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Fantasia Tentadora por darthmocy

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Notas del capitulo:

me pidieron que bajara el fic a esta maravillosa pagina

Capítulo 1


 


Zero Kiryuu llamó a la puerta del piso de Kaname, enfadado. ¿Dónde se habría metido? Ya debería estar de vuelta de Cincinnati, pero no contestaba al teléfono y al parecer tampoco iba a abrir la puerta.


 


Vampiros… Lo volvían loco y Kaname Kuran  más que ningún otro.


 


—Vamos, abre ya ………….  maldición —murmuró al volver a llamar.


 


No tenía tiempo para andar así. Ya había perdido más de veinte minutos en pelear con el tráfico de Chicago para llegar desde la oficina a casa de Kaname y si querían llegar a tiempo de nuevo a la oficina para recibir a su cliente, tenían que salir ya.


 


Estaba a punto de llamar por última vez cuando la puerta se abrió y se encontró en las narices con un pecho de hombre desnudo.


 


Detuvo el movimiento de la mano justo antes de que pudiera llegar a hacer contacto, pero lo que no pudo evitar fue quedarse mirando. Era un pecho de músculos esculturales de un color blanco lechoso y a simple vista suave al tacto que pedía ser acariciado. Sabía por instinto que la piel de Kaname  sería suave  y caliente como pocas y que lo invitaría a hacer cosas que sabía debía evitar.


 


Pero aquella mañana parecía mostrarse poco inclinado a hacer lo que le dictaba la razón. A pesar de sí mismo, recorrió con la mirada los perfectos pectorales que iban transformándose en unos bien formados biceps  hasta desaparecer bajo la cinturilla del pantalón. La respiración se le colapsó en la garganta al ver que el botón estaba desabrochado, sin duda porque se había metido apresuradamente los pantalones.


 


—Me alegro de servirte de distracción,  Zero.


 


Al oír su burla, lo miró a la cara. Tenía el pelo castaño desordenado, lo que confirmaba el hecho de que lo había sacado de la cama.


 


Genial. Seguro que era él la primera persona o vampiro que lo  sacaba de la cama. El objetivo de la mayoría de las personas (entiéndase hombre o mujer)  que pasaban por la oficina era el de llevárselo a ella.


 


—Zero, ¿me recibes? Cambio.


 


Parpadeó varias veces y frunció el ceño. Sus ojos vinos brillaban con malicia. Sabía exactamente lo que estaba pensando y lo encontraba divertido.


 


—Llevo toda la mañana intentando ponerme en contacto contigo —contestó, obligándose a mantener la mirada en su cara, a pesar de que tampoco eso era demasiado seguro.


 


Kaname Kuran era el vampiro más guapo que había conocido, pero lo peor de él era que exudaba sensualidad. Era como una segunda piel para él y por mucho que lo intentase, no podía mirarlo sin pensar en noches tórridas y sábanas de satén.


 


¡Diablos…! Que le pasaba


 


—El vuelo llegó con retraso, así que le había quitado el timbre al teléfono —se pasó una mano por la cara sin afeitar y bostezó—. ¿Qué querías?


 


No debía olvidar ni por un segundo lo que lo había llevado hasta allí, no fuese a darle a aquella pregunta una respuesta totalmente inadecuada.


 


—Tenemos un posible cliente. Llamó ayer y quiere que nos encontremos con ella a las once —y tras mirar el reloj, añadió—: Es decir, dentro de poco menos de una hora. Tenemos que darnos prisa.


 


El mencionar a un nuevo cliente le quitó de golpe el sueño a Kaname. Abrió la puerta de par en par y lo invitó a pasar.


 


—¿Quién es? —preguntó después de cerrar.


 


Zero entró con cierta inseguridad en el salón. No sabía qué se podía encontrar. Pero no hubo mujeres u hombres colgando desnudos de las lámparas, ni pinturas con posturas del Kama-Sutra, ni cadenas y cueros tirados por los suelos.


 


Al contrario, la habitación había sido decorada con bastante gusto, entre el color crema de los muebles y las mesas de brillante madera de caoba.


 


—He recogido la ropa interior y demás artilugios antes de abrir la puerta —murmuró él junto a su oído, haciéndolo dar un respingo.


 


—Muy gracioso —contestó, mirándolo enfadado a los ojos, aunque lo único que consiguió fue que se echase a reír.


 


Aquel maldito sangre pura lo ponía enfermo, sobre todo cuando parecía leer en su mente como en un libro abierto.


