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El juicio por Xkanleox Ixquic

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Notas del fanfic:

Buenoo... este fic lo escribí en el móvil e intenté subirlo desde ahí mismo, pero como no se puede, pues tuve que pasarlo a mi computadora.
La Sociedad de las Almas está plasmada de una forma diferente y las situaciones de los personajes también, pero espero que les guste aunque parezca que me fumé no sé cuántos churros de mota para hacerlo xD

Notas del capitulo: Ya sé, ni me digan que no he acabado mis demás fics, pero es que por alguna extraña razón se me ocurrió esto y no quise desperdiciarlo... aunque viéndolo bien, creo que está un poco aburrido.
Este capítulo trata del juicio de Ichigo y su sentencia.

EL JUICIO

1. Culpable

El reloj de cucú al fin marcó las doce – era la única hora que ahí existía –, y de éste en vez de un pájaro salió un búho que cantase el mismo número de veces que marcara el minutero. Ishida Uryu parpadeó callado, las ojeras evidenciaban su preocupación. Se acomodó en su silla y esperó intentando tranquilizarse. Por el ventanal podía verse un lago congelado, sin embargo, no hacía tanto frío en la sala donde le había citado. Era mitad de invierno.

Cuando el búho terminó de ulular, se abrieron los tres enormes portalones de relieve en madera, y de cada una salieron distintos grupos que se sentaron en los lugares asignados y convenientes para la puerta de donde procedían.

En el centro de la gran mesa semicircular que se elevaba quizás un par de metros sobre la cabeza de Uryu, se sentó un hombre de cabellera blanca con una túnica de igual color, cubierta por una tela púrpura y ambas sujetas de alguna manera por un cinto de hilos dorados. Entrelazó sus manos sobre la mesa y el joven pudo notar que tenía seis dedos en cada mano. El hombre, al ver su asombro, sonrió y explicó:

 – Tranquilo, no te asustes. Yo y mi séquito tenemos algo distinto a los demás; es lo que nos hace especiales. Si no, no seríamos parte del jurado, ¿no crees? – Uryu asintió, nervioso. No era más que un simple humano en un mundo al que había ido a parar casi por accidente, sabiendo por primera vez de su existencia de igual forma. De hecho, de no haber sido por la insistencia de su padre, no habría tenido que hacerlo.

Él era un Quincy, guerrero – arquero – que se dedicaba a acabar con almas dañinas. Claro que estaba consciente de que no era como los demás humanos, y mantenía en secreto sus poderes, pero no sabía nada más allá de él y los seres que eliminaba. Algún día su padre lo hizo acompañarle a conseguir Dios sabía qué carajos para un fin con la misma incógnita a un sitio llamado la Sociedad de las Almas. Uryu supuso que se trataría de una tienda donde vendieran rarezas, pero se llevó el chasco de que no era así. Un mundo alterno entero, de eso se trataba.

 – Que se haga pasar al acusado. – La voz de alguien cuya presencia el Quincy no había notado dio la orden. Miró hacia arriba de la mesa, más allá, atrás, había una silla alta donde reposaba un anciano de barba larga al menos hasta sus rodillas y humor irritable. Supuso que era quien supervisaría todo aquel lío.

Pronto, Uryu quitó su atención de aquel viejo para fijarla en una puerta que en toda su estancia no se había abierto y ahora lo hacía. ¿De verdad era él quien le había atacado? La noche anterior parecía mucho más temible y temerario. El joven que salió de la puerta fue conducido por los guardias hacia el centro de aquel problemático escenario.

 – Kurosaki Ichigo – comenzó a decir el hombre de cabellera blanca – se te acusa de maltrato y robo sin razón aparente a un extranjero humano. ¿Tienes algo que decir en tu defensa? – el chico miraba con fastidio todo el lugar. Después, se permitió sonreír.

 – Sí tenía una razón. – Hubo un silencio de no más de un minuto.

 – Pretendemos que nos la explique. – Dijo otro hombre sentado al lado del primero. Éste era de semblante serio y su cabello largo caía increíblemente lacio en una coleta alta. Su indumentaria era parecida a la del albino, sólo que la tela que llevaba encima era azul índigo.

 – Resulta que este humano – algo despectivo su tono hacia el Quincy – estaba matando Hollows a lo estúpido. Todos sabemos que eso hace un desequilibrio. Traté de detenerlo, pero como no me escuchaba, tuve que golpearlo y quitarle su arco y romperlo.

 – Sí, pero al igual todos sabemos que es una falta muy grande hacer daño a los extranjeros. – Recalcó el pelinegro, con intenciones ya de terminar el juicio y hacer que el culpable recibiera su castigo.

 – Lo siento, Kuchiki, pero no me parece razón suficiente para castigar al joven. – Una mujer morena de tela amarilla sobre el vestido replicó. – Él no lo hizo con la mera intención de hacerle daño al Quincy. Además todos estamos conscientes de que las leyes protegen de más a los humanos. En este caso, la razón de Kurosaki Ichigo me parece válida: es muy importante el equilibrio, al menos en nuestra dimensión.

