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Realidad por natalia clow

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Notas del capitulo:

Buenas y santas y muchas tantas, les traigo su capitulo de navidad de "realidad".

bueno quiero decir varias cosas antes de poner el capitulo: 

1: bueno, al fin me salió algo para escribir, puesto que intenté  unas 4 veces con diferentes versiones y diferentes visiones de lo que sería este capitulo hasta que al fin hoy salió esto. Tenía muchas ganas de al fin ponerle avance a este par, que me tenían penando hace mucho acerca de cómo haría su desarrollo personal. Espero les agrade el capitulo. 

2: Al fin se presentó la situación que temía que iba a pasar en esta secuela. en el momento mismo que me decidí hacer la secuela, sabía que la cantidad de gente que la leería, no sería la misma, por diversas razones: primero, la tematica ya no es la misma; segundo, los personajes ya no tienen las mismas personalidades ni enfoques; tercero, la historia puede ir cambiando a un rubo en donde en la primera parte ni por imaginación se iba a presentar. 

Quiero decir, que no juzgaré a nadie que deje de leer mi historia por esas razones, pero también recuerdo que tengo unas ideas planteadas en mi cabeza y por eso mismo, cómo ya tengo una historia, no voy a cambiarla a menos que me de cuenta que necesita el cambio. 

Quiero decirles, que puede que la historia tome un rumbo que a muchos no le gustará y les digo con todo el corazón que muchas gracias por haberme seguido hasta aquí. 

No me siento ofendida ni triste porque gente deje de leer mi historia porque sienta que perdió el norte, pero estoy segura que todos los cambios que los personajes han presentado tienen un justificación valida en mi historia, por lo que no me arrepiento de nada. 

Lamento todo este comentario tan largo y sin nada más que decir. 

BUENA LECTURA

 

 

Capítulo 13

“Quisiera que las cosas fueran más obvias para mí.”

Estaba un poco preocupado por cómo habrían ido las cosas con Jostein. Ciertamente no tenía derecho a inmiscuirse más de lo que ya estaba, pero, su maldita curiosidad, solo lo tentaba más. Había pensado en llamar a Jostein, pero se corregía cada vez que lo intentaba. Desde el evento que hizo Maurice, había pasado dos semanas. Un tiempo que le había estado corroyendo su mente.

Tampoco había hablado con  Maurice, que parecía haber desaparecido en el aire. No sabía si tenía que ver con su beso furtivo que dejó a todo el mundo boquiabierto. En esos días, Allan parecía enojado y molesto. Él había intentado pedirle el mismo favor de siempre, que le dejase entrar en la habitación de Matthew, pero le fue negado por primera vez. 

Todos habían entendido claramente que algo había cambiado, que algo estaba a punto de cambiar y que era inevitable. Esa era la razón de su comportamiento y lo entendía, él se sentía de la misma forma. De alguna manera su mundo y su percepción sobre él ya no era el mismo. No se sentía capaz de entablar con la misma naturalidad, conversaciones con Maurice o con Matthew. De alguna forma odiaba ese mundo que le habían impuesto las circunstancias.

Hoy estaba con los sentidos a todo lo que daban,  quizás porque la alerta de que algo pasara con Matthew, Maurice y en especial Elliot, no le dejaba descansar en paz. Hoy tenía su clase de intercambio con los estudiantes de la otra universidad, eso significaba,  ver a Elliot.

Parecía un perro guardián, esperando el momento oportuno para morderlo y llevarlo como premio a Matthew.  Estaba siendo extremadamente cuidadoso esos días.  A pesar de que ya no tenía nada que esconder.

Siendo viernes, tenía la esperanza de que alguno de sus conocidos decidiese hacer una fiesta y sin duda se colaría allí. No tenía ni la más mínima intención de irse a su casa a seguirse comiendo los sesos. Además tenía que agregar que últimamente su mamá y su novio estaban peor que adolescentes pubertos. Todo el día en casa con comida poco nutritiva y encerrados viendo películas de sus años maravillosos. No quería estar ahí de violinista.

Cuando entró al salón, la clase ya había comenzado, pero no parecía que hubiese avanzado mucho. Alzó la vista y vislumbrado algún puesto libre, lo encontró al fondo del salón. Caminó silenciosamente y esquivando cada pupitre hasta llegar a él. Al acomodarse, recostó su cabeza en la pared y como era de esperarse, la voz fluida del profesor se fue espesando a tal punto que era como una masa densa de gelatina auditiva que no podía comprender, por lo que sin más,  resignado a su masa amorfa de conocimiento, se quedó dormido.

