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LITERATURA PARA DUMMIES por AnneJieJie

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Notas del fanfic:

¿Alguien se ha preguntado que hace actualmente Jean Marie?.............

Notas del capitulo:

Oh, el amor....

LITERATURA PARA DUMMIES

By: Anne Scarlett

 

- ¡¡NO, NO, NO!! ¡¡Si matas al protagonista yo te mataré a ti!! –La pequeña pelirroja se abalanzó sobre el joven escritor, lo tomó por el cuello y amenazó con estrangularlo en el acto mientras balbuceaba improperios en cada uno de los idiomas que conocía. 

 

- ¡¡Es mi novela, así que mataré a quien me dé la gana!! –Respondió fríamente.

 

- ¡¡Podrá ser tu novela, pero quien decide si se publica o no, soy yo!! –Le tomó de la coleta, agarrando en su mano derecha esas largas y lacias hebras de resplandeciente ébano. Se aseguró de que sus palabras fueran bien entendidas por aquel hombre tan necio que tantas veces la sacaba de quicio. -¡¿Te quedó claro?!

 

- ¡¡No cambiaré ni una sola coma!! –Respondió con sequedad.

 

- ¡¡Eres más terco que una mula vieja!!

 

Los gritos en lengua extranjera se escuchaban por todo el pasillo, el personal de la compañía que transitaba por aquella zona no se sorprendía por lo que estaba ocurriendo, para ellos aquello era el pan de cada día, pero para el joven que aguardaba su turno en la sala de espera contigua, los gritos sólo consiguieron que aumentara su ansiedad, las manos comenzaron a sudarle y las mejillas adquirieron un tono rojizo cuando escuchó aquella voz varonil responder en excelente francés:

 

- ¡¡Entonces límpiate el culo con cada página del capítulo final, porque no voy a cambiar de opinión!!

 

- ¡¡Carajo!! –Fueron las palabras de la mujer.

 

El joven de la sala de espera apretó los parpados mientras escuchaba más palabrotas salir disparadas por la boca de la mujer junto con el sonido de cristales rotos. Abrió lentamente los ojos, pestañeó y observó como un hombre alto, de aspecto conservador abría la puerta sin anunciarse.

 

- ¿Podría tener una explicación de lo que está sucediendo? ¿Suzette? –Miró a la mujer que se disponía a estrellar otro vaso de cristal contra la pared; caminó hacia ella para quitarle el objeto de la mano y dirigir la mirada al hombre de negros cabellos que, sentado en el sofá limpiaba sus anteojos haciendo caso omiso a lo que pudiera o no suceder. -¿Eun-Chan?...

 

- Nada, tan solo discutimos el final del volumen 5… Eun-Chan se ha encaprichado con matar a Patrick, matar al protagonista  va a espantar al público que espera ansioso por más.

 

- Estoy cansado. Ya no quiero seguir escribiendo más de Patrick y sus aventuras en la Isla mediterránea de Pasos. –Colocó los anteojos en su bello rostro y sonrió con coquetería al recién llegado. –Dejarlo morir es la manera perfecta de cerrar la saga.

 

- Una cosa es dejarlo morir, otra muy diferente es matarlo de una manera sádica y sangrienta. ¡Deberías leer el último capítulo, Jean, no tiene nada que ver con el resto de la novela! –La mujer tomó el escrito y lo arrojó sobre la mesita de centro, frente a Jean Marie.

 

El francés, amante de las letras tomó el escrito y comenzó a leer observando los marcadores de la editora y las notas del autor; hubo silencio durante unos veinte minutos, Suzette, delgada, pequeña, pelirroja y pecosa, se paseó por toda la salita de reuniones con las manos en la cintura. Eun-Chan, en cambio se dedicó a ojear una revista de modas.

 

- Mmmm, es un buen trabajo Eun-Chan, el uso de las metáforas y el suspenso se mantienen durante los últimos dos capítulos sin cansar al lector. –Dijo elogiando su trabajo con una sonrisa en los labios, después le entregó el manuscrito. –Pero Suzette tiene razón, la saga es una novela romántica y este último capítulo es tan gótico que no encaja, es como si estuvieras viendo una película erótica y de repente te cambiaran el canal. ¿Me captas? –Su hablar parsimonioso pero dotado de convencimiento hizo que el escritor no chistara nada.

 

- ¿Puedo matar a Patrick? –Preguntó cambiando de tema.

 

- ¡Claro que puedes! ¡Es tu novela, son tus personajes!... Pero si vas a matarlo busca una manera menos sádica de hacerlo, mon amour….

 

La mujer vio como los labios de Eun-Chan dibujaban una sonrisa de satisfacción mientras sacaba de su maletín el verdadero final de la novela, ella debió haberlo intuido en lugar de caer en su treta, el escritor de romance solía hacer ese tipo de travesuras, enojada se llevó las manos a la cabeza y bufó mientras caminaba hacia la puerta.

 

- ¡¡Eun-Chan, eres tan odioso!! ¡¡Te odio!!

 

- Eso te enseñará a no meterte en mi TERRITORIO. –Le enseñó la lengua y después levantó lo hombros.

 

Suzette tuvo deseos de romperle el cenicero en la cabeza, pero se contuvo porque en primer lugar no estaba bien visto que su jefe viera otro de sus ataques de histeria y en segundo lugar, porque el cenicero no estaba al alcance de su mano.

 

- ¡¡Ya me harté, RENUNCIO!!

 

Jean Marie, en cambio terminaba de devorar el capítulo final, el movimiento rápido de sus pupilas revelaba un disfrute casi sensual en cada una de las líneas escritas por el hombre que alguna vez amo. Parecía no haber prestado mucha atención a las palabras de la chica, tan sólo mencionó que no podía irse sin antes darle respuesta al hombre que esperaba al otro lado de la sala.

 

- ¡¡¿No me escuchaste?!! ¡¡RE-NUN-CIO!!

 

Jean Marie levantó las cejas y suspiró escuchando el sonido de la puerta a sus espaldas.

 

- No te preocupes, volverá en cuanto se le pase la histeria…

 

- Eun-Chan… ¿Cuántas veces debo decirte que no fastidies a tu editora?

 

- Mmmmm… Dejaré de hacerlo cuando ella deje de mirarle el culo a mi marido como si fuera hecho de chocolate.

 

- Eun-Chan, mirarle el culo a tu marido es inevitable…

 

- ¿Tu también?

 

- ¿Quién puede resistirse al morbo si está jodidamente bueno? –Jean Marie se quitó los anteojos para lectura y miró el rostro anonadado de Eun-Chan con esos intensos ojos azules, llenos del erotismo que solo la madurez puede producir.

 

Tae Eun-Chan, escritor de origen coreano cuya sonrisa sexy había ganado el corazón de sus apasionadas lectoras, guardó silencio, se concentró en los rasgos faciales encantadores del rostro varonil de Jean Marie, en su sonrisa coqueta, en la piel blanca y delicada de una doncella de cuento de hadas, en sus ojos azul zafiro que atraían todas las miradas y en los labios rosados de carnosas formas que llenaban de sensualidad su boca. Tiempo atrás fueron más que editor y autor; compartieron más de una noche de pasión, compartieron secretos, temores y una bonita colección de recuerdos. Ahora todo se reducía a una entrañable amistad.

 

- ¿Cómo va la vida marital?

