-Decimo, esta seguro?-
-si- me disculpe –quisiera decirte que no es cierto pero ni si quiera yo tengo noticias de el-
-ya veo…- dijo débilmente Gokudera luego de cerrar la puerta de mi oficina.
Gokudera y Yamamoto nunca dijeron nada, pero, mas que importarme que lo dijeran o no, podía notarlo, aquellas miradas, los pequeños roses de sus manos, el aura a su alrededor.
-Ya eh contactado con muchas personas y nadie sabe nada- discutía por teléfono con Dino –no quiero pensar lo peor- dije preocupado –no esperare mas- hice una pausa –iré a buscarlo-
-seguiré buscando, tan pronto sepa algo te diré-
-gracias Dino- dije melancólicamente.
-No te preocupes Tsuna- me consoló como siempre
–Nos vemos- mire la ventana mientras colgaba el teléfono.
Una persona “normal” pensaría que una relación de dos chicos es algo raro.
-Gokudera…- dije débilmente su nombre queriendo no tener que despertarlo.
-uhm…- tallo sus ojos ya de por si rojos –Decimo- se levanto exaltado
-Yo…- titubee –supe algo, no es nada seguro pero es lo mejor que tengo-
-iré contigo- se levanto rápido del sillón.
-no- sus piernas estaban débiles –escucha Gokudera se que estas preocupado- lo abrasé –esta bien- lo acaricie–Yamamoto y Tu siempre han estado conmigo- sollocé –yo… lo traeré a casa- el me abrazo tan fuerte que se me hizo difícil respirar. Hacia mas de un mes que no sabíamos nada de el, un día llego una invitación de una familia nueva, su base se encontraba en lo mas alto de unas montañas, aquella tarde había tenido una junta con jefes de otras familias, así que los chicos decidieron mandar a Yamamoto, lo ultimo que supimos de el fue por medio de una carta que Hibird había traído a Hibari.
En una de las misiones cuando era un adolecente, de regreso a casa recuerdo haber visto a Gokudera y a Yamamoto besarse, ellos habían partido a su casa luego de separarnos, como siempre, al inútil de mi se le había olvidado decirles algo, no pude evitar mirarlos, me escondí detrás de un árbol, no solo yo los había visto algunas chicas también, ellas pasaron a su lado con aires de grandeza gritando cosas como “que asqueroso”, “homos”, “púdranse”, en aquella ocasión no tuve valor para mirar sus caras, me di la vuelta y corrí lo mas fuerte que pude.
-Esta seguro que es por aquí señor?- pregunte al guía. Mientras subíamos una colina.
-si- asintió –los últimos días a estado nevando mucho- me dijo –creo que mucha gente quedo sepultada bajo la nieve- hizo una pausa y miro el suelo con melancolía –mucha gente murió- esas palabras atravesaban mi corazón, se sentía como un cuchillo cortándolo.
-falta mucho- dije algo exhausto después de pasar medio día subiendo.
-no- el señor se giro para verme –falta poco- sonrió, y señalo con su dedo una mansión en medio de la niebla –es ahí- apenas distinguía luz, el frio estaba entumiendo mi cuerpo.
-Joven!!!- sentí mi cuerpo débil –ya casi llegamos- alguien me llevaba sobre su espalda.
-Tsuna!!!- una voz familiar, me llamaba.
Cuando estuve mas tranquilo pensé que aquella escena no me había parecido asquerosa en lo absoluto, al contrario, era algo hermoso, un amor incondicional, no solo de una parte, si no de ambas.
-Tsuna- esa persona me recibía con una enorme sonrisa
-Yamamoto!!!- grite –gracias a dios- lo abrasé –estas bien- exclame y sonreí.
-claro que estoy bien- sacudió mi cabello –acaso no recibieron mi carta-
-fue hace un mes- proteste –tienes idea de lo preocupados que estábamos-
-ahhh- rasco su cabeza –lo siento, me emocione entrenando a este chico- un joven de 15 años se acerco a mi, sus ojos a pesar de tener un color obscuro me miraron cálidamente.
-Jefe Vongola- se inclino –lo siento- se disculpo –el hermano Takeshi es un buen maestro- sonrió, acaricie su cabeza.
-así que estabas entrenando a este chico- suspiré –haberlo dicho antes- me sentí aliviado por sus palabras, quise llamar a Gokudera pero en ningún lugar había señal, me tumbe en la cama y me quede dormido.
Yo sabía que a pesar de que ese amor era grande, habría gente en el mundo que jamás lo aceptaría o lo entendería.
-Hermano Takeshi, regresa pronto- se despidió el chico desde el balcón de la mansión.
-si- alguien me llevaba sobre su espalda nuevamente.
-uhm…- talle mis ojos –donde estamos?- patalee.
-vamos a casa- dijo sonriendo –Gokudera debe estar preocupado eh?- dijo mientras miraba el cielo y me llevaba en sus brazos.
-si- escondí mi cabeza en su espalda y lo abrasé –Gokudera esta esperando- murmure.
Imagine que aquellas palabras los habían lastimado, mi corazón estaba herido, por ver sufrir a mis amigos, a dos bellas personas.
El frio hizo que me desmayara de nuevo, Yamamoto me llevo en su espalda hasta llegar a la pequeña cabaña que había rentado, cuando me desperté el ya había preparado la cena, me conto que el jefe de esa familia era muy amable “me recordó a ti” dijo sonriendo, mientras cenaba me conto que el joven que me había presentado antes lo había retado a un duelo “fue divertido verlo intentar derrotarme” y nuevamente sonrió, al final como era de esperarse, el gano el duelo, el chico quedo tan impresionado que le pidió ser su maestro, Yamamoto acepto encantado, de todas formas no podía dejar la base hasta que la nieve bajara, estaba tan excitado enseñándole técnicas al chico que olvido escribir, típico de el pensé y esa mismo día le mande un mensaje a Gokudera.
Nunca he preguntado nada, ni a cambiado mi actitud con ellos, me he mantenido callado y los he apoyado en silencio.
-Yamamoto!!!- Gokudera grito de alegría al verlo bajar del coche corrió hacia el y aferro sus brazos con firmeza a su cuerpo –Takeshi….- susurro débilmente su nombre para que nadie pudiera escucharlo.
-Hayato- murmuro su nombre, Gokudera oculto sus lagrimas, Yamamoto acaricio su cabeza y también lo abrazo -Me alegra ver que me extrañaras- bromeo Yamamoto con su habitual sonrisa.
-estúpido- limpio sus lagrimas Gokudera correspondiendo la sonrisa –Tsuna me conto…- no escuche el resto de la conversación, mi mente se quedo en blanco, mis ojos se quedaron inmersos en el aura que los rodeaba, sus profundas miradas, sus tiernas caricias, sus tímidas sonrisas.
No estaba celoso de su amor, ni envidioso tampoco.
Su amor es puro y sincero
-Tsuna!!!- Yamamoto y Gokudera extendieron sus manos llamándome –vamos- ambos dijeron sonriendo –vamos a casa-
Es extraño…
Aquel amor que es solo de dos personas, puede llegar incluso a un desconocido como yo.
-vamos- enlacé mis dedos con los suyos y sonreí tontamente, contagiado probablemente, por su aura de amor.