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.:El Zar:. por Alaya-chan

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Notas del fanfic:

Debido a que tengo el fic ambientado en el siglo XVI y en Rusia, a pesar de que me informo, puedo cometer errores en cuanto al instrumental usado (armas), formas de vida o lenguaje. Intentaré adaptarlo lo máximo posible.

También me gustaría dejar algunas aclaraciones:

1. Aunque lo leáis en español, el lenguaje original es el Ruso, obviamente. Si leéis algo en ruso, es que están hablando en español.

2. Pondré personajes de la época, pero el carácter se lo daré yo a mi manera, así que no me matéis, porfi.

3. Aparte de poner personajes de la época, pondré algunos de mi propia cosecha, y seguramente cambiará la historia del mundo tal y como la conocemos. 

4. En el Siglo XVI no existían baños, así que me vais a tener que perdonar que los ponga.

5. Tendré que cabiar algunas cosas que pasaron en la época, aunque intentaré ser fiel a la historia.

Creo que de momento eso es todo. Si exite algún retoque en un capítulo en concreto, irá en aclaraciones del capítulo.

Besos y gracias por leer ^^

Notas del capitulo:

Bueno... al final, después de mucho darle vueltas, he decidido escribir y publicar este fic... tengo varias ideas para él, pero lo seguiré dependiendo de si os gusta o no.

                                                                                              I

 

LADRÓN

 

Muchos no conocían su verdadero nombre. Tan solo sus hazañas y el alias que se había ganado en la ciudad con ellas era lo que la gente realmente conocía de él. Le llamaban Soul, aunque nunca llegó realmente a entender el porqué de ese nombre. ¿Qué tenía de gracioso o lógico que un ladrón al que se le conoce por sus hazañas le llamaran “alma”? Porque sí, era un ladrón y, seguramente, el ladrón más conocido de Moscú durante los últimos años. También era el único que todavía no había pisado alguna celda o prisión ni había recibido nunca la paliza de algún otro compañero de profesión. Posiblemente era el mejor, y él lo sabía. Por ello se le caracterizaba por un gran carácter altanero.

 

Se solía pensar que los ladrones debían ser personas de complexión más bien ligera y no my altas; así los robos y las escapadas las realizarían de un modo más sencillo. Soul, al contrario que todos ellos, era de complexión fuerte, cubierto casi por completo por una buena capa de músculo que se notaba bien entrenado, y de estatura alta, pues su talla rondaba el metro noventa. Quizá también era eso lo que hacía que destacara entre los ladrones de su época.

 

¿Su pasado? La gente común no lo conocía, pero sus camaradas lo habían memorizado a la decimosexta vez que lo contó;  y todavía algún niño le pedía que lo relatara de nuevo. Su padre fue soldado en uno de los ejércitos del zar y murió en la guerra cuando su mujer estaba encinta. Debido a este hecho, el jefe del escuadrón le retiró el sueldo a la mujer y ésta se vio obligada a mezclarse con los ladrones para poder sobrevivir, a pesar de que su marido los había aborrecido en vida, pero la Rusia de aquel siglo no ofrecía más. Unas semanas antes de traer al mundo a su pequeño retoño, la mujer enfermó de neumonía, pero luchó hasta al final por dar a luz a la criatura que había llevado en su interior hasta el momento. Soul nació el 5 de Agosto de 1550. A la muerte de su madre durante el parto, una familia de ladrones lo acogió y lo crió como uno más.

 

Año 1575

 

A pesar de que el invierno solía traer consigo días nublados y llenos de nieve, aquella mañana lucía el sol, aunque el frío no dejara de ser el principal protagonista. Soul sonrió. Llevaba casi media hora escondido en el callejón bajo la sombra de los edificios, esperando por una diligencia que, según sus fuentes, cuyas vidas estaban en peligro si mentían, iba bien cargada de metales preciosos, y ya empezaba a escuchar el sonido de los cascos de los caballos al galope hundiéndose en la nieve y el ruido de unas rudas. Tensó los músculos, preparándose para cuando pasara a su lado. Afinó el oído.

