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SANGRE ENTRE MIS PIERNAS por ANTARES

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Notas del capitulo:

Como siempre: Harry Potter y su universo pertenecen a J.K. Rowling. Yo hago esto sin fines de lucro.


Capítulo subido el 17/12/10

He demorado esta actualización porque  estaba esperando tener tiempo para escribir el siguiente aviso. Después de subir el capítulo anterior me tope con un fic en el que reconocí una copia descarada de la idea original de SANGRE ENTRE MIS PIERNAS. Si bien la otra historia empezó dos meses antes que la mía, lo hizo con otra trama, e insertó mi idea  (el hecho de que James ataca a Scorpius, y el conflicto moral que se da luego entre ambas familias… incluso la idea de la alianza de sangre entre Albus y los Malfoy, que nació de la pregunta de una lectora y un comentario sobre los druidas) recién  a partir de un capítulo subido en enero del 2010 (es fácil sacar la fecha por los reviews recibidos) desarrollando, luego,  todo su argumento en base a SANGRE aunque desde un punto de vista pro Gryffindor y entremezclándolo con su idea primigenia.

 

No me interesa entrar en una pelea ni hacer propaganda gratuita a la otra historia. Total. Tampoco me preocupa que tomen mis historias, las plagien, las copien, las editen o les cambien el final a su gusto y conveniencia. Porque  son ustedes las que ganan ya que tienen dos puntos de vista de un mismo tema. Supongo que lo que decepciona es que alguien que lleva tanto tiempo en esto necesite robarle la idea a una compañera que recién empieza buscando opacar su trabajo. No pretendo compararme a quien lleva años escribiendo fics porque por lógica debe hacerlo mejor que yo. La práctica hace al maestro. Pero tener antigüedad no significa tener libertad para pisotear el trabajo de los otros. Escribir mejor no te da el derecho de robar la creatividad de los demás. Por más que el plagio no sea un problema para mí.

 

En realidad, esta nota no es para denunciar nada. Si no pueden crear por si mismas cópienme… significa que soy buena. La nota es para ustedes, las 200 o 300 personas que me leen en las tres páginas donde publico (que quizás sean pocas comparadas con las que la leen a ella, pero yo igual me siento halagada y profundamente agradecida)… Para que si alguna vez se topan con la otra historia no piensen “¡Ah! Sarah (o ANTARES o Mack Snape) tomo la idea de SANGRE de…” Lo que podría pensarse dada la fama y el tiempo que ella lleva en esto.  No señores/as: SANGRE ENTRE MIS PIERNAS  es mi idea, y el ataque de James a Scorpius mi idea, y el conflicto moral entre los Potter, los Weasley y los Malfoy mi idea… nace de mi dolor y de mis recuerdos… de mi incapacidad de olvidar situaciones familiares similares. De mi deseo por entender. Yo no tengo problema en reconocer cuando una idea fue tomada de una película, o de otra historia, o de algún increíble comentario de Mishima, o Majo, o acm. Cuando he sido inspirada por los fantásticos  fics de Mickelle…  de la Profesora McGonagall o de las grandes Hoja Verde, Stiby y/o Andra. Incluso cuando algún hechizo o frase a sido tomado de alguno de lo fics de mi plagiaria (hechizos, no toda una trama).Yo le doy el crédito respectivo al final del capítulo. Es lo que hace una persona decente.

 

Espero que disculpen este paréntesis y que comprendan también mi demora en actualizar. La vida real me absorbe a veces… el trabajo diario y mal remunerado… mi hijo y su salud. Pero apenas tengo un cachito de tiempo siempre entro para leerlas/os… porque sus historias me permiten soñar, creer y tener esperanza. Es por eso, por el respeto y el cariño que les tengo a todas/os los que me leen y escriben, que subo esta aclaración. Porque no quisiera que me tengan en un concepto que no merezco.

 

En todo caso, ustedes son los mejores jueces de este fic. Y espero, se den cuenta de que es un trabajo original… ya que la trama ha salido incluso muchas veces de las sugerencias de las lectoras (en Slasheaven y Amor Yaoi).

 

No pensé que mi primer escrito suscitara tanta controversia, pero al parecer es lo suficientemente “llamativo” para que una “vaca sagrada” del fandom lo  edite y lo haga suyo sin asco. Que lástima no, que alguien que lleva 10 años escribiendo tenga que copiar las ideas de una novata porque ya no puede pensar por si misma. La edad… la edad… uno envejece cuando deja de crear. Por eso yo me siento de 15.

 

Sarah

 

 

 

PD: ¡Ojo! Yo inicie SANGRE ENTRE MIS PIERNAS el 11/11/09 y subí los primeros 12 capítulos antes del 09/12/09 (en Slasheaven)… pueden comprobarlo revisando los reviews. También pueden revisar los de ella (los que saben a que fic me refiero) y ver en que fecha insertó el ataque de James a Scorpius y todo lo que le sigue. Definitivamente, allí un capítulo es tan viejo como su primer comentario (días más, días menos… pero no meses).