 

Se balanceaba, su cuerpo lo hacía, poco a poco sus parpados se fueron despegando perezosamente,  como si las pestañas se abrazaran impidiendo que la acción fuera fluida. Sus ojos enfocaron con dificultad las figuras que se paraban frente a él. 

— Buenas, señor dormilón.

Frotó sus ojos y se desperezó un poco.

— ¿Qué pasó? ¿Ya se acabó la clase?

— Sí, hace como 20 minutos. Venimos a desperté, no pensamos que siguieras aquí.

Estiró sus brazos a los lados, alejando los rastros de su pereza y levantándose del pupitre, se quedó esperando a que siguieran hablando.

— ¿si supiste? El profesor de introducción a las ciencias políticas dijo que cancelaba la clase.

Joshua se sorprendió ante ello, ya que era raro que ese profesor cancelara una clase. Ese profesor era del tipo de que si incluso había un tsunami, hacía clase debajo del agua si pudiera.

— Por ahí me contaron, que no iba a dictar clase porque su mujer estaba en trabajo de parto.

— ¿Estaba casado? — Agregó sorprendido uno de los compañeros.

— Eso mismo me pregunté yo, pero al parecer sí lo está.

Joshua divagó ante las apreciaciones al respecto de la vida privada del profesor, podía importarle menos. Aunque no podía cambiar de tema, porque no tenía nada en mente y sus compañeros estaban tan animados, por lo menos dejarles que siguiesen especulando sobre la vida privada del profesor.

— Bueno muchachos. — Interrumpió uno de los compañeros con mirada picara. —Hoy es viernes, sin más clases por hoy, con un montón de chicas guapas esperando a que alguien como nosotros las invitemos a salir  ¿Qué les parece?

Los otros compañeros no tardaron en hacer la ovación a  la idea. Parecía que estaban esperando a que alguien diera le primer paso. Joshua en ese momento no le podía parecer mejor la idea.  Quizás hundiéndose en un montón de alcohol y mujeres, se le quitaba ese estrés y olvidaba la guillotina que colgaba de su cabeza cada vez que pensaba en los problemas personales. Quien aplaudió más fuerte de todos los que emocionados allí estaban, fue Joshua quien sin pensarlo, pensó en poner gran cantidad de dinero en la campaña

 

Encontrar bar, mujeres, alcohol, no fue una tarea difícil. Nadie se resistía a las fiestas, era algo que podía llamarse ley del lugar. Unas chicas guapas y otras no tanto, se decidieron unir a las invitaciones prometedoras del cielo y de la tierra que dijeron los compañeros de Joshua. Y sin duda alguna, él prometió también pedacitos de paraíso para dar y convidar.

El bar se llamaba “Wonderful treasure” era de los más famosos que existían en la zona. Tenía más de 6 salones con diferentes temas cada uno. Iban toda clase de personas que tuviesen dinero y la fiesta duraba hasta que se te acababa el dinero, así de sencillo. Tres chicas guapas que había decidido acompañarles,  se fueron con los compañeros que más ofrecieron gastar el día de hoy y a Joshua le tocó una chica no muy bonita, pero como dicen por ahí, el mejor embellecedor es el alcohol. Así que no la rechazó de ninguna forma.

La noche fue avanzando,  el alcohol fue bajando, las mujeres se fueron insinuando. La noche caminaba al ritmo prometedor que todos esperaban. La chica de Joshua estaba dispuesta hasta las últimas consecuencias, eso demostraba su ráfaga de maestría a la hora de seducir. Tenía que admitirlo, a pesar de que no era muy bonita, había mejorado sus tácticas de seducción, reduciendo su taza de rechazo en un buen porcentaje. Era coqueta, pero no lanzada, mostraba el hambre pero no era necesitada. Sabía que dosis dar y cuándo. Estaba disfrutándolo, era un juego de a que te cojo ratón. Le estaba divirtiendo. Vio la mesa y esta daba vueltas, unas discretas vueltas pero lo hacía. Lo único que estaba seguro era que en esa mesa ya había más de tres docenas de cervezas. Estaba tomando a todo lo que daba. Su cuerpo no podía retener tanto líquido. Al poco de que la chica coqueteara de forma más privada, su vejiga gritó en necesidad de desocuparse. Joshua disimulando su tambaleo, le besó la esquina de la boca a la chica y le dijo que esperara.