Uryu comenzó a incomodarse. Él no había solicitado nada de eso, sin embargo, habían atrapado al “delincuente” en el acto de golpearlo, y lo habían apresado para llevarlo a juicio. Y a pesar de que tan sólo de mirar su herida en el labio y otras marcas que habían dejado los golpes del acusado en su cuerpo le daban ganas de ir a golpearlo también, no le parecía pertinente que se hiciera un juicio tan pomposo por tal pequeñez. Peleas ocurren tanto en la calle como en el jardín de niños, se dijo, pero justo en ese momento no podía protestar.

 – Pero esto no puede quedarse así. – Insistió el de la tela añil – Rompió las reglas a sabiendas de ello. Claro que es necesaria una sanción correspondiente a su falta.

 – Pero Byakuya, ¿por qué ni intentas pensar en…?

 – ¡Suficiente! – una voz hizo callar la disputa y los murmullos que comenzaban a hacerse en la sala. – Dejen al humano hablar. – Dirigió entonces el anciano la mirada hacia Uryu.

 – Ishida Uryu, ¿cuál es tu versión de los hechos? – Preguntó ya el amable hombre. El joven escaneó la sala entera con la mirada, indeciso. – ¿Y bien? – El Quincy acomodó el puente (reparado por mientras con cinta adhesiva) de sus gafas y se preparó para hablar.

 – Es tal como dicen. Yo estaba a punto de golpearlo cuando llegaron a aprehenderlo. Si no hubieran llegado a tiempo, lo habría golpeado de todas formas, así que no le veo caso a este juicio. – Sinceró, encogiéndose de hombros.

Los tres que encabezaban el jurado lo miraron con desaprobación y extrañeza.

 – ¿Estás seguro? – dudó el albino. Uryu entornó los ojos y cruzó los brazos.

 – Parece que el chico está harto, Ukitake. – sentenció divertida la morena.

 – Pido permiso para hacer una propuesta de sanción.

 – Adelante, Kuchiki Byakuya.

 – Tres días en prisión y la privación del uso de sus poderes por un mes entero. – Uryu miró alarmado al Kuchiki.

 – No es necesario hacer eso. – Rezongó ella con firmeza.

 – Siempre tan flexible, Shihouin Yoruichi. – Renegó el otro cruzando los brazos, ya indispuesto a seguir hablando si su palabra iba a ser ignorada.

 – Mejor que ese mes lo dedique a algo productivo… Ishida-san, dices que te hizo perder tus poderes, ¿no?

 – Parcialmente, sí. Dejó mi arco inservible. – Pensó un rato. – Tardaré de un mes a un mes y medio en recuperar mis poderes al cien por ciento.

 – Yo propongo que en ese lapso Kurosaki Ichigo esté al entero servicio del humano Ishida Uryu.

 – ¡¿Qué diablos…?! – Ichigo se sobresaltó con aquella propuesta. Parecía ser el único que estaba de acuerdo con Byakuya. Al fin y al cabo, su vida duraba mucho y un mes sin sus poderes (que le parecía medianamente justo por haberle arrebatado los suyos al humano) no sería gran cosa. Eso era soportable, incluso podría encontrar un descanso físico y mental que quizás inconscientemente había estado buscando, y usarlo para pensar algo que lo traía confundido. ¿Pero qué iba a ser de él si sus acciones estaban a merced de quien había agredido por una razón que en su momento consideró justa?

 – Calla, mocoso, que no estás en posición de objetar. – lo silenció Byakuya antes de que pudiera protestar. Si tan sólo supiera que estaba de acuerdo con él… Ichigo entonces se limitó a desviar la mirada y bufar, resignado.

 – Que se someta a votación. Quienes estén a favor de Shihouin Yoruichi, levanten la mano por favor. – pidió Jüshiro. Enseguida más de la mitad de las manos del jurado estuvieron arriba. No era que no quisieran a Byakuya, de hecho le respetaban y hasta temían. El hecho de que eso sucediera era porque meterse con el apellido Kurosaki en la Sociedad de las Almas era algo peligroso. Además de que Yoruichi simpatizaba bastante.

 – Bueno, parece que no hay mucho que discutir, ¿ne? – se burló la morena.

– ¿Está de acuerdo el resto de los presentes? – preguntó Jüshiro, intentando tapar con algo de vergüenza la actitud despreocupada de su compañera. Nadie se opuso a nada. Ni siquiera Uryu.

Esos ojos marrones le habían parecido los más luminosos y esa sonrisa cínica la más radiante que jamás hubiera visto.

Ichigo suspiró derrotado. Sería un largo y cansado mes.

Notas finales: No creo actualizar hasta después de Navidad, es que soy pobre y lo único que puedo regalar es mi trabajo T.T y ando muy apurada haciendo dos cuadros de repujado (un bodegón como de 50x70 y un ángel) xD
Bueno, felices fiestas a todos, que la pasen muy bien.

Por último, no me vendrían mal reviews como regalo navideño... jajaja

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