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Enamorándote por AkiraHilar

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Notas del fanfic:

Razon: Pues para ganar ovejitas xDDDD y apoyar el evento: ..·..LIBRE ALBEDRÍO..·.. Dedicatoria: Especialmente para Karin que ama y re ama a esta pareja ^^
Comentarios adicionales: Tengo esta idea ya maquetada en la cabeza, me esfrozaré para terminarla lo más pronto posible.

Notas del capitulo:

Especialmente para Karin que ama y re ama a esta pareja ^^

Apenas había llegado a Grecia luego de intercambio cultural. No sabía mucho de su idioma, ni mucho menos de sus costumbres. En el Tíbet todo era distinto, tan diferente a lo que venía viendo en ese lugar desde que bajó del avión y empezó a caminar por las calles de Athenas. Lo llevaron al departamento rentado donde compartiría también con un extranjero, aunque él personalmente no se sentía en condiciones para establecer relación social con cualquiera. Todo era nuevo y Mu, acostumbrado a estar rodeado de las piezas de orfebrería de sus abuelos y los gritos de su pequeño sobrino Mu, no estaba del todo cómodo en el lugar.

Shion había insistido con que era algo que no debería desaprovechar. Insistía con sus abuelos para hacerle doblegar su decisión, más llevada por la inexperiencia y el temor. Finalmente lo lograron, un Mu Sarin estaba dentro de Athenas, frente a un modesto edificio escuchando en ingles las palabras de su interlocutora, una jovencita de cabello claro como el de él, y ojos verdes cálidos. Saori Kido, una de las principales socias de la organización de intercambio, lo invito personalmente a entrar, con una sonrisa amable y promesas de que todo iría bien.

Mu esperaba que así fuera. Y así fue…

Cuando la puerta de madera blanca abrió, los ojos verdes se encontraron con aquellas celestes. La vestimenta lo delataba, podía reconocerlo proveniente de la India, peor de una parte distinta al Tíbet. Al contrario de él, era un solo punto, el tilak, el que adornaba su frente. Rubio, de ojos azules; su rostro no pudo borrarlo de su memoria.

—Shaka Zardillat, él es Mu Sarin, proveniente del Tibet, India. Lo he traído aquí ya que debido a sus orígenes. De seguro para él será más sencillo adecuarse teniéndote a ti de guía—la mujer volvió sus ojos hacía el invitado, el joven de cabellos lavandas que no dejaba de ver a quien sería su compañero de cuarto—. Mu, él es Shaka Zardillat, proveniente de la India, ya tiene tres meses en Campus. De seguro se llevaran bien.

—Un placer, Mu Sarin—se inclinó el rubio con una reverencia juntando sus palmas al pecho.

El manto celeste que colgaba de su cuello con algunos bordados azules marinos y dorados en el borde era lo único además de su tilak que enmarcaba su descendencia. El acento también ayudaba a mostrar que era extranjero, aunque era un sutil inglés el que más resonaba de su garganta. Mu se inclino también con su reverencia, vestido con los trajes típicos de su civilización aunque había notado, hacía mucho calor. Le provocó de repente estar con esa camiseta clara y el pantalón de algodón que traía su nuevo compañero puesto.

—Bien, los dejaré por unos minutos mientras realizo unas llamadas, ya vendré para ponerte al tanto del proyecto, Mu. Shaka, por favor atiéndelo.

Mu entró luego que el rubio le insistiera con un ademán usando su mano derecha. Los pasos que daba su nuevo acompañante eran extraños, muy pausados, muy estilizados, extremadamente calculados. Su forma de ser aparentaba ser mucho más delicada que la propia, acostumbrado él a los trabajos de orfebrería y herrería, en comparación a su igual, era mucho más robusto aunque tuvieran la misma altura. Quizás tendrían parecidos en sus rasgos finos, pero Shaka tenía la impresión de jamás haber tomado un martillo con las manos en su vida.

