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Irresistible por starsdust

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Notas del capitulo:

Aquí la introducción, Saint Seiya LC es propiedad de Masami Kurumada y Shiori Teshirogi :3

 

Perdida en lo más profundo del bosque se encontraba una antigua construcción devorada por la vegetación. Su rancia magnificencia estaba escondida bajo las densas capas de verdura que habían tomado posesión de ella, al punto de que en el pasado algún explorador había tenido la entrada justo frente a sus ojos y aún así no lo había notado.

El bosque tenía mala reputación. Los habitantes de las aldeas cercanas no se atrevían a entrar en él. Decían que se tragaba a los niños. Contaban también las leyendas que los animales domésticos que se perdían allí nunca volvían a ser los mismos, en el caso de que encontraran la salida.

El Cid de Capricornio escuchó estas historias en una posada apostada junto al camino que lo llevaba de regreso al santuario, luego de una misión. Prestó atención a la descripción que hacían los aldeanos de aquel lugar tenebroso, aunque se mantuvo al margen de la conversación, de espaldas a los participantes, fingiendo estar ocupado en sus propios asuntos. Algo le hacía sospechar que los temores de los aldeanos no derivaban de simples supersticiones. Miró por la ventana hacia afuera, donde podía distinguirse entre las sombras de la noche la silueta de los árboles, y se bebió el último trago del vaso que tenía entre las manos.

Al día siguiente, El Cid dio el primer paso dentro de la zona prohibida, apenas se asomó el sol. Cabía la posibilidad de que hubiera una estrella maligna ocultándose allí, pero una vez adentro, lo primero que le llamó la atención fue la frondosidad de la flora. No había senderos marcados en el suelo, el territorio parecía ser virgen.

Por eso, cuando escuchó una risa a sus espaldas se puso inmediatamente en guardia. Vio por el rabillo del ojo la sombra de una figura moviéndose entre los arbustos y la siguió, preparando su filo para el ataque en el caso de que fuera necesario, hasta que se encontró frente a un muro de enredaderas que obstruía el camino. Cortó a través del follaje, movido por una certeza, y ante él quedó al descubierto la entrada de un templo abandonado.

Los rayos de luz de la mañana se colaron entre las columnas, perezosos, y avanzaron hacia el interior entibiando el suelo de piedra. Luego de hacer una rápida inspección, El Cid se dirigió hacia el centro de la sala principal, donde se levantaba lo que parecía ser una especie de altar. Con un rápido movimiento, dejó parcialmente al descubierto lo que se ocultaba debajo de las plantas que lo recubrían. Era la estatua de un extraño ídolo de proporciones deformes. La figura le resultaba familiar, pero no tuvo tiempo de estudiarla por demasiado tiempo. La risa volvió a escucharse, y al darse la vuelta El Cid se encontró frente a frente con un sátiro, una criatura mitad cabra y mitad hombre.

Estaba encorvado y sonreía, mostrando sus dientes sucios. Los cuernos que adornaban su cabeza se veían gastados, al igual que las pezuñas de sus patas. Tenía una barba blanca y larga, y la piel arrugada como un pergamino. Avanzó hacia El Cid con una rapidez inesperada, descolocándolo por un momento. Su apariencia avejentada no se correspondía con el nivel de su fuerza.

El Cid debió adaptarse con presteza a la situación para repeler el ataque. El sátiro retrocedió al percibir el cambio en el aura de combate que rodeaba a su oponente, y al sentirse superado huyó hacia el bosque. El Cid fue tras él, pero lo perdió de vista poco después, y al darse la vuelta tampoco pudo hallar el camino de vuelta al antiguo templo, que parecía haberse esfumado.

Aunque los sátiros no fueran generalmente criaturas extremadamente peligrosas, tenía un mal presentimiento sobre este en particular. Lo que le hizo desistir de su búsqueda fue una sensación extraña de urgencia que lo incomodó. Llegó de la nada, asaltándolo de repente como una punzada. Tenía que ver con Sísifo. No era capaz de identificar de qué se trataba, solamente sabía que tenía que volver al santuario de inmediato. Era demasiado fuerte como para ser ignorada. Algo estaba mal, y se trataba de un asunto que no podía esperar.

Dejó atrás el bosque y se puso en marcha. El sol estaba alto en el cielo cuando las Doce Casas aparecieron en el horizonte. Durante el viaje no había logrado desprenderse del nerviosismo que lo carcomía, por más que había hecho su mejor esfuerzo por controlarlo. Le molestaba no poder entender de dónde provenía, pero se trataba de algo que podía sentir en cada parte de su cuerpo.

Cuando Sísifo salió a su encuentro poco después de que llegara al fin el templo de Sagitario, El Cid se sintió tan aliviado como desconcertado. No parecía haber nada fuera de lo común en su compañero, como había llegado a creer que sugería su inusual ansiedad de ir a verlo. Una parte de él se sintió burlada, pero Sísifo, que no tenía idea de lo que estaba pasando por la mente del otro, lo recibió con su acostumbrada sonrisa amigable.

-¡El Cid! No esperaba que volvieras tan pronto -dijo mientras se acercaba a su amigo, entrecerrando sus ojos claros para evitar que el sol del mediodía le diera de lleno. Su piel estaba ligeramente tostada por el sol, y contrastaba con el tono rubio de su cabello, que se acentuaba durante el verano.

El período estival solía otorgarle un resplandor especial a Sísifo, pero pocas veces El Cid lo había visto brillar como aquel día. Al tenerlo frente a sí tuvo la seguridad de que realmente no ocurría nada malo con él. Al contrario, se veía más esplendoroso que nunca. Confundido, estiró el brazo con la intención apartar un poco al arquero, pero al entrar en contacto con él, algo en su interior se salió de lugar. No pudo apartar la mano, ni pudo mirar hacia otra parte, ni pensar en otra cosa que no fuera él.

Empujó a Sísifo hacia las sombras del interior del templo sin mediar palabra, y una vez allí su boca buscó la de él, que no se resistió pero dejó escapar un gemido de asombro. El mismo español estaba sorprendido por sus acciones, pero no podía detenerlas. Su mayor temor se había vuelto realidad. Estaba siendo controlado por sus propios deseos.

Continúa xD

 

Notas finales:

 

Sé que este fic no generará mucho interés, pero bueno.  Y sé que empieza raro, pero hay una razón detrás d cada cosa que pasa xD

Tampoco sé si lo continuaré... dependerá de mi motivación. Está relacionado con otra historia que hice, Zona Prohibida. En ese caso también tenía mis dudas sobre si seguir o no, pero lo terminé. Esto sería como una precuela de ese fic. 

Leyendo ese fic se puede tener una cierta idea de algo que ayude a saber de qué trata este... Pero la premisa de este es otra. Así que ese otro fic no sirve mucho para intentar adivinar lo que va a pasar en este, porque lo que pasará es totalmente diferente. Definitivamente NO será lo mismo.

Con respecto a los participantes, los planeados (en el caso de que siga adelante) serían: El Cid, Sísifo, Dégel, Kardia, Aspros... y un par de dorados más, que no tengo decididos del todo... estoy considerando posibilidades :P Y no sería muy largo, en realidad. Zona Prohibida tampoco lo fue. O quizás haga capítulos cortos. Pero veré si lo sigo o no. Tengo el final planeado (no puedo empezar algo si no sé el final xD) y todo lo que pasa tiene una razón de ser.

Sé que no es un comienzo super interesante tampoco, pero gracias por leer si llegaron hasta acá~

 


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