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Painting Dreams por hana midori

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Notas del capitulo:

Chan!!!! chan,chan!!! (?)

Jajajajaja pues bueno, luego de un largooooo rato sin actualizar esta historia por fin tengo el siguiente capitulo ^^

En este por fin se va  a ver un avance chido (?) o demasiado brusco, como quieran verlo xD.

Tuve que pensar muy bien que es lo que iba a poner porque si metia la pata se friega toda la historia. Cuando la termine sabran a que me referia ^^

Bueno, no hablo mas y espero que disfruten este capitulo!!!

P.S Errores de ortografia y de redaccion los lamento mucho, ya saben que no soy muy buena en ninguna de las dos >.<

No pudo asimilar la declaración que le había hecho su tía. ¿Ella estaba embarazada? No, no era posible… bueno, si, si lo era, pero eso implicaba que su padre había dejado de tomar el matrimonio con Angelina como una manera de que él no viviera una infancia sin una figura materna. O al menos eso era lo que él siempre creyó, ya que unos meses después de la muerte de Rachel su padre le anuncio su compromiso con su tía.

Escucho la voz de la pelirroja diciendo algo, mas él no entendía las palabras pues estaba demasiado metido dentro de esas cavilaciones como para prestarle atención a la sonriente mujer que le anunciaba las “nuevas buenas”.

Tal vez en un principio fue así—y estaba seguro de que si—pero ahora el hecho de que su padre haya dejado de tomar ese matrimonio como una ayuda para él, solo podía significar una cosa bastante sencilla: que su papá ya estaba saliendo del hoyo en el que él mismo los había puesto a todos. No lo culpaba, ni sentía alguna especie de odio a hacia su progenitor, él estaba en todo su derecho de querer reconstruir su vida… pero entonces, ¿Por qué tenía tanto miedo? No era miedo a ser remplazado, ni tampoco era miedo a ser ignorado…

Y de pronto lo supo, cuando se digno a mirar un poco a Angelina, quien seguía sonriente y hablando. A lo que él le tenía miedo era a volver a ser feliz dentro de una familia. Y es que después de lo que él había hecho, no lo merecía. Y sabía que, con un nuevo niño en la casa, su presencia atormentada estaría sobrando demasiado.

Casi podía ver lo que sucedería a continuación. Primero le presionarían muchísimo más para que lo superara y se integrara a la nueva familia, pero como él no lo haría, se enojarían con él. Vendrían las peleas, él se volvería más solitario, y de seguro, terminarían enviándolo a estudiar lejos, para que no afectara al bebé que para ese entonces era muy probable que ya estaría entrando a la segunda  infancia…

Angelina dejo de hablar, y esto hizo que una parte de su mente regresara a la realidad. Ella le miraba interrogante, como si esperara que él dijera algo. El menor no supo que decir, o que hacer, ni siquiera estaba seguro de si debía hacerlo, ya que no estaba prestando el más mínimo caso a su plática. Trato de poner en orden sus pensamientos, para poder por lo menos balbucear algo y que ese silencio tan incomodo se fuera por unos segundos.

Entonces, el sonido de su celular al recibir un mensaje llego hasta sus oídos. Se sobresalto, pero de inmediato se apresuro a contestar, mas a manera de escape que para saber quien le estaba llamando.  Saco el aparato, y se dio cuenta de que era un mensaje de texto proveniente de Sebastian. Su corazón dio un brinco, ¿Por qué? ¿Por qué justo en ese momento tan complicado él le escribía?

Pico la tecla de leer, y en la pantalla, se abrió el pequeño correo.

 

Todo estará bien, no te preocupes. Estaré a tu lado, te lo prometo.

 

Eso era todo lo que decía.

Ciel no supo cómo reaccionar, esas palabras… era como si aquel hombre tuviera cámaras en su casa y estuviera viendo todo… y aun así, a pesar de su sorpresa, el imaginárselo a él diciéndoselo, con esa voz tan cálida como la que había usado hacia una hora en aquel parque, logro tranquilizarlo.

Su cabeza se puso en orden lentamente, y ya más clara, una vocecita en su interior le decía que no le diera importancia a lo que anteriormente se decía. Después de todo, él mismo había decidido vivir de esa manera, sin dejar que las heridas se cerraran. Si no aceptaba lo que le deparaba el futuro con esa decisión, entonces era peor de lo que él pensaba.

--¿Ciel, quien era?—le pregunto la mujer mientras veía como el niño guardaba el celular nuevamente.

--un amigo—contesto simplemente, mirándola por primera vez a los ojos desde que le había dicho la noticia. Angelina parecía que quiera cuestionar más cosas—ya que el chico se había tomado su tiempo leyendo el mensaje—y como Ciel no se sentía con ganas de inventar mentiras, se apresuro a actuar. Tomo la mano de la pelirroja, haciéndola olvidar por completo la escena anterior.

--tia—empezo él seriamente—yo… yo no tengo problema alguno en que tu y papá tengan un bebé—dijo con lentitud, tratando de encontrar las palabras adecuadas para decir. —lo que decidan hacer, lo aceptaré.

La mujer no podía creer lo que había escuchado. ¿Era verdad? ¿Ciel se sentía feliz por ellos? Sin pensarlo mucho, soltó la mano del menor, para proceder a abrazarlo con fuerza.

--gracias, Ciel, gracias—murmuro mientras algunas lagrimas le corrían por las mejillas. El peliazul se dejo hacer, correspondiéndole un poco el gesto. Su tía lo aparto un poco, y trato de limpiarse las perlas que tenia por toda la cara.

