Cloud se dirigía tranquilamente a buscar el pan, como todas las mañanas. Su panadería favorita era "Ricoto's" dónde, en ocasiones, compraba también una pizza. La mañana era soleada y llevaba tan solo unos shorts y una camisa lijera, con los tres primeros botones desabrochados.
El camino era corto, solo tenía que salir de casa, seguir recto hacia la derecha y después, doblar a la izquierda en la esquina de la tienda de ropa. Todo indicaba que sería un día como otro cualquiera hasta que, tras doblar la esquina, apareció ante él una figura de aspecto familiar. Cuando esa persona pasó por su lado, se giró levemente para seguir con la vista su trayecto, justo mirandole por encima del hombro.
La melena blanca de ese sujeto se ondeaba con la leve brisa que recorría el callejón de lado a lado, permitiendo ver sus vaqueros ajustados y su camiseta de manga corta, negra. La fragancia que dejaba tras su paso tenía el suave y delicioso toque de la vainilla.
Cloud volvió a concentrarse en su tarea. Caminó algo más y se encontró justo en la puerta de Ricoto's. Se vio obligado a hacer cola ante la caja tras cojer su baguette.
- Cloud - Una voz familiar le llamó desde fuera de la pequeña tienda, de un modo pasivo y tranquilo, apenas perceptible.
- ¡Vincent! - saludó este, animadamente.
Tras conseguir pagar su barra de pan, Cloud salió de la tienda. Vincent lo esperaba justo al lado de la puerta, con un ramo de flores en la mano. Ambos comenzaron a caminar calle abajo.
- ¿Y eso? - preguntó Cloud, señalando el ramo de rosas blancas.
- Es para una enfermera del hospital, la que cuidó de mi cuando estaba enfermo.
- ¿Conoces su nombre?
- No, pero preguntaré por ella cuando llegue a recepción.
- ¿Y que descripción darás? Oh si, llevaba una bata blanca y el pelo recojido y... y... - dijo Cloud, mientras le dedicaba una sonrisa divertida.
- Le diré que tenía el cabello plateado, corto y una voz angelical.
Cloud se quedó padado cuando Vincent ponunció "Cabello plateado". La imagen del jóven de hace un rato se le vino a la cabeza, ruborizándolo al instante.
- ¿Qué te ocurre, Cloud? - Vincent parecía preocupado.
- Na... ¡Nada! - Colud sonrió, comenzando a caminar de nuevo.
Charlaron un poco más sobre temas banales, como el trabajo o alguna noticia de actualidad. Nada de verdadera relevancia para ambos. Cloud se había ofrecido a acompañar a Vincent hasta el hospital, asi que fue con él hasta la misma puerta del edificio.
- Gracias por tu compañía, Cloud.- prácticamente susurraba, como casi siempre.
- Nada Vin, un placer. - le dedicó una cálida sonrisa y partió rumbo a su casa.
Caminaba sin pensar en nada en concreto y pensando en todo al mismo tiempo. Pero una imagen se le venia una y otra vez a la mente... la imagen del jóven de cabello plateado. El jóven que había visto esa misma mañana y que aun no había salido de sus pensamientos. Comenzó a preocuparse... ¿Acaso se trataba de amor a primera vista? Su corazón latía con fuerza y sus mejillas estaban sonrojadas mientras caminaba pensando en su rostro, que apenas había visto unos segundos.
Llegó a la puerta de su portal y la sacó las llaves. Entró, saludó al portero, recogió el correo y decidió subir por las escaleras. Subía los peldaños de dos en dos y llegó pronto hasta la segunda planta. Alcanzó la puerta de su piso, con una letra "D" marcada sobre la madera de cerezo y la abrió. Entró en la casa y cerró la puerta. Dejó los zapatos en la entrada, calzándose unas sencillas zapatillas de color azul celeste y caminó hasta la cocina. Sacó la baguette de su bolsa y la colocó sobre la mesa.
- ¿Nina? - comenzó a pronunciar, saliendo por la puerta de la cocina.- ¡Nina, veeen!
Como la pequeña gata no aparecía por ningun lado, se puso a buscarla. Primero por el salón, después el baño, el cuarto de invitados... nada, debía estar en su habitación. Se encaminó hacia ella y la abrió, asomandose levemente.
- Nina, cielo, ¿Estas aqui? - su voz sonaba muy dulce, como siempre cuando se dirigía a ella.
Entró en el cuarto y caminó hacia la cama. Se agachó y miró debajo de ella. Nada, la gata no estaba allí.
De pronto el sonido de la puerta al cerrarse le sobresaltó.
- Nina no esta aqui, pero yo si - escuchó, segundos antes de que le dejaran inconsciente.
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