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Lado Oscuro por Saya Sumeragi

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Notas del capitulo: Bueno, pues aqui estoy de nuevo, esta vez con la promesa de que el bloqueo no afectara el desarrollo del fic ya que lo terminé antes de empezar a publicarlo, calculo subir un capítulo cada tercer día n__n


Agradecimientos a mi Hime-sama por apoyarme y darme buenas ideas nOn y a mi nii-san por aguantar mis loqueras.
~ Lado Oscuro ~


- ¡¡Kuchiki taichou!! ¡¡No puede estar aquí, Unohana-taichou dijo que tenía que reposar al menos una semana más!! –

- No vengas a sermonearme Renji, hay mucho trabajo pendiente –

¡Dios, vaya que era molesto a veces! Es mi teniente pero creo que parece más mi madre cuidando hasta el último paso que doy.

- ¡Pero taichou tiene que reposar! –

Molesto tomó todos los papeles de mi escritorio y los amontonó en una orilla colocando los puños sobre el mismo y mirándome fijamente.

- Renji tienes un minuto para acomodar todo como estaba y dejarme trabajar en paz –

Miré a Senbonzakura que descansaba a unos centímetros de mi mano, acariciando la saya recordé las palabras de Unohana, si, había ordenado reposo absoluto, pero no podía quedarme tirado en la cama por una semana y menos por heridas tan pequeñas.

- ¡No me importa que me haga pedazos con Senbonzakura! ¡Tiene que descansar, y si no lo hace por la buena convocaré a todo el Gotei 13 para convencerlo! –

Lo creía más que capaz, resignado solté la pluma con la que estaba firmando aquellos importantísimos papeles y me levanté colocando a senbonzakura en mi cintura.

- Gracias Kuchiki taichou –

- No me agradezcas Renji, solo quiero librarme de ti un rato –

Con una sonrisa triunfal me abrió la puerta, cedí en ese momento porque sabía que una gran parte del trabajo rezagado permanecía en casa, llegué en un par de minutos y por un segundo el silencio y soledad de la casa me sobrecogió, Rukia estaba con Kurosaki en casa de los Shiba y solo uno o dos sirvientes caminaban apresurados por los pasillos.

Entré a mi despacho y me senté en el escritorio abriendo las gavetas donde estaban los documentos solo que, había un pequeño problema….no había documentos….

- Tch…se los llevó –

Azoté con fuerza el cajón y me dejé caer en el mullido sofá, odiaba cuando alguien entraba a mi casa, y lo odiaba aun mas cuando tomaban algo que no les pertenecía, ¡Abarai Renji como te pudiste atrever a tomar mis documentos!

Sin otra cosa que hacer y siendo obligado forzosamente a descansar me puse de pie recorriendo la vasta colección de libros que había en mi oficina, acaricie los lomos uno por uno hasta que halle el que buscaba, lo tomé y dirigí mis pasos al jardín.

- Kuchiki-sama, no sabíamos que había vuelto a casa, ¿desea algo? –

Uno de los sirvientes me había dado alcance y me miraba aterrado siguiéndome desde una distancia prudente.

- Si, Gyokuro –

Contesté llanamente y salí al jardín sentándome bajo uno de los cerezos, me disponía a comenzar mi lectura cuando una fuerte brisa hizo pasar las hojas rápidamente, cerré el libro en seguida pero no pude evitar que un papel escapara, dejando el libro a un lado me levante hasta el papel prófugo, amarillento por el paso de los años, al frente dos personas y al reverso una fecha “31 de Enero”


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12 de Enero, año desconocido


Las alarmas sonaron al tiempo que la guardia comenzaba a movilizarse, no sabía que pasaba pero pronto escuché pasos cerca de mi habitación.

- ¡Guardias! ¿Qué está pasando? –

Traté de preguntar con el tono más seco y estricto que tenía, pero no pareció impresionarlos demasiado, uno de ellos se agachó para quedar a mi altura, y tomándome por los hombros respondió.

- Byakuya-sama por favor quédese en su habitación, parece que hay una brecha en la seguridad de la mansión, pero nada de qué preocuparse, por favor espere dentro –

Y dicho eso me empujó suavemente al interior cerrando la puerta de golpe, la sangre me subió a la cara por el coraje, ¿cómo se atrevía a hablarme de ese modo? No era un chico cualquiera, ¡era el heredero de la familia Kuchiki y nadie me daba órdenes! abrí la ventana y me deslicé sigilosamente hasta el jardín, atraparía a los intrusos y probablemente mi abuelo me felicitaría, si, era un buen plan….