 

 

 

 

 

 

 

CAPITULO XXXIV

MALAS INTERPRETACIONES 

 

 

 

Cuando Zabinni llegó al hospital con James el lugar era un pandemónium. Varios de los rehenes estaban ya siendo atendidos, amén de una treintena de aurors heridos… y por supuesto,  la Prensa estaba afuera haciendo su agosto.

 

Por su condición de médico, mediador, y sobre todo por ser el único que había entrado y hablado con los amotinados, Blaise fue abordado apenas puso un pie en recepción. Sin embargo, y  haciendo gala de un carácter que nadie le conocía, los corrió a todos  mientras llamaba a su equipo a grandes voces.

 

–   ¡¡¡De prisa!!! ¡¡¡Necesito una Sala para operar!!!  ¡¡¡Ahora!!!  –gritó, colocando  al muchacho en una camilla.  Ordenó se  le brinden los  cuidados de urgencias especificando que se siga el Protocolo de Reimplantes.

 

–   Doctor – una de las enfermeras lo enfrentó  –  Todas las Salas están siendo utilizadas. Su equipo esta en la tres, con un auror herido.

 

–  ¡Me interesa una mierda si están con el Ministro!  ¡El paciente que traje es el hijo de Harry Potter!  ¡¡Ha sido torturado, violado y mutilado; necesito operarlo YA!!  ¡¡¡Así que desaloja una maldita Sala y tráeme a mi equipo en este instante!!!

 

La muchacha salió a la carrera y 10 minutos después Zabinni y tres miembros de su unidad se preparaban para cirugía. James fue sedado y colocado en éxtasis mediante potentes hechizos sanadores, amén de que lo atiborraron de pociones. Pero lo que al medimago le urgía, porque sentía que sería lo principal para el muchacho, era reimplantarle el miembro viril amputado. Había seguido todos los pasos para preservarlo, pero había pasado ya bastante tiempo y temía que los conductos y terminaciones nerviosas hubiesen comenzado a cerrarse.

 

–  Doctor –  lo abordó otra enfermera –   Necesitamos comunicarnos con algún familiar para que nos dé la autorización respectiva.

 

Zabinni tenía la seguridad de que Potter jamás permitiría que fuese él quien operase a su hijo. Y otro medimago no aconsejaría una cirugía de reimplante dado el riesgo de infección o gangrena.

 

–   El paciente ya es mayor de edad y me ha dado su consentimiento verbal. No quiere saber nada de su familia. No quiere siquiera verlos  –   mintió a conciencia, sabiendo que se jugaba el puesto y hasta la licencia, por no decir su libertad. Sin embargo, debía trabajar sin las presiones ni los condicionamientos morales de su ex condiscípulo.

 

–  ¿Vas a reimplantar Blaise? No es lo más aconsejable… ha pasado casi un día desde la amputación.

 

–  ¡¡¡Cállate!!! ¡Aquí el Jefe soy yo y se hace lo que digo!  Este muchacho apenas tiene 18 años y no voy a condenarlo a ser une eunuco por tus temores estúpidos.

 

–  Mejor un eunuco que un cadáver. Las arterias, venas y nervios ya deben estar en proceso cicatrizal. Acuérdate que los músculos son los primeros órganos que mueren. Ese miembro jamás volverá a funcionar ¿Para qué arriesgarnos?

 

–  Si fuese tu miembro el amputado no preguntarías “¿para que arriesgarnos?”

 

–  A mi nadie me haría lo que a él porque yo no voy por allí violando niños de 15. A mi modo de ver es un justo castigo.

 

El italiano lo barrió de un puñetazo.

 

–  ¡¡¡Fuera!!!  ¡¡¡Si no eres capaz de separar tus opiniones de tu deber médico no te quiero en mi equipo!!!

 

Su colega y amigo lo miró desde el suelo mientras se limpiaba la sangre que brotaba de su nariz.

 

–  Es alta microcirugía y el éxito depende de la precisión. Para mí, este muchacho no es más que basura;  pero hice un juramento. Necesitarás quien te ayude y después de ti soy el mejor. Anda, lánzame un Episky y repárame la nariz para que podamos comenzar. Ya han pasado más de 12 horas.

 

Y el equipo entró a cirugía mientras un desesperado Harry Potter llegaba  a San Mungo llamando a gritos a algún directivo. Por fin alguien se había dignado a avisarle que su hijo había sido rescatado; y que Zabinni había partido con él al hospital. Hermione y las chicas ya deberían estar allí… horas atrás un auror se les había acercado para comunicarles que Hugo había sido liberado por Goyle padre y trasladado de emergencia. La castaña, completamente desesperada, había partido acompañada de las niñas. Él se había quedado a aguardar noticias sobre James.

 

Roger Davies, ex Ravenclaw y Director Adjunto del hospital, acudió a sus gritos y le informó que estaban operando a su hijo. Al saber quien era el médico a cargo puso el grito en el cielo:

 

–  ¡¡¡¿Es qué usted esta loco?!!! ¡¡¡Blaise Zabinni es Slytherin y amigo personal de Draco Malfoy!!! ¡¡¡Asesinará a mi hijo o le hará algo peor!!! ¡¡¡Exijo que detenga la operación!!! ¡¡¡Déjeme entrar a la Sala!!!