 

- ¡¡Aburrida!!... Hay más acción en un libro de matemática pura que en nuestra cama.  Hacer el amor 5 veces por semana donde nos da la gana, haciendo uso de cuanta posición se nos ocurre condena nuestro matrimonio a una absurda monotonía…

 

“¡¡¡5 veces por semana!!! ¡¡¡Donde les da la gana y en variadas posiciones!!! ¡¡¡¿Cómo puede quejarse cuando hay quienes no podemos siquiera tener un ligue cada 15 días?!!!” –Pensó Jean Marie mientras volvía la mirada a las páginas impecablemente escritas, tratando de concentrarse en otra cosa que le permitiera olvidarse de la sensualidad del escritor, de su cuerpo ardiente, de sus besos y caricias apasionadas, y por supuesto, de la turgencia que aumentaba entre sus piernas y amenazaba con hacerse visible. Olvidar. Sí, era mejor olvidar lo feliz que fue en la intimidad que compartiera años atrás con ese hombre que alguna vez llegó del lejano oriente para enseñarle el placer de romper las reglas de su perfecto y ordenado mundo. Olvidar, era mejor olvidar todo aquello porque ahora debía recordar que se trataba de un hombre casado con otro más adinerado, más famoso y por supuesto, más sexy.

 

Amaba a Tae Eun-Chan hasta el punto de buscarlo en sus amantes posteriores, nunca volvió a ser feliz después de la última noche juntos, jamás olvidaría el roce de su piel, el aroma de su aliento, la suavidad de la piel tatuada de su espalda. Se negó a sí mismo el derecho de amar y ser amado, a cambio se escudó en su trabajo lo que trajo consigo un ascenso muy importante, y una vez promovido al cargo de Director de Arte Literario, decidió romper el último hilo que le unía a Tae Eun-Chan: Ya no sería más su editor.

 

Ahora estaba a cargo de dirigir a todos y cada uno de los editores a su cargo. “Rose Noire”, la editorial para la que trabajaba, publicaba alrededor del mundo, aproximadamente 200 nuevos títulos literarios cada mes, lo que significaba mayor responsabilidad sobre sus delicados hombros, pues debía vigilar que su equipo de editores hiciera un excelente trabajo.

 

Jean Marie terminó de leer las páginas y tomó su bolígrafo rojo para señalar las correcciones que consideraba pertinentes.

 

- Como en los viejos tiempos… Decorarás con el viejo amigo rojo, cada uno de los párrafos y dirás que tengo que arreglarlo en 24 horas…

 

- Ya no es como en los viejos tiempos, tu editora es Suzette, así que termina en el tiempo que ella designe…

 

- ¡¡Huy!! ¡¡Qué serio!! –Se acercó para jugar con los sedosos cabellos rubios.

 

- Eun-Chan… No molestes. –Dijo tratando de contener la marea de sensaciones que se despertaban con la cercanía de su viejo amor. Su voz fue fría y cortante. –Ya no puedes venir a acaramelarme para que te extienda el plazo, así que recoge tu escrito y mueve el trasero para salir de aquí pues tengo mucho trabajo…

 

Eun-Chan hizo un puchero, la camaradería y complicidad de antaño le obligaba a comportarse de manera aniñada, y su natural jugueteo fue destituido por la sorpresa al observar a Jean Marie tan seguro de sí mismo y tan serio que no le quedó otra que morderse la lengua para evitar hacer que esa fiera salvaje despertara trayendo consigo consecuencias lamentables para los dos.

 

Eun-Chan se despidió a la usanza oriental, evitar el contacto físico con su ex editor-amante le bastaría para poner en orden los malsanos pensamientos que la madurez de Jean Marie trajo consigo. El coreano echó un último vistazo al rubio francés y sintió que su estómago se revolcaba, todavía había chispas ahí, se trataba de algo físico que nada tenía que ver con el amor intenso y apasionado que sentía por su esposo, era más bien el deseo de lo prohibido que acababa de anidare en su mente y el pensamiento de ser infiel se hizo latente. Antes de que pudiera perder las riendas se marchó, iría a buscar a Jay para hacer una que otra tontería y quitarse las ganas.

 

Jean Marie suspiró en cuanto la puerta se cerró, no había imaginado volver a ver a Tae Eun-Chan en la editorial, sobre todo si se tiene en cuenta que el autor del best seller número uno de la literatura homoerótica no gusta de ser presa fácil de los preguntones críticos literarios, por otra parte, el escritor se había radicado en Japón junto al amor de su vida. Por esto, el encuentro de los dos, aunque breve dejó una profunda impresión en el Director de Arte Literario, el rubio tuvo que tomarse unos minutos para tranquilizarse un poco antes de abandonar la salita de reuniones y regresar a su lujosa oficina a ocuparse de sus asuntos.

 

Caminó por el pasillo como si fuera un niño extraviado y después desapareció tras la puerta de su oficina.

 

Y mientras tanto, el joven que esperaba en la salita contigua, continuó sentadito esperando una llamada que tardaba más de lo esperado.

 

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USO Y ABUSO DE LAS FIGURAS LITERARIAS.

 

“Usted no llegará a ser escritor, simplemente porque lo que escribe no es más que un compilado de figuras patéticas. Vaya a su casa y continúe publicando en foros de poca monta.”

 

¿Qué pensaría usted si le dijeran algo como eso en una entrevista de trabajo en una respetable editorial?, seguramente montaría en tanta cólera que no podría evitar imaginar que poco a poco se convierte en Freddy Kruger y luego le clava las garras en el pecho,  le saca el corazón, si es que todavía tiene uno, y ve como el sujeto que sentado tras su importante escritorio muere desangrado hablando de figuras patéticas.

 

¿Por cierto, qué quiso decir con eso de figuras patéticas?... Patético, patético fue haber venido desde tan lejos para esperar sentado durante 4 horas en un asiento que deja de ser cómodo cuando ya se sienten las nalgas dormidas y el culo aplastado, como si se fusionara al asiento; patético es comenzar a quedarse dormido y cabecear mientras se espera un llamado que encienda la chispa de la esperanza e indique que los sueños si se pueden hacer realidad; pero más patético es escuchar el sermón de ese hombrecito acerca de la carencia de originalidad en mi obra y el uso exhaustivo y un tanto exagerado de la retórica. Patético fue el punto en que abandonó el escrito para dedicarse a destripar cada uno de mis personajes.

 

- ¡¿Quiere decir que no puedo ser escritor?! ¡¡Todos elogiaron esta obra!! ¡¡No me hubiera atrevido a presentarla si no fuera realmente buena y usted me dice que es patética!!

 

- No dije que fuera patética. –Respondió entornando sus ojos azules mientras retiraba de su rostro los anteojos y me mostraba su atractivo rostro…. ¿Atractivo?... Bueno, sí, es atractivo, pero no deja de ser un pedante patán hijo de… -Dije que carecía de originalidad. ¡¿Vampiros?! ¡Estoy hasta la coronilla de esos chupasangre! ¡Desde que Stephany Meyer publicó semejante babosada todos quieren escribir sobre vampiros! ¡Vampiros adolescentes, vampiros detectivescos, vampiros futuristas, en fin!

 

- ¿Entonces odia mi obra porque no le cae bien Stephany Meyer? –Me crucé de brazos y fruncí el seño haciéndole notar que me exasperaba que se vengara de esa mujercita destrozando lo que con tanto esfuerzo escribí.

 

- Stephany me cae bien aunque como escritora es un desastre. Pero volviendo a su novela, no sólo se trata de la temática, que como ya dije es poco original, sino también de lo cursi que puede llegar a ser cada personaje, y lo peor, el abuso de las figuras literarias.

 

Cuando no usa los lentes y pone esa expresión de seriedad, se ve tan, pero tan, sensual; no se trataba de una sensualidad fingida o una pose para salirse con la suya, era más bien algo natural, algo que simplemente surgía de su ser así porque sí, volvió a ponerse los lentes y me miró con aire de superioridad con esos brillantes ojos que parecían devorarme con cada pestañeo.

