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Painting Dreams por hana midori

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Notas del capitulo:

ya se, ya se, dije que el viernes actualizaria pero es que los mendigos examenes de enlace ya mero llegan y me tienen los repasos asta la ma*** ademas, mi madre me tiene prohibio agarrar la compu los fines de semana asi que u.u no pude hacerlo hasta hoy... pero como sea, aqui tienen como prometi actua de painting dreams, y pues aqui ya hay mas sebas x ciel, espero les agrade ^^

P.S lamento si hay algun error o de mas, segun yo lo revise pero muchas veces se me van por ahi errores...

Habían pasado exactamente 2 semanas  desde la primera cita, en las cuales, se siguieron viendo. Sebastian intentaba descubrir más cosas sobre el niño, pues, lamentablemente para él, después del incidente del libro, no pudo conseguir más cosas útiles. Tenía sospechas claro, pero nada concreto. Por ejemplo, creía que Ciel posiblemente practicaba algo relacionado con el arte, pues lo veía muy interesado en el tema, mas fuera de eso no había algo que realmente fuera útil. Además, la segunda vez que lo vio, encontró particularmente a la defensiva al pequeño. No lo miraba directamente, y cuando hablaba decía cosas de manera corta y directa. Al principio le pareció adorable eso, pero después, no estando muy seguro del porque, le molesto.

 

Ese día, se dijo que haría lo posible por saber más de Ciel, no solo para ayudarlo, sino porque, honestamente le interesaba, y mucho. Estaba frente a la computadora que se encontraba  en la recepción, revisando su correo. Fue entonces cuando escucho el sonido del motor de un auto, y al levantar la vista, pudo ver como el niño bajaba del auto. Sonrió al ver que era su padre quien lo traía pues este siempre lo dejaba y se iba, en cambio su tía se quedaba a fuera, y eso le cortaba un poco la libertad de hablar bien con el menor. El peliazul se apresuro a entrar.

 

--hola—le saludo el azabache, al tiempo en que abandonaba su lugar del otro lado del escritorio.

 

--hola—respondió sin mirarlo. El pobre chico se la había pasado todo ese último mes confundido. No dejaba de pensar en el mayor, y el hecho de que su amigo y su adorado profesor se lo recordaran cada vez que podían, no le ayudo en nada.

 

--¿listo para conversar?

 

--realmente no…

 

--¿Por qué? ¿Sucedió algo?

 

--que le importa, además, solo me soporta por el dinero—dijo sin medir sus palabras. Y es que una parte de si pensaba eso, pero otra, no quería que fuera verdad. El ojirojo lo miro sorprendió.

 

--claro que no lo hago por eso, quiero ayudarte.

 

--estoy cansado de que me ayuden, yo puedo solo.

 

Sebastian suspiro. Siempre, sin excepción, tenían una conversación parecida. Claro, variaba el porqué salía a flote, pero en casi todas las ocasiones terminaba de la misma manera: el niño se enojaba y ya no hablaba el resto de la hora.

 

--¿y si te demuestro que es genuina mi preocupación?—Ciel le miro de reojo, incrédulo.

 

--¿haciendo qué?

 

El pelinegro se quedo pensativo, mas después se le vino una idea que considero muy buena. Miro hacia el estacionamiento, dándose cuenta que ya no había nadie.

 

“Perfecto” pensó.

 

Se dirigió a la salida, sin decir nada.

 

--¿A dónde vas?—pregunto el menor confundido.

 

--ven, te llevare a un lugar genial.

 

--¿eh?

 

--tranquilo, estaremos aquí antes de que se den cuenta—una sonrisa cómplice se dejo ver en su rostro, dándole al niño, un poco de confianza.

 

--¿pero no se supone que tendríamos la terapia?

 

--cierto, pero siempre puedo hacerlo otro día ¿no crees?

 

La posibilidad de saltarse ese interrogatorio fue lo que, al final, termino convenciéndolo de aceptar ir con él. Luego de asegurarse de que todo estaba bien cerrado y de más, fueron hasta el carro del pelinegro, el cual, era de un color plateado.

 

--y… ¿A dónde vamos?—cuestiono después de un pequeño rato de silencio en el auto.

 

--jejeje tranquilo, te gustara.