 

La enfermera que atendió a James en urgencias, amiga cercana del italiano, alcanzó a escuchar la conversación e intervino molesta:

 

–   ¡¡¡Es el colmo!!!  ¡Blaise peleándose por su hijo!  ¡Desesperándose por conseguir una Sala para operarlo contra todo buen juicio! ¡¿Y usted duda de su profesionalismo?! Debió dejar a ese violador tirado entre los escombros, junto con el pene que merecidamente le cortaron.

 

–  ¡¿Qué?! ¿Le cortaron el…? ¿Qué le hicieron a mi hijo? –   la voz de Harry se volvió un susurro.

 

–  Tiene el 70% de los huesos rotos, insuficiencia respiratoria por un pulmón colapsado, quemaduras de tercer  grado en el 40% de su cuerpo… desgarre anal y daño lumbar por múltiples violaciones... y claro, le cercenaron el miembro viril y le reventaron los ojos.

 

Davies la miró feo ante la brutalidad de su informe. Harry cayó sentado sobre uno de los sofás de la impresión que se llevó.

 

–  Ciego… mutilado… –   y comenzó a sollozar sin ningún pudor.

 

El brujo no era simpatizante de los sly pero tampoco lo era de la familia Potter-Weasley. Como todos, había conocido a Albus en el hospital y se había enterado de su abandono; amén de que las mentiras que habían contado sus padres para tapar la violación del heredero Malfoy lo habían indignado. Estaba en contra del los crímenes por odio y de las conspiraciones para manipular al mundo mágico inglés… Pero no podía dejar de sentir pena y empatía por el Salvador.

 

–  No es la forma de dar el parte médico, enfermera. Esperaba más de usted. En todo caso, el señor Potter está en su derecho de pedir una segunda opinión y hasta de vetar a un médico si  así lo considera necesario. Y el doctor Zabinni lo sabe perfectamente. ¡¿Quién autorizó la cirugía?! Por más que se trate de un caso de urgencias no podemos saltarnos el protocolo. Yo no fui informado.

 

–  Por lo que sé el propio paciente. Aceptó la operación y prohibió la intervención de su padre en cualquier decisión médica. Yo solo le informé de su estado por cortesía. El herido es mayor de edad, después de todo, y si no quiere verlo ni que se inmiscuya –   y señaló al ojiverde –   sus razones tendrá… ¡No es el primero de sus hijos que lo rechaza!

 

Harry la miró desde el fondo de su desesperanza. El sentimiento de culpa que lo carcomía se había intensificado durante todo ese angustiante tiempo que pasó en las afueras de Askabán. Se repetía que debió  ser él quien estuviese preso y no su muchacho. Él quien pasase por todo ese horror. Había sido él quien aceptó el estúpido plan de Ron, quien no frenó las vengativas  conspiraciones de Ginny… él quien no tuvo carácter para evitar que criasen a sus hijos odiando a la casa de Salazar. Por mucho daño que ellos hubiesen echo, lo que le había pasado a James  no era consecuencia de la maldad de las serpientes sino de la mala cabeza de sus chicos. Y esa mala cabeza  era su culpa. Una vez más, su insensatez había acabado con alguien que amaba.

 

–  La cirugía… ¿Para qué es? –   preguntó con las mejillas bañadas en llanto.

 

–  El doctor Zabinni intenta reimplantarle el pene. No es que lo vaya a poder usar alguna vez, pero él sabrá… –   la bruja casi sintió pena por Harry; casi… así que no fue muy amable aunque dejó de zaherirlo.

 

–  Gracias señorita Adams  –  el funcionario la despidió prometiéndose reprenderla más tarde.

 

–  ¿De verdad… mi hijo dijo que no quería verme?

 

El hombre revisó el dosier que acababan de entregarle y movió la cabeza afirmativamente.

 

–  Su hijo sufrió demasiado a mano de los amotinados, es natural que se encuentre en shock. En ese estado… bueno… es fácil culpar a los padres. ¿Es mayor de edad,  verdad? –   Potter afirmó con la cabeza –   En ese caso no puedo hacer nada. Aquí dice claramente que el doctor Zabinni lo trajo directo de Askabán y que el paciente manifestó estar de acuerdo con él en el tratamiento propuesto, amén de que le da poder sobre cualquier decisión médica a tomar. Pidió no ser visitado… por usted.

 

–  ¡¿No quiere?!  –   preguntó dolido.

 

–  Como te digo –  el Ravenclaw lo tuteó con la confianza de haber coincidido en Hogwarts –   Ha sufrido grandes traumas y lesiones severas. En sus circunstancias es natural buscar algún culpable. No te lo tomes muy en serio.

 

Harry asintió como un autómata. “No te lo tomes en serio” repitió el consejo en su mente, preguntándose de que otro modo podía tomarse el pedido del hijo que había sido su mundo.

