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Miedo por zandaleesol

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Título: “Miedo”


Personajes: Harry Potter/Lucius Malfoy


Disclaimer: Los personajes no me pertenecen, son de propiedad de JK Rowling, sólo los tomo prestados para divertirme con ellos, no percibo ningún beneficio económico.


Advertencia: Este es un Universo Alterno, los personajes están levemente OCC.


Adaptación de la novela de Stefan Zweig



1


Había despertado gritando otra vez, aquella pesadilla era recurrente desde hacía quince días. Su esposo le miraba verdaderamente preocupado, él no era propenso a las pesadillas ¿Por qué iba a serlo? Su vida hasta entonces había sido perfectamente feliz. Pero ya no, no desde que era víctima de chantaje por parte de ese sujeto con el que se había tropezado por desgracia aquella tarde en que abandonaba el apartamento de su amante.


A partir de aquel instante había perdido la paz de su vida y en los últimos días el asunto se había vuelto insostenible. Ya no sabía que hacer para satisfacer los pedidos de dinero de aquel hombre descarado, le había dado todos los ahorros que guardaba para las emergencias, lo cierto era que él no tenía problemas de dinero, era lo suficientemente rico como para no preocuparse del tema asunto, pero la cuestión no era esa, la verdad estaba arto de las exigencias del supuesto novio de su ex amante. Aún no comprendía como había terminado siendo extorsionado por ese hombre, su infidelidad la estaba pagando muy cara, no era el dinero que había tenido que darle a cambio de su silencio lo que más le atormentaba, sino el tener la certeza de que mientras más dinero le daba al hombre más querría y el asunto no acabaría nunca.


Tal vez lo mejor era confesarle a su esposo la verdad y afrontar lo que viniera, pero no encontraba el valor suficiente como para hacerlo. Para explicar el asunto debería decir todo, explicarle a su esposo que lo engañaba con otro desde hacía varios meses, que justificación tendría para una infamia semejante, la verdad era que no había motivos que validarán una traición como la suya. No le faltaba nada en su vida, tenía un esposo que lo amaba y se preocupaba por él, dos hijos preciosos que eran su mayor dicha, todas las comodidades que su posición social le permitía, ¿Qué le faltaba en su vida?, ¿Qué le había llevado a penetrar en los resbaladizos caminos de la infidelidad?, ¿Había razones para ello?, ¿Qué podía decirle a su esposo?... que se había visto envuelto en aquella relación adultera por simple curiosidad, que su amante en realidad no despertaba en él grandes pasiones, que había hecho de aquella relación casi un hábito en su vida como lo era ir de compras o llevar a sus hijos al parque.


Nada podía justificar semejante acto, ni siquiera a sus ojos que hasta el momento habían sido ciegos para ver la verdad. Ahora que había despertado una vez más gritando y hacía todo lo posible por evitar la mirada inquisidora de Lucius, la misma que le dirigiera aquella tarde en que había tropezado por vez primera con aquel sujeto, en este preciso momento volvía a recordar todo lo sucedido esa tarde. Siempre había sentido una cierta aprensión cuando dejaba el departamento de su amante, quizá era el miedo que siente el que se sabe culpable de una falta, pero sólo lo sentía al momento de abandonar el apartamento de Oliver, una vez fuera del lugar todo volvía a la calma. Pero aquella tarde había comenzado su tormento, cuando dejaba el ascensor ese hombre se había interpuesto en su camino impidiéndole salir, luego había soltado toda clase de insultos echándole en cara que le robaba el novio, y además dejando bien en claro que sabía perfectamente que el era casado y con quien.


Había cometido un terrible error aquel día, el miedo que había sentido no le había permitido pensar con cordura y los gritos de ese hombre lo habían trastornado por completo, tal vez si hubiese actuado con más frialdad ahora no estaría pasando por semejante trance, pero aquella tarde no se le había ocurrido otra cosa que buscar precipitadamente en su cartera y darle al hombre todo el efectivo que llevaba, la vista del dinero había silenciado al hombre, y él había salido del lugar decidido a no regresar jamás. Luego había retornado de inmediato en su hogar con los nervios a flor de piel, haciendo todo lo posible por evitar que alguien notara su estado de exaltación. Para aumentar sus males, ese día su esposo había regresado temprano de la oficina, algo completamente inusual en un hombre tan ocupado como lo era Lucius, pero ahí lo había encontrado cuando luego de entregarle el abrigo a su elfo doméstico se había dirigido a la sala, los niños de seis y ocho años jugaban en una pequeña salita junto al salón donde su esposo leía el periódico.


Rogando porque su alteración no fuera notada intentó ser el mismo de siempre, sin embargo, esa pregunta de su esposo lanzada distraídamente, al parecer más interesado en la lectura, le había provocado mucha inquietud, Lucius no era un hombre controlador, él tenía toda la libertad que deseaba, pero ese día había preguntado por qué había tardado tanto, y él no había podido evitar estremecerse temiendo que con sólo mirarlo su esposo adivinara lo que sucedía. Este miedo inesperado lo había llevado a cometer otro error, generalmente siempre elaboraba explicaciones que salieran de todo posible control, pero ese día no era dueño de sí mismo, y había respondido lo primero que le vino a la cabeza, le explicó a su esposo que había acompañado a su amigo Ron a comprar un regalo para su esposa. Esta respuesta había saciado la curiosidad de Lucius, pero el luego de darla se había reprochado su descuido, su esposo podía perfectamente toparse con el muchacho pelirrojo en cualquier momento su amigo y confirmar si aquello era cierto, aunque Lucius no era de ese tipo, confiaba en él ciegamente.


Dos semanas había trascurrido desde el comienzo de su drama, el asunto era cada vez más complejo, estaba teniendo pesadillas, eso era algo que difícilmente podía controlar, ¿Qué había dicho? ¿Diría algo inconveniente? se preguntaba mientras trataba de controlar los latidos desbocados de su corazón, Lucius le había buscado un vaso de agua y ahora se lo extendía con gesto mudo, pero él podía sentir perfectamente esa mirada inquisidora que no se apartaba de él.


—Harry… estoy realmente preocupado por ti… ¿qué está sucediendo? ¿Por qué tienes pesadillas?—preguntó Lucius con un tono que revelaba preocupación —. No es la primera vez que sucede… hace varios días que te comportas de forma extraña y además nunca antes tuviste pesadillas… algo te preocupa puedo verlo.


El joven guardó silencio por un instante, le embargaba una tremenda angustia, cada vez era más intenso su deseo de contar la verdad y liberarse de una vez por todas de ese tremendo peso que significaba esconder la extorsión de la que era objeto, su cerebro con celeridad barajaba todas las posibilidades, Lucius era un buen hombre, pero inflexible frente a ciertas cosas, una de ellas era la mentira, el engaño, muchos menos si este no se justificaba como en su caso.


—No te preocupes Lucius… no es nada… debe ser que estoy cansado —dijo sin atreverse a mirar al hombre mayor.


