después regresó su vista a su trabajo.

 

Edward miró al soldado y rápidamente arregló sus papeles sobre la mesa en frente del sillón donde estaba. Se paró con un millón de preguntas en su mente y dio un último vistazo al coronel antes de abandonar aquella oficina con pasos inseguros.

¿Por qué le había mandado a llamar el Fuhrer así de la nada?

 

El reloj movió sus manecillas, indicando las seis de la tarde, Roy continuaba trabajando, de vez en cuando descansando la vista, ya que había lapsos en los que sus ojos de plano se oscurecían. Resopló y miró el reloj.

¿Pues de que tanto hablaba el Fuhrer con Edward que ya llevaban más de una hora?... se encogió de hombros y continuó con lo que hacía.

 

Se escuchaba desde la ventana como un perro ladraba y como los pájaros cantaban puesto que ya pronto obscurecería, luego... se escuchó como alguien abría la puerta de aquella oficina. Edward apareció detrás de la puerta portando una cara de pocos amigos y las indiscutibles ganas de no hablar con nadie.

 

Roy levantó la mirada notando el enojo de Edward -¿Qué sucede? -preguntó tras regresar su mirada a su trabajo. Vaya que lo que sea que le hubiera dicho el Fuhrer a Edward no lo había dejado muy contento.

 

Edward no tardó en dirigirse a pasos rápidos hacia el escritorio de Mustang donde no tardó en estrellar sus dos puños, haciendo que las cosas en aquel mueble se movieran y algunas cayeran al suelo. -¡Te dije que ese reporte era muy importante que fuera entregado al Fuhrer!- Gritó molesto.

 

Roy levantó una ceja en molestia -¿Qué reporte? -preguntó sin darle mucho interés al tema, ya que, lo que sea que Edward hubiera fallado, era su problema.

Hasta que algo hizo ‘click' en su mente.

‘Por cierto, dejé el reporte para el Führer junto a tus papeles para que se lo entregues mañana y evitarme problemas...'

 

-¡El reporte de mis misiones de este año!- Le respondió Edward totalmente fastidiado. -¡Te lo recordé ayer en la noche! ¿¡Por qué no se lo entregaste?! ¡Ya me amenazó, que si no se lo entregaba para mañana a esta hora, me cambiaría de ser "el alquimista de acero" al "alquimista del té" por que me bajaría de puesto a ser su secretario!

 

Roy posó sus manos en su cabello, despeinándolos en el acto, ya lo había recordado, él se lo había prometido.

-Edward lo lamento, yo... lo olvidé en el escritorio esta mañana -disculpó Roy intentando dialogar con su pareja, había sido su error, no podía discutirle eso al chico.

 

Ed se le quedó mirando varios segundos, quedando en aquella posición sobre el escritorio de Roy, levantó sus manos y las cruzó sobre su pecho para girarse sobre sus talones y darle la espalda el pelinegro mientras controlaba su enojo. -Me estás descuidando, Roy...- Susurró algo dolido.

 

Tenía razón, no le estaba dando su lugar a Edward y se sentía mal por ello, pero es que tampoco se podía estar haciendo cargo de dos personas a la vez, muy a penas podía consigo mismo y sin mencionar el echo de que algo estaba muy mal con sus ojos.

Suspiró sin saber que decir a las palabras de Edward.

 

Con su cabeza cabizbaja, Edward se aferró de sus propios brazos mientras los seguía cruzando y seguía hablando. -Ya he pensado el día de hoy más de tres veces: "¿Por qué sigo con esta persona?"- Susurró sin querer ver el rostro del moreno. -Estoy llegando a mi límite, no se si puedo con otros de tus descuidos...

 

No sabía que decir, las palabras de Edward le dolían en cierta forma, pero... ¿Dónde quedaba él entonces? No era que quisiera ser egoísta, ni mucho menos, pero también necesitaba comprensión de parte de Edward.

Aunque era un tanto absurdo pedir comprensión cuando él ni siquiera la tenía con el rubio dolido frente a él.

 

No escuchar respuesta de parte de Roy tan solo hacía sentir al rubio como un tonto por expresar sus sentimientos. No sabía si voltear a verle, ¿Que tal si volteaba y Roy le estaba haciendo gestos y burlándose de él? No, quizás eso era imposible pero... no se sentía tan fuerte como para voltear a verle.

-Creo que puedo entender de, entre tu trabajo y yo, a quien elegirías si te lo preguntara...-Susurró

Edward descruzando sus brazos y teniendo ambas manos empuñadas en cada uno de sus lados. Comenzó a caminar con pasos decididos hacia la puerta de esa oficina. -Yo me largo...

 

Notó como el chico se le iba de la nada, intentó pararse para detenerle, pero, una extraña negrura cubrió su ojo izquierdo, negándole la luz, no pudo evitar alarmarse en silencio.