 

--¿y si no es así?

 

--entonces buscaremos otro—respondió simplemente. El menor frunció levemente el ceño, odiaba muchísimo las sorpresas. Sebastian se dio cuenta de la cara de Ciel.

 

--¿no te gustan las sorpresas?

 

--no, no desde que tengo 9 años—justo al terminar de decir eso, se tapo la boca. Esas palabras habían salido sin su consentimiento. Lamentablemente para el adulto, el estar conduciendo evito que notara ese cambio tan drástico en el niño.

 

Ciel se pregunto el porqué le había sucedido eso, mas al cabo de unos minutos se tranquilizo. No había dicho nada verdaderamente comprometedor, así que si fingía no importarle, nadie le diría nada. Fuera de eso, el viaje pasó sin mayores inconvenientes, y rápidamente llegaron a lo que parecía ser su destino…

 

--¿un restaurant?

 

--si, aquí venden la comida mas deliciosa—le aseguro. El peliazul lo miro, sin comprender. —Consideralo como nuestra primera cita fuera del consultorio—menciono mientras salía del vehículo.

 

El menor no se movió.

 

¿Cita? ¿Eso era una cita? Y el solo pensarlo lo ponía nervioso.

 

“No seas idiota Ciel, es solo una comida y ya” se dijo al tiempo en que también abajaba.

 

El lugar no era muy elegante ni nada por el estilo, pero era bastante bonito, y parecía antiguo. Sebastian abrió la puerta y dejo que primero pasar el chico, cosa que de cierta forma lo hizo sentir más avergonzado.

 

--no soy una dama—intento defenderse.

 

--no pero yo soy mayor—le dijo sonriendo, ganándose un lindo color carmín en las mejillas contrarias.

 

Por dentro, el edificio era muchísimo más hermoso. Estaba iluminado de tal manera que no era muy oscuro, pero tampoco parecía de día. Las paredes estaban adornadas con algunos cuadros y cosas parecidas.

 

--nee mira quien vino—la voz parecía provenir de su derecha, justo donde seguramente estaba la cocina.

 

--hola Bard—saludo el pelinegro a un tipo bastante robusto y de cabellera rubia que se acercaba a ellos.

 

--cuanto tiempo sin verte.

 

--jeje he estado algo ocupado sabes.

 

--supongo…--Bard se dio cuenta de la presencia de una tercera persona, y al mirar por encima del hombro de su amigo no pudo evitar poner cara de sorpresa.

 

--oye Sebastian…

 

--¿dime?

 

--yo no pensé que fueras de “esos”

 

Tanto el ojirojo como el niño se miraron y casi al mismo tiempo hablaron.

 

--no, no, no él es un paciente mío.

 

--no, no, no, es solo mi psicólogo. —el ultimo se sonrojo de sobremanera, más que nada porque se acordó de otro rubio que insistía con lo mismo. El cocinero soltó una carcajada algo fuerte.

 

--disculpen, es que tu siempre traías a tus novias aquí. —susurro lo último, para que solo el pelinegro escuchara.

 

--cállate de una vez—le respondió de manera brusca. Una parte de su persona no deseaba que su pequeño paciente se sintiera… ¿corriente?

 

--jeje ¡May Rin!—grito--¡tenemos clientes!—una chica de cabello rojo y con unos lentes enormes apareció, ni siquiera Ciel noto de donde salió.

 

--¡Sebastian!—exclamo al ver quién era.

 

--luego lo saludas, llevamos a una mesa.

 

--okey, por aquí por favor—los guio hasta una mesa que estaba un poco apartada de las demás, lo cual no tenía mucho sentido pues, para asombro de Ciel el lugar estaba casi vacío. Solo había 2 parejas y una persona comiendo sola.

 

--¿te puedo pedir una carta para Ciel, May Rin?—pregunto una vez que estuvieron instalados.

 

--¿no quiere usted también?

 

--no, yo pediré lo de siempre—una sonrisa alegre se dejo ver.

 

--muy bien. —la pelirroja se retiro.

 

--¿Por qué me trajiste aquí?—cuestiono el niño. No era muy común que digamos que tu doctor te invite a comer.

 

--porque pensé que te seria mas cómodo hablar como si fuéramos amigos y no doctor-paciente.