 

- Un buen editor es aquel que no teme hacer una crítica adecuada y certera para encaminar al autor a hacer mejor su trabajo. Las personas que elogiaron su obra al parecer no tienen idea de literatura pura, un trabajo como el que usted me ha mostrado sería aplastado por la crítica experta…

 

Y ahí llegó otro sermón, está bien, lo admito, no soy escritor profesional, ni siquiera pasé por la escuela de literatura. En realidad soy un estudiante de ingeniería con mucho tiempo libre el cual dedico a narrar historias. Quería ser escritor, dedicarme a las letras, ver mi nombre escrito en hermosas portadas que se exhiben en las librerías y recibir cientos de cartas de mis lectores, pero mi familia conservadora, no lo permitió.

 

- …Y eso nos lleva, por ejemplo, a la execración constante del capítulo dos. –Su voz delataba el amor que llevaba en sus venas por la literatura, rompió con mis pensamientos soñadores de lo que es ser escritor. 

 

Exe… ¿Qué fue lo que dijo?... algo de excremento. Ah, no, no señor, no voy a tragarme sus palabritas refinadas mientras sé que me está insultando. ¡Qué se meta su excremento por el orto y deje mi obra en paz!

 

- ¡¡Ya entendí, no tiene que insultarme!! –Respondí para defenderme, le miré con rabia e intenté tomar entre mis manos mi valioso escrito. -¡¡Tal vez para usted sea una mierda, pero para mí significa mucho!!

 

- ¿Cuándo dije que era una mierda?

 

- Lo acaba de decir, no se haga. Dijo que el capitulo 2 estaba lleno de excremento.

 

- Execración. –Me corrigió mientras abría una página y leía un pasaje, que a mi modo de ver era perfecto. – “… Qué Dios borre de la historia el día en que os conocí y sea marchito todo recuerdo de voz en su santo nombre. El Creador omnipotente que está en las alturas, levantará su brazo para librarme de vuestras garras, mientras que guarda para vos el peor de los castigos…”  Y continua con párrafos de aproximadamente diez execraciones que cansan al lector quien puede pensar si está leyendo una novela de vampiros o el libro de oraciones de un profeta que adora desgastar el nombre de Dios maldiciendo a todo ser viviente. –Lo miré sin entender una j de lo que me estaba diciendo, entonces me sonrió con aire prepotente y bufó. -¿Entiende lo que trato de explicarte?

 

Moví la cabeza en señal de respuesta negativa y él cruzó sus brazos.

 

- ¿Sabe lo que es una execración, verdad? –Anonadado negué con un movimiento de cabeza pensando en lo que esa palabra podía significar, tal vez algo relacionado con secreción o algo parecido, él me miró con aire de resignación. –Es una figura patética, que consiste en maldecir en nombre de una figura sagrada algo o alguien, en el capítulo 2 lo hace todo el tiempo; y ni hablar de la imprecación constante del capítulo que sigue. ¿Entiende lo que quiero decir?

 

Volví a negar con otro movimiento de cabeza, eso de la impre… lo que quiera que haya sido no me cabía en la cabeza.

 

- Imprecación, otra figura patética que se usa en literatura para describir el vivo deseo por que el mal caiga sobre alguien y también abunda la utilización de imposibles  a lo largo del escrito, en realidad está plagado de figuras literarias tan saturadas que hay pasajes que resultan difíciles de comprender…

 

Tengo una figura literaria para ti: “Jodidación” Es cuando un sujeto que se cree el puto amo del universo es tan molesto que no hay más remedio que decirle:

 

- ¡¡Jódete!!

 

Le arrebaté de las manos mi escrito e iracundo tomé mi morral y me marché y él no dijo nada. Tal vez ni siquiera pestañeó, o posiblemente tras mi partida se haya echado a reír. Todo lo que quería era convertirme en escritor, hacer que mis historias llegaran a otros convertidas en bonitas páginas de libros estéticos que se exhiben en los aparadores de las grandes librerías, no ser pateado en el culo por un fulano que se cree que porque trabaja en una importante editorial viene a darme una lección de literatura.

 

Me deprimí después de aquello, iba a mis clases de ingeniería y tan sólo veía un tablero lleno de formulas, no me concentraba en nada y pasaba mis ratos libres viendo páginas para adultos, al diablo con las bellas letras y con la literatura.

 

Tal vez eso era lo que necesitaba, ir a una editorial a que un don nadie me metiera un cactus por el culo para darme cuenta que mi madre tenía razón con eso de que ser escritor no era bueno para mi futuro. Con mis sueños desquebrajados tomé el escrito y página por página lo destrocé, después de todo ya estaba vuelto mierda gracias a las palabras de ese fulano, por último eliminé aquel blog de cuentos, y borré todo archivo narrativo de mi computadora.

 

Traté de concentrarme en los estudios, lo cual es complicado si se tiene en cuenta que mi compañera de estudios es una de esas tetonas que parece sacada de un hentai para viejos verdes y mi mejor amigo es un vago que sólo piensa en dos cosas, cerveza y más cerveza.

 

-  ¡¡Nos vamos de fiesta!! –Me llamó Sophie, si, la tetona de ensortijados cabellos rojos y sonrisa de Barbie dentista. Ah, Sophie, estaba enamorado de esa chica hasta el tuétano, como deseaba abrazarla, besarla, meterle la mano bajo la blusa y masajearle las lolas. Antes de mi ruptura con la literatura, Sophie era mi protagonista, la heroína caliente que se quita sin pudor la ropita para enseñarle al protagonista los placeres terrenales, Sophie, mi vampiresa me estaba invitando a una fiesta donde cualquier cosa podía suceder.

 

Escapé por la ventana. Siempre escapo por la ventana para no tener que rendirle cuentas a mi madre, es más fácil deslizarse por el tubo del desagüe que explicarle a mi madre que su hijo ya está lo suficientemente grandecito como para ir a una fiesta en compañía de Sophie. Corrí feliz hacia su auto y después vi la manera en que el fanfarrón que hace las veces de su novio me saludaba, en el asiento trasero la risa de Lizzie atrajo mi atención.

 

- Vamos a un bar gay. –Mencionó Lizzie llena de emoción, como si acabara de descubrir la cura para el cáncer.

 

- Oh, parece buena idea. –Respondí acomodándome en el asiento de atrás mientras veía la mano del “Cara de Nalga” posarse en el muslo de Sophie. –Pero… ¿Por qué a un bar gay?

 

- Ha sido cosa de Mark (Alias: Cara de Nalga) Jhon y Karl estarán allí también. –Sophie sonrió convincente. –Los bares gay son más divertidos y por supuesto, un poco más abiertos, ya sabes…

 

- Ah… -No, no sé y no quiero pasar por la vergüenza de preguntar. ¿Mencioné que últimamente le tengo fobia a todo lo que tenga que ver con lesiones que me hagan ver como un idiota?...

 

El estrecho wolkswagen atravesó las calles. Mark continuaba tocando a mi bella Sophie y yo soportaba como un mártir la palabrería de Lizzie…

 

- Y cuando vi que no había uno que fuera talla 4 casi me da un infarto y bla, bla, bla, bla…

 

¿Mencioné que Lizzie está demente? Es la típica chica obsesionada con su talla y los vestidos de alta costura que no pueden ser llevados a ninguna parte porque sólo se ven bonitos tras un aparador envolviendo la desnudez de un maniquí que desafía a las mujeres robustas a ser meros ganchos de ropa. Asentí con un movimiento de cabeza mientras esperaba que el coche llegara al famoso bar.

