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Painting Dreams por hana midori

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Notas del capitulo:

¡Hola!

vengo con el cap de painting dreams!!!! jejeje

dejenme aclarar, que a lo mejor me matan por lo que NO puse, ya veran a que me refieron ^^

bueno, sin mas, las dejo leer el siguiente capitulo!!!

P.S errores y de mas, pido disculpas, no tuve mucho tiempo para editarlo.

Se quito los lentes, y se froto un poco el espacio que había entre los ojos y la nariz, entre cansado y fastidiado. La imagen que tenía en frente no era para nada parecida a la que se había imaginado cuando Alois le dijo que podía quedarse el fin de semana en la mansión.

--¡trágate esto, maldito zombie!—escucho que gritaba el rubio, seguido de una risa algo maniática cuando vio que le voló la cabeza a la criatura.

--Alois, deja de jugar y ven aquí, tenemos que activar el tren antes de que se nos caiga el techo encima—dijo Ciel un tanto presionado, ya que llevaban más de 5 minutos tratando de pasar ese nivel.

--si, ya voy, ya voy…. ¡¡muere, desgraciado!!

--niños—murmuro Claude, rodando los ojos. Para él,  los videojuegos de zombies  ya no clasificaban en lo que podría llamarse “diversión”.

--no te enojes, Claude—hablo el Trancy, sin despegar los ojos de la pantalla—Ciel se va en media hora, después tendremos la casa para nosotros solos—al decir lo último, giro la cabeza, para guillarle un ojo a su amante, quien solo dejo ver una sonrisilla.

--Alois, la vista al frente si no te importa—comento el peliazul, con un leve sonrojo en las mejillas.

--sí, sí, señor malhumorado.

Pasaron unos minutos, en los que solo se oían las balas impactando contra los cuerpos caminantes, las indicaciones que se daban ambos jugadores para sobrevivir, y alguno que otro consejo por parte del adulto, ya que “estaban tan concentrados en volar sesos que no se dignaban a mirar el mapa de la escena”.

Fue entonces cuando un sonido que no tenía nada que ver con el juego se escucho, y todos dirigieron su atención a uno de los bolsillos del Phantomhive.

--ponle pausa—le ordeno a su compañero, dejando el control del Xbox a un lado y tratando de sacar su celular.

--no te tardes—advirtió este, acatando la orden. El ojiazul por fin pudo liberar el aparato de su pantalón, y lo abrió, viendo de quien era la llamada. La tentación de no contestar se hizo presente, pero sabía que si no lo hacía, le iría mucho peor. Soltó un suspiro, antes de picar la tecla verde.

--¿bueno?

--¿Ciel?—si, realmente era su padre quien le llamaba y no su tía por el celular del mencionado. Se levanto de su lugar, para caminar hasta el otro lado de la habitación.

--¿Qué pasa, papá?—como le daba la espalda a sus amigos, no vio como en Alois se formo una sonrisa maliciosa.

--oye, ¿no están haciendo algo importante?

--no, solo estamos jugando un poco de videojuegos…

--¡vamos, Ciel!—dijo de repente el rubio—si no cuelgas me empiezo a vestir.

--¡Alois!—grito el peliazul, con todos los colores subiéndole a la cara. Por su parte, a Vincent no le hizo nada de gracia, ya que, con ese niño específicamente, uno no podía tomarse esos comentarios tan a la ligera.

--es que eres cruel, me prendes y te largas a contestar en la mejor parte…

--¡cierra la boca!—Alois empezó a reír, y luego se fue a sentar con Claude, quien también estaba bastante divertido por la situación. Ciel volvió a retomar su llamada, tratando de acabarla lo más rápido posible para evitar que a su amigo se le ocurriera otra cosa.

--nee, Claude, y si hacemos algo juntos—le susurro sensualmente, posicionándose encima del adulto.

--nos meteríamos en problemas—contesto en el mismo tono, pasando una de sus manos por la espalda del muchacho.

--mmm—fue todo lo que dijo, pues estaba rozando sus labios con los del mayor.