 

-          Tres…dos…uno…- susurraba para sí.

 

El carruaje pasó a su lado y, en el momento en el que vio asomarse al cochero, sonrió y, en apenas unas milésimas de segundo, se agarró fuertemente de la diligencia con una mano enguantada, apoyó uno de los pies sobre la pared que le quedó más cerca y se impulsó hasta quedar sentado junto al hombre, acto que dejó al cochero atónico un par de segundos.

 

-          ¡Buenos días! – canturreó el ladrón con una amplia sonrisa.

 

-          ¿Quién sois vos? – comentó el cochero, aún conduciendo la diligencia por las calles de Moscú.

 

-          Joder, me ha tenido que tocar a mí el cochero pijo – dijo pasándose la mano enguantada por el pelo hasta la nuca.

 

-          ¿Cómo ha dicho?

 

-          Escucha – dijo y le pasó un brazo por los hombros, acercándose a su oreja – Te lo voy a explicar muy despacio para que lo entiendas – el hombre le miraba por el rabillo del ojo de manera nerviosa – Te voy a pegar tal puñetazo que te va a dejar pensando en florecillas durante un buen rato y, mientras estés en el otro mundo, yo voy a coger las riendas de esta diligencia y se la voy a llevar a mi gente, que de algo tendremos que comer, ¿no te parece? – dijo sin retirar la sonrisa socarrona de su cara.

 

-          Vos… vos ¿sois un ladrón?

 

-          Pijo y, encima, lento…¿Por qué todos me tocarán a mí? – dijo mirando hacia el cielo - ¿Acaso he hecho yo algo malo?

 

Entonces, el cochero se puso pálido, más pálido de lo que ya estaba debido al frío, y giró la cabeza para estar frente a frente con el ladrón de pelo rubio, el cual seguía rodeándole los hombros con el brazo. Por fin parecía comprender la situación.

 

-          Vos sois el famoso ladrón… Vos sois Soul… - dijo apenas en un susurro, acobardado ahora por el miedo.

 

Soul amplió más su sonrisa y retiró el brazo que tenía junto al hombre.

 

-          ¡Premio! – gritó y le atizó con el puño cerrado en la mandíbula que, tal y como lo había descrito el ladrón, lo dejó “mirando florecillas”.

 

Los cocheros se habían vuelto todos unos pijos inútiles. El rubio empujó levemente al cochero hacia un lado, evitando que cayera del asiento, y agarró las riendas de los caballos para dirigirlos hacia el lugar en el que había pedido a sus compañeros que le esperaran.

 

Incitó a los animales a subir un poco el ritmo y, cuando llegó al lugar de encuentros, los hizo frenar y los condujo hasta un callejón bastante ancho. Soul tiró de las riendas para parar definitivamente el carruaje y esperó en silencio apenas unos segundos hasta que, de repente, escuchó un ruido seco a su espalda, como si algo hubiera caído sobre el capó de la diligencia. Sonrió ampliamente sin girarse.

 

-          ¿Te lo dije o no te lo dije? – preguntó pícaramente.

 

-          Eres un cabrón, Sergey – comentó el hombre que había caído sobre la diligencia.

 

Sergey se dio la vuelta sonriendo socarronamente, enseñando todos los dientes, y con la mirada pícara para encarar a su amigo. Vladmir Smirnov, su mejor amigo y medio hermano, pues sus padres fueron los encargados de cuidar del rubio picarón. De estatura parecida a la de Soul, por supuesto no tan alto como él, que se consideraba el mejor en todos los sentidos, de cabello castaño y largo, recogido en una pequeña coletilla en la nuca, y barba de las que parecen recién cortada. Poseía unos ojos azules que resaltaban bastante en su cara, pero no tenía una mirada de las que se denominan especiales.