Atravesar el mar de gente que era esa pista de baile y encontrar el primer baño que se le atravesara, parecía imposible. Pero no podía aguantar más. Caminando lo más recto que pudo.  Y al lado de la barra del barman vio el baño. Casi corrió a su encuentro. La puerta roja oscura que tenía al pequeño hombre azul de los servicios de baño, le dio la bienvenida. Empujó esa puerta y lo primero que hizo fue bajarse la cremallera.

— Jo-joder. Me voy a terminar mojando los pantalones si este mundo no se queda quieto.

Puso su brazo en la pared y apuntó lo más directo que pudo al servicio. Su vejiga fue perdiendo presión y él se iba desocupando mientras un suspiro aliviado retumbaba en el baño. Poco después de eso, se subió su cremallera y se quedó un poco recostado en la pared del baño.

— Al parecer hoy comeré. — Río con ganas después de decirlo. — Aunque la comida no sea apetitosa, el hambre puede conmigo. Quiero comer algo apetitoso.

Llegó al lavamanos y se enjuagó de mala manera las manos.

— Igual, me las voy a ensuciar más tarde.

La risa pudo con él y casi se ahoga. Siguió caminando bajo el efecto psicotrópico y se chocó con la puerta.

— Oh disculpe usted.

Cuando la puerta se abrió, le empujó.

— Te pedí disculpas maldita. —Joshua realmente se molestó con la puerta.

No estaba en un estado de borrachera absoluta, más bien estaba en el momento que el alcohol hace su mejor efecto. Por eso mismo, cuando vio quien abrió la puerta, sintió que los efectos del alcohol se habían ido de vacaciones a Cafarnaúm y le mandaban saludes.  Quien atravesó la puerta no era otro sino Elliot, pero este parecía estar en un estado de alcoholización parecido al suyo. Abrió sus ojos y estos enfocaron bien al cuerpo del chico que alzó su cara con sus ojos verdes aguados por el efecto del alcohol y al parecer no lo reconoció.

— Permiso, que quiero vomitar. — Elliot no parecía disimular nada de lo que sentía.

Un ancla se posó sobre el mundo que había estado navegando en el mar del trago. Joshua más despierto vio moverse a Elliot con poca, por no decir nula, coordinación. No alcanzó a llegar a sanitario y se terminó vomitando en el orinal. Se recostó en él como si su vida dependiera de ello. Joshua solo se quedó ahí, estupefacto. Se espantó un poco al ver que Elliot se quedó quieto, no parecía ni respirar. Se acercó y le zarandeó el hombro. No respondía. Inevitablemente entró en pánico y pocas ideas sobre qué hacer, lo único que se le ocurrió fue cargarlo y sacarlo de allí para que tomara un poco de agua.

Y contra todos los pronósticos, el pequeño cuerpo de Elliot pesaba más de que se imaginaba. Atravesó la pista de baile hasta que llegó a su mesa y la chica que lo había estado esperando impaciente,  se desilusionó al ver que su prospecto de salida, traía a un pelirrojo, borracho en sus brazos.

— ¿Quién es él? — La chica por lo menos se sentía en el derecho de saber qué hacía ese desconocido en la mesa.

— Un… amigo. —En el momento que pensó en su relación con él, se cuestionó el mismo hecho de que lo estuviese ayudando.

— Bueno, pero creo que es lo suficientemente grandecito como para que lo tengas que cargar.

—Estoy seguro que no te gustaría que te hicieran lo mismo ¿verdad?

La chica se calló, pero su molestia era latente.

— ¿Te quedarás con él o conmigo? —No era una pataleta en donde tuviese que escoger, pero ella sintió necesario saber si iba a ser la niñera de ese borracho.

— A ti te veo en tus 5 sentidos, querida, lo siento por esta noche.

La frase no alcanzó ni a terminarse y la chica se paró enfurecida cogiendo su bolso y mientras pasaba por delante de él para irse a la salida le susurró —Maldito maricón. —Joshua se hizo el de oídos sordos y sencillamente se quedó tomándose una botella de agua que era una de las compañeras de sus amigos.

—Joder, ahora ¿qué hago con él? ¿Por qué lo cargué conmigo?— Pensó. Elliot estaba durmiendo ahí,  tranquilo, siendo una carga para Joshua sin saberlo.

Algo de lo que estaba seguro Joshua era que Elliot no pudo haber quedado en ese estado y haber venido solo. De pronto tenía a su grupito por allí. Solo sería encontrarlo y que ellos cargaran con él. Le pareció sensata la idea, el único problema es que no tenía ni idea quien pudo haber venido con él y nadie parecía ir en dirección al baño a buscar a alguien, nadie parecía estar preocupado. No tenía conocimiento de los amigos de Elliot, es que ni que fuesen amigos.