--¡¿Qué demonios hacen?!—escucharon que pregunto Ciel con voz alterada, y ellos, con algo de pereza, voltearon a verlo.

--nada que no podamos hacer en la casa—respondió el pelinegro, abrazando más a su estudiante. El ojiazul trago saliva, antes de desviar la mirada.

--pervertidos—murmuro el Phantomhive, dirigiéndose a la consola que descansaba en el piso.

--¿ya te vas?—cuestiono Alois, girándose para quedar sentado de frente, dándole la espalda a Claude, aunque aun sobre este.

--si, mi papá está a 5 minutos—dijo sin mirarlo, mientras desconectaba su control. Enredo el cable alrededor del aparato, y como eso era lo único que traía, camino hacia la salida. Alois iba a escoltarlo, pero un beso en la nuca lo detuvo.

--él conoce el camino—dijo Faustus suavemente, volviéndole a besar en esa área, provocando un escalofrió en el menor.

--¡adiós, Ciel!—se limito a gritar, para luego girarse y darle un feroz beso a su profesor.

--¡si!—respondió él, aunque algo en su mente le decía que había sido ignorado olímpicamente por las dos personas dentro del cuarto.

Siguió caminando a paso lento, pues a pesar de haber ido muchas veces a esa casa, le costaba un poco recordar los pasillos por donde debía ir para salir. Miraba con atención el tapiz de la pared, mas para distraerse que para otra cosa, ya que aun no se recuperaba de lo que recién había empezado hacia dos días. Solo por esa razón acepto ir a la casa de Alois ese día, porque quería mantener su mente ocupada en otra cosa, y si algo sabia hacer su amigo era hacerlo olvidarse del mundo con sus tonterías. Incluso Claude hacia lo suyo, aunque claro, muy a su manera.

Por fin pudo salir de la mansión, y por un segundo pensó que tendría tiempo de planear alguna estrategia para ignorar a su padre –ya que aun no se habían reconciliado de la pelea de aquella vez—pero para su desgracia, vio el auto que el mencionado conducía dando vuelta, para segundos después quedar frente a él.

Suspiro, nuevamente tendría que ponerse los audífonos a todo volumen.

Abrió la puerta, y se metió rápido dentro del coche, evitando mirar a Vincent.

--hola—le saludo su papá, con cierta ternura en la voz.

--hola—contesto mecánicamente, cerrando la puerta con fuerza. El vehículo se puso en marcha de nueva cuenta, alejándose de la gran casa donde, seguramente Alois y su profesor estaban bastante entretenidos.

Dejo salir otro suspiro, y comenzó a buscar dentro de su pantalón los audífonos de su MP3. Su padre noto de inmediato este movimiento, por lo que le detuvo, poniendo su mano sobre la de su hijo.

--Ciel, necesito hablar contigo. —el muchacho le miro, poniendo cara de no traer ganas de discutir.

--ya no podemos seguir así—continuo Vincent—tenemos que resolver esto.

Si bueno, el hecho de que ya no se hablaran afectaba mucho su relación, sin mencionar que para Angelina era realmente incomodo no poder ayudar gran cosa, ya que no tenia ningún derecho para con Ciel.

--si te refieres a lo que sucedió hace unas semanas, el que inicio el pleito fuiste tú—dijo el menor, sin siquiera preocuparse de si sus palabras herían o no a su papá.

--tal vez…--musito el adulto en voz baja—pero también tú tuviste algo de culpa al no decirme a donde fueron en realidad.

--fuimos a la farmacia, no me sentía bien. —el niño no vio como el mayor apretaba un poco la mandíbula, ya que sabía de antemano que su hijo de mentía. No tenía pruebas, pero algo en su interior se lo decía.

--¿me lo juras?

--si—se apresuro a decir el peliazul. Vincent detuvo el auto, sin importarle que estuviera a mitad de la calle, y que esta acción retrasaba el tráfico. Giro su cuerpo, para poder ver a su hijo a la cara.

--lo repito—dijo seriamente--¿me lo juras?

