Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Eres mi luz y mi adoración por SakuraChan

[Reviews - 2]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

<!-- /* Font Definitions */ @font-face {font-family:Wingdings; panose-1:5 0 0 0 0 0 0 0 0 0; mso-font-charset:2; mso-generic-font-family:auto; mso-font-pitch:variable; mso-font-signature:0 268435456 0 0 -2147483648 0;} /* Style Definitions */ p.MsoNormal, li.MsoNormal, div.MsoNormal {mso-style-parent:""; margin:0cm; margin-bottom:.0001pt; mso-pagination:widow-orphan; font-size:12.0pt; font-family:"Times New Roman"; mso-fareast-font-family:"Times New Roman";} @page Section1 {size:595.3pt 841.9pt; margin:70.85pt 3.0cm 70.85pt 3.0cm; mso-header-margin:35.4pt; mso-footer-margin:35.4pt; mso-paper-source:0;} div.Section1 {page:Section1;} /* List Definitions */ @list l0 {mso-list-id:749159460; mso-list-type:hybrid; mso-list-template-ids:1623208726 1831105812 67764227 67764229 67764225 67764227 67764229 67764225 67764227 67764229;} @list l0:level1 {mso-level-start-at:0; mso-level-number-format:bullet; mso-level-text:-; mso-level-tab-stop:36.0pt; mso-level-number-position:left; text-indent:-18.0pt; font-family:"Times New Roman"; mso-fareast-font-family:"Times New Roman";} @list l1 {mso-list-id:1900434537; mso-list-type:hybrid; mso-list-template-ids:-1900350034 -1973274318 67764227 67764229 67764225 67764227 67764229 67764225 67764227 67764229;} @list l1:level1 {mso-level-start-at:0; mso-level-number-format:bullet; mso-level-text:-; mso-level-tab-stop:36.0pt; mso-level-number-position:left; text-indent:-18.0pt; font-family:"Times New Roman"; mso-fareast-font-family:"Times New Roman";} ol {margin-bottom:0cm;} ul {margin-bottom:0cm;} -->

Eres mi luz y mi adoración.

 

 

El sol ocultaba sus bellos rayos de todos los mortales, un pequeño niño corría entre las edificaciones de aquel pueblo color amarillo. Amarillo como las arenas que cubrían Egipto, amarillo como las joyas del príncipe, amarillo como las joyas del faraón, amarillo como el cabello del hijo de Ra.

 

 

El pequeño se escondió en una casa abandonada y un poco destruida. Lloraba. Hasta ahí no llegaría la guardia a buscarlo. Se sentía sol, abatido.

 

La obscuridad se cernía por todos los rincones y, por mucho que el pequeño que lloraba fuese primo del príncipe y se encontrase en aquella casa alojado, esta no fue la excepción, quedando a obscuras en poco tiempo.

 

 El niño tenía unos preciosos ojos azules y un cabello que ya envidiarían los dioses, de un hermoso color castaño. Tenía por nombre Seth, como el dios hermano de Osiris.

 

Tenía miedo, las horas pasaban y más miedo tenía. No quería encontrarse con los guardias…estos lo llevarían con su madre…y ella lo reprendería… si es que el faraón no decidía castigarlo por romper su jarrón favorito.

 

Escuchó unos pasos y una rubia cabecita se asomó con una luz en sus manos. Era el hijo de Ra.

 

-         Seth ¿Qué haces aquí? – preguntó sentándose a su lado.

-         Jono…- en sus grandes ojos azules se acumularon pequeñas lágrimas.

-         Seth, no llores, Seth, dime ¿Qué sucede? – el hijo del dios lo abrazó y el castaño comenzó a llorar abiertamente- shhh, shhh- lo consolaba el rubio.

 

 

El noble seguía llorando y el pequeño rubio solo lo abrazaba, acariciando sus cabellos.

 

 

Si no estás conmigo se me escapa el aire, corazón vacío.
Estando en tus brazos, sólo a tu lado siento que respiro...
No hay nada que cambiar, no hay nada que decir.
Si no estás conmigo quedo entre la nada, me muero de frío.
¡Ay! Cuánto te amo, si no es a tu lado pierdo los sentidos...
Hay tanto que inventar, no hay nada que fingir...
Me enamoré de ti, me enamoré de ti...

 

Jono cantó tranquilizando a Seth.

 

-         ¿Esa canción? –preguntó Seth mirando los mieles ojos.

-         Se la escuché al faraón decírsela a una chica cuando ella lloraba, y ella se calmó.

