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Ira Divina por AkiraHilar

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Notas del fanfic:

Comentarios adicionales: Algo loco pero divertido. Como para mi Shaka simplemente es POWA pues yo lo veo muy capaz de poner los puntos sobre las ies con tal de salir con su orgullo bien librado xD

Notas del capitulo:

Comentarios adicionales: Algo loco pero divertido. Como para mi Shaka simplemente es POWA pues yo lo veo muy capaz de poner los puntos sobre las ies con tal de salir con su orgullo bien librado xD

La noche era movida. La música trepidaba entre sus oídos mientras en la oscuridad de la enorme sala se veían los cuerpos dispares de sus compañeros, hombre y mujeres, bailando al son de la batería y con algunas luces reflectoras que habían alquilado para ambientar el lugar. Se notaba en definitiva que toda la organización venía de cortesía por parte de Kanon, el mayor del grupo de estudio y a quien todos le llamaban el papá de la familia. Él era el que peleaba con los profesores, él que hacía que corrieran los exámenes, él que se enfrentaba; con Kanon tenían asegurada la victoria cuando dejaba de ser el agradable niño grande y mostraba lo que era tener los 28 años encima y no los 20 que tenía la mayoría del grupo.

Precisamente, Shaka estaba sentado justamente a su lado en esa revoltosa fiesta a la que fue por mero compromiso. No había asistido a ninguna otra, ya que ese no era el ambiente que le agradase y sabía perfectamente que la pasaría tomando coctel, hablando con quien se cansara de bailar y si, viendo a Aioria bailando con las jóvenes compañeras del cursos. Estaría tranquilo si sólo fueran las chicas que estudiaba a su lado, pero a la fiesta también habían ido otras personas y no, entre más desconocidos y más cuerpos danzantes no era mucho lo que podía visualizar.

Bufó contrariado tomando otro sorbo del líquido en su vaso de plástico. Tenía dolor de cabeza, estaba estresado por el inventario dentro de la ferretería de sus padres y teniendo que oír de nuevo que le iban a presentar a otra jovencita hindú cuando no tenía interés en las chicas. Y si a todo ese panorama le sumamos que vio acercarse a la líder del equipo de porristas que animaban los partidos de futbol donde Aioria era uno de los jugadores, entonces tenemos la maldita alarma de alerta resonando en su oído… literalmente…

—Shayna se ve muy dispuesta ¿no?—el susurró ahogado de cerveza del mayor del grupo encrespó los dorados cabellos de su nuca despejada, al tener toda su cabellera recogida en una cola de caballo—. Escuché a una de las chicas comentando que pensaba hacerlo suyo esta noche.

—¿En serio?—masculló haciéndose el desinteresado. Después de todo, nadie sabía lo que Aioria y él habían empezado semanas atrás.

Ante la burla y la crítica Shaka era alguien demasiado meticuloso. Todavía no les había confesado a sus padres sobre su inclinación sexual y era evidentemente un tema espinoso dada las circunstancias de su credo y ascendencia. Eso lo habían hablado semanas atrás, cuando pusieron los términos y decidieron emprender la travesía de una relación con alguien de su mismo sexo. ¿Que Shaka tenía su historial? Por supuesto, el rubio ya había tenido pequeños encuentros y parejas fortuitas más que todo en su adolescencia, pero debido a los estudios había decidido simplemente abocarse a ellos, poder graduarse para salir de casa y ya no depender de sus padres, ni de todo lo que significaba. De la misma forma Aioria tenía su pasado, pero este era incluso más espontaneo. Cuando Shaka lo conoció siempre lo veía rodeado de chicas, en algún momento creyó que era heterosexual, sin saber que ya había tenido sus otras parejas homosexuales en el silencio.

Sin embargo, Aioria sentía que lo que le pasaba con Shaka era de tan magnitud que quería gritarlo a los cuatro vientos, algo que para Shaka no era una opción, no aún, sintiendo que había otra pila de cosas por hacer que resolver antes de salir definitivamente del closet. Respetó entonces la decisión del joven hindú por el bien común de estar juntos; por lo tanto, para todos era un secreto lo que tenían y sólo pasaba de compañeros de clases.

—Las mujeres son impresionantes—siguió relatando en lúgubre tono el griego de larga cabellera alborotada, mientras subía la botella de su cerveza y la movía lentamente en el reflejo de la luz fluorescente—, cuando quieren algo, lo logran. La vez pasada ¿te acuerdas de Marin? Dio y dio y dio y lo tuvo en la cama como quería.

