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Ámame. Soy tuyo. por Shun4Ever

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Notas del fanfic:

Los personajes son enteramente propiedad del maestro Kurumada.

Aquella sensación le era extraña. Ya había experimentado una sensación parecida, pero le era molesto que precisamente aquel sentimiento fuera producido por ese hombre. ¿Acaso no había nadie más en su mundo? ¿Por qué tenía que sentir aquello por ese desgraciado? Estaba cansado, preocupado hasta el punto de exasperación, por lo que acabó haciendo lo que le pedía el corazón: Pedir consejo.

Y ahí se encontraba, en aquella tetería a las afueras de la cuidad, la preferida de Shaka,  esperando al que se había convertido en su mejor amigo, ansiando su consejo. Le acababan de servir un poleo menta cuando alguien se acercó hasta su mesa y se sentó resoplando, en la silla que quedaba libre.

- Siento el retraso.  – Su amigo parecía alterado, algo poco normal en él.

- ¿Qué ocurre Shaka? - Preocupado por aquella extraña actitud de su amigo.

- Ikki es lo que ocurre. – Esa situación se estaba volviendo habitual. Su amigo, uno de los más tranquilo caballeros de Atena, se encontraba alterado por el que era su pareja - No puedo con él. – Vio callado como su amigo suspiraba lentamente y centraba su mirada en la suya. – ¿Qué sucede?  Se te nota preocupado.

- Sí – Mu negó brevemente la cabeza – No. No lo sé. – Miró un momento por el cristal que les separaba de la calle – No consigo quitármelo de la cabeza. Es algo que me supera.

No podía entender como era posible que su corazón le traicionara de aquella manera. Estaba avergonzado por lo que sentía, pero más por quién lo sentía.

- Mu… - Al saberse llamado, centró su total atención en su amigo y se sorprendió de verlo sonriendo. – ¿Aún no te has dado cuenta?

- Pues claro que me he dado cuenta – ¿Cómo no se iba a dar cuenta? No era tan despistado como para no notar lo que sentía y reconocer ese sentimiento. Nuevamente negó con la cabeza. No podía permitirse ese sentimiento hacia aquel hombre. No. De ninguna manera. – Pero no quiero que sea así. Para eso te he llamado. Necesito que me ayudes a sacarlo de mi cabeza. – Su amigo comenzó a reír y eso lo desconcertó brevemente.

- Mu… ¿Qué acaso no sabes que no se puede tratar de razonar con los asuntos del corazón?

- Shaka… - Claro que era consciente de aquello. Cansado por aquella situación, suspiró y rodeo aquella pequeña taza con sus brazos. – Eso ya lo sé. ¿Pero tenía que ser Saga?

¿Saga? De todas las personas maravillosas existentes en su entorno, su corazón tuvo que elegir a alguien que no formaba parte de ese entorno…. Nada menos que Saga… ¡Saga! ¡Por todos los dioses! ¿Qué acaso no podía quitárselo de la cabeza? Una pequeña risa proveniente de su amigo le sacó de su ensoñación.

- ¿Qué? ¿Qué tiene de gracioso?

- Nada. Solo recordaba viejos tiempos.

La charla continuó toda la tarde, hasta que casi se presentó la hora de volver a casa. Aún no había conseguido averiguar que había sucedido entre Shaka e Ikki, aunque no iba a insistir mucho en el tema, pues conocía bien la discreción de Shaka. Suspiró cuando el momento se acercó, aunque antes de poder despedirse, su amigo le hizo una proposición.

- ¿Quieres cenar en casa?

Sus ojos debían ser un libro abierto o Shaka era muy bueno leyendo su mente, pus no tenía ni la más mínima gana de volver a su apartamento y quedarse solo. Eso sería peor y volvería a dar vueltas al tema.  Aún no había contestado, cuando Shaka le pegó un pequeño golpe en el brazo instándole a acompañarlo. Juntos salieron del local y se dirigieron a aquel apartamento en donde Shaka vivía con su pareja desde hacía una temporada.

Por otra parte, en aquel mismo apartamento Saga había acudido al reclamo de su amigo Ikki. Se le hacía fácil hablar con él, quizá por los caracteres afines. Necesitado de consejo, acudió a él aun sabiendo que no era el mejor en los asuntos de pareja. Su relación era extraña pues eran capaces de comprenderse con apenas unas palabras. Nada más llegar, se encontró a su amigo acobardado por la misma situación que se venía repitiendo desde hacía unas semanas.

