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Una cita a ciegas. por K KINOMOTO

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Disclaimer: Sakura Card Captor y sus personajes son propiedad de las CLAMP. Ésta historia está escrita sin ánimo de lucro.

 

 

Una cita a ciegas.

K. Kinomoto.

 

I

Demasiado calor...

 

Touya Kinomoto salió temprano de su práctica de fútbol, era un día de verano bastante soleado y caluroso. Ninguno de sus compañeros de equipo, ni siquiera él mismo, pudo soportar las dos horas completas de duro entrenamiento. Después de darse un baño en las duchas de la escuela decidió ir a buscar algo de beber, hacía mucho tiempo que no tenía tanto calor y se sentía morir de sed.


Caminaba lo más rápido posible bajo los árboles, buscando un poco de protección contra los inclementes rayos del sol que herían su piel. Después de comprarse una gaseosa decidió darse una vuelta por el club de tiro con arco. Ése era el día en que a Yukito le tocaba práctica. Miró su reloj, si no se daba prisa llegaría tarde y tal vez no lo alcanzaría. Apuró el paso sin importarle en lo absoluto las miradas coquetas de las jóvenes que pasaban junto a él. Estaba acostumbrado a eso. Después de contestar con total indiferencia a dos o tres saludos, más por educación que por otra cosa, llegó por fin al recinto.


En el lugar reinaba un absoluto silencio. Los arqueros se concentraban con la vista siempre fija en las dianas, esperando a que uno de los más aventajados lograra al fin dar en su centro. Pero ése había sido un día malo para todos. Incluso para el mismo Yukito, quien a pesar de ser el arquero con la mejor puntería del club, apenas había logrado un porcentaje del noventa por ciento en sus tiros, lo cual lo tenía de verdad frustrado. No había duda de que el calor del recién llegado verano estaba haciendo estragos en la puntería de todos ellos.


Touya lo observaba desde el área de espectadores. Mientras tomaba su gaseosa no pudo evitar escuchar los comentarios de algunas muchachas sentadas a su alrededor que, observando también a Yukito, no dejaban de lanzar exclamaciones como: “qué bonitos ojos”, o “qué bella sonrisa tiene”, o cosas por el estilo. Por una extraña razón, Touya se sintió de pronto invadido por una sensación de malestar al escucharlas. Sintió que ninguna de ellas tenía derecho alguno de decirle a Yuki cosas como ésas. No debían ni siquiera pensarlo, él era el único que podía hacerlo. Pero después de mirarlas con una mezcla de furia y celos, al final decidió que todas esas locas a su alrededor tenían toda la razón.


Touya dejó en paz al grupo de admiradoras de Yukito para concentrar toda su atención en él. Era su turno de tirar al blanco.


Yukito se colocó en la posición adecuada y apuntó. Estaba seguro que no fallaría. Sus dos últimos tiros habían dado justo en el blanco, por lo que ésta vez no sería la excepción. Estiró la liga del arco a su máxima tensión y enfocó su puntería a la diana frente a él.


De pronto, como guiado por un presentimiento ladeó ligeramente la cabeza, no demasiado, pero sí lo suficiente para alcanzar a ver de reojo en las gradas la inconfundible imagen de su amigo entre el público. Su corazón dio un vuelco mientras trataba de concentrarse de nuevo en la diana. Regresó su vista a ella y disparó.


La flecha salió proyectada y dio justo en el centro de la diana…


Del compañero de al lado.


Las risas no se hicieron esperar. Ni el arco iris más colorido habría podido competir contra el rostro avergonzado de Yukito, quien sólo se limitó a bajar la vista,  sonrojado por completo, mientras sus compañeros no dejaban de observarlo con una mezcla de diversión y sorpresa.


En las gradas, una enorme gota de sudor se formó en la frente de Touya, quien, ajeno de haber sido la verdadera razón de que Yukito fallara, se preguntaba qué podía haberle pasado para que errara de forma tan desastrosa.


Después de un rato de diversión a costillas del pobre muchacho, y viendo que ya no habría forma de que nadie más se concentrara después de lo ocurrido, el decano del club decidió dar por terminado el día de prácticas. El calor en el lugar era cada vez más sofocante y entre bromas y risas los arqueros le dieron las gracias por el favor a un, todavía, ruborizado Yukito.