¡¿Qué le estaba pasando?!

 

Edward tomó la perilla dorada de la puerta y la giró para abrirla para así salir de ella sin tomarse la molestia de cerrarla. Estaba realmente dolido, no por el hecho de que el Fuhrer le hubiese amenazado con cambiarle de nombre si no le daba el reporte. Ese reporte ya estaba hecho, era cuestión de entregárselo cuando tuviese la oportunidad. Lo que le dolía era sentir como cada vez bajaba de grado de prioridad ante el que supuestamente era su pareja y el que supuestamente lo tenía que tener en lo más alto. ¿Qué había hecho mal? Él siempre se mostraba disponible cuando Roy lo necesitara, o le preparaba la casa para que él no tuviera que preocuparse por ella a la hora de trabajar. ¿Acaso Roy se había desenamorado de él con estos ocho meses de vivir juntos?

Dolía... aquella idea... le dolía...

 

Sacudió la cabeza con fuerza, intentando remover esa extraña molestia de sus ojos, parpadeó varias veces y notó que Edward ya no estaba en su despacho. Sintió un extraño miedo, se paró con rapidez de la silla y caminó con rapidez hacia el rubio, intentó agarrar la perilla de su puerta, más ni siquiera logró dar con ella, ya que su mano se cerró a centímetros de distancia de ésta.

Parpadeó confundido, según él, la perilla no estaba tan lejos...

Dejó eso de lado y se enfocó en buscar a Edward.

 

Edward caminaba a pasos rápidos por aquel pasillo poco transitado mientras sostenía su cabeza cabizbaja con sus dos manos. Tenía muchas cosas que pensar, muchas cosas que organizar. Iría a casa de Roy y empacaría todas sus cosas para mudarse a los dormitorios de la milicia de donde nunca debió haber salido. También tendría que llamar a Alphonse para pedirle que regresara a Central, quería desahogarse con alguien y sabía que su hermano le escucharía todo lo que tuviera que decirle...

 

Chocó con más personas de las que podía ver con solo un ojo, hasta que por fin divisó una cabellera rubia dirigirse hacia lo que parecía ser las escaleras. Caminó con más aprisa, su ojo izquierdo ya no veía nada.

-¡Edward, espera! -soltó sin darse cuenta de que lo había llamado por su nombre de pila.

 

Edward volteó automáticamente al escuchar que le llamaban más lo lamentó al enterarse que había sido Roy el que le había llamado por su nombre. Frunció el ceño y se paró dispuesto a enfrentarle, ¿Qué tenía que decirle de todas formas?

-¿Qué es lo que quieres?- Preguntó con seriedad justo enfrente de las escaleras.

 

-Edward, escúchame -soltó acercándose al chico, unos cuantos metros, intentando tomar su mano, no podía distinguir que tan lejos o cerca estaba Edward de él.

 

-¿Qué quieres que escuche? ¿El hecho de que te haz enviciado con tu trabajo y ya ni tienes tiempo para decirme "buenas noches"?- Se quejó el rubio con sus puños bien apretados y cerrados mientras se levantaba ligeramente de puntitas frente a Roy en un intento de lucir un poco más alto para causar algo de intimidación para el pelinegro.

 

-¡No! -soltó frustrado -Es que yo...-empezó levantando el brazo para poder tomar a Edward con fuerza, pero por causa de su ojo no pudo medir la distancia entre él y Edward, y al momento de alzar el brazo, éste golpeó al chico con fuerza lejos de él.

 

Edward abrió los ojos con sorpresa mientras sentía aquel empujón en su pecho y como sus pies perdían el equilibrio. Volteó por encima de su hombro y miró como los escalones cada vez se veían más cerca de su cuerpo. Estaba cayendo por las escaleras y todo le parecía ir en cámara lenta para él. Miró nuevamente a Mustang frente a él e instintivamente alzó su mano para que este la tomara y le salvara pero... cada vez estaban más lejos, no lo lograría... -Roy...

 

Automáticamente levantó su mano para que Edward le tomara, pero lo único que logró fue que ésta se quedara suspendida en el aire. Sin poder siquiera rozar al chico.

Con miedo solo vio rodar a Edward por las escaleras.

 

Y para Edward, todo se había vuelto negro a unos segundos de tocar el suelo.

GENKI NO SHOWER: http://www.youtube.com/watch?v=bESznTrYYvc

 

 

Notas finales:

El Universo Evil de SupaMame

¡PALO!

Pues aquí volvemos con otro fic de nuestra linda metecia >D.

Esperamos en verdad su apoyo en FUTURE ya que es nuestro trabajo más pequeño que tenemos y el más simple en cuestión trama, pero aún así, está hecho con amor y esmero.

¡MINNA, YA LO SABEN, SIN GASOLINA EL CARRO NO FUNCIONA! >D

¡GUBAI!


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