 

–  ¿Quisiera saber que le hicieron? ¿Cuál es su estado de salud? –  el héroe preguntó con toda la humildad que pudo, abusando de la simpatía mostrada. El medimago frunció el ceño. Sabía que el expediente era clasificado y que cualquier infidencia podría dar lugar a una demanda… Pero era su padre.

 

–  Señor Potter, usted ha sido auror. Sabe mejor que nadie que no puedo –  el pase a la tercera persona  hizo que Harry lo mirara dolido –   Excúseme un momento, necesito ir a los servicios –   y dejó la carpeta sobre una mesita.

 

Potter sabía lo suficiente de sutilezas para entender que el mago le acababa de hacer un favor inmenso sin comprometerse demasiado. Tomó el dosier y leyó ávidamente, palideciendo conforme avanzaba. Entendió entonces la gravedad de su hijo y la reticencia de Davies para revelarle esa información. La enfermera se había quedado corta.

 

Y comprendió su resentimiento. Él debió evitar que cayera preso… ¡A cualquier precio! Debió escapar con él, se dijo, debió huir con Ronald… No los hubiesen atrapado si él hubiese estado con ellos. “Merlín”, gimió, “Merlín, Dumbledore y todos los grandes magos… ¿Qué le he hecho?” y dejando la carpeta donde la encontró abandonó el lugar como un autómata.

 

 

 

*****************

 

 

 

Albus estaba desayunando con Draco y Lucius, que estaba de visita, cuando la aterrada presencia de Nott los interrumpió. De modo apresurado les informó del levantamiento mortífago en Askabán, y de la situación de Hugo y James;  para partir luego a reunirse con Goyle.

 

La noticia produjo un ataque en el más joven. Se había negado sistemáticamente a siquiera recordar a su antigua familia, pero no pudo dejar de imaginar lo que le harían a su hermano y primo. No dijo nada, solo comenzó a temblar y arrojó todo lo que acababa de ingerir.  Las escenas de su propia violación asaltando su mente. Como un acto reflejo, el pequeño Antares (al parecer bastante sensible a los cambios  de ánimo de su gestante) comenzó a llorar desesperadamente.

 

Draco, a quien los presos de Askabán no podrían importarle menos, se apresuró a llamar a los elfos mientras se ocupaba de su esposo; que se le aferró y comenzó también a llorar. Lucius no intervino pues sabía lo importante que era que el muchacho, por fin, acuda a su pareja y no a él en sus momentos de crisis. Así que se dispuso a leer El Profeta mientras los otros eran llevados a sus habitaciones. Tres horas fueron necesarias antes de que Al durmiese tranquilo bajo los efectos de una poderosa poción. Otra para que el bebé se calmase al fin.

 

–  ¿Sabes que lo que le pase a James y compañía me tiene sin cuidado, verdad? –   habló el rubio más joven –  Aunque, no te negaré, me alegra que esos bastardos tenga por fin su merecido.

 

–  ¿Entiendes lo que van a hacerles? –   el mayor contestó triste.

 

–  Ni más ni menos que lo que ellos le hicieron a  mi Scorpius.

 

–  El chico Weasley  no participó.

 

–  Tampoco lo evitó. Y mintió descaradamente durante el  primer juicio.

 

–  Lo hizo por su padre y su familia. Tú actuaste igual y hasta peor a su edad ¿recuerdas? Granger y Potter deben estar desesperados. ¡Pobres!

 

–  ¿Sintiendo pena por el enemigo? Padre, el compartir la cama con Severus te esta afectando. Nunca creí decirte esto, pero te has ablandado.

 

–  Pienso que lo mismo pudieron hacerte de haber caído preso tras la segunda guerra. Pienso en el conflicto emocional de Albus, James es después de todo su hermano. El hecho de que ese chico no quiera a tu esposo no borra de golpe los afectos de este.

 

–  ¡Eso es lo que me molesta! ¡Se supone que Albus ya ni los recordaba!

 

–  Fueron su familia durante 15 años. No te engañes, ellos siempre tendrán un lugar en su corazón.

 

–  Después de todo lo que le hicieron.

 

–  El que ellos le hayan hecho daño no significa que Albus no los haya querido, ni de que ya no le duela su recuerdo.

 

–  Padre, creo que deberías pasarte por Askabán y ver lo que sucede –  Draco quiso cambiar de tema.

 

–  Sí, Maximilian debe ya estar allí, ten presente que tiene familia presa. Y Nott habrá ido a apoyar a Gregory… por lo que leí su padre es el cabecilla de los amotinados ¡Maldita la lealtad que ustedes le tienen! ¡No es santo de mi devoción!

 

–   Gregory es nuestro amigo. Si no te agrada es porque te recuerda demasiado al viejo Lucius… No lo juzgues tan duramente, él no tuvo la suerte de encontrar a un Severus Snape que lo llevase por el buen camino.

 

El rubio lo miró serio pero no le respondió. Entendía su punto. Severus había modificado tanto su carácter, sus antiguas ideas y lealtades… Sonrió al pensar en su amante y no pudo evitar la mirada que asomó a sus ojos. Draco sólo soltó una carcajada.