 

Soul levantó una mano y su compañero otra para darse un fuerte apretón.

 

-          ¡Bueno, chicos, a coger el botín! – canturreó Vladimir bien alto – a llenarnos las manos – dijo frotando ambas manos como el ladrón ambicioso que era.

 

Al menos una docena de ladrones de edades que rondaban entre los doce y los cuarenta años salieron de su escondite y se acercaron a la diligencia. Sergey bajó del asiento del conductor, no sin antes comprobar que su “amiguito” seguía inconsciente. Y, efectivamente, lo estaba.

 

-          A ver que tenemos aquí – dijo y abrió la puerta del carruaje.

 

La diligencia estaba llena de varios sacos de cuero cerrados con más de dos cuerdas y algunos cofres fuertemente sellados con uno o dos candados. Colocó una mano sobre su cintura y la otra se la pasó por el pelo resoplando. ¿Tenía que abrir todo eso ahora?

 

-          ¡Bah! – comentó – Hacedlo vosotros, que yo ya hice el trabajo duro.

 

Los ladrones rieron y Sergey se movió hacia un lado para que pudieran sacarlo todo con comodidad. Vladimir se acercó a él.

 

-          ¿Muchos problemas? – preguntó el castaño con una sonrisa de medio lado.

 

Sergey le miró con sus ojos ambarinos y sonrió. ¿Problemas?¿El?

 

-          No, ninguno. Pero ya estoy cansado de que me toque hacer siempre la peor parte. ¿Qué haréis cuando yo os falte?

 

Vladimir sonrió y ambos hombres rieron. Pero en realidad empezaba a pensar que los estaba malacostumbrando a todos. A continuación quedaron un rato en silencio, mirando como el resto de sus colegas sacaba la mercancía y la abría, comprobando que, efectivamente, se trataba de metales preciosos.

 

-          ¡Soul! ¡Soul! – gritaba uno de los más jóvenes - ¡Con esto somos casi tan ricos como el zar!

 

-          Tienes que compartirlo con el resto, Alexey – comentó el mayor sonriendo - ¡No pienso robar un carro por persona!

 

El pequeño se quejó levemente, pero no dijo nada más y siguió ayudando. Podía parecer extraño que, teniendo en cuenta la ambición que caracteriza a todo ladrón, pudiera llegar a salir tal frase de los labios de uno. Y es que Soul nunca fue un ladrón cualquiera. Siempre se había salido de los cuadros que definían a un ladrón, y esa cualidad no era para menos. Si en realidad la gente que vagaba por las calles, y que iba al mercado a conseguir productos “dignamente”, supiera el complejo entramado de ladrones que se movía por la capital rusa, seguramente no se atreverían a salir de sus casas. Pero Soul no pensaba así. A pesar de que su fama lo consideraba el mejor ladrón, el no se creía uno, sino más bien un marginado de la sociedad que conseguía lo que necesitaba de una manera diferente. Simplemente no le entendían. Ni a él ni a ninguno de sus camaradas. Por eso compartía.

 

Estaba ensimismado cuando Vladimir habló de nuevo.

 

-          ¿Cuántos años llevas dedicándote a esto? – le preguntó, en tono burló, para hacerle rabiar.

 

-          Que gilipollas eres, Vlad – dijo, cerró los ojos y apoyó la espalda sobre un muro del callejón.

 

-          ¡Venga hombre! Que solo es un número.

 

-          Diez – dijo después de unos segundos, todo serio. Vladimir sonrió.

 

-          Y empezaste a los quince, si no recuerdo mal…

 

-          No sigas, Vlad, que te la cargas. Que ya sabes qué pasa cuando tú y yo discutimos.

 

-          Entonces tienes veinticinco tacos – dijo sonriendo el de cabello castaño.

 

-          Y tú tienes veintisiete y nadie te ha dicho nada – sonrió Soul pícaramente. Ahí, donde duele.