Lucius le miró fijamente, su mirada de preocupación cambio al oír la respuesta del joven, en su rostro se dibujó un cierto disgusto acompañado de una evidente decepción, a pesar de ello insistió.


—Que estés cansado no es razón para que despiertes casi todas las noches… en tus pesadillas pareciera que alguien te persigue —dijo el hombre rubio con tono frío.


Harry volvió la mirada hacia un lado para no tener que mirar a su esposo.


—Harry me doy cuenta de que algo te sucede… por favor dime qué pasa…

—No tengo nada… estoy bien… que tenga pesadillas de vez en cuando no significa nada —dijo el joven terco.


Lucius le miró primero molesto, luego una tristeza cruzó su mirada.


—Esta bien Harry… si no quieres decirme… esta bien… me gustaría que confiarás en mí… soy tu esposo y nadie podría comprender como yo lo que te sucede.


Harry se sintió herido de culpa al oírlo, lo invadió un fuerte deseo de arrojarse en sus brazos y abrir su corazón suplicando su perdón, pero algo más fuerte que el miedo se interponía a su deseo, la vergüenza. Juzgaba lo que había hecho como la traición más miserable de su vida y lo cierto era que más al temor mismo por la reacción de Lucius, era la vergüenza la que impedía decir la verdad, una verdad que lo haría libre, pero que seguramente desataría la catástrofe en su vida. Lucius no le perdonaría, cuánto lamentaba ahora el haberse dejado arrastrar a esa aventura, ahora se preguntaba porque no había tenido la voluntad de negarse a esa primera cita que le había propuesto Oliver Wood.


Se habían encontrado hacia unos cuantos meses en un partido de Quiddich, Oliver jugaba profesionalmente y era excelente, en sus años en Hogwarts había sido capitán del equipo de Gryffindor. La afición que sentía por este deporte del mundo mágico le había atraído hacia Oliver, luego de una cita que el jugador le había pedido y él había aceptado sin mayores reparos, puesto que nada dejaba entrever que existiera algún interés más allá del relacionado con el Quiddich. Pero luego hubieron más encuentros como ese, sin embargo para él no tenían nada de malo, sólo se reunía con alguien que había sido su capitán de equipo, un compañero de escuela como tantos otros con los que aún mantenía relaciones de amistad. Oliver como jugador profesional debía viajar con frecuencia, pero cuando regresaba Harry siempre recibía su llamada y volvían a reunirse.


Fue en una de esos encuentros en que Oliver invitó a Harry a su apartamento, y el joven aceptó sin mayor contrariedad, su falta de malicia no le hacía ver lo inconveniente que era para él, un joven casado, padre de dos hijos, cuyo esposo era uno de los más reconocidos de la comunidad mágica, no alcanzaba a comprender que arriesgaba su reputación y la de su familia al relacionarse más allá de lo prudente con Oliver. Sin saber como, sin esperarlo, en esa visita al apartamento de Oliver se desató la locura entre ambos, la pasión que sentían los dos jóvenes por el deporte mágico terminó siendo llevado a otro plano más intenso y Harry casi sin darse cuenta terminó sucumbiendo en los brazos de Oliver.


Una vez que los delirios de la pasión quedaron atrás recién Harry tuvo conciencia de lo que había sucedido, había traicionado a su esposo, se había entregado a otro, sintió horror de sí mismo, él amaba a Lucius con toda su alma como era posible que llegara a entregarse a otro con tanta facilidad, que clase de amor era el suyo se había preguntado luego, salió aquella tarde con el corazón destrozado del apartamento, dejando a su vez también al mismo Oliver confuso y lastimado. Aquella noche se negó rotundamente a los requerimientos de Lucius, no se considera digno de hacer el amor con su esposo, no después de haberse entregado a otro, las deliciosas sensaciones que experimentó en los brazos de Oliver al instante habían sido borradas por la vergüenza y la culpa.


Debieron pasar varias semanas antes de que él volviera a permitirle a Lucius que lo tocara, después de convencerse de que todo había sido algo momentáneo y que jamás volvería a suceder, apartó de su mente sus reticencias y volvió a dejar que Lucius lo tomara de aquella manera única que sólo él sabía, no volvió a pensar siquiera una vez en Oliver. Creyó que todo sería borrado como el paso de una esponja, sin embargo, dos meses después ahí estaba Oliver otra vez, rogándole que volvieran a verse, en un principio se negó rotundamente, pero la insistencia del jugador le hizo faltar a su propósito de no dejarse caer en la tentación otra vez.


Ahora, cuando habían trascurrido meses, lamentaba desde lo profundo de su ser el no haber sido más firme, si hubiese mantenido la decisión que había tomado de no ver más Oliver ahora no estaría sufriendo, su vida, su felicidad y la de los que amaba no estaría en peligro por culpa de un ambicioso sin escrúpulos, un sujeto de baja calaña que se aprovechaba de las debilidades humanas para sacar partido. Lucius se había vuelto a dormir a su lado, lo observó por un rato, mañana sería un nuevo día para librar esa lucha contra el extorsionador, para luchar consigo mismo, con la culpa y el miedo que caían como una sombra que se expandía sigilosa, pero implacable, cerró los ojos para intentar encontrar en el sueño un poco de alivio a todo lo que lo atormentaba.


2


Al despertar esa mañana Lucius ya no estaba a su lado, aquello era extraño porque nunca salía sin despedirse, se quedó sentado un rato en la cama sólo pensando en lo miserable que se había vuelto su vida en tan poco tiempo, con toda seguridad su esposo se había molestado por esa actitud extraña que mostraba desde hacía semanas, le había pedido que confiara en él y le dijese que sucedía, había deseado hacerlo, la verdad lo haría libre, pero su miedo era tan grande que lo controlaba por completo. Ya no sabía que hacer para satisfacer las peticiones de dinero que le hacía aquel hombre que había descubierto su secreto.


Era un alto precio el que estaba pagando por un poco de tranquilidad, y no era precisamente un precio que pudiera medirse en dinero, aunque ya había tenido que desembolsar bastante a cambio de que ese sujeto no se apareciera por su casa y le contara a Lucius ese secreto que él escondía. Pero sabía que ese juego no duraría mucho más, tarde o temprano la verdad saldría a la luz, sólo era cuestión de tiempo, su esposo ya empezaba a percibir los primeros indicios. Quizá fuera mejor decir la verdad y atenerse a las consecuencias, después de todo él era culpable y no podía pretender salir indemne de toda esa historia.


Pero le horrorizaba pensar en lo que haría Lucius si él le decía toda la verdad, si le contaba que tenía un amante hacía un par de meses, conocía demasiado bien el carácter de su esposo, era dulce y tierno con él aunque ante el resto del mundo se mostraba como un hombre frío, pero en la intimidad del hogar no tenía problemas en manifestarse más delicado. Sin embargo, era inflexible ante ciertas cosas y una de ellas era la mentira, no toleraba el engaño, siempre le decía que lo que más amaba de él era la sinceridad y transparencia de su alma, esa cualidad que él poseía era lo que había conquistado a su esposo. Por eso era tan difícil afrontar su culpa, no temía tanto las consecuencias que podía traer para él si su engaño quedaba al descubierto, lo que más temía era el desengaño tan terrible que haría vivir a su esposo, ni siquiera la posibilidad cierta de perder su amor, su respeto, la familia que habían formado le aterraba tanto como causarle aquella decepción, aquel dolor tan grande.


