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Orgullo por AthenaExclamation67

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Orgullo
By AthenaExclamation67

Te marchaste…
Cuando menos lo esperaba…
Cuando la felicidad me llenaba por completo…
Cuando ya confiaba en que todo saldría perfecto…

La vida al fin me sonreía. Podía decir, que era completamente feliz. Si, completamente. Pero me olvidaba de aquel dicho que alguien me solía mencionar… “La felicidad no dura siempre”

Y yo, me limitaba a renegar. Le reclamaba esas duras y frías palabras. Palabras que me dañaban sin cesar, cuando por mi mente, vagaban en mis ratos de soledad.

Todo empezó sin que ninguno de los dos quisiéramos. Sin que nos negáramos por el estúpido orgullo. Por demostrar que nada ni nadie podía pararnos. Y que si nos ponían un desafío, por más absurdo o ridículo que pudiera resultar. Lo cumplíamos sin pensar.

Sin medir las consecuencias, sin medir lo que podía ocurrir de llevar a cabo las ocurrencias de nuestros amigos, que conscientes de que nos picábamos sin demasiada provocación, nos planteaban desafíos para que nuestro orgullo saliera constantemente a la luz.

Y así ocurrió…

- ¡JA! – reía Milo, sabiendo que le oían perfectamente cuando hablaba con Aioria - ¡No serán capaces! – añadió, llamando su atención.
- ¡Como que no! – refutaba Aioria, siguiendo con el plan que tenían tramado – yo creo que sí – acabó, mirándole desafiante, viendo como los dos “aludidos” se acercaban a ver que sucedía.
- ¿Qué sucede? – Preguntó el robusto italiano - ¿acaso discuten? – añadió.

Milo y Aioria, se miraron y sonrieron satisfechos sin que el italiano, Death Mask al que todos llamaban Mask, les viera.

- Pues cree aquí Milo, que no serias capaz de algo – contestó con retintín – y yo digo que sí – finalizó viendo como Afrodita, llegaba a curiosear.
- ¿Qué es lo que no haría Mask? – Dijo arqueando una ceja – este es capaz de todo cuando lo provocan, es muy orgulloso – le miró de reojo.
- ¡Mira el que fue a hablar! – Refutó – tú que por no dejarte vencer harías de todo – renegó ofuscado.

Aioria y Milo sonrieron más ampliamente…

- Ves yo te dije que no lo haría… - dijo Milo con sorna – estos dos son de boca floja – siguió con la provocación.
- ¡Pero que te has creído! – Contestó Mask empotrándole contra la pared después de tomarle por el cuello de la camisa de seda que llevaba - ¡yo soy capaz de cualquier cosa! – espetó.
- ¿Ah sí? – Le apartó de un empujón - ¡demuéstralo!
- ¿Qué demuestre el qué? Bicho insolente – miró Mask a Milo desafiante.
- Haz lo que Aioria y yo discutíamos, y no volveré a decir jamás que eres un boca floja – un brillo resplandeciente iluminó los ojos de Milo, el brillo de la victoria.
- Por supuesto que lo haré – contestó – solo dilo y te demostrare que no hablo por hablar – calló esperando la prueba que debía superar.

Milo caminó al lado de Aioria y le susurró al oído, siguiendo con el plan que habían tramado.

- Bésale – concluyó Aioria – bésale si es que te atreves claro… - provocó una vez más.

Death Mask y Afrodita se miraron, quedando estáticos unos segundos, incapaces de reaccionar.

- Ves Aioria… te dije que no lo haría – continuó Milo, deseando que la provocación surtiera efecto – mucho ruido y pocas nueces – acabó.

Mask ardió interiormente, sintiendo que no podía contenerse, sintiendo que más que besar a Afrodita, lo que debía hacer era romperles la cara de un buen puñetazo a los dos, pero su orgullo fue más grande y cayó de lleno en la trampa.

Se giró, y sorpresivamente, agarró a Afrodita de sus mejillas, tomando sus labios, presionándolos con los suyos, abriéndolos cuando sintió que deseaba profundizar el beso, deslizando su lengua hasta la boca de Afrodita que le correspondió y enrollo la suya, luchando, batallando por una posición ventajosa, luchando por saciar el deseo que empezaban ambos a sentir gracias a ese beso.

Se separaron cuando necesitaron recobrar el aliento y disimularon, algo que no se podía ocultar, algo que había quedado más que demostrado. Ese beso les había encendido demasiado, les había excitado al máximo, y esa excitación, debía encontrar una forma de calmarse.