 

Cuando Vladimir iba a rechistar, tanto ambos hombres como los demás ladrones escucharon un grito de hombre y mucho jaleo.

 

-          ¿La guardia del zar? – preguntó Vladimir - ¿Iván ha tenido que mandar a sus perros? – miró hacia Soul - ¿Qué cojones hemos robado, Sergey?

 

Soul frunció el entrecejo y su corazón empezó a latir más rápido y con fuerza. Eso mismo se empezaba a preguntar él. Le había parecido muy raro no encontrarse con ninguno cuando subió al carruaje por primera vez, pero tampoco le había preocupado tanto y se había olvidado del tema.

 

-          Que yo sepa, el zar no valora tanto una carga como esta – dijo una mujer rubia a su lado.

 

Sergey la miró un momento. Iván el Terrible llamaban al zar de entonces, así que el ladrón se había esperado cualquier cosa de este hombre. La gente del mercado de la ciudad, el cual visitaba casi a diario, rumoreaba que estaba loco, pero nadie lo había comprobado y, si alguien lo había hecho, desde luego no pertenecía ya al mundo de los vivos. Eran suficientes pruebas para que Soul pudiera pensar que ese hombre mandaría a un ejército entero a por un par de joyas, aunque solo fuera porque las consideraba de su propiedad.

 

Volvieron a escuchar jaleo y pasos apresurados pero, para alivio de todos, no pertenecían a los soldados. Soul notó como Vladimir le dirigía una mirada y apretó la mandíbula. Tenía que tomar una decisión.

 

-          Vlad, Natasha – dijo sin dirigirles la mirada – decidle a todos que cojan lo que piedan y volved a casa lo más rápido que podáis. Voy a ver qué pasa.

 

A pesar de que a ninguno de los dos pareció gustarles la idea del rubio, asintieron con la cabeza. Sergey notó como era Natasha la que se movía primero y se acercaba al grupo para avisar e informar de la situación. Vladimir se quedó un momento más a su lado y le colocó una mano en el hombro. Entonces Soul le miró.

 

-          No has ninguna estupidez y vuelve entero  - le avisó, muy serio.

 

-          Vamos, Vlad, ¿Cuándo he hecho yo alguna estupidez? – dijo sonriendo, pero aún así estaba preocupado, y supo enseguida que su compañero lo notaba.

 

-          Ya sabes a que me refiero.

 

Le retiró la mano del hombro y se acercó al grupo, que había recogido todo de manera rápida. Algunas veces odiaba el carácter sobreprotector de Vladimir; hacía que el mismo se preocupara más. En Sergey se dio la vuelta y caminó un par de pasos buscando un muro de ladrillo bajo para subirse, cuando sintió que le tiraban de la gruesa capa que llevaba puesta. El rubio se giró para encontrarse  de cara con Alexey.

 

-          Natasha nos ha contado que vas a enfrentarte tú solo al ejército del zar. ¡Quiero ir contigo!

 

Soul echó un ligero vistazo hacia su alrededor buscando a Natasha, pero ella ya se dirigía hacia ellos. Luego bajó la vista hacia la dura mirada de Alexey. No entendía como un niño de doce años como él podía llegar a mirar tan duramente como lo estaba haciendo. Soul sonrió forzosamente y colocó una de sus manos sobre la cabeza del muchacho, intentando tranquilizarlo.

 

-          Vamos, enano. ¿Cuándo me han hecho a mí alguna herida?

 

Alexey frunció el entrecejo. Si su mirada era dura ahora lo había enfatizado más con ese gesto. Natasha llegó hasta ellos y pidió perdón a Soul sin mediar palabra. El hombre asintió con la cabeza, aún sonriendo. La muchacha puso las manos sobre los hombres de Alexey y le dijo algo al oído que Sergey no llegó a escuchar. El joven soltó la capa del ladrón y la mujer rubia sonrió nostálgicamente al hombre junto a ella antes de darse la vuelta y guiar al muchacho junto con el resto del grupo.

