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Un bebé en el Santuario por yuuki-sama

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Notas del fanfic:

No sean malitos, dejen sus comments, la verdad eso es lo que me inspira a seguir así que si les gustó aunque sea un poquito espero que me lo hagan saber.

- Estoy aburrido... - comentó Milo, quien tenía los pies en la cama y la cabeza colgando boca abajo.

- Pues ponte a leer uno de tus fics asquerositos - dijo el santo de piscis a quien le parecía realmente molesto que escribieran cosas sobre él sin su consentimiento, mucho menos que lo pusieran como un afeminado dependiente de cualquier otro.

- No, creo que ya leí todos los fics de amor yaoi.

- ¿Y qué pretendes? ¿Que yo te resuelva todos tus problemas existenciales? No lo creo, Milo, no soy tu niñera.

En ese momento entró Mu con una súper enorme sonrisa a la casa de piscis y con una euforia casi incontrolable los saludó muy feliz.

- ¡Hola! ¿Qué hacen mis caballeros favoritos en este maravilloso día que nos han regalado? - luego miró a Milo colgando en la cama, se acercó a él y se arrodilló para quedar a su altura - ¿acaso te duele algo, Milo, el más fantástico y atractivo entre los caballeros? - le preguntó llevándose una mano al corazón.

- Mu, no me hables, ya no te creo nada de lo que me dices - le respondió un poco deprimido.

- ¿De qué hablas? Yo te amo, Milo, nunca te mentiría.

Afrodita se acercó a ellos y tomó a Mu por el cuello de la camisa y lo zarandeó. Se contuvo para no darle una bofetada.

- ¿Quieres decirme qué maldita cosa que está sobre la tierra tú no amas? - Le preguntó con un gesto de desesperación y furia, luego llevó sus manos hasta los hombros de pelilia y los apretó con una frustración interna.

- Vaya - dijo con cara de asombro y luego volvió a sonreír mientras llevaba sus manos hasta los brazos de Afrodita - ¿estás haciendo ejercicio? Sí que estás fuerte, ¡Eso es súper híper mega genial! Si sigues así, tú serás próximo patriarca.

- ¡Qué mal me caes! - le gritó Afrodita y se levantó del suelo corriendo hacia una esquina. Mu lo siguió y tomó sus manos y le dedicó una mirada comprensiva acompañada de una sonrisa tierna.

- Está bien, no te pueden gustar todas las cosas, y si yo no te caigo bien eso igual es súper híper mega genial, porque somos diferentes, ¡cada uno de nosotros en esta maravillosa tierra creada por Dios!

- ¡Mu, te odio! - Se abrazó del ariano para llorar al mismo tiempo que golpeaba su espalda con sus puños - eres un bicho insoportable y te desprecio tanto... - le susurraba entre lágrimas y se secaba los mocos con su camisa.

- Está bien, ¡eso está bien y lo que sientes es genial! - le pasaba la mano por la cabeza cariñosamente.

Después de unos segundos de que Milo se cansó de ver la ridícula escena, dejó su posición y sentó en la cama. Se abrochó la camisa y le preguntó a Mu a qué había venido.

- Ahh... pues - volteó la cabeza para mirarlo - mi súper amado y sabio maestro me dijo que a las dos de la tarde había una reunión con todos los caballeros - haciendo muy feliz una seña del número dos - y me pidió que por favorcito les avisara a todos, así que yo les pido que por favorcito vayan a sala del maestro a esa hora, por favorcito, ¿sí?

- Claro, ¿y sabes para qué es?

- No lo sé, ¡pero te aseguro que debe ser algo súper híper mega genial!

- ... Aja -_- - le respondió Milo muy harto de la actitud de Mu y asintiendo con la cabeza y la boca abierta.

- Pues nos vemos en la tardecita, mi súper fantástico caballero de escorpión, el más genial entre los 88 - se acercó a él y le apretó la mejilla - y te espero allá, Afrodita, el más hermoso de los caballeros que han pisado la tierra - luego fue hasta donde Afrodita nuevamente lo abrazó más fuerte y éste  le respondió con un puñetazo en el estómago - Ouch... sí... sí que... estás fuerte... - dijo con algo de esfuerzo - eso... es súper... híper... mega... ¡genial! - Lo soltó y apretó su estómago con fuerza mientras intentaba salir del lugar caminando.