- Te dije bichejo que no hablo por hablar – se jactó de lo que acababa de hacer, mirándole con desafío una vez más.
- Está bien… me quito el sombrero… - hizo un gesto, como descubriendo sus cabellos, inclinándose ligeramente – vámonos Aioria, nuestra duda quedó resuelta… - caminó Milo hasta el lugar donde Aioria se había quedado y le rodeo los hombros con su brazo derecho, llevándoselo, dejando a sus dos amigos solos en el salón de entrenamiento del Santuario, cerca de donde se estaban ensañando con el saco de arena que había colgado mientras esperaban su turno.

Los segundos que pasaron, creyeron que fueron horas. No sabían ni como, pero había pasado.

El beso que acababan de darse por puro orgullo, les había calentado hasta límites insospechados. Insospechados incluso para ellos que se miraban, se analizaban, se repasaban mutuamente, sintiendo como aumentaba el deseo.

Incapaces de parar lo que sus cuerpos estaban sintiendo, se abalanzaron el uno sobre el otro. Tomando Mask las mejillas de Afrodita mientras este, saltaba sobre él y le rodeaba las caderas, quedándose así colgado del moreno italiano que le besó, metiéndole la lengua hasta la campanilla, recreándose, saboreando un delicioso manjar. La boca de Afrodita que le correspondía intensamente.

Death Mask caminó en círculos, llevando a Afrodita a los vestuarios, cargando con él, sujetándole por las nalgas mientras le besaba, mientras con una mano, le rasgaba la camisa y podía así ver todo su pecho, su cuello, el cual mordió sin contemplación mientras esquivaba inconscientemente los bancos del vestuario y entraba en las duchas, sabiendo que solo ellos, después de la marcha de Milo y Aioria, quedaban en el gimnasio.

El deseo, ya rebosaba por los poros de sus cuerpos, y excitados, dieron rienda suelta a sus más oscuros pensamientos. Desnudándose, casi arrancándose la ropa salvajemente, dejándola hecha girones mientras seguían besándose, mientras se acariciaban por primera vez de un modo delirante. Reconociéndose, explorando cada parte de esa anatomía perfectamente musculada, dibujada, trabajada por años de entrenamiento que hacía que aumentara el deseo y el desenfreno.

Y ese mismo desenfreno fue el que hizo que todo fuera mágico. La pasión que hacía que fueran deliciosas sus caricias, la sensación que les recorría sintiendo como su piel, se tensaba, se erizaba recibiéndolas, haciendo que ardieran más y más, sintiendo un calor sofocante que no podían parar.

Sin poder contenerse, demasiado excitado, Death Mask tomo la iniciativa, necesitando comerse a Afrodita, devorarle, recorrerle con su lengua mientras por primera vez, probaba su piel.

- Mmmnnn… Sabes delicioso… - jadeó descendiendo a besos por el cuello de Afrodita, mordiéndole, lamiéndole, llegando a sus tetillas, descendiendo más abajo, llegando al que era en ese momento, el objeto de su deseo.

Tomó el sexo de Afrodita con ambas manos y tras admirarlo y verle de reojo a los ojos, sonrió y lamió lascivo la punta, viendo el estremecimiento de Afrodita que se aferró a la pared sintiendo que si no paraba estallaría.
- Aghh… detente… Mmmmnn… - rogó Afrodita excitado, mordiéndose los nudillos, sintiendo que las caricias eran muy intensas.
- No pienso parar… - contestó Mask – ni loco… - añadió haciendo que Afrodita se postrara sobre sus rodillas suavemente, doblándole las piernas para que se apoyara sobre las suyas – ¿mejor así? – preguntó mirando a los ojos del sueco, besándole antes de que le pudiera responder.

Las palabras sucumbieron al deseo. Deseo que ambos sentían, que se demostraban en las caricias que se daban mientras Mask, reclamaba algo que deseaba, llevando sus dedos entre las nalgas de Afrodita que no dejaba de gemir gustoso de recibirlas. Sintiendo como Mask ya había decidido lo que sucedería y él no pensaba detenerle ni aunque le costara la vida. Esas caricias se sentían divinas, y quién sabe si después de eso, podría volver a recibirlas.

- Mmmnn… Mask...– jadeo una vez más – no puedo más… - gimió sentándose, dejando que el miembro de Mask le penetrase rápidamente, lo que le hizo soltar un alarido que les erizó la piel.

El cuerpo de Afrodita se tensó, necesitó escasos segundos para poder continuar ante la presencia de algo que no pensó que le pudiera hacer sentir de aquella manera. Y cuando se relajó, cabalgo sobre Death Mask que lo ayudó tomándole de la cadera, acunándole, hamacándole para que la penetración fuera más placentera mientras el miembro de Afrodita se clavaba sin compasión sobre el vientre de Mask que lo abrazaba cada vez más fuerte presa de la excitación.