 


Todo aquello era culpa de su gemelo . El era feliz trabajando en la asociación como cazador hasta que Ichiru  lo lió para que empezase en la empresa de publicidad con él y con su amigo de la universidad, kaname. Bueno, puede que decir que era feliz en su anterior trabajo fuese una pequeña exageración. La asociación lo trataba más como si fuese parte del mobiliario que como a una persona, pero lo que sí podía reconocer era que allí estaba rodeado de profesionales y no de lunáticos como en aquel momento.


 


ichiru le había dicho que apenas tendría que tratar con Kaname, que ellos dos formarían el equipo creativo y que el se ocuparía de controlar la administración de la empresa. Y que apenas se verían. Y el, como todo buen hermano y un tonto, le había creído. Pero cinco meses después, su hermano lo había dejado empantanado con Kaname un vampiro de sangre pura y su mundo, pretextando una huida necesaria para encontrarse consigo mismo.


 


Y aquel arrogante sangre pura lo ponía nervioso.


 


Como muchos otros, utilizaba su atractivo para hacer lo que le diera la gana. Si las cosas no iban como él quería, ponía una de sus brillantes sonrisas, murmuraba un par de palabras dulces y el mundo se rendía a sus pies. El había se había criado junto a un hombre así. Su  hermano gemelo era ese hombre.


 


Por experiencia sabía que no se podía confiar en ellos. Que cuando llegaba el momento, te dejaban colgado sin tan siquiera mirar atrás, lo cual lo ponía en una posición sumamente difícil. Tendría que trabajar con kaname si D&S Advertising tenía que sobrevivir. Pero él lo ponía nervioso. Muy nervioso.


 


Y a pesar de todos sus esfuerzos, lo hacía pensar en sexo.


 


Rígido, se sentó en uno de los sillones de piel.


 


—¿Quieres saber algo de esa mujer o no?


 


Él se acomodó en otro sillón y sonrió de medio lado.


 


—Claro que sí. Me has despertado de un sueño genial para hablarme de ella, así que hazlo.


 


Zero  ignoró su comentario.


 


—       sara Shirabuky, de Perfumes Desire, me ha llamado. Su padre se ha jubilado y ella quiere atraer clientes nuevos, sobre todo hombres jóvenes.


 


Kaname  enarcó una ceja perfecta.


 


—¿Con qué?


 


—Tienen una colonia de hombre nueva —explicó, intentando centrarse en la conversación y no en la imagen de kaname medio desnudo y tumbado en aquel sillón—. No le ha gustado lo que le ha presentado su actual compañía publicitaria, ha visto los anuncios que has hecho para Grant Office Supplies y Carlas Cookies y ha pensado en D&S.


 


—¿De verdad?


 


—Bueno, también ha visto tus anuncios de productos de limpieza y le han gustado o mejor dicho a quedado prendada de ellos.


 


Kaname sonrió.


 


—¿Ah, sí?


 


—Eso me ha dicho.


 


Zero  se quitó una imaginaria mota de polvo de la ropa. No quería hablar de ese tema ya que esos anuncios llevaban tiempo siendo motivo de discordia entre ellos. O lo habían sido, hasta que alcanzaron fama.


 


Aun así, seguía oponiéndose al enfoque. En su anuncio se veía a una pareja sentada en el suelo de la cocina y besándose. Aunque la imagen era perfectamente respetable, cualquiera podría deducir que la pareja estaba a punto de hacer el amor. Al pie podía leerse ¿No te alegras de que el suelo esté verdaderamente limpio?


 


—Así que Sara es de Perfumes Desire —repitió Kaname y lo miró de tal modo que a zero se le aceleró el corazón—. Cutie Pie es suyo, ¿no? Tienen ese anuncio en el que aparecen modelos esqueléticas hablando del destino y la suerte.


 


—Sí. Son esos. Sara  me ha comentado que no le gustan esos anuncios.


 


kaname se echó a reír.


 


—Lo entiendo. Es una forma rara de anunciar un perfume que se llama Dulce de Miel.


 


zero no quiso pensar en el efecto que su risa surtía en él, maldición. ¿Cómo podía sentirse sexualmente atraído por un hombre, pero sobre todo por un hombre que no le gustaba nada como persona? Qué estupidez. Sabía perfectamente bien lo que les ocurría a los seres humanos que se dejaban engatusar por vampiros sangre pura que además de ser hermosos eran  de palabra fácil como Kaname. Pero fuese estúpido o no, su cuerpo no dejaba de reaccionar ante él.