Touya dejó las gradas para dirigirse directo a él con una mirada de interrogación.


-Es que… hace demasiado calor… -Respondió Yukito a su pregunta no formulada, mientras sentía cómo su rostro volvía a convertirse en un colorido arco iris.


-En realidad me sorprendes, Yuki. –Touya no creyó del todo la respuesta de su amigo-. Has hecho esto en días más calurosos. Además, nunca habías fallado un tiro de esa manera tan…


Yukito lo interrumpió.


-Será mejor que nos vayamos, To-ya. ¿No crees que deberíamos pasar a buscar a Sakura? Acuérdate que quedamos de llevarla a comer helado.


-Como quieras. A propósito, mañana tendremos partido. ¿No te gustaría jugar con nosotros un rato? –Touya sabía que no podía pedirle a Yukito que jugara durante todo el partido, pues demasiado esfuerzo físico afectaría su puntería.

-Cuenta con eso, To-ya. –Yukito agradeció en su interior el haber cambiado de conversación. Ya había sufrido demasiado la burla de sus compañeros por el ridículo hecho, como para que Touya echara más sal a su, ya de por sí bastante herido, orgullo de arquero.

 

 

*~*~*~*~*~*~*~*~*~*

 

 

Los preparativos para el festival de verano de la escuela estaban casi concluidos. Cada uno de los clubes se había dado a la tarea de organizar diferentes entretenimientos para dar la bienvenida a las tan esperadas vacaciones, las cuales comenzarían a la semana siguiente.


Los dos muchachos caminaban de regreso de la primaria. Acababan de dejar a Sakura y a sus amigos después de haber ido a comer helado y darse una vuelta por su festival, el cual estaba por terminar. Touya todavía seguía mascullando entre dientes algunas frases desagradables respecto a Shaoran, quien por invitación de Sakura había aceptado unirse también al pequeño grupo.


-No entiendo qué demonios le ve a ese mocoso… -Farfullaba, molesto-. No hace otra cosa más que distraerla.


-No exageres, To-ya. Li es una buena persona, lo que pasa es que eres un hermano demasiado celoso y sobre protector. –Yukito esbozó una gran sonrisa-. Estoy seguro que reaccionarías de la misma forma si se tratara de cualquier otro muchacho.


-¿Ya pensaron qué van a hacer en tu club para el festival? –Touya prefirió dejar el tema de su hermana a un lado. Responder a la afirmación de su amigo iba a ser más complicado. Aunque no quería admitirlo, Yukito tenía razón, su problema con el mocoso no era el mocoso en sí, sino el hecho de que no soportaba la idea de que alguien se acercara a su hermana más de lo debido.


-Aún no lo sé, To-ya. –Respondió Yukito-. Las personas encargadas de organizarlo no han dicho nada al respecto. Pero tengo entendido que después del torneo piensan hacer una especie de juego.


-¿Qué clase de juego? –Preguntó Touya con curiosidad.


-No sabría decirte con exactitud. –Yukito se encogió de hombros-. Pero es algo relacionado con una cita a ciegas o algo así.


-¿Cita a ciegas?


-En realidad no estoy muy seguro. Pero déjame averiguarlo bien y después te lo explico. Por cierto, ¿Qué van a hacer en el tuyo?


-Se organizó un torneo contra varios equipos de otras preparatorias. –Touya se detuvo frente a una máquina de refrescos y depositó algunas monedas-. La intención es dar a conocer el nivel de fútbol de nuestra escuela. –Tras oprimir algunos botones de la máquina, dos latas de refresco cayeron en sus manos. Le ofreció una a su amigo.


-Estoy seguro que demostrarán ser los mejores, To-ya. –Yukito tomó la lata que Touya le ofrecía. Pero al hacerlo su mano rozó con ligereza la suya, provocando que su amigo se sonrojara.


-Sí… estoy seguro… -Respondió Touya en un susurro-. Yuki…


-¿Sí?


-Necesito hablar contigo. Hay algo importante que necesito pedirte...


-¿De qué se trata?


Touya tomó aliento.


-Pues, la verdad es que yo... me preguntaba si te gustaría…


-¡Kinomoto!