Corrí a toda velocidad inspeccionando habitaciones y pasillos pero no era muy fácil encontrar algo teniendo que esconderme de los guardias que no dejaban de correr de un lado al otro, pero aun así logré dar con él, al parecer nuestro intruso quería ser detectado ya que no hacía ni el mínimo esfuerzo por ocultar su reiatsu…..

- ¿Qué haces aquí? –

Pregunté secamente, la figura se hallaba frente a un enorme estate y sostenía algo entre sus manos que destelló bajo la luz de la luna.

- Ouuu no creí que alguien pudiera encontrarme….he, supongo que tendré que deshacerme de los testigos –

Guardó el objeto entre sus ropas y se puso en posición de ataque.

- Qué ingenuo, ¿sabes con quién estás hablando? –

Me puse en guardia y comencé a recitar un hechizo de Kidoh, que había aprendido esa mañana y ansiaba practicarlo, que mejor que un blanco móvil.

- Lo sé, pero te pregunto lo mismo…… -

Se lanzó contra mí y tras un par de movimientos terminamos en el suelo.

- Ríndete, estás vencido….. –

Clame victorioso cuando logré inmovilizarlo.

- ¿Tú crees? Yo más bien lo llamaría un empate –

Un ligero dolor me hizo entenderlo, aun cuando yo lo tenía contra el suelo con el filo de mi katana en su cuello, él mantenía una afiladísima daga en contra de mi vientre, una gruesa línea de sangre comenzaba a correr por la hoja.

- ¡¡¡¡Kuchiki-sama!!!! –

La súbita intervención de la guardia me hizo distraerme, momento que aprovechó para escapar y aunque logré arrancar su máscara al final no pude ver su rostro, solo recordé una cosa…..sus ojos…..


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13 de Enero


- ¡Imperdonable! ¡Imprudente! ¡¡Impropio!! –

- ¡Abuelo por favor escúchame! –

- ¡No Byakuya! ¡No hay excusa para tu comportamiento! –

- Pero abuelo… –

- Pero nada, la familia Kuchiki se caracteriza por una conducta intachable y un gran respeto por las leyes, no perdonare tu osadía y falta de sensatez –

Con una señal hizo que los guardias se retiraran, pasamos largo tiempo en silencio, desde que entré a sus habitaciones no me había mirado ni una sola vez, odiaba esto….me sentía tan estúpido…..

- Ven aquí Byakuya –

Me acerqué lentamente y me detuve a su lado, el abuelo miraba por la ventana los pétalos de cerezo que caían lentamente dando elegantes piruetas en el aire……

- Abuelo lo lamento mucho, no volverá a suceder, solo quería detener al intruso para que…bueno…… –

Me miró largamente hasta que su mirada se fue suavizando y se hincó en el suelo para quedar a mi altura…….

- Niño tonto, eres mi orgullo y debes prometerme nunca hacer algo como lo de anoche ¿está bien? –

- Pero… ¡soy fuerte! Si la guardia no hubiese intervenido…. –

Desvié la mirada apretando los puños tratando de contener mi enojo, pero todo fue olvidado cuando sentí sus brazos rodeándome con fuerza.

- Byakuya promete que no harás nada tan imprudente, eres el heredero del clan y no quiero que te hagan daño, no dudo de tu poder pero no eres inmortal Byakuya, tenlo en mente –

Con esas palabras salí de la habitación, entendía lo que me había dicho, miré mi estómago donde la herida sangraba ligeramente….


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14 de Enero


- Kuchiki-kun escuchamos lo que pasó en la mansión ¿te encuentras bien? ¿alguien salió herido? –

Mis compañeros de clase estaban alrededor, todos ametrallándome con preguntas absurdas y molestándome con su falsa preocupación, lo sabía bien, ninguno de ellos me apreciaba pero fingían interés al saberme heredero de la familia Kuchiki, las chicas me buscaban y coqueteaban descaradamente con la esperanza que escogiera a alguna como mi prometida, que tontas.

- ¡¡Atención clase!! –

El profesor había llegado desde hacía unos minutos pero todos estaban tan centrados en mí que ni siquiera lo notaron, me pareció graciosa su cara de furia reprimida, al fin todos volvieron a su sitio y se hizo el silencio.

- Bien, ahora que tengo toda su atención quisiera presentarles a un nuevo estudiante, pasa por favor –

Humm ¿otro más? últimamente permitían a cualquier escoria unirse a la Academia y éste no parecía ser la excepción, era un chico flacucho y de porte desgarbado, su cabello platinado escurría sobre su cara y su rostro…bueno….ni de qué hablar, era la más viva imagen de un zorro.

