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UNA SEMANA ENTRE FOTOS Y UN CORAZÓN ROTO por CheerioFan

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Notas del fanfic:

Glee y sus personajes, pertenecen a sus respectivos creadores, yo sólo me divierto usando mi imaginación.

 

Pues bueno, es mi segundo fanfiction e, igual que la vez pasada, baso mi historia en los personajes de Brittany y Santana.

Notas del capitulo:

No hay mucho que decir. Es el primer capítulo de este fic. Funciona como introducción, espero les guste. Los reviews nunca están de más XD

 

A LA ORILLA DEL CAMINO

 

El Ford Focus color blanco dio vuelta a la derecha en la desviación con la legenda Lago Erie – 93 Millas. Brittany había conducido por cerca de 3 horas y aún le restaba hora y media más antes de llegar a las cabañas que estaban a orillas del lago, antes de llegar a su séptima reunión del Glee Club. Después de su graduación de la preparatoria, Rachel Berry prácticamente obligó a cada miembro original a prometer que cada año se reunirían en el mes de Septiembre, como si fuera un nuevo año escolar, o algo así y, como era de esperarse, todos pensaron que esa era la idea más absurda que se le pudo ocurrir a la castaña, pero el siguiente año, cada uno de los miembros cumplió con su promesa para iniciar, de esa manera, una agradable tradición. Sin embargo, Brittany se había perdido las últimas tres reuniones y sabía que, al llegar, le esperaba un largo y complicado discurso, cortesía de Rachel, acerca de la importancia de la semana ¿Recuerdas-cuando-estábamos-en-Glee? La rubia podía escuchar fuerte y claro en su mente las últimas palabras de ese discurso, ‘no puedes estar deprimida eternamente.’ Eventualmente, la depresión cesaría, pero dos años no son suficientes para olvidar ¿cierto?

Brittany suspiró pesadamente como resultado del recuerdo de su mente, la razón por la que ella estaba deprimida, por la que dejó de ser Brittany. Caroline Palin, su primer y única novia, con quien pasó 4 años y, tras 2 años de separación, no podía simplemente deshacerse de todo el amor que sentía por ella, no podía olvidar todos los momentos que compartieron y seguir adelante. ¡Fueron 4 años! CUATRO de compartir un departamento, un baño, una habitación, una cama… la cama donde compartieron las mismas sábanas, el mismo aire, el mismo amor. La cama donde Caroline secretamente SE dejaba compartir con esa otra chica quien sabe desde cuándo. La rubia sintió que el corazón se le encogía con ese doloroso recuerdo.

Quinn solía decirle que era la chica más ingenua e inocente que había conocido, porque siempre veía algo bueno en las personas, aún cuando ese algo ni siquiera existiera y cuánta razón tenía su amiga, porque en ese departamento Caroline Palin le imploró con desesperación su perdón, le rogó que no la dejara y le prometió que no sucedería de nuevo. En ese momento, Brittany estaba en blanco, no sabía qué pensar o qué decir, se limitó a ver a su novia y le creyó porque, tal vez era su culpa, tal vez no le había prestado la suficiente atención, tal vez la había descuidado sin querer. Ese fue el primer año que no asistió a la reunión anual con sus amigos de la preparatoria, no descuidaría a su novia de nuevo. Seis meses después sintió un déjà vu, la misma escena, las mismas palabras y de nuevo la perdonó. Pero, esa noche, acostada junto a ella, bajo esas sábanas que ahora le resultaban extrañas, Brittany no podía dormir, miraba fijamente al armario y tomó su decisión. De manera casi mecánica, empacó todas sus cosas y renunció a su prometedora carrera de bailarina, renunció a Caroline y renunció a su vida en California. Lo último que tomó Brittany fueron las llaves de su auto y se fue sin un rumbo fijo, pero no miraría a atrás.

Durante su adolescencia, Brittany era descrita de maneras distintas. Sus amigos se referían a ella como la persona más alegre y jovial de la Tierra, era una chica que irradiaba luz con tan solo pararse en una habitación. Las personas que no la conocían decían que necesitaba educación especial, porque nadie normal podía ser tan torpe. Caroline, su amada Caroline, fue la mujer que le robó la luz y la que le hizo sentir verdaderamente estúpida, una total idiota. El dolor la llevó hasta Illinois, donde se sumergió en la depresión y donde cambio la danza por un patético trabajo de mesera en un restaurante de paso, viviendo en un patético departamento, sola.