Touya suspiró, visiblemente frustrado.


-¿Qué quieres, Yahami?


Yahami era el portero titular del equipo de Touya. Era un joven un poco más alto que él, de enormes ojos grises y cabello corto y del color del fuego. Era de los mayores en edad que el equipo tenía. Pero su rostro, de apariencia casi infantil y todo cubierto de pecas, hacía que muchos pensaran que era menor. Se acercó corriendo a ellos con una hoja de papel en la mano.


Al ver la expresión frustrada de Touya supo que había interrumpido algo importante. El muchacho tenía un agudo sentido de la observación. Y desde hacía algún tiempo se había dado cuenta de que la relación de amistad entre su capitán y su amigo rayaba en algo más. E intuía, además, que ese “algo” no estaba definido aún.


-Kinomoto… -El joven los observó con ojos inquisitivos-. Aquí te tengo la lista que me pediste de todos los equipos que fueron invitados al torneo y que confirmaron su participación. Ah, y ésta otra es una lista de las preparatorias que también están organizando torneos en sus respectivos festivales y nos han invitado a participar.


-Está bien… ¿Alguna otra cosa?


-Sí. Necesitamos ponernos de acuerdo para reorganizar la tabla de fechas. Resultaron ser más equipos de los que esperábamos y tendremos que hacer milagros para no tener que jugar dos partidos en un solo día.

-Eso lo podemos arreglar. –Respondió el capitán-. Si son demasiados equipos podremos organizar más de un torneo y al final enfrentar a los equipos ganadores de cada torneo, así ningún equipo se quedará fuera y nadie se esforzará de más. Y además eso nos dará oportunidad para participar en los torneos de las otras preparatorias.


-¿Entonces quieres que les avise a los demás para que nos reunamos?


El pelirrojo tenía fama de ser un localizador natural de personas. Moviéndose a perpetuidad por todos los rincones de la escuela, sabía casi siempre dónde encontrar a quienes quisiera. Todos aquellos que necesitaran encontrar a alguien en particular sólo debían preguntarle a él, y listo.


A Touya no le quedó de otra más que aceptar. El festival comenzaría al día siguiente y necesitaban ultimar detalles. Si no lo hacían en ese momento ya no tendrían tiempo de hacerlo después.


-Sí. Reúnelos a todos en el lugar de siempre. Yo los alcanzaré en un momento.


-De acuerdo. Hasta luego Tsukishiro. Por cierto, jugarás mañana, ¿Verdad?


-Así es, Yahami. To-ya me invitó.


-Genial, eso aumentará nuestras posibilidades de ganar. Nos veremos después.


-Que te vaya bien, Yahami. –Yukito volteó a ver a su amigo-. Vaya, To-ya. Creo que tendrás más trabajo del que habías planeado. Por cierto, ¿Qué era lo que me estabas diciendo hace unos minutos?


Touya hubiera querido responderle en ése momento, pero la interrupción de Yahami le había quitado la inspiración por completo. Se limitó a dar una palmada en el hombro a su amigo.


-Déjalo así Yuki… hablaremos de eso luego. ¿Qué vas a hacer ahora?


-Pues… aprovechando que ya no tenemos clases buscaré al decano de mi club. Necesito averiguar qué es lo que van a hacer siempre. Ya sabes, con respecto al juego que te comenté. Además, necesito confirmar la hora en que se realizarán las eliminatorias. No olvides que mañana se elegirán a aquellos que participarán en el torneo.


-Estoy seguro que no tendrás problema alguno en ser seleccionado. Eres el mejor arquero del club y estás considerado como el favorito para ganar el torneo.


Yukito sonrió ante el halago de su amigo.


-Eso espero, To-ya. Estaré en la cafetería, por si me necesitas.


-De acuerdo, Yuki. Nos veremos después.


Touya se alejó en dirección al sitio donde se reuniría con sus compañeros de equipo. Yukito lo siguió con la vista hasta que hubo desaparecido.


-Sí, To-ya. Hablaremos de eso luego… –Dijo en un murmullo, para después dirigirse a la cafetería, donde con toda seguridad encontraría al decano.

 

Continuará...


Próximo capítulo: Un corazón de... ¿Goma pegajosa?

 


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