Se quedaría otro rato. Alguien tendría que verlos, alguien tendría que estar buscando a Elliot.  Solo era cuestión de esperar.

 

Las horas pasaron y él se quedó solo en la mesa con Elliot. Sus compañeros contentos se fueron a su “comilona” y él como un campeón se quedó con ese borracho. Sintió tanta ira que le dieron ganas de patearlo. Jodido enano, le había dañado su comida en mucho rato. No tenía motivos para estar cuidándole y ahora resultaba que nadie parecía ser responsable de Elliot. Pasó todo el jodido bar enfrente de la mesa y del borracho Elliot y nadie pareció reaccionar. De pronto si había ido solo. Ante esa idea se quedó mirándolo, fijamente, debatiéndose mentalmente qué hacer.

— Maldita sea enano, esta me las deberás y muy caro.

Sin pensarlo más, cargó a Elliot en su espalda, dejó su parte de la cuenta al primer mesero que pasó y salió del bar, rumbo a su casa.

***

Todo estaba oscuro, con el peso en su espalda, entraba lo más sigilosamente posible. Eran aproximadamente las 3 de la mañana. Su mamá y su novio ya deberían estar dormidos. Elliot solo respiraba apaciblemente y se descolgaba de la espalda de Joshua por enésima vez en el camino.

— Jodido enano, tú duermes y yo sufro aquí. —susurró molesto.

Subió las escaleras, con ganas de dejarle en los escalones, pero luego tendría que darle una explicación a su madre y eso no era muy conveniente que dijéramos. Al entrar a su habitación, con un poco más de libertado, casi lo botó con furia sobre su cama y se sentó en el asiento de su escritorio.

— Cuando te despiertes, recuérdame pegarme unas cuantas cachetadas por haber sido tan imbécil de haberte traído, enano.  

Joshua tenía jaqueca. Obviamente el alcohol no salió de su organismo como si lo hizo Elliot con su vomito. Harto de ese martillar en su cabeza, se fue al baño a inducir su vómito, tomando mucha agua y con el dedo metiéndolo en su garganta. Logrando después de varios intentos, vomitar gran parte de lo que tenía en su estómago, sintió el alivio.

Caminó con paso pesado a su habitación y vio que Elliot se había acomodado mejor en la cama. Eso le enfureció. Ese enano se estaba apoderando tranquilamente.  Pero si era consistente, no tenía nada que replicarle a un borracho. El olor de alcohol y de vómito, lo tenía asqueado. Elliot tenía su camisa untada de un poco del vómito, cuando se recostó en el orinal. Joshua ni por el diablo iba a dejar que se quedara así. Se acercó y le quitó su camisa, dejándole en un esqueleto blanco que tenía debajo. Le quitó los zapatos y él quitándose también todo cuanto pudo, le empujó y se acostó a dormir. Después de apoyar su cabeza en la almohada, no supo nada más.

 

No tenía ganas de levantarse, le fue imposible seguir durmiendo plácidamente, mientras escuchaba unos gemidos leves. Era molesto. Gimoteaba la persona que estaba a su lado, de forma silenciosa, pero en un punto donde podías escuchar claramente que alguien lloraba. Su consciencia poco a poco fue volviendo y se quedó con los ojos cerrados, analizando los sonidos.  Luego pensó detenidamente que solo podía estar alguien a su lado en esos momentos y era Elliot. Sí eso mismo, Elliot. Sus ojos se abrieron con cierta manía y se volteó a ver a Elliot que estaba acorralado abrazando sus piernas en la cama y lloraba. Se sentó a su lado y no supo que hacer.

— Oe. —Le llamó la atención. —Elliot ¿Qué pasa?

El cuerpo encogido se sorprendió al ver que ese alguien que no sabía quién era, sabía su nombre.  

— ¿Qué... qué hago aquí? ¿Quién eres? ¿Qué quieres conmigo? —Elliot dijo todo eso en un susurro desesperado.

— Estás aquí, porque no podías dar pie con bola de lo borracho que estabas. Soy Joshua y no quiero absolutamente nada contigo. Solo me encarte contigo  por ser idiota.

Elliot se quedó mirando a Joshua en la oscuridad. No sabía que horas serían, pero aún no amanecía. Para corroborar lo poco que podía ver en esa oscuridad, posó su mano en la mejilla de Joshua y recorrió su cara. “Sin duda alguna es este canalla”—pensó Elliot.