--n-no le digas a tu padre todavía—pidió ella, tratando de relajarse un poco—quiero que se lo digamos este sábado, cuando vayamos a comer. —el muchacho asintió, no iba a preguntar el porqué se lo había dicho a él primero ya que podía imaginarse la razón.

--tía, ¿puedo ir a descansar? Tengo mucho sueño—dijo el pequeño Phantomhive luego de unos segundos de silencio. Oficialmente había sido demasiado por un día.

--¿eh? Ah, sí—la pelirroja le libero de sus brazos, y el chico se apresuro a levantarse del sillón. Con paso rápido se dirigió a las escaleras, y las subió de 3 en tres, para luego llegar a su cuarto y encerrarse ahí.

Soltó un suspiro cansando, al tiempo en que cerraba sus ojos. Con paso lento, se encamino hacia su cama, tirándose sobre el colchón de manera algo brusca cuando estuvo lo suficientemente cerca de él.

Ahora el cansancio hizo aparición, provocando que a los pocos segundos de acostarse le costara un gran esfuerzo mantenerse despierto. Busco a tientas su celular en su bolsillo, y lo saco. Cuando vio la pantalla, se dio cuenta de que no había picado el botón de salir luego de que abrió el mensaje, por lo que todavía estaba ahí.

Volvió a leerlo, todavía sin poder creerse que llegara justo en el momento precioso, ya que no estaba seguro de que hubiera hecho si no lo hacía. Quiso sonreír, pero inmediatamente se reprendió por eso. La decisión que había reforzado en la sala hacia unos momentos implicaba no solo que tenía que aceptar lo que viniera, sino que también, debía cortar ciertos lazos que le habían mantenido durante ese tiempo.

“Hoy será la última vez…” se dijo.

Tecleo un rápido gracias, y se lo envió. Busco en el aparato el numero de su mejor amigo, e hizo lo mismo, solo que agrego un “a los dos” seguro de que se lo enseñaría a Claude apenas llegara. Apago el teléfono, y lo arrojo fuera de la cama, sin importarle si se rompía o no.

Sintió algo horrendo en el pecho, pero sabía que tenía que hacerlo. Le había hecho una promesa, y no deseaba fallarle más. Cerró sus ojos, y en menos de un minuto, se quedo profundamente dormido.

*******************************************************************************************

Miraba con visible impaciencia la entrada del salón, sentando desde su lugar. Muchos de sus compañeros pensaron que esperaba a Ciel para que le pasara la tarea, pero la realidad era algo totalmente diferente.

El mensaje que le había enviado su amigo en día anterior era lo que lo tenía así. Cuando lo recibió, no pudo evitar sorprenderse y preocuparse. Ciel nunca decía las gracias para nada, al menos no con honestidad, y en ese pequeño texto, Alois la había sentido por todos lados.

“¿Qué habrá sucedido?” se preguntaba una y otra vez, y de no haber sido porque Claude le retenía, hubiera ido a su casa a los 5 minutos de leerlo para preguntarle. Ya estaba comenzando a desesperarse cuando por fin vio al peliazul entrar al aula, con la mirada baja. El rubio se paró de un salto, y fue casi corriendo hacia él.

--¿Qué paso?—pregunto preocupado, tratando de buscar los ojos de su compañero. El Phantomhive no le respondió, simplemente paso de largo, ignorándolo. No era buena señal el silencio de Ciel, y él mejor que nadie lo sabía.

--Ciel—le llamo, mientras lo alcanzaba. Sin embargo, su amigo siguió sin hablar.--¡Ciel!—dijo más alto, para luego tomarlo de su muñeca, deteniéndolo. El peliazul se quedo estático unos segundos, antes de zafarse del agarre del mayor.

--¿Qué quieres?—le cuestiono fríamente, sin girarse. Alois se vio visiblemente confundido con esta respuesta, pero sobretodo con el tono con él que se lo había dicho.

--¿Cómo qué que quiero? Quiero saber si estás bien—respondió con algo de brusquedad.

--¿solo para esa pregunta estúpida me detienes?—dijo Ciel con acidez, mirándolo por encima de su hombro. El rubio abrió desmesuradamente los ojos,  para luego fruncir el ceño, realmente molesto.

--¿es estúpido que me preocupe por mi mejor amigo?—inquirió.

--lo es si tu mejor amigo solo lo era por lastima—murmuro con sequedad, volviendo la vista al frente.

--¿eh?—exclamo con el corazón en la garganta. No, Ciel no habia dicho eso, ¿verdad?

--lo que oíste—giro su cuerpo, para quedar por fin frente a frente con el Trancy—solo era tu amigo por lastima—repitió, observando con cuidado la expresión de horror en el rostro de su “amigo”.

--n-no me parece graciosa esta broma, Ciel—dijo con desesperación, retrocediendo un paso.

--no es una broma—le aclaro el chico—ya me canse de fingir que me caes bien—agrego con un tono de fastidio. —solo eres un niño malcriado que cree que por tener mucho dinero puede hacer lo que se le pega la gana, me das asco.—al decir lo último, pudo notar como Alois bajaba la mirada y apretaba los puños, señal de que realmente le había dolido lo que le había dicho. Ciel se pregunto entonces si no se había pasado un poco con sus palabras…

Entonces, algo lo golpeo con increíble fuerza en el rostro, desequilibrándolo y haciéndolo caer de sentón en el piso. Se toco cuidadosamente su mejilla con la mano, encontrándola caliente por el golpe.

