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Quimera por Aphrodita

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Notas del fanfic:

Disclaimer: Sigo sin ser Tite Kubo, el robo de identidad no ha surtido efecto, ni la cirugía plástica. Todo de él.

Notas del capitulo:

Bueno, ganó Argentina y ahora le toca octavos el domingo con México ¿Qué pasará? Y a todo esto ¿qué tiene que ver la nota con la viñeta? xDDDD (Más OT: qué buenos que estaban los griegos, uno más lindo que el otro, ains, quiero uno… con uno nada más me conformo xD). Sí, me gusta el fútbol, mucho. Culpa de mi padre y mis hermanos varones, él fue DT y mis hermanos jugadores. Asistí en mi tierna infancia a la cancha para verlos jugar y así me gané un vocabulario tan extenso de letrina. A los cinco años podía decir más insultos que el adulto promedio. Y no, no me hace sentir orgullosa, pero puedo sacar de mi la camionera que llevo dentro si la situación lo precisa.

La distancia le había servido para nutrirse del coraje necesario para sortear todos los miedos, o al menos el terror de perderla y alejarla de ella con una confesión de tales magnitudes.

Se había prometido a si misma abrazarla y besarla hasta el borde de la asfixia cuando Inoue volviese a Karakura, sin embargo no lo hizo.

Como siempre: no le nació.

 Tener esos gestos no era algo propio de ella, Orihime no estaba acostumbrada y de seguro no lo esperaría de su parte; y obligarse a tenerlos no haría más que situarla en una situación incómoda con quien menos quería.

Se quedó, de nuevo, con las ganas.

Él encuentro no fue como se suelen ver en las películas, no hubo palabras o frases armadas, ni siquiera sonrisas o una mirada. Parecía ser como si Orihime, en vez de ir a la guerra, hubiese estado ausente por una fuerte gripe.

 

—Ey, Orihime-chan ¿quieres ir a casa?

 

Esas fueron las primeras palabras que le nacieron, eso sí era algo que Inoue podía esperar de su amiga. Aceptó asintiendo y la acompañó.

Estaba rara, de esa forma denominó Tatsuki al semblante circunspecto de la chica. Estaba cambiada, no supo si para bien o para mal, pero lo estaba. No se puede dejar de lado que las guerras, siempre, cambian a las personas.

 

—¿Sucede algo? —cuestionó Arisawa viendo como la chica se sentaba despreocupadamente en la cama.

—Tatsuki-chan —musitó con la vista fija en sus manos que con fuerza asían su pollera. —¿Alguna vez sentiste miedo?

—¿Eh? —la pregunta era rara—Claro Orihime, ¿Qué sucede? —inquirió otra vez.

—No me refiero a miedos comunes, como el que puedes tenerle a la oscuridad o al payaso de la propaganda de jabón —vio la mueca de su amiga ante el detalle de tan tétrico personaje televisivo que simulaba ser dulce, logrando (al menos en ella) el efecto contrario.

—¿Miedo a qué?

—¿Sabes? —parecía perdida en sus reflexiones—Durante mi viaje tuve mucho miedo —volvió a aferrar la pollera—, uno que nunca antes había experimentado —la imagen de Ichigo siendo atravesado por Ulquiorra colmó su mente—entonces, en ese momento —continuó relatando como quien le narra una historia a un niño—, me di cuenta de que todos esos miedos infantiles que tenía antes, no se comparaban en nada.

 

Arisawa arqueó las cejas, para luego caminar unos pasos y sentarse en la cama junto a ella. Claro que sabía que había miedos muchos más poderosos que otros. Ella sabía de eso, pues de miedo se alimentaba su amor hacia Orihime. Miedo al rechazo, a la distancia, al olvido e incluso al enojo.

 

—Sí, Orihime —susurró, mirándola con decisión.

 

Podía perder mucho confesándoselo, pero también ganar, y al fin de cuenta, si no lo intentaba, nunca lo sabría y se quedaría con esa espantosa sensación en el pecho. Esperar a encontrar el momento oportuno no era más que una excusa, una de tantas.

Pensó en abrir la boca y soltar eso que guardaba, pero las lágrimas de Inoue se lo impidieron. No pudo reaccionar enseguida. Consolarla entre sus brazos hubiese sido algo grandioso, pero la sorpresa de ese cambio de emociones la dejó petrificada.

 

—Yo… junté coraje para decirle a una persona lo que sentía.

 

Tatsuki bajó la vista al suelo. ¿No había sido correspondida? Por el amor de Cristo, ¿Quién ser en su sano juicio sería capaz de rechazarla? Vio como la chica se enjugaba los ojos tratando de sonreír para aligerar el peso.

 

—Supongo que debo darle tiempo —analizó posando la vista en el cielo raso—, ha pasado por tanto, que en su mente y en su corazón no hay lugar para mí.

 

Orihime reparó en ella mirándola con una curiosidad rayana lo infantil. Se había ido demasiado tiempo o Tatsuki había hecho algo para estar tan cambiada. Podía percibir un porte y una mirada distinta.

 

—Fui una tonta —rió Inoue.

—No, fuiste muy valiente —contradijo, y no era consuelo barato, lo creía con fe ciega—, algunos somos unos cobardes.

—¡¿Tú, Tatsuki-chan?! Eres la persona más valiente que conozco.

—No, no lo soy —cerró los ojos un breve instante. —Ey Orihime-chan, quizás ahora, después de todo lo que pasó, no hay espacio en tu mente y en tu corazón para otra persona pero… cuando eso pase yo seguiré aquí, a tu lado.

 

Orihime abrió grande los ojos, había entendido. Tatsuki a su manera siempre había sabido estar.

 

—Es bueno volver a verte, Orihime —le sonrió con franqueza dándose cuenta que al final lo que más le importaba era poder volver a verla y tenerla a su lado. El resto llegaría sólo quizás, con el tiempo.

Orihime le devolvió la sonrisa y se arrojó a sus brazos al grito de “también me alegra volver a verte”. El reencuentro que Tatsuki tanto había anhelado.

 

 

Fin

 

Notas finales:

Me costó, eh, encajar todo en 800 palabras. Estaré dándole una leída en los próximos días, pulir un drabble es más complicado que hacerlo con los fics. Prometo que la próxima vez que haga algo yuri será más extenso y pasará algo más interesante :P por el momento me nace esto nada más, el yuri siempre me ha costado.

 

Muchas gracias por leer ^^.

 

22 de junio de 2010

Merlo Sur, Buenos Aires, Argentina.


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