 

--¿amigos? ¿Eres siempre así con todos tus pacientes?

 

--la verdad… no. Podría decirse que eres el primero con el que hago este tipo de cosas.

 

Ciel se sorprendió, tanto que sus ojos se abrieron como plato.

 

“¿le interesaste?”

 

Esas palabras vinieron a su mente, como si le dieran una bofetada en la cara. Se paró de un salto.

 

--voy al baño—le dijo, alejándose hacia donde recordaba haber visto el letrero del W.C.

 

Sebastian se quedo algo confundido con la reacción del niño ¿tanto le importaba eso? Y mientras pensaba en eso, vio que la mochila de Ciel estaba en el respaldo de la silla. Miro hacia los lados, nadie le veía, así que sin más, la abrió un poco. Además de los libros que obviamente eran de su escuela, noto que había unos pinceles. Los toco, y aun estaban algo húmedos.

 

“él pinta” pensó mientras la volvía a cerrar.

 

Mientras tanto en el baño, el niño se tranquilizaba. Intento convencerse de que lo que le dijo no era verdad, que él no era el primero con el que hacia eso…

 

Entonces cayó en cuenta de algo. ¿Por qué estaba tan nervioso? Era solo alguien que quería sacarle información, nada más. No había un porque de mal interpretar las cosas, y si sentía algo por ese hombre, seguramente era a causa de los acosos insistentes de Alois. Y con esta mentalidad nueva en él, salió del baño totalmente normal.

 

No tardo en localizar su mesa, y cuando se sentó, noto una extraña mirada en el pelinegro.

 

--¿Qué?

 

--nada…ten, May Rin te lo manda—le dio el menú, el cual, el chico tomo con algo de desconfianza. —Pide lo que quieras—agrego.

 

Ciel estudio detenidamente lo que le ofrecían. No era nada nuevo, y ya que el mayor le dijo que podía comer lo que quisiera, fue directo a la sección de postres.

 

Sentía la mirada penetrante del adulto, mas intento ignorarla.

 

--¿se te antoja algo?—pregunto luego de un rato en que el menor quedo callado.

 

--quiero un pastel de chocolate.

 

--¿chocolate?

 

--si.

 

--muy bien…--hizo una seña con la mano, y rápidamente la pelirroja se acerco.

 

--entonces, ¿Qué desean?

 

--un pastel de chocolate para Ciel y para mi…una de tus famosas malteadas—lo ultimo lo dijo sonriendo, haciendo que la chica se sonrojara.

 

--o-okey ahora vuelvo.

 

Una vez que se quedaron nuevamente solos, Sebastian se atrevió a hablar de su reciente descubrimiento.

 

--Ciel…

 

--mande.

 

--¿de casualidad no te gusta pintar?—la pregunta desconcertó al niño, sobretodo porque ni siquiera pensaba en ello.

 

--pues… ¿de dónde lo saco?

 

--bueno, la verdad es que ya lo sospechaba.—el ojirojo noto la mirada incrédula que el chico le lanzaba por lo que considero que sería buena idea explicar un poco mas.—no tiendo mucho a dar a conocer mis maneras de evaluar a la gente, pero solo porque ahora no soy tu psicólogo te lo diré. Al ver que conoces sobre literatura, es obvio que te interesan un poco las artes. Tú no escribes ya que nunca te he visto manchas de tinta en las manos o ropa, ni tampoco moldeas ya que tus manos siempre están limpias, así que por eliminación, me queda la pintura o el dibujo.

 

Ciel se quedo con la boca abierta, jamás, en todo ese tiempo que paso con personas de su clase, alguien había descubierto algo tan intimo de si con solo verlo.

 

--¿pero porque pintura? Pudiste pensar que yo esculpía en roca o algo.

 

--no, y lo sé por lo siguiente—tomo sus manos, acariciándolas—tus manos son demasiado delicadas y suaves para esculpir. —el mayor encontró demasiado agradable el tocar al peliazul, y por supuesto, lo que le había dicho no se lo invento en ese momento, la verdad era que desde la primera vez que lo vio, pensó que su piel era suave y delicada. El menor no atino más que sonrojarse, y aunque quería apartar sus manos, su cuerpo ni siquiera tembló.