Ciel escucha las bocinas de los otros autos sonar, al igual que alguno que otro insulto que gritaban los dueños de los carros que pasaban a un lado de la ventanilla de su padre. Nunca lo admitiría, pero ese escenario lo hacía encogerse, pues su padre transmitía superioridad por todos lados.

--si—volvió a decir, solo que esta vez más bajo. De repente, el ambiente se relajo, y una sonrisa amable apareció en el rostro de su papá.

--entonces, discúlpame por pensar mal de ti.

--yo…--no sabía que decir, ya que el cambio tan brusco en la atmosfera le había sacado totalmente de contexto, así que hizo lo primero que se le vino a la mente.

--lamento… lamento haberte llamado estúpido—dijo con tono arrepentido, y como respuesta recibió una pequeña caricia en la cabeza.

--¿estamos bien?—el menor asintió.

--bueno, en ese caso ya vámonos a casa, Angelina debe estar esperándonos para cenar.

Dicho eso, el vehículo se puso nuevamente en marcha.

******************************************************************************

En casa, la pelirroja se encontraba de un humor fuera de lo común. Estaba muchísimo más feliz que de costumbre, y parecía derramar miel por todos lados.

Esa mañana había recibió la noticia más maravillosa de todas, y planeaba darla a conocer a su esposo y sobrino, esa semana.

Escucho la puerta abrirse, y de inmediato se asomo fuera de la cocina, encontrándose con las dos personas que más amaba en el mundo.

--¡Vincent, Ciel!—exclamo contenta, dejando a medias la cena y dirigiéndose hacia ellos con paso rápido. A quien recibió primero fue al mayor, ya que este le extendió los brazos para abrazarla, y ella, gustosa, fue a dejarse mimar un poco.

--¿Cómo te fue en tu día, querida?—pregunto tiernamente el peliazul, separando un poco a su esposa.

--excelente, tengo muchas cosas que contarles—dejo ver una enorme sonrisa, y después se volteo a ver al pequeño, quien observaba la escena un poco apartado.

--ven aquí, mi niño—le dijo mientras lo tomaba del brazo y delicadamente lo jalaba hacia ella, para darle un abrazo. Tanto Ciel como Vincent se sorprendieron, pues Angelina siempre trataba de minimizar el contacto físico cuando se trataba del chico –ya que, por un lado a este no le gustaba mucho que lo trataran como a un bebe, y por el otro, que la mujer no era más que su tía—.

--venga, ya casi termino de servir la cena—anuncio, para luego soltar al muchacho e irse de regreso a la cocina, con paso muy feliz. Ahora solos, padre e hijo se miraron desconcertados, no muy seguros de que había causado esa reacción en la pelirroja. Aun así, decidieron de manera silenciosa seguirle la corriente, por lo que se apresuraron a seguirla para ayudarle a terminar de poner la mesa.

En menos de unos minutos, ya todos estaban instalados en sus respectivos asientos, comiendo de poco a poco la comida, pues siempre platicaban de lo que les sucedía durante el día. La mujer inmediatamente se dio cuenta de que Ciel y Vincent ya se habían reconciliado—pues estaban hablando como si nada— y esto le provoco la tentación de dar a conocer de unas vez las nuevas buenas, pero pensó que sería mejor esperar, ya que, como ambos hombres tenían un fuerte carácter, no quería que lo que ella fuera a decir causara alguna nueva pelea.

Cuando por fin todos terminaron de comer, antes de que alguno de los varones pudiera levantarse o decir algo, Angelina tomo la palabra.

--Vincent, ¿crees que es posible que salgamos este fin de semana?

--¿salir?, ¿te refieres a irnos de la ciudad?—la pelirrojo asintió, haciendo que su marido se pusiera pensativo, repasando mentalmente las citas que tenia.

--la veo muy difícil, Angelina—le respondió luego de un minuto de silencio, y como no era la respuesta que esperaba su esposa, esta se entristeció un poco.

--bueno, pero no tienes que salir ¿verdad?

--yo no, y no creo que Ciel tampoco, ¿o sí?—los dos voltearon a ver al mencionado, que solo les miro con cara de “como tengo dinero y vida propia”

--en ese caso, salgamos a comer a algún lugar especial este fin de semana.

