Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

-La espera- por Pandora

[Reviews - 19]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo: Me van a odiar xD

Sólo lean, algo crack, mucho occ

Alzó su rostro, y entrecerró los ojos cuando dos gotas de agua cayeron sobre sus mejillas humedeciéndolas.

-Riku, lo siento mucho….-le dijo el pelirrosa tomándolo de las mejillas para limpiarlas. Sus ojos grandes y violetas, ahora lucían rojos y dolorosos, como si estuviesen a punto de sangrar- ma…-la voz se le quebró- mamá debe irse por un tiempo así que…Riku debe ir con Yoshiki ¿si?- trató de sonreírle pero la boca le temblaba y Riku torció los labios también, alzando las manos.

Quería tocarle el rostro y decirle que no se preocupara, pero algo en el gesto de Shuichi le advirtió que eso sería aún más doloroso para el otro.

-Está bien- le dijo, sonriéndole, y besando una de las manos que sujetaba su mejilla- esperaré…

Shuichi limpió las lágrimas bajo sus grandes ojos y sonrió con tristeza, sollozando apenas. Quería ser maduro, no debía asustar a Riku con sus tonterías, había jurado que no iba a derrumbarse, que debía ser fuerte, pero…- Vas a ser un gran hombre Riku, un hombre bueno, vas a hacer orgulloso a tus papás ¿no es cierto?

Riku volvió a asentir, y fue estrechado entre los brazos de Shuichi que se agachó hasta quedar a su altura y escondió su rostro en el diminuto hombro- cuídate Riku

Fue separado con suavidad, y al alzar sus ojos castaños, descubrió el delicado rostro de Yoshiki sonriéndole con algo de pena también.

Sin decir nada, su mano se alejó de Shuichi, y marchándose, aún a lo lejos, podía ver a ‘’mamá’’ de espaldas. No entendía muy bien lo que sucedía, en ese momento, su único pensamiento, era acerca de Shuichi…

Y Riku llegó a una conclusión: las personas bonitas, no debían sufrir de esa forma.

.*.*.*.


Tres primaveras habían pasado ya, y él contaba con 10 años.

Iba a la escuela pública, y había vivido en New York junto a Yoshiki desde el día en que dejando Japón atrás, se había despedido de Shuichi, aquella sombría tarde.

Por supuesto que extrañaba a ‘’mamá’’, como solía llamar al cantante en aquel tiempo.
Pero los años no corrían en vano y Riku pronto comprendió que un hombre no podía ser una ‘’mamá’’, y que técnicamente Shuichi y él no estaban relacionados por la sangre, y que aquel muchacho, jovial y alegre, había tomado la responsabilidad de criarlo, aún y cuando nada lo obligaba a ello, aún y cuando había supuesto un problema en su relación con aquel rubio frío de ojos como el sol.

La bondad de Shuichi lo había tocado, y aunque ahora estuvieran separados, añoraba cada día que pasaba, pensando que el encuentro se hallaba más cercano, más corto.

Se detuvieron en un parque, y Riku observó con curiosidad a una niña y un niño. Ambos rubios y felices. La niña tenía las mejillas sonrojadas y sujetaba la mano del niño con aprecio que podía reconocerse a la vista.

-Ne, Yoshiki-cuestionó, con voz monocorde- ¿Cuándo una persona te gusta, que es lo que haces con ella?

La rubia se detuvo, para girar el rostro y mirarle con curiosidad, luego a sus oídos llegaron la risa de los niños rubios y miró con una sonrisita cómplice a Riku que parecía estar abstraído en la imagen de la niñita- puuuess…-empezó la muchacha- es obvio, haces a esa persona tu ‘’pareja’’ y cuando seas un adulto podrás casarte con ella…y hacer cosas ‘’h’’,kyaa kyaaa-corazoncitos volaban alrededor del travestido, que agitaba las manos recordando que aquella noche Riku debía dormir temprano puesto que ella tenía una cita con un canadiense de 1.80.

-Yoshiki-volvió a repetir, alzando el rostro para mirarle- ¿Cuánto debo esperar para ser grande?

-Oh…Riku- la rubia se llevó una mano a la boca, algo sorprendida por la pregunta del niño, pero le restó importancia, imaginando que en la escuela el pequeño habría encontrado ya alguien en quien depositar su afecto- pues legalmente, es 18 en este país…pero…yo diría que…así-estiró sus delicados dedos, y Riku pudo contar 7 con facilidad- así es suficiente, creo- rió con suavidad, puesto que ella era bastante liberal en lo que respectaba a las relaciones, y la verdad su sobrino no alcanzaba aún su estatura por una cabeza, y solo contaba por 10 años. Supuso que en un par de años más Riku, el diminuto Riku, sería un mastodonte.

