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Tacticas por minima

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Notas del fanfic:

algunas historias cortas de Honoka y quizás otras personas tratando de cumplir con sus planes

TESORO

 

-Deja ahí, ya te dije que yo prepararía la comida- por enésima vez le decía a la pequeña Shirahama, después de un inútil intento para que se fuera de su casa, la cual había llegado sin aviso como siempre que se le antojaba.

 

-Que bueno Natsu-chan, ya que has mejorado mucho en la cocina gracias a mi- decía con descaro, en opinión del rubio, mientras se sentaba en la mesa de la cocina a ver que tanto hacia el heredero Tanimoto.

 

-¿Y que hiciste el día de hoy Natsu?-

 

-Nada-

 

-¿Algo interesante en la escuela?-

 

-No-

 

-Si eres así de cortante no entretendrás a ninguna chica en alguna plática-

 

-Mis asuntos son mis asuntos, ahora por que no mejor  haces la tarea o te quedas ahí callada-

 

-Hay Natsu, tenemos que cambiar ese carácter tuyo, pero vamos mejorando- la joven suspiro en desaprobación, como una maestra que esta acostumbrada a la actitud poco aprobatoria de uno de sus alumnos traviesos pero favoritos.

 

Mientras que el rubio sacaba los utensilios de cocina la mocosa, apodo entre otros que le había puesto el rubio, que no le molestaban en lo absoluto a Honoka, esta empezó a sacar todos sus útiles de su mochila a hacer algo de tarea.

 

Lápices, cuadernos, calculadora, libros y algo que parecía ser una enorme carpeta café, la cual resaltaba entre todas las cosa sacadas, parecía demasiado grande y algo vieja para útiles de una estudiante de secundaria, por lo que le llamo aunque sea solo un poco, solo un poco la atención por una fracción de segundo al rubio idol, pero lo suficiente para que la perspicaz Honoka  se diera cuenta, y como buena chica aclararía su curiosidad un poco.

 

-Es un álbum de mi familia, hoy tuvimos que hacer una tarea de civismo y teníamos que hablar sobre la familia, las diferentes tipos de ellas y cual era la nuestra, …- empezó a hablar con mucho animo mientras que el mayor se hacia el desentendido.

 

-Mmm…- fue lo único que dijo mientras terminaba de preparar la comida y se dirigía a la mesa.

 

Miro con algo de fastidio el pequeño desastre hecho sobre la mesa por la pequeña chica, al parecer aparte de ser buena en otelo su otra especialidad era crear desastres, entre el montón de hojas, cuadernos y libros, se encontraba el dichoso álbum, abierto en una pagina al azar, no es que l e interesara, pero fue inevitable ver las fotos mientras recogía un poco para servirle la comida a la menor de los Shirahama, increíble que él siendo un gran guerrero, joven empresario e idol de su escuela tuviera que atender a ese pequeño monstruo.

 

Fotos familiares, y muy felices, en una se encontraba un hombre sonriendo junto a una bella mujer embarazada, suponía que eran los padres de Honoka y Kenichi esperando a alguno de ellos; en otra se veía a la madre cargando a un bebe envuelto en mantas amarillas, con una mirada llena de ternura y amor que solo una madre podría tener, o eso es lo que sabia gracias a las películas, él nunca lo experimento en carne propia; la tercera era de una pequeña de unos tres o cuatro años quizás, ojos grandes y cafés, cabellos adornado por un delicado moño en forma de flor, que combinaba perfectamente con el pequeño kimono que traía puesto, uno azul con estampado de peces koi.

 

No pudo evitar hacer una mueca, algo parecido a una sonrisa, así que así se veía Honoka de pequeña, se veía muy inocente e ingenua en esa imagen congelada en el tiempo, mirando al fotógrafo con sus enormes ojos seguramente no entendiendo  lo que estaba haciendo el fotógrafo con el artefacto en sus manos.

 

Así hasta le parecía inofensiva.

 

-¿Te gusta como se ve mi hermanito en esa foto?-

 

Si no fuera que había identificado la voz de la niña en su espalda en la segunda milésima de segundo seguramente habría lanzado un ataque a la niña con todas sus fuerzas a modo de reflejo, ¿Cómo diantres se había posicionado atrás de él sin que se hubiera dado cuenta?, definitivamente eso ameritaba más entrenamiento.

 

-Verdad que mi hermanito se ve muy tierno en esa foto-

 

Guardo silencio, ordenando a todas sus funciones corporales volver a la normalidad y tratando de procesar lo dicho por la prepuberta… ¿hermanito?

 

-¿No eres tú?- logro preguntar en tono monótono, tratando de sonar lo más indiferente posible.

 

-No-

 

-¿Acaso tienes otros hermanos?- esa posibilidad le sonaba un poco desastrosa, tener que soportar a dos Shirahama era sumamente difícil, tres seria un verdadero calvario.

