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Hasta que tu fuego se extinga por Necoco_love2

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Notas del fanfic:

Bueno, ésta era una sorpresa que tenía preparada para el 14 de febrero, pero me entró el sentimentalismo en éste momento y bueno… decidí que no podía esperar a subir esto.

 

Es muy raro que yo escriba de un fandom que no sea el de Naruto, pero bueno, esto es especial, porque tiene una especial dedicatoria a Diana, una gran amiga y lectora que me sigue casi desde mis inicios en la página y a la  cual quiero muchísimo.

 

El destino se no interpondrá entre nosotras, Diana, porque estaremos juntas hasta que tu fuego se extinga.

 

 

 

La historia fue inspirada por una imagen que alguien me mostró en DA:

 

http://browse.deviantart.com/flash/?q=favby:poke-pals/7029188#/d16f77x

Notas del capitulo:

Disclaimer: los personajes de pokémon no me pertenecen, son obra de la compañía programadora de software japonesa Game Freak, con personajes creados por Satoshi Tajiri.

 

 

 

 

Sus sagaces ojos color café observaron con avidez el entorno, se entornaron en el riachuelo que corría por su costado derecho y volvieron a enfocarse en la cima de los árboles con precaución, atento ante cualquier ruido extraño que pudiera captar con sus orejas. Por sus mejillas rojas comenzaron a salir chispas, hasta que el sonido de las hojas moverse lo alertó, moviéndose por instinto en el sentido contrario del sonido. Un Ariados en la cima del árbol de manzanas lo miraba expectante, dispuesto a atacarlo con su telaraña a la menor oportunidad.

 

Iba a ser un poco más complicado de lo que parecía. Miró en derredor, sabiendo que ese Ariados del demonio llevaba días queriéndoselo comer. No iba a dejar que eso ocurriera, por supuesto. Lanzó una pequeña descarga eléctrica que hizo que la manzana más alejada de la araña esa cayera al suelo. Lanzó otra descarga al Ariados y corrió lo más rápido que pudo, esquivando ágilmente los intentos del pokémon contrario de atraparlo para comérselo.

 

Por unos segundos, Pikachu estuvo a punto de ser atrapado de un doble ataque del Ariados con su telaraña, pero consiguió tomar la manzana con la boca y corrió lo más rápido que pudo, lanzando descargas eléctricas de forma aleatoria para alcanzar a golpear a la gran araña roja que no se quedó muy satisfecha al verlo escapar.

 

Cuando estuvo lo suficientemente lejos del pokémon arácnido, Pikachu se sentó en el suelo y dejó escapar un suspiro aliviado, tranquilo ante la idea de que por aquél día había sobrevivido. Sobrevivir en el mundo pokémon a veces podía resultar muy complicado cuando no se tienen las nociones para lograrlo. El ratón amarillo se llevó las patas delanteras a la cabeza, tratando de ahuyentar los pensamientos negativos. Tomó por la ramita la manzana y comenzó a andar a cuatro patas entre la hierba corta y los arbustos tranquilamente.

 

Era un bonito día nublado y temprano por la mañana Pikachu había salido de su escondite para buscar algo de comer. No siempre era fácil, y las cosas se habían vuelto más complicadas desde que ese Ariados se había apoderado del árbol con las manzanas más ricas, pero a Pikachu le gustaba experimentar la adrenalina y de vez en cuando solía acudir a por un par de manzanas.

 

Llegó alegre hasta unos arbustos debajo de un árbol en el que jugueteaban un par de Pidgey a los que saludó cordialmente levantando una pata delantera. Los Pidgey revolotearon en las ramas del árbol, devolviéndole el saludo al pokémon amarillo. Pikachu se introdujo entre unos enormes arbustos y se adentró en una pequeña cueva entre unas rocas que había en medio del bosque.

 

El espacio era bastante fresco, resultaba acogedoramente amplio y la iluminación ahora era mejor con el huésped que tenía. Pikachu se acercó con cuidado a una de las camas que había construido a base de hojas de árboles, donde una criatura anaranjada temblaba ligeramente. Se sentó a su lado y sutilmente lo despertó, consiguiendo que el pokémon anaranjado abriera sus azules ojos lentamente.

 

El Charmander se mostró reticente, por lo que gruñó ligeramente para que el Pikachu mantuviera sus patas alejadas de él. El pokémon amarillo no se inmutó, así que con una pequeña descarga eléctrica partió la manzana por la mitad y se la dio a comer el de ojos azules. Charmander se negó rotundamente a comer, por lo que Pikachu decidió entonces levantarse de nuevo para salir de la guarida. Fue cuando se marchó que el pequeño pokémon de fuego observó el umbral por el que había desaparecido y miró la mitad de manzana que tenía a su lado. Se sentó y la tomó entre sus patas cuidadosamente; se la comió poco a poco, evitando hacer mucho esfuerzo para que las heridas de mordeduras que tenía a los costados de los brazos no le dolieran demasiado.