 

–  Quien te viera y quien te ve… pareces una quinceañera enamorada.

 

–  Mas respeto con tu viejo padre Dragón –   el patriarca fingió molestia –   Mis asuntos con Severus no son de tu incumbencia. Pero tienes razón, hay demasiados compañeros que tienen familiares dentro; es nuestro deber darles apoyo. Regresaré a la mansión a buscar a Sev y luego partiremos rumbo a Askabán… tus amigos ya deben estar allí.

 

–  De seguro lo primero que hizo Nott fue notificar a Blaise. Este, por ser miembro de la Varita Blanca Internacional, también debe de haber sido requerido por las autoridades.

 

–  He de reconocer que el Gobierno se ha portado bien. Por fin nos toman en cuenta para sus decisiones.

 

–  Si, últimamente los aurors no pueden hacer nada sin nosotros –   el tono de Draco fue sarcástico –  Cargo de conciencia supongo.

 

–  Te dejo. Te mantendré informado de cualquier novedad. Cuida de tu esposo y de tu hijo.

 

Y Lucius regresó a la mansión que compartía con su pareja. El pocionista se había excusado de visitar a los muchachos aduciendo una ajetreada mañana en su laboratorio privado, pues tenía una investigación en curso. Y al patriarca le esperaba una reunión de directorio en una de las tantas empresas que coadministraba con Draco a eso de las 11, así que no insistió.

 

Por eso, al llegar y ser informado por los elfos que Snape  había salido a los pocos minutos de él haberse ido, se sorprendió. Y procedió a buscarlo por cuanto lugar se le ocurrió (no era que su amor tuviese demasiados amigos y vida social) sin resultados. Ya estaba francamente asustado de que algún vengativo lo hubiese emboscado cuando se le ocurrió rastrearlo por medio de las alianzas que ambos habían intercambiado como símbolo de su unión.

 

Y el rastreo lo llevó, sorprendentemente, al mundo muggle. A una antigua y destartalada casona. Estaba  ya planeando entrar por la fuerza, lanzando imperdonables a diestra y siniestra, cuando vio a un jovencísimo auror vigilando a lo lejos.  Muerto de la curiosidad y recurriendo a viejos hábitos le lanzó un imperius  y un confundus con su otra varita (una no registrada). Se acercó y procedió a interrogarlo.

 

–  Eres auror ¿verdad?

 

–  Cadete de la Academia en misión de vigilancia –   el chiquillo se cuadró como si se tratase de un superior. El rubio sonrió.

 

–  ¿Y qué estas vigilando muchacho?

 

–  La casa de enfrente señor. Sentenciada por el Ministerio cumple arresto domiciliario. Las protecciones y hechizos le impiden abandonar la propiedad pero el protocolo ordena la compañía de un auror cada vez que recibe visitas. Yo he sido asignado en forma permanente.

 

–  ¿Sentenciada? ¿Visitas? ¿Quién es la bruja que vive en esa casa?

 

–  Minerva McGonagall señor. Condenada a 10 años por el caso Scorpius.

 

Lucius entrecerró los ojos y la ira, la rabia y los celos se apoderaron de él. Con acerada voz preguntó:

 

–  ¿Y quién la visita? ¿Y cómo es que estas fuera y no dentro, supervisando la entrevista?

 

–  Severus Snape obtuvo de mi jefe, Kingsley Shacklebolt, el permiso para visitar a la sentenciada cada vez que lo desee. Mi jefe me ordenó que una vez que verifique que ambos se encuentren bien, les de privacidad para “sus asuntos”.

 

No preguntó que “asuntos” se traían esos dos, pero por la sonrisita del muchacho no se le hizo difícil imaginárselos. Le lanzó un obliviate  y cruzó la acera para montar su propia vigilancia. Tenía que verlo el mismo.

 

 

 

*****************

 

 

 

Cuando Severus regresó a la vida y se enteró de las novedades que habían ocurrido durante sus 20 años de ausencia, quizás lo que más le chocó fue el destino de Minerva McGonagall. Como esperaba, tras su muerte la vieja bruja había sido nombrada directora de Hogwarts. Y como esperaba, sus prejuicios contra su antigua casa no habían variado mucho. Era algo con lo que todo Slytherin tenía que vivir: el desprecio y la hostilidad de condiscípulos y maestros. Era el precio a pagar por la pureza de su sangre e ideales, por ser los guardianes de la antigua magia.

 

Pero enterarse de su participación, y sobre todo de su responsabilidad en la muerte del heredero Malfoy, lo dejó sin habla. Y recordó a su antigua maestra y colega… y supo, sin lugar a dudas, que su error (porque él estaba seguro de que había sido un error y no un acto de mala fe) le debía de  estar pesando en el alma.

 

Cuando fue su profesora Severus la despreció como todos los Slytherins. Su favoritismo era legendario. Pero una vez compañeros de trabajo aprendió  a conocerla a fuerza de tener que soportarla. Y se dio cuenta de que muchas de sus decisiones no eran conscientes: respondían más que nada al prejuicio y a la soledad. Y creyó que era su deber de serpiente hacer que valore los talentos de su Casa. Por eso comenzaron a tratarse.