-         ¿Me comparas con una chica?

-         No, pero tu llorabas…¿Seth, qué pasó?

-         Rompí el jarrón favorito del faraón, me van a matar – dijo volviendo a llorar.

-         No te preocupes, recemos a mi padre para que aplaque la ira del faraón, ¿Te parece?- el rubio le dio un suave beso en la frente que calmo al castaño.

-         Ra, que tú todo lo cuidas- inició el castaño

-         Poderoso señor del cielo- siguió el rubio

-         Que nunca jamás

-         Me dejes sin consuelo

-         Atiende a mi llamado

-         Imploro tu clemencia

-         A este pobre desafortunado

-         Que desea hacerte una confidencia

-         Ra, que al alma del faraón

-         Se le ablande

-         Que de mi tenga compasión

-         Y no me encierre en una pirámide.

-         Así sea

-         Así sea.

-         ¿De verdad crees que el faraón me encierre en una pirámide?

-         No, pero siento que a él le divierten esas cosas en las oraciones.

-         ¿Él? ¿Ra?

-         Claro- dijo sonriendo.

 

 

Seth solo sonrió y recostó su cabezita en el regazo de Jono.

 

-         No quiero regresar aún…Quédate a dormir conmigo, por favor…-Seth lo miró con sus bellos ojitos acuosos y el rubio no pudo resistirse.

-         Está bien, pero busquemos un lugar cómodo donde dormir.

-         -¡Muchas gracias!- el ojiazul se levantó y abrazó a Jono.

 

 

Ambos se pusieron a buscar un lugar donde dormir, encontrando una cama abandonada en aquella casa, lamentablemente, la ventana sobre ellos no tenia forma de taparse, la madera estaba podrida, por lo que corrieron la cama a otra habitación donde se recostaron juntos, mientras se abrazaban.

 

-         Jono…promete ser mi amigo por siempre….-

-         Lo prometo.

-         ¿Aunque me degraden a esclavo?

-         Aunque lo hicieran seguiría siendo tu amigo.

-         Gracias- Seth cerró sus ojitos y el rubio lo imitó y se durmieron.

 

 

10 años después.

 

 

Nuestros protagonistas tenían a 18 años y eran unos bellos y esbeltos jóvenes. Seth era un joven serio, muy pegado a las reglas y al faraón, el joven Atem, con esto de que eran primos, Atem estuvo muy tentado  quitarle su lugar como sacerdote y mantenerlo  su lado como su príncipe hermano, después de todo, Seth tomaría su lugar en caso de que muriera y no tuviera herederos, pero el castaño había declinado la oferta, él quería seguir apoyando a su primo. El joven Jono, por su parte, era el bailarín de Ra, todas las ceremonias eran precedidas por su baile, para agradar al radiante dios. Era grácil y su palidez llamaba la atención de todos. Nunca, a pesar de sus intensas horas bajo el sol, tratando de tostarse, funcionaron para darle color a su piel, y no es que fuera un color feo el de su piel, solo que era demasiado extraño.

 

Jono corría entre los pasillos del palacio, ya iba tarde, la ceremonia iba a comenzar. Al entrar en la estancia, la mirada enfadada de Seth se dirigió a él. ¿Qué le sucederá? Se preguntó Jono, muy pocas veces se enfadaba el sacerdote con él. Se arrodilló frente al faraón, reverenciándolo, y este dirigió unas aladas palabras a los dioses. Luego, Jono empezó a bailar.  Sus movimientos eran gráciles, en cada uno de ellos se veía que trataba de agradar a su padre. Sus manos las llevaba constantemente por sobre su cabeza con las palmas abiertas hacia arriba, pidiendo, con esto, bendiciones para Egipto. Sus caderas desde abajo golpeaban hacia arriba, aquel movimiento simbolizaba que las buenas energías de la tierra, las pasaba por su vientre para mandarlas con amor hacia el cielo, hacia los dioses para que estos se vieran complacidos por el cariño con que los invocaba. Al terminar de bailar, se arrodilló frente a el faraón y este comenzó a pedirle a los dioses.

 

Su plegaria no dejaba de ser extraña. Le pedía a los dioses que le concedieran la dicha de conocer al chico de sus sueños. Tal vez por eso estaba enojado Seth. Él siempre pensaba que Atem debería buscarse una princesa o un príncipe y casarse, pero él estaba empeñado en conocer al extraño que siempre se le apareció en sueños.  Todo eso empezó cuando Atem tenía 10 años. Llegó un día corriendo donde Jono.

