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La nieve es... por AkiraHilar

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Notas del fanfic:

Razon: Apoyo al evento: .::~Por la Felicidad de Milo::.~
Dedicatoria: A drako-zero, Hator, Hazk-saint, Nizei y todos los que amen esta pareja
Clubes:

  1. Dulce Seduccion Saga x Milo
  2. ~.::.PoisonIce.::.~*Milo&Camus Fan Club*~7.0 V
  3. °° Ardiente Inocencia°° Milo uke
  4. .:: Fiebre ::. *Escorpio uke & Acuario seme*
  5. ((~*:: Bad Romance ::*~)) Milo x Shaka

Notas del capitulo:

Pues me inspiré viendo tantas imagenes de Saga grande con Milo pequeño. Se me hacen tiernos y de alguna manera respalda mi visión de que Saga de seguro tendrían bastante consentido al pequeño Milo y que fueron cercanos.

Aquella mañana en el coliseo su voz se escuchó audible para que todos no pudieran justificarse al respecto. Milo cumplía años y con el orgullo griego arraigado se había levantado en uno de los asientos del enorme lugar y exclamado a todo pulmón que él ya cumpliría. Se sentía el menor de todos-que lo era, claro- porque hasta Shaka ya tenía un añito más en sus cuentas y él seguía siendo el pequeño Milo. Por esa razón ante semejante acontecimiento-aunque dicho evento de su edad seguiría ocurriendo todos los años-, el pequeño se veía en la necesidad de hacerles saber que ya no sería el más pequeño de los aprendices.

Vio a Aioros sonreír y Aioria se rascó la cabeza como si aún no captara. Shaka como siempre estaba más entretenido meditando debajo de unas palmas que en lo que acababa de decir. Aldebarán en cambio saltó y aplaudió al aire emocionado, diciendo que pensaría en un buen regalo para el pequeño. Camus apenas le miró, Afrodita y DM sonrieron con sorna burlándose de él y Saga, en quien en ese momento sostenía su vista, apenas le correspondía con una mirada igual de dedicada, con la diferencia que el mayor pareciera que estuviera pensando en miles de cosas al mismo tiempo.

El silencio lo cortó al final el hombre de la novena casa, que con una idea en mente empezó a planificar algo corto y sencillo para celebrar un nuevo año al lado de ellos, como lo merecían, emocionándose Aioria ante la idea de juegos, y Aldebarán ante la idea de un pastel.

Para la noche y luego del improvisado festejo, se sorprendió de sentir que le tocaban la puerta en la habitación que compartía con el pequeño Shaka en las barracas. Aún no habían tomado posesión de sus armaduras, por lo tanto no podían permanecer en los templos pero dando cuenta a la hora era sumamente extraño recibir visitas. Se asomó entonces a la puerta todo incrédulo, y sus ojos turquesas se abrieron más en cuanto vio a la persona que esperaba detrás de ella, cubierto con abrigos gruesos y otro un poco más pequeño en mano. Emocionado buscó un pantalón (estaba con una bata puesta) y sus sandalias para atender a quien había ido a verle.

-¡Saga!-exclamó el pequeño apenas abrió la puerta y se tapó la boca cuando el mayor le hizo señal de silencio y apunto hacía la otra cama donde el hindú dormía en un rollito de pieles.

-Vamos-dijo el dorado sin más, extendiéndole la mano y mostrando una hermosa sonrisa. El menor la tomó emocionado, sintiéndose importante ante el hecho de que Saga lo hubiese ido a buscar a él y sólo a él.

Caminaron juntos viendo hacía todos lados como si jugaran al escondite. Milo estaba realmente agitado, todo era extraño pero una ola de excitación hacia lo que venía le azotaba su infantil mente. ¿Saga le daría acaso un regalo? Eso podría ser la explicación lógica, y lo haría alejado de los otros niños para que no tuvieran celos. El hecho es que ya Milo se estaba creyendo aquella explicación que sonaba certera.

Al final llegaron tras unos muros que delimitaban el santuario y Saga le extendió su pequeño abrigo, el mismo que el pequeño observó expectante.

-Póntelo y dame la mano-ordenó el mayor con una media sonrisa ya dibujada en el rostro.

-Sí-asintió Milo colocándose rápidamente el abrigo encima para luego tomarle la mano extendida-. ¿A dónde vamos?-Géminis sonrió, mientras el espacio debajo de sus pies se difuminaba y empezaba a tergiversarse entre ellos.

-Confía en mí.

Los ojos claros se abrieron estupefactos cuando de la pared donde estaban se abrió la dimensión, un plano de dimensiones jamás vistas, planetas, elementos, energía que era transferida cósmicamente por el mayor, quien sujetándole la mano le instó a caminar y traspasar la pared como si fuesen un ente del tiempo y espacio. No lo creía; siempre había querido hacer eso, moverse entre dimensiones como sabía que Géminis, Virgo y Aries podían, ver fascinado el poder de trasgredir las barreras del tiempo y espacio para estar en otro lugar en tan sólo segundos. No pudo contener el "Wao" que salió en un hondo y largo sonido de su voz, con las mejillas rojas del deleite y la euforia, agarrándose fuertemente de la mano de Saga para no perderse.

-¡Es genial!-mitió de nuevo cuando pudo darle palabras a todo lo que sentía, esa alegría naciente de la boca de su estomago y que se convertía en brillo en sus ojos.

-¿Te gusta?-sonrió Saga con una mirada fraternal-. Me dijiste una vez que querías hacerlo.

-Vi que una vez trajiste a Shaka así y no es justo, ¡Shaka también puede hacerlo!

-Sí, pero Shaka no puede traer a más personas como yo-se jactó el mayor con supremacía y Milo lanzo una carcajada infantil.

-¡¡Es que tu eres más fuerte!!

Pronto se quedaron quietos, Saga esperando una señal del pequeño, y el niño admirado viendo todas las formas astrales que lo rodeaban en ese fragmento límite entre todos y ningún espacio.

-¿Listo para tu regalo?

-¿Hay más?-gritó aún más animado el pequeño, casi saltando de la misma alegría. Saga medio sonrió y casi como si un velo fuera quitado de sus ojos, Milo vio como las negras paredes que lo rodeaban se convirtieron en blancas... blanca nieve.

Abrió ojos y boca del mismo impacto apenas sintió la brisa fría tocar sus mejillas y la sensación húmeda tras sus sandalias. Viró sus ojos a todas direcciones consiguiendo montañas, colinas blancas y brillantes como estrellas y luego, aquel copo que cayó a su nariz y se derritió lánguidamente hasta mojar sus labios.

-¡¡NIEVE!!

Prácticamente se soltó de su mano y empezó a corretear dando vueltas mientras atajaba a cuantos copos de cristales blancos caían sobre él, con una risa juguetona, incluso contagiosa, lo suficiente para que el mayor ampliara la suya propia. La escena fue grabada en su memoria, convirtiéndose ese momento, ese instante, en una de los recuerdos más importante del joven aprendiz Milo de Escorpio: donde la nieve era blanca.

 

Notas finales:

Ahora sigue un Camus x Milo ^^


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