Se levantó de la cama y se fue a la ducha, necesitaba relajarse. Luego de una hora salió de la habitación, no sabía que hacer, no tenía paz ni dentro de la casa ni fuera de ella, no había muchas diferencia en si se quedaba o salía. Finalmente se fue a la habitación en la que jugaban sus dos hijos, estuvo ahí toda la mañana engañando su ansiedad.

*~*~*~*~*~

Después del almuerzo se encerró en su alcoba, ni siquiera sus hijos conseguían distraerlo de su aflicción, las risas y juegos que tanto le agradaban no eran suficientes para animarlo, aunque sabía que el encierro era peor. Se recostó en la cama sin dejar de pensar como su vida perfecta se había convertido en un infierno en tan poco tiempo; estaba seguro que en ese momento hubiese dado todo lo que tenía por regresar a la rutina de la que tantas veces había renegado. Siempre había sido feliz, amaba a Lucius con toda su alma y con el mismo fervor juvenil de su primer año de casado. Se había unido a Lucius totalmente seguro y enamorado luego de terminar sus estudios en Hogwarts.


Recordaba que había conocido a Lucius cuando recién había ingresado a la escuela de magia, le había visto por primera vez en Kings Cross junto a su hijo Draco que también iniciaba la escuela. En aquella ocasión muchas cosas le habían llamado la atención de ese hombre alto e imponente que le había dirigido una mirada indiferente, mientras que él no podía dejarse de sentir impresionado por la admiración que ese hombre despertaba en todo el mundo. Desde entonces nunca dejó de recordarlo, en los siguientes años lo divisó en algunas ocasiones, casi siempre durante las vacaciones cuando visitaba el Callejón Diagon y sólo unas cuantas veces lo había divisado cuando visitaba a su hijo Draco en la escuela. Alguna vez llegó a lamentar no tener una mejor relación con el chico rubio, era demasiado arrogante debido a lo importante y reconocido que era su padre, despreciaba a los hijos de muggles y a los mestizos como él los toleraba sólo un poco.


Desde su ingreso a la escuela había sido un destacado jugador de Quiddich, era un gran buscador, Draco Malfoy también lo era y eso los convirtió en rivales desde el primer curso. Recordaba como en ese curso había ganado la copa del Quiddich para su casa, Gryffindor. En aquella ocasión recibió la copa de manos del director, Lucius había sido invitado a presenciar el juego donde se suponía que su hijo sería la estrella, no había sucedido, él había atrapado la snich primero dándole el triunfo a su casa por primera vez en muchos años. Estaba emocionado y algo nervioso al tener que estar cerca del padre de su rival, seguro de que el hombre mayor lo miraría con enojo o desprecio por haberle quitado el triunfo a su hijo, sin embargo, el hombre rubio no le había mirado enojado, por el contrario lo felicitó diciéndole que había sido un gran juego, esas breves palabras le habían bastado para sentirse emocionado.


En los siguientes años de escuela vio a Lucius en contadas ocasiones, un saludo afable fue lo que obtuvo en aquellos encuentros. Pero cuando estaba por iniciarse su último curso aquello cambió de forma inesperada, estando aquellas vacaciones en Floorish & Boot, y mientras buscaba algunos títulos que necesitaría para ese curso, alguien junto a él había tomado el mismo libro, le había resultado impactante levantar la vista y ver a Lucius Malfoy tan cerca de él, sosteniendo una parte del libro, sólo se le ocurrió soltarlo para cedérselo, el hombre rubio agradeció su amabilidad con una sonrisa, se sintió cohibido y algo torpe, no pudo quitarle los ojos de encima a Lucius durante todo el tiempo que permaneció en la librería, cerró los ojos para recordar lo sucedido meses después, durante la Navidad de aquel último curso.


Flash Back


Aquella era la última Navidad que pasarían en Hogwarts los alumnos de séptimo curso. Por ello se celebraba con un baile al que asistían no sólo los alumnos, sino también los padres. Era una ocasión en la que se les permitía a los chicos alternan con los padres de sus amigos y conocer a los de sus otros compañeros.


En el baile volvió a ver a Lucius, y como le sucedía siempre no podía quitarle los ojos de encima, aquella vez era la primera en que aceptaba que ese hombre le provocaba emociones extrañas y confusas. Habían pasado meses desde el encuentro en la librería y aún seguía recordando la sonrisa que le había dedicado el hombre rubio.


Entendía que Lucius era un hombre demasiado importante como para estar atento a las miradas de un adolescente, al menos era eso lo que Harry pensaba; había hecho lo posible por acercarse al rubio de forma que pareciera casual, para asombro de sus amigos y de lo alumnos de Slytherin, el padre de su rival en Quiddich le había saludado con mucha cortesía, pero eso había sido todo, ni una mirada más, ni una palabra. Sin comprender muy bien el porque se sintió desanimado, por último se había convencido de que era totalmente ridículo desear la atención de un hombre que le llevaba tantos años, ¿Por qué un hombre elegante, atractivo, admirado e importante se iba a interesar en alguien como él, que no era nada especial? quizá le resultara atractivo a alguna chica de su edad, pero no a alguien como Lucius Malfoy.


Decidió alejarse de la fiesta, aquella ocasión era para estar feliz, pero él no lo estaba, en realidad prefería estar solo. Salió del Gran Salón donde todos se divertían, tampoco deseaba irse a dormir, sólo quería estar a solas, sin embargo, unos pasos tras él le hicieron volverse, quizá fuese alguno de sus amigos que lo había visto salir, inventaría cualquier excusa para tranquilizarlo, cuando se volvió la sorpresa fue enorme, quien había salido tras él era al persona que menos hubiese imaginado, Lucius.


Con las palabras atoradas, sintiéndose completamente avergonzado por no ser capaz de actuar con más normalidad se quedó mirando al hombre rubio que se acercaba hasta él.


—¿Cómo está señor Potter?

—Yo… eh… bien…


Lucius sólo le saludaba y sin embargo, él no podía articular nada más coherente, el hombre por un instante dirigió su vista al suelo y sonrió.


—¿Ya se retira de la fiesta? —preguntó, volviendo a mirarlo.

—Sí… o sea no… yo sólo… quería tomar un poco de aire.

—¿De verdad?

—Eh… sí...

—¿No cree que el clima está algo frío? Podría resfriarse, además… creo que la salida del castillo está del otro lado.


Apenas podía creerlo, estaba hablando con Lucius.


—Eh… sí… bueno… sólo deseaba estar solo un rato y…

—Ah… entonces lo he molestado —dijo Lucius.

—¡No! —exclamó Harry — Bueno quiero decir que estoy algo cansado de la música y tanta gente.

—Comprendo —dijo Lucius, sonriendo otra vez —, la verdad yo también deseaba alejarme un rato del bullicio ¿Le molesta si lo acompaño?