 

¿El Pikachu volvería pronto? Se preguntó. Se terminó la manzana después de un rato y se acostó en la cama que le había hecho el pokémon eléctrico, pensativo. Recordaba vagamente que había estado cerca de un estanque buscando comida. Al haberse perdido tras verse perseguido por un enorme pokémon de roca había terminado por llegar al bosque, sin nadie que lo ayudara. Había estado llorando, esperando que alguien de su manada fuese a buscarlo, pero debido a que cada vez se internaba más en el bosque, paulatinamente volver por donde había llegado sería más difícil.

 

Al llegar al estanque, un Totodile demasiado burlón tomo la última baya de un arbusto, la misma que él había querido tomar. Él, rebelde, le reclamó al pokémon acuático que le devolviera su comida y atacó con una llama de fuego, frustrado de que alguien intentara aprovecharse de él por ser tan joven. No es que el Totodile se viera con bastante experiencia, pero al ser más grande que él, tenía todas las de perder.

 

Y probablemente habría perecido en medio del bosque de no ser por un Pikachu que se acercó a beber agua del estanque y ahuyentó con un ataque eléctrico al Totodile. En medio del golpe a su orgullo que significaba haber tenido que ser salvado por alguien más, recordó con melancolía que en aquél momento no tenía absolutamente a nadie que lo salvara, lo cual lo hizo sentirse profundamente devastado; no era lo suficientemente fuerte como para valerse por sí mismo.

 

En aquél momento le espetó al Pikachu que no necesitaba su ayuda, pero el pokémon eléctrico decidió ayudarlo cuando inminentemente comenzó a llover. Rebeldemente lo mordió, pero el Pikachu aguantó el dolor y lo había llevado, con algo de trabajo, a su guarida, lejos de los depredadores.

 

La llama en el extremo de su cola había corrido el riesgo de apagarse. Estaba lo suficientemente baja como para demostrar que Charmander, por sí solo, no podría subsistir. El Pikachu entonces, como en ese momento, había permanecido a su lado, cuidándolo, hecho al cual él se mostraba reticente aún después de 10 días, pero que agradecía infinitamente muy en el fondo de su corazón.

 

El ruido de los arbustos de la entrada moviéndose lo alertó, pensando que se trataba de algún intruso. La llama en su cola aumentó de tamaño, dispuesto a atacar a quién quiera que fuese, pese a que Pikachu le había dicho que no corrían peligro alguno, que la guarida era estupenda porque la parvada de Pidgey y Pigeotto liderada por un Pidgeot se encargaba de ahuyentar a cualquier clase de depredador.

 

Se arrojó en una embestida contra el intruso que parecía ser un pokémon de planta, pero cuando ambos cayeron al suelo, se dio cuenta que se trataba únicamente del pokémon eléctrico que cargaba consigo una gran cantidad de hojas.

 

— ¿Pika?—le dijo, después del reciente malentendido.

 

Charmander se resistió, pero el Pikachu lo obligó a comerse las plantas medicinales que había traído amenazándolo con atacarlo. El pokémon de fuego se comió a regañadientes las plantas pese al ácido sabor que tenían. Sacó la lengua a manera de disgusto y el Pikachu, sonriente, lo tomó de una de las patas y comenzó a correr fuera del escondite, descolocando completamente a la criatura anaranjada.

 

¿A dónde diablos querría llevarlo? Mientras ambos corrían por el bosque, Charmander se preguntó si realmente estaría siendo una buena idea seguirlo. Se sentía mejor después de comerse aquellas plantas medicinales, bien podría marcharse solo y tratar de encontrar a su manada o empezar una vida solo, sin tener que depender del pokémon amarillo, pero…

 

…Pero Pikachu se apreciaba tan feliz que no se sentía capaz de arruinar esa armonía entre ellos dos.

 

— ¡Pika, pika!—exclamó el Pikachu emocionado, cuando soltó la pata del Charmander y se tiró un clavado al estanque, emocionado.

 

Charmander tropezó  y se dejó caer de sentón para no perder el equilibrio. Sintiéndose solitario, se quedó observando al pokémon amarillo, mientras chapoteaba emocionado y buceaba por segundos, jugando con los Magikarp que se hallaban en el agua. Se preguntó si acaso el de ojos cafés era un pokémon retrasado cuyo huevo había sido golpeado, pero desechó la idea de preguntarle, estando tan solo, seguro que ni lo sabía.

 

Abrazó a su cola, abatido, mientras el Pikachu le gritaba que ojalá no fuera un pokémon de fuego para que pudiera jugar con él. No supo si ignoró el comentario para no sentirse mal por no poder entrar a jugar con el Pikachu al agua o sólo porque intentaba ser lo más indiferente posible con el contrario, fuera lo que fuera, se acercó a la orilla del estanque cuando el ratón amarillo salió y se tiró boca arriba en la hierba, soltando una exclamación de alegría.

