Tras varias semanas de travesía y de persecuciones por parte de la marina, los Sombrero de Paja tenían la despensa vacía y ningún tipo de munición para hacer frente a los ataques enemigos, debían urgentemente parar para reabastecerse aunque supusiera un enfrentamiento con la marina, tanto lo habían postergado que se encontraban en una situación crítica. O se detenían en la primera isla y se arriesgaban a un enfrentamiento o perecerían en el mar.
A pesar de la aparente indiferencia del capitán frente a los riesgos de atracar en aquella isla por el puerto principal, consiguieron convencerle (a base de golpes con el Clima Tact) para acercase de noche y atracar en una cala que había en la parte posterior de dicha isla, un gran riesgo para el barco pero que gracias a las habilidades de la navegante Nami pudieron superar sin mayores dificultades.
- ¡Vamos chicos! ¡Vayamos a explorar la isla y comencemos una nueva aventura! - gritó con júbilo el capitán, correteando por la cubierta y bailando con Chopper y Usopp.
- ¡Sí, vamos! - corearon sus alegres nakamas.
Preparados estaban para saltar a tierra cuando tres sonoras collejas (amablemente repartidas por Nami) les detuvieron al borde del Merry:
-¡¿Se puede saber a dónde demonios creeis que vais?! ¿¡No os entra en la cabeza que es de noche, nos persigue la marina, no tenemos ni las medicinas de Chopper, ni comida en la despensa, (CARNE Luffy, no tenemos CARNE) ni armas ni municiones!? Argggg - gritó enfurecida Nami - pasaremos hoy la noche aquí, Luffy, y mañana iremos a la ciudad para comprar lo necesario y nos iremos. ¿Entendido?
- Sí, Nami -corearon los tres aventureros piratas con cierta tristeza.
- ¡Nami-swaaaaaaaaaan! ¡Cuánta razón hay en tus palabras! -dijo alegre el cocinero.
- Sanji-kun, si estamos intentado pasar desapercibidos no deberíamos alzar tanto la voz - replicó con una sonrisa Robin.
- Oh, Robin-chaaaaaaan -susurró con fuerza Sanji- ¡Qué inteligente observación! -le dijo con voz melosa y besándole sus delicadas manos.
Tras un breve cena que no llenó a nadie, menos al capitán, se dirigieron todos a sus camarotes para descansar lo que pudieran y enfrentarse a un duro día de compras a la mañana siguiente.
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- Hey, chicos. Despertad, ya ha amanecido. - Les informó Zoro, quien había estado de vigía esa noche, dándoles una patada y tirándoles al suelo cuando ninguno le hizo caso.
- ¡Estúpido marimo! ¡¿Qué cojones estás haciendo mierdoso?!
- Ahh.. Zoro... ¿Porqué me golpeaste? No deberías enfrentarte con los guerreros del mar...
- A callar puto cocinero pervertido, -le constestó bostezando- haberte despertado en su momento.
Tras un ligero revuelo y unos cuantos golpes, el sol estaba ligeramente sobre el mar, dándole un aspecto anaranjado y melancólico, con una fresca brisa enroscándose en sus cuerpos, Luffy, Zoro, Chopper, Nami, Robin, Usopp y Sanji se encontraban en la cubierta listos para repartirse las tareas del día.
- Hey chicos, necesito algunas plantas para preparar medicinas, tendré que buscarlas asique no se si podré ayudaros... seguramente tarde... -dijo con timidez el renito.
- Chopper-kun, si quieres yo puedo ayudarte a encontrarlas -le dijo con dulzura Robin- así las encontraremos antes y no tendremos de que preocuparnos, ¿Te parece bien?
- ¡Hai! -contestó con evidente alegría.
- Bien, Chopper y Robin buscarán las plantas, de la comida se encarga Sanji, de las municiones Usopp y yo me voy a cambiar estas joyas que tenía guardadas por dinero (y a por algo de ropa).
- Uhmmmm.... ¿Y yo y Zoro qué hacemos? -preguntó Luffy- ¡Ah, ya se! ¡Aventuras!