- Pasa al frente y dinos tu nombre, aficiones o lo que quieras –

El maestro lo tomó por los hombros y lo empujó al centro pero el chico-zorro no se inmutó, barrió la mirada analizándonos uno por uno y por alguna razón desconocida me desagradaba más a cada minuto.

- Konnichiwa, mi nombre es Ichimaru Gin, emmm…..tengo la misma edad que ustedes, mi velocidad de shunpo asciende a los 297 km por minuto y Shinsou… -

- Ah eto….. ¿quién es Shinsou? –

Chica boba igual a pregunta boba, no cabía duda, a nosotros que nos importaba quien era Shinsou? suspiré con fastidio y miré hacia la ventana.

- Shinsou es mi Zanpakuto -

Un grito de emoción llenó el salón, las chicas comenzaron a susurrar y algunos de los chicos se habían quedado perplejos, yo entre ellos aunque creo haberlo disimulado bastante bien, sin embargo, ¿cómo era posible que un chico de nuestra misma edad tuviese una zanpakuto? a excepción de mi mismo no conocía a nadie en la academia que tuviera una, aunque nadie sabía de Senbonzakura porque en los entrenamientos siempre usaba una katana común, bien…después de todo este chico-zorro prometía algo de diversión.

- Bien bien, ya basta, Ichimaru-kun, has favor de buscar un asiento vacío, volveré en seguida con tu libro de texto –

Supe que el maestro había salido porque el murmullo se convirtió rápidamente en escándalo, me mantuve mirando hacia la ventana considerando la opción de retar al nuevo a un duelo, después de todo, nunca había peleado contra alguien que tuviese una zanpakuto y menos alguien de mi edad.

- Konnichiwa –

Solo eso me falta, de entre todos los asientos disponibles ese chico-zorro tenía que escoger el que estaba a mi lado, lo ignoré y tomé el primer libro que estaba a mi alcance.

- Ne Ichimaru-kun ¿de verdad tienes una zanpakuto? ¿de qué tipo es? ¿la traes contigo? ¿podemos verla? –
Reí para mis adentros al pensar que tenían un nuevo animal de circo para satisfacer su curiosidad y falsa amabilidad, bienvenido a mi mundo chico-zorro, aprovechando el tumulto salí del salón, no tenía muchas ganas de estar en clase hoy, no me reñirían ya que era el mejor de la clase ¿y cómo no serlo después de horas interminables de entrenamiento con mi abuelo?...

El silbido de una patada cortando el aire me alertó, me giré y la detuve con una sola mano, juego de niños….

- ¿Con que escapándote de las clases eh Byakuya? –

Lo único que me faltaba, la princesa rebelde del clan Shihouin.

- ¿Que quieres Yoruichi? –

Dije aventando su pierna lejos de mi rostro.

- Oh ¿estás de mal humor por lo que pasó en la mansión ayer? –

- No es de tu incumbencia –

Y sin más me di la vuelta, pero era más rápida que yo y aterrizando unos segundos sobre mi cabeza me deshizo el nudo del cabello, la perseguí por espacio de veinte minutos hasta que me sentí agotado, la herida en mi estómago había comenzado a sangrar nuevamente.

- Maldición…. –

Improvisé un vendaje con mi pañuelo y emprendí el camino a casa, las nubes de tormenta empezaban a aglomerarse y el cielo tronaba amenazante, apresuré el paso pero la lluvia se desató inclemente en cuestión de segundos, el agua me helaba la piel haciéndome sentir aturdido y cansado, después de unos minutos perdí el sentido de orientación, me sentía muy débil y mi mente empezaba a divagar, sin otra alternativa me refugié debajo de un árbol, la lluvia no tardaría en desaparecer y volvería a casa.

- ¡Traigan más agua caliente! ¡Y una muda de ropa limpia! –

Dios, ¿esta gente no podía parar de gritar? ¿qué pasaba ahora? abrí los ojos lentamente, mi cabeza retumbaba y el más leve murmullo sonaba como un huracán.

- ¡Byakuya! Al fin despiertas, nos tenías muy preocupados –

El abuelo estaba al lado de mi cama acariciándome el cabello, aun mantenía ese gesto tan peculiar, mitad enojado mitad preocupado, le sonreí suavemente y estiré mi mano hasta su rostro.

- Estoy bien abuelo –

- Con permiso ¿Kuchiki-sama? –

La voz de una mujer a sus espaldas lo hizo ponerse de pie.