 

-Claro que no, ya te dije, ese es mi hermanito Kenichi de niño, ¿no se ve genial?-

 

-¿Pero qué rayos…?-

 

Shirahama Kenichi, su enemigo, su rival, el hermano mayor de la pequeña plaga que le visitaba casi a diario, ¿la niña de la foto?... su cerebro no podía creer que fuera verdad, pensó que se veía tierno, inocente, incluso una parte muy remota de su ser dijo bonito, lo dejaría pasar si fuera una niña, casi un bebé, es inevitable pensar que los bebes son tiernos si no piensas en lo llorones, apestosos y molestosos que pueden ser.

 

-Si, ese es mi hermanito, incluso hay más fotos de él en kimono-

 

Pasando pagina tras pagina, foto tras foto aparecieron, parecía ser un catalogo de kimonos infantiles en vez de un álbum familiar; la pequeña castaña, corrección, el pequeño, ahora identificado como Shirahama, estaba haciendo diversas actividades con diversos modelos de delicados kimonos, su pequeña figura jugando en un pequeño jardín, viendo las flores y plantas sonriendo, persiguiendo una mariposa, en los brazos de su madre haciendo juego con un kimono propio, ambos de un rojo intenso y estampado de flores doradas y rojas mas oscuras, otra del pequeño junto a la madre nuevamente embarazada, e incluso una de ella, una nueva niña con rasgos muy parecidos a los de su madre y hermano, este un poco mas grande, con un sonrojo en sus mejillas, una orquídea rosa en el cabello corto y un kimono con flores de sakura dibujados miraba a la cámara junto a las demás féminas, si no le hubieran dicho que fuera un barón creería que era una niña tímida a la que le tomaban fotos junto a su familia.

 

-Esa fue una de las últimas veces que mi hermano uso un kimono, papá insistió en que todos usáramos los kimonos alegando que quería ver a toda su querida familia así al menos una vez-

 

Sabia que a Shirahama le gustaban las plantas, las flores, era demasiado ingenuo, un tonto, si lo único que había evitado que pensara que fuera afeminado era que practicaba artes marciales, al parecer sentía algo por Miu, y le supo dar pelea cuando lucharon, con esas imágenes esos argumentos perdían validez.

 

¿Qué clase de padres hacían que su hijo usara ropa de niña, y de forma tan seguida al parecer en las fotos?

 

-Como mi hermanito siempre fue alguien débil y hasta algo enfermizo, mi papa decidió seguir un consejo de alguien que escucho alguna vez, argumentando que si vestían así al niño atraerían a la buena fortuna o algo así y mi hermano dejaría de ser tan enfermizo, según mi mamá, mi papá al escuchar eso lleno mas de la mitad del closed de mi hermano en esos tiempos de ese tipo de ropa, a mi también me toco usarlos, mas por el hecho de que yo era una niña en vez de que fuera débil y enfermiza- respondió a la pregunta jamás dicha por el rubio, sonriendo y pasando algunas paginas más del álbum, en donde por fin se vía al modelo de kimonos con ropas de niños y su hermanita de la mano, recordándole vagamente a su hermana y a él mismo hace tiempo atrás –aunque a mi nunca se me vieron tan bien como a mi hermanito, mamá dice que muchos niños lo confundían con una niña incluso cuando traía ropa de niño y mi papá se ponía celoso y los espantaba jajaja me hubiera gustado ver eso, aunque en ese tiempo todavía no había nacido-

 

Que padres más locos, que familia mas loca.

 

Pasando el asombro, incredulidad, estaba debatiendo entre reír o tal vez, utilizando métodos de Nijima, aprovechar esta información, pero no, el odiaba esa clase de trucos, aunque podría utilizarlo para molestar a su rival, haciendo que dejara de ir por el cada vez que quería hablar una tontería o simplemente hacerle compañía según él.

 

¿Cómo se vería Shirahama con kimono ahora?, ¡NO! ¡¿Qué rayos había pensado?!

 

Era absurdo pensar en esa molestia con un kimono, sonriendo tontamente como siempre lo hacia, incluso con algunos broches en forma de flores adornando su cabello e incluso un poco sonrojado… demonios, ya lo estaba imaginando.

 

-Sera mejor que comas, se va a enfriar si sigues perdiendo el tiempo-

 

-Ah mira, esta es de un festival de verano, creo que esta la tomo mi mamá, incluso hay algunos niños que lo miran bobamente-

 

En efecto, ahí estaba de nuevo Shirahama, con un modelo rojo nuevamente y estampado de flores azules, al fondo estaba un hombre identificado como su padre en un puesto del tiro al blanco, muy distraído en lo suyo, mientras el infante comía una paleta de caramero con algunos niños que pasaban, cercanos a su edad mirándole fijamente, no precisamente observando la paleta que comía, o eso creía, seguramente más de uno pensando que era una de las niñas mas bonita que hubieran visto a su edad, o eso suponía.

 

Sintió una ligera punzada, tal vez un mosquito en su casa.