 

Para ingresar fingimos que éramos parejas gay, obviamente fue fácil para las chicas, pero para mí, agarrar al Cara de Nalga de la mano para que el gorila de la entrada nos permitiera ingresar fue un acto vomitivo por varias razones, la primera porque no soporto a ese tipo; la segunda porque descubrí que sus manos estaban húmedas por su asqueroso sudor y la tercera porque, obviamente no soy gay.

 

Rápidamente descubrí que la razón por la que fuimos a ese bar gay es por la cantidad de psicotrópicos que se pueden adquirir a bajo precio, las personas consumen de esas pepas como si fueran chocolates suizos.

 

- Es más que chocolate suizo, hacen que los problemas se vean como pulgas y la mente vuela, como que estás de viaje. –Entonces comprendí la emoción de Lizzie por visitar un bar gay. –Aquí tienes, prueba… Sólo un poquito…

 

Ella extendió su mano mostrándome las pepitas de colores, sonriendo, estaba a punto de decirle que aquello no era lo mío, considero que no se necesitan esas porquerías para dejar que la mente volara, tal vez es anticuado, pero si algo aprendí bien de mi madre fue a tener pantalones y decir que no.

 

- Eti, vamos a estar en el cielo. –Sugirió Sophie sonriendo. Me hechizó, así que tomé la píldora y la llevé a mi boca, luego bebí agua y le sonreí. –Oh, Eti, me siento tan orgullosa de ti… Ahora vamos a la pista.

 

Observé el rostro de Sophie, sonrojado mientras las pupilas de sus ojos se hacían más grandes, dilatadas por la ingesta de esa cosa, bailaba con soltura sin parar de reírse, los demás también lo hacían, eso de reír por cualquier estupidez.

 

- Sólo déjate llevar… Estás tenso y necesitas relajarte… -Sugirió Lizzie cuyo estado era más idiota que de costumbre. -¿Quieres otra?

 

- No gracias, en realidad yo… -Miré a mi diosa que bailaba sensual en la pista y después vi el rostro flacuchento y demacrado de Lizzie, de verdad estaba llevada por la obsesión de ser talla 4, no quería ser así, pero tampoco deseaba que Sophie me rechazara por no hacer parte del grupo de drogos, me acerqué a Lizzie lo suficiente para susurrarle un secreto. –No me tomé la píldora mágica, así que podrías decirme que se siente… Digo, no quiero que alguien me pille.

 

- Oh, tonto…jajajajajaja… Es algo que no se puede explicar con palabras, son emociones, jajajajajaja, verás, al comienzo como que todo está lleno de colores y es hermoso, jajajajajaja, como que todo brilla y sientes la felicidad surgiendo de la panza y no puedes controlar la risa y jajajajajajajaja… -Sí, claramente veo que no puede controlar la risa. –Pero lo más interesante viene después, jajajajajajajaa, como que estás soñando y todo puede suceder, jajajajajajajaaa, es soñar despierto, y no sientes hambre, ni sueño, ni dolor, jajajajajajaja, y te mueves sin parar como si tuvieras un motor encendido dentro de ti y el sexo, jajajajajajaja, dan muchas ganas de hacerlo, hasta que, jajajajajaja, caes dormidito sin preocupaciones, después al despertar estarás down, la felicidad ha muerto, jajajaja, se hace duelo porque la vida carece de sentido, como que todo está muerto, jajajaja, y al mirarse en el espejo te das cuenta de que no eres más que jajajajajaja, mierda…

 

La risa estruendosa de Lizzie mientras explicaba todo comenzó a exasperarme, miré a mi alrededor tan solo para ver que el Cara de Nalga y la chica de mis sueños se acercaban a mí, entonces, siguiendo las instrucciones de Lizzie fingí que estaba en medio de un ataque de risa cósmico.

 

- Eres un encanto. –Murmuró Sophie y yo casi me derrito ante su halago. –Los chicos más atractivos de este lugar tienen sus ojos puestos en ti. –Eso ya no me gustó, así que miré a mi alrededor, me sentí paranoide al pensar que el chico de la barra, el que bailaba en la pista, el que bebía en solitario, el que se besuqueaba con otro, el que vestía de reina, me miraban… Sacudí la cabeza y miré a Sophie. –Siempre me pregunté porque no tenías novia, ahora que te veo como pez en el agua lo sé todo, eres gay…

 

- No, un momento… Yo no soy... –Sophie me abrazó. Por primera vez desde que nos conocimos hace más de cinco años, ella me abrazó y no pude decirle nada, se sentía tan bien, su aroma, la suavidad de su cabellos y sus super tetas contra mi pecho alborotado. –Bueno, supongo que no puedo disimularlo…

 

¿Mencioné que soy incapaz de negarle algo a Sophie? Soy un juguete a su merced, respiré hondo y le sonreí, ella cree que soy gay, y si eso la hace feliz, fingiré entonces que soy gay, un gay que se ha tomado una píldora y está drogado. Por cierto… ¿Alguien sabe qué hace un gay cuando está drogado?

 

- Nada me gustaría más que ver a mi mejor amigo y compañero de clases encontrar al amor de su vida en este bar. –Me tomó de la mano y me condujo por la pista en busca de un candidato para mí. –Muy flaco, dijo entre risas viendo a un chico que me sonreía, muy gordo, criticó a otro; demasiado gañán, hablo de otro; muy feo… Bigotón, descuidado, puto, muy sexy y… Ese. –Señaló a un hombre que conversaba animadamente con otro más delgado, era alto, castaño, y tenía la sonrisa perfecta.

 

- ¿El del coctelito en la mano? –Pregunté imaginándome un flirteo con un hombre así. No soy gay, soy más bien del tipo freak, de esos que pasan horas comiendo libros y estudiando, a penas si puedo conversar coherentemente con una mujer, ¿Cómo puedo pretender que soy capaz de cortejar a otro hombre?... Pero todo sea por Sophie y su felicidad.

 

- No, ese no está nada mal, pero no me gusta, hablo del tipo con el que está charlando, tiene una buena carta de presentación. –Guiñó su ojo derecho y se mordió los labios mientras yo veía con horror al hombre en cuestión. Estaba de espalda, era delgado, no muy alto, vestía una camisa blanca y un pantalón azul marino.

 

- ¡¡Sophie!! ¡¡Ni siquiera le has visto la cara!!

 

- No vas a hacer mucho con su cara, basta con verle el culo… -De inmediato miré la parte citada, sus nalgas parecían firmes y bien puestas, sobresalían bajo el pantalón con una proporción sorprendente, el conjunto entre su trasero, su estatura y complexión armonizaba con sus movimientos, haciendo que fuera sexy… O tal vez no, tanto hablar de hombres atractivos hace que uno piense cosas raras. No me dejaré afectar por algo como eso, estoy muy seguro de mi mismo y mi elección sexual. Me gustan las mujeres tetonas con pequeña cintura y sonrisa de Barbie, me gusta Sophie. –Vamos tigre, ese es tu tipo, ve y dile que quieres un revolcón con él…

 

- No. Es un extraño. No voy a decirle algo como eso, además está con ese otro y si son pareja y…

 

- Jajajajajaja. No puedes ser más patético. ¡¡Por una vez en la vida amárrate los pantalones y haz algo bien!! ¡¡¿Qué harás?!! ¡¡¿Vas a lloriquear cuando fracases con algo tan simple?!! ¡¡Húndete junto con la patética novela que escribiste y que jamás será publicada porque es tan idiota como tú!!