 

El por qué llegó  a acostarse con ella, las dos o tres veces que lo hicieron, era algo que no tenía  muy en claro. Culpa de la convivencia, se dijo; que hizo a la bruja bajar sus barreras, a él anular sus remilgos, y a Albus tratar de hacerla de celestina. Culpa del alcohol que el viejo hacía correr libremente en las fiestas de profesores que solía organizar de vez en cuando. La primera vez, había recordado, fue en su cumpleaños: la mujer lo vio más triste y huraño que de costumbre: Lucius que se había quedado en Francia con Narcissa y su pequeño hijo, y solo le había enviado una lechuza a modo de saludo… y un costosísimo libro antiguo a modo de disculpa. Minerva llegó justo cuando incineraba el único ejemplar de Pociones de la Antigua Mesopotamia escrito en cuneiforme que existía. Y se lo quedó mirándolo a lo largo de la reunión que el director se empeñó en organizarle (obligándolo a estar presente). Cuando al fin todo terminó, y él pudo ir a encerrarse en su mazmorra, ella lo siguió y le pido entrar.

 

De mala gana, Severus había accedido solo para sacársela de encima (suponía tenía una queja sobre alguno de sus pupilos). Minerva lanzó entonces un hechizo para sellar la puerta, y otro para insonorizar la habitación, antes se sacarse la ropa y quedar como Dios la trajo al  mundo.

 

Severus no era hermoso, lo sabía; y ella ya era una mujer madura aunque con un cuerpo esbelto. Sin embargo esa noche fue brutal para ambos: ella, le regaló su virginidad y toda la pasión contenida en esos años de celibato obligado; y él, su primera vez no pagada con una mujer.

 

A la mañana siguiente, por supuesto, había despertado solo. Y su confusión y la clásica pregunta del “¿ahora qué?” duró hasta toparse con ella y ver que lo trataba como si nada hubiese ocurrido. Así que la trató igual y sepultó la experiencia hasta la próxima vez, que ocurrió en Navidad… y luego llegó la tercera, la vencida. Que habían sido la definitiva lo supo cuando la vio vomitando en el baño de la Sala de Profesores y palideció. Él tenía 27 años y ella 47 (1)… y no creía que…

 

La Profesora lo miró inescrutable y él le devolvió la misma mirada, aunque por dentro temblara de miedo:

 

–  ¿Desde cuando? –   fue todo lo que pudo decir.

 

–  Llevo una semana de atraso –   le contestó con voz neutra.

 

–  No es mucho. No debemos saltar a conclusiones que podrían ser erróneas. Ven a verme esta noche a mis aposentos, prepararé una Poción para ver si estas preñada. Si lo estas, despreocúpate: sabré cumplir como caballero.

 

La bruja asintió temblorosa y volvió su rostro al inodoro, acometida por nuevas arcadas. El pocionista  solo le tendió uno de los viales que siempre guardaba entre sus túnicas y la dejó sola. Sabía que en gran parte su indisposición se debía a tenerlo cerca.

 

Y durante todo ese día, hasta que llegó la bendita hora de reunirse, se puso a pensar en la posibilidad de que ella esperase a su hijo. Sabía que solo podía ser de él porque la mujer no tenía otra vida que no fuese la del colegio… y no andaba con nadie allí. Además, había sido el primero. Cierto que ella era mayor que él, por 20 años para ser exactos; y difícilmente alguien podría obligarlo a casarse aduciendo que había mancillado su honor. Pero Severus  sabía la verdad y se obligaría a cumplir. Lucius había salido de su vida después de todo; y a parte de esporádicos encuentros, el rubio ahora vivía encantado con su esposa y su hijo… él ya no contaba en sus afectos.

 

Quizás por eso se permitió imaginarse casado con la severa Gryffindor. No era que la amase, creía que ni siquiera la deseaba, no mucho: pero era la primera mujer que lo había buscado, que se le había entregado… y que quizás quisiese pasar el resto de sus días con él. Albus bailaría en un pie, eso era seguro, sabía cuanto los estimaba a los dos. Y su hijo tendría la familia que él no tuvo, que con Lucius jamás podría darle. El rubio había dejado claro que Draco era lo primero; así que de él, amándolo como lo amaba, solo podía esperar sexo clandestino. Y Lily estaba muerta… Un hijo, se repetía, sangre de su sangre… Una familia…

 

Cuando McGonagall llegó esa noche su rostro era una máscara blanca de incertidumbre y nerviosismo. Y el mago no estaba mucho mejor. La hizo pasar con un respeto que jamás le había brindado (ni volvería a brindarle) y comenzó a hablar más para su tranquilidad que para la de ella:

 

–  La poción es infalible. Si da positivo no habrá lugar a dudas. Entonces deberemos actuar antes de que el tiempo pase y sea imposible ocultar que el bebé es un bastardo. No permitiré…

 

–  No me importa. Que la gente sepa que... es decir. No estas obligado en modo alguno ¿Lo sabes verdad? Eres mucho menor que yo y no me forzaste ni nada parecido.