--¡eres un estúpido, Phantomhive!—le grito el Trancy con lagrimas en los ojos, antes de salir corriendo del salón. Justo en ese momento, Claude estaba entrando por la puerta, y logro quitarse para dejar pasar a su pequeño alumno.  Miro al interior de la habitación, para encontrar al peliazul levantándose lentamente, con uno de sus cachetes rojísimo. No tuvo que pensar demasiado para darse cuenta de que era lo que había podido suceder. También paso sus ojos por el resto del cuarto, viendo que todos sus alumnos estaban pasmados aun por la escena que acaban de presenciar.

--¡alumnos!—dijo fuertemente Faustus, sobresaltándolos a todos—iré por su compañero, por favor, saquen su libro de matemáticas y contesten la lección siguiente. —los jóvenes comenzaron a irse cada quien a su lugar, algunos con sus mochilas, otros sin ellas.  El menor espero a que su profesor le llamara—ya que pensaba que le interrogaría antes de irse—mas este ni siquiera volvió a mirarlo. Simplemente se dio la media vuelta, y se alejo con paso rápido.

Apenas hizo eso, y los murmullos comenzaron a escucharse. No los entendía, y no tenía intenciones de entenderlos. Camino hasta el fondo del cuarto, sentándose lo más lejos que pudo del lugar donde su compañero se sentaba siempre.

Dejo caer ruidosamente la mochila al piso, y recostó su cabeza en el pupitre. Todo había salido mejor de lo que él mismo había creído…y también le había dolido más de lo que él mismo había pensado.

“Es culpa mía… no debí interactuar con él de todas formas…”

Soltó un suspiro, y sin cambiar de posición, toco su mejilla herida. Por suerte ese día era viernes, y no tendría que volver a verlos hasta el lunes… al igual que a su médico.

Hizo puño su mano libre, sintiendo el arrepentimiento correrle por todo el cuerpo.

“¡No!” se dijo, “cumpliré mi promesa, no importa lo que cueste”

--sin importar qué—susurro con tristeza.

***************************************************************************

Por fin llego el sábado, y Angelina estaba que parecía una chiquilla pequeña en una juguetería. Y es que luego de la aceptación por parte de su sobrino al bebé, sus miedos se habían desvanecido por completo. Solo quedaba anunciárselo a su marido, y que de ahora en adelante todo fuera como ella imaginaba que sería… feliz.

--¡vamos, Ciel, que no tenemos todo el día!—le grito Vincent desde la escalera, algo impaciente.

--relájate, Vincent, el restaurant no va a cerrar—dijo suavemente la pelirroja, abrazando un poco el brazo de su marido.

--lo sé, lo sé, pero no entiendo porque tarda tanto…--justo en ese momento, escucharon al chico corriendo en la planta de arriba, para unos momentos después verlo  bajar de un salto los últimos peldaños de la escalera, quedando frente a ellos.

--lo siento, no encontraba mi celular—se excuso, bajando un poco la vista. La mujer sonrió, antes de acariciarle la cabeza.

--tranquilo, no importa—aseguro.

--vámonos entonces—pidió el mayor de los Phantomhive, soltándose de su esposa y abriendo la puerta principal. La primera en salir fue Angelina, seguido de Ciel y al ultimo su padre, quien cerró con llave la casa. Rápidamente se dirigieron todos al auto de Vincent, y en cuanto todos estuvieron arriba y con el cinturón de seguridad, la maquina se puso en marcha.

Mientras se alejaban de su hogar, el chico iba mirando por la ventana, tratando de mantener su mente en blanco lo más posible. Y al parecer lo estaba logrado, ya que tardo bastante tiempo en notar que el cielo se estaba oscureciendo más con unas nubes grises.

--espero y no llueva—susurro inconscientemente, interrumpiendo la plática de los adultos.

--¿Qué, Ciel?—pregunto amablemente la pelirroja, curiosa por saber que había balbuceado su sobrino. El menor tardo en reaccionar, ya que no estaba siguiendo mucho la conversación y al principio creyó que le estaba cuestionando sobre ella.

--que espero y no llueva—repito más alto—el cielo está muy nublado—agrego, volviendo la vista hacia afuera. Su tía hizo lo mismo, solo que desde su ventana.

--tienes razón. —le secundo.

--no se preocupen, no creo que para cuando salgamos este lloviendo—dijo el mayor con tono tranquilo, sin despegar los ojos de la carretera.

--ojala, porque no trajimos paraguas—luego de decir esto Angelina rio un poco, seguida de su marido. El niño solo sonrió de medio lado, mas por auto reflejo que por otra cosa.

Después de un buen rato por fin llegaron al restaurant. Era bastante grande, y aunque no se veía precisamente lujoso, era realmente bonito. Tenía unos arbustos pequeños a cada lado de la puerta principal, que estaba hecha de vidrio transparente. Arriba de la entrada, había una pequeña manta de rayas rojas y blancas, que hacia sombra debajo de la misma.

Vincent estaciono frente al local, y luego de apagar el vehículo los 3 tres se apresuraron a bajar. Cuando estuvieron frente a la puerta, el más pequeño iba a proceder a abrirla, para que pasaran los adultos, pero su padre se le adelanto.

--gracias—dijo alegremente la mujer, entrando dentro del lugar. Ciel hizo lo mismo, solo que lo dijo con la mirada.

En el interior, el restaurante era mucho más lindo. Las mesas tenían forma rectangular, y estaban cubiertas por manteles con cuadritos azules y blancos. Las sillas estaban hechas de madera, al igual que muchas de las figuras que servían de decoración en las paredes.