 

En ese momento descubrí tres cosas, la primera es que las mujeres son unas taradas, la segunda, que Sophie drogada no es nada cool, la tercera que odio la palabra “patética”. De sólo escucharla venía a mi mente el recuerdo de ese sujeto y su discurso acerca del uso y abuso de las figuras literarias. Me llené de valor, apreté el puño deseando estampárselo en la cara a mi burlona diosa manoseada por todos menos por mí. Pero no lo hice, en lugar de eso la empujé y con resolución fui hacia ese sujeto.

 

- ¡¡¿Tienes planes para luego?!! –No sé cómo se me ocurrió preguntarle eso mientras ponía mi mano sobre su hombro para llamar su atención. Él no se volvió para mirarme, pero su compañero levantó las cejas con sorpresa. –Es que no he podido evitar verte, eres un hombre muy interesante y…

 

¿Qué podía suceder? ¡Máximo se enojaría y me daría una paliza, o tal vez se reirá en mi cara! No me importaba, miré de reojo a Sophie que sonriendo parecía muy orgullosa de mí. Maldita mujer, es una de esas pervertidas que me ha impulsado al lado oscuro.

 

- ¿Así que te parezco interesante? –Me miró llevando su mano a la cadera para mirarme de nuevo con esos ojos arrogantes. -¿Así que quieres saber si tengo planes para luego?

 

Era ese señor, el jodido don nadie de la importante editorial, el mismo que durante semanas me había hecho sufrir con los recuerdos sobre el uso y abuso de las figuras literarias.

 

- No señor, yo no quise… -Sophie me miraba boquiabierta y por un momento sólo pensé en una cosa: Huir…

 

Salí corriendo empujando a todo el que se atravesara ante mi paso, luego me detuve preguntándome ¿Por qué huía?, volví la vista y entre la multitud exaltada por el baile y la música estaba él, inmóvil, inmutable, mirándome con esos ojazos brillantes como un par de valiosas gemas. Después se volvió y continuó conversando con el otro tipo, comprendí que no tenía caso correr de alguien que te mira por encima del hombro y molesto salí del bar.

 

Vagué por las calles de la ciudad luz, por los café, y por los centros históricos que abundan en cada rincón, por las plazas y locales comerciales, hay una cosa que deben saber de Paris, casi nunca duerme. Así que vagué hasta cansarme y después decidí que era el momento de volver a casa, fui a la parada del autobús y esperé.

 

- ¿Fumas? –Preguntó un hombre con voz ebria sentándose junto a mí. Le respondí que no sin siquiera verlo. El autobús se acercaba y me puse en pie para abordarlo de inmediato, pues los borrachos solo traen problemas.

 

El borracho también abordó el autobús, que estaba atestado de turistas de varias partes del mundo que vienen a visitar Paris, así que tuve que sostenerme de la barra y sentir el aliento alcoholizado de ese ebrio que musitaba una canción en italiano.

 

No fue extraño, casi toda la gente bien educada de Paris hablan dos o tres idiomas, después sentí que el borracho se recostaba contra mi dejándose caer por el peso de su propia ebriedad. Le di un codazo y lo empujé, pero cinco minutos después otra vez estaba sobre mí. De repente me abrazó y dejó caer su cabeza sobre mi hombro.

 

- No tengo planes para luego, y ¿tu? –Aquello me erizo la piel, miré con exasperación al borracho que no era otro que el señor de las figuras patéticas, ahora ebrio e indefenso dormitando en mi hombro. De nuevo lo empujé provocando que cayera sobre uno de los pasajeros.

 

Él se levantó tambaleando y me miró fijamente, después se inclinó hacia adelante, poniendo su firme trasero en el rostro de un pasajero que usaba en su cabeza un turbante, el hombre sorprendido no sabía qué hacer y aunque manoteaba el “don nadie” no movía las nalgas porque estaba muy ocupado vomitando en el regazo de una monja.

 

Hablando de figuras patéticas... La imagen de ese sujeto cara bonita vomitando todo lo que consumió en la tarde sobre el negro regazo de la monja que en ese momento se olvidó que tenía el hábito puesto para decirle unas cuantas palabrotas en el nombre de Dios hizo que me pusiera verde. Después el me miró, se limpió la boca con la manga de su camisa y le quitó el turbante al hombre aspira traseros, para limpiar con aquellas telas el regazo de la monja que continuaba indignada.

 

- Lo siento madre, ¿Qué decía? –Preguntó con desfachatez apenas manteniéndose en pie después de devolverle el turbante untado de vómito al indignado musulmán.

 

- ¡¿Qué he hecho para merecer esto, Señor mío?! ¡¡Líbrame de la barbarie de estos días oscuros de pecado y purifica a estos impíos en tu buen nombre, para que esta buena tierra se limpie de la maldad e injusticia, oh mi buen Señor…!

 

- Lo que ella quiere decir es que Dios debe venir a limpiar toda la mierda de la faz de la tierra. ¿Ves, este es un buen ejemplo de deprecación? Esa  figura literaria que consiste en usar un montón de frases rebuscadas para suplicar y obtener un fin. ¿Te quedó claro? –Me miró y yo permanecí boquiabierto, borracho y todo estaba ahí dándome cátedra de figuras literarias. Se acercó y después cayó sentado en el suelo y dejo caer la cabeza, tal vez dormitaba.

 

Las personas me miraron. Y vi el odio reflejado en el rostro del musulmán cuyo turbante fue convertido en trapo vomitado, indignación en los ojos de la monja y más de un reproche en la cara de unos turistas orientales. ¿Por qué tenían que desquitarse conmigo? Yo no fui, no hice nada malo.

 

- Oye chico, deberías mantener a tu amigo controlado. –Dijo un hombre cuya piel negra como la noche parecía brillar.

 

- No deberían permitir que los borrachos aborden los autobuses. –Se quejó una mujer anciana de acento alemán.

 

- ¡Escuchen todos, no tengo nada que ver con el borracho! –Respondí mal humorado.

 

- ¡Mon Amour! ¡Ven a darme un beso! –Se levanto de pronto y se abalanzó sobre mí abrazándome.

 

Para ser delgado sus brazos son bastante fuertes, una vez más recostó su cabeza sobre mi hombro.

 

- ¿Así que no tiene nada que ver con el borracho?

 

- ¡Ay, Señor, Sodoma está por doquier! –La monja se persignó.

 

- ¡Por lo visto son muy buenos amiguitos, eh! –El musulmán se puso en pie y apretó el puño dispuesto a darme en la cara.

 

Y así lo hizo, se armó un gran alboroto en el autobús, el conductor tuvo que detenerse para que pudiese bajar antes de ser linchado mientras el don nadie permaneció en segundo plano, el verdadero causante de este lío había quedado en el olvido.

 

Esa noche comenzó todo…

 

** ** ** ** ** ** ** **

 

ANÁFORAS Y OTRAS FIGURAS…

 

Jean Marie Cezanne.

 

Cuando veo mi nombre en la plaquita dorada sobre mi escritorio acompañado de las palabras “Director de Arte Literario” mi pecho se infla de orgullo, pero cuando escucho mi nombre en los labios de Eun-Chan mi corazón late con desesperación.

 

Sin embargo aquella mañana lo que latió fueron las venas en mi cabeza mientras escuchaba su voz al otro lado de la línea, nada nuevo, siempre llama en mal momento para darme malas noticias, así que pacientemente escuché todo, como si fuera un sacerdote que en el confesionarios escucha con morbo los pecados de los creyentes.

 

- ¡Y entonces, regreso a Japón! ¡¿No es maravilloso?! ¡Ahora que mi esposo ha terminado su gira quiere que descansemos en casa una larga temporada! –Como dije antes, casi siempre llama para darme malas noticias.