Definitivamente no podía creerlo, aquel hombre que admiraba desde hacía tanto tiempo le hablaba y además quería dar un paseo con él, no era que imaginara cosas que no podían ser, sabía que un hombre como Lucius jamás se interesaría en él, pero definitivamente aquello le resultaba emocionante.


—No… quiero decir que no me molesta… que me acompañe —dijo Harry —, iba hacia la torre de Astronomía.

—Me gustaría ir allí, hace siglos que recorrí esos lugares por última vez.

—¿Siglos? Exagera… usted es aún muy joven.


Lucius sonrió otra vez.


—No lo creo, tengo más del doble de su edad.

Harry volvió a sentirse desanimado, sería que Lucius había adivinado sus sentimientos y le decía que era una locura y por eso hacía referencia a la gran diferencia de edades.


—Tal vez prefiera la compañía de alguien más…

—¡No! Yo no he querido decir que su edad sea un problema para mí, con toda seguridad yo le resultaría una compañía muy aburrida.

—No… eso no… se equivoca… yo creo que es usted una persona muy interesente —dijo Harry, pero luego se avergonzó de sus palabras, sin embargo Lucius pareció no darse cuenta.

—¿Lo dice en serio?

—Sí.

—Eso es halagador, muy halagador —dijo el hombre rubio.


Harry sonrió tímidamente e iba a decir algo, pero unas voces en el pasillo cercano lo hicieron mirar con preocupación, quizá no fuera conveniente para Lucius que lo vieran en un pasillo solitario en compañía de un alumno, apenas terminaba de pensar en esto cuando la mano de Lucius tomó su brazo con suavidad y lo retiró de en medio del pasillo acercándolo hacia un rincón. Aquello sorprendió tanto a Harry que no pudo decir nada, las voces en el pasillo se hicieron más cercanas, Lucius se apegó al muro con la clara intención de quedar oculto de las miradas de algún alumno curioso.


Harry quedó totalmente mudo cuando las manos del hombre rubio rodearon su cintura y sintió como quedaba apegado a ese cuerpo, sentimientos de toda naturaleza lo asaltaron, miedo, emoción, vergüenza, sin embargo no se movió y totalmente tembloroso sintió las cálidas manos de Lucius sostener sus caderas con cierta timidez, la respiración se le volvía agitada producto del nerviosismo que había disparado los latidos de su corazón de forma sorpresiva. Cuando los ruidos de voces se alejaron recién Lucius habló.


—No creí que fuera conveniente que lo vieran a solas conmigo… alguien podría pensar algo equivocado.


Harry no respondió, las palabras no le salían, tampoco conseguía dar a su cuerpo la orden para que se apartara de Lucius, de pronto aquellas manos suaves le rodearon la cintura delicadamente pero con firmeza. Se sentía completamente torpe, una parte de él quería salir corriendo, pero la otra deseaba permanecer ahí cerca de ese hombre, sintiendo su calor para siempre.


—Harry… yo… no he dejado de pensar en ti desde el verano, desde ese encuentro en la librería he soñado con un momento como este…


Harry no podía creerlo, parecía que el corazón le estallaría en cualquier momento ¿Aquello estaba sucediendo realmente?, ¿Estaba Lucius Malfoy diciéndole que desde el verano pensaba en él? Cerró los ojos, incapaz de hacer cualquier otra cosa, entonces sucedió lo que jamás se hubiese atrevido a soñar, sintió unos labios finos sobre los suyos, deliciosamente suaves, húmedos. Ya no podía más, estaba seguro de que se desmayaría, pero los brazos de Lucius lo sostenían con fuerza, el beso terminó, apenas había durado unos segundos, sentía las mejillas más ardientes que antes y los ojos húmedos.


—Harry… —llamó Lucius con voz queda —yo…


Los nervios lo superaron y ya no pudo más, se apartó bruscamente y salió corriendo de regreso hacía el vestíbulo, se encontró con varios alumnos que le miraron con mucha curiosidad, pero esto no le preocupó, sólo deseaba llegar cuanto antes a la escalera que llevaba a la torre donde estaba el dormitorio de Gryffindor, quería ocultarse, aquel beso de Lucius había vuelto su mundo de cabezas.


Sintió alivio de no encontrar a nadie camino a la torre, cuando atravesó el retrato y se encontró en la sala común respiró algo más tranquilo, se fue a sentar cerca del fuego, poco después estaba recostado sobre la alfombra. Había huido de Lucius, se había comportado de la forma más tonta, seguro que el hombre rubio en aquel instante estaba pensando que era sólo un chiquillo, había dicho que desde el verano no dejaba de pensar en él, cómo era posible que un hombre como ese se sintiera atraído por él, nunca se había visto a sí mismo como algo especial, no era un chico brillante, se destacaba en Quiddich eso sí, pero tampoco era atractivo, hasta ahora ninguna chica ni chico se había interesado por él. Se sentía tentado a regresar a la fiesta, pero al instante se arrepintió, seguramente Lucius se había marchado y convencido además de que él sólo era un chico infantil y torpe.


Fin Flash Back



Su torpeza de aquel entonces no tenía nada que ver con la de ahora, se preguntaba en que momento se había dejado llevar de esa forma, por qué se había permitido ser arrastrado por una pasión adultera, su vida no sería en ese momento el infierno que era si hubiese actuado con la cabeza y no con las hormonas, había traicionado a Lucius quien no lo merecía en absoluto, de ser menos cobarde confesaría su delito, pero tenía miedo de todo lo que perdería, el amor, el respeto de Lucius, tal vez hasta perdería a sus hijos, no había salida para él, sólo le quedaba esperar, ganar un poco de tiempo si es que existía tiempo para él.


3


Decidió que ese día no saldría de casa, se sentía más seguro ahí, pero no salir de su hogar no era una garantía de que ese sujeto que lo extorsionaba no se atreviera a llegar hasta ahí. Ya le había dado dinero en dos ocasiones y bien podía venir a solicitar una nueva suma. Estar encerrado no era precisamente una buena solución, se sentía más angustiado no se distraía en absoluto. Sin embargo se hizo el ánimo de no salir aquel día y pasó toda la tarde en compañía de sus hijos.


Esa noche Lucius llegó más temprano de lo habitual, y Harry se preguntó si sería por aquella casi conversación que habían tenido luego que él despertara gritando otra vez. Pero para su alegría su esposo se veía relajado y tan normal como siempre. Parecía que a lo menos ese día terminaría de forma más tranquila que los anteriores y Harry dio gracias por ello. Sin embargo, la tranquilidad duró sólo hasta un poco antes de que la cena fuera servida, el elfo doméstico se presentó diciendo que había llegado una carta para él. Había creído tan ingenuamente que ese día terminaría bien que tomó el sobre y lo abrió con despreocupación.


Toda su felicidad se acabó en ese instante. Era una carta del hombre que lo extorsionaba, le pedía una cita para el siguiente día. Naturalmente querría más dinero, regresó a la sala junto a su esposo e hijos, fingiendo que todo estaba bien, no quería pensar en el asunto, mañana sería otro día.