 


—       Zero,  estás distraído. Te he preguntado que qué quiere de nosotros.


 


zero respiró hondo para serenarse.


 


—Su nuevo perfume está destinado a un hombre de entre dieciocho y veinticinco años y sara dice que tiene la impresión de que podemos llegar a esos consumidores.


 


—Parece divertido —se levantó y se estiró y el movimiento hizo que los pantalones  se le bajaran un poco más. Zero tragó saliva—. Bueno —dijo y no le gustó nada su sonrisa—, será mejor que me vista si no queremos llegar tarde a la reunión.


 


—Eh… sí —balbució.


 


—¿Te ha dicho que nombre tiene el perfume? A lo mejor se me ocurre algo mientras me ducho.


 


zero sintió que enrojecía, pero se felicitó por conseguir no apartar la mirada de su cara.


 


—«Amante».


 


kaname sonrió más.


 


—¿Amante?


 


zero se levantó.


 


—Sí. Me imagino que precisamente tú no tendrás problemas para crear una campaña efectiva.


 


—Oye, zero, no me estarás insultando, ¿verdad?


 


Por su expresión estaba claro que sabía que le había insultado, pero evidentemente, el no iba a admitirlo.


 


—Estoy siendo completamente sincero contigo —mintió.


 


—Recuérdame que alguna vez juguemos al póquer mentiroso. Lo que piensas se te ve perfectamente en la cara.


 


—Al menos yo pienso —espetó, pero rápidamente se cubrió la boca con la mano—. Lo siento. No tenía porqué haber dicho algo así.


 


Él se rió.


 


—Cuando las cosas empiezan a ponerse interesantes, siempre das marcha atrás.


 


No estaba muy seguro de qué quería decir con «interesante», pero no iba a perder el tiempo en imaginárselo.


 


—Tengo que irme —dijo y no esperó a que respondiera, sino que salió sin más.


 


Estaba seguro de que se presentaría en la oficina con aspecto respetable. Sexy como el mismísimo diablo, por supuesto, pero respetable. Y si sara shirabuky  no pasaba del siglo, caería en las redes del encanto de kaname en menos de diez minutos.


 


 Mientras caminaba por el pasillo hacia el ascensor, oyó abrirse una puerta a su espalda.


 


—Oye, zero —lo llamó.


 


No quería darse la vuelta, pero como volvió a llamarlo, no le quedó más remedio.


 


—¿Qué?


 


Durante unos segundos se limitó a mirarlo, lo cual lo ponía muy nervioso y tras pasar el peso de un pie al otro y arreglarse  instintivamente la corbata que traia, volvió a preguntar:


 


—¿Qué?


 


—Gracias por conseguir esta oportunidad —dijo.


 


Zero se lo quedó mirando sin saber qué decir. Condenado manipulador. Pretendía que se sintiera culpable por haberse comportado así.


 


—De nada. Y eh… siento lo de mi comentario —contestó.


 


Kaname  volvió a sonreír mostrando sus blancos colmillos.


 


—No lo sientes en absoluto.


 


Se quedó apoyado en la puerta. Sexo puro embutido en unos perfectos pantalones de vestir. No sabía qué decir, porque tenía razón: no lamentaba lo que había dicho. Si había un hombre que podía vender un perfume llamado Amante, era Kaname kuran.


 


—Como quieras —dijo al fin—. Nos veremos en la oficina dentro de treinta minutos.


 


Las puertas del ascensor se abrieron y miró hacia atrás. Kaname  seguía allí.


 


—Oye, zero —le gritó.


 


El frunció el ceño y sujetó las puertas del ascensor.


 


—¿Qué diablos quieres ahora?


 


—Tardaré una hora en llegar a la oficina. Es que no va a ser fácil deshacerme del harén que tengo en el dormitorio.


 


Con un gemido, zero  soltó la puerta y cuando se cerraba oyó la carcajada de kaname en el pasillo.


 


Maldito y arrogante sangre pura –gruño - ¡Cómo odiaba a aquel vampiro!


 


***********************


 


—Mi objetivo es que este perfume lo compren  jóvenes tanto humanos como vampiros para el hombre o la mujer que haya en su vida —dijo sara shirabuky, mirando fijamente a Kaname  que estaba sentado frente a ella, al otro lado de la mesa—. Quiero que asocien nuestro perfume con alguien divertido , inteligente y sobre todo, sexy.