 

–  ¡¿Es qué no lo entiendes bruja?! ¡Nadie aquí esta hablando de obligaciones! Se trata de honor, de respeto. De lo que es correcto. No dejaré a un hijo mío tirado por el mundo para que algún miserable  le haga lo que me hicieron a mí. Es mío y llevará mi apellido. Y su madre será mi esposa y  él tendrá la protección de una familia –   la miró dudoso y malinterpretó su silencio –  Se que no soy lo que esperabas... No soy el mejor partido… Llevo la marca en mi antebrazo pero…

 

–  ¡No me refería a eso! –   chilló la mujer con lágrimas en los ojos –   Eres menor… van a decir que quise atraparte.  Albus…

 

–  Albus estará feliz y es él único que me importa. Sé que no planeaste esto –    acaricio su mejilla –   Puedes tener muchos defectos pero no eres capaz de mentir…

 

Pero claro, la vida le confirmó a Severus que hasta la más decente Gryffindor podía ser capaz de mentir y elucubrar, si tenía la suficiente motivación para ello. Lástima que en ese entonces no lo supiera. En ese entonces no sabía nada de nada en realidad, ni siquiera que el supuesto hijo no existía. Recordaba como abrazó a la bruja, y le acarició el plano vientre soñando; recordaba como se pusieron a hacer planes dejándose llevar... y como la realidad los aplastó cuando la prueba salió negativa. Severus no lo creía y la repitió tres veces, con idéntico resultado mientras la mujer solo musitaba “pero… los síntomas…” Entonces el mago frunció el ceño y le lanzó otro hechizo que esta vez si dio positivo. Con profundo pesar tuvo que informárselo:

 

–  No es un embarazo. Los síntomas a veces son los mismos en ambos casos... es normal la confusión –   y ante la extrañeza de Minerva le aclaró –   Es el… climaterio. Es el fin de tu periodo.

 

La mujer lo miró choqueada y el llanto afloró en sus ojos. Ella nunca, nunca podría… nunca más… Severus quiso abrazarla pero la valiente leona lo detuvo con un gesto hosco. Apretó los puños y se mordió los labios tratando de atajar las lágrimas que ya corrían por su rostro.

 

–  Es lo mejor –   le dijo convincente –   tú y yo… habría que estar loco para siquiera imaginarlo. Y seríamos unos padres desastrosos… yo no te amo o cosa parecida… fue solo pena, soledad…

 

Severus sintió el golpe pero era demasiado Slytherin y demasiado inteligente para acusar recibo. Entendía el por qué de esas palabras.

 

–  Pienso lo mismo –  dijo.

 

–  Bien –   la bruja se recompuso –   Será mejor que me vaya. Espero tu discreción en todo esto.

 

–  ¡Eso está de más! –   se cuadró orgulloso –   Soy un caballero.

 

–  Lo sé.

 

Pero todavía Severus no estaba listo para dejarla marchar.

 

–  Mañana te enviaré unas pociones. Te ayudarán con…

 

–  ¡Poppy esta más que capacitada para lidiar con esto! Olvídate, Severus.

 

Y salió dando un portazo. Severus, obediente, se había olvidado; de todo y por largos años; hasta que aquel anónimo hechizo le arrebató para siempre algo en lo que no había siquiera soñado, pero que ahora lo hacía llorar cada vez que Lucius no lo veía. Solía agarrarse el plano vientre y maldecir su suerte. Y entonces comenzó a recordar… y creyó entender lo que Minerva debió de sentir en aquella ocasión. Y el por qué de su mirada, entre decepcionada y dolida, pero sobre todo traicionada, en aquellos días de la ocupación de Hogwarts; cuando él era director y ella fue obligada a quedarse como su segunda al mando. Una parte de ella lo había querido… la parte de ella que también se permitió soñar.

 

Lo había atacado aquella noche, echándolo fuera del castillo… condenándolo a la mordedura de una serpiente… Debería odiarla pero solo podía recordarla y compadecerla. Quizás por eso, y solo por eso, cometió aquella estupidez.

 

Porque ahora que veía el rostro herido y decepcionado de Lucius; mientras se cubría con la mano la mejilla abofeteada; comprendía que había sido una tontería: una soberana estupidez.

 

Él le había estado dando vueltas a la idea, hasta que un día en que Lucius tenía ocupada toda la mañana en la oficina había llamado a Shacklebolt y  le había solicitado el permiso para visitar a su antigua colega. El negro no vio  problema alguno: ya se le había pasado la rabia con la bruja y no podía dejar de tenerle cierta pena; después de todo fueron amigos durante años, ambos miembros fundadores de la Orden del Fénix.

 

Y Severus llegó de sorpresa a la Casa-Prisión.

 

Para Minerva, completamente aislada del mundo y entregada a su soledad y a sus recuerdos, aquella visita fue impactante. No sabía que el hechicero había resucitado; tenía prohibidos los diarios; así que pensó que su hora había llegado y que su único amante había ido a buscarla como heraldo de la muerte.