—¿Quién te escribió? —preguntó Lucius desde el sillón donde estaba sentado.

—De Floorish & Boot… llegaron unos títulos que estaba esperando hace semanas —respondió Harry con toda la naturalidad del mundo como si aquella respuesta no fuera otra más de sus mentiras.


Lucius ni siquiera lo miró, al parecer estaba demasiado interesado en el juego de los pequeños que en ese momento simulaban un duelo y el más pequeño había desarmado a su hermano mayor.


La cena de esa noche transcurrió silenciosa para los esposos, sólo las voces de los pequeños se dejaban oír y las de sus padres sólo intervenían de vez en cuando para responder alguna pregunta o hacer algún comentario.


Antes de dormir Harry le pidió a su elfo que le preparase una poción para dormir sin soñar. El asunto del extorsionador lo tenía tan mal que no se le había ocurrido hacerlo antes. En cuanto apoyó la cabeza en la almohada se deslizó hacia un sueño tranquilo tanto como podía permitirle aquella poción. A la mañana siguiente cuando despertó se encontraba solo y agradeció eso, la mirada perseguidora de su esposo no estaría encima de él.

*~*~*~*~*~

Debía reunirse con el extorsionador en un café que solía frecuentar en compañía de Oliver, sin duda que aquello no era casual. Cada más se acrecentaba la sospecha de que Oliver tenía que ver en el asunto, habían pasado dos semanas desde su primer encuentro con ese sujeto y desde entonces no sabía nada del jugador, algo sin duda muy curioso.


Salió de su casa y de inmediato se encaminó hacia el café. Se sentía extraño, tenía la sensación de que alguien le observaba, quizá fuera ese sentimiento de culpa que lo invadía que le hacía sentir que todo el mundo se fijaba en él. Entró al local y ubicó una mesa, curiosamente la misma que ocupaba con Oliver cuando se reunían en ese sitio, se encaminó hacia ella y se sentó a esperar, de seguro aquel sujeto no tardaría mucho en llegar.


Así sucedió, diez minutos después el hombre se sentaba frente a él con aire desenfadado.


—Buenos días… me alegra comprobar que es usted muy puntual… señor Potter…

—Bien… hable de una vez… supongo que me citó aquí porque desea más dinero.

—Naturalmente… que otra cosa podría desear de usted… señor Potter… a no ser que…


Harry miró al hombre con rostro pálido, casi adivinando lo que el hombre iba a sugerir.


—¿Qué pretende ahora miserable?

—Es usted joven y guapo… tal vez… —dijo el hombre, dándole al joven una mirada que decía mucho más que sus palabras.

—Ni lo piense miserable… ¡antes muerto! —exclamó Harry adivinando por donde iban lo tiros.

—¿Por qué tan arisco? ¿No sería la primera vez que le pone los cuernos a su esposo? Una más no hace gran diferencia.

—¡Nunca! Antes prefiero confesarle la verdad a Lucius.

—¿Está seguro de eso? Yo que usted lo pensaría… imaginé lo que hará él al saberlo, de seguro que lo arrojaría de su casa igual que a un… bueno creo que usted lo sabe, además no le permitirá volver a ver a sus hijos… no hay nada como un hombre engañado, si no lo mata tendrá mucha suerte.


Harry guardó silencio, a esas alturas ya no sabía si en realidad las alternativas que le hacía vislumbrar aquel sujeto no eran mejores que el tener seguir soportando esa situación.


—Tal vez sería mejor que me matara… no lo merezco, él es un buen hombre y yo lo engañé de la forma más miserable, lo hago ahora mismo estando aquí con usted.

—No sea dramático, no es para tanto.

—Es fácil para usted porque es quien me chantajea.

—Este asunto se ha prolongado más de lo necesario y ya me estoy hartando. Venga mañana por la tarde a mi apartamento y la deuda quedará saldada, le prometo que me olvido de todo.

—¿De qué habla?

—Usted lo sabe, me refiero a un agradable intercambio… usted me hace vivir un agradable momento y yo me olvidó del dinero… ¿Qué me dice? ¿Acepta?

—No… prefiero darle dinero…

—Pero no es dinero lo que yo quiero… ahora señor Potter… lo quiero a usted.

—Ya dije que no… le daré dinero… mucho…

—Mañana… en mi apartamento, aquí está la dirección —dijo el hombre depositando una tarjeta sobre la mesa —. A las tres, sea puntual… lo estaré esperando… con ansiedad.


Harry no alcanzó a decir nada más, el hombre se levantó de la mesa y se marchó rápidamente sin darle tiempo de poner ninguna objeción.


A diferencia de otras ocasiones Harry no regresó de inmediato a su casa, se fue a un parque cercano y ahí se sentó a pensar en su terrible situación. Ahora todo era peor que antes, ese tipo ya no le bastaba el dinero, ahora quería sexo ¿Qué vendría luego? Se preguntó el muchacho. Y hasta donde estaba dispuesto a llegar él para ocultarle la verdad a su esposo. Tener un romance con Oliver era una cosa, pero otra muy diferente el tener que pagar con sexo por el silencio de ese hombre. No, no había salida, definitivamente había llegado a su límite, todo aquello debía terminar y terminaría mañana, de un modo u otro terminaría.


Era extraño pero regresó a su casa más despejado, era como si se hubiese quitado un gran peso de encima, el saber que su martirio de las últimas dos semanas acabaría al siguiente día le infundía una tranquilidad repentina. Sin embargo, el que no parecía nada tranquilo era su esposo, al llegar lo había encontrado reprendiendo a los niños de una forma que nunca antes había sucedido. Extrañamente una travesura del niño mayor había desatado la furia de Lucius, que lo había castigado enviándolo a la cama sin cenar.


—¿Qué fue eso tan grave que hizo James como para que lo enviaras a su cuarto sin cenar? —preguntó Harry extrañado.

—Pues sucedió que mientras tú no estabas se metió a mi despacho y se puso a volar en escoba… resultado rompió aquel jarrón chino que ha estado en mi familia por décadas —dijo Lucius verdaderamente ofuscado.

—No me parece que sea algo tan grave… el jarrón puede componerse.

—Lo sé… el asunto no es ese… mintió. Cuando le pregunté si había sido el quien lo había roto dijo que no… lo negó aún sabiendo que era culpable. No soporto la mentira.


Harry sintió como un latigazo en el pecho, por supuesto que sabía que su esposo no soportaba la mentira.


—Es un niño pequeño, debes comprenderlo… de seguro tuvo miedo de confesarte la verdad.

—¿Miedo? ¿Por qué? Soy su padre… la persona que lo ama, se supone que debe confiar en mí… y no mentirme.


Harry no soportó la penetrante mirada de Lucius y apartó la vista.


—Quizá tuvo miedo… de decirte la verdad, tal vez pensó que por haber cometido una falta tú dejarías de amarlo…

—No creo que sea eso, sabe que lo amo… creo que en realidad temía afrontar el castigo. Nada en el mundo podría hacer que yo dejara de amarlo, sin importar que haya hecho.