- Yo sería sincero. A Shaka no le gustan los rodeos y podrían enfadarlo. Recuerda que sigue siendo el maestro de tu hermano. – Tras aquella anotación, su moreno amigo soltó un gruñido. Ya sabía él lo que quería decir Ikki con eso. Sin duda, le iba a cambiar de tema.

- ¿Mu?

La sola mención de aquel caballero dorado le erizaba hasta la piel y bien lo sabía su amigo, que le torturaba con ello. No sabía que era lo que tenía aquel representante del primer templo que no le dejaba descansar por las noches. Quedó en silencio, disfrutando de aquella cerveza ofrecida por su amigo, tras su llegada a la casa. Esos largos cabellos rozando su cuerpo los había sentido tantas veces en sus sueños húmedos, aquella voz susurrándole palabras lujuriosas y esos gemidos tan bien inventados por su mente, le volvían loco. Suspiró como sacándose aquellos apasionados pensamientos y posó su mirada en la de su amigo.

- Creo que debería intentarlo.

- Puede.

- Pero no sé por donde empezar. No puedo acercarme a él.

Observó como su amigo se llevaba la botella a la boca y bebía un largo trago. Espero en silencio su aportación, pues sabía que vendría tarde o temprano.

- Solo reacciona así contigo. – Se acomodó mejor en el sofá para poder observar mejor a su amigo – Para mí que se siente atraído por ti.

- Claro Ikki, ¿cómo no lo he visto hasta ahora? – Soltó con todo su sarcasmo aquella frase, pensando en que su amigo estaba gastándole una broma.

- Ríete si quieres.

Quedó callado mirando a Ikki, aunque su cabeza ya divagaba con lo escuchado. ¿Sería posible aquello? ¿Sería verdad que Mu sentía algo por él y por eso le rehuía? Con aquellos pensamientos, se llevó la botella a la boca y recibió gustoso aquel fresco y un tanto amargo sabor. ¡Sí! ¡Seguro era eso! Sonrió más para él que para su amigo, pero se le borro de golpe, al ver que el otro ocupante de la casa entraba en ella junto al carnero dorado.

- Mejor me voy

Fue todo lo que atinó a decir Mu cuando vio a Saga sentado en aquel sofá. ¿Es que acaso tenía que verlo en todos los lugares a los que iba? Aquello se estaba convirtiendo en una mala costumbre. Nervioso, pasó por el lado de Shaka, que lo miró sorprendido, pero entendió que se marchara.

Mu se alejó de aquel lugar con prisas, como si hubiera visto a la misma muerte por tercera vez… Apuró más su paso y decidió irse a su apartamento para descansar. Lo que no sabía era que el mismo Saga, al ver como salía del apartamento y siguiendo los silenciosos consejos de Ikki, había decidido hablar con él y pedirle una oportunidad. Se apresuró a entrar en su casa, tan sumergido de pleno en sus pensamientos, que solo notó cuando alguien le impidió cerrar la puerta a sus espaldas. Volteó para comprobar de quien se trataba y se llevó un susto, al ver ahí mismo al causante de su reciente y largo insomnio.

Saga aprovechó ese momento de descuido y se coló en la casa del primer guardián, tirando de su brazo y cerrando aquella puerta tras él. Cuando reaccionó Mu, se soltó bruscamente de aquel agarre.

- ¿Qué haces en mi casa? ¿Quién te ha dado permiso para entrar?

- No veo que este sea el primer templo para tener que pedirte paso.

- ¿Qué haces aquí Saga? – El tono de Mu, sin duda era soberbio y frío.

- Uy! Uy! Con el corderito. No vengo a pelear.

- ¿A que vienes entonces?

Mu se acercó hasta Saga, de manera involuntaria. Quería sacarlo a patadas de su casa, como si así pudiera sacarlo de su corazón. Levantó los brazos para llevarlos a su pecho y poder empujarlo, pero Saga se le adelanto. Sujeto fuertemente a Mu por la cintura con el brazo izquierdo mientras con el derecho se hacía con ambas muñecas del caballero de Aries y las aferraba fuertemente contra su pecho. Mu, que no podía negar que aquello le estaba alterando el ánimo, hizo un débil intento por zafarse, acabando muy, pero muy pegadito al pecho de aquel hombre. Los nervios, sin duda, le estaban jugando una mala pasada.

