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Ya No Hay Vuelta Atrás por AthenaExclamation67

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Ya No Hay Vuelta Atrás
By AthenaExclamation67

- Adiós… - susurró al viento melancolicamente, sintiendo un vacío enorme creciendo en su interior.

Inspiró por última vez el aire del santuario y miró todo a su alrededor, girando posteriormente sobre sus talones y empezando a caminar lentamente dejando atrás las doce casas a su espalda, dejandose guiar por el sol que iluminaba la senda que le separaba de la preciosa Grecia.

Siguió. Decidido y sin mirar atrás. Tratando de soportar ese enorme nudo que se le había hecho en la garganta que no le dejaba tragar y apenas respirar mientras andaba.

Convencido de su decisión. Decisión que tomaba y que le hacia dejar todo atrás, abandonando así la que por muchos años fue su casa, pensando que asi el dolor lentamente remitiria, que se marcharía y podría empezar una nueva vida en su casa materna que no se encontraba muy lejos de allí. Su preciosa y amada Italia.

Subió a aquel viejo barco, de aquel viejo puerto que le llevaría hasta el que fue su hogar hacía muchisimo tiempo y se sento en un rincon, apreciando así la maravillosa vista que le ofrecia el sol brillante sobre el ancho mar y dejo que la tristeza que ahondaba su corazón emerguiera al exterior después de esconder su rostro entre sus rodillas, comenzando a llorar amargamente procurando que nadie le viera, lamentando el marcharse así, dejar lo que le hacía más feliz en su vida aunque desde hacía un tiempo ya no era totalmente así.

Logró calmarse inspirando el aroma del mar, durmiendose con el arrullo que este mismo ejercia sobre el barco hasta que llegó a su destino, el final de su travesía y caminó hasta la que fue su casa antes de quedar huerfano. Casa que le pertenecía y que arreglaría, en la que se volcaría para poder habitarla hasta el fin de sus días.


El santuario despertaba, ajeno a la ausencia de uno de sus caballeros, ajeno a esa repentina partida tras una decisión que fue meditada durante muchos días, durante semanas hasta que creyó que seria la opción más apropiada.

El primero en despertar, algo que era habitual fue el patriarca que tras asearse y ponerse su preciosa túnica negra labrada con hilos de oro y sin ocultar su rostro tras esa horrible y fría máscara, máscara que hacia tiempo que ya no usaba y que privaba a todos de ver su hermosa cara cuando tenia que vestirla y no dejaba atisbar emocion alguna al que le rodeaba. Emoción que no podia mostrar ya que su cargo lo requería, inexpresión que a veces incluso dañaba al que se reflejaba en ella sin poder saber lo que pensaba.

Shion se escabullo desde sus dependencias con una sola idea cruzando su mente, con un único destino, entrando y saliendo sigilosamente de los templos hasta que llego a su destino. Un destino clandestino que visitaba durante las noches en muchas ocasiones. La cuarta casa.

Llegó y se adentró en ella, fijandose inevitablemente en esa decoración macabra que lucia expuesta en las paredes y que a nadie dejaba indiferente, entrando hasta el dormitorio del caballero de cáncer, su amante, su adorado y tozudo caballero que le robó el corazón y de él se hizo dueño.

Pero se erizó. Una extraña sensación recorrió su cuerpo al no encontrarle. Sensación que trató de auyentar pensando en que Mask debería estar entrenando por su cuenta sin la compañía de algún otro compañero.

Shion regresó a su templo, a sus obligaciones diarias, a sus deberes mientras trataba de concentrarse y no pensar en esa terrible sensación que le asoló en la cuarta casa cuando quiso encontrar a aquel que amaba y no pudo.

Sumido de lleno en su labor, Shion trataba de no pensar en lo que podía haber pasado por que siempre era recibido con un abrazo del guardian de la cuarta casa, ese cariñoso guardian, cariño que solo a él le mostraba, siendo rudo y arrogante como siempre con los demas aunque cuando estaban en la intimidad toda esa fachada se desplomaba.

Recordó entonces los ultimos días de sus vidas y se acordó del extraño comportamiento que Mask estaba teniendo en esos días. De sus respuestas cuando le preguntaba si algo sucedía. Respuestas siempre negativas, respuestas que no creia puesto que la melancolía reflejada en el rostro del guardian de cáncer le indicaba una cosa totalmente distinta.

