Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

¿Por Què A Mi? por Nessa Yaoi Uno

[Reviews - 51]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

      ¿Por qué A Mi?


 


Capitulo I – Una Mala Decisión.


 


      La lluvia caía incesante desde hacia tres días sobre la ciudad de Konoha, tres días de solo ver las paredes del aula de la escuela y correr de vuelta a casa para no empaparse de pies a cabeza, ya que los paraguas apenas si tapaban la cantidad de agua que llovía. Los cristales de las ventanas se opacaban con el vaho que producían respiraciones y cuerpos de los alumnos, imposibilitando ver hacia el exterior.


- Otro día como este y creo que me suicidare – comentaba un chico rubio de encantadores ojos azules apoyando su frente sobre su pupitre, totalmente frustrado por el clima.


- Vaya que eres exagerado – decía su compañero del asiento de al lado, un chico de cabello rojo fuego.


- Detesto los días lluviosos, me ponen de mal humor – contesto el rubio.


- Pero esa no es excusa para amargarle la vida a los demás a tu alrededor, ¿No crees? – intervino otro de sus compañeros del puesto delantero al escritorio del ojiazul, de cabellos y ojos negros, y rostro que le hacia parecer descuidado y poco tolerante.


- ¡Ahhh! Con esta lluvia no se puede hacer nada, maldición – protestaba el rubio revolviendo su cabello frenéticamente.


- ¿Nada como que? – pregunto el chico de ojos negros llamado Shikamaru.


- Puede que a ti no te importe porque no te gusta hacer nada, pero para mi, es como estar encarcelado sin posibilidades de fianza, torpe – dijo el rubio exponiendo sus razones.


- Eso es porque eres un animal salvaje, hay muchas cosas que puedes hacer sin salir de tu casa, como por ejemplo, leer un buen libro, meditar sobre tu vida, hacer las tareas… cosa que casi nunca haces…


- Pierdes el tiempo, Shikamaru, Naruto es como las flores, necesita del sol para seguir viviendo, ¿Cierto? – dijo el pelirrojo mirando hacia el ojiazul.


- Gracias por la comparación, Gaara – contesto el rubio con ironía - ¡Ya era hora! Creí que no sonaría nunca – refiriéndose a la campana que anunciaba el término de las clases - ¿A donde irán ahora?


- ¿Qué no es obvio? A casa, por supuesto – se adelanto a decir el moreno.


- ¿Ah, si? Pensé que íbamos a… - dijo el pelirrojo dejando colgar la frase al ver la mirada de advertencia de Shikamaru.


- ¿Decías…? – pregunto el ojiazul mientras guardaba sus libros en su mochila.


- Que yo también me voy a casa – termino por decir el pelirrojo dirigiéndose a la puerta del aula donde Shikamaru lo esperaba.


- ¿Qué harás tú, Naruto? – fue la pregunta del moreno.


- No lo se, lo que si se, es que no pienso volver aun – reuniéndose con los otros dos para salir de la escuela.


      Afuera la lluvia seguía cayendo sin misericordia, hasta hacia tener que pensar muy bien el salir al exterior, incluso llevando paraguas, no solo la lluvia había complicado la vida de los habitantes de Konoha, el frio que venia con ella era cortante y poco amigable, pero ni aun así, el ojiazul prefería terminar empapado que volver al calor de su casa, no le gustaba estar encerrado entre cuatro paredes y menos si era obligado, le gustaba hacer las cosas por elección más no por obligación.


- ¡Nos vemos mañana, chicos! Espero que sea mejor que el día de hoy – dicho esto salió corriendo - ¿A dónde? Quien lo sabe.


- ¡No hagas tonterías y ten cuidado con no resfriarte, baka! – le grito Shikamaru antes de perderlo de vista.


- Shikamaru… disculpa por lo de hace un rato, no pretendía… - dijo Gaara apartando su mirada.


- No pasa nada, es solo que no quiero decírselo aun, quiero que entiendas que no me siento avergonzado ni nada, pero necesito algo de tiempo para organizar algunas cosas – caminando junto al pelirrojo hacia la reja principal del colegio - ¿Crees que es fácil para mi frenar el deseo que tengo por ti? Créeme que tengo que hacer un grandísimo esfuerzo para no sacarte la ropa y comerte a besos – pasando su brazo por los hombros del pelirrojo.