 


Dijo la última palabra con una media sonrisa que Kaname supo era para él. Sara shirabuky se estaba acercando. Bien. Y precisamente en el corazón de la reunión. Por el rabillo del ojo vio que zero  cambiaba de postura en su asiento. Desaprobaba totalmente lo que estaba pasando.


 


Pero aquel no era momento de preocuparse por zero. Tenía que convencer a Sara de que D&S Advertising podía preparar la campaña que ella quería, haciéndole saber al mismo tiempo que él no entraba a formar parte del acuerdo.


 


—¿Alguna razón por la que tenga que ser sólo un modelo? —le preguntó.


 


 La vampira lo miró con atención. Su rostro no dejaba entrever ni una sola pista de lo que estaba pensando, pero con una mano de uñas largas se rozó la mejilla levemente


 


—¿Qué quieres decir? —le preguntó.


 


kaname resistió el deseo de sonreír. La tenía en el bote.


 


—Podría componerse una serie de anuncios en el que el «Amante» fuese cada vez un modelo distinto ya sea un humano o vampiro, que apareciese en diferentes ciudades del país. Sería como decir «Donde quiera que vayas, encontrarás a un Amante».


 


—Interesante —contestó sara.


 


—Podríamos buscar modelos en Nueva York, Los Ángeles y Boston, por ejemplo —sugirió hio Shisuka, directora de arte de la agencia—. Y utilizar las ciudades como telón de fondo.


 


—Incluso los textos de los anuncios podrían ser distintos —ofreció Shiki Senri, su escritor.


 


A kaname le gustaba ver al resto de empleados de la agencia en las sesiones iniciales, ofreciendo al cliente una tormenta de ideas. Y estaba seguro de que a sara le había gustado toda aquella atención. Todo el mundo en D&S estaba metido en su campaña, lo cual les proporcionaba un punto extra al tratar con gente como ella. Alguien a quien le gustaba saber que era un cliente apreciado.


 


Y solo Dios sabía lo mucho que D&S apreciaba su trabajo.


 


—Así que tendremos un grupo de «Amantes» —murmuró sara,  sin dejar de mirar a Kaname —. Toda una colección.


 


Kaname  sonrió satisfecho. La reunión estaba saliendo bien. Condenadamente bien.


 


—También podríamos prescindir de las ciudades tradicionales. ¿Qué tal Seattle y Charleston? Así atraeríamos a un abanico más amplio de clientes. No todo el mundo es un chico de ciudad grande.


 


sara sonrió también.


 


—Me gusta la idea. Me gusta mucho —con una repentina palmada sobre la mesa, añadió—: Pongámosla en marcha. ¿Qué tenemos que hacer?


 


Puesto que era zero quien se ocupaba de la administración de la agencia, se lanzó a una descripción del operativo y de los detalles necesarios para empezar a trabajar, pero sara no lo miró ni una sola vez. Ni en un solo momento dejó de mirar a Kaname.


 


Él estaba acostumbrado a ser el destinatario de tanta atención al ser un sangre pura. Las mujeres y los hombres lo llevaban mirando desde que tenía quince años, e incluso ya desde entonces había puesto en práctica dos reglas básicas: practicar sexo seguro e intentar no partirle el corazón a nadie. Ahora tenía ya treinta años y había añadido una regla más: no tener nunca un lío con un o una cliente. Jamás.


 


Y Sara Shirabuky iba a tener que aceptarlo.


 


—Esto es lo que quiero —dijo ella, apoyándose sobre la mesa y dirigiéndose a él—. Quiero que se monten los anuncios lo antes posible. Si la publicidad en vallas funciona, atacaremos en la prensa y la televisión.


 


—Creo que quizás antes deberíamos hablar de los detalles del acuerdo —dijo zero —. Podemos hacer unos cuantos borradores y si le gustan, redactaremos un contrato para que…


 


Sara  lo hizo callar con un gesto de la mano y volvió a dedicarle a él una sonrisa felina.


 


—Mi ayudante se pondrá en contacto contigo más tarde. Kaname , tú eres el hombre que quiero en mi campaña. Definitivamente.


 


kaname frunció el ceño. Su mensaje no era precisamente sutil.


 


—En D&S, trabajamos en equipo, sara.


 


Ella se encogió de hombros.


 


—Lo que sea —dijo, sin dejar de sonreír—. Eres exactamente el tipo de hombre que queremos para Amante.


 


No sabía a dónde quería ir a parar con todo aquello, pero tenía que pararlo de inmediato.