 

-         Jono, Jono, ¿Has visto a Seth? Tengo que contarles algo- decía emocionado.

-         ¿Qué sucede príncipe?- dijo Seth saliendo de unos arbustos.

-         ¿Qué hacías ahí?

-         Estaba jugando con Jono a las escondidas, ¿Qué ibas a decirnos?

-         Tuve un sueño maravilloso- dijo ilusionado el pequeño de cabellos tricolor.

-         ¿Un sueño?- Jono estaba extrañado.

-         Si, había un niño, se parecía a mi, pero era pálido como tú. También estabas tú en el sueño, pero eras grande, lo mismo de Seth. Pero este niño era muy pequeño  tenía el rompecabezas del milenio de mi padre colgada al cuello…y todos vestían muy raro….sus ropas eran de color azul…

 

A partir de ese momento siempre soñó con ese niño. Al grado de ponerle nombre: “Yugi”, decía que se llamaba. Con el pasar de los años, los sueños comenzaron a ser más vívidos. Un día, cuando tenía 17 soñó que hacia el amor con es niño. Desde ahí, se obsesionó con él. Algo que a Jono le divertía y a Seth lo angustiaba.

 

Jono observó la ceremonia y sonrió, escondiéndose entre los pilares del templo.

 

-         ¿Qué es lo gracioso? – preguntó una voz molesta detrás de él.

-         Seth- se sorprendió el bailarín- Dime Seth, ¿Por qué te molesta que el faraón se haya enamorado de ese niño?

-         Porque si es así, él nunca se casará hasta que lo encuentre,  si es así, no dejará herederos y tendré yo que asumir como regente y no podría…

-         ¿Qué no podrías, Seth? – preguntó ilusionado el rubio. Desde hacía años que estaba enamorado de ese castaño, pero él siempre ignoró sus sentimientos.

-         Nada, olvídalo- dijo marchándose el sacerdote, dejando a un ojimiel decepcionado.

 

Jono se fue a descansar, sentándose bajo un árbol, pronto se quedó dormido, sin saber que alguien vigilaba su sueño.

 

El castaño lo observó dormir un rato más y se retiró. Sabía que estaba mal, que no debía amarlo, pero  no podía evitarlo, desde que lo había salvado aquel día, se hizo inseparable. Volvió a la ceremonia.

 

La ceremonia había terminado y todos se fueron a descansar, incluyendo a Seth. Atem salió tranquilamente hasta que ya no tuvo personas vigilándolo, desde ahí se fue corriendo en busca de Jono, no había podido hablar con él desde que se levantó y quería contarle más sobre Yugi, Seth nunca quería escucharlo sobre eso, menos Shimon. Lo encontró dormido  bajo un árbol, tan tranquilo, que no dudó en recostar su cabeza sobre el regazo del rubio y mirarlo con sus grandes ojos rubíes.

 

Los ojos del rubio se rehusaban a abrirse, pese a haber sentido peso en sus piernas y una mirada sobre si, hasta que logro abrir esos bellos pozos de miel.

 

-         ¿Faraón?- preguntó extrañado.

-         No hay nadie Jono, puedes llamarme Atem-

-         Atem, ¿Qué sucede? ¿Soñaste otra vez con Yugi?

-         Si, pero sabes, cada vez estoy más intrigado…”Yami” “Mi Hikari” “Aibou”…. ¿Qué significaran esas palabras? Él siempre me llama Yami, menos cuando lo hacemos, lo mismo que yo le llamo Hikari o Aibou…

-         Estás tan enamorado, Atem…

-         No lo digas como si no sintieras, sé muy bien que bebes los vientos de mi primo.

-         Él nunca me tomará en cuenta…

-         ¿Quieres probarlo?- susurró Atem.

-         ¿Eh?

-         Acércate- le volvió a susurrar a lo que Jono accedió, y cuando lo tubo a su alcance,  lo abrazó, jalándolo para tocar sus labios con los suyos y susurrar- haz como si me besaras.

-         ¿He?

-         Solo hazlo- dijo antes de cerrar sus ojos, haciendo que Jono hiciera lo mismo.

-         ¡Atem! ¡Jono!- gritó una voz cerca de ellos…la voz del sacerdote.

 

 

Ambos se separaron y Jono miró sonrojado a Seth, mientras Atem tenía una sonrisa de suficiencia, si las miradas matasen, el castaño abría cometido el peor de los pecados, matar al farón.