No estaba vacío, pero tampoco estaba lleno. Había unas cuantas familias distribuidas de manera desordenada por el restaurant, comiendo tranquilamente. Los Phantomhives se sentaron en la primera mesa que vieron desocupada, y esta estaba cerca de la salida.

Apenas se hubieron instalado, el chiquillo sintió como su celular comenzaba a vibrar, en clara señal de que alguien lo estaba llamando. Lentamente lo saco, tratando de que no lo vieran, y reviso la pantalla. Apretó un poco el aparato entre sus dedos, cuando se dio cuenta de que era un mensaje de Sebastian. Sin revisar el contenido, simplemente pico la tecla de eliminar, y lo volvió a guardar.

“¿Cuándo se dará por vencido?” se pregunto mentalmente, con los ojos clavados en el suelo.

Durante los últimos dos días, Ciel borraba cualquier mensaje proveniente de su médico, y lo hacía con el propósito de alejarse de él. Era algo parecido a lo que había hecho con Alois el viernes en la mañana…

--¿Ciel, te sientes bien?—la voz de Angelina lo saco de sus pensamientos, y provoco que incorporara la mirada de manera algo brusca. Lo primero que noto al hacerlo fue que la carta del menú ya estaba frente a él, lo cual significaba que una mesera ya había ido a donde estaban. Lo segundo, fueron las miradas preocupadas de su padre y de su tía.

--s-si—respondió, tratando de sonreír—es solo que estaba pensado, no me hagan caso. —se apresuro a tomar el menú entre sus manos y hojearlo, tratando de desviar la atención y cambiar el tema. Tanto la pelirroja como el mayor se miraron, mas decidieron seguirle la corriente.

--entonces—comenzó Vincent, dejando a un lado la carta--¿Cuál es la noticia que no nos has querido decir desde hace ya varios días?—cuestiono sonriente, mientras cruzaba sus manos sobre la mesa, tal y como hacia cuando hablaba de negocios.

--bueno…--la ojiroja busco el rostro del niño, y este, al darse cuenta de esto, simplemente asintió levemente, alentándola a seguir. La joven tomo aire y lo dejo salir en un suspiro nervioso.

--Vincent, ¿recuerdas que hace un tiempo me hice unos análisis de rutina?—el adulto hizo memoria, antes de responder.

--si, si me acuerdo. —no entendía que tenía que ver con la supuesta buena noticia, ya que no le cabía en la cabeza como una enfermedad puede hacer feliz a alguien.

--pues… la semana pasada me llegaron los resultados y todo salió normal excepto una cosa…--el niño rodo un poco los ojos al ver que su tía daba tantos rodeos.

“solo dilo y ya” se dijo el menor.

--¿Qué?—pregunto preocupado el mayor. Angelina rio un poco, levemente divertida por la ingenuidad del Phantomhive.

--estoy embarazada. —dijo por fin, esperando ahora la reacción de su marido. Vincent abrió desmesuradamente los ojos, sin poder creer lo que decía su mujer. Realmente esa no la vio venir.

--¿estás jugando?—le cuestiono incrédulo, con un rostro que decía que no estaba para bromas de ese tipo. La pelirroja negó suavemente con la cabeza, sonriente.

--es verdad, yo también me sorprendí cuando me lo dijeron. —admitio, bajando la vista a su vientre y acariciándolo con una mano. Estaba tan ocupada dándole “mimos” a su hijo no nato, que no pudo ver como la seriedad se apoderaba de su esposo.

--¿piensas tenerlo?—la pregunta shockeo tanto a Ciel como a Angelina, pero quien lo demostró mas fue la mujer.

--¿Cómo que si pienso tenerlo?—repitió indignada, mirándolo a los ojos—pues claro que sí, es nuestro bebé.

--pero es que no creo que sea buena idea, Angelina—admitió fríamente, perdiendo su mirada en algún punto del restaurant.

--¿Qué? ¿Por qué no?—la desesperación poco a poco hacia presa a la mujer. Esto no era lo que ella esperaba—nuestra situación económica es buena, fácilmente nosotros…

--sabes que no me refiero a eso cuando digo que no es buena idea—le interrumpió, no sin antes observar de reojo a su primogénito. La pelirroja siguió la misma línea, topándose con la mirada confundida del chiquillo.

--pero él me dijo que estaba de acuerdo. —dijo algo fuerte, mas no lo suficiente para que se escuchara fuera de la mesa. Vincent ahora clavo sus pupilas directamente en su hijo, quien simplemente asintió con la cabeza, no queriendo decir algo de más y empeorar las cosas.

--¿Cuántas veces te he dicho que no le creas todo lo que dice?—explico con voz cansada, como si lo hubiera estado repitiendo muchas veces durante demasiado tiempo. Ciel frunció el ceño, claramente molesto por el comentario de su padre.

--no me llames mentiroso porque no lo soy—murmuro seriamente, atreviéndose a ver directamente a los ojos del adulto, con los propios llenos de altanería.

--tu no hables—le advirtió su papá, reteniéndole la mirada.

--él puede hablar si quiere, Vincent—intervino Angelina, interrumpiendo la lucha de “poderes” entre los dos varones. Su esposo la miro con dureza, tal y como lo haría un juez a la hora de decir cuántos años de prisión le tocan al ladrón.

--no, no puede—le aclaro ácidamente—y tu tampoco puedes tomar decisiones como estas por tu cuenta—agrego, antes de ponerse de pie. —seguiremos con esta charla en casa.

--¡no!—grito la mujer, golpeando la mesa con los puños--¡yo quiero seguirla aquí y ahora!—exclamo enojada, sin importarle que las personas alrededor de ellos dejaran sus platicas para ver lo que pasaba.