 


—Soy demasiado viejo para su espectro demográfico.


 


—Yo sin embargo creo que eres el amante perfecto —dijo, sin dejar de estudiarlo—. Perfecto.


 


Kaname oyó que zero contenía la respiración. Aquella situación se estaba desmadrando, pero afortunadamente tuvo un golpe de suerte. La puerta de la sala de reuniones se abrió y Yori wakaba, la secretaria de la agencia, que lucía con rotundidad su estado de buena esperanza, le hizo una seña a zero.


 


—Disculpen —dijo el y se levantó.


 


Sara  apenas miró a Shiki y a Hio al pedirles:


 


—Dejenme un par de minutos a solas con su jefe, ¿quieren?


 


zero se volvió a mirar a kaname, lo mismo que Shiki e Hio, que obviamente no sabían qué hacer. La petición de sara  sorprendió a Kaname  tanto como a todos los demás, pero asintió.


 


Shiki e Hio recogieron sus cosas y se unieron a zero  y Kaname los vio salir a todos, pero especialmente a Zero. Era obvio que estaba muy enfadado, prácticamente hechaba rayos y centellas . Se desprendía de todos sus movimientos. Parecía un profesor de internado, con aquel traje azul marino holgado, el pelo perfectamente peinado con su raya de lado y hasta con spray   y la espalda tiesa como un palo paracia un soldado.


 


Lo Miró bueno lo poco que dejaba ver la ropa tan seria y holgada que siempre usaba, zero  tenía unas bonito color de piel además de ser delgado y alto  y se preguntó no por primera vez qué más escondería bajo aquellos aburridos trajes.


 


Pero en aquel momento no podía permitirse el lujo de pensar en otra cosa que no fuera el dilema que tenía frente a sí. En cuanto la puerta se cerró y quedaron solos, volvió su atención a Sara .


 


—Gracias, pero mis días como amante ya han quedado atrás.


 


Sara  se limitó a sonreír.


 


—Si tú lo dices…


 


—También hay algo que debo explicar: nunca mezclo los negocios con el placer. Espero que no sea un problema para ti.


 


De entre todas las reacciones que se esperaba, la única que no había previsto era que se echase a reír.


 


—No tiene la más mínima importancia.


 


—No es que bajo otras circunstancias…


 


—Qué amable eres —contestó y miró su reloj—. Creo que hemos terminado.


 


¡Maldición! Quizás no se había tomado el rechazo tan bien como se imaginaba. ¿Lo habría echado todo a perder?


 


—Mira, sara  yo…


 


Ella se levantó y sonrió hasta con dulzura.


 


—Tranquilízate. El trabajo es tuyo.


 


Él también se levantó, enormemente aliviado.


 


—¿Así, sin más?


 


—Sin más. He indagado un poco y sé la clase de trabajo que has hecho para Markland y Jacobs. Y me gusta lo que has hecho desde que D&S empezó, sobre todo los anuncios de limpieza. Creo en ti. Que tu gente se ponga en contacto con la mía para tratar los detalles —hizo una breve pausa—.Y sólo para que lo sepas: tú te lo pierdes.


 


Él se echó a reír. Le gustaba una mujer capaz de tomarse el rechazo con tanta clase.


 


—Estoy completamente seguro de ello.


 


Kaname la acompañó hasta la zona de recepción y tras acordar una nueva reunión, se despidieron.


 


*********************


 


Una vez se hubo marchado sara , kaname dio marcha atrás y fue a buscar a zero, pasando por alto las miradas inquisitivas de hio y shiki. Tenía que hablar con zero. Estaría encantado cuando le diera la noticia.


 


Lo encontró en su despacho, hablando por teléfono y cuando lo vio entrar, concluyó enseguida la llamada.


 


—Lo siento. Eran los de Neat and Tidy. Quieren llevar la campaña a la televisión.


 


Miró más allá de él y luego volvió a mirarlo a la cara. De pronto se le ocurrió a Kaname  que el lila de sus ojos era muy poco corriente. Único. Intenso. Precioso. Eran tan claros, que a veces cuando se enfadaba, parecían de plata. Precisamente como en aquel momento.


 


—¿Qué ha pasado? ¿Dónde está la señora Shirabuky?


 


—sara tenía que marcharse —cuando zero fue a protestar, él levantó una mano—. Calma. Tenemos el trabajo.


 


Eso enfrió rápidamente su furia. kaname se acercó para sentarse en la silla que había frente a su mesa.