—El castigo como consecuencia de una falta estoy seguro que es menos doloroso que decepcionar a quien amamos y nos ama. Deberías decirle que sin importar que haya cometido una falta tú igual lo amas, tal vez necesita oírlo —dijo Harry sintiéndose inundado por la tristeza


Lucius lo miró por un breve momento en silencio, luego apartó la mirada.


—¿Tú crees que necesita oír algo que él sabe que es así?


Harry casi sentía que no hablaba de su pequeño hijo, sino de sí mismo.


—Estoy seguro… lo que tú pienses es muy importante para James. En este momento estará sintiéndose muy triste por lo sucedido.


Harry sintió que la mirada de su esposo lo traspasaba y una vez más no pudo soportarlo y apartó la suya.


—Tienes razón… no dejaré que piense que no lo amo lo suficiente como para no comprenderlo. Iré a decírselo ahora mismo —dijo el rubio con un dejo de emoción en la voz, y salió del salón.


Harry se dejó caer en el sillón sintiéndose más abatido que antes. Lucius era un gran hombre, por qué él le había fallado de esa manera. No tenía perdón, jamás lo tendría, pero sin importar que sucediera haría que toda aquella situación terminará, estaba decidido.


Horas más tarde, luego de haberle dado las buenas noches a sus dos pequeños que esa noche habían tardado más de lo habitual en dormirse, se dirigió a su habitación, Lucius no estaba en ella al parecer aún trabajaba en el despacho, él decidió tomar una ducha. Cuando se estaba metiendo en la cama entro al cuarto Lucius, le dio una mirada y lo notó más agotado de lo habitual y también parecía triste, sintió tantas ganas de abrazarlo, de besarlo, pero no tenía derecho, él ya no era el mismo, porque ahora sí tenía plena conciencia de la grave falta que había cometido al entregarse a otro y no una vez, sino varias.


Cuando media hora más tarde Lucius salió del baño, él de inmediato cerró los ojos, prefería fingirse dormido para que Lucius no intentara hacerle el amor. No era que no lo deseara, amaba a su esposo y lo amaría siempre, pero sabía que él no era digno de ser amado.


A la mañana siguiente tuvo una sorpresa que lo sobresaltó en extremo. Cuando llegó a desayunar no sólo encontró a sus dos pequeños, sino también a Lucius.


—¿No irás a la oficina hoy? —preguntó Harry sin dejar de sentir extrañeza.

—No… tengo que verme con un amigo a la hora del almuerzo y he decido no ir a la oficina.


Harry sólo asintió sin atreverse a preguntar que amigo era ese que provocaba que dejara de trabajar, cosa que jamás hacía.


—¿Y… cuando regresarás? —preguntó Harry intentando sonar despreocupado.


Aquella tarde debía visitar a ese sujeto en su apartamento, bien podía no ir, pero lo tendría en su casa de seguro haciendo un escándalo, no quería que sus hijos se percataran de lo que ocurría.


—No lo sé… supongo que demoraré ¿y tú tienes planes para esta tarde?

—Sí… debo recoger algo en la librería, pero regresaré temprano —dijo Harry con voz segura.


Lucius mantenía la vista al frente mientras bebía su café.


—Espero entonces que tengas una tarde… placentera —dijo el hombre dejando su taza de café, se levantó rápidamente, besó a cada uno de los niños —. Supongo que nos veremos por la noche entonces.


Harry sólo asintió en silencio, luego de eso Lucius salió del comedor. Harry se quedó mirando la puerta por donde había salido su esposo, pensaba que esa noche cuando volviera a verlo sería para decirle toda la verdad, la verdad de su traición.


El resto de la mañana la pasó junto a sus dos pequeños, tal vez aquel fuera el último día que estaría con ellos, porque de seguro al día siguiente ya no estaría en el hogar. Después que le confesara la verdad a su esposo, debería abandonar su hogar, Lucius no le perdonaría, pero ya no le dolía aquello, lo merecía, merecía perder todo lo que tanto amaba.


Corroboró por tercera vez la dirección que estaba escrita en la tarjeta, era el lugar. Hizo sonar la campanilla del apartamento 401, el clic de la puerta le indicó que ya podía entrar. A diferencia del departamento de Oliver en aquel edificio no había ascensor. Se dispuso a subir los cuatro pisos, antes de poner el pie en el primer peldaño dio un suspiro, no sentía miedo, estaba resignado, enfrentaría a ese hombre de la única forma posible. No le suplicaría, ni siquiera intentaría disuadirlo de que no le dijese la verdad a Lucius, sólo iba a decirle que ya no podría chantajearlo porque esa misma noche le contaría toda la verdad a su esposo, sólo quería demostrarle a ese sujeto que no le temía.


Había sentido tanto miedo durante esas dos últimas semanas, que parecía que sus reservas de temor habían sido agotadas para el resto de su vida. Estaba totalmente tranquilo, su confianza llegaba al extremo de no sentir ni siquiera preocupación de entrar al apartamento de un sujeto que había mostrado ser de lo peor, ese hombre ya no podía hacerle más daño.


Dio unos golpes fuertes y seguros en la puerta y esta se abrió de inmediato. Le resultó extraña la expresión del sujeto, parecía que después de todo había estado seguro de que él no asistiría a la cita. Sin esperar invitación se adentró en el apartamento y luego de dar una rápida mirada en derredor, encaró al hombre.


—¿Pensó que no vendría cierto?

—Bueno lo pensé —dijo el hombre adoptando de pronto una actitud más burlona —, es que ayer parecía tan seguro de no querer aceptar la oferta que le hice que la verdad…

—Y no la admito… sólo vine a decirle eso. Puede hacer lo que le plazca, ya no aceptaré que me siga chantajeando, no le daré más dinero y mucho menos voy a meterme en la cama con usted.


El hombre parecía sorprendido de verás.


—Creo que debería pensarlo un poco, su esposo…

—Mi esposo sabrá toda la verdad, pero no por usted… yo mismo se la diré.

—¿Realmente quiere hacer eso? —preguntó el hombre incrédulo.

—Lo haré… no cometeré el mismo error dos veces… prefiero que me desprecie, que me odie…


La frase de Harry quedó interrumpida, una figura apareció en la puerta que daba a la habitación contigua, la figura era Lucius, su esposo.


Un torbellino de sentimientos se adueñaron de Harry. Confusión, incredulidad, y ese mismo miedo del que creía haberse librado. Retrocedió unos pasos sin comprender que hacía su esposo en ese lugar. De pronto creyó adivinar, ese hombre lo había engañado, le había tendido una trampa. Después que él le dijera la tarde anterior que no le daría dinero ni aceptaría su proposición había ido con su esposo y le había contado todo, de seguro que por una fuerte suma de dinero.