Sonrió con tristeza, tal vez ella habría sido alta también.

Lástima que sería algo que ni ella, ni Riku, sabrían jamás.

-Bien-le dijo Riku, bajando el rostro y adelantándose sin decirle nada. 7 años más, sólo debía esperar 7 años más.

.*.*.*.


-Bah-replicó, enjuagándose los grandes ojos con dos manos- un hombre de mi edad, llorando aún por estas cosas…que patético- rió bajito, alzando sus rodillas delgadas para apagar el televisor y dirigirse hacia la cocina del pequeño departamento.

Tomó un cigarrillo y se asomó a una de las ventanas. Afuera llovía a cántaros y la luna no podía apreciarse debido a las nubes rechonchas que cubrían todo.

Apartó el cabello negro de su frente y soltó un suspiro cargado de melancolía.

¿Cuánto tiempo había pasado ya? ¿10? ¿11 años? Los días a veces eran tan cortos y los meses por otra parte eran tan largos que sólo se le antojaba dormir.

Con 30 años a cuestas y una carrera musical aún en viento en popa, podía considerarse medianamente afortunado. Tenía a su lado, personas valiosas que lo apreciaban.

Su eterno amigo Hiro, que se comprometía el mes siguiente con la buena Ayaka. Suguru, el adolescente tímido que era ahora todo un hombre dedicado a la industria de la música, y que aún siendo el tecladista de Bad Luck, parecía pisarle los talones a su primo en la presidencia de NG records.

Sakuma Ryuichi, más loco que una cabra y viviendo un tórrido romance con cierto monje de cabellos oscuros que casi había matado a su padre, el día en que se hizo pública su huída junto con el prodigio.

K-san, Sakano-san, incluso Seguchi Tohma al que con el tiempo había aprendido a apreciar y soportar.

Su hermana, sus padres, todos ellos, apoyándolo constantemente para que pudiese salir adelante y no recaer.

Sin duda era bastante afortunado, pensó, dejando escapar el humo del tercer cigarrillo, si creía eso, ¿por qué entonces aún, no podía simplemente, abandonarse y ser feliz? De nuevo.

Sí, diez años habían pasado ya. Diez años contando desde el día, en que dejó a Yuki Eiri para siempre.


.*.*.*.


-Sniff…sniff…lo siento no quería llorar- la rubia colocó un pañuelo sobre sus bonitos ojos- dije que no iba a llorar pe…pero…¡ya eres todo un hombrecito! ¡Mi hombrecito!-se lanzó sobre el cuerpo del adolescente, que la sostuvo con sus fuertes brazos- Llámame apenas llegues ¿si? Tía Yoshiki siempre va a extrañarte, así que no te demores en sniff…regresar…yo…yo…BUAAAAAA

La gente alrededor de ellos, les clavó la mirada, no todos los días veías a una mujer con un vestido que dejaba poco a la imaginación, abrazando a un atractivo jovencito, y llorando a mares, mientras tras ella, un hombre algo mayor le palmeaba la espalda.

-Yoshiki, amor, es mejor que lo dejes ir ya o no podrá subirse nunca

-¡Mathew-san! Es que usted no entiende…él es como mi hijo- lamentó Yoshiki, con extremo dramatismo.

-Yoshiki-palmeó su cabeza el jovencito- voy a volver pronto-se soltó con suavidad, separándose de la mujer, para dirigirse al avión.

-Hiciste un buen trabajo Yoshiki-se dijo a sí misma, limpiándose las lágrimas y viéndolo partir.


.*.*.*.


-Ufff-abrió la puerta del departamento, para dejar a un lado el abrigo grueso y descalzarse. El día más agotador de la semana sin duda, apenas y había tenido tiempo para almorzar rápidamente.
Era lo que más le molestaba del lanzamiento de un nuevo disco, los meses anteriores a éste, eran insoportables y cansados.

Colocó la tetera al fuego y puso agua a calentar. Necesitaba té y galletas o no podría dormir debido al estrés.

El timbre de la puerta sonó, y él miró en dirección al vestíbulo con gesto curioso. Usualmente, nunca recibía visitas por las noches, y menos visitas al rayar la madrugada.