Sincronizados, se movieron hasta el punto más álgido hasta que estallaron, derramándose Mask en el interior de Afrodita y este, bañando el cuerpo de Mask con su semilla que se perdió por el desagüe acompañada por el agua que renovó sus cuerpos.

Agotados por el pasional momento, se movieron. Acomodándose en las duchas, quedando apoyados sobre el alicatado el uno al lado del otro, mirando al horizonte, pensando en lo que acababa de pasarles, sonriéndose mientras se miraban de reojo y esperaban a que el otro, se animara a decir algo.

- Fue delicioso… - susurró Mask girando su rostro, mirando directamente a los ojos de Afrodita que se sonrojó – demasiado delicioso – afirmó pegándose a Afrodita, sentándose entre sus piernas que permanecían un poco abiertas.
- En verdad sí lo fue… - contestó Afrodita con un tono muy sensual – no sé porque esperamos tanto para hacerlo – añadió mordiéndose el labio, rodeando la cadera de Mask con sus piernas, pegándole más a su cuerpo – sería delicioso repetirlo – suspiró lascivo, mordiéndose más fuerte el labio, atreviéndose a provocarlo llevando su mano al sexo del italiano.

Mask sonrió. Entendió perfectamente lo que Afrodita deseaba. Justamente lo mismo que él ya que el deseo volvía a hacerse presente, más por los suaves movimientos de Afrodita sobre su hombría que se erguía firme de nuevo, reclamando las atenciones del sueco que parecía dispuesto a complacerle.

- ¿Repetimos? – preguntó imitando a Afrodita, sonriéndole pervertido, sabiendo la respuesta.

No fueron necesarias más palabras, solo eran precisas las caricias, los arrumacos que se daban mientras lentamente, casi sin que ellos se dieran cuenta, algo nuevo en ellos despertaba.

Un sentimiento que jamás creyeron que pudieran encontrar, pero sus besos y sus cuerpos lo expresaban. Y poco a poco, se fueron conociendo cada vez más, hasta entablar, ante el asombro de casi todos sus amigos, una relación muy bien compenetrada.

Fue tan bonito…

No quería imaginar que pudiera existir más felicidad de la que ahora disfrutaba, para mí, Death Mask era lo que siempre busqué, para mí, él siempre fue el que sabía provocarme, enojarme, corresponderme y hacerme delirar con su forma de actuar. Con sus caricias. Con sus palabras, con cada gesto que tenia siempre calculado al milímetro para no pasarse de la raya. Pero aún permanecía nuestro orgullo firme, ese orgullo que en ocasiones aun lograba meternos en complicadas situaciones, situaciones como la que hizo que todo terminara, situación que me envolvió en la más absoluta penumbra de desesperación y tristeza.

Todo se truncó...

Corría el invierno en Grecia. La noche de Halloween se acercaba y una vez más, en los aledaños del Santuario, se preparaban fiestas en el pueblo a los que todos los Caballeros fueron invitados.

Como siempre, se disfrazaron, se acicalaron del modo más loco que se les ocurrió y todos juntos, Caballeros y Patriarca, descendieron de lo más alto del Santuario, ataviados con sus disfraces, bromeando unos con otros mientras llegaban al pueblo, donde los recibieron como siempre con los brazos abiertos.

Comieron, bebieron, bailaron y disfrutaron de cada lugar al que fueron, desperdigándose de vez en cuando, pero siempre buscándose los unos a los otros, cuidándose, preocupándose de que todo estuviera tranquilo.

Fue así como Death Mask y Afrodita se separaron del grupo y se ocultaron. Buscando un momento a solas, resguardándose en un callejón oscuro y creyendo que no eran vistos, se besaron, se amaron sin reparos mientras el resto de sus compañeros seguían bailando.

- Mmmnnn… insisto – susurró Death Mask ayudando a Afrodita para que el disfraz de momia que llevaba, quedase bien colocado – es delicioso – sonrió besándole de nuevo, abrazándole mientras disfrutaba del calor de su cuerpo – te amo… - le susurró al oído, mordiéndole después la oreja, viendo el estremecimiento de Afrodita que se apartó para poder verle.
- Yo también te amo… - contestó apartando un mechón de cabello que rebelde, caía sobre la frente de Death Mask – siento romper el momento – le acarició la mejilla derecha – pero debemos regresar… - acabó entrelazando sus dedos a los de su amado, caminando para salir de ese callejón que les había otorgado privacidad.

