En el interior de una mansión, donde había música y se oían unas conversaciones lentas y monótonas. Se encontraban ídolos del k-pop, personas con talentos sorprendentes y admirables. Entre ellos se podía apreciar la figura de un jovencito de alrededor de 17 años, con un tez blanca y tierna, de cabellos dorados y ondulados, con una aurora angelical y a la vez traviesa.
Poco después de haber dado comienzo a la tranquila y amistosa fiesta, el jovencito, así como muchos invitados, se dirigieron hacia los jardines; para observar tan bella noche. Se pudo ver como en el momento en que cruzaba el pórtico, un joven deslizaba en la delicada mano del jovencito una hoja doblada de papel blanco. Se podía percibir en el exterior de la carta, el nombre de Taemin.
Taemin era una preciosidad de apenas 17 años, y de una figura perfecta. Su rostro causaba una candidez encantadora; su sonrisa era tierna como de los ángeles, su piel parecía de terciopelo, y sus cabellos finos hilos de oro. No resultaba difícil ver que despertaba admiración al observar las miradas de anhelo y lujuria que le dirigían las jóvenes, y a veces también hombres. En el exterior de la mansión, todos voltearon a mirar al bello Taemin.
Sin prestar atención, el joven se encamino hacia uno de los asientos apartados del jardín. Taemin se quedo viendo la carta que el joven había depositado en sus manos: “Esta noche, a las diez; estaré a orillas del lago”. Eran las únicas palabras escritas en el papel, Taemin se mantuvo en la misma postura por algún tiempo en actitud pensativa. Ya aproximadamente a hora de la cita, se dispuso a trasladarse a los profundo del jardín, perdiéndose entre los árboles.
Al llegar a la orilla de un lago, el joven se sentó al pie de un árbol, y espero la llegada de la persona con la que se tenía que encontrar. No pasaron más de unos minutos antes de que el joven se presentara en el lugar. Se entablo una conversación, aunque sus manifestaciones hablaban mejor que las palabras. Estaban entre un manto de estrellas, soplaba un airecillo caliente y confortable, la joven pareja se mantenía entrelazados, olvidando de todo lo que no fuera su felicidad mutua.
–No sabes cuánto te quiero, Taemin– murmuro, sellando tiernamente su declaración con un beso depositado sobre los labios de Taemin.
–Si lo sé– contesto él con aire inocente – ¿No me lo estás diciendo constantemente? Llegare a cansarme de oírlo–.
Taemin movía inquietamente sus lindos pies – ¿Cuándo me explicaras y enseñaras todas esas cosas divertidas de que me has hablado? – dirigiéndole una mirada.
–Ahora– repuso el joven –Ahora, mi querido Taemin, que estamos a solas y libres de interrupciones. ¿Sabes, Taemin? Ya no eres un niño. – Taemin asintió con un movimiento de cabeza
–Bien; hay cosas que los niños no saben, y que los amantes no solo deben conocer sino también practicar–. Taemin lo miraba seriamente. –Si– continuo su compañero –Hay entre los que se aman cosas secretas que los hacen felices, y que son causa de la dicha de amar y ser amado–
– ¡Qué sentimental te has vuelto, Minho! –, exclamo Taemin –todavía recuerdo cuando me decías que el sentimentalismo no era más que una patraña–.
–Así lo creía, hasta que me enamore de ti– replico el joven.
– ¡Tonterías! –, repuso Taemin; con una brillante mirada y ardientes mejillas –pero sigamos adelante y cuéntame lo que me tienes prometido–.
–Los conocimientos solo se aprenden observándolos en la práctica–
– ¡Sigue adelante y enséñame! – exclamo el jovencito, en cuya demanda parecía que tenia perfecto conocimiento de la clase de instrucción que recibiría.
En su impaciencia había algo cautivador. Minho cedió a este atractivo, acercando sus labios a los del menor y lo beso embelesado. Taemin no opuso resistencia; por lo contrario colaboro haciendo el beso más profundo, entrelazando sus lenguas en una danza sensual.
Entre tanto la noche avanzaba; sus cuerpos desaparecían tras la oscuridad, como para protegerlos contra la luz que desvanecía. De pronto Minho, se deslizo a un lado de él y efecto un ligero movimiento. Sin oposición de parte Taemin paso se mano por debajo de su camiseta, recorriendo lascivamente el torso del menor.
No satisfecho con el goce que le causo tener a su alcance los delicados pezones del menor, intento seguir; pero ahora hacia abajo, y sus inquisitivas manos desabrochaban el pantalón del jovencito. El ritmo de la respiración de Taemin se apresuro ante el poco delicado ataque a sus encantos. Estaba, muy lejos de resistirse; indudablemente le placía el excitante jugueteo.
–Tócalo– murmuro –te lo permito–.
Minho no necesitaba otra invitación. En realidad se disponía a seguir adelante, y captando en el acto el alcance del permiso, introdujo sus manos más adentro. El complaciente muchacho abrió sus muslos cuando él lo hizo, y de inmediato su mano alcanzo el delicado miembro de su amando.
Durante los diez minutos siguientes la reja permaneció con los labios pegados, olvidando todo. Solo su respiración denotaba la intensidad de las sensaciones que los embargaba en aquella embriaguez de lascivia. Minho sintió un delicado objeto que adquiría rigidez bajo sus agiles dedos, y que sobresalía de un modo que le era todo satisfactorio. En aquel momento Taemin cerró sus ojos, y dejando caer su cabeza hacia atrás se estremeció ligeramente, y su cabeza buscaba apoyo en el brazo de su amado.