--no hagas una escena, ya estas grandecita para eso—dijo Vincent con fastidio, para luego tomar el brazo de su hijo y obligarlo a levantarse. —Muévete—le ordeno a la mujer, quien solo apretó la mandíbula e hizo caso.

Mientras iban a la salida, un silencio bastante profundo reinaba. Ciel vio a la gente que estaba un poco cerca de él, y en ellas pudo leer una pizca de compasión hacia su familia. Soltó un suspiro imperceptible, al tiempo en que cerraba un poco sus ojos. El camino a casa sería bastante largo…

Ya una vez afuera, se subieron al carro, en los mismos asientos en los que habían ido cuando llegaron. El mayor se apresuro a encenderlo, antes de arrancar sin nada de delicadeza.

Durante un minuto, el silencio del restaurant los siguió, y nadie parecía tener intenciones de romperlo, o al menos eso le parecía al menor.

--Ciel, pones los audífonos—dijo seriamente su padre, sin dirigirle la mirada.

--¿Qué?

--¡que te pongas los malditos audífonos!—exclamo o más bien, casi grito, sobresaltándolo. Busco rápidamente los auriculares en su bolsillo, y se los puso. Saco su teléfono y los conecto, solo que no puso la música. Fingió hacerlo, y luego miro hacia afuera, en lo que él creía que completaba su actuación.

--debiste haberme dicho primero—le reclamo Vincent a la mujer inmediatamente después de que su hijo se puso el aparato.

--¿y porque yo tengo la culpa ahora?—inquirió visiblemente molesta, mientras se cruzaba de brazos.

--porque siempre actúas sin pensar en las consecuencias—le contesto seriamente, sin mirarla ya que su atención estaba puesta en la carretera que tenía enfrente. La pelirroja se sorprendió por el comentario de su marido. Esas palabras solo la hicieron enfurecer más.

--el que actúa sin pensar aquí es otro, Vincent—murmuro, observándolo fijamente.

--no, yo hago lo mejor para mi hijo, es todo. —Ciel al oír esto apretó un poco la mandíbula. Primero le acusaban de mentiroso y ahora lo usaban de excusa para la pelea, ¡maravilloso!

--¿para tu hijo?—repitió ella--¡pero si él ya te dijo que lo acepta!—exclamo con desesperación, sin comprender nada. ¿Por qué le costaba tanto al mayor aceptarlo?

--te dije que él miente—dijo en voz baja, mirándola durante una fracción de segundo.

--¿y tu como lo sabes? ¿Eh?

--porque soy su padre—Angelina soltó una risa llena de acidez ante esta respuesta tan patética.

--¿ese es todo tu argumento?—cuestiono burlona, a sabiendas de que ese tono seguramente haría que Vincent se molestara.

Y al parecer lo logro, ya que vio como el hombre funcia el rostro.

--¿la señora necesita otro, acaso?—le pregunto con fingida educación, avivando el fuego que se comenzaba a salir poco a poco de control.

--eres patético—respondió la mujer, con todo el odio que podía sentir en ese momento. El peliazul soltó una carcajada seca, sobresaltando a todos los presentes.

--¿yo soy el patético? ¿Por qué no te miras en un espejo?—la pelirroja iba a responder al ataque, mas su esposo no la dejo abrir la boca, puesto que siguió hablando. — actúas como si fueras su madre aun a sabiendas de que no lo eres… eso es lo verdaderamente patético.

Con ese comentario, hirió en lo más profundo de su ser a su esposa, dejándola desarmada por completo.

--yo…

--no quiero que tengas a ese bebé—le interrumpió, sin siquiera medir sus palabras, lastimándola más. Ciel quiso meterse, pero guardo silencio, sabía que si lo hacía, solo empeoraría las cosas. Mientras tanto Angelina ya no pudo decir otra cosa, luchaba por contener las lágrimas de dolor y rabia que se le juntaban en los ojos.

--hay un clínica aquí cerca—dijo luego de unos segundos de incomodo y pesado silencio.

“¡¿Clínica?!” volvió a decir la mujer en su mente. No, no lo decía enserio, ¿o sí?

--podemos programar una cita y…

--¡¡cállate!!—Grito la pelirroja, perdiendo el control.--¡¿Cómo puedes decir cosas tan horribles?!—le acuso, llorando. Busco los ojos del mayor, y aunque solo pudo verlos un poco, noto que en estos no había sentimiento algún de culpabilidad, y mucho menos intenciones de retractarse.

--puedo llevarte el próximo jueves si quieres—continuo él, ignorando por completo el llanto y las palabras dichas por Angelina. Su esposa se cubrió los oídos, en un intento por no escuchar más de lo que él tenía que decir.

--no seas dramática—le reclamo con fastidio, antes de tener el auto para poder tomar bien una curva. En ese momento, vio como la mujer abría la puerta, cosa que lo tomo tan desprevenido que tuvo que frenar de golpe.

--¿pero qué…?—no termino, ya que la pelirroja se bajo del carro, y le miro. Sus ojos estaban llenos de dolor puro.

--¡¡eres un idiota, Phantomhive!!—grito, antes de cerrar de un portazo. Al menor, quien se había mantenido solo al margen de la discusión, no pudo evitar sonreír levemente con ironía. Eso mismo le había dicho su amigo cuando le dijo aquellas mentiras.

“nos somos tan diferentes después de todo” pensó el chico, mientras observaba como su tía se alejaba con paso rápido de donde estaban. Espero que su padre la siguiera, o mínimo esperar un poco a ver si regresaba, mas no fue así. De inmediato se puso en marcha, dejando atrás a Angelina.