-¡Voy!-anunció, encaminándose por el pasillo hasta que estuvo frente a la puerta de madera, y sin pensar mucho (cualidad ya inherente a él) abrió de sopetón, con una sonrisa boba, que se tornó nerviosa al ver la figura frente a sí.

Era un joven, calculó Shuichi, de unos 20 años. Bastante alto, delgado pero de hombros anchos, cabello de un rubio oscuro y unos inmensos y profundos ojos chocolate.

Shuichi se llevó una mano a la nuca con torpeza- disculpa- le dijo tratando de esconder su extrañeza- no quiero parecer grosero, pero…¿quién eres?

El chico juntó los hombros con sutileza, sus labios pálidos y delgados se torcieron en una mueca que a Shuichi le pareció de molestia y estuvo a un paso de estamparle la puerta en la cara y llamar a seguridad, puesto que ahora que veía bien, el chico lucía bastante grande y había visto durante esa semana, infinidad de películas relacionadas a cantantes exitosos y fans locas que los secuestran, atan y matan para quedarse con su amor para siempre.

-¿No me reconoces?...mamá

Shuichi soltó la puerta, y sus pupilas se dilataron. Los brazos cayeron flojos a los costados y por poco se cae al suelo, pero el castaño fue más rápido y lo atajó por la cintura.

-¡Riku!

.*.*.*.


Mamá era y había sido siempre pequeño. O eso le parecía ahora. Como si su cuerpo se fuese a caer de pronto, y romperse en miles de pedazos, como una figurita de cristal.

Lo vio llegar con un delantal puesto, y una bandeja en las manos que parecía querer estrellarse con el temblor que Shuichi tenía. Aún seguía siendo torpe en la cocina, y se lo demostró al servirle una tacita de té cuyo contenido se hallaba en parte del platito que le servía como base, y unas galletas de chocolate bastante quemadas.

Riku rememoró su infancia, los cálidos días al lado de Shuichi, y la forma en que para no desanimar al otro en sus ansias de cocinar con decencia, se había tragado más de un par de veces los huevos fritos quemados, y el té frío.

Shuichi se apresuró en disculparse, diciéndole que no tenía nada mejor puesto que acababa de llegar del trabajo, pero el chiquillo le restó importancia, tragándose una galleta de un mordisco.

El moreno tomó asiento en el sofá y juntó las piernas, colocando sus manos entre ellas, bastante nervioso y aún tiritando por la sorpresa- Riku…ha pasado tanto tiempo- le dijo Shuichi avergonzado, sonriendo con nerviosismo y evitando mirarle mucho- no sabía que estabas en Japón.

-Acabo de llegar-interrumpió, y luego hubo un silencio incómodo.
Shuichi, rascándose un brazo tuvo que admitir que era casi tan directo y cortante como lo hubiese sido alguna vez, con él, Yuki Eiri.

-Oh, ya veo- el de ojos violetas bajó las mangas del suéter oscuro que había remangado para prepararle la merienda- ¿Viniste con Yoshiki?

-Solo- dejó la taza de té vacía sobre la bandeja, y Shuichi miró con alegría como en poco tiempo ya, se había terminado las galletas y el té.

-Te he…te he extrañado- le dijo de pronto, sincero, mirándole a los ojos chocolate, con una sonrisa esperanzada y triste. Riku se fijó en sus rasgos suaves, que parecían no haber sido tocados por el tiempo. Un rastro de melancolía sobre sus ojos le daban la imagen de un hombre golpeado por la vida, y por su delgadez adivinó que apenas debía tener tiempo para cuidar de sí mismo.

-No llamaste ni una sola vez- dijo el rubio, bastante directo y con su voz firme resonando en la salita.

-Riku…no es lo que…-Shuichi abrió la boca y miró sus manos pequeñas y frías. Habían lágrimas entre ellas y sorprendido alzó los dedos hasta sus mejillas, estaba llorando sin haberlo notado- ¿por…qué?-cuestionó entre confuso y tembloroso- ¿porqué estoy…?, lo siento, lo siento

-Lo sé…-unos brazos fuertes y cálidos lo atrajeron contra un pecho amplio en el cual recostó su rostro, y dejó libre el llanto que por tanto tiempo había contenido. Ambos agachados en el piso, y la gentil mano del Kitazawa acariciando sus cabellos oscuros- lo sé…

Y claro que sabía toda la verdad ya. Verdad que había obligado a Yoshiki, contarle cuando cumplió los 15 años. El porqué de la separación.