 

Cuando el mago la sacó de su error, algo divertido, la mujer rompió en un histérico llanto que al hombre le costó calmar. Luego vinieron las explicaciones, las excusas, los mea culpa…  Severus no sabía si lo que le dolía más era verla tan anciana o esa falta de control que se le antojaba imposible. De la altiva y orgullosa mujer no quedaba nada. Quizás por eso, y porque necesitaba un oído amigo que lo escuche en sus momentos de debilidad, es que siguió visitándola…  al menos una vez por semana… para compartir una taza de té y algunas historias; para recordar a Albus,  al que ambos extrañaban… Solo era eso. Pero su rubio jamás lo creería.

 

Porque claro, Lucius se había sentido engañado (con justa razón) y en lugar de preguntar no se le ocurrió mejor idea que entrometerse en cabeza ajena a la caza de respuestas. Y como Severus era un gran Oclumante, y tratar de emplear la Legeremancia con él era asunto perdido, el ex mortífago atacó a la desprevenida mujer y se paseó por su subconsciente como Pedro por su casa. Y vio lo que no debía ver. Algo de lo que ya nadie se acordaba pero que a él le supo a engaño y a cuernos retroactivos.

 

Y allí mismo, a la entrada de la casa; cuando ambos magos se despedían con un abrazo; era que el rubio los había cuadrado: los había confrontado, les había montado una escena y había acusado a su pareja de infiel, infeliz, mentiroso, traidor y heterosexual…

 

Minerva, que ni cuenta se dio del asalto a su mente, no entendía de donde el rubio sabía tanto. Por lo que acusó a Severus de infidente, ofendida y herida.

 

Pero el mago estaba igual de choqueado que ella y solo pudo devolverle su asombro.

 

–  Descuida mujer, tu amorcito no reveló tus secretos. Acabo de emplear Legeremancia contigo… pero eres tan estúpida que ni cuenta te has dado.

 

–  ¡¡¡Lucius!!! –   Severus gritó molesto –   Respétala. Ella no tiene la culpa de nada.

 

–  ¿No tiene la culpa de meterse en tu cama, de tratar de atraparte con un hijo…? ¿De habérsete regalado cuando sabía muy bien que tú y yo…?

 

–  ¡Eso fue hace décadas!  Tú estabas como niño con juguete nuevo, feliz con tu bruja y tu crio recién nacido. Yo era menos que nada en tu vida.

 

–  ¡¡¡Jamás fuiste NADA en mi vida!!! ¡¡¡Te amaba!!! ¡¡¡Siempre te he amado!!!

 

–  ¡¡¡Te quedaste en Francia en mi cumpleaños número 29!!! ¡¡¡Con Narcissa y Draco!!!

 

–  ¡¡¡Mi padre se estaba muriendo!!!

 

–  Yo no lo sabía –   Severus pareció calmarse –   No sabía nada más que el que era mi cumpleaños… y tú no ibas a venir.

 

–  Y por eso te encamaste con esta. No sabía que tuvieses complejo de arqueólogo Severus… nunca imaginé que te gustasen las momias. Siquiera me hubieses cambiado por alguien más bella, mejor o tan siquiera mi igual. Pero con una Gryffindor… con alguien que podía ser tu abuela…

 

La mujer enrojeció y quiso  meterse en la casa pero el pocionista la detuvo.

 

–  Abuela o no lo disfrute, bastante. Y hubiésemos seguido si ella lo hubiese deseado.

 

¡¡¡PLAFF!!!

 

Y allí estaba, la bofetada que le había volteado la cara antes de que el rubio se desapareciese gritando “¡Se acabó!”

 

McGonagall, completamente mortificada, trató de mediar con Severus para que no tire por la borda años de relación. No quería más culpas sobre su maltratada conciencia. Pero este la tranquilizó asegurándole que nada pasaría: su rubio solía ser una “reina del drama” en ocasiones. Asegurándole que regresaría “cuando las cosas se calmen” se marchó directo a la Mansión que compartía con su amante. Solo para encontrar las protecciones subidas y a un elfo, todo compungido, que lo esperaba para informarle que aquella ya no era su casa; y que, en cuanto mande con una lechuza su nueva dirección, sus cosas le serían enviadas allá.

 

Profundamente dolido abandono el lugar sin saber a donde ir. Sus bienes habían sido confiscados por el Ministerio tras su muerte, y lo que se salvó de la rapiña fue heredado por Draco. Desde su resurrección había vivido con Lucius, sin preocuparse por el dinero.  Ahora, puesto así en la calle, no tenía nada: nada más que los galeones que guardaba en su bolsillo. Suficiente solo para dos días de hotel.

 

Suspirando, se apareteó rumbo al callejón Knockturn.

 

 

 

 

 

Continuará…

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Notas finales:

(1)   Según información de la Wiki Minerva nace en 1920 y Severus en 1960. Pero como no pega para el fic… pues decidí quitarle a la bruja unos 20 añitos… jeje… libertades de escritora.


 


(2)   Este capí en realidad esta partido. La Oscuridad que te Devora es su segunda parte … ya esta escrito.


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