El adulto le observo por el retrovisor, y el niño le retuvo la mirada. Tenía muchas cosas que decirle, más sabia que no era todavía el momento. Libero sus ojos y los enfoco hacia afuera, antes de picar la tecla de reproducir de su celular.

Vincent se dio cuenta de que su hijo había escuchado toda la pelea, ya que un murmullo que no escucho antes invadió el lugar. Soltó un suspiro, tratando de concentrarse en el camino.

Seguramente hablarían de eso mas tarde.

Cuando llegaron a la casa, Vincent abrió la puerta principal, y dejo pasar al niño, quien todavía tenía la música a todo volumen. Entro inmediatamente después de él, y le hecho candado a la entrada. Se quedo estático unos segundos, pensando que tal vez su esposa podía estar en la vivienda, pero desecho esta idea al no oír mas que el sonido proveniente del aparato de su hijo.

Entonces, el murmullo paro, y cuando el mayor volteo a ver al chiquillo, lo vio guardando el celular en su bolsillo trasero, junto con sus audífonos. Fue ahí cuando Ciel levanto sus ojos, clavándolos en los de su padre.

--¿tienes hambre?—le pregunto rápidamente el adulto, volteando hacia la cocina y caminando hacia esa habitación. El menor le siguió, algo curioso por el hecho de que lo estuviera evitando tan abiertamente. Observo en silencio como su progenitor comenzaba a buscar algo de comida dentro de la nevera, para luego sacar un pequeño contenedor con algo de carne en su interior.

--¿Por qué le dijiste esas cosas, papá?—cuestiono por fin el chico, al tiempo en que recargaba su cuerpo en el marco de la entrada de ese cuarto. Vincent se detuvo en seco, sin embargo, se recompuso a los pocos instantes, ya que tomo otro toper con arroz guardado. El muchacho siguió en silencio, esperando una respuesta.

El adulto cerro el refrigerador con algo de fuerza, antes de dirigirse a la mesada de la cocina y poner ahí los envases que acababa de sacar. Sentía la mirada penetrante de su hijo, y esta, sin saber muy bien el porqué, comenzaba a enfadarlo.

--lo que pase entre tu tía y yo no te concierne, Ciel—dijo por fin su progenitor, mientras destapaba los topers con la comida.

--¿lo dices en serio?—le pregunto el chiquillo con un tono de incredulidad y sarcasmo, sin moverse ni un centímetro de donde estaba. —claro que me concierne, sobre todo cuando a MI  es a quien están usando de escudo humano—y es que él no encontraba otra explicación lógica al hecho de que su papá lo mencionara tanto durante su pelea con la pelirroja.

Vincent nuevamente se quedo estático, solo que en cuanto se recompuso dejo la comida ahí, y se giro para quedar frente a frente con su niño.

--nadie se está excusando contigo—aclaro el adulto suavemente, suavidad que el menor no creyó.

--¿no? ¿Entonces el “hago lo mejor para mi hijo” que es?—un tono de reto salió a la luz por parte del chiquillo, al mismo tiempo en que se ponía derecho y levantaba el rostro un poco.

--la verdad—le contesto su progenitor, haciendo algo parecido al niño. La única diferencia que hubo fue que bajo su cara en lugar de elevarla, para ver más de cerca al menor. El chiquillo soltó un bufido audible, mientras rodaba los ojos.

--mi tía tiene razón, realmente eres patético—dijo entre dientes, con una clara intención de herir su orgullo. Vincent se sorprendió un poco por el comentario, pero de inmediato se repuso.

--no puedes hablarme de esa manera—le advirtió seriamente, frunciendo levemente el ceño al tiempo en que lo decía.

--puedo y lo hare—contesto retadoramente, cruzando los brazos sobre su pecho. —No puedo permitir que la lastimes a ella o al bebé—agrego, ganándose una risilla acida por parte del adulto.

--¿y a ti que más te da lo que les pase?—le pregunto con algo de curiosidad—siempre ha sido un muchacho antipático, ¿que no?

--si, es cierto—secundo el chico, sin sentirse realmente ofendido por el comentario—y la verdad, me importa porque se está jugando la felicidad de alguien que no tiene la culpa de esto. —dijo con sinceridad. Si, esa era la razón por la que estaba peleándose de esa manera con su papá. Ni Angelina ni el bebé tenían algo que ver en todo esto, y aun si su padre lo odiaba, no dejaría que se metieran más de la cuenta. Además, el único ahí que debía cargar con ese peso era él. No estaba dispuesto a compartir esa “penitencia”.

Vincent volvió a reír, solo que esta vez, fue más parecido a una carcajada que a una risilla contenida.

--al menos en algo concordamos—admitió, mientras ponía algunos de sus dedos en su mejilla y ladeaba la cabeza hacia un lado, sonriente.

--¿de qué hablas?—le cuestiono confundido el joven.

Ya no se iba a contener, la frustración era demasiada… y esta lo estaba cegando mas de lo que ya estaba.

--no te hagas ahora la víctima, Ciel, sabes muy bien de que te estoy hablando—le reclamo un tanto fastidiado, sin medir ni pensar sus palabras. El muchacho guardo silencio, sintiendo en su interior esa sensación de miedo que tanto conocía.

--¿Qué? ¿Ya no sabe cómo defenderse el señor, acaso?—avanzo un paso, paso que el niño retrocedió con rapidez. Siguieron haciendo eso, hasta que por fin el chiquillo se topo con la pared del pasillo. Estaba acorralado.