- Y yo trato de no derretirme al escucharte, tonto – dijo el ojiverde por toda respuesta.


      Mientras tanto, el ojiazul subía por una colina llena de grandes arboles, bajo los que se ocultaba de vez en cuando, para taparse un poco de la lluvia reinante, acto poco infructuoso, puesto que estaban tan empapados que llovía más debajo de ellos que afuera en la intemperie.  El rubio recordó que en lo alto de la colina había un templo antiguo que ya nadie visitaba, serviría como refugio temporal hasta que le dieran ganas de volver a casa y a su encierro.


      Había oído de su padre misteriosas historias sobre dicho templo, historias nada buenas para irse a dormir, claro esta. Le había contado sobre un demonio que los ancestros de la ciudad habían encerrado sellándolo en una gigantesca tablilla de madera, y que esta permanecía en la habitación principal del templo que ya nadie cuidaba, no era de extrañar que por culpa de esos rumores las personas evitaran a conciencia ese lugar en particular.


      Pero todo eso es puro cuento, pensaba el rubio mientras pasaba por el arco principal y transitaba el camino de piedra hacia las puertas del templo, pasaron unos minutos antes de decidirse abrir dichas puertas, tal vez, pensara un poco todo lo que su padre le había contado sobre el lugar, después de todo. Puso una mano en cada asidera y abrió lentamente, se sorprendió de que no estuvieran cerradas con llave ya que nadie vivía allí, lo que le daba cierto aire fantasmal a la edificación.


- ¿hay alguien aquí? – pregunto aun sabiendo que nadie respondería, lo sorprendente hubiera sido que alguien lo hubiera hecho.


      Ya abiertas las puertas de par en par, el ojiazul avanzo en la penumbra hasta casi el centro del salón, no podía distinguir casi nada a su alrededor, camino a siegas hasta que tropezó con algo metálico que hizo que diera un brinco cuando el objeto cayo al suelo, se agacho y lo palpo hasta darse cuenta que era una especie de porta velas en forma de pedestal


- Maldición, no tengo fósforos – recogiendo el objeto y devolviéndolo a su estado original


      Luego decidió caminar de frente hacia donde suponía debía estar el altar, tal vez allí, podría encontrar fósforos, un encendedor, o algo que sirviera para poder encender la vela. Al tropezar con una especie de escalón su cuerpo se balanceo hasta que consiguió algo de lo que poder agarrarse.


- ¡diablos! Eso dolió… ¿Sangre? – Al sentir la humedad en uno de sus dedos - ¡Auchhh! Algo se me clavo en… ¿Es una astilla? Lo que me faltaba – sacando el pequeño palito que estaba enterrado en su dedo.


      Después de sacar al intruso de su carne, apoyo sus manos en lo que parecía una pared de madera, la que había impedido que se fuera de narices contra el suelo, o algo peor, nada parecía ser seguro en aquella oscuridad, aunque eso no le impidió pasar sus manos por la superficie arrugada de la madera, dejando la sangre de su herida en el proceso.


- ¿Qué es esto? ¿Otra puerta? – tratando de conseguir alguna manivela con la cual abrirla.


      De pronto, la vela en el porta velas con el que tropezara antes se encendió en medio de un gran chispazo, a esa le siguieron otra y otra, y otra más hasta iluminar completamente el recinto, el rubio daba pasos hacia atrás mientras miraba con asombro el fenómeno sobrenatural, y eso que apenas comenzaba.


- ¿Pero que…? ¿Q-Que esta pasando?


      La gran iluminación le daba la perspectiva de todo el lugar, al mirar al frente, se dio cuenta de que lo que había creído una puerta, no lo era para nada, la supuesta puerta no era otra cosa que la gran tablilla donde supuestamente habían sellado al demonio ancestral, según le contara su padre, ¿Era hora de creer en cuentos de brujas? Se preguntaba. No termino de pensarlo cuando la tablilla en cuestión comenzó ha brillar con un aura roja tan intensa como el fuego mismo, parecía arder con gran intensidad puesto que la madera crepitaba como palo en una hoguera.