4


Había bastado un segundo para que volvieran a él todos los miedos. Pero ya no temía por él mismo y por lo que había perdido. Ahora al ver la mirada de Lucius comprendía lo egoísta que había sido, su adulterio no estaba relacionado con el deseo sexual, ni siquiera con el deseo de sentirse querido, su adulterio se relacionaba con el egoísmo, sólo había buscado satisfacción en una relación pasajera sin preocuparle que podía suceder con su esposo, que sentiría él si llegaba a enterarse. Ahora podía comprobarlo, porque la mirada de Lucius se posaba sobre él tal como había temido, dolida, profundamente dolida.


Lucius sólo lo miraba, sin moverse ni intentar nada. Parecía que estaba tan paralizado como lo estaba él mismo. Pero de pronto su esposo se movió apenas un milímetro para hablarle al hombre que permanecía sin decir nada.


—Jimmy… por favor déjanos solos —pidió Lucius con un tono que a Harry le sonó afable, demasiado.


El hombre al que Harry había visto como su acosador durante dos semanas, ahora cambiaba su actitud totalmente, lo miraba a él casi avergonzado y a su esposo con timidez.


—¿Jimmy? ¿Así se llama, de dónde conoces a este hombre?, ¿Qué está sucediendo? ¿Qué haces aquí Lucius?


El hombre llamado Jimmy bajó la cabeza, sin atreverse a mirar a Harry.


—Jimmy trabaja conmigo en la oficina… lo contraté hace dos meses.


Harry abrió la boca asombrado, el chantajista trabajaba para Lucius. Sintió algo peor a lo que había experimentado antes. Comenzaba a comprender.


—Jimmy… necesito hablar con Harry…

—Espere… usted trabaja con Lucius, eso significa que… todo fue mentira… usted…


Recién comprendió todo, no era tan tonto como para no darse cuenta de lo que sucedía en realidad. Ese hombre había sido enviado por Lucius para hacerle vivir los días más aciagos de su vida, naturalmente que su esposo estaba al tanto de su traición, sabía de su asunto con Oliver. Estaba tan impactado que ya no sabía como sentirse.


—Tú… lo enviaste para que me chantajeara…

—Sí… yo lo envié —dijo Lucius sin dejar de mirar a Harry.


El muchacho de ojos esmeraldas apretó los puños, dolido, ahora comprendía el actuar de Lucius de los últimos días, sus palabras, las miradas, los gestos. Todo eso era una venganza, había planeado todo aquello para castigarlo por su traición, que pasaría ahora que más vendría ahora. En realidad ya lo sabía, la venganza de su esposo no terminaría ahí, aquello sólo había comenzado.


Jimmy, miró a Lucius nervioso.


—Señor Malfoy… creo que este asunto es algo que yo no…

—Sí, lo siento Jimmy… este asunto debo terminarlo en mi casa —dijo Lucius.


Jimmy asintió con la cabeza y luego de darle una mirada apenada a Harry abrió la puerta.


Al ver la puerta abierta lo único que Harry pudo pensar fue en escapar de esa pesadilla que había caído sobre él, aquella situación era peor que ese falso chantaje, su esposo debía odiarlo mucho, sólo de esa forma se explicaba que le hiciera vivir semejante infierno, lo peor de todo era que él merecía ese infierno.


Antes que Lucius dijera o hiciera algo Harry se precipitó hacia la salida y corrió escaleras abajo como si escapara de alguien que pretendía su muerte.


Lucius corrió tras él, completamente sorprendido por la acción del muchacho que no se esperaba.


—Harry… Harry… espera…


Sin embargo, el muchacho no atendió a los llamados de su esposo, bajaba los peldaños de la escalera de dos en dos, mientras las lágrimas le arrasaban los ojos. Alcanzaba ya el segundo piso cuando uno de sus pies resbaló y le hizo perder el equilibrio, rodó escaleras abajo y quedó su cuerpo tendido, inerte en una posición extraña, como un muñeco que cae y queda desarticulado.


Lucius al ver que Harry caía y finalmente quedaba inmóvil, sintió su alma desgarrarse. Los segundos que tardó en llegar a hasta el cuerpo de su esposo parecieron eternos para él. Rogó a todo lo que existía no perder a Harry, él era todo en su vida, lo amaba más allá de la razón, le aterraba perderlo, había ideado todo aquello para hacer que de algún modo el muchacho recapacitara y dejará esa relación con Oliver Word. No había sido su intención lastimarlo, lo amaba demasiado, sólo había deseado recordarle su deber, que regresara a su lado para continuar siendo la familia que eran, pero ahora tal vez su locura le llevaría a perder a Harry para siempre.


Cuando finalmente llegó al lado de Harry, lo primero que hizo fue comprobar su pulso, era débil, pero aún tenía, tomó al muchacho en sus brazos y bajó tembloroso el resto de escalera, cuando alcanzó la salida de inmediato apareció con Harry en la urgencia de San Mungo.


Mientras Harry era atendido por los Medimagos y él esperaba, pensaba con dolor en todo lo que había provocado, no había hecho de buena forma las cosas. Ahora podía ser que perdiera a Harry, pero no como consecuencia de una aventura extra conyugal, sino por algo peor e irreversible, la muerte. La culpa se expandía y un escalofrío le recorrió el cuerpo retorciéndose y enrollándose en el fondo de su estómago. Sin importar cuanto debiera esperar sabía que esas serían las horas más aciagas de su vida.

*~*~*~*~*~*

Habían transcurrido tres horas desde el accidente y aún no sabía nada de su esposo. Ya estaba cayendo la noche y en casa sus hijos debían estar preguntando donde estaban sus padres. Aún no había llamado a nadie para decirle lo que había sucedido. Ahora era él quien experimentaba miedo, miedo de perder a Harry. No podía imaginar su vida sin él, le había angustiado tanto la posibilidad de perderlo, de que su esposo prefiriera a ese jugador de Quiddich tan famoso. Oliver Wood le había robado el amor de Harry, jamás se lo perdonaría.


Ahora lamentaba profundamente el haberse comportado de aquella manera. Recién comprendía que su actuar no había sido correcto, aunque no había pretendido lastimar a Harry, sólo había deseado que el muchacho recapacitara y regresara a él, a la vida en común, al hogar, jamás imaginó que aquella situación tendría semejante final.


Final, le aterraba la palabra así que decidió apartarla, ese no era el final de su vida con Harry. Estaba dispuesto a darle otra oportunidad, siempre había estado dispuesto a perdonar aquella infidelidad del muchacho, lo amaba tanto, sólo había deseado darle una lección, haciéndole entrever la posibilidad de que podía perder todo lo que tenía, su esposo, sus hijos, el hogar. Sin embargo ahora todo había cambiado drásticamente, el que ahora podía perderlo todo era él, sí, aún tenía a sus dos pequeños hijos, pero ellos necesitaban a sus dos padres juntos, amándose, siendo la familia feliz que siempre habían sido, ahora sentía que les había fallado. El método utilizado para hacer que su esposo regresara había sido cruel en extremo, ¿Podría Harry perdonarlo?


Cuando vio por fin acercarse al medimago que había recibido a su esposo de inmediato se puso de pie.


—Señor Malfoy, tengo buenas noticias… su esposo está bien ya, hicimos todos los exámenes de rigor la caída provocó algunos hematomas y una fractura en su tobillo derecho, pero con respecto a lo demás esta perfectamente.