 

-         Faraón, necesito hablar con usted. Jono espérame en tu habitación, quiero hablar contigo- dijo el sacerdote con seriedad.

-         Claro Seth, nos disculpas Jono- dijo Atem, dándole la venia a Jono para retirarse.

-         Con su permiso- Jono se retiró a su habitación.

-         ¿Qué no estabas buscando a Yugi?- preguntó con enfado Seth.

-         Claro que lo hago.

-         Entonces no juegues con Jono, él no se lo merece.

-         ¿Por qué Seth? ¿Dónde dice que él es propiedad de alguien?

-         ¡Por qué Jono será mío!- le gritó.

-         Entonces, ¿Por qué has tardado tanto en decírselo?

-         Es que…yo…

-         Tú nada, Seth, deberías decidirte…. Escuchaste lo que Isis dijo que vendría para el futuro…él morirá Seth…¿Vas a permitir que se vaya pensando que nunca nadie lo amó?

-         ¡No! ¡Él no morirá!

-         Dile que lo amas…sé sincero.

-         Aún no olvido que lo besaste…

-         Seth, Seth, Seth. ¿Te habrás declarado si yo no le hubiese dado es beso? Piénsalo y ve a hablar con Jono.

-         Gracias primo- dijo el castaño yéndose, mientras el tricolor solo sonreía mientras movía su cabeza.

 

En la habitación, Jono se había cansado de esperar  se había recostado. Sería solo un momento, solo un rato. Y sin querer se quedó dormido, dándole un bello y privado espectáculo al sacerdote. Este se acercó a contemplarlo y depositó un suave beso en sus labios. Beso que pronto fue correspondido volviéndose apasionado. Cuando el aire comenzó a escasear, se separaron mirándose a los ojos.

 

-         Perdóname…no debí besarte…- el rubio puso rostro de tristeza- sin que estuvieras despierto…- continuó el castaño.

-         Seth…esto…

-         Te amo Jono, te amo demasiado…y me atrevería a jurar que siente algo por mí, aunque sea leve.

-         Schh, calla Seth, calla- susurró el bailarín- te amo, te amo como no tienes idea…

 

 

El sacerdote solo sonrió antes de abrazarlo y besarlo, mientras se recostaban en la cama. No harían nada, hasta que Seth fuera embestido príncipe y se le quitara el rango de sacerdote principal.

 

-         Desde cuando….- susurró Seth, besando la pequeña nariz de Jono.

-         ¿Desde cuando qué?

-         Desde cuando me amas…

-         Desde que vi tu lado débil.

-         ¿Mi lado débil?

-         S, desde que te fui a acompañar a esa casa abandonada y dormiste a mi lado….Dime, ¿Volverás a dormir conmigo? Nunca he dormido tan tranquilo y tan protegido como esa vez.

-         ¿Quieres dormir?   

-         Si, pero abrázame fuerte.

 

 

Seth así lo hizo y pronto se durmieron, muy abrazados  contentos.

 

****************************************

 

-         “Yami, Yami…por favor, no, en el gimnasio pueden vernos…- susurraba un joven de cabellos tricolor, de baja estatura y tremendos ojos violetas. Se hallaba pegado a la pared y suspirando sonoramente.

-         Hikari, nadie vendrá, estarán preocupados de que nadie interrumpa a Kaiba mientras este hace el amor con su novio- decía él “¿Quién era Kaiba?” se preguntaba Atem, dándose cuenta que otra vez soñaba con Yugi.

-         Yami, mi Yami- susurró el joven antes de besarlo tiernamente, pero él, Atem, le exigía más pasión.

-         Yugi, ya no puedo más, necesito tomarte- susurró el joven faraón, y es que se había hecho adicto a ese cuerpo, pese a que sabía que todo era un sueño.

-         Atem, tómame, yo también lo deseo- susurró el pequeño y el tricolor mayor se perdió en el interior del otro, aunque no se percató en que momento lo desnudó.

 

Las embestidas comenzaron a hacerse más profundas y los gemidos salían de sus bocas fuertemente, mientras sus respiraciones eran cada vez más erráticas. Al final, ambos llegaron con un fuerte gemido.

 

-         Atem….yo te…- iba diciendo Yugi, cuando el faraón despertó.

