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Nuestros besos por Ruka Hatake

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Notas del fanfic:

Contiene Spoiler sobre el manga y anime

 

NUESTROS BESOS

 

RUKA HATAKE

 

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La primera vez que se atrevió a besarle fue mientras trataba de consolarlo tras la dura partida de Sasuke, su alumno consentido del cual se culpaba por no poder detenerle ni como maestro, ni como amigo. Fue un beso fugas, apenas perceptible al tacto de sus labios, sin embargo, dentro de él significo el sello innegable de su ansioso amor por florecer.

 

 

No pudo evitar tratar por todos los medios posibles a su alcance hacerse más cercano al peli plata desde ese momento.

 

 

Y lo consiguió hacerse de su amistad, de su cariño.

 

 

Iruka dejaba que Kakashi robara su aire mientras se dejaba abrazar, dejaba que aquel hombre traspasara su espacio personal mientras trataba con todas sus fuerzas de mentirse diciéndose que eso no era “ese tipo de amor”.

 

 

 

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-Ne Iruka sensei, cena en tu casa hoy.-

 

 

-¿Acaso es una orden?- pregunto con el ceño fruncido sin quitar su primordial atención a los documentos que le acababan de entregar.

 

 

-No, solo una sugerencia.- le contestó con más ánimo.

 

 

-Pues a mí no me lo pareció, no sé porque se toma la molestia cuando va y viene de mi casa a sus anchas.-

 

 

- Ne, ne, Iruka chan, si lo dices de esa forma no te quejes conmigo después de como ellos te miren.-

 

 

-¿Qué?- levanto la vista para encontrarse con una bola de humo donde estaba Kakashi y los ojos penetrantes de algunos ninjas curiosos que habían ido a dejar sus informes.

 

 

Frunció más su ceño, conocía a varios y sus dotes de chismosos. No estaba de humor.

 

 

-Recuerden quien hace el papeleo para que cobren su salario.- sentencio volviendo a lo suyo.

 

 

Horas más tarde cansado, con un terrible dolor no solo de cabeza sino de espalda llego a su casa dispuesto a tirarse en su cama y no saber del mundo hasta el siguiente día cuando tuviera que ir a impartir sus clases.

 

 

No se sorprendió cuando encontró la luz prendida y al peli plata sentado cómodamente en su sala.

 

 

-Yo Iruka sensei.- Le saludo de inmediato.

 

 

-Hay ramen en la alacena.- le dijo con tono cansado pasando de largo a su habitación.

 

 

Ni siquiera se molestó en prender la luz o quitarse prenda alguna, solo se limitó a tirarse sobre la cama y cerrar los ojos. Apenas unos segundos después la puerta se abrió un poco más para ser cerrada casi de inmediato dejando la habitación en total oscuridad.

 

 

Al sentir un peso extra en su cama se alarmó.

 

 

-Relájate.- dijo Kakashi llevando sus manos hacia los hombros del castaño

 

 

-¿Qué crees que haces?-

 

 

-Solo un pequeño servicio.-

 

 

-¿Qué?- trató de incorporarse o al menos voltearse, pero Kakashi hizo un poco de más presión.

 

 

-Vamos sensei. Deja al menos haga algo con estos tensos hombros.-

 

 

Su cara parecía un farol al escuchar la grave voz del peli plata a unos centímetros de su oído, sintiendo el aliento cálido azotarle como una despiadada tormenta, mientras sentía como estaba sentado a horcadas sobre de él. No le contestó, no por el cansancio o que no tuviera nada que decir, si no lo hizo fue porque no quería que su voz le delatara.

 

 

Kakashi masajeo con calma y cuidado los hombros, cuello, y espalda hasta bajar a las piernas de Iruka que rápidamente sujeto una de las manos de Kakashi impidiéndole seguir.

 

 

-Es suficiente, por... favor. Necesito dormir.- sintió su voz había salido ligeramente entre cortada y algunos decibeles más baja.

 

Obtuvo como contestación los brazos del peli plata rodeándole, acomodándolo dentro de su cuerpo.

 

 

-Buenas noches entonces Iruka sensei.-

 

 

El segundo beso que le dio había sido un roce también, pero esta vez dejó sus labios unos pocos segundos más, lo suficiente para cerciorarse de que no fuera un sueño en medio de tanta oscuridad, de tan frio silencio y tan tristes recuerdos.

 

 

 

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Kakashi no solo se limitaba a leer el Icha Icha en público, a decir verdad, lo increíble era que leyera aquello cuando él tenía más experiencia de lo que ahí pudiera encontrar. Al menos a esa conclusión había llegado Iruka después de dos años de convivir tan cerca de él y de “conocer” a sus amantes pasajeros, los cuales no importaba el género, sino... bueno el que le atraía de tan dispares personas aún no podía descubrirlo y simplemente no podía siquiera el plantearse preguntárselo.