Sin darse cuenta, las lágrimas hacían su recorrido a lo largo de su pálido rostro. Sentía tanto odio y no era por el engaño, sentía odio por sí misma, por haber sido tan ingenua, por haber sido incapaz de defenderse, de pelear por su orgullo, por dejar que se burlaran de ella, por haberse transformado en una persona sombría y triste. Se sentía tan cansada, tan anciana. Quería volver a encontrarse con la Brittany que sus amigos recordaban, la que se confundía con facilidad, la que no sabía encender ni usar una computadora, la que creía que la raíz cuadrada de 4 era un arcoíris, la Brittany que brillaba como la luz del sol. Tal vez esa chica seguía ahí, tal vez no había sido devorada por el odio o la depresión, ese era el objetivo de este viaje, reencontrarse consigo misma pero tenía miedo de darse cuenta, de que quizás ya no existía y lo mejor sería tomar el camino de vuelta y ahorrarse otra decepción.

La rubia se decidió a volver y antes de virar el volante vio un Jeep de color negro que estaba orillado con las intermitentes encendidas y, junto a él, a una chica que desesperadamente pateaba el vehículo. Brittany se orilló detrás de ella dispuesta a ayudar.

“Hey ¿necesitas ayuda?”

“¿Tú qué crees?” Respondió con fastidio la chica mientras le daba otra patada a su auto. Brittany se quedó parada a unos metros de ella, sorprendida por la grosera respuesta, pero al parecer la desconocida se percató de su comportamiento mientras dejaba salir un cansado suspiro “Discúlpame, no quise ser grosera, es sólo que…” la chica cerró los ojos con hastío “no ha sido un buen día, me perdí de camino hacia acá, se reventó mi inútil neumático y para colmo, mi estúpido celular ¡se quedó sin batería!” La chica le gritaba al pequeño teléfono en su mano como si el artefacto hubiera planeado todo. La extraña dirigió su mirada café hacia una desconcertada Brittany. “Sí, necesito ayuda, por favor.”

La rubia no supo explicarse la razón por la cual decidió quedarse y ayudar. Se acercó lentamente, asustada de que esa chica prefiriera patearla a ella en vez del auto, pero sabía que ese camino solía ser solitario durante esta época del año, no podía dejarla, no sería lo correcto además dijo ‘por favor.’ Sus ojos azules inspeccionaron el neumático, diagnóstico: Neumático reventado, bueno, eso ya lo había dicho la dueña del Jeep. “No soy experta en esta clase de cosas pero creo que todos los autos traen herramientas, podemos cambiarlo entre las dos.”

La desconocida se mordía el labio inferior mientras miraba a la rubia con culpa. “Sí… bueno es que, traigo mucho equipaje y… preferí sacar la caja de herramientas.”

Brittany miró a la chica con curiosidad porque esa actitud tan diferente a la de unos minutos atrás le pareció encantadora y fue entonces que reparó en como su cabello negro poseía un brillo especial, se fijó en esas ondas que se formaban naturalmente, reparó en su piel morena, en sus ojos color café. “OK, entonces tendremos que llamar para pedir ayuda.” Brittany sacó su celular de inmediato con esa intención y para dejar de acosar con la mirada a esa chica, al finalizar la llamada volvió a mirar esos ojos oscuros que la miraban con agradecimiento “la ayuda llegará en 15 minutos, así que sólo hay que esperar.”

La morena sonrió con gratitud “Muchas gracias, de verdad, no sé que hubiera hecho sin ti.” La rubia sonrió tímida, no por el agradecimiento, sino por esa sonrisa, la había estremecido pero decidió ignorar la sensación. “No es necesario que te quedes,” dijo la morena al ver que Brittany no mostraba intenciones de partir “ya has hecho suficiente.”

“Son sólo 15 minutos, además ya me había cansado de conducir.” Ambas guardaron silencio por un instante “Por cierto, soy Brittany” la rubia esbozó una amplia sonrisa que le resultaba extraña pero no incómoda, hace años que no sonreía con sinceridad.

“Santana López,” la morena miró a Brittany de manera extraña, no de una manera extraña-incómoda, sino todo lo contrario “lamento haberte causado una mala primera impresión, la desesperación me invadió, ya tenía 30 minutos aquí y no sabía que hacer.”

“No hay cuidado. Estoy segura que la próxima vez no preferirás una maleta en lugar de la caja de herramientas.”

Santana dejó salir una carcajada sonora y divertida, Brittany sintió como esa carcajada perforaba su mente, clavándose en ella y una vez más, ignoró la sensación. “Yo no estaría tan segura de eso,” respondió la latina “son maletas muy bonitas, además las necesito.”

Brittany enarcó una ceja “¿Las necesitas?”