- ¡Ni hablar! Tú tienes que vigilar el barco, que para algo eres el capitán, así que te quedas aquí -le cortó Nami bruscamente.
- Y ese marimo tendrá que dormir ya que ha estado toda la noche despierto. -apuntó el rubio.
- Creo que ya lo hace, cocinero-kun -dijo sonriente Robin, y se escuchó un sonoro ronquido como para darle la razón proveniente del espadachín.
- ¡Maldito marimo! ¡No has prestado atención a nada!
- Déjalo correr Sanji -le instó Nami- vámonos antes de que se nos haga tarde. Yo ya voy bajando.
- Nami-swaaaan espérame que te acompañooooo.
Uno tras otro, los cinco miembros bajaron del barco y se dirigieron a la ciudad que se encontraba en el otro lado de la isla, el sol les iluminaba las espaldas y reflejaba alargadas sombras en la húmeda tierra mientras caminaban lentamente.
- Nami, ¿Crees que Luffy vigilará el barco? -preguntó temeroso Usopp (y no sin justificación).
- Esperemos que sí... Teniendo a Zoro supongo que se entretendrán con algo. -le contestó, aunque una ligera sensación de incertidumbre comenzaba a planear sobre ella, no sabía qué, pero su instinto le decía que algo no funcionaba correctamente, aunque era incapaz de definirlo.
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Luffy se balanceaba arriba y abajo, adelante y atrás sobre su asiento predilecto en el Merry, canturreaba y se daba palmadas intentado matar el tiempo mientras sus nakamas hacían las compras y Zoro dormía.
Pero se aburría. Mucho, muchísimo [xD].
Se colgó boca abajo en su asiento y se fijó en unos cangrejos azules que correteaban por el fondo y se encaminaban al bosque que había en frente suyo [y del barco, se entiende]. Observaba fijamente aquellos extraños cangrejos, cómo caminaban de lado y sus relucientes caparazones azules. ¿Había visto antes un cangrejo azul? Seguro que estaba delicioso...
Comenzó a reir despreocupadamente y saltó del barco en pos de aquellos extraños cangrejos, corriendo hacia el bosque y dejando su querido barco solo a excepción de un tripulante con el sueño más profundo que se conoce.
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El sol se acercaba a su cénit cuando se percató de la presencia del barco pirata anclado en la parte posterior de la isla, se acercó a comprobar a quien pertenecía aquel barco. ¿Son así de descuidados o es que tienen mucha confianza en sí mismos? La figura se aproximó caminando por la costa al no ver a nadie por los alrededores. De repente, una delgada figura con un sombrero bajó de un salto del barco y se encaminó corriendo hacia el bosque. Tras observar con un poco más de detenimiento se percató de que aquella figura perseguía algo que correteaba por el suelo. Luffy, ¿Eres tan irresponsable que dejas solo tu barco? No tuvo ni que esconderse, el joven capitán estaba tan concentrado en su persecución que no se percató de la presencia del Shichibukai a pesar de estar a plena luz del día y sin ocultarse. Se aproximó al barco, sin saber muy bien por qué, pero una voz en su interior le indicaba que se acercara, que subiera a bordo.
Caminó lentamente hasta situarse justo al lado del barco y de un saltó subió a la cubierta. Sólo había un tripulante a bordo, un joven de pelo verde durmiendo en la cubierta del barco sin mayor preocupación, recostado en uno de los lados y con tres katanas agarradas con su brazo derecho.
Su torso desnudo revelaba una cicatriz que atravesaba todo su pecho, desde un extremo en diagonal hasta la cadera del lado opuesto. Una marca de guerra, de lucha, la marca de un espadachín que desea ser el mejor del mundo, que prefiere la muerte a la derrota, la del único hombre capaz de impresionar al mejor espadachín del mundo, el único hombre que fue capaz de inspirarle y de ver su noble espíritu de lucha, de una persona entregada en cuerpo y alma a su meta...
Roronoa Zoro, pensó, el hombre a quien casi mata en el East Blue, ¿Cuánto habrás avanzado hasta ahora, joven espadachín? ¿Podrías ser capaz de tocarme?