Sonrientes, caminaron lentamente, regalándose caricias mutuamente antes de salir del callejón, mientras ese corto camino que aun les ocultaba del resto de sus amigos se acababa y les dejaba metidos de lleno en las celebraciones que se realizaban en el pueblo.

Buscaron a sus compañeros, mirando de un lado a otro, encontrando a gente bailando, saltando feliz disfrutando de la fiesta de disfraces que despreocupada, vivía esa noche inolvidable.

Finalmente, a lo lejos, encontraron a Milo, que acosaba a Aioria acorralándole contra una de las paredes medio en broma, pero muy en serio, deseando que lo que hubiera entre ellos, esa química que todos veían, explotara finalmente y se dijeran sus sentimientos.

- Vaya dos… ¿verdad? – Susurró Death Mask – a ver si se deciden… - sonrió mirando hacia atrás, pudiendo comprobar que Afrodita no le seguía, sino que era retenido por unos hombres del pueblo.

Caminó furioso, preocupado porque nada le ocurriera mientras sentía la ira crecer en su cuerpo ante el atrevimiento de esos hombres que le pareció que no tenían demasiado buenas intenciones.

No se equivocó…

- ¡Soltadme! – se quejó Afrodita, sintiendo la presión de unos dedos fuertes sobre su brazo izquierdo - ¡Dejadme! – forcejeó, queriendo soltarse, deseando llegar hasta Death Mask.
- Suéltale – rugió furioso Mask – suéltale si sabes lo que te conviene – añadió iracundo, tomando la mano osada que se posaba sobre el brazo de Afrodita, agarrándola por la muñeca, sacándola de la piel de Afrodita que se apartó y se colocó detrás de Mask.
- Sois unos cerdos… ¡¡Degenerados!! – Renegó el hombre del pueblo – si los dioses supieran lo que hacéis… - atacó directamente a la relación mientras lograba soltarse del amarre de Death Mask.
- Mask por favor, suéltale, no vale la pena – rogó Afrodita queriendo evitar los problemas, queriendo que lo que había sucedido no fuera a más – por favor…
- Está bien – se giró – no vale la pena – caminó sujetando a Afrodita con su brazo mientras le rodeaba la cintura – volvamos – se dirigieron hacía Milo, que alertado por los gritos, corría a ver lo que había pasado.
- Tú sí que no vales la pena – le provocó el hombre del pueblo – eres un cobarde que rehúye la pelea – añadió incorporándose, caminando rápido hacia Death Mask.
Sin saberlo, el hombre dio justo en la diana, acertó de lleno y logró lo que deseaba, provocar la ira de Death Mask que soltó a Afrodita y se giró para encarar la pelea, sin darse cuenta de que el hombre le llevaba ventaja.

- No sabes lo que acabas de decir – se giró encontrándose el hombre encima de él, sintiendo una fuerte punzada en su costado izquierdo.

El hombre salió corriendo, sintiéndose victorioso, sabiendo que no podría seguirle, viendo como Mask, por su imprudencia, caía al suelo llevándose la mano al lado izquierdo.

Se precipitó sobre el suelo, sintiendo muchísimo dolor, sintiendo el calor de su sangre mancharle el cuerpo, sintiendo como su vida se le escapaba con ese aliento caliente que exhalaba, sintiendo que su orgullo, una vez más, le había hecho perder la cabeza, aunque en esta ocasión, el orgullo, se cobraba el más alto precio.

- ¡¡MASK!! – Gritó Afrodita horrorizado, viendo como todo el mundo se marchaba apresurado a sus casas, dando la fiesta por terminada - ¡¡MASK!! – volvió a gritar viendo que no reaccionaba, tomándole entre sus brazos, recostándole sobre sus piernas mientras se desangraba.
- Afrodita… - susurró agonizante – perdóname… - pidió, siendo esa su última voluntad – solo deseaba defenderte – trató de excusarse.
- No hay nada que perdonar – acaricio la mejilla de su amado al mismo tiempo que sus ojos se cerraban – no te vayas… no te vayas… - susurró al oído de Mask mientras su vida se apagaba, mientras perdía a la única persona que le había hecho feliz en su vida – te amo Death Mask…

Calló mientras le abrazaba, mientras sentía como Milo le rodeaba con los brazos, uniéndose a su dolor, uniéndose a su amigo, sintiendo la terrible pérdida por ese desdichado momento en el que todo terminó.

Esa noche su cosmo por siempre se apagó…

Te me has ido…
Ya jamás podré volver a sentirme como a tu lado me he sentido…
Muerto en vida me dejas, sin fuerzas, sin sentido…
Viviré hasta que la pena me lleve…
Nuevamente contigo…

Fin

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