 

-Estas son unas de mis más preciadas pertenencias, mi pequeño tesoro que casi no muestro, ni siquiera a los de la clase, solo mostré las del final del álbum, debes sentirte afortunado-

 

-Lo que tú digas- termino de servirle la comida y se sentó con su laptop enfrente para volver a su trabajo el cual había sido interrumpido por la repentina visita de la pequeña castaña.

 

-Mmm ¡Que rico homelet!- felicito la pequeña al primer bocado de tan delicioso alimento.

 

Ni comiendo podía ser silenciosa.

 

Mientras Honoka comía, Tanimoto trataba de concentrarse en su trabajo, cosa que no estaba logrando con éxito para frustración de este al darse cuenta que parte de su atención se la estaba ganando el condenado álbum con las tan “extrañas” fotos.

 

Una hora después de que comiera la menor, que este se pusiera a fregar los trates y escondido su laptop, la infante tenia la mala maña de querer jugar con ella mientras el no veía, cosa muy peligroso siendo que ella cargaba con dos manos de estomago muy destructivas, de una u otra forma se encontraba de nuevo frente a ella, jugando nuevamente otelo. Llegaba a ser un misterio como es que esa plaga lograba siempre que terminaran jugando a pesar de que según él estaba ocupado con trabajo.

 

-Gane de nuevo, tendrás que hacer ahora lo que yo quiera-

 

También resultaba un misterio como había llegado a aceptar esa condición impuesta por la joven de que cada vez que ella ganara haría lo que se le antojara, sin embargo era un hombre de palabra, y lo cumplía siempre.

 

-¿Qué quieres esta vez?-

 

-Un día de campo-

 

-Ok como sea-

 

-Este fin de semana, bueno, me tengo que ir, ahora tengo que ir a jugar con Apachai, nos vemos este fin de semana-

 

Rápida como un remolino que era empezó a recoger sus cosas, dejando de ultimo el dichoso álbum, pensó que lo olvidaría ya  que se había puesto la mochila al hombro, sin embargo al parecer había decidido llevarlo cargando en sus brazos.

 

-Adiós Natchi, nos vemos este fin de semana, espero que prepares una rica comida para el picnic-

 

Suspiro, al menos ya se largaba, unos pasos más y la paz regresaría a su casa, solo unos pasos más.

 

-Se me olvidaba algo- y dio media vuelta, ¿Por qué no se largaba de una buena vez?

 

La pequeña castaña le extendió un papel y le sonrío ampliamente.

 

-¿Qué es esto?-

 

-Parte de mi tesoro Natchi, tengo muchas repetidas de esta, nos vemos este fin de semana- y se largo tan rápido que ni le dio tiempo a preguntar a que se refería.

 

Miro el pedazo de papel notando que no era el típico que se utilizaba para escribir, le dio la vuelta y se encontró con una de las tantas imágenes encontradas en el dichoso álbum, un pequeño Kenichi de quizás unos cinco años, vestido con un kimono azul con peces koi y un broche de flor rojo, ¿en que rayos había pensado en regalarle ese tipo de cosas?

 

Estaba enojado e incrédulo, ¿y que rayos se supone que haría con esa basura?, lo mas lógico era romperlo, ya tenia sus dos manos sobre la imagen, solo era cuestión de un simple movimiento y adiós imagen, y al olvido todo, pero no lo hiso, ¿Por qué?, no valía la pena, la hecho en un cajón de un escritorio, era tiempo de trabajar.

 

 

Unas cuadras más a lo lejos Honoka tarareaba una canción de lo más feliz, le pareció maravilloso ver los cambios en el joven rubio, en sus facciones y reacciones al ver las hermosas fotos  de su hermano de pequeño, una obra de arte en opinión de ella y su padre, muchas veces su hermano trato de deshacerse de esas penosas imágenes según él, pero su madre sabiamente había dicho que eran recuerdos familiares que debían atesorar, y como ley general en la casa, todos obedecían lo que la ama de casa, o casi siempre, lo que ella decía.

 

Oh, el rubio creyó que no vio la incomodidad, el asombro y ciertos matices más que combinados en esos ojos le habían dicho mucho, esto había sido un paso más para no inevitable. Kenichi le había provocado ternura, y un poco de celos cuando supo lo de los demás niños, pero nada de que preocuparse, con su padre y ella alejar a esos molestos niños fue sencillo.

 

Claro, ella jamás se molestaría si Natchi quisiera acercar a su lindo hermanito, y lo haría, estaba claro que lo haría.

 

 

 

Tanimoto esa noche tubo un  extraño sueño, un picnic con una extraña joven en un campo de cerezos, vestida con un kimono azul y flores blancas, cuando el sueño avanzo pudo ver a la joven… era Kenichi, despertó rápidamente incrédulo de lo que había soñado, esa Honoka tenia la culpa.

Notas finales:

Comentarios y criticas son bien resibidas 


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