¿Cómo olvidarlo? En ese momento apenas se había dado cuenta que Aioria le atraía, recriminándose por poner los ojos en un chico que parecía no compartir sus gustos. Quiso convencerse de lo contrario, hasta que Marin llegó al curso. Los acercamientos, la mirada, Aioria siempre caballero y ella siempre tan dispuesta, Shaka los observaba desde el otro lado del salón tratando de parecer imperturbable, mientras que al estar en casa intentaba auto convencerse que lo que sentía no tenía salida. Y sí, claro que supo que Marin había logrado que estuvieran juntos y hasta lo había disfrutado. Aquella tarde que se dividieron en grupo y le tocó sentarse al lado de ella y su mejor amiga fue el feliz y desgraciado oyente de todo lo que se hizo en aquel maldito encuentro.

Se moría de celo… pero allí se los tragaba, después de todo no eran absolutamente nada y apenas habían cruzado palabras.

Claro que había ocurrido varios meses atrás y que supuestamente eso era cosa del pasado. Pese a que Aioria pudiera funcionar tan bien con chicos o chicas, había dejado ambos casos para abocarse en él y sólo él. Así que no había lugar a celos ¿o sí?

—¡Wao! Eso fue un buen movimiento.

Exclamó Kanon como si celebrara el gol de su partido favorito y cuando enfocó la mirada sintió que las brasas del infierno le cocinaban las tenis. La mujer se había derramado a propósito la cerveza encima de su pecho, transparentándose así la fina tela que dejaba a la vista de seguro el atractivo brassier de  encajes que llevaba debajo, de un exuberante color rojo. Aioria se disculpaba e intentaba no mirar mientras la chica le reclamaba su falta de delicadeza.

Paciencia, Shaka…—Se dijo el hindú al ver como la amiga le pasaba un pañuelo a Aioria y este trataba de secar el desastre sobre la blusa—. Aioria te quiere a ti, te lo ha asegurado.

Pero claro, conocía también ese pasado y por mucho que hubiera pensado que lo tenía sin cuidado descubrió en ese momento totalmente lo contrario. Sólo veía la cercanía, las muecas de pucheros que hacía aquella mujer de cuerpo hermoso y mirada peligrosamente seductora a quien era su pareja y sabiendo que…

—Bueno, como amigo debes estar contento ¿no?—escuchó a su lado el final de la frase. Sí, sabiendo que para todos los presentes en ese maldito lugar Shaka Shajani sólo era su amigo—. Digo, Shayna es una mujer hermosa, al menos sabes que lo disfrutaran en la cama.

—¿Por qué debería preocuparme de lo que él haga dentro o fuera de la cama?—asestó el rubio apenas escupiendo las palabras. Kanon lo miró de reojo y una curva se levantó en la comisura derecha.

—Sí, tienes razón. No es que yo me preocupe mucho por lo que haga Aioros por muy amigo que sea ¿verdad?—y se atrevió a pasar su brazo tras los hombros del menor notando la tensión de ellos—. Aunque bueno, de seguro te comentara algo como: ¡Que grandes las tiene! ¡O lo pasé súper! ¡Me hizo una felación de gloria!

Y si lo que estaban buscando era acelerar el infierno budista, lo estaban logrando. Shaka sólo permanecía inerte con los ojos entrecerrados y el ceño ligeramente fruncido viendo como la mujer tomaba el antebrazo de Aioria y le miraba con gesto seductor. El castaño se veía incomodo, más no hacía mucho tampoco para alejarse; podría pensar en la caballerosidad de Aioria y que simplemente él no era de ser demasiado bruscos mucho menos con una dama, pero… cuando los celos empezaban a galopar no quedaba mucha cordura ¿cierto? Mucho menos si era la mano de Kanon la que apretaba su hombro derecho con deliberada presión.

—Ahhh, me acuerdo de mis días mozos—suspiró el mayor mirando al techo con aire dramático—. Las chicas se me acercaban justo con esa técnica, ¡es legendaria!—y ya el rubio pensaba que el infierno de las torturas le quedaba poco, ¿será que el de las bestias era más adecuado?—. Mira, ahora le pedirá que de seguro la lleve a casa para cambiarse la blusa, entonces cuando estén en el auto, se le acercara… wao, ¡es que hasta puedo verlo! ¿Nunca lo han hecho contigo, Shaka? ¡Es un clásico!

No, nunca lo habían hecho con él porque las chicas no le interesaban y su aire orgulloso espantaba cualquier intención parecido a ella. Pero eso no era algo que le importara acotar cuando el fuego de una bola de azufre empezaba a gangrenarle el estomago en retorcijones de ira mal reprimida. Crujieron sus muelas mientras respiraba aire por la nariz y veía imposible separar los labios para dejarlo exhalar; si lo hacía de seguro sería vociferando maldiciones que prefería tragarse muy pero muy dentro.