 

- Ah, sí… Bien… -Respondí escarbando en el cajón en busca de un analgésico, pero todo lo que encontré fue una vieja caja de condones sin estrenar. –Tal vez el pueda descansar en casa una larga temporada, pero en lo que refiere a ti, quiero que le entregues el escrito a Suzette en dos días…

 

- ¿Dos días? ¡¡Suzette dijo que la fecha límite es en una semana!! –Bramó al otro lado de la línea.

 

- Dos días Eun-Chan, no es negociable…

 

- No. No eres mi editor…

 

- Dices eso cuando te conviene… -Hizo una mueca de malestar y se dejó caer en la cama colocando su mano en la frente, respiró profundamente. -¿Te encuentras bien?

 

- No. Me duele la cabeza… Y tus berrinches solo me causan más dolor…

 

- Bah, no ha de ser por trabajo, puesto que tu amas el trabajo, así que debe ser producto de una resaca de tamaño mundial… ¿A qué se debe que el siempre correcto Jean Marie Cezanne se haya ido de juerga la noche anterior?

 

- Fui a hacer vida social con un amigo, ¿sabes? – Antes muerto que sencillo, jamás le daría el placer de decirle que iba a ahogar mis penas en un bar cada vez que sin querer nos encontrábamos.

 

- ¡Genial! ¡¿Y ese amigo es algo más que amigo, o es un amigo con derechos especiales? Ya sabes un amigo íntimo! –Su pregunta hizo que me doliera todavía más la cabeza. Su curiosidad y afán por meterse en las vidas ajenas no cambia con el paso de los años.

 

- No sé… Voy a esperar a ver que dice el destino. –Respondí para cerrar el tema. –Volviendo a lo del escrito…

 

- Ocho días…

 

- Tres…

 

- No. Qué sean cinco…

 

- Esta bien, cinco días. –Respondí sin poderme negar a su pedido, casi siempre cedo en sus caprichos infantiles.

 

- ¡¡Eun-Chaaaaaan!! ¡¡¿Adivina quien se ha bañado el cuerpo en aceite para masajes?!!! –Escuché la voz de su marido y cada una de sus palabras hizo que mi adolorida cabeza se llenara de imágenes sucias. A penas si pude escuchar que él se apresuraba a despedirse para correr a los brazos de su hombre.

 

Dejé el celular para después y me tendí de medio lado sobre la cama, en posición fetal, no quería sentirme triste, pero aceptémoslo, ver como el hombre al que amas se larga con otro a disfrutar de su felicidad no es algo que complazca mucho.

 

De repente escuché el sonido de un móvil a lo lejos, no era precisamente mi teléfono, entonces recordé el morral que traje conmigo la noche anterior. Pertenecía a un provinciano con ínfulas de escritor cuyo trabajo me vi forzado a revisar cuando me informaron que Suzette no había regresado dejando al muchacho esperando por más de tres horas. Alguien tenía que hacerse cargo, así que recibí el escrito y lo revisé. Era un asco.

 

Ser editor y recibir todo tipo de críticas hace que las personas fortalezcan su carácter, sobre los hombros del editor recae que la publicación sea buena, si un editor no hace bien su trabajo terminará poniendo en circulación literatura barata y sin sentido, por tanto el editor se convierte en el primer filtro de calidad. Por eso no dudé en hacerle saber al autor lo que pensaba de su obra.

 

Y él lo malinterpretó todo de una manera que me dejó pasmado.      

 

- ¡¡Ya entendí, no tiene que insultarme!! ¡¡Tal vez para usted sea una mierda, pero para mí significa mucho!!

 

- ¿Cuándo dije que era una mierda?

 

- Lo acaba de decir, no se haga. Dijo que el capitulo 2 estaba lleno de excremento.

 

En este negocio se aprende a lidiar con los caprichos de cada escritor que se cree la reencarnación de Sahkespeare, así que la respuesta de ese muchacho fue una bocanada de aire fresco, tuve que contener la risa mientras le explicaba con ejemplos incluidos el significado de una Execración.

 

El chico tiene una cara bonita, de esas que inspiran inocencia y hubiera sido mucho más atractiva si no fuera por el gesto de gato enfurruñado que puso cuando lo mandé a casa; su estatura llega a la altura de mis hombros, por lo que le calculo 1.60 de estatura, piel blanca, ojos verdes, oscuros y refulgentes como un par de esmeraldas en bruto.

 

Tal vez eso era, una gema en bruto, pude intuir su amor por las letras pero una total falta de tacto para conservar el estilo literario, y mientras le hablé de las figuras patéticas, él se puso enojón y se marchó de manera grosera.

 

- Otro tonto incapaz de soportar que le digan la verdad en la cara. –Dije con un suspiro mientras revisaba el currículo adjunto para descubrir que estaba en lo cierto. ¿Qué hace un estudiante de ingeniería escribiendo sobre vampiros medievales que se despedazan por el amor de una vampiresa tetona? Arrojé el currículo a la basura y continué con mi trabajo.

 

Anoche, por casualidad nos encontramos en un bar, él dijo haberme confundido con otro, pero si pensaba que podía vengarse de mí fastidiándome en el bar, estaba totalmente equivocado. Lo miré con desprecio y él se acobardó, huyó entre la multitud.

 

- ¿Quién es? –Preguntó Alexandré con curiosidad, tal vez con algo de celos al ver que otro andaba preguntando por mis huesos.

 

- Solo es alguien. –Le respondí sin más.

 

- Parecía bastante interesado en ti… ¿Dejarás que se marche?

 

- ¿Te interesa que lo siga?

 

- No. Pero cada vez que te encuentras con Eun-Chan terminas revolcándote con cualquiera.

 

- Con cualquiera, menos contigo… -Alexandré guardó silencio ante mis hirientes palabras, él parecía interesado en mí, pero yo no tenía cabeza para el amor en aquel momento, por eso le mostré mi peor cara.

 

- Ya han pasado 5 años, deberías olvidar a ese hijo de puta…

 

- Vuelves a hablar de él de esa manera y te lleno el mascadero de moretones a punta de puñetazos. –Respondí vaciando en mi boca el contenido de una copa mientras para luego pedir una más e ingerirla con avidez.

 

Una hora después estaba borracho como una cuba y más feliz que una lombriz; besé a Alexandré en la frente como si fuera un padre amoroso y me dispuse a marcharme a casa.

 

- Jean, deja que te lleve a casa. –Me quitó las llaves del coche y me miró con la dulzura de un galán de telenovela. –Estás demasiado ebrio para conducir, así que ven conmigo…

 

- ¿Ir contigo? ¿A dónde? ¿A tu cama?... ¡¡Ni lo sueñes!! –Le dije con total desdén, le miré desafiante y caminé por las calles tambaleando.

 

- Jean, no lo hagas más difícil, te llevaré a casa, es todo…

 

- No conduciré, tomaré el autobús y asunto arreglado. –Lo miré a los ojos y le sonreí con malicia. –Ya lo sabes, con cualquiera, menos contigo…

 

Alexandré se enojó, yo levanté los hombros, poco me importaba, y mientras cantaba una vieja canción fui hacia la parada del autobús.

 

El mal amante de la literatura que no tiene ni idea de lo que es una anáfora, estaba allí, sentado, esperando el autobús, en medio de mi borrachera tuve la genial idea de fastidiarlo un poco más, solo por ver una vez más esa expresión de gato enfurruñado.

 

Me ignora, me hace a un lado, me empuja, me golpea con su codo y entre más me rechaza, más quiero molestarlo. Me dejo caer en su hombro y respondo a la pregunta que me hizo en el bar respecto a mis planes para la noche; entonces me mira consternado y de nuevo me empuja. Me recuerda tanto a los jugueteos que solía tener con Eun-Chan cuando uno de los dos quería y el otro no.