      El ojiazul no podía moverse, aunque era lo que más quería, pues estaba paralizado por el pánico que le producía tal visión, quería correr para escapar de allí y olvidar que alguna vez estuvo en ese lugar. Junto todas las fuerzas y voluntad de su cuerpo para moverse, cuando al fin sus piernas dejaron de temblar, corrió hacia la salida a toda velocidad, unos pasos antes de lograr su meta, las grandes puertas se cerraron con un sonoro golpe.


      Estaba atrapado entre la salida y lo que se llevaba a cabo a su espalda, lentamente se giro cuando el ruido de la madera quemándose disminuyo, la tablilla se había vuelto cenizas, y en su lugar, una figura rodeada por el aura roja, que antes quemara la madera como si fuera mantequilla, apareció imponente e intimidante ante el aterrado chico rubio.


- ¿Q-Quien… eres tú? – al verlo luego de disiparse el aura roja que lo cubría - Aunque creo… que me hago una idea – intentando aparentar serenidad, de lo cual no tenia una pizca.


- Veo que sabes sobre mi… tu sangre es deliciosa y especial – bajando el escalón  y caminando lentamente hacia el ojiazul.


- ¿Mi… mi sangre, dijiste? ¿Qué eres, un demonio o un vampiro? – retrocediendo hasta pegar su espalda a las puerta.


      El rubio veía como aquel sujeto salido de la nada, avanzaba hacia él como un hambriento hacia un gran banquete, ya se imaginaba con grandes colmillos clavados en su cuello y siendo chupado hasta quedarse como un bolígrafo sin tinta. No hacia calor, pero el ojiazul sudaba como si estuviera en una sauna, el miedo y lo impredecible suele causar ese efecto en las personas, su cuerpo estaba tan acalorado que casi había secado su ropa húmeda por la lluvia.


      Pero ahora habían otros problemas por resolver, como por ejemplo, como hacerle frente a semejante personaje, buscar la manera de salir de allí con vida, era la parte más difícil de todas, si a ver vamos. Todas esa incógnitas daban vueltas en la mente del ojiazul mientras observaba los pocos pasos que le quedaban al desconocido para llegar hasta él.


      Se le hizo un nudo en la garganta cuando al fin estaban cara a cara, bueno, casi, porque el rubio era un poco más bajo que su acosador, los ojos rojos del recién llegado se clavaron en los azules de su, podríamos decir, presa. Los ojos del rubio ni siquiera parpadeaban, para no perderse de nada de lo que podría suceder, tal vez. Quería estar listo y alerta, aunque eso de nada le sirviera.


- No me has dicho tu nombre aun – llenando con su cálido aliento el rostro del ojiazul.


- ¿De donde vienes no te enseñaron modales? Tú eres el que apareció de repente, se supone que tienes que presentarte primero – no sabia de donde sacaba el coraje para hablarle así a alguien que se suponía era un demonio y sin saber de lo que seria capaz.


- Vaya, un chico con carácter – pasando su dedo por una de las mejillas del ojiazul – Pero cuidado, no tolerare a un esclavo que cuestiona todo lo que digo – sonriendo maliciosamente y sin apartar su vista de los ojos del otro.


- ¿Esclavo? Espero que no te estés refiriendo a mí – cambiando su cara asustado por otra de total enfado, fue como una aguja cargando contra un globo.


- Por supuesto que hablo de ti, tú rompiste el sello, por lo tanto… ahora me perteneces – dijo el sujeto de cabello negro largo sujeto en una cola baja.


- ¡Yo no hice nada! Aparte de cometer la terrible estupidez de haberme refugiado precisamente aquí.


- Oh, si que lo hiciste – apoyando su mano en la puerta a la altura de la cabeza del rubio y sujetándole la mandíbula con la otra – Impregnaste la tablilla con tu sangre, rompiendo el sello y permitiéndome salir de mi encierro, eso te hace acreedor de mi voluntad, y a mi de tu obediencia al mismo tiempo, ¿Quedo claro? – soltando al rubio y caminando con sus manos agarradas a la espalda hasta el centro del salón.


- “¿Pero que le pasa a este sujeto? Debería aprovechar su distracción y salir de aquí, pero algo me dice que ya contemplo esa posibilidad si se aparto de mi como si supiera lo que iba hacer, porque se ve demasiado confiado en que no lo lograría aunque lo intentara”


- No podrás salir de aquí hasta que yo lo decida… tu nombre – girándose para ver al rubio.