 


—Cierra la boca, zero.


 


El lo miró frunciendo el ceño y apretando los puños y él se rió mostrando sus blancos colmillos.


 


—No tenía la boca abierta y no puedo creer cómo sara ha sido capaz de flirtear así contigo. Carece por completo de profesionalidad. Supongo que no pensará que por el hecho de que nos haya dado el trabajo, tú… —vio una especie de temor brillar en sus ojos—. Porque supongo que no… que no habrás hecho… nada, ¿no?


 


Kaname no sabía si sentirse insultado o divertido. Al final fue lo primero.


 


—Cálmate. No he hecho el amor con ella encima de la mesa de reuniones. De hecho, le he dejado bien claro que no pienso practicar el sexo con ella en ningún lugar, ni en ningún momento.


 


Cuanto más pensaba en la reacción de zero, más le molestaba. ¿Es que no llevaban tiempo suficiente trabajando juntos? Era su socio. Debía tener más fe en él.


 


—Tengo más talento que el puramente sexual, ¿sabes? —dijo, irritado. Pocas veces se enfadaba de verdad tal y como en este momento (su aura se estaba saliendo de control tenía que tratar de calmarse), pero zero tenía la facultad de sacarlo de quicio. Su desconfianza no estaba justificada, aunque el día anterior al que se conocieron hubiera salido con dos mujeres diferentes. Entonces solo tenía diecinueve años y por fin había podido saborear brevemente la libertad.


 


—Yo no he dicho una palabra —replicó el.


 


—Sí que lo has hecho. Con esa forma de mirarme que tienes.


 


—¿Y cómo te miro?


 


—Lo sabes perfectamente.


 


El se irguió.


 


—Pues si te miro, puede que sea porque lo mereces. Fíjate si no en sara: se ha llevado la impresión de que ella y tú teníais algo de lo que hablar en privado.


 


Ya estaba bien este humano los sacaba de quicio. Kaname  se levantó y se acercó a él. Zero  hizo ademán de levantarse, pero él se lo impidió apoyando ambas manos en los brazos del sillón. No pretendía enfrentarse al cazador , pero quizás hubiese llegado el momento. Tenía que limpiar el aire entre ellos y quizás aquel fuese el mejor momento para hacerlo.


 


—Quítate —le dijo el.


 


—Dentro de un minuto. Quiero decirte algo sin que huyas. Me gusta tan poco como a ti que ichiru  nos dejara colgados. Estoy atrapado y sé que tú también. Dejé un buen trabajo y puse todos mis ahorros en este negocio, igual que tú. Y quiero que D&S tenga éxito.


 


Zero  parecía más sorprendido que molesto y él respiró hondo para continuar.


 


—No me importa lo que pienses de mi vida personal, pero en mi trabajo soy bueno. Y nunca mantengo relaciones íntimas con los clientes. Tú piensas que soy una especie de sátiro, ninfomaníaco o algo así, que me tiro a cualquier vampiro o humano que pase a mi lado y yo pienso que tú eres un mocoso santurron que no sabría qué hacer con un persona desnuda aunque se te sentase sobre las piernas. Pero nada de todo eso importa. Lo que sí importa es que tenemos que aprender a trabajar juntos si no queremos acabar en bancarrota. Si conseguimos que la campaña de Amante tenga éxito, podremos tener financiación suficiente para que uno de los dos le compre la parte al otro. Así solucionaremos el problema.


 


Y dicho esto, se levantó de la silla y salió sin mirar atrás. No le gustaba nada que lo que el pudiera pensar le afectara tanto. Él nunca se enfadaba, era una de las cualidades de un sangre pura  y las personas que no eran capaces de controlar sus emociones no le infundían ningún respeto.


 


Su padre siempre estaba furioso. Furioso con la vida, furioso con él, hasta que un buen día, cometió una estupidez que lo llevo a la muerte .


 


Y Kaname  se negaba a ser como él. Pero por mucho que lo intentara, no era capaz de mantener la calma con zero. Entró en su despacho y cerró la puerta, resistiéndose al deseo de cerrarla de un golpe. Genial. Ya tenía una razón más para no gustarse a sí mismo. Genial.


 


—Ya es hora de ponerse manos a la obra —dijo, acomodándose en la silla y haciéndola girar hasta quedar de frente a la ventana que tenía a su espalda. Haberle hablado así a zero  no servía de nada. Es más, solo conseguiría empeorar las cosas.