– Oh! Minho!– murmuro – ¿qué me estás haciendo? ¡Qué deliciosas sensaciones me proporcionas! –
El mayor no permaneció ocioso, así que exploro todo lo que le permitía la postura en que encontraba, una mano deslizo hacia las suaves y temblorosas nalgas del menor. Comprendió la necesidad de satisfacer la pasión que con sus actos había despertado, le rogo a su amante que le permitiera conducir sus dedos, y le aseguro que era capaz de producirle mucho mayor placer que el que le había proporcionado antes.
Taemin se sintió transformado por deseos recién nacidos, no pudo negarse, ya fuera porque experimentaba la curiosidad que simulaba. Con meticulosa atención, Minho se dispuso a preparar al menor, con delicadeza introdujo sus dedos dilatando ese estrecho pasaje. Taemin se sentía embargado por el dolor al principio, pero luego paso a ser placentero.
Minho estaba igualmente enternecido. Sus ojos brillaban y su mano seguía recorriendo el juvenil tesoro del que haría posesión. Los jóvenes estaban enloquecidos de lujuria. Taemin era presa de nuevas sensaciones que le hacía anhelar un desahogo todavía desconocido.
El mayor encontrando palpitante y bien húmedo el centro que se agitaba bajo sus dedos; contemplo al hermosos rubio tendido en una invitación al deporte del amor. En movimientos rápidos se deshicieron de sus prendas. Minho descubría los secretos encantos de su adorable compañero, mientras que, Taemin contemplaba el masculino cuerpo de su amando. El peli-negro capto su oportunidad, y se lanzo furiosamente, sobre la reclinada figura del menor.
Apreso con su brazo izquierdo su breve cintura, abrazo las mejillas del jovencito con su cálido aliento, y sus labios apretaron los de él en un largo, apasionado y apremiante beso. Tras de liberar a su mano izquierda, trato de juntar los cuerpos lo más posible en aquellas partes que desempeñan el papel activo en el placer sensual, esforzándose ansiosamente por completar la unión.
Taemin sintió por primera vez en su vida el contacto mágico, tan pronto como percibió el ardiente contacto con la dura cabeza del miembro de Minho se estremeció perceptiblemente y dejo escapar de sus labios unos pequeños gemidos. Minho estaba embelesado, y se esforzó en buscar la máxima perfección en la consumación del acto. El joven se hizo atrás por un momento, para lanzarse luego con todas sus fuerzas hacia delante, con lo que consiguió abrirse paso a la penetración en el orificio, y adelantar la cabeza y parte de su endurecido miembro.
El menor dejo escapar un pequeño grito al sentir forzado la entrada que conducía a sus secretos encantos, pero lo delicioso del contacto le dio fuerzas para resistir el dolor con la esperanza del alivio que parecía estar a punto de llegar. Entregados por entero a las deliciosas sensaciones que se habían apoderado de ellos, unían sus esfuerzos para llevar a cabo ardientes movimientos que ambos sentían que iban a llevarlos a un éxtasis.
Todo el cuerpo de Taemin se estremecía de delirante impaciencia y de sus labios rojos se escapaban cortas exclamaciones delatoras del supremo deleite; estaba entregado en cuerpo y alma a las delicias del sexo. La delicada estrechez del húmedo orificio, ajustada como un guante todo ello excitaba los sentidos de Minho hasta la locura.
Hundió su miembro hasta la raíz en el cuerpo del menor. No pudo avanzar más, y se entrego de lleno a recoger la cosecha de sus esfuerzos. Pero Taemin, insaciable en su pasión, tan pronto como vio realizada la completa unión que deseaba; poseído por locos espasmos de lujuria, se apretujaba contra el objeto de su placer y, acogiéndose a los brazos de su amando, dejo escapar su esencia, inundando sus vientres con ese liquido blanquecino.
Tan pronto como el joven pudo comprobar el placer que le procuraba al hermoso Taemin, y advirtiendo el flujo que tan profusamente había derramado sobre él, fue presa también de un acceso de furia lujuriosa. Un rabioso torrente de deseo pareció inundarle las venas, mientras derramaba en el interior de su agradecida matriz un verdadero torrente de vigor juvenil. Un apagado gemido de lujuria satisfecho escapo de los labios entreabiertos de Taemin, al sentir en su interior el derrame de fluido seminal.
Al propio tiempo el lascivo frenesí de la emisión le arranco a Minho un grito penetrante y apasionado mientras quedaba tendido con los ojos cerrados, como el acto final del drama sensual. Sus corazones latían aceleradamente, sus cuerpos se encontraban juntos, se besaron nuevamente, pero era un beso tierno, en donde expresaban el amor que se sentían mutuamente. Los brazos de Minho abrazaban cariñosamente al menor, pegando más sus cuerpos.
Taemin levanto un poco su rostro para mirarlo, encontrándose en el rostro de Minho una sonrisa. Tímidamente también le sonríe –Fue increíble.. – le susurra con voz grave y sensual, avergonzando al menor, quien le responde –Minho … sarang hae yo.. –. No necesito escuchar ni decir nada más, en la forma en que Minho lo miraba le hacía sentirse protegido, seguro, amado…