Y así llegó al mediodia, después de atender a decenas de visitas, después de que respondió a todas las preguntas que se le hacían y después de solucionar los incidentes que tragicos o no debia resolver sin dilación.
Volvió a levantarse y dejó a su enorme butacón en la soledad de aquel gran templo de audiencias, dirigiendose a la salida para regresar al templo de cáncer y poder asi disfrutar de la compañía de Death Mask al que esperaba encontrar y al que deseaba abrazar queriendo romper esa barrera que sentia que se cernia entre ellos, que les distanciaba, que le hacia sentir esa frialdad que le mostraba a los que no tenian la suerte de conocerle en profundidad. Frialdad que lastimaba demasiado y que deseaba que desapareciera por siempre jamás.

Al entrar en el templo de cáncer, ese escalofrio que había sentido volvió a recorrerle más intensamente, haciendo que se preocupara muchisimo más sin poder encontrarle, decidiendo convocar al resto de caballeros para tratar de averiguar su paradero.

Todos ellos acudieron. Aioros se encargó de que así fuera, de que acudieran al llamado urgente para escuchar atentos la explicación del patriarca, contestando a las preguntas que formulaba Shion para poder descubrir o adivinar lo que sucedía y lo más importante… Saber dónde se encontraba Death Mask.

Ninguno pudo darle datos relevantes, ninguna pista que le ayudase, así que hicieron lo unico que creyeron que podian hacer. Buscarle.

Salieron por parejas, nunca solos por si algo sucedía y buscaron minuciosamente en cada rincon del santuario. Detrás de cada arbusto, detrás de cada roca hasta que pasadas las horas regresaron desanimados, resignados sin haberle podido encontrar.

- Gracias… - dijo cuando los tuvo a todos presentes – gracias por tratar de encontrarle – desvió su mirada al suelo llena de preocupación y tras ver como sus caballeros se marchaban, se retiró a sus aposentos.

Se puso a pensar en la soledad. A recordar cada conversación, cada palabra que habían compartido mientras se amaban, mientras se abrazaban a escondidas de todos. Recuerdos y momentos que siempre permanecían frescos en su memoria, y hubo uno en concreto que le hizo adivinar el lugar en el que se podía encontrar.

FLASHBACK

Los gemidos resonaban en las estancias privadas del patriarca. Gemidos que salian de la boca de Death Mask directos a sus oidos provocando que se erizase, que se estremeciese de placer mientras se amaban en secreto aunque todos sabían de sus encuentros, mientras que con una mirada, un gesto o incluso un silencio les renovaba y les embriagaba de felicidad. Una felicidad anhelada, codiciada y deseada que jamás habían logrado hasta que el destino cruzo sus caminos y los unió de manera inexorable.

- Te amo… - susurraba, jadeaba repetidas veces Death Mask apoyando su rostro en la almohada, aferrandose a las sabanas mientras sentia las profundas embestidas que Shion ejercia contra sus entrañas. Haciendo que estas mismas sabanas se crisparan entre sus dedos, que se rasgaran al sentir una deliciosa pero brutal embestida con la que Shion terminaba y caía sobre la espalda de Death Mask.
- Te amo mascarita… - jadeaba con la respiración entrecortada, liberando a cáncer de su peso, abrazandole de costado desde atrás mientras le apegaba contra su sudoroso cuerpo traspirado por la agitación, por la excitación del momento de amor que acababan de compartir al tiempo que le hacia caricias.

Se entretuvo en regalarle deliciosas caricias después de ese orgasmo sensacional, caricias que le rebelaban correpondidas por los suspiros que a Death Mask le faltaba culminar.

Llevó su zurda hasta el miembro de él y con una provocación susurrada al oido de cáncer, el juego se retomaba hasta que con sus delicados y finos dedos, con su lengua lividinosa le hacía estallar al placer supremo que solo Shion le sabía dar que daba paso a un dulce sueño del que despertaban en la madrugada. Madrugada en la que solían hablar de sus sueños, de sus esperanzas.

- Quisiera llevarter a mi hogar… - susurraba cáncer acariciando los preciosos cabellos verdes de Shion – quisiera que vivieras la paz y la tranquilidad sin tanta responsabilidas, solo disfrutando y siendo feliz… eso me gustaría tanto… - suspiraba cerrando sus ojos.

Mask siempre le contaba sus ilusiones a Shion ya que era al ser que más amaba, más que a su propia vida. Sus sueños, los cuales le gustaría compartir con él algun día aunque era realista y sabia que eso jamás sucedería aunque no por eso dejó de lado la deliciosa fantasía que corria por su cabeza. Llevarse a Shion a Italia para jamás regresar. Vivir rodeados de esas preciosas margaritas amarillas que rodeaban su casa. Ellos solos y nadie más…

FIN FLASHBACK


Cuando recordó esas conversaciones, lo entendió todo. Pero si él estaba incluido en ese sueño… ¿Por qué no le pidio que le acompañara?