—Pero yo le vio golpearse la cabeza…

—Fue muy afortunado, no hay lesiones internas, está perfectamente y completamente lúcido.


Para Lucius oír que Harry estaba ya lúcido era alentador por una parte, el accidente no había dejado secuelas inmediatas, al menos no físicas.


—¿Puedo verlo?

—Por supuesto, en cuanto abrió los ojos ha preguntado por usted —dijo el Medimago.


Lucius siguió al hombre por el pasillo hasta la habitación donde descansaba su esposo. Antes de entrar se restregó las manos con nerviosismo.


La luz era muy tenue, Harry estaba de espaldas sobre las almohadas, vestía la bata color blanca del hospital y tenía los ojos fijos en el espacio vacío. Lucius se acercó con el corazón apretado.


—Harry…


El joven al instante fijó su mirada esmeralda en el hombre rubio. Aquel primer contacto fue extraño, después de lo sucedido no sabía que actitud tomar, aunque su fuero interno le decía que aún seguía siendo culpable.


El hombre rubio se acercó al lecho y miró con infinita ternura al muchacho, luego de unos segundos se inclinó para besarlo en la frente y una sola frase salió de sus labios.


—Perdóname…


Harry detuvo su mirada en Lucius por unos segundos, pero sin mirarlo directamente a los ojos.


—Perdóname —repitió Lucius —. No quise lastimarte… yo… pensé… yo, sólo quería que regresarás a mí, tenía miedo de perderte.

—¿Perderme? —preguntó Harry con voz extraña.

—Oliver Wood, temí que me dejarás por él. Es más joven y… lo siento… sé que te hice sufrir enviándote a Jimmy… el pobre no quería hacerlo, prácticamente lo obligué, le amenace con despedirlo si no aceptaba…


Harry comprendía el sentimiento de Lucius, sentía culpa, la misma que había experimentado él por dos semanas. Pero claro eran culpas distintas, la suya provenía de la vergüenza, la de su esposo nacía desde el arrepentimiento.


—Harry… yo aún te amo, no quise hacerte daño, sé que fue una forma cruel de hacerte recapacitar sobre tu comportamiento, pero sólo quería que regresarás a mí, siempre estuve dispuesto a perdonarte, quería que tú mismo me confesaras el error que habías cometido.


El muchacho guardó silencio, no estaba enojado con Lucius, comprendía lo que había hecho, tal vez de ser las cosas a la inversa él hubiese actuado de forma menos premeditada que Lucius, más impulsiva, a pesar de su egoísmo no llegaba al punto de no reconocer el sufrimiento que debió experimentar su esposo al saber de su infidelidad.


—No merezco tu perdón Lucius, ni muchos menos tu amor…


El hombre rubio sintió renacer la esperanza en su corazón.


—Eres joven… te equivocaste.

—Te engañé Lucius, eso es irreparable… ya no puedo cambiarlo.

—Harry si tú me dices que a pesar de todo aún me amas, olvidaremos todo esto y seguiremos con nuestra vida, yo te necesito, nuestros hijos nos necesitan a ambos.


Recién Harry pensó en sus hijos y que al caer de la escalera pudo haber muerto, sin embargo la vida le había dado otra oportunidad y al parecer Lucius también estaba dispuesto a dársela.


—Te amo Lucius… siempre te he amado… te lo juro —dijo el muchacho mirando por fin a su esposo a los ojos.


El hombre vio en esa mirada triste la verdad, Harry estaba dolido por haberlo traicionado de una forma tan insensata, la herida tardaría en cicatrizar, pero cerraría con el tiempo y él deseaba sólo dejar atrás ese amargo episodio que le había enseñado a poner atención en lo verdaderamente importante, su familia, quizá de algún modo había descuidado a Harry sin darse cuenta., pero la vida les había dado otra oportunidad y él siempre estaría agradecido.

*~*~*~*~*~

Había pasado la noche en San Mungo, pero ahora se preparaba para regresar a su casa sólo debía esperar la llegada de su esposo. Había terminado de abotonarse la túnica cuando unas voces infantiles resonaron en la habitación, se volteo y vio a Lucius, con sus dos pequeños. Andrei de seis años, se abalanzó sobre él con los ojos húmedos.


—¡¡¡Papi!!!


Harry tendió los brazos para abrazar al pequeño.


—¡¡¡Mi cielo!!! Te extrañe mucho…


El pequeño Adam que cargaba Lucius también le tendió los brazos.


—¡¡¡Oh mi bebé aquí estás… también te extrañé!!! —dijo Harry tomando en brazos al pequeño.


La habitación se llenó de las vocecitas tiernas y alegres de los dos niños abrazado y besando a Harry; Lucius los observó con emoción daba gracias por aquella segunda oportunidad sentía su corazón lleno de un sentimiento confuso y feliz al mismo tiempo.


Harry respondió a esa mirada y sonrió feliz a su esposo, la herida moral, causada por un desgarrón en su espíritu cicatrizaría poco a poco.

*~*~*~*~*~

Harry permaneció largo rato sentado junto a la ventana de su habitación el viento se había calmado con la puesta de sol, la noche estaba serena y fresca, la luna apareció sobre los tilos del jardín, una blanca neblina empapaba de rocío. Aquella noche podría después de muchos días volver a disfrutar de un sueño tranquilo, ya no tendría pesadillas. Sin embargo había otra cosa que le preocupaba, volvería a ser su relación con Lucius tal cual en el pasado, no lo sabía, tal vez esta era la prueba más difícil que debía enfrentar.


Lucius salió del cuarto de baño vistiendo ya el pijama, se acercó a Harry y le tocó el hombro.


—Ven a la cama, está haciendo frío.


Harry se levantó y fue junto a su esposo. Ya no tenía que fingirse dormido para no tener que dar explicaciones sobre su actuar. Pero la nueva situación no era más cómoda, había momentos en que no sabía como actuar con Lucius, estaba demasiado presente en él todo lo sucedido.


—Harry… te extrañado tanto —dijo de pronto Lucius acercando su cuerpo al de Harry.


El muchacho sintió que el corazón se le apretaba, a pesar de todo Lucius seguía deseándolo y él también deseaba renovar aquel contacto interrumpido por su sentimiento de culpa y vergüenza.


—Te amo Lucius y te deseo con todas mis fuerzas.


Aquello fue suficiente para el hombre rubio. Esa noche renovó su pasión por el muchacho y se sintió acogido y deseado con intensidad, era lo que anhelaba, que Harry volviera a ser suyo con el ardor de siempre, pero lo cierto fue que se sintió sorprendido, parecía que todo lo sucedido había encendido aún más la fuerza del amor en Harry, lo sintió más apasionado y entregado que nunca. Durante esa larga noche, la fogosidad del muchacho le entregó y a la vez exigió. Se amaron sin descanso y una y otra vez hasta la madrugada. Con la primera luz llegó el cansancio y finalmente se rindieron al sueño, felices y confiados de haber superado la prueba más difícil de sus vidas.


FIN

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