Afrodita se secó las pocas lágrimas que le quedaban y tomó una silla para sentarse. Levantó la cabeza, colocó una de sus piernas encima de la otra, llevó su mano hasta su quijada y se quedó mirando al aire.

- ¿Qué se supone que haces? - inquirió Milo.

- Imito "Al pensador".

- ¿Para qué?

- ¡Para pensar, Milo!

- ... Ajá -_- - reaccionó igual que como lo había hecho con Mu unos minutos antes - ¿sabes? Mejor me voy, oí que hay una nueva epidemia que te deja medio tarado y aquí se respira un aire como a idiota insoportable, no sé si Mu lo trajo o yo no me había dado cuenta de que ya estaba pero es mejor prevenir que curar.

Dijo Milo y luego se levantó de la silla para retirarse del lugar. Afrodita lo miró con esos enormes ojos celestes que por un momento le hicieron desear quedarse, aparentemente había lastimado sus sentimientos con aquel comentario pero tratándose de una persona como el pececito no sabía cómo disculparse. Le respondió con una mirada arrepentida y simplemente se marchó del lugar antes de desplomarse ante los ojos del otro. ¡Ese Afrodita traía a Milo volando! Esa piel blanca tan suave le provocaban deseos de desnudarlo completamente y besar cada centímetro sin dejar ningún rincón sin tocar; esa hermosa melena celeste que caía delicadamente por su espalda y adornaban todo su cuerpo como si fuera la vestimenta perfecta que la naturaleza diseñó para él; esos labios un poco rosados que tanto le apetecían y le daban el toque perfecto de delicadeza a su ya hermoso rostro, tan solo imaginárselos en los suyos  le provocaban un sabor dulce en la boca y una sensación electrizante en todo el cuerpo; pero más que nada sus ojos, los ojos de Afrodita era lo que más le gustaba al griego, si se descuidaba se perdía en ellos con muy pocas posibilidades de regresar, por eso no lo miraba mucho, porque en el día menos pensado terminaría confesándole lo que sentía por él, y como el sueco era tan presumido de su persona Milo prefería ahorrarse la vergüenza de que lo rechazaran; estaba buenísimo, él lo tenía bien claro, es decir, todos lo tenían bien claro, pero era como si al sueco todos le resbalaran por la piel, hasta alguien como Milo. Pero no podía hacer mucho más que olvidarse del asunto.

Bajó de piscis hasta escorpión y se sentó a esperar a que fueran las dos de la tarde y con esa programación "tan buena" y "tanto que hacer" en Internet las horas pasaron volando tan rápido como unas palomas que emigran por tres meses con neveras atadas al cuello.

Para las dos de la tarde, todos los caballeros se encontraban en la habitación del patriarca y se oían los murmullos por aquí y por allá de todos preguntándose lo que estaba sucediendo, qué se le había ocurrido a Shion ahora, los rumores que nunca faltan y todos los caballeros impacientes por saber a qué se les había citado.

En una esquina se encontraban Death Mask y Saga murmurando sobre que Shion los había llamado para decirles que los obligaría a todos a operarse la nariz para que se parecieran a las de él, cuando de repente Mu salió sorpresivamente de detrás de un pilar y los saludó con su enorme sonrisa.

- ¡Hola! - Abrazó a ambos - ¿no les parece que hoy es un maravilloso día para estar aquí?

- Sí, sí - dijo Saga rápidamente y golpeó el hombro de Death Mask para que hiciera lo mismo.

- Ah, claro, por su puesto.

- Maravilloso, sí - de momento, en los labios de Saga se posó una sonrisa sospechosa y aprisionó a Mu entre él y un pilar - oye... ¿y tú por casualidad no sabes qué es lo que pasa? - inquirió el mayor de los gemelos alzando una ceja.

- No, Saga, por eso estoy aquí, para saber - le respondió con su característica sonrisa.