-         ¡Maldición! Justo despertar ahora…- se dijo llevándose las manos a la cabeza y revolviendo sus cabellos, cuando sintió que su cuerpo estaba húmedo- No otra vez-  frustrado se dejó caer en la cama con los brazos a los lados- si tan solo pudiera encontrarte amor mío, estos a no serían solo sueños…

 

El faraón pidió un baño y enseguida se le fue preparado, él se sumergió en el agua y comenzó a frotar sus músculos mientras pensaba en su Yugi, su pequeño amor, su pequeño ángel de los sueños. Sé quedó un buen rato en el agua, pensando, evocando, aquellos dulces ojos, esa manera de llamarlo, tan suave…esas ropas tan extrañas que usaba, que delineaban su figura perfecta. Definitivamente, lo amaba. Solo bastaba pensar en su amorosa mirada y ya  su corazón latía al cien por ciento. Y su tacto, tan suave y delicado, a pesar de ser un sueño, él podía sentirlo. ¡Y qué decir de que la fabulosa sensación de verlo entre sus brazos, bajo él, retorciéndose de placer, placer que él le proporcionaba. Él agua fría fue un indicio de que ya era hora de salirse e ir a la sala de trono para ver que nuevas le tenían.

 

Se levantó de la tina y el agua escurrió por su figura, donde llegaron presurosas doncellas para secarlo y vestirlo. Una vez hecho esto y, engalanado con sus joyas, se dirigió a la sala principal. Allí lo esperaba su Gran Sacerdote, esperando audiencia con él.

 

-         Seth- dijo a modo de saludo haciendo un leve movimiento de cabeza, donde le daba venia para hablar.

-         Mi faraón, yo…quería….renunciar a mi cargo…

-         Es por amor ¿Verdad?

-         Si…Jono, me aceptó- Atem abrió grandes sus ojos- no, no es lo que tú crees, aún no hemos hecho el amor.

-         Espera a que te quitemos el título de Gran Sacerdote y se lo demos a otro, te nombremos príncipe heredero y serás libre de estar con él, íntimamente.

-         Muchas gracias. Ahora, debes ir a comunicarle a los dioses tu decisión.

-         Con su permiso- Seth realizó una reverencia y salió.

 

 

Detrás de unos pilares, se veía a Jono hacerle señas para que se acercara. El faraón se acercó cuidadosamente a este y el rubio casi salta a abrazar al regente.

 

-         Se me confesó, ¡Me ama, me ama!- gritó saltando de alegría  

-         Me alegro por ti, querido Jono.

-         Si, sabes, dormimos juntos y fui tan feliz. Dormí entre sus brazos….siempre pensé que llegaría aquel día, sin yo haber disfrutado de estar en sus brazos, aunque sea una vez…

-         …- el faraón lo miró con tristeza- ¿Se acerca el día?

-         Si, Atem, se acerca el día…una semana…sólo una semana…

-         ¿Y yo? ¿Cuánto me queda?

-         Puede que mucho o poco….poco si contamos que será encerrado…mucho, si vemos que estará encerrado muchos milenios….

-         Mi pobre Jono….me alegra no vivir mucho sin tu presencia…¿Le has dicho cuánto tiempo te queda?

-         No…no quiero amargarlo…un sacerdote me dijo…que él …tendría una nueva pareja…una chica….y tendrían un hijo…sé que él me olvidará…que rehará su vida…mientras…sólo quiero ser yo quien ocupe su corazón…Luego podrá olvidarme…

 

Atem solo frunció el ceño, mientras los ojos de Jono se entristecían, pero luego volvían a ocultar sus emociones. El tricolor lo invitó a comer con él, mientras conversaban, ya que dentro de poco, no volverían a verse nunca más…

 

 

**********************************************************

 

Los días pasaban y en el palacio haba una gran conmoción, un sujeto, que se hacía llamar Bakura. Este hombre, sembraba el terror por los pueblos, saqueando por doquier. Jono estaba intranquilo, y eso lo notaba el sacerdote, aunque desconocía la causa. Faltaban solo dos días para que lo nombraran príncipe, no sabía como, Atem había acelerado el proceso, ni porque, pero todo iba a un ritmo vertiginoso. Ese día Jono había salido temprano y no lo había visto, cuando le había preguntado a su primo, este no había sabido que decirle. Había pasado más del mediodía y el rubio aún no llegaba. Seth se retiró a acostarse y se sorprendió cuando vio, la habitación, que compartía con el bailarín, muy adornada y su pequeño salir de entre las cortinas de la cama, vestido muy provocativamente.  Se acercó lentamente al castaño y comenzó a moverse tal como lo hacía cuando bailaba a su padre, solo que los movimientos, en vez de transmitir veneración, transmitían pasión, amor, cuando estiraba sus brazos, el movimiento era hacia Seth, cuando movía sus caderas, era hacia él  que se dirigían. Sus ojos buscaban y huían de los ojos del futuro heredero. Sus mejillas, cual manzanas, se hallaban rojas, ero lejos de verse feo, se veía muy deseable a esos azules ojos.