La inspección que estaba realizando hacía el hindú fue detenida por esos ojos azules que lo miraron fijamente. Sintió por un instante una paralización total a su organismo, empezando por su respiración, hasta acabar con el entumecimiento de sus miembros inferiores. Aquellas azules irises parecían ser capaces de doblegar a cualquiera y hacerlo dudar hasta de su propio nombre. Eran profundas, eran místicas, inalcanzables, eran…

—¿Qué tanto me miras?—las palabras de Shaka fueron más que suficiente para liberarlo del trance, sonrojándolo, y desviando su mirada un tanto apenada.

Dos jóvenes de dieciseis años, solos en Grecia.

—Sólo pensaba en que… te ves delgado, ¿no comes bien?—y la pregunta fue realizada con una corta sonrisa por parte del nuevo.

Los ojos azules se abrieron algo curioso e impresionado con la acotación. Sabía cuál era su contextura, pero jamás esperó que eso fuera lo primero que su compañero nuevo notase, y bueno, la cocina lamentándolo mucho no era lo suyo tampoco. Prefería comer ensaladas que era lo más fácil de realizar y comer alguna que otra cosa en la universidad aprovechando las horas libres. Un tanto avergonzado con la acotación se dio una media vuelta dándole la espalda, de forma tan elegante que a Mu le pareció incluso un paso de baile.

—Aquí no hay nadie que cocine, tenemos que encargarnos nosotros de las labores diarias en casa. Si no te molesta…

—Para nada, adoro cocinar—inmediatamente acotó el tibetano con un tono más alegre. El hindú lo miró de reojo, cada vez más curioso—. ¿Tienes para cocinar? Tengo hambre y me ha provocado unas Samosas[1>. Debes tener tiempo sin probarlas ¿verdad?—el menor buscó con la vista la puerta de la cocina y prácticamente terminó de instalarse en su nuevo hogar—. Solía cocinar para mi familia en el Tíbet. Tengo un primo mayor, rubio, está casado y tiene un hermoso hijo, aunque Kiki insiste en llamarme tío y ya hasta me acostumbré…

Shaka lo escuchaba, viendo como se movía por la cocina y abría una a otra las puertecillas de la lacena, ubicando la harina el aceite y luego en la nevera la verdura, algo que nunca escasearía para Shaka, que prefería la dieta vegetariana. En silencio lo escuchaba y se preguntaba de donde de repente el muchacho había sacado ánimos para hablar. No era que le molestara, pero Shaka tenía mucho tiempo acostumbrado a sólo el sonido de su respiración que oír una voz distinta a la suya le había creado una extraña sensación en el pecho.

Además, las samosas eran sus favoritas.

Para cuando Saori llegó, ya las samosas estaban friéndose y Shaka degustaba de la primera, por pedido del recién llegado. La masa crujió entre sus dientes y el delicioso guiso de especias y verduras salteadas penetró por su boca y despertó cada célula de su piel, en una experiencia que para Shaka le pareció pre orgásmica. Los recuerdos de su casa, junto aquel olor delicioso de las nuevas samosas en cocción le había encantado, y gustoso miró a su nuevo compañero, pensando que quizás no era tan mala compañía y Buda había traído a alguien que se hiciera a cargo de satisfacer su estomago. Le sonrío, abrillantando así sus zafiros y provocando en Mu, sin saberlo, una ligera impresión.

Esos ojos azules eran como ver el cielo cubierto de plata.

—Muchas gracias—fueron las únicas palabras del rubio…

Y a partir de ese instante terminaría compartiendo más que unas samosas recién cocidas.

Y a partir de ese instante terminaría compartiendo más que unas samosas recién cocidas.

Notas finales:

Este ya lo tengo casi terminado ^^

Las samosas vegetarianas son unas empanadillas muy típicas de la cocina hindú y es muy habitual que la gente las compre en los puestos de los mercadillos. La pasta de las samosas vegetarianas es muy crujiente y se rellena de diferentes verduras muy condimentadas y a veces (la carne es cara) pollo o cordero.


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