 


Ojalá ichiru se encontrara con el Abominable Hombre de las Nieves en su periplo por el Himalaya. Le estaría bien empleado que se convirtiese en la cena de un monstruo de quinientos kilos.


 


****************************


 


¿Un mocoso santurron ? ¿Un mocoso? ¿Por qué? ¿Porque no se acostaba con todo el mundo? El tenía moralidad, escrúpulos y principios. Bueno, puede que fuese un poco reservado y serio, pero eso no significaba que fuese un santurron.


 


Y claro que sabía qué hacer con una persona  desnuda, (bueno una mujer desnuda había que aclarar, el no era como los malditos chupasangre que no les importaba el sexo de la persona) si se le sentara sobre las piernas. ¡Ja! Se levantó decidido a ir a su despacho y decírselo, pero afortunadamente se dio cuenta de lo absurdo de la idea.


 


zero suspiró y se frotó las sienes. Por mucho que le fastidiara admitirlo, él tenía razón. Debía dejar de juzgarle. En cualquier caso, su plan era perfecto: dejaría que encontrase financiación y que le comprara su participación en el negocio y luego ya decidiría el qué clase de trabajo quería hacer. Quizás regresase de nuevo a la asociación .


 


O quizás no.


 


El estómago se le estaba revolviendo. Llevaba a gala ser justo, concederle siempre a los demás el beneficio de la duda; sin embargo, por el hecho de que varios vampiros (en general) se hubiesen pasado por la oficina para flirtear con kaname, había llegado a la conclusión de que seguía llevando una vida tan desenfrenada como cuando iba a la universidad.


 


Y la cuestión era que la forma en que viviera su vida no era asunto suyo. El único tema sobre el que tenía derecho a hablar era acerca de su comportamiento profesional, que era… bueno.


 


Gracias a los contactos que había aportado de su anterior agencia, D&S había conseguido tres cuentas muy importantes durante los últimos meses. Y ahora tendría que volver a darle las gracias, porque solo él había conseguido a Desire Perfume.


 


Lo mirara como lo mirase, le debía una disculpa. Y cuanto antes mejor, así que se dirigió a su despacho.


 


 


 


Había cerrado la puerta, algo que nunca hacía, lo cual era un signo más de lo enfadado que estaba.


 


Llamó, pero al no recibir respuesta, entró. Lo encontró de espaldas a la puerta y no se dio la vuelta al oírlo entrar.


 


zero carraspeó.


 


—Si esto fuese una película, me disculparía con un montón de palabras diciéndote que tú tenías razón y que yo estaba equivocado. Y después de cinco minutos de psicoanálisis, descubriría que tenías un cuchillo clavado en el pecho y que no habías oído una sola palabra.


 


kaname se dio la vuelta con la silla.


 


—No debería haberme enfadado.


 


zero se metió las manos en los bolsillos de la chaqueta.


 


—No te disculpes. Me alegro de que dijeras lo que has dicho porque me lo merecía. Y tienes razón. Tenemos que trabajar juntos si queremos que la empresa siga adelante —se acercó un poco más a la mesa—. Luego, podrás comprar mi parte.


 


Su expresión seguía indescifrable.


 


—Me parece bien.


 


—Pero quiero que hagas algo a cambio.


 


Vio un brillo de maldad y humor en sus ojos y un cambio de actitud.


 


—Claro. ¿Y qué quieres que haga por ti?


 


¿Cómo demonios era capaz de transformar sus palabras para que una simple pregunta pareciese una invitación a satisfacer sus fantasías?


 


—Eso. Quiero que dejes de hacer eso precisamente.


 


Kaname  frunció el ceño.


 


—¿Exactamente qué?


 


—Lo del flirteo.


 


—¿Crees que estoy flirteando contigo?


 


Kaname adoptó una expresión tan sorprendida que zero se sintió un poco ridículo, pero no retrocedió.


 


—No exactamente flirteando —explicó—. Tengo la impresión de que la mayor parte del tiempo te burlas de mí, que encuentras divertido reírte a mi costa.


 


—No es cierto —contestó y como el no dejó de mirarlo, terminó por reír—.Vale, admito que te tomo un poco el pelo.


 


—Un poco, no. Mucho. Y como has dicho antes, te parezco un Moscoso santurron y te encanta ponerme en situaciones violentas para mí.


 


Sabía que tenía ganas de reírse otra vez, pero no lo hizo.


 


—¿De verdad te molesta? No era mi intención.


 


—Sí que lo era.