— Puedo saber ¿Por qué estás llorando?

— No, no estoy llorando.

— Pero si te he estado escuchando gimotear todo el jodido rato.

No hubo respuesta. Solo se quedó ahí, escuchado como a Elliot intentaba respirar por la nariz.

— Bien, cómo quieras, que tengo un sueño que me cuesta solo estar hablando. Solo trata de no seguir llorando. Adiós.

De nuevo se recostó, entonces recibió un pellizco de parte de Elliot, lo que lo hizo saltar y pegarle un puño en el hombro.

— No tientes a la suerte enano. Que tras de que cargo contigo, me jodes.

— No te preocupas por nadie que no eres tú mismo ¿verdad?

— ¿Eh? ¿De qué hablas? Te traje hasta aquí, cuando ni siquiera debía haberte puesto ni cuidado y ahora me sales con eso.

Elliot se quedó callado. Es que tenía razón, no había ni una sola razón por la cual debiera estar renegando de que Joshua es egoísta.  

— Debí haberte dejado en ese baño y con los que habías ido de fiesta, te hubiesen recogido.

— Gracias. —Le interrumpió Elliot. —Gracias por recogerme, fui solo. Me hubiese quedado en ese baño hasta el amanecer.

Joshua fue esta vez quien no respondió y silenciosamente se metió de nuevo en las cobijas, intentando conciliar el sueño. Elliot se puso a llorar otra vez, pero esta vez no hizo ningún ruido. Solo cabía decir que Joshua sentía que lo hacía.

— Elliot, yo sé que no somos los mejores amigos. Pero si quieres decir qué pasa. Vale, aquí te escucho, después diremos que son efectos del alcohol y haremos como que nada ha pasado.

Apenas dijo eso. Elliot se metió de nuevo en las cobijas y se acurrucó al lado de la espalda de Joshua. Luego de un rato comenzó a murmurar.

— Estoy solo. —Apretó sus puños en la espalda de Joshua. —Hoy he hablado con mi papá y le he dicho que si podía volver a las vacaciones de verano a Escocia. Me ha dicho que no cree que sea un buen momento para que vuelva, que cree que no es conveniente que vuelva en un buen tiempo. Me han sacado de la familia. Estoy extraditado en este país.

La voz se le ahogó en llanto y Joshua se le antojó hasta infantil eso. No era más que una pataleta de un niño mimado. Si tan solo supiera lo que es ser realmente excluido de la familia, negado y rechazado, como fue él con su papá. Se volteó hasta quedar cara a cara e hizo que Elliot le mirara.

— ¿Crees que la solución a eso es irte a emborrachar como un empedernido? ¿Exponerte a quedar en ese estado de vulnerabilidad? ¿Eres idiota o qué? Solo te han sacado de la cuna de oro que tenías, nada más, no hagas drama como un imbécil.

Elliot se sintió ofendido y le pellizco más veces en los brazos. Joshua realmente molesto  se montó encima de él inmovilizándole los brazos.

— Enano, no tientes la suerte. Que hasta ahora he sido un alma de Dios contigo.

Elliot lo miró fijamente y la oscuridad disipaba su intensa mirada.

— Tengo derecho a estar frustrado. —Elliot susurró con ira. — De todas las personas, de la que menos quería recibir consejos ni ayuda es de ti.

— Bien, eso tiene una fácil solución. —Joshua se bajó de encima de él. —Bien te puedes vestir y largarte y de paso dejarme dormir.

— ¡¿Eres idiota?! —Elliot se espantó. — ¿Cómo voy a salir a esta hora? Puede pasarme algo.

— Igual te iba a pasar si te hubieses quedado en ese bar, así que da igual ¿No?

— Fui un imbécil por pensar aunque sea por un momento que eras una buena persona.

— Exacto, un imbécil en todo el sentido de la palabra.

Elliot se cubrió completamente con las cobijas y renegó.

— Cómo sé que te molesta, me quedaré aquí a dormir y tendrás que aguantar mis ronquidos de león.

Joshua encanó una ceja y pensó que no podía haber en el mundo una amenaza más estúpida que esa.

— Claro, eso.

Joshua se metió de nuevo a las cobijas y esta vez sí estaba dispuesto a dormir. Cuando cerró sus ojos, escuchó levemente, hasta el punto de creer que había sido una ilusión a Elliot dándole otra vez las gracias.

 

 

 

 

Notas finales:

Espero que les haya gustado y :) me gustaría saber que pensaron del capitulo. 

Gracias y nos vemos en el próximo capitulo.

 


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