Y lo supo. Shuichi se había divorciado de Yuki Eiri, después de dos años de matrimonio e infidelidades. …l, aún pequeño, ignorante, y en medio de todo, había tenido que ser apartado de Shuichi, que buscaba protegerlo de el acoso de la prensa y de su inminente inutilidad para cuidarlo debido a la depresión en la que se encontraba sumido.

-Yo yo..no podía cuidarte- lloraba Shuichi- porque soy un inútil Riku, sin Yuki, no habría podido hacer nada- lo apretó con fuerza, haciéndole sentir su necesidad- quise llamarte luego..pero…estabas tan bien con Yoshiki que no quise, no quise interrumpir- finalizó, separándose apenas para limpiarse la nariz que goteaba, y palmeó el pecho del muchacho para que las lágrimas no mojaran su piel.

-Debo ser la mamá más inútil del mundo- sus manos se posaron nuevamente sobre el pecho del adolescente y lo empujó un poco, de modo que se separaran y la cabeza de Shuichi cayó como la de un muñeco, ocultando con su pelo oscuro su rostro lloroso- te abandono, y lloro por todo, cocino mal y no he cuidado de ti…

-Shuichi

-¿Uh?-Shuichi abrió los ojos violetas con sorpresa, su nombre saliendo de los labios del niño que alguna vez cuidó, era extraño.

-Tú no eres mi madre

Las manos de Shuichi resbalaron y sus labios se abrieron. Ahora no sólo era Yuki quien lo abandonaba, Riku también venía a reprocharle su falta de cuidado y lo iba a dejar. La pequeña familia que alguna vez creyó tener, se desmoronaba frente a sus ojos con aquella aseveración

-Lo entiendo- se puso de pie, apartando las lágrimas y tomando la bandeja con las migajas y la tacita para encaminarse a la cocina, aunque un temblor incontrolable lo abordaba nuevamente y sentía que las fuerzas se le iban y que no podía girar a mirar al ‘’niño’’.

Tambaleó hasta la cocina y dejó la bandeja sobre una mesa.
Cubrió su rostro con ambas manos, como si fuese a llorar de pronto, el pecho le dolía y su garganta no podía formular ya, palabras.

Más unas manos tomaron su cintura, envolviéndola, y su cuerpo de un tirón fue apartado del borde de la mesa, para pegarse a otro más fuerte y caliente. Shuichi soltó un gemido de sorpresa ante la acción y quiso girar, pero los labios pálidos del adolescente rozaron su oreja.

-No eres mi madre…-una voz masculina y profunda lo sacudió- porque nunca te he visto de esa forma…

-¡Aaghh..!-gimió Shuichi. Riku había besado su cuello con pasión, succionándolo hasta que se volvió algo placentero y doloroso.

-Riku ¿…qué? Ri…ku…no…ahh...-aquella lengua ávida de su piel se deslizaba rumbo a su oreja ahora. Los dientes del chico se clavaron en la piel y lo giró con algo de violencia para dejarlo entre la mesa y su cuerpo.

Shuichi era incapaz de pronunciar palabra, en shock y con el cuerpo de Riku casi encima, trató de apartarlo pero el castaño tomó sus manos, subiéndolas por sobre su cabeza.

-He esperado, esperé siempre, pero nunca volviste por mí-habló con los ojos oscuros por la pasión y las mejillas ardiendo- entonces , como fui abandonado, también esperé 10 años, para venir por ti…al comienzo pensé que, me odiabas, que yo había sido la causa de tu ruptura con él. Yo que siempre quise que sólo me miraras a mí- su mano libre tomó el mentón de un moreno Shuichi, y lo alzó para que lo mirara- y ahora, después de ese tiempo, vine a demostrarte que a pesar de que me abandones mil veces, regresaré aquí

Su corazón latió desbocado dentro del pecho, aún sin creerlo ¿ese hombre era Riku? ¿Su Riku? ¿ese hombre que ahora se encontraba desnudándolo con prisa y enloqueciéndolo con aquellas manos que quemaban en su piel y que parecían expertas, era Riku?

Eso no podía estar sucediéndole.

.*.*.*.


Cayeron al suelo, con un golpe seco.

Shuichi se replegó sobre sí mismo, buscando cubrir su inminente desnudez de los ojos del jovencito. Dentro de sí, se repetía que aquello era malo, que era enfermo, que no podía tener sexo con el hombre que él, consideraba como un hijo.

Si las cosas eran de esa forma ,¿porqué no podía evitar temblar?, en ese momento, mientras Riku se desnudaba frente a él y la ropa caía evidenciando un cuerpo marcado y hermoso, y una erección grande y ansiosa, ya alzada, esperando por él.