 

--entonces… ¿me equivoco?—guardo silencio unos segundos, no sabiendo que decir.

 

--pinto un poco, no se me da bien hacerlo con lápiz así que lo hago con oleo y pincel… es más sencillo. —dijo en voz baja, como no queriendo que nadie lo escuchara.

 

--¿y te gusta?

 

--supongo que si…

 

--¡aquí está la comida!—los dos dieron un brinco, soltándose de las manos al instante.

 

--¡May Rin!—exclamo entre enojado y algo asustado. La primera porque esa fue la primera vez que realmente sintió una conexión con el menor, y la segunda porque no vio llegar a la mujer.

 

--¿Qué?

 

--yo… nada. —la pelirroja, algo confundida, dejo el plato con el pastel en la mesa, y la malteada frente al pelinegro.

 

--que lo disfruten—dijo con una sonrisa mientras se retiraba.

 

**********************************************

 

--¿te gusto la comida?

 

--estuvo bien.

 

--jejeje me alegra oír eso.

 

Ahora iban en el carro, de regreso al consultorio. La comida después de ese pequeño incidente había pasado un poco lenta. No se hablaron mucho pero cuando lo hacían decían cosas relacionadas con la decoración del lugar. Lo cual obviamente no era nada productivo.

 

--cuando quieras puedo llevarte de nuevo—le propuso. Al parecer ese tipo de salidas propiciaban que el niño se abriera un poco.

 

--eso estaría bien—admitió.

 

Llegaron con rapidez al edificio, encontrando para sorpresa de ambos otro vehículo bastante familiar…

 

--¡Ciel!—Vincent parecía bastante preocupado, porque ni apenas el auto se detuvo, ya quería arrancar la puerta del mismo.

 

--¡papá!—exclamo— ¿que pa…?

 

--¡¿Dónde estuviste?!—Le grito enojado--¡¿ya viste la hora que es?!—Ciel no comprendía muy bien, pero dio un rápido vistazo a su celular. La hora que vio en él lo saco bastante de onda.

 

--son las 3—susurro.

 

--¡¿no ves lo preocupado que estaba?!

 

--yo…--cerro la boca, y lo hizo porque no sabía que decir, ni siquiera él había notado el correr del tiempo.

 

--¡¿tu qué?!—exigió su padre. Realmente estaba encolerizado con su hijo, quien solo se mordió ligeramente el labio inferior.

 

--disculpe señor Vincent—interrumpió Sebastian, poniéndose entre el niño y el adulto—fue mi culpa, saque a su hijo a la farmacia porque no se sentía bien, y pues veo que hemos tardado más de lo esperado…

 

--Sebastian—lo llamo muy bajo, tanto que apenas el mismo se escucho. Le sorprendió que el ojirojo se metiera a defenderlo. Vincent lo miro con ojos acusadores, sin creerle nada.

 

--¿a cuál fueron?

 

--fuimos a la que está por la calle Bartolomé, nos hubiera gustado ir a la que está aquí en la esquina pero vera que está cerrada.

 

--Ciel sube al auto.

 

--papá.

 

--sube, continuaremos esta platica después. —sin muchas ganas, el chico tomo su mochila y se subió al auto de su padre, cerrando de un portazo.

 

--por favor señor Vincent, no es culpa de Ciel…

 

--como diga. —le interrumpió. —lo veo la próxima semana joven Michaelis.

 

Y sin agregar nada mas, se metió dentro de su carro, poniéndolo en marcha apenas cerró la puerta. Sebastian vio como este se alejaba, y no pudo evitar mirar a ese hombre con enojo, mas después al pensar en Ciel, su rostro cambio a un de arrepentimiento.

 

--lo siento mucho, Ciel...

Notas finales:

orale, por culpa de sebas van a castigar a ciel xDDDD jejejeje les contare algo curioso de este cap, mas o menos lo hice pensando en la saga de los asesinatos de la mansion xDDD la verdad siempre me atrajo la idea de un sherlock homles dentro de sebas xDD imaginense que bueno a de estar (?) pero como sea, espero les haya gustado y por favor, comenten!!!!!!!!!

byeeeee

P.S proxima actua sera de Un Juego Peligroso, mas o menos el viernes o sino el proximo lunes ^^


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