- “lo sabia, sabia que no podría salir tan fácilmente”  No, si no me dices el tuyo primero – no iba a darle el gusto de que le ordenara así como así.


- Esta vez, y solo por esta vez, seré condescendiente contigo – abriendo sus brazos en una pose teatral - Todos me conocen como Itachi, el demonio del fuego… y otras cosas – haciendo una pequeña inclinación de cabeza.


- ¿Quiénes son todos? Yo Solo he escuchado hablar de un demonio sin nombre, y ya que he visto lo del fuego, son las “otras cosa” las que me preocupan – dijo más calmado, al menos en apariencia, y se dejo deslizar para sentarse cómodamente en el suelo, ya que parecía que la conversación iba ser larga.


- ¿Tú no me temes, verdad?


- ¿Debería? ¿Qué podrías hacer, matarme? Seria poco productivo deshacerse de una persona que se supone es tu esclava, ¿O me equivoco? “Espero que no, aun quiero ver el día de mañana”  Ahora, ¿Me dirás como debo llamarte? ¿Itachi o amo? Otra cosa, ¿Quién te diseña la ropa, un sepulturero? – pregunto con ironía mientras inclinaba la cabeza a un lado para darle más énfasis a sus palabras.


- ¿No te agrada? – Dando una vuelta para mostrarse al completo.


- Si, si trabajaras en una funeraria – otro balde de sarcasmo – Aunque podría decir que las nubes rojas le dan un toque de cantante a lo banda de rock – ya que son muy estrafalarios, la gran mayoría, creo.


- Como no se a que te refieres, te daré el beneficio de la duda, y ya que me despertaste, voy ha darte el privilegio de llamarme por mi nombre – aun de pie en el centro del salón.


- Que generoso, espero no tener que hacerte reverencia, no se me da bien ese tipo de cosas cursis, ¿Sabes? Aquí donde me ves, no le rindo pleitesía a nadie, y no voy a pedir disculpas por eso – poniendo una cara muy seria.


- Ya veo – entre más lo retaba, más aumentaba su gusto por aquel indomable rubio – Te diré las reglas que debes seguir para mantenerme contento y…


- ¿Me harás una lista? Espera un momento – andando a gatas hasta su mochila que estaba un poco más allá de donde se encontraba sentado – Estoy listo – después de sacar cuaderno y lápiz.


- ¿Qué clase de artilugios son esos? – observando los objetos en las manos del rubio.


- Papel y lápiz – levantándolo al nombrarlos.


- lo del papel lo entiendo, aunque es muy diferente a lo que conozco, pero… ¿Se puede escribir con ese palito? – señalando el lápiz en la mano del ojiazul.


- Estamos en el siglo 21 – colocando el cuaderno sobre sus rodillas para poder escribir mejor – Apuesto que en tu época lo hacia con una pluma de ave, si que eres viejo – murmuro para si mismo.


- Escuche eso, no te pases de listo conmigo o podrías lamentarlo, mocoso – tratando de asustarlo lo suficiente para que ya no le replicara.


- “Nota mental, los murmullos están prohibidos, ya que me tope con un sujeto con los oídos del hombre bionico”


- En mi época, como tú dices, usábamos un pincel fino, algo mucho más elegante que esa cosa en tu mano.


- ¿Vas a seguir hablando? ¿O me dirás de una vez las dichosas reglas? Quiero terminar lo más rápido posible para ir a casa – cruzando los brazos sobre el cuaderno.


- ¿A casa? Parece que no has entendido aun, esta es tú casa ahora, te quedaras conmigo desde ahora… y para siempre – caminando hacia el ojiazul hasta parársele enfrente.


- ¿Qué cosa? ¡No puedo desaparecer del mundo así como así! ¡Tengo familia y amigos que se preocuparan por mí y me buscaran por todos lados! ¿Qué eso no son malas noticias para ti? Descubrirán que despertaste y trataran de sellarte de nuevo, ¿Qué no lo ves? – golpeando su cuaderno contra el suelo y poniéndose de pie.


- Nadie, excepto tú, puede entrar aquí, he puesto una barrera sobre  el templo y sus alrededores – dijo con total seguridad en sus palabras – Aunque puedo extenderlo mucho más allá si quiero.


 - ¿En que momento…? – sin creer lo que escuchaba.