Necesitaba encontrarle, ir a buscarle y decirle que no se volviera a ir así jamás, que no volviera a preocuparle, por que esa preocupación era una tortura de la cual no veía el final.

Llamó a Aioros y le explicó todo para marcharse después sin tener la certeza de que lo fuera a encontrar, decidido a hacerlo, decidido a hacerle regresar.

Tomó el primer barco que partía y que le conduciria al lugar de los sueños de Death Mask, lugar al que llegaría por la tarde a más tardar.

Durante la travesía, se puso a meditar. Necesitaba que Mask le dijera por que se había ido, el porque de su repentina marcha… el porque lo abandono sin darle ningun tipo de explicación. Deseaba preguntarle si ya no le amaba, necesitaba saberlo por que de ser asi su vida se convertiria en un tormento del que no sabia si podria salir, pero lo que necesitaba, lo que más deseaba era verle, saber que se encontraba bien y conocer toda la verdad.

El trayecto no se le hizo pesado puesto que al sumirse en sus pensamientos, los minutos pasaron volando y cuando volvio a mirar al horizonte vio como ya se podia divisar la costa, dejando que sus ojos se abrieran de par en par por la hermosura del lugar. Hermosura que no se entretuvo a preciar en profundidad ya que caminaba muy apresurado, apreciando como el sol ya empezaba a ocultarse mientras seguía las descripciones que alguna que otra vez Mask le había hecho mientras soñaba despierto, empezando a desesperarse por momentos ya que todo coincidia. Cada detalle, cada árbol o piedra que Mask decía, pero el lugar más esperado, aquella preciosa casita no aparecia.

De pronto, ya desesperado y angustiado, tras atravesar una escalera de madera, vio ese campo de margaritas amarillas de las que tanto había oído hablar. Inspiró fuerte entonces, regalándose el olfato con ese suave e intenso olor a manzanilla y se sorprendió cuando al fin podía divisar la hermosa casita.

Pero no solo la casita aparecia. Tambien, tras los últimos rayos de sol emergia una silueta. Una que reconocía, una que sabia perfectamente a quien pertenecía. Una silueta hacia la que empezó a correr más se asombro cuando esa silueta, la del hombre al que él amaba, se incorporaba y corria justamente en la dirección opuesta en la que él estaba. Alejándose, huyendo de él.

- ¡¡MASK!!

Gritó corriendo más rápido, tratando de darle alcance completamente confundido, empezando a enojarse ante la situación que se le escapaba completamente de las manos.

- ¡¡¡MASK!!!

Volvió a gritar, dandole caza al fin, tomando su cintura mientras le hacia caer en el pasto y quedaron ocultos es ese mar de margaritas amarillas.

Le abrazó con mucha fuerza, pegandole a su cuerpo, olvidando por unos segundos lo sucedido. Ansiando sentir el calor del cuerpo de Mask, anhelando acompasar sus corazones. De besarle, cosa que hizo pero jamás sospechó que no sería correspondido.

Mask quedo quieto, estático e inmovil recibiendo ese beso que le desarmo por completo y que desgarró su corazón haciendo que ese dolor que sentia fuera más fuerte que nunca.

Shion se separo lentamente e incorporó su cuerpo, quedandose sentado a un costado de Mask que permanecía tendido en el suelo sobre el pasto con los ojos cerrados mientras trataba de contener el llanto. Tratando de aguantar y no hacer algo que pudiera lamentar.

- Mask… - suspiró Shion - ¿Qué sucede? – preguntó angustiado – dime lo que sucede para poder arreglarlo, para que no te vuelvas a ir así de mi lado, para que el error que cometí no se vuelva a repetir, para no sentir nunca más la agonia de no tenerte junto a mí – decía – no soporto verte así, tu tristeza me está matando – quedó callado esperando una respuesta.

Mask se incorporó sentandose a su lado, mirando al verde pasto después de abrir los ojos, pensando unos segundos las palabras antes de responder, palabras que sabia que no serian las correctas, pero su angustia, su ansiedad clamaba por liberarse, por dejarle respirar después de que le contase.

