-“Su cuerpo embistió al mío con fuerza, sus labios devoraron los míos hasta hacerlos sangrar”- pensó un chico de ojos rojos mientras caminaba por la calle –todavía me duele- llevo una de sus manos a su labio y lo sobo.
Entre nosotros no hay amor, ni algún otro sentimiento que tenga que ver con afecto, lo único existente es esta terrible atracción sexual que nos arrastra.
-Vaya que inusual de ti llegar temprano- dijo una chica de cabellos azules quien se encontraba acomodando archivos dentro de un cajón.
-me extrañaste?- dijo burlonamente un pelinegro detrás de ella.
-yo solo extraño a mi hermano- sentencio la chica.
-jum...- sonrió el chico y se sentó en la silla giratoria frente a su escritorio –el día de hoy- empezó a decir –Shizu-chan fue muy lindo como siempre- lambio su labio inferior e hizo una mueca de dolor por la herida que tenia en el.
-juegas con fuego- dijo la chica antes de salir de la oficina.
No nos decimos palabras de amor, nunca nos abrazamos de manera afectuosa y jamás nos alegramos de vernos.
-vaya sorpresa- dijo un pelinegro con la mirada perdida entre los edificios que se ven por su ventana al escuchar los pasos de una persona interrumpiendo en su oficina –Shizu-chan que haces aquí?- giro la silla para poder mirarlo –no me digas- se burlo el chico –no estas satisfecho con lo de hace un rato y quieres mas- sonrió pícaramente el pelinegro y se levanto de la silla.
-callate!!- dijo el rubio cerrando con fuerza la puerta detrás de el –si lo sabes- camino en dirección al pelinegro –no me hagas esperar-el rubio lo tomo por la cintura, lo levanto y lo sentó en el escritorio.
Y aunque ambos estamos consientes que entre nosotros no existen ningunas de esas cosas, no somos capaces de frenar nuestros impulsos, nos entregamos al placer de la carne olvidándonos de todo a nuestro alrededor.
-que fuerte Shizu-chan- el pelinegro no podía parar de burlarse por cada cosa que el rubio hiciera, pero el estaba acostumbrado a su personalidad, así que solo por esos instantes, en el que el, lo hacia suyo, se controlaba lo mas que podía para evitar golpearlo.
-cállate- decía el rubio –apúrate que no tengo tiempo- dijo apresurado, desabrochando el pantalón del chico.
-si no tienes tiempo- hizo una pausa el pelinegro -entonces que tal si lo hacemos otro día- Izaya coloco sus manos sobre el pecho del rubio y lo empujo –después de todo Shizu-chan fue muy rudo hoy- tomo el rostro del rubio con sus manos –me duele todo mi cuerpo por tu culpa- dijo y le dio un pequeño beso en la esquina de los labios.
-eso fue tu culpa- dijo el chico como queriendo disculparse.
-uhm…- el pelinegro lo miro divertido –esta bien- dijo luego de una pausa –si Shizu-chan es dulce entonces te dejare hacerlo- el pelinegro levanto su camisa con una de sus manos dejando al descubierto su vientre.
-no soy un perro para que me des permiso- dijo el rubio y se alejo del escritorio caminando hacia la salida –se acabo!!!- grito abrió la puerta y salió a toda prisa.
-“desde cuando las perras le dan permiso a los perros para montarlas”- pensó el pelinegro y se recostó en el escritorio donde minutos antes el rubio lo había colocado.
Y sin embargo, cuando el y yo somos uno, puedo sentir la calidez de su alma desbordándose desde la parte en la que el me penetra.
-Que sensación tan extraña- dijo el pelinegro mientras contemplaba el techo.
-el único extraño aquí- dijo un rubio frente a el –eres tu- el chico se acerco a los labios del pelinegro y los mordió nuevamente haciéndolos sangrar.
-“sabia que regresarías”- pensó el pelinegro, limpio la sangre con la manga de su camisa y bajo su pantalón y su ropa interior dejando al descubierto su miembro.
-Y vaya que eres extraño- le susurro el rubio al oído al momento en que se colocaba en medio de las piernas de Izaya, desabrocho el botón de su pantalón, bajo solo una cuarta parte de su ropa interior para liberar su pene y lo introdujo expertamente en el pequeño orificio del pelinegro que palpitaba con mucha fuerza –lo ves…- continuo el rubio diciéndole –a que chico en su sano juicio- empujo su pene dentro del ano -le gustaría ser penetrado- se burlo el rubio.
-a mi…- dijo el pelinegro con voz lasciva y gimió al sentirse invadido, llevo sus manos al cuello del chico y se abrazo a el, sus gemidos llevaban palabras sucias y pervertidas a su concubino –Shi-zuo…- fue lo ultimo que dijo al sentir la semilla del rubio invadiéndolo.
No existe nada mas que el puro deseó, el me odia y yo lo odio con locura, podría jurar que no estoy equivocado, incluso puedo preguntárselo, pero…
-Mañana vendré otra vez- dijo el rubio con una expresión de embriagues en su cara mientras se cambiaba.
-…..- el pelinegro estaba lo bastante cansado como para limitarse a contestar, Shizuo se acerco a el, recogió su chaleco del suelo y limpio el cuerpo del pelinegro, le puso su ropa interior y su pantalón.
-nos vemos- dijo y camino hacia la puerta con pasos lentos.
-Shizu-chan…- dijo débilmente el pelinegro en tono de burla –me gustas- tratando de calmar su aun agitada respiración se quedo algo sorprendido al ver al rubio girarse y sonreír antes de cerrar la puerta detrás de el.
El instante en el que mis ojos y los de el se cruzan, puedo escuchar un fuerte impulso, tratando de salir de lo mas profundo de nuestro ser para gritar un “te quiero”.