 

Charmander soltó un gruñido y se sentó a un lado del pokémon salvaje, rascándole la panza tímidamente en un gesto amistoso. Pikachu movió sus orejas de gusto y soltó una exclamación de gusto, haciendo que las mejillas del anaranjado se tiñeran de un imperceptible color carmín. Era un idiota. El pequeño Charmander era demasiado orgulloso como para expresarle con sinceridad al contrario lo agradecido que estaba por haberle ayudado, y la frustración persistía en su noble corazón de sólo pensar en lo débil que era, no obstante, la compañía de un pokémon con más experiencia que él le brindaba la seguridad necesaria para alzarse con la majestuosidad del dragón en el que se esperaba convertir para ser capaz de aprender a luchar por sí mismo.

 

Una gota helada de agua cayó  sobre la llama de la cola de Charmander, evaporándose al instante. El Pikachu se levantó al instante y tomó al pokémon de fuego de la pata, apresurándose a llevarlo debajo de un árbol central del bosque con muchas bayas. El pokémon eléctrico se encargó de bajar algunas bayas, alegando que él aún tenía que seguir cuidándose para recuperarse completamente.

 

Charmander no lo entendía, por lo general no todos los pokémon salvajes que vivían independientes de una manada se ofrecían a cuidar de otro más sabiendo la carga que podía ser. Pikachu, en cierta forma, le parecía bastante excepcional, aunque al ser una de las crías más jóvenes de su manada, Charmander sabía muy poco de la naturaleza de los pokémon, así como de ciertas reglas no establecidas del bosque.

 

Extrañaba a su manada, pero la alegría contagiosa de Pikachu podía resultarle adictiva, hasta el punto en que esbozó una pequeña sonrisa cuando pensó en como había estado chapoteando hacía un rato en el agua. El ratón amarillo pareció leer sus pensamientos y le preguntó el motivo por el cual sonreía, a lo que Charmander se azoró y desvió la mirada, encontrándose a su lado, en la hierba, una pequeña margarita que crecía cerca del árbol. La cortó cuidadosamente y se giró hacia el Pikachu, ofreciéndosela.

 

Pikachu abrió los ojos, sorprendido. Dejó escapar una onomatopeya de felicidad y le sonrió al Charmander, sonrojándose un poco también. Le dio un fugaz beso en la mejilla y se sentó a su lado, dejando que la cola flameante del pokémon naranja estuviera entre los dos, brindándoles un poco de calor en aquella tarde fría de lluvia.

 

El pokémon de ojos cafés no sabía demasiado de amor, como todo inexperto pokémon, seguía sólo sus instintos y actuaba en base a lo que mejor le parecía. Destinado a estar solo durante mucho tiempo, decidió ayudar aquella vez al pokémon de fuego sabiendo que el Totodile del estanque era un lagarto que además de molesto y energético, podía resultar demasiado abusivo con aquellos con los que tenía ventajas. El pueril deseo de ayudar a un foráneo en el bosque se propagó por todo su cuerpo hasta el punto de llevarlo a su guarida para brindarle los cuidados requeridos con los cuales pudiera sobrevivir.

 

Charmander era libre de irse en cualquier momento, pero no parecía estar dispuesto. No es que su compañía le disgustara, pero Pikachu estaba en la creencia de que el pokémon de fuego prefería estar solo a gozar de su compañía, mas lo cierto era que sencillamente se estaba dejando llevar por el orgullo de ser ayudado por alguien mejor que él para esas cosas.

 

Durante unos segundos, la flama de la cola de Charmander pareció dibujar un corazón. Pikachu sonrió torpemente y tomó con su pata derecha la izquierda del Charmander, quién tembló ligeramente de sorpresa. El pokémon amarillo lo intentó tranquilizar pese a que el de fuego quería soltarlo, y soltó una risa burlona ante la actitud tan infantil de su compañero. Charmander refunfuñó y lo miró con reproche reflejado en sus grandes ojos azules, pero el pokémon eléctrico lo ignoró para sonreír con más énfasis en esa ocasión.

 

Pikachu sabía que el futuro que el destino les tenía preparado era incierto, pero si de algo se sentía seguro en esa tarde lluviosa, era que permanecería junto al Charmander hasta que las llamas del cariño que comenzaban a tenerse se desvanecieran.

 

«Hasta que tu fuego se extinga, Charmander» 

Notas finales:

¿Merece algún review? xDDD En fin, a los que leyeron, muchas gracias por leer, en serio lo aprecio. 

 

Mil gracias por ser mi amiga, Diana. De verdad que quería sorprenderte el 14 de febrero, pero mañana entro a clases y bueno, me puse sentimental en éstos momentos, así que no pude evitarlo. Sé que no es lo mejor de lo mejor, pero igual espero te guste <3

 

Dudas, quejas, comentarios, etc, dejen un review OwO 

 

 

 

Besos & abrazos, Necoco. 


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