 

El castaño no aguantó la inactividad y se acercó al bailarín y lo beso apasionadamente.

 

-         ¿Y esto?- preguntó

-         Quiero…quiero entregarme a ti…- susurró bajando la mirada.

 

 

Seth arrinconó a Jono contra la pared, comenzando a besarlo suavemente. El rubio  correspondió el beso lentamente. Hace tiempo quería intimar con su novio, pero su condición de sacerdote se lo impedía.

 

Pronto el castaño comenzó a pasar sus manos por el costado del cuerpo, abrazándolo. Luego comenzó a sacar el pequeño chaleco que traía. Bajó hasta sus pezones y comenzó a besarlos, suavemente, deleitándose con el sabor tan único del hermoso Jono

 

-         Ah, Seth, Seth, esto…- susurró el rubio estremeciéndose.

-         Ah, Jono, te deseo, no sabes cuanto te amo- susurró el ojiazul con voz ronca.

-         Se…Seth…no juegues conmigo-

 

 

Seth bajó una de sus manos hasta subir la pierna del rubio a sus caderas. Comenzó a acariciar ese bello trasero que tenía el bailarín, producto de su entrenamiento y su baile, lo amasaba suavemente, sacando sonoros suspiros de la boquita de su novio, que pronto sería su esposo. La necesidad de estar unidos, piel con piel, se hizo más latente. El príncipe le quitó con brusquedad los pantalones a su pareja, dejándolo desnudo-

 

Lo  llevó hacia la cama, que estaba cubierta por hermosas cortinas moradas y lo recostó suavemente sobre ella y se desnudó. Jono admiró el trabajado cuerpo de su ex-sacerdote, suspirando, sus mejillas sonrojadas, esperando recibir a su amado sobre él.  El ojiazul se recostó sobre su amado y comenzó a llenar de mojados besos el pálido rostro del rubio, este solo suspiraba, aferrándose al cuello de su príncipe ojiazul.     

 

Poco a poco comenzó a bajar, jugando con sus pezones hasta dejarlos erectos. Se entretuvo con su ombligo, metiendo su lengua en él, mientras miraba con lujuria a su novio. Luego bajó hasta el lugar más necesitado de este. Lo tomó entre sus labios, comenzando a chuparlo suavemente. Jono comenzó a estremecerse y a gemir sonoramente.  Esto excitaba de sobremanera a Seth,  que solo deseaba hacer llegar a su rubio hermoso dentro de su boca y probar su esencia, que estaba seguro, era deliciosa, como todo su cuerpo entero.

 

Después de un tiempo chupando, el castaño  lo introdujo en su boca, aumentando los gemidos del bailarín.

 

 

-         Ah, ah, Seth…Yo…-

-         Déjate ir, Jono, quiero probarte-

-         ¡Se-Seth! – dijo en un gritito el rubio de ensueño y se dejó descargar en la boca de su novio.

-         Delicioso…como tú- dijo sensualmente el príncipe, pasándose el dedo por la comisura de sus labios, por donde se escapaba el semen de su novio.

 

 

El joven bailarín se sonrojó, hasta que sintió que ese  dedo buscaba meterse en su trasero. Cerró los ojos asustados, aunque deseándolo internamente. El castaño logró meterlo y comenzó a moverlo circularmente, para ensanchar su entrada, preparándose para lo que luego vendría.

 

 

El blondo soltaba suspiros. Pronto, otro dedo se sumó a la fiesta, sacando sonoros gemidos de su boca, comenzado a retorcerse bajo su novio. Este no encontraba nada más sensual que su ojimiel sacudiéndose bajo él.

 

Sin darse cuenta ya eran tres dedos dentro suyo. Seth estaba impaciente por sentir la calidez del interior de su amado.

 

Pronto Jono  le hizo saber que quería ser suyo y el castaño cumplió su deseo, comenzando a penetrarlo.

El blondo se quejaba, cerraba sus ojos, ante el dolor que sentía. El ojiazul tuvo paciencia y esperó hasta que su amado estuviera listo, el cual se lo demostró moviéndose suavemente sobre su miembro.