--yo…--tenía que pensar en algo, pero su mente no podía procesar nada.

--“yo” nada, ya estoy harto de que me acuses por cosas que no cause—decía esto con un tono sombrío, y  sus orbes azules frías. —el que nos metió en esto no fuiste más que con tus caprichos de mocoso…

El más pequeño abrió desmesuradamente sus ojos, al tiempo en que el impulso de huir le recorría toda la espina dorsal. Vincent en cambio no sentía ningún tipo de remordimiento, es más, el ver al chico tan asustado lo motivaba a seguir hablando. Ya era tiempo de que su hijo despertara.

--no me mires así—inquirió, inclinándose un poco más hacia adelante. Ya no veía al chico como su hijo, sino como a alguien a quien no conocía y quería lastimar mucho. —por tu culpa tuve que casarme con su hermana aunque no quería, por tu culpa tendré un hijo al que nunca querré y por tu culpa Rachel está muerta.

¿Por qué después de que hacemos algo irreparable regresa el buen sentido? Nadie lo sabe, pero cuando eso pasa es extremadamente doloroso, y Vincent lo estaba sintiendo en carne propia en ese momento. Solo habían pasado unos cuantos segundos desde que soltó esas palabras cuando se dio cuenta de lo que había hecho, y de que jamás debió haberlas dicho.

Trato de hablar, trato de arreglar lo que había hecho, mas ninguna frase salió de su boca. Solo podía observar  fijamente a su hijo, quien escondió la mirada entre sus cabellos, igual de silencioso que él.

--eso es lo que siempre has pensado, ¿verdad?—le cuestiono al cabo de unos momentos,  con una voz de ultratumba y una sonrisa de dolor en su cara. Su padre siguió sin pronunciar exclamación alguna, y dentro de la mente destrozada del infante eso fue un rotundo “si”. Las lágrimas amenazaban con salir de sus ojos, pero las contuvo. No le daría el placer de verlo llorar, no ahora que sabía que a quien llamaba “padre” en realidad lo odiaba por lo que había hecho en el pasado.

--no te volveré a molestar—aseguro, empujando al adulto para poder irse de ese lugar. Y con esto, por fin su progenitor reacciono.

--Ciel, espera—iba a tomar al niño del brazo, mas este se alejo rápidamente, como si su toque le quemara.

--déjame en paz—murmuro con la voz quebrada, mirándolo por fin a los ojos. El mayor se asusto al darse cuenta que las orbes de su hijo no brillaban, parecían muertas…

No pudo seguir examinándolas, porque el menor echo a correr escalera arriba, en dirección a su cuarto.

--¡Ciel!—le llamo, mientras hacía a sus piernas avanzar en la misma dirección. Aunque trato de alcanzarlo no pudo, y en cuanto quedo frente a la entrada de la habitación del muchacho, este le cerró la puerta en la cara.  Mas por reflejo que por otra cosa, dirigió su mano a la perrilla dorada, y la giro, sin embargo, esta estaba atrancada con llave.

--¡Ciel, ábreme por favor!—rogo, antes de golpear fuertemente la superficie de madera. --¡Ciel!

Dentro, el chiquillo estaba recargado contra la puerta, sintiendo todos y cada uno de golpes que su padre le propiciaba a la entrada. Lloraba en silencio, con una mano sobre lo que hacía 5 minutos era su corazón. El dolor era tan intenso y tan real, que le costaba cada vez más el respirar. Si seguía así se asfixiaría, necesitaba aire…

Fue rápidamente hacia la ventana, y la abrió de par en par. Una brisa con llovizna le pego en el rostro, haciéndolo estremecer ligeramente de frio.  Inhalo  ruidosamente, haciendo que el oxigeno entrara a sus pulmones, cosa que al principio funciono pero pronto se dio cuenta de que eso no era suficiente. Nuevamente esa agonía le aplastaba el pecho, impidiéndole el respirar….necesitaba salir de ahí.

Sin razonar, paso una de sus piernas por sobre el marco de la ventana, y segundos más tarde hizo lo mismo con la otra. Limpio con una de sus mangas las lágrimas que tenia, antes de mirar hacia afuera. Se veía alto, más a estas alturas del partido ya no le importaba lo que le pudiera pasar,  todo lo que quería era irse; irse y no volver jamás.

Se lanzo fuera, y su cuerpo hizo un giro extraño en el aire, haciendo que en lugar de caer de pie, cayera de sentón. Jadeo de dolor, al tiempo en que escuchaba un pequeño “crash” proveniente de uno de sus bolsillos del pantalón. ¿Qué había sido eso? No tenía idea, y tampoco tenía ganas de saberlo. Todavía adolorido, se puso de pie, y casi inmediatamente obligo a su cuerpo a correr, dejando atrás aquella casa que ya no era más su hogar.

Mientras se alejaba, aquellas perlas saladas volvieron a sus ojos, confundiéndose con el agua fría que soltaban las nubes sobre él.

No se detuvo por nada. Ni por el dolor de sus músculos cansados por correr durante horas, ni por las veces que se cayó de bruces contra el piso gracias a la lluvia, ni por la gente que lo insultaba cuando chocaba contra ella, ni tampoco por el hecho de que ya había oscurecido y no sabía dónde estaba…

 Lo único que hizo que parara fue el frio, y solo porque este logro entumecer todos sus miembros, inmovilizándolo. Se abrazo así mismo, con la esperanza de conseguir algo de calor pero no sirvió de nada.