 

 

Eso sería como preguntarle que necesitaba para ser él quien ocupara ese lugar.

 

 

Iruka suspiro con nostalgia terminando de leer una nueva carta de Naruto donde le contaba con algunos detalles sus días de entrenamiento al lado del viejo sannin. Arrugo su entrecejo sintiendo un pequeño resquemor en su interior de celos, al percatarse en muchas de las líneas de aquella carta de la admiración y cariño que le profesa al hombre. Lo frunció más al darse cuenta de que se sentía desplazado dentro de la vida del joven y más aún de sentir aquello, como adulto, maestro y amigo del chico su deber era apoyarle y sentirse feliz de que las personas se abrían a él y él a ellas.

 

 

Ya no habría cabida a la soledad.

 

 

Sin embargo, pese a que sabía lo mezquino de sus sentimientos, no pudo evitar añorar los días en que era casi el centro del universo del rubio. Porque él también se sentía solo, él también estaba solo. Esa tarde lloro con las puertas cerradas al mundo, sosteniendo dos fotos entre sus dedos, una donde estaba con sus padres, otra donde estaba con el equipo 7.

 

 

Se sintió pequeño y defectuoso, porque todos los que aparecían en esas dos fotos se habían esforzado o se seguían esforzando por las personas que amaban, día a día. Pero él estaba tan aterrado de que lo fuera a rechazar cuando le dijera sus sentimientos que no había hecho otra cosa que escapar de ese sentimiento, cada día robándole un poco más de su aire.

 

 

El tercer beso que le dio entonces fue a su imagen tras un frio vidrio. Ese beso fue de agua salada debido a sus lágrimas, quizás el más vacío y el que decía todo lo que sentía, ese besó duro lo que la luna en el cielo ilumino la noche.

 

 

 

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Apenas unas horas de la llegada de Naruto a la aldea y ya su mundo se había trastocado. Pues conocía las intenciones del rubio y de Sakura, era obvio que Kakashi los apoyaría, se alejarían de la aldea en busca de Sasuke. Tuvo miedo de eso, de lo mucho que pudiera afectarles a los tres no lograrlo, lastimarse más allá de lo físico, una herida más que no pudiera sanar.

 

 

-ahh, de verdad odio cuando haces eso sensei.- le reprocho Kakashi jalando una de sus mejillas

 

 

-Pero, ¿¡qué?!- se quejó al sentir como su piel era estirada tan dementemente

 

 

-Esta es la única manera efectiva de que me vuelvas a prestar atención.- le dijo con tono aparentemente ofendido.- Yo que me desvió de mi camino para contarte como Naruto y Sakura me han quitado los cascabeles y tú ahí pensando en quien sabe que.-

 

 

Iruka bajo la cabeza con pesadumbre mientras se sobaba el cachete.

 

 

-Deja de preocuparte. Si siendo unos pequeños críos lograron sobreponerse ahora imagínate de lo que serán capaces.- le dijo tratando de consolarle pensando en que le estaba molestando

 

 

-Mentiroso, a ellos, y ti aún les duele la herida que Sasuke les provoco al marcharse, al abandonarles.-

 

 

-Solo se ha perdido en el camino de la vida, cuando regrese...-

 

-Sera mejor que dejemos este tema por la paz. Imagino que si has pasado por mí no es simplemente para chismorrear.- tomó sus cosas levantándose de su asiento.- hoy no habrá mucho para cenar, no he tenido tiempo de hacer las compras.- le sentenció

 

 

-maaa, maaa. No tienes por qué ser tan frio con migo sensei.-

 

 

Iruka decidió ignórale e iniciar el trayecto a casa

 

 

-Sé que a ti también te duele, después de todo fue tu alumno.-

 

 

Había tomado la muñeca de Iruka para detener sus pasos. Odiaba aquellos días donde el moreno parecía perder toda motivación y se distanciaba de todo y de todos de su alrededor. Odiaba que aquellos ojos tan cautivadoramente brillantes se volvieran vacíos.

 

 

Los dedos morenos de Iruka viajaron como en un leve embrujo hacia la cara del peli plata delineando sus facciones por encima de la máscara. Kakashi cerró su ojo sin siquiera ser consiente dejándose llevar por los suaves roses de los dedos del otro.

 

 

Iruka deseo que fueran entonces sus labios los que rozaran esa piel tan blanca, que fuera su corazón el que rozara su alma. El encantamiento termino cuando la bandana y la línea de una vieja cicatriz le detuvieron como paredes de concreto, así que retiro su mano sintiéndola fría sin el contacto de la otra piel, sus ojos claros se desviaron cuando el ojo de Kakashi se abrió para mirarlo.

