Solo era un niño… O quizás no tanto.
No crecimos juntos, es por ello que… cometí el error de enamorarme de él.
Dependía de sus mimos y de sus suaves tactos a tempranas horas de la mañana, sufría por el hecho de que se iría de gira por largo tiempo, haciendo que me sintiera un solitario chico en una cama gigantesca.
Él, un chico alto, con un hermoso cabello castaño caer por sus hombros, con su nívea piel y sus ojos claros a causa de sus lentillas. Yo, un chico medio rubio, con los ojos azules a causa de mi afición por las lentillas, de suaves facciones… parecidas a las de el. ¿Cómo nunca me llegue a imaginar siquiera que era mi hermano?
¿Por qué, luego de años aquellas personas que nos engendraron nos presentaron como los “hermanos perdidos”? Y a pesar de todo, ese día fingimos sorpresa y nos saludamos como los hermanos que no se veían hace años, siendo que vivía conmigo desde hacia ya varios meses.
~Flash back~
-El es tu hermano mayor Yuki… Se llama Takashi.- Decía un hombre castaño, mi figura paterna ausente, aquel hombre que se divorcio de mamá a mis escasos 2 años, nunca lo vi, nunca recordé sus facciones con exactitud. Me sonrío, como si realmente esa noticia sorpresiva me tomaba por sorpresa.
-Takashi, el es Yuki, tu hermano menor ¿no te acuerdas de él?- Mi madre hablaba, tratando de sacar al chico frente a mi de su ensimismamiento. El negó con su cabeza, mirándome detenidamente, con su hermosa mirada adornada por sus claras lentillas.
-Mucho gusto… Sakamoto Takashi.- Dije, acercándome a el con paso lento y muy calmado. Me tomo de un brazo, abrazándome efusivamente, como tratando de simular un reencuentro de hermanos completamente feliz. Sonreí un tanto sorprendido, escondiendo mi cara entre sus cabellos castaños, su perfume recorrió mis fosas nasales, su calida presencia me abrazaba, haciéndome sentir tan bien.
-El gusto es mío… Sakamoto Yuki.- Su amplia sonrisa se vio por su rostro, separándose de mí, guiñándome el ojo luego.
Nada ni nadie cambiaria… Lo que ya era.
~Fin flash back~
Nos abrazamos como nunca, fingíamos estar sorprendidos, nos escapábamos a “recuperar el tiempo perdido”… Nuestros padres jamás imaginaron que de vez en cuando, Saga atacaba mis labios con ansia, esperando el momento en que nos fuéramos a casa, a nuestra casa, a nuestra vida juntos.
¿Era un error lo nuestro? ¿Acaso fue un error enamorarme de mi hermano mayor? “No, no lo era” Me repetía a mi mismo, por que no fue nuestra culpa encontrarnos… No fue nuestra culpa mirarnos a los ojos y ver entre ellos el brillo especial que desprendían cuando nos mirábamos fijamente, como dos adolescentes enamorados.
O quizás… si lo era…
-¡Ya estoy en casa!- Sentí su voz, su hermosa voz viajar por la casa. No lo veía desde hacia ya un mes, a causa de su gira por Japón. Mis lágrimas caían por mis ojos, ¿y si era un error lo que nos pasaba? ¿Y si nuestra familia se enteraba? Estaba inseguro… -¿Eh? ¿Por qué lloras?- Me preguntó, abrazándome de la cintura como siempre lo hacia cuando desaparecía largo tiempo, o yo me iba de gira momentánea…
-Estaba… Estaba recordando el día en que te conocí como mi hermano.- Le confesé un tanto apenado, bajando mi mirada. Me limpio las lágrimas con el dorso de su mano, haciendo que me estremeciera por esa pequeña caricia.
-Ya hemos hablado de eso… mi niño.
-No quita el hecho de que tenga miedo… ¿Y que pasa si nos descubren? ¿Y que pasa si te separan de mi? ¡Entiende que sin ti no vivo Saga!- Exclame, haciendo que de mis ojos volvieran a salir mas y mas lagrimas. “Miedo” decía mi ser, miedo a que uno de estos días todo se fuera a la mierda y nos tendríamos que separar por algo mucho mas fuerte que un apellido, nuestro lazo sanguíneo.