- Desde que Salí de la tablilla, y ahora, continuemos con  lo importante, ¿Te parece? – recogiendo el cuaderno del piso y entregándoselo al anonadado ojiazul.


- En el templo es suficiente, seria muy desagradable y extraño, que alguien se diera de narices contra algo invisible mientras hace una excursión por el bosque – tratando de hacerle entender que mientras más permanecía desapercibido, seria mucho mejor.


- ¿Incursión? ¿Un ataque? – poniendo expresión de sorpresa.


- Excursión, caminar, pasear, ¿Que no sabes la diferencia entre una cosa y otra?


- No tienes que usar palabras tan extrañas, con decir paseo, te hubiera ahorrado la explicación…


- Naruto, es mi nombre – desviando la mirada a un lado.


- Naruto, debo reconocer que es un nombre con mucho carácter – acercándose al rubio y tocándole el cabello con sus dedos.


- Y yo digo que tienes mucho que aprender – volviendo a su posición junto a la puerta, y sentándose de nuevo en el piso - ¿Y bien? – mirando de forma interrogante al otro.


- Oh, si… las reglas – caminando muy serio de un lado al otro frente al ojiazul, como si fuera a dictarle su testamento – Todo lo que diré a continuación, deberás seguirlo al pie de la letra – siguiendo con su paseo de un lado al otro.


- Negrero – susurro el rubio poniendo su vista en la hoja en blanco.


- Gracias.


- No eres muy inteligente si no sabes distinguir un halago de un insulto – sin levantar la vista del cuaderno.


- Se lo que significa, por eso eres el esclavo y yo el amo, y no mas interrupciones… estoy comenzando a sentir hambre – pasándose la lengua por los labios mientras miraba lascivamente al ojiazul, de lo cual, éste no se dio cuenta.


- ¿Y que esperas para empezar…? ¿También tengo que buscarte comida?


- No hace falta… la traes puesta – sonriendo de medio lado.


- Entonces es versad, te gusta chupar sangre –poniendo instintivamente las manos en su cuello.


- No exactamente, lo que me gusta, esta mucho más abajo – observando un poco más debajo de la cintura del ojiazul.


- ¿Qué? – Llevando su vista hacia donde miraba el demonio, aun así… - No me digas, eres antropófago, y te gustan las partes blandas – ironizando la situación que comenzaba aparecerle para nada divertida – Terminemos con esto, ya quiero irme – volviendo al cuaderno y el lápiz.


- Regla numero uno: no puedes relacionarte sentimentalmente con nadie…


- Oye, oye, oye, ¡¿Piensas meterte en mi vida amorosa, también?! – vocifero el ojiazul sintiéndose furioso y monopolizado por aquel ser.


- ¿Qué no fui suficientemente claro cuando dije que eras mi esclavo? – caminando hacia el rubio sentado en  el piso, y agachándose hasta quedar a su altura.


- Si, pero pensé que era para… ¡Ahhh! Ni siquiera se lo que los esclavos hacen, no es algo que enseñan en la escuela, ¿Sabes? – siguiendo con su tónica de no darle importancia a lo que el otro decía, pensaba que así, saldría de esa horrible pesadilla lo más rápido posible.


- ¿Podemos continuar? Mi apetito se incrementa a cada minuto que pasa – acercando su rostro al cuello del rubio – Tienes un aroma muy… provocativo – el rubio volvió a cubrirse el cuello y se hizo a un lado.


- No necesitas acercarte tanto para hablarme, ¿Esta bien? No tengo problemas auditivos, ¿Cuál es la siguiente imposición? – volviendo a la tarea de escribir.


- Dejemos eso para después – despojando del cuaderno y el lápiz en las manos del ojiazul y arrodillándose entre las piernas de éste – Es hora de que me alimente – agarrando con una de sus manos la nuca del ojiazul, mientras deslizaba la otra desde la garganta hasta la entrepierna de éste.


- ¡Hey! ¿Donde crees que estas tocando? ¡S-Suéltame ahora mismo! 


      Tratando de empujar al moreno, era como querer mover una montaña, sus brazos temblaban por la presión que ejercía sobre el pecho del demonio, y aun así, no logro moverlo ni un centímetro, Itachi lo miro directamente a los ojos, mientras que los suyos se tornaron en un rojo más intenso, el rubio no podía dejar de observar aquellos rubíes como si estuviera hipnotizado por su brillo.