¿Estaba mal sentirse así? Recordó entonces él como Aioria lo había llevado a aquel motel lejos de la ciudad para que estuvieran juntos, como simplemente se dejaron ir entre besos y caricias que para Shaka le parecía por fin tocar el cielo. Nueve meses observándolo de lejos en el salón de clase, incluso se había convencido de no tener esperanzas al respecto, pero mayor fue la sorpresa cuando en el laboratorio de Electricidad Aioria había decidido declararse mientras hacían el taller en pareja. No fueron necesarias muchas palabras, el rubio estaba más que dispuesto y para cuanto tocó entregarse no opuso resistencia alguna.

Lamentablemente, en ese momento la ira nublaba cualquier buen recuerdo. ¿Cómo pensar en sus besos si la mujer descaradamente se estaba abriendo un botón de la blusa húmeda? Y si, allí la veía, seductora cobra que intentaba engatusar al león en medio de la fiesta mientras el del signo de la virgen los observaba con ojos de un juez celestial, escupiendo fuego en sus celestes pupilas.

—Vaya, ¡Aioria cómo que se irá temprano hoy!—y si, para completar era el mismísimo Aioros quien se había acercado pasándole otra botella de cerveza a Kanon. Fue así que el griego soltó el agarre, ignorándolo olímpicamente mientras dejaba la botella vacía en la mesa y se empinaba la recién servida—. Parece que estará muy ocupado—remató el mayor castaño con una sonrisa jovial. Kanon lanzó una carcajada.

—¿Ocupado? ¡De seguro mañana no podrá pararse después de que se enrede con esa tigresa!

Y mierda, mierda, mierda ¡todo porque nadie sabía que ellos estaban juntos!

Shaka sentía que la misma furia le brotaba de los poros, un temblor inconsciente en su mano derecha delataba la turbación atrapada debajo de sus músculos. El ardor estomacal que anunciaba un posible ataque de gastritis ya era indicio de que la misma impotencia se estaba tomando venganza de su sistema digestivo. Apenas pudo tragar un sorbo más de coctel que le supo a hiel, mientras una gota de sudor deliberadamente rodó de su nuca a su espalda en un paso por demás alentado, a consciencia sintiendo el cómo a su vez bajaba todo rastro de raciocinio. Quería gritar, vociferar en grandes gritos que Aioria estaba con él, que quería estar con él, que las mujeres no eran su interés y que esa chica con todos sus encantos jamás lo haría rugir como él le escuchó al alcanzar el orgasmo.

Pero era un secreto, él mismo lo había decidido y lo peor, lo peor es que conociendo a Aioria…

—Va, allí viene—anunció el mayor con los brazos cruzados.

—Bueno Shaka, si Aioria se tiene que ir yo te llevo a casa—se ofreció Kanon con una mirada lasciva. Shaka no pensaba, no meditaba, sólo veía, veía…

Veía a Aioria acercarse, las esmeraldas brillantes y el leve sonrojo apenado que ya le daba pista de lo que planteaba a hacer. Imaginarlo sólo había sido el detonante. Sintió sus piernas apretarse entre si de la misma rabia, el cuello tensarse hasta mostrar los conductos venosos en un rojo vivo, con la yugular palpitando acelerada, su corazón contrayéndose en latidos desaforados que golpeaban contra sus pulmones y calentaba el aire que tomaba del lugar. Aioria ni vio a Kanon que estaba a su lado con la sonrisa cómplice, ni su hermano que de pie lo observaba; su mirada estaba fija en el rostro aparentemente inmutable del rubio que sentado derechamente subió sus ojos azules.

Aioria creyó ver fuego, pero uno temible, un fuego azul de alta peligrosidad. Pero no estaba haciendo nada malo, ¿verdad? ¡Sólo tenía que ser caballero!

—Shaka…—¡y mierda! Shaka apenas contuvo el respingo de su cuerpo al escuchar esa vez en aquel maldito tono de buscar consideraciones o comprensión—. Le manché por equivocación la blusa a Shayna, así que creo que debo llevarla a casa—¡maldita sea! ¿Es que no se daba cuenta que le estaba tendiendo una trampa a él por ser un joven león sexy?—, no tardaré mucho, sólo espérame ¿sí?—y medio movió sus ojos azules para ver a la mujer mirando a Aioria por detrás y mostrando abiertamente con sus ojos las verdaderas intenciones.

Si estaban haciendo un experimento de cuanto se podía molestar a un virgo, lo estaban logrando.

—¿Te vas?—soltó en un ronco murmullo más parecido a un reclamo. Aioria no supo en qué momento se sintió con una diana en el pecho y listo para ser dardeado. Miró mejor los ojos de su pareja, observó la tenue curva de sus cejas dorado denotando el malestar.

—Sí, pero…—para ese punto el tic en la ceja dorado lo hizo tragar grueso—, sólo será un momento, ¡en serio!