-…- El castaño me limpio las lagrimas mediante besos cortos por mis mejillas, haciendo que de una u otra forma me lograra calmar del todo, amaba esos pequeños detalles que solo el podría otorgarme, esas caricias que solo el sabia proporcionarme en el momento justo. Cuando oyó que deje de gimotear me levanto la cara por el mentón y me beso. –Entiende que tú eres mi pilar de vida, entiende que nada ni nadie nos separara, Yuki… Manda a la mierda nuestra sangre, piensa que yo solo soy alguien que se parece a ti, piensa que por nuestras venas no corre la misma sangre.
-Es algo que no puedo evitar.- Sonreí de medio lado, limpiando el resto de lagrimas que vagamente caían por mis mejillas. Lo mire a los ojos, y pude ver esas hermosas pupilas oscuras que hacia ya vario tiempo, no veía. -¿Estas sin lentillas?
-Si, el idiota de Shou me las perdió en la van.- Rió por ese comentario suyo ante el vocalista de su propia banda, le sonreí, se veía tan hermoso de esa manera, con su hermosa sonrisa adornar su cara y sus ojos completamente oscuros fijarse en mi. Lo abrace, como si mi vida dependiera de ello y lentamente me acerque a su oído.
-Te extrañe tanto…- Le susurre bajito, era mas bien un suspiro con un leve sonido a palabras. El se estremeció y estrecho mi cintura fuertemente contra su cuerpo.
Extrañaba esa sensación…
Mas que miedo, ahora le necesito…
¿Qué más puedo hacer? Solamente amarlo y que el me ame a mi…
¿Por qué pienso en el futuro? Soy un maldito pesimista que si sigue así dejara al descubierto su relación prohibida. Una relación prohibida que amábamos tanto yo como el chico que se encontraba abrazándome.
Simplemente nos amábamos más allá del simple amor de hermanos.
-Y yo a ti…- Le escuche decir mientras escondía su cara entre mis claros cabellos, sus manos lentamente subían mi playera de dormir. –Y te necesito tanto…
Me separe de mi abrazo y le atraje con un beso. Fue un beso tierno, calido y muy pausado. Estreche mis manos contra su cuello mientras el me levantaba de la cintura, como instándome a que rodeara su cintura con mis piernas.
Lo hice, nuestros cuerpos hicieron una exquisita fricción, gemimos en el beso, para volverlo a retomar, esta vez más pasional, lleno de deseo y pasión.
De una cosa estaba seguro, ambos necesitábamos esto, ambos debíamos dejar ese maldito miedo que nos perseguía cada vez que nos mirábamos fijamente, ambos debíamos olvidar por un momento nuestros apellidos coincidentes y nuestro lazo sanguíneo.
-Hmm Saga…- Gimotee, al sentir su boca atacar mi cuello, succionándolo de a poco, dejándome esas marcar que tanto amaba que me dejara. Casi de manera desesperada mi hermano me saco aquel molesto pijama que ya empezaba a incomodarme. En un acto rápido me recostó sobre mi cama, sobre nuestra cama, para seguir su paseo por mi torso.
Llego lentamente a mis tetillas, soplándolas, suspirando frente a ellas, torturándome como siempre lo hacia cuando no nos veíamos por mucho tiempo. Su lengua jugueteaba con una de mis tetillas mientras sus hábiles dedos acariciaban la otra, cobrándome la cordura, haciendo que cerrara mis manos estrujando las sabanas hasta hace poco pulcras. Siguió bajando, haciendo un camino hasta mi ingle, donde se detuvo. Subió rápidamente y me beso, mientras me sacaba el pantalón y mi ropa interior.
Su mano se movía diestra por mi virilidad, me masturbaba con una rapidez que de verlo de otra manera se veía dolorosa. No lo era, al contrario, era deliciosa.
-¡Ah… Ah! ¡Hmm Saga!.- Gemí, grite, echando mi cabeza hacia atrás al sentir esas oleadas de placer golpear mi cuerpo. Mi hermano me miraba con su mirada lasciva, con sus labios entreabiertos. En mi minuto de lucidez, le bese, uniendo nuestros labios en un intento desesperado por un contacto bucal más amplio. Pronto reemplazo sus rápidas manos por sus labios, lamiendo mi virilidad cada vez más rápido.