 

Tuve nauseas así que me incliné para vomitar, no me di cuenta que lo hice sobre el regazo de una monja, y como buen niño al caer en la cuenta de mis actos le quité el turbante a un hombre para limpiarla. Después de todo lo libré de ese trapo amarrado en la cabeza que no tiene utilidad alguna.

 

Me divertí escuchando a la monja echar madres y después escuché sus súplicas religiosas, así que miré al muchacho para darle otra lección de literatura. Las figuras literarias son un buen tema de conversación. Después decidí sentarme en el suelo del autobús y dormitar, cuando abrí los ojos escuché que él negaba conocerme y entonces de manera maliciosa le llamé: “Mon Amour”

 

Todo esto para recordar el motivo por el cual llevé a mi casa su morral, porque con mis palabras las personas molestas del autobús, especialmente el del turbante lo obligaron a bajar del autobús y yo tomé el morral para evitar que un chico punk de mirara maliciosa se hiciera con él.

 

Me harté de la quinta sinfonía de Beethoven emitiendo su sonido repetitivo una y otra vez, cuando se tiene resaca el amor al buen arte y la música clásica se pierde por completo. Lo saqué del morral y me dispuse a apagarlo.

 

En la pantalla una mujer de cara bonita, rizos rojos y unas tetas inmensas, sonreía mientras observaba el mensaje que indicaba el cúmulo de 20 llamadas perdidas.

 

- La vampiresa tetona. –Me dije al recordar a la mujer que describía en su historia. A punto de apagarlo el cacharro suena una vez más y perdiendo la paciencia contesto con un “Diga” nada amable.

 

- Eti, lo que hiciste anoche no se hace, marcharte de esa manera nos dejó muy preocupados. –La voz chillona de una mujer incrementó mi dolor de cabeza. -¡¡Pero no llamé para sermonearte, sino para decirte que Mark tiene un plan para que dejes de ser virgen!!

 

La conversación pareció tomar un ritmo interesante, respondí un “Ajá” para que la chica continuara hablando.

 

- Ahora que sabemos que eres gay, no vamos a meterte a Lizzie por los ojos, en lugar de eso arreglaremos todo para que folles con Bastean. – “Ajá” volví a decir para obtener muchos más detalles. Y ella me soltó toda la receta de aquella sopa.

 

El nombre del intento frustrado de escritor es Etienne Flaubert, lo supe cuando llamó a su móvil iracundo para preguntarme el motivo por el cual me apoderé de sus pertenencias.

 

- Mejor conmigo que con un ladrón de aspecto punk. –Le respondí y después quedamos en un lugar cercano a fin de hacer la entrega de su morral lleno de comics de los X-men, libros de ingeniería y un mp4 lleno de buena música. Hasta el momento lo único que posiblemente tendríamos en común.

 

No me equivoqué cuando Etienne sonríe se ve más atractivo que cuando pone cara de gato enfurruñado, el me sonrió y después señaló el reloj.

 

- Llega tarde y no me gusta que me hagan esperar. –Me dijo mirándome a los ojos. Yo levanté mis hombros sin darle importancia a su reclamo, ya estoy mayorcito para escuchar sermones de un chiquillo. Además solo fueron 5 minutos.  

 

- No me hables con ese tono o no habrá helado para ti. –Respondí con sorna mientras revisaba la carta de helados, pedí medio litro de crema helada de vainilla y sin más me dispuse a disfrutar del placer que produce sentir en el paladar el sabor azucarado y cremoso totalmente frío, degustándolo como un niño pequeño mientras él me miraba absorto. - ¿Qué? ¿Nunca has visto a alguien disfrutar de un helado?

 

- Pensé que tenía más clase…

 

- Al diablo con la clase, eso siempre queda a un lado cuando se trata de satisfacer los impulsos de la madre naturaleza, o cuando has visto que alguien cague con clase…

 

- No creo que atiborrarse la boca con helado tenga que ver con las necesidades de la madre naturaleza. –Fueron sus palabras, por cierto su voz en persona es más atractiva que por teléfono. Bufé y continué comiendo helado, suelo recurrir a la ingesta descontrolada de helado de vainilla cuando me siento melancólico, como en aquel día, hablar con Eun-Chan en la mañana me dejó con el estado de ánimo por el suelo. Lo observé, su desordenada cabellera color caramelo contrastaba con esos ojos verdes, y luego fijé mi mirada en sus grandes manos de dedos largos, las uñas bien pulidas, la piel cremosa de sus muñecas me deleitó. Él revisaba sus pertenecías.

 

- Está todo, hasta el tomo inédito de Stan Lee donde Wolverine profesa su amor a Cíclope…

 

- ¡Eso nunca sucedió!

 

- Hay que leer entre líneas… Si así prendes ser escritor…

 

- ¿Estuvo revisando mis cosas?

 

- Ahora cambias de tema para ponerte a la defensiva. Lo hice mientras trataba de ponerle fin al sonsonete que usas como tono de llamada, vuelve loco a cualquiera… Por cierto te llamó Sophie, dijo que debías prepararte porque planean que un tal Bastean te va a desvirgar…

 

- ¡¡Eh!! ¿Sophie dijo eso?... –Se puso pálido y después se apresuró a recoger sus cosas antes de marcharse.

 

- No es tan malo como parece, asegúrate de usar un buen lubricante y…

 

- ¡¡NO SOY GAY!!

 

- Eso dicen todos, pero eso no explica la razón por la que fuiste a ese bar.

 

- Quería complacer a Sophie.

 

- Ah, la señorita que tiene más tetas que cerebro… ¿Y lo que me dijiste?

 

- ¿Qué?... ¡¡Eso también fue para complacer a Sophie!!

 

- Y yo que ya me andaba haciendo ilusiones….

 

- ¿De verdad? –Se sonrojó y bajó la mirada de una manera encantadora.

 

- No. Sólo quería ver la expresión que acabas de poner. Me resulta sexy…

 

- ¡¡No se pase!! ¡¡supongo que todo lo que me acaba de decir es con la firme intención de fastidiarme!!

 

- No, soy sincero. En verdad puedes ser realmente sexy si te lo propones. –Saqué otra cucharada de helado y la metí en mi boca de manera sensual, luego relamí mis labios, quería que él me viera, quería algo más que esa expresión de enojo, o esa mirada de inocencia. –También puedes ser escritor si te lo propones… Tendrás que trabajar duro, pero…

 

- ¿De verdad puedo ser escritor? –Me dijo con emoción regresando a su asiento.

 

- Obviamente tendrás que aprender acerca del uso de las anáforas y otras figuras, pero podrás hacerlo.

 

- ¿Está bromeando, no es así?

 

- Nunca bromeo con esas cosas… Por cierto, también podrías conquistarme si te lo propusieras… -Aproveché su momento de quietud sorpresiva para extender mi mano e introducir la cuchara en su boca. Él se asustó un poco y después retiró el objeto mientras ponía cara de enojo, para entonces instintivamente mis labios ya estaban sobre los suyos degustando el sabor cremoso del helado de vainilla que había quedado ahí.

 

- ¡¡No, no, no!! ¡¡Esto está mal!! ¡¡Somos hombres!!

 

- Hombres gay. –Aclaré.

 

- Ya le expliqué que eso lo hice para agradarle a Sophie.

 

- Y yo lo hice para satisfacer los impulsos de la madre naturaleza, pero eso no viene al caso… Lo que cuenta es el rubor de las mejillas que te ha delatado… ¿Te gusto el beso, no es cierto? –Apoyé las manos en la mesa y me incliné acercando mi rostro al suyo mientras preguntaba, él estaba temblando, como una hojita que ha caído de un arbusto y yo estaba excitado ante su confusión. Tomé su mentón entre mis manos y de nuevo lo besé. –Ahora somos novios…

 

- ¿Qué le hace pensar que me voy a ennoviar con alguien como usted? –Protestó con enojo.