--¿y a que se debe tus ganas de celebrar?—cuestiono curioso el adulto.

--se los diré ese día—sentencio ella, para luego pararse de su lugar. —yo lavo los platos, se pueden retirar si quieren. — el primero en levantarse después de ella fue Ciel, pero su padre, con una mirada, le ordeno que ayudara a su tía. El muchacho soltó un suspiro, y se apresuro a ayudar a recoger la mesa, para después seguir a la pelirroja hasta la cocina.

--si quieres vete, Ciel.

--no, está bien, te quiero ayudar.

--bueno, en ese caso, guarda los platos limpios mientras lavo estos.

--de acuerdo.

Cada quien efectuó su tarea correspondiente, el menor en silencio, la joven tarareando una canción. El peliazul realmente no entendía que pudo haber causado ese cambio tan notorio en su tía.

“¿Le aumentaron el sueldo? No, nos lo hubiera dicho hoy… ¿se cambiara de trabajo? No, tampoco creo que sea eso…”

--el resto puedo hacerlo sola—dijo la pelirroja sonriendo, mientras le quitaba los platos que el menor tenia entre las manos. Este se sobresalto, ya que no la había sentido acercarse.

--¿sucede algo?—cuestiono al ver que su sobrino se asusto.

--no, nada—contesto inmediatamente—ya me voy a la cama, que descanses—y como alma que lleva el diablo, se fue corriendo hacia las escaleras.  

Angelina se quedo sola, mirando el camino por donde se había ido su pequeño sobrino. Sonrió, antes de volver al trabajo.

“Pronto Ciel, ya no estarás solo”

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El olor era realmente nauseabundo, y las mocas zumbaban en sus oídos con fuerza. Se tapo la nariz, tratando de no respirar más ese aire que le quemaba las fosas nasales. Miro a su alrededor, encontrando solo unas paredes de metal, que lo encerraban en una especie de caja.

Entonces, escucho otro ruido diferente al de las alas que se batían a su alrededor. Era algo parecido a risas, seguido de un grito muy agudo…

--¡No!—grito fuertemente, antes de comenzar a golpear por todos las paredes de metal. Estas, estaban llenas de residuos que no supo identificar con el tacto, pero que realmente le provocaron asco. Aun asi, siguió golpeando con todas sus fuerzas el metal, queriendo escapar.

Las risas aumentaron, al igual que ese único grito.

--¡basta, por favor!—volvió a rugir, sin importarle que se lastimara la garganta. Las lágrimas comenzaban a salir, y resbalaban, traicioneras, por sus mejillas.

--¡déjenme salir!—rogo, sintiendo como sus miembros comenzaban a flaquear, debido al dolor que se estaba provocando al golpear tan fuerte las paredes.

De repente, todo se quedo en silencio. No se oían ni las risas, ni el grito, incluso las moscas se habían quedado calladas.

Todo fue rodeado por el silencio más profundo que podía existir…

El silencio que provocaba la muerte a su paso.

 

--¡NOOOOOOOO!

Abrió sus ojos de golpe, y se incorporo de manera precipitada en la cama. El sudor apelaba todo su cuerpo, y las lágrimas no paraban de salir de sus ojos. Se dio cuenta de donde estaba, y muy al contrario de lo que esperaba, no se tranquilizo, es más, se sintió aun peor.

Abrazo sus piernas, y enterró la cara en sus rodillas, como si creyera que con eso lograría olvidar lo que acaba de ver.

“Es mi culpa, todo es mi culpa”

--es mi culpa—susurro con la voz quebrada, sin dejar de llorar.

Notas finales:

Se que es algo obvio que es lo que se traen entre manos, pero haga como que no saben...por favor!! si no arruinan lo que sigue (?)

Espero no se enoje porque no sale Sebastian, pero digamos que lo deje meditando sobre su descubrimiento xDDDD pero ya en el proximo sale, asi que, espero entiendan ;)

Ojala les haya gustado, y me haria muy feliz que me dejaran un comentario con su opinion ^o^

Cuidense todas!!!!!


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