¡Soberana la paciencia de Buda!, pensó a sus adentros, aunque era del todo previsible que no se quedaría allí sentado viendo como planeaban quitarle a su pareja en sus narices. La mueca que Shaka dibujó con sus labios cerrados hizo temblar al mismo Kanon que estaba sentado al lado observando todo. Ese orgullo enfermizo ahora se levantaba como fuego ancestral en el centro de su vientre y se hizo evidente la supremacía del rubio al subir el rostro levantando su mentón con altanería.

Una cosa era ser manso, pero otra muy distinta menso. Nadie le veía la cara de idiota de frente, ¡no a él!

—Bien…—siseó levantándose con la galantería que Shaka desbordaba a su paso, esos movimientos gráciles que habían llamado la atención de Aioria cuando lo vio entrar al salón de clase. Sin embargo en ese momento aquella gracia al levantarse, al andar, no era la de un dios buscando adoración sino exigiéndola y no estaba muy seguro del porque sentía que le venía castigo divino—. Aioria…

¿O eran ideas de él, o su nombre sonó como coral gregoriana de una película de terror? El castaño abrió la boca para decir algo a su favor, como si de verdad lo necesitase, pero toda silaba fue borrada al sentir las manos blancas tomarlo de los pómulos y clavarle un furioso beso en frente de los presentes. Abrió sus ojos verdes de la conmoción, dejando de escuchar la música, las voces que rugían a su alrededor, para sólo quedarse allí; de pie, asombrado, azorado a su vez por ese efímero ósculo lleno de rabia tomando en cuenta el cómo le mordisqueó hasta sangrar su labio inferior. Apenas se alejó, respirando el aliento de Shaka de coctel y esa mirada que parecía ser la puerta, en ese momento, al mismo averno.

—Sales y eres hombre muerto…—una advertencia divina.

La quijada se le desencajó de la mera impresión, al tiempo que vio a Shaka caminar dejando a todos atrás y buscar un poco más de coctel. El castaño levantó las manos para echar los bucles hacía atrás y dirigió la vista a su hermano buscando explicación que, tan impresionado como él, lo miraba sin poder emitir respuesta alguna. No lo pensó demasiado, totalmente descolocado Aioria fue tras Shaka y terminaron alejándose al patio cuando vio que entre la discusión el rubio empezaba a levantar poco a poco la voz.

Por la ventana de la sala, Kanon se acercó curioso a ver el escenario que él mismo se encargó de montar, manipulando como sólo él era capaz de hacerlo. La furia de Shaka ahora había cobrado un tinte más agresivo; veía el rostro pálido de Aioria mientras Shaka en una catarsis de ira, con los puños cerrados y tensos estaba enrojecido clavándole de seguro todas sus uñas en forma de palabra. Si, Kanon simplemente estaba en silencio, tapándose la boca con su puño cerrado como si intentara aguantar la carcajada que quería abrirse espacio desde su estomago, observando lo bien que le había quedado su juego.

La discusión seguía, Aioria intentaba justificarse, Shaka parecía asestar con violencia ante cada palabra, apenas estaban cerca pero por el ambiente y el rojo color que ya teñía a Shaka en su rostro era evidente que la ira le había cegado. Estaba furioso y no pensaba quedarse con una sola palabra en la boca antes de irse con el orgullo en alto.

—Hice lo que me dijiste—escuchó la voz femenina de la mujer rodeando el cuerpo del mayor, sonriéndole con coquetería.

—Sí, lo hiciste muy bien—murmuró el griego robándole el cigarrillo recién encendido para soplar un poco de él. Dejó un halito de humo en el aire, antes de sonreír al observar como Shaka pensaba dejarlo allí parado y Aioria desesperado lo tomó del brazo, dándose un duelo de voluntades de niveles astronómicos—. A ver si con eso sigue con lo de estar a escondidas.

—Creo que exageraste…—comentó Aioros asomándose también y ver con el rostro compungido como Aioria batallaba para hacerse escuchar. Pensaba que había sido un error comentarle a Kanon sobre la preocupación de su hermano ante la idea de que Shaka no quisiera comentar nada de lo suyo. Supuestamente ni siquiera él debía saber, pero Aioria había violado esa promesa y él la de su hermano al buscar apoyo en su compatriota.

—El rubio se las trae, ¡con ese carácter me pondría la cadena hasta a mí!—exclamó jocoso, divertido con toda la escena.

—¿Y si más bien lo arruinamos?—preguntó coquetamente la jovencita dibujando figuras en el amplio pectoral de Kanon.

—Nah, si Aioria tiene la mitad de viveza que a ti te sobra, ya sabrá como calmar ese ataque de cólera.

Y no le falto mucho tiempo para deducirlo.

Ya que con palabras no se podían entender se remitió a los hechos, apaciguando la ira divina con un furioso beso.

Notas finales:

Espero lo disfruten tanto como yo al escribirlo ^^


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