- ¿En serio, Mu? Recuerda que estás hablando conmigo, no me digas mentiras, mi corderito hermoso - tomó un mechón de los largos cabellos de Mu y lo enredó entre su dedo, luego tocó la punta de la nariz de éste y le sonrió maliciosamente - soy tu amigo, ¿lo olvidas?

- Saga, por favor, no me hagas esto, yo no sé nada - de momento, la personalidad de Mu cambió y volvió a ser el mismo chico tranquilo y sensato que todos conocían, y no el amador de todas las cosas que nadie soportaba.

- ¡Vamos, Mu, algo tienes que saber! ¡Es tu maestro!

- No, te juro que no sé nada, si no ya te lo hubiera dicho, sabes que no puedo negarme - intentó fingir una sonrisa pero su expresión mostraba un nerviosismo muy grande.

- Voy a confiar en ti - le alborotó los cabellos como si fuera un cachorro - después de todo, eres tan bueno y amable y nos amas tanto a todos nosotros que no serías capaz de engañarme, yo lo sé - dijo con una sonrisa un poco diabólica mientras volvía a poner a Mu bajo su control; éste volvió a ser el desesperante chico extremadamente positivo del que ya todos estaban hartos - nos vemos luego - retiró sus brazos para que el otro pudiera salir - ¿me quieres, no? - le sonrió sínicamente.

- Te amo, Saga - le sonrió alegremente - y a ti también, Death Mask, los amo a los dos porque son unos grandes caballeros y hacen un trabajo maravilloso - se retiró del lugar para seguir impartiendo amor al mundo.

- Bien, no sé si lo que haces cabe dentro de la categoría de "malo" - haciendo unas comillas con los dedos - pero creo que esto no es demasiado "bueno", si entiendes a lo que me refiero.

- No recuerdo que fueras el caballero al que más le importara eso, además, no es tan malo.

- Saga, no estoy seguro pero creo que tu lado malvado está volviendo a dominarte.

- Por supuesto que no, solo me vengo de Mu porque si no hubiera sido por él yo seguiría siendo el patriarca y no Shion, ¡pero no! Tenía que ser un niño bueno y proponer que volviera; pues si eso es lo que le gusta va a ser el niño mas bueno del mundo, será miel pura.

- Pero todos estamos empezando a detestarlo.

- Sí, Death, ahí es que va la parte de la "venganza" - haciendo comillas con los dedos para que el santo de cáncer pudiera entender.

- Está bien... - le dijo y se retiró del lugar si agregar nada más. Death ya se estaba cansando del jueguito de Saga. Hace unos meses, Death necesitaba bajar al pueblo por unas cosas y pasando por la casa de Géminis (desventaja de vivir en cualquiera de las doce casas, no hay completa privacidad) oyó unos murmullos extraños que provenían de ella. Al adentrarse un poco más en su interior, por pura curiosidad de saber a quienes pertenecían las voces y qué se encontraban haciendo, se asomó un poco a una de las habitaciones de la casa; ahí se encontró con la figura de Saga arrinconando a Mu y que el ariano no se veía muy feliz con aquello. Por un momento pensó que el griego quería abusar de su compañero pero sabía que Mu no era tan débil como para permitir tal cosa, pero no tardó demasiado en darse cuenta de que Saga estaba usando su Satán Imperial para manipular al peli lila, aunque en ese momento no sabía por qué razón. Death no duró demasiado observando la escena antes de que ambos caballeros se dieran cuenta de su presencia, pero como el caballero de cáncer no le dio mucha importancia al asunto, y Saga sabiendo cómo era la personalidad de éste, simplemente dejó que se fuera sin hacerle nada, más bien convirtiéndolo en una especie de aliado porque si Death Mask no decía nada y alguien por algún motivo llegara a enterarse de aquello él se hundiría junto con Saga por ser su cómplice. Pero al italiano ya se estaba hartando de aquello y la arrogancia de Saga, además, tenía una especie de conciencia que de vez en cuando ponía en uso y se estaba dando cuenta de que el griego estaba siendo dominado por su lado malvado nuevamente pero no sabía qué hacer con la situación que apenas le estaba importando. Algo sí era seguro, él único a quien podría recurrir para preguntarle qué hacer y que no lo hundiría era Mu, pero como él era precisamente el aludido por Saga dio por hecho que se le acabaron las opciones y simplemente hizo el esfuerzo de olvidar el asunto, después de todo, lo que tenía que hacer era apagar la poca conciencia que se le había prendido.