También era humano, tanto tiempo sin esa clase de contacto, el cuerpo de un hombre joven y su aroma, lo hacían reaccionar. Y aunque se tratase de Riku, se estaba excitando.

-Riku por favor no…-Shuichi se cubrió los ojos, se sentía asqueroso por tener una erección también, por excitarse ante el pensamiento de Riku penetrando en su cuerpo.

-Sshh, tranquilo- el adolescente se deslizó entre sus piernas abiertas. Y una de sus manos, firmes y amplias tomó su pene.

Shuichi se arqueó con fuerza y tuvo que apartar la mano de sus ojos para colocarla en su boca, buscando acallar los gemidos que el chico le arrancaba al masturbarlo.

Riku hizo hacia atrás su cabello rubio, deleitándose con la escena frente a sí. Shuichi, piernas abiertas, exquisita desnudez.

Pezones rosados y erectos que pedían a gritos su boca. El cabello negro desparramado sobre la alfombra. Los ojos violetas y brillantes llenos de lágrimas, las mejillas sonrojadas y sudorosas.

Aumentó el ritmo sobre el pene de Shuichi, sus dedos húmedos por el líquido pre-seminal y cuando el otro estuvo a punto de venirse, Riku apartó la mano de pronto, y Shuichi gritó de incomodidad pero volvió a la realidad debido al violento corte de su placer.

-Mhh mhhh-jadeó, mirando a Riku, aún con las piernas flexionadas y abiertas, y su dolorosa erección, palpitante y llena de semen.

-Esto no..¡ah!- el adolescente lo tomó por ambos muslos, tirando de ellos para alzarlos y depositar un beso sobre la cadera de Shuichi que cubrió nuevamente su boca y tembló como una hoja cuando dos dedos del chiquillo se introdujeron en su entrada.

Los dedos se curvaron y Shuichi creyó que moriría por el arrepentimiento y el placer culpable. Su próstata fue estimulada, y una lengua ávida se deslizó por la cabeza de su pene- ahhh noo Riku por favor, noo, detente, Rikuuuuu-gritó, arqueándose cuando Riku le penetró sin prisas pero con firmeza, dejándolo sin aire y obligándole a aferrarse a su espalda fuerte con ambos brazos.

-Uhh ahhh…-ahora era el rubio el que jadeaba, apretado por la carne de Shuichi que lo abrazaba con necesidad. Ambos unidos, hechos un solo cuerpo.

Posó ambas manos a los lados de la cabeza de su ‘’mamá’’, y empujó sus caderas para llegar más allá pero sin intención de lastimar el cuerpo más pequeño bajo él. Era poco creíble para él también, estar en esa situación, dentro del cuerpo del hombre al que admiró aún antes de conocer, del hombre que producía las canciones con las que él había crecido.

Fijó sus ojos oscuros en la unión de ambos, y pudo apreciar como su pene se perdía en aquella dulce y sonrosada cavidad, que dilatada a la fuerza, servía como cobijo para su hambriento cuerpo.

-Ughh-Shuichi clavó las uñas en su espalda, arañando, y él a modo de consuelo le besó el cuello, la punta de la nariz y las mejillas, para comenzar a moverse con lentitud y profundidad, quería que Shindou recordara eso para siempre, que enloqueciera de placer en sus brazos.

Era la única manera, lo volvería adicto a él, le haría desfallecer con todo su amor, y nunca más volverían a separarlos, ni Yuki, ni Yoshiki, nadie.

Amaba a ese hombre por sobretodas las cosas, siempre lo había amado y no le interesaba ni el sexo ni la edad, Shuichi era Shuichi, con todo lo que el paquete incluía y él era Riku, no su hijo, no el pequeño Riku, era un hombre hecho y derecho que podía enamorarse sin temor a lo que todo ello conllevaría.

Notó que el moreno no le era indiferente, puesto que los espasmos de su interior lo estaban endureciendo aún más si era posible. Buscó sus labios y Shuichi lo rechazó, más después de algunos segundos aquella boca suave y húmeda lo recibió, y ambas lenguas jugaron y se conocieron en cuestión de segundos.

-Hhnnn- embistió con fuerza, hundiendo su lengua en la garganta de Shuichi que se arqueó nuevamente y buscó con desesperación su cintura para estrecharla y apretar luego sus nalgas en busca de más contacto.