Busco con la vista algún lugar donde podía refugiarse, mas lo único logro encontrar que podía servirle para ese propósito fue un callejón pequeño sin salida, en cuya entrada había un foco amarillo que lo iluminaba un poco.

Con dificultad llego hasta él, y se sentó en la boca del pasillo, recargado en una de las mugrientas paredes del lugar.

Fue ahí, y en ese momento, cuando por fin pudo asimilar la situación en la que se encontraba.

Estaba completamente solo, en quien sabe donde, sin nadie a quien poder pedir algún tipo de ayuda. Sonrió con amargura al pensar en sus amigos Alois y Claude, quienes seguramente debían estar en casa del primero, juntos. Si lo hubiera sabido, tal vez no hubiera cometido la estupidez que hizo el viernes, y podría llamarlos para que lo dejaran quedarse con ellos unos días…

“¿Pero esto no era lo que tú querías, Phantomhive?” cuestiono una vocecita dentro de su cabeza.

Si, ahora estaba solo, y si, durante mucho tiempo deseo poder estarlo… pero ahora no quería esa soledad, no quería estar sin alguien a su lado, no ahora…

Sintió entonces una cosa húmeda y caliente tocar una de sus piernas, y esto provoco que pegara un brinco hacia un lado, alejándose de lo que fuera que era eso.

--¡miau!—escucho el menor, y frente a él, pudo ver un hermoso gato negro de ojos esmeralda, cerca de la pierna en la que había sentido aquel toque.  Soltó un suspiro de alivio, y al mismo tiempo, el animal se le acerco más.

--así que solo eras tú—murmuro suavemente Ciel, mientras extendía la mano hacia el minino. Este se dejo acariciar por el niño, y comenzó a ronronear ruidosamente.

--eres lindo—admitió el peliazul, sonriendo de medio lado. Bueno, la verdad era que no le gustaban muchos los gatos, pero no sabía porque este lo hacía sentir tan cómodo.

--¡¡Asaliah!!—el chico se detuvo en seco al oír aquella voz, puesto que la reconoció al instante. Y al parecer el gato también, porque se alejo del chiquillo para retroceder un poco, avanzando hacia su amo.

Sebastian salió de las sombras, y se agacho para recoger a su mascota.

--así que aquí estabas—dijo con un tono de alivio, abrazando al felino con fuerza— ¿Por qué te fuiste corriendo?—le cuestiono curioso, mirándolo a los ojos. El animal soltó un maullido, y volteo a ver a Ciel, quien apenas habia podido ponerse de pie.

El mayor dirigió su atención al mismo punto que el gato, y también se asombro de sobremanera al ver al menor.

--¿Ciel?—dio un paso hacia adelante--¿eres tú?—bajo su mascota al suelo, y esta, se alejo con paso sigiloso. El muchacho bajo los ojos, mientras se mordía el labio inferior. ¿Por qué tenía que aparecer justo ahora? ¿Por qué?

--¿Qué haces aquí?—pregunto con voz temblorosa el ojiazul, confundiendo de sobremanera al adulto. Algo no andaba nada bien con el chiquillo.

--eso mismo debería preguntarte yo—comento, deteniéndose frente al joven—no deberías estar aquí—extendió su mano, queriendo agarrar el hombro de su paciente—ven, vamos a…

--¡no me toques!—grito el niño, al tiempo en que alejaba la mano del pelinegro de su persona.

--Ci…

--¡¿Por qué de todas las personas tenias que ser tu?!—Le cuestiono, con un tono quebradizo y frustrado.--¡¿Qué te hace tan especial?!—al decir esto último, apretó fuertemente los puños, y dio un estruendoso pisotón al suelo. Si, ¿Por qué siempre Sebastian era quien aparecia en esos momentos de debilidad? El ojirojo no dijo nada, porque no estaba seguro de si debía hacerlo sin conocer la situación…

Ciel sintió la mirada analizadora de su médico, y esto, en lugar de hacerlo enojar como siempre, le dio gracia. Tanta, que no pudo evitar soltar una carcajada seca.

--¿quieres saberlo verdad?—pregunto con voz “animada” todavía sonriendo de esa manera tan enferma.

--aquí no es lugar para hablar de eso, Ciel—le contesto seriamente el mayor, ganándose como respuesta otra risa.

--¿y por qué no? —Extendió sus brazos a los lados, tal y como haría alguien que jugara a dar vueltas sin parar--¡no podemos tener mejor escenario que este!—Sebastian seguía sin hablar, con la preocupación marcada en toda la cara. El chico ignoro eso, y bajo lentamente sus miembros, al igual que su cara.

--se parece mucho a aquel otro callejón donde todo esto empezó—murmuro con un tono lúgubre, meciéndose un poco. 

--doctor Michaelis…—murmuro, mientras clavaba sus orbes muertas  en las de su psicólogo, quien solo se preparo para escuchar lo que fuera que iba a decir el chico…

--yo mate a mi madre cuando tenía 9 años de edad.

Notas finales:

Bueno....se que pensaran que las peleas son exageradas pero....me las inspire de unas cuantas que tuve con mi madre. Creanme, cuando te peleas asi no piensas, solo quieres dañar a la otra persona lo mas posible. Ya despues vienen el arrepentimiento....

¿Que piensan de capitulo? ¿Creen que este bien o que lo hice todo demasiado rapido? Quisiera saber....

En el proximo capitulo se relatara el pasado de Ciel, asi que tal vez me tarde un rato pero de que se los traigo se los traigo (?)

Espero les haya gustado, y si no, que minimo los entretuviera, cualquier tipo de comentarios son aceptados ^^

¡¡Cuidense!!


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