      Sin poder evitarlo, dejo caer sus brazos a los lados de su cuerpo y sus manos en el piso, podía ver, escuchar, sentir, pero no podía moverse, ¿Acaso era ese su poder? Pensaba el rubio mientras observaba como era acostado en el piso, y lentamente, despojado de sus ropas. La vergüenza, el estupor, y sobre todo el miedo, se apoderaron de su ser al comprobar que no podía evitar ser manoseado, y vayan a saber que más, por aquel sujeto.


- Tienes un cuerpo hermoso, y además, sabes muy bien – pasando las yemas de sus dedos por la piel erizada.


- “¿En serio piensa comerme? Todo es mi culpa, ¿Por qué vine aquí en primer lugar? Ah, claro, la lluvia, debí irme directamente a casa como dijo Shikamaru y… haaa – dejando escapar un suspiro al sentir las manos calientes de Itachi acariciar toda su piel – Esto… no se siente tan mal, hasta diría que es agradable si no fuera por el gran final que me espera, solo deseo que acabe pronto y no sea demasiado doloroso” – cerrando sus ojos para no ver el momento en que el moreno hundiera los dientes en su carne.


- No estés tan tenso, relájate – llegando con su mano a su principal objetivo.


- “¿Y quien no lo estaría de saber que va ha ser comido en crudo y sin anestesia? Al menos, y por consideración, debió matarme primero, por todos los cielos… Ahhh… – al sentir algo caliente apoderarse de su hombría - ¡Rayos! ¿Q-Que esta haciendo…? Mmm… sea lo que sea, se siente muy bien, eso no es malo si se piensa que después… seré devorado a trocitos” – con la cara totalmente sonrojada y su respiración vuelta un caos.


      La boca del moreno lamia y chupaba con gran avidez el miembro erecto del ojiazul, sin apartar su vista del rostro del menor para no perderse la expresión de placer que mostraba mezclado con el intenso sonrojo. Mientras sacaba y metía en su boca el excitado trozo de carne, pasaba sus manos por el pecho y caderas del vibrante cuerpo inerte. Un minuto bastó para que el ojiazul se corriera en la caliente boca del demonio del fuego, que luego de tragarse todo el semen, dijo…


- Ahhh… el néctar de un virgen es lo mejor – saboreando con deleite sus labios en busca de alguna gota perdida – Sin duda es la más esplendida comida de todas, es suficiente por ahora – poniendo su mano sobre los ojos del rubio, terminando con su inmovilidad.


- ¿Comida? ¿A eso llamas comida? No puedo creerlo – recogiendo su ropa y vistiéndose apresuradamente.


- Esa es la segunda regla, serás mi principal alimento, Naruto, aunque eso no quiere decir que no pueda comer otras cosas digamos… normales.


- Ya, ¿Y que fue eso de que soy… virgen? No puedes saberlo con solo… tú sabes – sonrojándose de nuevo.


- ¿Chupártelo?


- ¡No tienes que ser tan directo! Eso Se oye muy vergonzoso – terminando de vestirse.


- Que tontería, no entiendo porque las gente no llama las cosas por su nombre, no hay porque sentirse avergonzados por algo tan natural como eso – quitándose la bata negra con nubes rojas.


- Es extraño escuchar eso de un sujeto que viene de una época donde no podías enseñar ni siquiera los tobillos en publico sin que pensaran que eras alguna clase de pervertido o un loco de remate, ¿Puedo irme ya? Eres el único aquí que ha comido – de nuevo el rubor se apodero de sus mejillas al recordar lo que había pasado momentos antes.


- Estás muy ansioso por librarte de mi, ¿No es así? Pero antes… - caminado hacia el rubio, éste retrocedió de nuevo hacia la puerta.


- ¿Y ahora que? ¿Qué piensas hacer…? ¡Ahhhh! ¡Detente, eso arde! – grito después de que el moreno apartase la camisa de uno de los hombros del rubio y besara su pecho más arriba de su tetilla izquierda.


- Esto te obligara a volver a mi cada día aunque tú no quieras.


- ¡Me tatuaste! ¿Cómo rayos se supone que voy a ocultar algo así? – mirando el sello rojo, del tamaño de una tapa de refresco, mientras lo soplaba para mitigar el ardor.