 


Kaname se levantó y se acercó a el, pero zero retrocedió. Por alguna razón que aun no comprendía cuando estaban demasiado cerca, su coeficiente intelectual descendía.


 


—¿Hay acuerdo?


 


Él lo miró directamente a los ojos.


 


—Intentaré no tomarte el pelo —dijo—, pero quiero que te des cuenta de que te vas a pasar unas cuantas semanas viajando por el país buscando amantes y si te vas a poner en plan mojigato conmigo, no voy a tener más remedio que reírme de ello.


 


¿Que ellos iban a tener que buscar a los modelos?


 


—En cuanto a eso del viaje, creo que debería quedarme aquí y llevar la oficina mientras tú…


 


Él lo interrumpió.


 


—Yo no voy a elegir a los modelos, sino tú. Yo prepararé las ideas del borrador, pero eso es todo. De hecho, la única razón por la que voy a ir yo es porque alguien tiene que ocuparse de los detalles mientras tú decides qué chicos o chicas te ponen a tono.


 


—¿Yo voy a tener que decidir? —la idea de tener que hacerlo le levantaba dolor de cabeza. No quería hacerlo—. Hio podría hacerlo.


 


—No. Tienes que decidir tú. Esta empresa es tuya —le recordó y se apoyó sobre la mesa—. No te preocupes, que te vas a divertir.


 


Zero  contuvo un escalofrío.


 


—No creo que me divierta en absoluto.


 


—¿Por qué?


 


—Pues porque… no sé, porque me voy a sentir como un vampiro pervertido  que alquila personas para satisfacer sus deceos.


 


—¿Por qué? No seas ridículo. Lo que tú vas a ofrecerles es un trabajo en el que van a ganar un montón de dinero por lucir el palmito. A mí me parece muy fácil.


 


Basándose en la tregua que acababan de firmar, intentó razonar con él.


 


—No me siento cómodo con la idea .


 


—¿Con la idea de las entrevistas o que sean  chicos  guapos?


 


Había mucho más que eso y él lo sabía.


 


—Tendré que juzgar su atractivo.


 


Él se encogió de hombros.


 


—¿Y cuál es el problema? Estoy seguro de que cualquier persona que pueda acelerarte el pulso, será un éxito con el resto de población .


 


zero lo miró fijamente. Acababa de insultarlo.


 


—¿Qué quieres decir con eso? —preguntó con los brazos en jarras.


 


—Nada —contestó sin inmutarse—. ¿Por qué? ¿Qué piensas que he querido decir? —se acercó a el—. Vamos, zeros. Va a ser un trabajo divertido. Anímate.


 


Se detuvo frente a el y su pulso se puso al galope, pero no iba a darle la satisfacción de enrojecer.


 


—Hagamos un trato —dijo él—: la próxima empresa quiera que elijamos modelos yo me ocuparé.


 


—No me cabe duda —suspiró.


 


Sabía que no tenía elección. Necesitaban aquel trabajo y él tenía razón: esos modelos iban a hacer un trabajo por el que serían bien remunerados. Nadie se iba a aprovechar de nadie.


 


Pero lo que le molestaba no era solo tener que elegir modelos. No le apetecía viajar con Kaname.  Ya le costaba bastante tener que encontrarse con él en la oficina. Le ponía de los nervios, además de hacerlo sudar, pero lo quemas le molestaba era que no sabia a cien si acierta porque, el no era gay o vampiro , estaba muy confundido y para colmo, el pensaba que estaba llegando al punto de ser igual que sara shirabuky  o como las otras personas ya sean vampiros o humanos que lo deseaban.


 


 ¿Cómo sería pasarse todo el día trabajando con él y luego volver al hotel por la noche? Más tarde o más temprano, terminaría por hacer el ridículo con él… siempre y cuando no lo hubiese asesinado antes.


 


Las posibilidades de que las cosas acabasen en catástrofe eran elevadísimas.


 


Pero no podía admitirlo.


 


—Está bien: lo haré. Pero para que lo sepas, preferiría que me cortasen en dos con una sierra en una atracción de feria.


 


Él sonrió despacio.


 


—Eso es lo que más me gusta ver: entusiasmo. No te preocupes, que una vez hayamos empezado, te lo pasarás genial.


 


—Sí, siempre y cuando no me pongas a una persoan desnudoa sobre las rodillas —murmuró, dirigiéndose a la puerta.


 


Por kami! ¿Dónde se había metido?


 


 

Notas finales:

fliz 2011

espero que les guste el fic


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