 

 

Seth empezó a entrar y salir de él con suavidad, Jono empezó suplicar por un movimiento más rápido y su novio cumplió sus deseos. El ritmo subió y las embestidas eran cada vez con más vehemencia. Los gemidos del danzarín cada vez eran más altos, cosa que el ojiazul agradecía, le encantaban.

 

Pronto llegaron a la cúspide del placer, explotando, uno dentro del otro y el segundo entre el vientre de ambos.

 

Los dos respiraban agitadamente.

************************************************************

 

-         ¡Faraón! ¡Faraón! – gritó Isis entrando apresuradamente a la estancia donde se encontraba el tricolor.

-         Calma Isis, ¿Qué sucede? – preguntó tranquilo, aunque presintiendo que sería la noticia de Isis.

-         Nos atacan faraón, Mahada ya salió y Shada también…-

-         Está bien, iré a la entrada principal.

-         Bien.

 

 

EL faraón se dirigió donde Bakura tenía un enorme alboroto. Isis decidió ir a buscar al antiguo sacerdote, para ver si aún podía ayudar. Al llegar a la habitación, en vez de salir el joven, salió el rubio.

 

-         ¿Qué sucede Isis?-

-         Necesitamos al joven Seth, ¿No sabes dónde se encuentra?

-         No, iré yo en ayuda del faraón- dijo saliendo y cerrando la puerta con cuidado.

-         Seguiré buscando- dijo la chica y siguió su camino.

-         Suerte- dijo el joven antes de ir al encuentro con el que sería su destino.

 

*************************************************

 

Jono corría por los pasillos del palacio, desprovistos de guardianes. Todos debían estar junto al faraón. Debía encontrarlos. Debía encontrar al faraón, y decirle sobre el traidor.

 

-         Pero que veo, ¿No es el hijo de Ra?- dijo una burlona voz.

-         ¿Quién….Quién está ahí? ¡Muéstrate!- ordenó el rubio.

-         Hola, hijo de Ra- saludó un albino de rostro  un poco psicópata.

-         ¿Quién eres tú?

-         Soy Bakura y esto será lo último que sepas- le dijo antes de enterrarle un puñal e el abdomen, para luego huir.

-         Seth…Seth…-murmuró Jono cayendo al suelo, mientras gruesas lágrimas caían de sus ojos. Moriría sin ver el hermoso rostro de su amado.

 

 

La sangre corría cual manantial rojo quitando la vida poco a poco a su portador.

**********************************************************************

 

Siguiendo un presentimiento, el faraón corrió hacia la habitación de su primo. Quizás algo le habían hecho. A cada paso que daba, su corazón más rápido latía. Era un sufrimiento continuo. Vio un pasillo. La sensación que sintió fue horrible. Como si algo le dijera “No vayas por ahí”. Atem cada paso que daba, era como si su corazón se fuese a romper. Algo…algo había más allá. Al final del pasillo, sangre.

 

El tricolor corrió, corrió como si la vida se le fuese en ello. Lo que vio, nunca lo olvidaría. Él, su mejor amigo, bajo un charco de sangre. Su piel más blanca de lo que ya era y sus bellos ojos llenos de lágrimas. Aún vivía…aún llamaba a Seth.

 

-         Jono, Jono, contesta- preguntó recogiéndolo en sus brazos, acunándolo.

-         A….tem…¿ Y Seth?- preguntó el rubio.

-         Y viene Jono, ya viene…- acarició la rubia cabellera- Apresúrense en llamar a Seth, debe estar en su habitación.

-         Seth…Seth…dile…

-         Tranquilo Jono, él vendrá y podrás hablar con él…resiste hasta que llegue.

 

**********************************************************************

 

 

Seth dormía cuando una voz lo llamó en sueños.

 

-         Desierta…Despierta…- susurraba una voz femenina- él está en peligro… tienes que despedirte…

-         ¿Él? ¡¿Jono?!

-         Si..Jono…

 

Seth despertó asustadísimo. Se vistió rápidamente y salió, encontrándose en el camino con unos guardias.

 

-         Señor, el faraón lo necesita- dijo uno.

-         Lo siento, iré después de encontrar a Jono

-         Está con él, debe apresurarse, él no va a sobrevivir.

-         ¡Qué!

 

El castaño corrió hasta donde vio al faraón. Estaba con su amado…y sobre un charco de sangre…

 

-         ¡Jono!- gritó acercándose a él y tomándolo en brazos.

-         Seth…Seth…- musitó bajito el rubio.

-         Jono..no me dejes- lágrimas, amargas lágrimas corrieron por sus morenas mejillas.