 

 

-Lo lamento, no debería portarme así. Vamos a...- ... - vamos a comer hasta hartarnos.-

 

 

Ese cuarto beso lo deposito en las yemas de sus dedos.

 

 

En ese beso indirecto del rose de sus dedos sobre la otra piel se ahogó en el calor de sus propios sentimientos, del amor que tenía miedo de abrazar y de los recuerdos que sus dedos tocaron. Ese beso fue una herida profunda que no sano con sus falsas sonrisas, fue el recuerdo de saber que no era el quien le sostenía.

 

 

 

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Kakashi le protegió.

 

 

Kakashi murió.

 

 

Durante la pelea contra Pain, le había perdido a él y a todos sus amigos. Se sintió impotente mientras veía como Naruto luchaba contra aquella terrible amenaza, abrigó odio hacía su propia debilidad, ante su inutilidad.

 

 

Un último regalo de Pain, un milagro para él.

 

Todos volvieron a la vida, una terrible batalla que solo había cobrado una vida, la de quien se había presentado como el villano. Ironías de la vida. Ahí se dio cuenta de muchas cosas que ya sabía pero se negaba aceptar.

 

 

...

 

 

-Pensé me estabas evitando sensei.- le dijo Kakashi al instante que sintió su presencia

 

 

-Como posible futuro kage, creí que lo mejor era presentarme pronto.-

 

 

Una mueca de molestia surco el rostro del peli plata

 

 

-Así que si no fuera por ello, seguirías dándome la vuelta.- frunció más el ceño al no recibir respuesta.- Ya creo porque dicen que uno nunca llega a conocer a las personas.-

 

 

-Kakashi...-

 

 

-Pierdes tu tiempo sensei, Tsunade ya está despierta.- le interrumpió dispuesto a irse.

 

 

-Lo sé, acabo de hablar con Shizune.-

 

 

Se hizo un silencio pesado.

 

 

Iruka avanzó dubitativo hacia Kakashi que no movió un solo musculo, ni siquiera cuando la mano del moreno subió hasta su cara para bajar la tela que le cubría como su segunda piel. Para Iruka ese era su quinto beso, para Kakashi era apenas el segundo.

Ese beso inicio tímido y lento.

 

 

-Estoy enamorado de ti.- le dijo apartando lo suficiente sus labios pero no el contacto.- he estado enamorado de ti por años...- su voz sonó triste.- No quiero volver a dejarte así, no quiero que te lastimen por proteger a alguien tan débil como yo.-

 

 

Se alejó lo suficientemente lejos del peli plata que no podía creer lo que escuchaba, su voz sonaba tímida, pero totalmente segura. Sintió un calor recorrerle por completo todo el cuerpo y como dándose cuenta de algo llevo sus dedos hacia sus labios, sintiendo la tela en su lugar.

Iruka cerró sus ojos mientras le regalaba una enorme sonrisa.

 

 

-Gracias por salvarme, espero no ponerte en una situación similar otra vez. A decir verdad me encuentro bastante avergonzado como shinobi- bajo su vista.- la guerra se avecina, así que cuídate y suerte Kakashi san.-

 

 

-Espera, yo... esto, yo.-

 

 

-No esperaba nada al decirte eso Kakashi san, solo era algo que tenía que decir. No pienses innecesariamente en ello, solo soy yo siendo egoísta una vez más.-...- Cuando todo termine te invitare una gran cena.-

 

 

Ese beso fue el fin de su más grande miedo.

 

 

Ese beso donde se entrego fue quizás como el primero, porque en ese beso descubrió que amaba a esa persona, que deseaba ser su igual, que añoraba poder dormitar dentro de ese cuerpo perfecto. Ese beso fue su sueño hecho realidad algo que atesoraría incluso en los dolorosos días que se venían sobre ellos.

 

 

Iruka alejo un gran peso de sus hombros, dejo que su alma descansara de tantos miedos. Porque era difícil amar, tan difícil como el hecho de respirar, un mecanismo que aparentemente era tan simple y natural pero que a decir verdad era completamente complejo y de vital importancia.

 

 

No sabía que sucedería dentro de unas horas, días o meses después, tal vez muriera durante la gran cuarta guerra, o quizás lograra sobrevivir. No negaba el hecho de que Kakashi también pudiera morir. Así como tampoco el que ambos pudieran sobrevivir y simplemente se alejaran como las nubes con el viento.

 

 

Pero tampoco se seguiría negando al hecho de un próximo beso, de un abrazo de más que amigos. De una vida donde ambos pudieran caminar lado a lado, contando sus penas y llenando sus risas.


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