- Shion… - inspiró profundamente – tú… tú no puedes hacer nada – susurró llevandose las manos a la cara, tapandose su hermoso rostro bronceado para evitar que le viera llorar – no hay nada que solucionar Shion. No es que haya un problema entre nosotros. Más bien el problema soy yo. Yo que soy un egoista, yo que no deseo compartirte. Soy yo el que no aguanta un solo segundo alejado de ti y ya no puedo más… - explicaba mientras Shion lo miraba asombrado sin saber que hacer – soy yo que… - volvio a decir pero callo ante la acción de Shion que lo abrazó rodeando su fornido cuerpo con los brazos, dejando que su cabeza se apoyara en su pecho – Shion… - quiso seguir pero la congoja se lo impidió y se aferró fuerte a la tunica negra de Shion, empezando a llorar desconsolado – tú… tú eres el patriarca – balbuceaba entre lagrimas – y debes ejercer como tal. Para eso te entrenaron, para eso has luchado y yo no soy un necio que tenga el valor de pedirte que lo dejes. No puedo pedirte que abandones tus sueños, que dejes de luchar por lo que siempre quisiste, que dejes de hacer algo que te hace tan feliz a pesar de la enorme responsabilidad – callo una décima de segundo y siguió sin dejar hablar a Shion – te amo… te amo demasiado… te quiero solo para mí… y… y… ya no puedo seguir así – tomo aire sintiendo un poco de alivio pero continuando su explicación, necesitando dejarle bien claro como se estaba sintiendo – Shion… ni yo mismo era consciente de lo mucho que te amaba hasta que empecé a sentir un enorme dolor en el pecho si no estaba junto a ti – decía mientras de sus ojos brotaban enormes lágrimas – por eso tome esa decisión, por eso me fui, por eso queria tratar de alejar ese dolor pero no lo conseguí. Lo unico que he sentido las horas que llevo aquí es desesperación por no poder sentirte a mi lado, dolor por la distancia, dolor al sentir que no volvería a verte jamás… - calló tratando de respirar calmadamente, tratando de dejar de llorar sin lograrlo.

Shion le abrazó más fuerte, cobijandole entre sus brazos, dandole un calor que creia necesario dar mientras sin poder contenerse acarició las mejillas de Mask, tratando de calmarle al tiempo que sus yemas se deslizaban suavemente por el rostro, el cuello y los hombros del ser que tenia entre sus brazos, del ser al que amaba sin importarle lo que pudieran llegar a pensar.

- Te amo… - susurró inspirando fuerte, levantando la barbilla de Mask para obligarle a mirarle, para que viera perfectamente sus ojos sinceros – TE AMO… ¿me oyes bien? – renegó enojado – y no concibo la vida si no es a tu lado – añadió besando después sus labios, levantándose mientras le cargaba con sus brazos, sintiendo el cuerpo de Mask temblar aferrándose a su pecho, a su túnica mientras le correspondía llorando emocionado.

Lo llevó al interior de esa preciosa casa donde se amaron en silencio, sin necesidad de palabras, sabiendo perfectamente las necesidades del otro, conociendo cada sensación, cada sentimiento que no dejaban de demostrarse mientras en la oscuridad de la noche el aroma de las margaritas amarillas les envolvía, mientras enloquecían cada vez más por el deseo, por el calor que transmitían sus cuerpos, por los gemidos y jadeos incontenibles causados por el placer hasta que desfallecieron y abrazados se durmieron hasta que el sol empezó a despuntar y causó que Shion despertara primero.

Shion se movió con cuidado, sonriéndose al ver a Mask durmiendo plácidamente entre sus brazos mientras lentamente lo acomodaba para después sentarse en el borde de la cama, sintiéndose muy feliz por haberle podido encontrar mientras miraba a través de la ventana, decidiendo que hacer, meditando una solución adecuada, sabiendo que solo dos opciones tenia. Irse sin Mask puesto que sabía que él no regresaría o quedarse con él hasta el fin de sus días.

Inspiró muy fuerte, tomando una gran bocanada de aire y vistió su túnica negra para luego acicalar sus cabellos y lentamente sin hacer ruido cerrar las contra ventanas para que Mask continuara durmiendo hasta que su cuerpo descansara completamente, hasta que se encontrase recuperado de las emociones y de la noche de pasión desenfrenada que tuvieron.

Salió entonces, caminando entre el caminito que dejaban las margaritas hasta esa escalerilla de madera por la que ya había pasado la tarde anterior. Dirigiéndose al puerto mientras los rayos de sol calentaban su espalda ascendiendo poderosos hasta que presidieron el cielo, subiéndose al mismo barco del que bajo la tarde anterior para hablar con el capitán.