 

- Te mueres de las ganas… -Mi mano acarició su rostro y él se tensó, asustado, le sonreí para apaciguarlo un poco. –Hablo de las ganas por ser mi novio, no imagines cosas raras. Soy conservador, no me meto en la cama de cualquiera…

 

- Me lo está diciendo un tipo que me ha besado sin siquiera conocerme... –Él me miró con enojo, sus ojos de verde brillante refulgieron con las luces que llegaban por todas partes, se mordió los labios con algo de nerviosismo y me cautivó por completo al punto de despertar mi libido medio dormida. –No confío en usted… No quiero ser su novio, porque no me gustan los hombres y no tengo ganas siquiera de intentarlo.

 

Él se dispuso a marcharse, pero se quedó paralizado cuando vio a la muchacha que llegaba al lugar, la de las tetas gigantes estaba ahí, tomada de la mano de un chico de aspecto machote, pero poco atractivo, y tras ellos otro tipo, uno bastante alto y musculoso; intuí de inmediato que ese debía ser Bastean. Me olvidé del helado y llamé al mesero para que trajera la cuenta, después escuché el sonido metálico de los cubiertos cayendo al suelo y mi atención se desplazó a la mesa contigua, donde los cuatro se habían sentado.

 

Etienne se levantó furioso, puede parecer un cervatillo indefenso, pero cuando le hacen enojar es una fiera, así que no me extrañó verle discutir con sus amigos para luego intentar salir mientras Bastean lo seguía y lo tomaba de la cintura obligándole a regresar.

 

- No, así no quiero… -Sus palabras llegaron a mí y pronto recordé los planes que el grupo tenía para su virginidad. Etienne, pataleó y de nuevo quiso alejarse de esos chicos, resbaló y cayó sobre una banana Split, su linda carita se cubrió de helado y Bastean se carcajeó para luego caerle encima e intentar besarlo a la mala. –No. Así no quiero…

 

- ¡¡Etienne!! –Le llamé poniendo fin a los jugueteos inmaduros del grupo. Sacando de mi bolsillo un pañuelo para que se limpiara el rostro. –Vamos, se hace tarde…

 

- ¿Quién es? –Preguntó la pechugona con curiosidad.

 

- Un madurito ardiente. –Respondió Bastean mirándome con ojos devoradores. –Así que a Etienne le gusta jugar en las grandes ligas… ¿Lo tenías bien guardadito no?

 

- Ya no fastidien. –Respondió con enojo. -¿Y qué si es mi novio? ¡Eso es problema mío! –Pasó de la chica que trató de abrazarlo y mirándome me tomó de la mano. –Vamos cielito…

 

- Vuelves a llamarme cielito y te llenaré el mascadero a punta de puños. –Le pellizqué en el brazo y él me respondió con un codazo.

 

- No voy a volver a llamarte cielito, porque no pienso volver a verte.

 

- Y yo que pensé que cuando dijiste que era tu novio estabas hablando en serio. No me agrada que jueguen así con mis sentimientos. –Volví a pellizcarle el brazo y el volvió a responderme con otro codazo.

 

- Y yo pensaba que si un psicópata te destripara se llevaría una sorpresa al descubrir que no tienes corazón.

 

- ¡¡Oye!! ¡¡Si tengo!! –Le tomé la mano y la puse en mi pecho. -¿Sientes como late por qué estás cerca de mi?

 

- Eso que acabas de decir es más cursi que todos los protagonistas de mi novela juntos.

 

- Ya reconoces que son cursis, estamos progresando. Ahora hablemos de Anáforas, por ejemplo; mi boca en tu boca devorándola hambrienta. –Lo acorralé contra una pared y lo miré a los ojos. –Mi boca saciando su sed con tu boca, mi boca enterrada en los placeres infinitos de tu boca y... –Lo besé apasionadamente una vez más y el sonrió.

 

- Creo que comienzo a entender esto de las anáforas…

 

Lo tomé de la mano y fuimos a caminar por las calles de Paris, por Campos Elíseos y la torre Eiffel, fuimos a Notre Dame y al Louvre. Conversé mucho con Etienne y descubrí que teníamos mucho en común, y por último pactamos con un apasionado beso el comienzo de nuestra relación.

 

Etienne inyectó en mis venas una inyección de nuevas esperanzas y el dolor por la el abandono de Eun-Chan se apaciguó completamente, ahora podía escuchar su voz sin sentir melancolía, eso redujo considerablemente mi ingesta de helado.

 

- Aquí está. –Suzette arrojó un escrito en mi mesa de trabajo. –Es una historia de amor entre un hombre maduro y descarado a más no poder llamado Jean y un jovencito universitario y soñador que estudia a escondidas literatura mientras termina sus estudios de ingeniería. –La descripción me pareció tan familiar que de inmediato miré el borrador: “Literatura para dummies”; por Etienne Flaubert. Suspiré tratando de recuperar el aliento. Algo en mi interior me decía que eso no estaba nada bien. –Por supuesto hay cosas que el autor debe pulir, es tan joven… Pero lo que más me preocupa es que siendo una novela de tipo homoérotico no tiene ni una sola escena de sexo. Hablé con el escritor pero se negó a hablar al respecto…

 

Ya decía que algo no iba bien, es obvio que Etienne no escriba de sexo puesto que no lo hemos practicado juntos; lo comprendí en cuanto terminé de leer el borrador, ameno y divertido, demasiado íntimo, narraba cada aspecto de nuestra relación de principio a fin, me sentí desnudo, así que aquella noche fui a buscarlo.

 

- ¿Qué es esto?

 

- Una novela que escribí hace tres días, comenzó como un ensayo escolar y gustó tanto que decidí ampliar el relato… Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia. –Me sonrió coqueto y luego me besó, llevaba toda la semana actuando con más soltura, dejándose llevar y eso me volvía loco. –Por cierto, ¿no crees que estoy listo?

 

- No. Le pediré a Suzette que se olvide de este asunto, tienes mucho que madurar en ese escrito, ya sabes, las anáforas, como las metáforas deben manejarse con mucho cuidado.

 

- ¡¡Jean Marie Cezanne!! –Su nombre en sus labios me hizo estremecer. –Claro que la novela puede esperar, yo hablaba de otra cosa… -Se sonrojó y se mordió los labios con nerviosismo. –Yo pedí tiempo y me lo has dado, pero ya no puedo esperar más y…

 

Me acerqué a él y lo besé con loca pasión.

 

Nuestras ropas dejaron un caminillo por toda su habitación, nuestros cuerpos desnudos se comieron a besos y se hicieron uno solo; me gustan los hombres apasionados y Etienne es un volcán en llamas que incendio mi cuerpo. Mis muslos se abrieron lo suficiente para disfrutar de sus embestidas apasionadas. Jadeé durante nuestro prolongado encuentro disfrutando de sus caricias y besos, endureciéndome cuando observaba el ondular de su vientre para darle mayor movimiento a su pelvis y a su miembro completamente dentro de mí. Y después me sentí bañando por el rocío de nuestra entrega apasionada.

 

- Jean Marie Cezanne, acabas de darme una valiosa lección de onomatopeyas…

 

- Sí, pero que quede entre nosotros, no quiero que el mundo se entere de los sonidos que emito cuando hacemos el amor.

 

- ¿No?... ¿Entonces cómo voy a practicar?...

Notas finales:

Gracias totales!!!


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