Mi bello Hökan
By SakuraChan
Beta: Yamielikai & Misa-chan
Atendiendo al hijo del emperador
Corrían los que sus piernas más daban. Veía el largo cabello de aquel que amaba ondear al viento. Su mano estaba cálida, pese a la nieva que caía. La raíz de uno de los muchos arboles que los rodeaban lo hizo caer. Un leve quejido escapó de sus labios.
- ¿Estás bien?-preguntó el joven que iba delante de él.
- Si, me encuentro bien, sigamos- dijo levantándose y siguió corriendo, mientras en su mente una pregunta ¿Cómo había llegado a esto?
Un bello muchacho de largos cabellos verdes, de alrededor de 20 años y preciosas vestimentas, abrazaba a un muchacho, menor que él, de cabellos largos y lilas. De los ojos del menor, bajaban gruesas lágrimas.
- Tengo miedo- decía suavemente.
- Lo siento Mu, créeme que desearía que no pasaras por esto-decía el mayor, intentando no dejar caer aquellas lagrimas que pugnaban por salir de sus hermosos ojos rosados.
- Qué…¿Qué me va a hacer?
- Lamento no poder resolver tus dudas de forma segura, no lo sé…sé que iremos a palacio…quiere que lo acompañes…y quizás quiera que lo satisfagas… No sé si será suave o será brusco…o quizás que clase de - se mordió el labio antes de seguir- perversiones te haga hacer…pero…te cuidaré, cuando todo termine…
- ¿Lo prometes?—preguntó el chico.
- Lo prometo- dijo el mayor besando la superficie de los labios del pelimorado- ahora ve a cambiarte.
- Si, hermano…
- A partir de ahora, serás mi igual en público, me llamarás por mi “nombre”- dijo el peliverde haciendo unas comillas con los dedos, mientras sonreía- entre nosotros puedes llamarme hermano o Shion…
- Me gusta más hermano- dijo Mu saliendo de la habitación.
Shion suspiró y comenzó a maquillarse, la vida de un hökan no era nada fácil. No podían amar, en caso de que se lo pidieran, debían entregar su cuerpo, no podrían tener amigos, pues la mayoría eran clientes o “competencia”. El hermoso rostro de Shion mostró una melancolía que bien le habría aumentado unos 5 años. Luego volvió a adoptar su mirada dulce y terminó de maquillarse. Kazuo debía ocupar, ahora, el lugar de Shion, Kazuo el hökan.
Fue a buscar a Mu, él debía ya estar listo.
Mu se había terminado de arreglar. El kimono blanco, con un lilium celeste pintado en el borde inferior de este. Su largo cabello tomado en un complicado moño, que dejaba algunas hebras sueltas sobresalir. Y un armazón de oro, cruzando el moño. Hikari, el futuro hökan estaba listo.
Shion pasó a buscar a Mu a su habitación.
- ¿Ya estás listo?- preguntó entrando.
- Listo- dijo Mu, saliendo tras Shion. Al llegar a la puerta de la okiya, se encontraron con un carruaje, enviado por el emperador. Shion dejó subir a Mu, y luego subió tras él.
Mu no podía evitar temblar de miedo. Shion le pidió que se calmara, mientras veía por la ventana, como se acercaban al palacio.
Ya al llegar, un guardia los ayudó a bajar. Caminaron elegantemente, hasta la entrada, donde una sirvienta los condujo por largos pasillos a una habitación. Esta era amplia, con bellos diseños de cerezos en las paredes corredizas. Un cuadro de un hermosa mujer de cabellos rubios, elegantemente vestida, que sonreía sentada y a su lado, parado, un hombre de cabellos castaños. Al pie de este, se encontraba parado un niño de cabellos color miel. Tenía los mismos ojos de la mujer, pero su rostro se parecía al del hombre.
- Esperen un momento- dijo la sirviente, indicándoles unos cojines para que se sentaran. Shion le agradeció y la mujer se retiró.
- Hikari, él es el emperador y la mujer que está sentada es su difunta esposa- dijo Shion a Mu, sentándose.
Mu no dijo nada y se sentó al lado de Shion. Al rato, apareció un hombre de porte imponente, de cortos cabellos castaños y mirada orgullosa. Su ropa era muy elegante, dignas del emperador de Japón. Tras él, un hombre joven, alto y de largos cabellos rubios. Ojos del color del cielo y tan orgullosos como los de su padre. Era el tercer hijo de Dhoko, el emperador.
- Mi querido Kazuo. ¿Cómo se encuentra el hökan más bello de este reino?- dijo acercándose a Shion.
- Muy bien su majestad, permítame decirle que se ve muy bien- dijo Shion sonriendo levemente.
- Así que este es el futuro hökan- dijo Dhoko mirando a Mu- es muy hermoso.
- Muchas gracias, su majestad.- dijo Mu.
- Por cierto, Kazuo, Hikari, quiero presentarles a mi hijo, Shaka. Es a él a quien atenderás Hikari.
- Gusto en conocerlo, Shaka-sama- Hikari se inclinó elegantemente y volvió a su lugar.
- Quiero ver la presentación-dijo Dhoko acomodándose
- Nos harías el favor, Hikari- dijo Shion.
Mu, por toda respuesta, se levantó, y mientras Shion tocaba el shamisen, Mu danzaba por todo el lugar. Shaka contemplaba al chico bailar, lo miraba embelesado. Al terminar la danza, hizo una reverencia y volvió a su lugar.
- Precioso- dijo Dhoko- una gran muestra de arte.
- Concuerdo contigo, padre- dijo Shaka, sonriéndole a Mu.
Shion sólo asintió y la mirada de Mu le agradeció.
- Bueno, mi querido Kazuo, acompáñame, mientras Hikari se queda con mi hijo, estará bien cuidado- dijo Dhoko dándole la mano a Shion. Este la tomó y salieron del lugar.
- ¿Podrías decirme cuál es tu verdadero nombre?-preguntó Shaka a Mu.
- No me está permitido- Mu bajó su mirada.
- Soy el hijo del emperador…a nadie se lo diría- le dijo levantándole el rostro.
- Mu- susurró con las mejillas coloreadas.
- ¿Podrías quitarte ese maquillaje? Quiero verte sin él- le pidió entregándole un cuenco con agua y un pañuelo.
Mu humedeció el pañuelo y comenzó a sacarse el maquillaje, dejando ver su níveo rostro, sus mejillas, teñidas naturalmente de carmín y sus sonrosados labios. Shaka le pasó un pañuelo seco y Mu secó su rostro. Sus miradas se encontraron. La verde esmeralda de Mu con la azul cielo del hijo del emperador.
- Sin maquillaje eres precioso- susurró, atrayendo el rostro de Mu hacia el suyo- y de más cerca es mejor.
Shaka besó suavemente los labios de Mu. Poco a poco fue presionando, hasta hacer que el pelilila abriera su boca y dejara la lengua del rubio penetrarla. Este comenzó a recorrer lentamente aquella húmeda boca, saboreando todos los rincones de ella. Cuando el aíre comenzó a faltar, se separó unos momentos para sonreírle.
Deslizó el kimono por el hombro izquierdo de Mu, dejando ver la blanca piel del hökan. Besó ese hombro y descubrió el hombro derecho. Mu solo dio un suave suspiro.
Quitó el cinto y abrió el kimono. El pecho del hökan quedó al descubierto. El príncipe pasó una de sus bellas manos por el pecho del muchacho bajo él. Este sólo suspiró.
El príncipe….
Continuará.