“Sí, bueno, ahí está mi equipo de trabajo, mi equipaje… debes creer que soy una loca.” Santana miró directamente a los ojos azules que la miraban curiosos, eran los ojos más bellos que hubiera visto, pero había algo… algo que los opacaba.

“Un poco,” bromeó la rubia “y ¿qué clase de trabajo necesita tantas maletas?”

“Soy fotógrafa.”

Brittany desvió la mirada hacia el camino, la mirada café de la chica la comenzaba a poner nerviosa “Bueno, eso explica todo, supongo.” Pero de inmediato sintió una clase de necesidad de volver a enfrentar esos ojos “debe ser algo emocionante eso de tomar fotos.”

“En realidad lo es. Capturar una imagen en el momento exacto, en el momento perfecto es algo que…” la morena pensó en las palabras correctas “no puede ser descrito con palabras porque no hay tiempo para describirlo, es así…” la chica finalizó con un chasquido de sus delgados dedos. “No sé si me entiendas.”

Brittany miró absorta a Santana, sabía a qué se refería, lo recordaba a la perfección. Cuando la gente le preguntaba qué sentía cuando bailaba, la rubia no podía explicarlo, porque la sensación era experimentada en el momento y cada segundo era un ritmo diferente y por lo tanto una sensación totalmente distinta. “Totalmente,” la rubia se sentía demasiado cómoda con esta chica que acababa de conocer, tal era la comodidad que le asustaba “y ¿quisiste ser fotógrafa desde siempre?” debía seguir la plática para evitar pensar en lo bien que se veía la chica en esos skinny jeans, y en ese cardigan negro que se ceñía a su esbelto torso.

“En realidad no, cuando estaba en la preparatoria era la clásica chica que sólo se preocupaba de la popularidad, de los chicos,” dejó salir una leve risa al recordar algo “era la clásica chica que usaba el uniforme de animadora los cinco días de la semana. Pero luego la adultez tocó mi puerta y cuando llegó la hora de decidir que quería hacer de mi vida, me decidí por la fotografía y resulté ser bastante buena.”

Brittany sonrió tímidamente, “yo también fui una animadora que usó el uniforme los cinco días de la semana,” y fue en ese momento que sintió unas ganas renovadas de querer ir a esa reunión y ver a sus amigos.

“Y ¿qué hay de ti Brittany?”

“Pues, nunca tuve grandes planes, quería dedicar mi vida a la danza porque me hacía sentir bien… feliz” la rubia dejó salir una risa conformista mientras el fantasma de Caroline pasaba por su mente “pasé unos años en California y parecía que todo marchaba bien pero cuando menos te lo esperas, de pronto hay un gran vacío, no sabes qué hacer, te vas y terminas de mesera en un restaurante de paso en me medio de la nada de Illinois.” Brittany sintió de nuevo como el corazón se le encogía y estaba herido por tanto dolor, sintió como las lágrimas inundaban sus ojos. Se volvió hacia Santana y le sonrió tristemente “y no sé por qué te dije esto. Debes pensar que soy patética.”

La latina la miró atentamente. Brittany reconocía las miradas compasivas porque todos sus maestros en su educación básica la miraban de esa manera, no le agradaban esas miradas, pero la mirada que le ofrecía Santana, no era de compasión, no podía explicarlo “A veces uno necesita desahogarse y creo que tú lo necesitas mucho.”

Ninguna de las dos se percató que una camioneta antigua y algo oxidada se había estacionado frente al Jeep de Santana hasta que un hombre robusto y moreno preguntó por la dueña del vehículo. Brittany observó como la chica que acababa de conocer se alejaba para hablar con el mecánico, miró su caminar elegante, algo tenía ella porque era la primera chica en la que se fijaba y sintió algo de tristeza porque estaba segura que no la volvería a ver.

“Muchas gracias de nuevo Britt,” ¿Britt? Nadie la llamaba así desde hace años y en los labios de Santana, el diminutivo sonaba bien, único “me dio mucho gusto conocerte.”

“Igual, que tengas un buen viaje. Suerte.”

Santana abrió la puerta de su auto mientras le ofrecía a la rubia una sonrisa “Suerte a ti también.” Dijo la chica.

Brittany observó como el Jeep se alejaba hasta perderse de vista y ella se quedó ahí unos minutos más. Tal vez, la antigua Brittany ahí seguía, la pudo sentir mientras estuvo con esa morena, sonrió para sí misma. Dos años ya eran más que suficientes, era momento de recuperar su vida, pero primero, tenía una reunión a la cual asistir.

 

 

Notas finales:

Espero les haya agradado este primer capítulo, las actualizaciones las haré lo mas rápido que pueda y porfis, no olviden decirme que piensan. Les mando un saludote!!!


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