- ¿Hubieras preferido que te lo hiciera en una nalga? – sonriendo pícaramente.


- Al menos ahí nadie lo notaria, maldición – hablando y soplando – Puede que no entiendas el concepto, pero en mi tiempo, o sea este, los chicos podemos vernos casi desnudos en ciertas ocasiones y…


- ¡Espera! ¿Dijiste desnudos? ¡Nadie puede verte así, excepto yo! ¿Comprendes? – poniendo cara de enfado junto con una advertencia.


- “¿Por qué se pone tan furioso? Entiendo lo que la palabra “esclavo” conlleva, pero creo que se está exagerando, o aprende a vivir en la actualidad o voy a tener muchos problemas”


- ¿Por qué te quedas callado siendo que te gusta explicarlo todo? – a unos centímetros del ojiazul.


- Veras, tenemos algo llamado “clase de deportes” junto con otra cosa llamada “vestuario” – explicaba a la cara del moreno - Una habitación donde nos cambiamos de ropa, nos duchamos después terminar… ¡Y donde todos verán lo que acabas de gravar aquí, condenado demonio! – alzando la voz por el enfado.


- Y cuando juegan… ¿Se tocan? – agudizando su intensa mirada.


- ¡No es un juego! Bueno, si lo es, pero… todo ocurre sin ninguna mala intención, además de que es inevitable – tratando de hallar las palabras correctas y hacerse entender por el otro - Como el baloncesto, futbol, y demás deportes de contacto.


- Define “mala intención” – agarrando la quijada del ojiazul.


- Pues… pues… ¡Lo que me hiciste hace un rato! – mirando directamente al moreno.


- Eso no fue mala intención, tan solo mi derecho.


- Como sea, ¿Puedes abrir la puerta, por favor?


- No esta cerrada.


- Pero dijiste que… no podría salir de aquí hasta que tú quisieras - sorprendido al pensar que sus suposiciones anteriores estaban erradas.


- Pudiste huir en cualquier momento, claro que solo hasta la entrada del templo donde comienza la barrera.


- ¿Qué acaso no es lo mismo? Parece que te gusta jugar al gato y al ratón, hacer sentir a tu presa que no tiene escapatoria, eso dice mucho de ti.


- ¿Cómo que? – acercando sus labios a los del ojiazul.


- Que eres alguien a quien que le gusta dominar por medio del miedo, toma lo que quiere sin pedir permiso, que puedes llegar a ser cruel sin que te remuerda la conciencia, y por último, y no menos importante… eres un demonio, ¿Se me olvido algo? – terminando de enumerar lo que consideraba era su opinión.


- Que soy tu amo, Naruto – atrapando los labios del ojiazul en un gran beso que casi lo deja sin aliento - ¿Qué opinas de eso? – mirando los ojos medio nublados del rubio.


- Q-Que… que tengo que irme, pero que ahora mismo – volteándose para abrir las puertas y salir al exterior.


- Hasta luego – dijo irónicamente Itachi mientras apoyaba su hombro en el dintel de la puerta.


      El moreno sonreía al ver la forma de caminar del ojiazul, efectivamente, las piernas le temblaban haciéndole parecer un bebe al dar sus primeros pasos. El fogoso beso del demonio le había calado hondo como nada que hubiera sentido antes, aun así, balanceaba su cuerpo de forma muy sexi, al menos, así lo veía Itachi desde donde estaba parado.


- Definitivamente, debí hacerle la marca en una de sus nalgas, con semejante cuerpo, hubiera sido un placer verlo caminar desnudo – murmuro el moreno haciéndose el cuadro mental.


      Después de andar el camino de piedra, y al llegar al arco donde terminaban los dominios del templo, el ojiazul se giro y miro al moreno como preguntándole si podía cruzar la barrera o tendría que esperar que Itachi la levantara. Como leyéndole la mente, el demonio hizo un gesto con su mano para que continuara.


      Listo, tenía el permiso y las ganas de llegar a su casa, comer algo, dormir y esperar despertar a la mañana siguiente y ver que todo lo sucedido la noche anterior había sido solo una pesadilla, al quitarse la ropa para tomar una ducha, ahí estaba, la marca que decía que era esclavo de un poderoso demonio y no podía hacer nada para remediarlo.


 


Continuara…

Notas finales:

Sigan leyendo,

                                                   Nessa Yaoi.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).