-         Seth…te amo..siempre te amaré…aún en otras vidas…dame un beso antes de irme…por favor…

 

 

Seth no dijo nada y lo besó, un beso suave, tierno, hasta que sintió que Jono dejó de responderlo y sus labios comenzaron a dejar de emitir calor. El castaño lo besó más apasionadamente, tratando de retenerlo. Pero no lo logro. Jono se fue.

 

************************************************************

 

 

Meses después.

 

El faraón Seth había ascendido al trono, tras dos meses de luto por Jono y por el faraón Atem, encerrado en el rompecabezas del milenio para derrotar al mal.

 

Se sentía tan solo, tan solo sin su amado Jono. Pero debía darle un heredero al trono, por lo que se casó con una muchacha muy humilde, que sabia de su amor por Jono y solo quería darle un heredero, pero no pedir amor….

 

*********************************************************

 

 

 

Cinco mil años después.

 

Un niño corría entre los edificios y se escondía en uno. Dentro se halaba otro niño. Lloraba. Seto lo miró, era rubio y de piel blanca. ¿Quién sería?

 

-         Hola-

-         ¿Quién eres?

-         Me llamo Seto ¿Y tú?

-         Soy Katsuya…¿Qué haces aquí?

-         Busco un lugar donde ocultarme…¿Y tú?

-         Me escape de mi casa…mi papá me pegó- dijo mostrándole unos hematomas en el tórax.

-         Pobrecito…¿Durmamos juntos?

-         Claro.

 

 

Los dos niños se acostaron juntos. Katsuya durmiendo en acurrucado a Seto, como hace cinco mil años atrás.

 

************************************************************

 

Diez años después.

 

-         Vaya Yugi, ahora eres el rey de los duelos junto a Atem….- decía un hermoso rubio de ojos miel.

-         Así es, mi aibou es el mejor,¿Verdad mi Hikari? – dijo un chico de cabellos tricolor, alto, de ojos rubíes y voz imponente.

-         Atem, me avergüenzas….- señaló el pequeño Yugi, un muchacho tricolor, de enormes ojos violetas y tierna voz.

-         Pronto te quitaré ese título Yugi, no te luzcas….- dijo otro muchacho de cabellos castaños y ojos azules como dos zafiros, para luego marcharse.

-         Ese Kaiba- murmuró molesto Katsuya y se fue tras él.

 

 

Ya en la azotea Seto y Katsuya se encontraban. Mirábanse ambos fijamente. Un paso. Una mirada. Una sonrisa. Un sonrojo.

 

Y solo bastó esto para que ambos se pusieran a pelear. El rubio golpeo la mejilla oponente y le sacó un poco de sangre. Kaiba lo lanzó al suelo sentándose sobre él para propinarle un gran golpe en la cara.  Katsuya cerró los ojos y al momento sintió los labios del ojiazul sobre los suyos.

 

-         ¿Ka…Kaiba?- susurró el rubiecito una vez que se separó levemente el castaño de él

-         Te lo diré una sola vez, cachorrito: me gustas, te amo y desde aquella vez que nos encontramos no he podido dejar de pensar en ti- dijo serio el gran Seto.

-         Lo mismo digo Seto- dijo el rubio antes de intentar besarlo.

-         Ah, no, yo te lo dije, ahora es tu turno- lo paró en seco.

-         ¿Es necesario?- jugó un poco el rubio.

-         Claro que lo es…dilo fuerte

-         Entonces, lo haré- Katsuya se levantó, tirando a Kaiba. Se acercó a la baranda de la azotea y gritó lo más fuerte que pudo- ¡¡¡¡¡AMO A SETO KAIBA!!!!! ¿Contento?

-         Claro…- Seto se acercó a la baranda- ¡¡AMO A KATSUYA JONOUCHI!!

-         Te amo mucho Seto.

-         Te amo Katsuya….¿Te irías a vivir conmigo y con Moki?

-         ¿Vivir contigo?

-         Sé que tu padre aún te golpea….quiero protegerte cachorro…

-         ¿Podré trabajar?

-         Yo te pagaré todo…no necesitas  nada …

-         ¿Al menos uno?

-         Puedes trabajar conmigo una vez que te gradúes de la universidad…

-         Con…contigo..será un placer- dijo antes de abrazarlo.

-         No te he olvidado…Jono…

-         Al fin…estaremos juntos…Seth-

 

 

Y así, ambos estuvieron juntos, como debería haber sido.

 

Colorín colorado este cuento ha acabado.

 

Owari!!!

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).