_Nii san, ¿Cuánto falta?-repitió por enésima vez un adolescente pelinegro que apoyaba el brazo en el marco de la ventana de aquel cómodo y lujoso vagón -Gghhghh… dijiste que llegaríamos hace media hora.
_Creí que estarías estudiando para tus exámenes-dijo a su vez el joven tan parecido a él, aunque con el cabello más largo, que estaba sentado junto a él- además creo que ya hemos llegado.
Le tomo de la mano y bajaron juntos a la estación; donde les esperaba una diligencia, que les conduciría hacia el castillo de aspecto antiguo y sutilmente misterioso que se alzaba en una colina cercana.
Itachi Uchiha, quien con su hermano menor Sasuke se encaminaba a aquellos campos donde volaba la brisa con su dulce olor a heno y polen, venía a ver la última de las numerosas construcciones que le habían legado sus padres, tras su terrible muerte ya hacia un mes atrás. Sabía perfectamente que el secreto de la masacre de su clan no escaparía de sus labios, ni de los de su pequeño hermano, quien tras participar del secreto se había convertido además en su amante, jamás le traicionaría. Ambos habían compartido desde siempre el desprecio hacia las corruptas prácticas de los supuestos honorables policías de Konoha, su ciudad natal.
Su blanca mano se encontraba acariciando la tibia cabeza de su hermano que se hallaba recostado en su regazo, cuando llegaron, a pesar de haber ordenado al cochero ir lo más lento posible.
Pasaron al interior del castillo, donde les recibió un hombrecillo de voz chillona y antifaz naranja. No pregunto por aquel accesorio, más que nada porque en la mayoría de las propiedades de su familia, había encontrado que los guardianes o cuidadores de estas eran cuando menos un bicho raro, y el peor, un loco obsesionado por el dinero junto con un fanático religioso que les pedía donar sangre o algo parecido, pues en realidad no había permanecido mucho tiempo en aquel lugar.
A pesar de sus aprehensiones, Tobi, su anfitrión, cumplió cabalmente su misión, por lo que decidió quedarse a dormir y no ir al pueblo, que además quedaba a casi milla y media de su ubicación. Sasuke lo acogió todo con un semblante serio y frio que era como actuaban ambos en general cuando no estaban a solas (y encima de una cama o algún sustituto).
Tobi tuvo entonces la idea de hacerles un recorrido por el castillo y su familiar historia, pues realmente había sido construida y utilizada por varias generaciones de Uchiha, algunos de ellos conocidos por ellos.
Al llegar a la ultima habitación, supo perfectamente a quien habría pertenecido, parecía que Tobi había dejado como broche de oro la historia de la vida del más valiente, poderoso y repudiado de todos los suyos, Madara Uchiha. Se detuvo en la puerta junto a su hermano, y a pesar de su propósito de permanecer mirando solo la cara de Sasuke mientras su anfitrión hablaba, tuvo que girarla para percibir el aspecto de aquella habitación. Sin duda Tobi había elegido un buen final.
La pared opuesta a la puerta albergaba una enorme ventana, con las pesadas persianas recogidas, y las sutiles cortinas ondeando, recibiendo y dejando pasar una luz dorada (a pesar de que sabía bien que hacía bastante habíase escondido el sol) que bañaba la habitación. Un fuerte y embriagante olor a fresas impregnaba el lugar, desde la enorme cama con dosel que se encontraba a la derecha, hasta el realista retrato que ocupaba la pared opuesta, un retrato que mostraba la mirada apasionada y casi frenética del apuesto hombre que tenía sus mismos ojos carmesí, y de hecho , era extremadamente parecido a si mismo. Sintió el apretón de la mano de su hermano a l tiempo de poder escuchar las últimas palabras del de la máscara naranja, quien le miraba con reproche por no haberle prestado la debida atención.
_``…Tras perder toda su influencia y poder en la guerra civil de Konoha, Madara se refugió en este castillo con lo que más preciaba. Los habitantes del pueblo no supieron más de él, pero por la evidencia se cree que tras una apasionada noche con su hermano Izuna, lo mató y se suicidó, aunque nunca se pudo determinar la causa de su muerte, ni donde dejo los ojos de su hermano.´´
Tras terminar la última parte con una inflexión de voz extraña y a la vez complaciente, paso a mostrarles sus habitaciones.
_Itachi…-comenzó cuando llegaron a ellas a decir su hermano con la voz ligeramente menos firme de lo común.
_No me digas que te asusto la historia- dijo con voz algo burlona-creí que ya te la habían contado. Ahora no te preocupes por eso y ve a tu cama que deberíamos guardar las apariencias, a menos que tú quieras….
_No, iré a dormir creo.
Al oír la nerviosa y brusca respuesta de su hermanito, decidió descansar también y darle un respiro a su delicado y delicioso cuerpo. Ciertamente también le había perturbado oír aquella vieja historia después de tanto tiempo y justo en esas circunstancias, pero en realidad no le preocupaba mucho eso en realidad, pues después de haber obtenido todo lo que quería; riqueza, honor y amor, pensaba mas en el futuro, tal vez abandonar para siempre Konoha y comenzar una nueva vida en algún lugar donde pudieran vivir tranquilos y, tal vez, adoptar… bueno sus planes eran solo planes. Con esos pensamientos quedo dormido en un sueño tranquilo y pesado.
Al despertar, relajado, decidido a llevar a cabo sus planes y sintiendo el cuerpo de su hermano junto a si(sonrió al pensar esto, contento de saber que la necesidad que sentía de su hermano se veía reflejada también en este), sus sentidos reaccionaron, en su nariz sintió el fuerte y embriagante olor a fresas mientras miraba frente a si …¿un retrato?¿un espejo? El no podía decirlo, ni tampoco su hermano, quien observaba inmóvil y frio desde sus cuencas vacías.