-Eres delicioso mi niño.- Su mirada irradiaba deseo, pasión y lujuria comprimida, antes de “devorar” mi virilidad se acerco a mi y rozo sus labios con los míos, para luego empezar ese vaivén exquisito que me hacia tocar el cielo.
-Hmmm… ¡Ah, ah!- Trataba de reprimir mis propios gemidos con el dorso de mi mano. Mis dientes dejaban una fea marca en ese níveo lugar ante las oleadas se éxtasis al por mayor. Sentí un gran escalofrío por mi espina dorsal, me erice por completo arqueando mi espalda en el acto y gimiendo fuertemente, mas bien… eso era un grito ahogado que salio de mi garganta. Mi albina esencia lleno su cavidad bucal, tragándosela del todo ante mi avergonzada mirada. –Eres tan pervertido cuando quieres serlo…- Ladee una sonrisa algo cómplice, viendo como se relamía sus labios con lujuria.
-¿No te gusta que sea así?- Se acerco a mis labios para degustarlos una vez mas, uniéndonos en un beso calido pero muy pasional. Ambos necesitábamos esto…
-Te amo… Házmelo ya…- La maldita necesidad de sentirlo dentro me obligo a tomarlo por el cuello de su camisa, sacándole su ropa con total libertad. Una vez desnudo me fije en cada facción de su cuerpo, sonreí, mirando pervertidamente “cierto” lugar. –Haberme avisado Saga-sama… Permítame.- Me senté sobre el, esa acción hizo que el se adentrara en mi de una sola vez. Un extraño dolor punzante pero muy exquisito me recorrió.
-Sigues… siendo tan estrecho… Yuki-chan.- Recorrió con sus manos mis muslos, mi torso, hasta tomar mi cintura. Capte su indirecta, y una vez preparado las embestidas empezaron a surgir. –Y así es así como me encantas… ¡Ah!-
Lentamente empezamos a movernos, sincronizadamente mi cuerpo cabalgaba sobre el suyo, mi espalda se arqueaba hacia atrás cuando las embestidas eran mucho mas rápidas. Nuestros cuerpos buscaban la perfección, la unión, la sincronización. Perlados por el sudor, nuestros cuerpos brillaban, de nuestras bocas salían mil gemidos llenando la habitación. Tú gimiendo mi nombre, yo gimiendo el tuyo… En esos segundos me olvide completamente que teníamos un apellido igual, que nuestra sangre era igual. Bajo de mi estaba un chico el cual yo amaba, bajo mi estaba aquel chico que me cautivo, el que simplemente para mi se llama Saga, y no Sakamoto Takashi.
-Te amo… ¡Hmmm te amo Yuki!- Grito, apegándose a mi cuerpo, abrazándome para que su cara quedara frente a mi pecho, besándolo con lujuria, lamiendo de vez en cuando mi cuello mientras seguíamos en aquel vaivén exquisito que tanto había extrañado.
-Yo… yo también Saga ¡Ah, ahh…!- Tome su cara y le bese los labios, baje hasta su cuello, degustándolo con total lentitud, cobrándole a el la cordura que no le quedaba. Juntamos nuestros labios una vez más, hasta que rompimos el beso…
Arquee mi espalda hacia atrás, mis ojos se perdieron en el clímax, nuestras manos se entrelazaron y un “te amo” al unísono nos lleno hasta que sentí como me abandonaba, para que mi cuerpo cayera rendido encima de el. Me abrazo, arropándome con las sabanas desordenadas de nuestra cama.
-Te extrañaba tanto…- Dije recuperando la respiración, mirándolo a los ojos, mientras corría unos mechones vagos de su frente. El me sonrío, besando mi frente.
-Yo también Yuki… Te amo mi niño.
-Yo te amo mas…- Dije antes de sonreír y quedarme profundamente dormido entre sus níveos brazos, entre esos brazos prohibidos que aunque tuviera miedo, siempre los iba a tener.
Ya nada ni nadie nos podían separar ahora.
No era nuestra culpa enamorarnos, no era nuestra culpa amarnos.
El era el único que hacia que tocara el cielo, el era el único que podía entender mis acciones.
Ese alguien… me quitaba el miedo y mis lágrimas.
Ese alguien era mi hermano… Ese alguien era la única persona que logre amar como a nadie en este mundo, y no precisamente un amor de hermanos.