Las lágrimas del hombre le humedecían las mejillas, pero ya ambos estaban tan concentrados en el otro que le restó importancia. Eran una maraña de piernas y brazos, de besos húmedos, de embestidas, de semen corriendo y de gemidos y gritos.

Al llegar al orgasmo, Shuichi se sacudió y él lo sujetó entre sus brazos con tanta fuerza que creyó lastimarlo. Miró su rostro, transformado por el placer, y con su esperma derramándose dentro de ese cuerpo, besó por última vez sus labios, con todo el amor que fue capaz de dar.

…l, un niño abandonado por sus padres que murieron en diferentes circunstancias, fue recogido por un hombre hambriento de cariño, un hombre que buscaba una familia a la cual pertenecer.

Ambos, criaturas solitarias que con una mirada, fueron capaces de comprenderse y quererse.

Lloraron dolorosamente, abrazados, estrechándose, compartiendo su calidez.

Shuichi lloró por todos aquellos años vacíos y llenos de tristeza, la separación de Riku, la traición del hombre que amó y los recuerdos dolorosos a lo largo de su vida.

Riku lloró su propia soledad, el abandono necesario de Shuichi, y los años de larga espera, de amarga ansiedad.

Luego, se consolaron entre besos y caricias. Y Shuichi, abandonándose a lo inevitable se dejó poseer por su ‘’hijo’’ hasta que el cansancio los tumbó a ambos, y desnudos y sudorosos durmieron abrazados sobre la alfombra de la sala, la única testigo de lo que había sucedido aquella noche.

.*.*.*.


-Envíale saludos a Yoshiki ¿si?- sonrió, extendiendo una cajita cuidadosamente envuelta- son chocolates, sé que a ella le encantan, así que asegúrate de dárselos

Riku sonrió, y una de sus manos se posó sobre la mejilla de Shuichi que se encendió como un foco y trató de apartarla aún avergonzado por lo sucedido.

A pesar de que aquello se había repetido durante cada noche, en toda la estadía de Riku, exactamente dos semanas.

-Riku-susurró- detente…-iba con unos lentes oscuros y una gorra, cuidadoso de que ningún paparazzi lo reconociera y arruinara la despedida de su ‘’hijo’’.

También sabía que esas hienas con cámaras eran capaces de inventarle un amorío con el chico, al sólo retratar el simple movimiento del rubio.

Aunque tampoco estarían muy lejos de la verdad.

-A mí no me importa- la voz varonil del chiquillo le recorrió como un escalofrío.

Aún después de todo lo ocurrido le era difícil aceptar que ese hombre ya no era más un niño.

-Bueno- Shuichi finalizó, sonriente, dejando que esa mano cálida le confortara- cuídate mucho ¿sí? Llámame cuando llegues a casa…-quiso decir algo más pero no se atrevió. Rió con pena y ambos se separaron.

Riku asintió y le dio la espalda, arrastrando su maletín de rueditas, le dijo adiós con la mano.

Shuichi apretó los puños y luego se tocó el pecho. Mordió sus labios y finalmente gritó- ¡Riku, tienes que venir a visitarme!

El rubio detuvo su andar abruptamente, sin girarse a mirarlo, Shuichi pensó que tal vez había metido la pata o dicho algo indebido. Un aura oscura rodeó al moreno y se sintió idiota por sus palabras. Tal vez el otro pensaba que era una pervertido.

-Shuichi- habló, aún sin girarse.

Los ojos chocolate se clavaron en los suyos, y el corazón palpitó rítmicamente.

-Voy a volver, porque te amo

Shuichi se mantuvo inmóvil, y no se movió ni un centímetro hasta que vio el avión partir.

Aquel avión que se llevaba a Riku, a su Riku.



Notas finales: No sé como demonios se me ocurrió esto, pero al final salió ¿retorcido, enfermo? no sé pero no dejo de pensar en esta pareja hace días =P si me he equivocado en algún dato me gustaría saber. Hice a Riku rubio porque así pienso que será (??)

Sobre Papermoon, disculpas a las chicas que lo siguen pero no sé cuando lo continuaré (si lo hago) tengo un bloqueo inmenso en lo que respecta a Gravitation (ya poco me paso por aquí) y la verdad es que si me fuerzo a escribir el fic quedaría un asco. Aunque puede ser que me anime a subir uno que otro fic de esta pareja tan ¿dispareja?

Gracias por leer ;D saludos a todos, no sé si soy la primera en escribir un Riku/Shuichi en español...(hay en inglés?)

Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).