- Retsu-san, le agradezco que haya venido tan pronto ¿estará bien? –

- Ya veremos – respondió con suavidad mientras revisaba mis signos vitales, flujo de reiatsu y reiraku – solo es un resfriado pero podría resultar muy contagioso, hay que evitar los cambios bruscos de temperatura, y dele este medicamento cada seis horas, si llegase a decaer no dude en llamarme –

- Si, muchas gracias, permítame acompañarla hasta los cuarteles –

- Le agradezco Kuchiki taicho, pero mi fukutaicho espera en la puerta –

- Entonces la llevaré a la puerta – dijo ofreciéndole su brazo el cual tomó sin duda, me regalo una sonrisa y salieron de la habitación.

Aun estando afuera podía escuchar sus voces claramente.

- Por poco lo olvido, el medicamento es suficiente para los dos, y recomendaría mantenerlos juntos para evitar que el resto del grupo se contagie –

- Así será Retsu, muchas gracias por todo –

Las voces empezaron a alejarse y pronto todo fue un silencio absoluto y abrumador.

- Sigh…medicamento cada seis horas ¡y peor aun quedarme en casa! ¿tanto por un pequeño resfriado? –

Estornudé escandalosamente y por un momento sentí que mi cráneo iba a partirse, me cubrí con el dorso del brazo y miré alrededor, genial, no había a la vista un pañuelo.

- Toma –

Agradecí a los dioses que después de todo no estaba solo, estornudé de nuevo y con los ojos aun cerrados tomé el pañuelo que me ofrecían

- Gra….ah…. –

Ni siquiera pude terminar de agradecer porque sentí de nuevo ese molesto cosquilleo en la nariz y milésimas después otro estornudo, mi cabeza no soportaría mucho, me deje caer en la almohada sujetándome la sien.

- Salud –

- Gracias –

Aprovechando los segundos sin estornudos abrí los ojos y lo que vi me dejó pasmado, el porte desgarbado lo delataba aun en la oscuridad.
- ¿Qué haces aquí? –

Solté con mi tonó mas déspota y desagradable, me sentía enfadado, ¿no era bastante tener que verlo en la escuela?

- Ya me iba, me alegra que estés bien Byakuya –

Su sonrisa no había disminuido ni un poco lo cual solo logró irritarme más, ¿cómo podía estar tan sereno?

- ¡No me llames por mi nombre de pila! ¡Ni siquiera te conozco! –

- Hooo….¿y cómo quiere que lo llame su alteza? ¿Kuchiki-sama está bien? –

Su cara estaba a milímetros de la mía y su aliento golpeaba contra mis labios, ¿Cómo se había movido tan rápido? Hacía unos segundos estaba al pie de mi cama y ahora….estaba encima de mí, sonriendo, pero esta vez había algo diferente, casi…cruel.

Algo frío y húmedo me hizo volver a la realidad, agua, gotas de lluvia que escurrían desde su cabello hasta la punta de su nariz, estaba completamente empapado.

- ¿Qué…te pasó? – desvié la mirada esperando una respuesta que ahora resultaba de lo más obvia, pero, nunca llegó, se bajó de la cama y me dio la espalda mirando hacia la ventana, la lluvia aun caía con fuerza, miré alrededor y tomé una mullida toalla que le aventé a la cabeza sin siquiera mirarlo.

El silencio llenó la habitación y me sentí incómodo, este chico, aun cuando éramos prácticamente desconocidos decidió desviarse quién sabe cuántos metros de su camino para traerme hasta aquí, sin importarle la oscuridad o la tormenta que caía, era un chico raro, no cabía duda.

- errmm…gracias…Ichimaru-kun –

Sentándose a mi lado me miró por espacio de unos minutos para finalmente reírse suavemente.

- Gin está bien –

- Sigh…contigo no se puede respetar la etiqueta –

Le arrebaté la toalla y comencé a secar su cabello a modo de agradecimiento, era increíblemente suave y se deslizaba entre mis dedos haciéndome cosquillas.

- ¿Feliz? –

- ¿Cómo? – la pregunta me tomó por sorpresa - ¿porqué lo dices?

- Estabas sonriendo Kuchiki-kun –

- ¡Claro que no! – me separé bruscamente maldiciéndome por bajar la guardia.

- Te estás sonrojando – dijo acercándose aun mas a mi - ¿te volvió la fiebre? –

Colocó su mano helada en mi frente y no pude evitar contener la respiración por un segundo, se sentía bien…pero el calor en mi rostro era cada vez mayor y empezaba a resultarme insoportable, odiaba estar enfermo y odiaba más tener fiebre.

- Estoy bien – mi respiración se estaba agitando de nuevo.

- ¿Seguro Kuchiki-kun? – su rostro adquirió un ligero tono de preocupación mientras me miraba fijamente.