Lentamente, no demasiado lejos de aquel puerto, despertaba Death Mask que se desperezaba girándose en la cama, buscando el calor del cuerpo de Shion. Cuerpo que no pudo alcanzar puesto que no estaba en el lugar en el que se suponía debía estar. A su lado en la cama en la que se habían amado hasta desfallecer.

Tembló y la sonrisa que adornaba su rostro desapareció dejando una preciosa faz desolada por la tristeza que le invadió por momentos mientras se abrazaba a la almohada y aspiraba el olor que en ella quedaba. Olor de Shion que le hizo llorar amargamente, entendiendo la decisión que tomaba Shion, comprendiendo que no podía pedirle, exigirle como deseaba que se quedara con él.

El dolor volvió a su cuerpo. Dolor que le hizo salir corriendo de la casita que siempre aparecía en sus sueños junto con Shion y se sintió estúpido por la situación. Situación que esperaba puesto que no era tan necio, pero por un momento, un gran momento sintió con seguridad que Shion no se iba a marchar. Lentamente, mientras respiraba con dolor en el pecho, se dio cuenta que se equivocaba al mirar a su alrededor y solo encontrar a la que sería su compañera. La soledad.

Salió a entrenarse, a desahogar la furia, la rabia, el dolor que empezaba a apoderarse de él y corrió. Todo lo rápido que podían sus piernas, pateando, golpeando todo árbol o piedra que se fue encontrando por el camino mientras se agotaba, mientras su cuerpo dejaba fluir la adrenalina por cada uno de sus poros hasta que desfalleció y cayó exhausto en medio del campillo de margaritas amarillas que le sirvieron de colchón.

Cerró los ojos para poder despejar la mente, inspirando ese dulce pero intenso olor a manzanilla que le rodeaba y que se impregnaba en su piel perlada por el sudor. Quedando un tiempo que parecía que no pasaba mientras por su mente desfilaban toda clase de recuerdos, unos amargos y otros no tanto, sobre todo en los que recordaba a Shion ejerciendo su cargo, cuando recordaba cómo tras una pelea estúpida que empezó con golpes en la cuarta casa acabaron haciendo el amor y desde entonces no volvieron a pasar ni una sola de las noches sin la compañía del otro mientras aprendían a amarse y corresponderse.

Las lagrimas volvieron a descender por sus mejillas al recordar momentos que lo hicieron sentir feliz, que lo hicieron sentir vivo cada vez que Shion le acariciaba, cada vez que le decía cuanto le amaba.

Tomo aire para recobrar el aliento, inspirando fuerte por su nariz mientras se sentaba, pudiendo distinguir algo diferente en el aire que se mezclaba con aroma de manzanilla que perfumaba el lugar.

Se incorporó abriendo sus ojos, quedando sentado mirando hacia la escalerilla de madera, hacia esa infinidad de margaritas amarillas que precedían su casita cuando deslumbrado por los rayos del sol que le cegaban negó con su cabeza mientras pensaba que sus ojos le engañaban.

- Ya vuelvo a soñar…

Se dijo a si mismo levantándose, caminando despacio para comprobar que lo que creyó ver era un espejismo. Espejismo que seguía avanzando acercándose a él.

Frenó en seco, frotando sus ojos más incrédulo que nunca, parpadeando distinguiendo mejor lo que veía. Echando a correr cuando vio perfectamente. Sintiendo que sus lágrimas bañaban su rostro, pero estas lágrimas eran de felicidad al ver a quién creyó que no podría volver a tener enfrente.

Corrió más rápido, lanzándose en los brazos de Shion, haciendo que este cayera, haciendo que mientras ambos caían sobre las margaritas amarillas le protegiera como siempre hacia con sus fuertes brazos con los que le rodeo.

- Pensé que jamás volvería a verte… - susurró con su corazón latiendo a toda prisa mientras se apoyaba con las palmas de las manos sobre el pecho de Shion.
- Cómo podría… - susurró – si lo único que quiero, lo único que deseo en este momento es compartir contigo el resto de mis días… - sonrió besándole lentamente, volteando sus cuerpos sobre el campillo de margaritas amarillas. Esperando que la carta que le entrego en mano al capitán del barco fuera entregada tal y como le había pedido a Aioros. Carta que le explicaba donde se encontraban, carta que le comunicaba que desde ese momento le sucedería. Carta que le comunicaba toda la felicidad que sentía y que esperaba que tras comunicárselo al resto de sus compañeros entendieran que su elección fue la de vivir el resto de sus días con el ser que amaba, sin más obligación que amarle por toda la eternidad hasta que el sol se ocultara por siempre en su vida.


- Fin-

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