Luego de un tiempo de espera, Sale Shion detrás de la cortina roja con una expresión muy seria en el rostro; en ese momento, todos los caballeros guardan silencio y le prestan especial atención al peli verde. Este los mira a todos, de extremo a extremo y luego ubica su mirada al frente pero sin mirar a nadie en específico. Tarda unos minutos en articular unas palabras.

- Caballeros, debo comunicarles algo... - hizo una pausa antes de continuar - desde hace más de doscientos años, en este santuario se han impuesto y quitado muchas reglas, pero hay una que es inquebrantable y muchas generaciones antes que ustedes la han cumplido. ¿Saben que muchos de ustedes, Los Caballeros de Athena, se han criado aquí y este ha sido siempre su hogar? Eso sucedió porque desde la creación de este lugar, Athena siempre a dispuesto que si un niño es encontrado en el Santuario, ya pertenece a él - volvió a mirarlos a todos de extremo a extremo - y será criado para la Orden de Athena, así que les informo que esa es su nueva responsabilidad, ¡deberán hacerse cargo de un bebé que ha sido encontrado aquí! - Shion sonrió complacido al ver que sus caballeros no se alteraban ni se comportaban como chiquillos desesperados - pero como es insano que un niño pase por varias manos, necesito que dos de ustedes se hagan cargo de él, y uno de ustedes, Afrodita, será su maestro - Afrodita abrió los ojos como dos platos por la sorpresa y lo mal que le caía la noticia - ¿pasa algo malo, caballero de Piscis? - le preguntó al notar su desagrado.

- No... sí... eh... ¿por qué seré yo su maestro? - preguntó mientras se pasaba la mano por el cuello y los hombros.

- Porque no podemos decir exactamente cuándo es su cumpleaños pero es un recién nacido y lo hemos encontrado hoy, 25 de febrero, eso hace que su signo sea piscis, por es tu responsabilidad entrenarlo para que sea el próximo caballero de Piscis - Afrodita suspiró resignado, no podía hacer nada al respecto y pasar por encima de la autoridad de Shion no era una opción -  ahora bien, ¿quiénes serán los otros dos que se harán cargo de él? Deberán cuidarlo como si de verdad hubiera salido de ellos.

Todos los caballeros se miraron entre sí, esperando a ver quiénes serían los voluntarios, hasta que Mu salió al frente con la amplia sonrisa que desde hacer meses lo caracterizaba y emocionado levantó la mano.

- ¡Yo me haré cargo del bebé! Prometo cuidarlo como si de verdad fuera mío - se arrodilló en una pierna como símbolo de reverencia.

- Bien, ¿Quién será el otro caballero? Debe ser con quien Mu se pueda relacionar correctamente pues ambos serán como sus padres.

Los dorados ahora sí estaban desconcertados, si en un principio la idea de cuidar al bebé no se les hacía muy agradable, ahora que tuvieran que compartir la tarea con el chico súper híper mega genial ya era un No declarado. Nadie, excepto el que iba a hacerlo, sabía quién sería el idiota que se postularía para la tarea. Momentos después de la pregunta, Shaka también da un paso decidido al frente.

- Yo me encargaré del bebé con Mu - sonrió mirando lleno de ilusión al tibetano.

- Pues ya quedó establecido, Afrodita será el maestro del niño en cuanto este pueda ser entrenado,  y Mu y Shaka se harán cargo de él como si fueran sus padres. Caballeros, ya pueden retirarse.

Todos se encaminaron a sus respectivos templos, excepto Mu y Shaka quienes pasaron a recoger a su nuevo bebé al que debían criar como pareja, al menos así lo veía el rubio...

 

Notas finales:

Espero que les haya gustado J

 


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