- Byakuya….y estoy bien – mientras secaba su cabello note la gran marca de agua en la alfombra. –

- ¡Tu ropa esta empapada! –

- No te preocupes, estoy acostumbrado – se puso de pie y caminó hasta la ventana - me gusta la lluvia –

Sus palabras sonaron extrañas, ¿nostálgicas quizá? No….era otra cosa.

- Como sea, acostumbrado o no, si tu resfriado empeora por usar ropa mojada mi abuelo se pondrá como una furia -

- Definitivamente no queremos eso, ¿tienes algo que me pueda poner? –

- Claro, en aquel ropero y también hay toallas, pero espera, llamaré a una doncella para que te ayude –

- ¿Doncella? – su risa estalló como un cristal – Por los dioses Byakuya, recuerda que no soy de tu clase, incluso me pongo los zooris yo solo –

- ¡¿Te estás burlando de mi?! –

- Para nada – se sumergió en el armario buscando algo que ponerse – no te enojes Byakuya –

- No estoy enojado – aunque realmente si lo estaba, nadie hace mofa de un Kuchiki y vive para contarlo.

- Lo siento, no quería ofenderte –

- No importa – escuché el roce de las telas lo cual me hizo voltear - ¡¡NO TE DESVISTAS A MEDIA HABITACION!! – me cubrí el rostro con la almohada, escuchaba claramente los latidos de mi corazón y como la sangre me subía al rostro.

- Pero Byakuya tenemos lo mismo ¿o me dirás que nunca has visto a alguien desnudo? –

- ¡No acostumbro tener a compañeros desnudándose frente a mis ojos! –

Pasaron unos minutos hasta que sentí sus manos quitando la almohada de mi rostro.

- Ya puedes mirar, ¿ves? completamente vestido –

- Bien, no es necesario que desfiles –

- Te ves lindo sonrojado –

- Como sea…..ahora por favor…¿podríamos tratar de dormir? –

Me cubrí parte del rostro y me acomodé, pero sentía su mirada clavada en mi espalda, pregunté secamente.

- Errmm… ¿necesitas algo más? -

- Hai, ¿podrías correrte? La cama es enorme pero no tanto –

- ¡¡¡O-Oye!!! ¡¡¿¿Qué crees que haces??!! – traté de detenerlo pero un ataque de estornudos causado por la corriente fría que creó al levantar las frazadas me lo impidió, cuando al fin cesó y mi cerebro había vuelto a su lugar ya era tarde.

- ¿Porqué te enojas? – preguntó con aire inocente.

- ¡Porque hay 80 habitaciones disponibles! ¿¡Porqué te quedas a dormir en la mía?! –

Estaba al borde de un infarto, sentía mi rostro arder y el muy cínico no parecía ni remotamente preocupado, en vez de moverse, lo cual rogaba que hiciera, simplemente cruzo su brazo por mi cintura jalándome hacia él.

- Ya duérmete Byakuya –

Me empujó suavemente para que me acostara de nuevo y me cubrió con las mantas.

- ¡¡¿¿Cómo que ya duérmete Byakuya??!! ¡¡¡Tienes los pies helados!!! –

- Se calentarán enseguida, solo déjame robar un poco de tu calor –

Dicho eso se acomodó nuevamente pegándose a mi cuerpo, ¡Kami-sama esto no puede estarme pasando! me removí un poco tratando de alejarme pero fue en vano, unos minutos después ese desgarbado chico dormía profundamente sin aflojar ni un poco su agarre, que remedio, no pensaba permanecer en vela, me acomodé también y miré su rostro, pacífico, incluso…. ¡¿pero que estaba pensando?! La fiebre debe estarme haciendo alucinar, sí, eso debe ser….

- Oyasumi nasai...Gin…. –

Quité un mechón de cabello que bajaba por su rostro y no supe nada más hasta varias horas después.


Notas finales: *-* Sobre el Gyokuro *-*

Es el té de mayor calidad entre los tés de hoja entera japoneses.

En la terminología del té se le considera muy dulce. Es muy, muy fragante y esta fragancia se añade a la abrumadora calidad global de este magnífico té verde japonés.

Puede consumirse acompañado únicamente de la mejor cocina japonesa, pero con más frecuencia se toma solo.


*-* Sobre la velocidad de Shunpo de Gin *-*

Los quepardos alcanzan una velocidad máxima de 115 km/hr asi que el pequeño Gin es bastante veloz o.O


*-* Sobre los Zooris *-*

Se denomina “Zoori” a la sandalia que tiene el fondo plano y que solían estar confeccionadas de paja tejida como las esteras del tatami usadas en los pisos de sus hogares. Para las practicas en el dojo podría servir también cualquier sandalia similar.

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