 

No iba a admitirlo, pero el comportamiento de Alexey le había apesadumbrado y ahora no estaba tan seguro de lo que iba a hacer. Bajó la cabeza, resopló y cerró los ojos un momento, tratando de encontrar la respuesta al dilema que se le había planteado. Colocó una mano sobre su cadera y la otra se la pasó por el rubio pelo un par de veces. Finalmente, se decidió por la acción que más le atraía en ese momento que, cuando tenía que elegir, siempre era la más loca de todas.

 

Ya más tranquilo se colocó a los pies del muro y con las manos se agarró al borde superior, se impulsó con las piernas y tiró de su cuerpo hasta quedar encima del estrecho muro. Caminar por sitios así le resultaba un juego de niños después de muchos años de entrenamiento, y se movía cual felino por la ciudad. Pero era suya. Afinó el oído antes de ponerse en marcha y comenzó a moverse en el momento en el que escuchó jaleo, poniendo como su objetivo y meta dicho punto.

 

Al principio parecía solo eso, que estaban asentados en un punto concreto pero, según se movía, se daba cuenta de que el grupo de soldados al cual perseguía también lo hacía. Si es que solo había un grupo. Tuvo que cambiar de dirección en varias ocasiones y ocultarse de los fantasmas del ruido en otras.

 

Bajó del muro cuando empezaba a pensar que no había sido más que una falsa alarma, que ya se habían retirado, cuando iba a doblar una esquina y vio a un hombre vestido de coraza morada y pantalones blancos dirigirse hacia su posición

 

“Mierda…” pensó.

 

Una de las habilidades que le caracterizaba y que, en ocasiones como esa le había salvado la vida, era la de pensar fríamente y rápido. Buscó algo donde apoyarse o subirse y, al no encontrar nada, se metió en un callejón lo más rápido que pudo y se cubrió con la capa, confundiéndose con las sombras. El guardia pasó de largo y seguramente ni se imaginó que estaba allí. Soul esperó unos minutos con el corazón en la garganta antes de salir.

 

-          ¡Aquí hay más huellas! – escuchó gritar y frenó en seco, para pegarse bruscamente a la pared de nuevo, llevándose así un buen golpe en la espalda.

 

Vio pasar a otros cuatro o cinco soldados más donde había ido el anterior y los escuchó hablar muy cerca pero, para disgusto del ladrón, no lo suficiente como para entender lo que decían. Esperó hasta que los escuchó moverse de nuevo y el tintinear de las cotas de malla y las armaduras se hizo inaudible por la lejanía. Entonces salió del callejón.

 

-          Estos perros son todos unos retrasados – dijo y comenzó a caminar en dirección contraria con los cinco sentidos alerta – Van a conseguir que me mate sin necesidad de que intervengan.

 

Antes de doblar la esquina asomó la cabeza para comprobar que estaba despejado y siguió andando. Suspiró. Estaba un poco receloso con el tema de la huella. Pero había descubierto dos cosas: la primera era que no le buscaban ni a él, cosa rara en ese momento, ni el carro; la segunda era que esos hombres estaban detrás de alguien más. Alguien que había hecho pupa al zar. Un héroe a los ojos de Soul. Tenía que encontrarle. Y tenía que hacerlo antes que ellos.

 

Se metió en el callejón más estrecho que encontró e impulsándose con los pies alternamente entre una y otra pared, consiguió subirse a el tejado que le quedó más a mano. Luego se puso en marcha en la dirección en la que habían ido los soldados.

Notas finales:

Siento si el primer capítulo es algo aburrido... pero tenía que introducirlo de alguna manera en el contexto histórico y no se me ocurrió otra.

Espero que os haya gustado.

Cualquier pregunta acerca de palabras que no entendáis me lo decís, ¿ok?. Bueno, cualquier pregunta acerca de lo que sea.

Una aclaración Soul y Sergey es la misma persona, por si alguien se haceun lío.

Besukis!!


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