Al ver que Mu no se estaba alejando con todas sus fuerzas, Saga hizo acoplo de todas sus ansias y apretó aquel agarre, imposibilitando al movimiento al carnero. Sin pensárselo dos veces, le plantó un beso en la boca a aquel hombre que le había robado el sueño. Mu, quedó estático en ese instante. ¿Acaso le estaba besando? ¿Qué debía hacer? Su razón le decía “aléjate” pero su cuerpo le gritaba “continua”… Se estaba volviendo loco y su razón… perdió nuevamente al corazón. Cerró los ojos para degustar mejor de aquel roce y se dejó llevar, correspondiendo al mismo. Saga, que noto como la tensión en aquel cuerpo se alejaba, soltó el amarre de aquellas muñecas y llevó dicha mano hasta la nuca, enredándose con aquel liso y fino cabello. Mu, que ahora estaba entretenido con la lengua del caballero de Géminis, llevó sus manos hasta el cuello de aquel hombre, como deseando profundizar más aquel contacto. Pero de pronto, su razón hizo acto de presencia y apartó a Saga de un fuerte empujón, al tiempo que le propinaba una fuerte bofetada en toda la cara. Saga, extrañado, se llevó la mano hasta la mejilla golpeada, tan solo mirando a aquel caballero frente a él. Observando como temblaba, al parecer de rabia. Indignado con Mu, pero más consigo mismo, bajó su mano y se lanzó nuevamente contra aquel cuerpo. ¿Qué se había creído Mu para golpearle?  Ahora se iba a vengar! Por algo se llamaba Saga de Géminis!..

Mu, que se debatía entre el placer y la rabia, seguía inmóvil en el mismo punto, sin poder o saber como reaccionar ante aquella presencia. Notó como Saga se acercaba para un contrataque y seguía inmóvil. El lío que tenía interno le estaba molestando en demasía y le había provocado perder el más mínimo movimiento. Saga lo apretó con más fuerza cerca de su pecho y continuó el beso, justo donde Mu lo había roto. Sorprendentemente, la intromisión de la lengua de Saga en la cavidad de Mu, fue delicada y dulce, algo que provocó en Mu un sentimiento que creyó olvidado: Excitación. Se removió tan apenas entre aquellos fuertes brazos, pero no pudo luchar más. Aquello le era, por demás, placentero.

Saga, comprobaba despacio cada detalle de aquella húmeda cueva. Deleitándose en cada rincón,  estremeciéndose en cada roce con aquella habitante. Una habitante que tímidamente comenzó a jugar con él, a enredarse y sobretodo a acariciarse. Notó, que nuevamente, la tensión desaparecía de aquel cuerpo entre sus brazos, hasta el punto de acabar enroscando los brazos en su cuello y jugando con sus crispados cabellos. El saberse correspondido le entregó una sensación que jamás creyó poder poseer: Sentirse amado.

El beso seguía creciendo en intensidad y ninguno estaba, ya, dispuesto a ceder en aquel terreno. Uno por saberse correspondido. Otro por degustar lo prohibido. Aquella lengua dejó de explorar la cavidad para degustar la suave y blanquecina piel de aquel lemuriano.

Aquella sensación… Hacía tanto que no la disfrutaba, que al notar el cálido aliento de Saga sobre su cuello, le provocó un escalofrío en el cuerpo, ahogándolo en un breve gemido. Saga, al escuchar aquel sonido, continuó en su empeño, bajando sus manos hasta el perfecto trasero de Mu. Agarró con fuerza aquellos cachetes y lo cargo, haciendo que el primer guardián se aferrara a su cuerpo para no caer. Ando sin dejar aquel cuello hasta el sofá y depositó delicadamente la carga, cayendo con gracia, encima de su presa. De esa noche, el corderito no pasaba y caería en su garras.

Saga continuó con su labor y bajó despacio por aquel bien delineado pecho, al tiempo que desabrochaba la azulada prenda y se deshacía de ella. Se paró a degustar aquellos pezones carnosos, que correspondiendo a sus caricias, se tornaron duros. Un nuevo gemido se escuchó en la habitación, cuando se dispuso a morder delicadamente uno de ellos. Mu se revolvió bajo su cuerpo y trató de incorporarse. Quizá en un nuevo y vano intento de su razón.

- No – Dijo sensualmente Saga, reteniendo a aquel hombre bajo su cuerpo – Basta de juegos Mu.

Que simples sonaron aquellas palabras de aquel hombre. Su razón volvió a calmarse, haciendo que con un solo impulso, cambiara la posición con el tercer guardián y comenzara a desnudarlo lenta y delicadamente. Miraba sus ojos, esos ojos que le desgarraban el alma, al tiempo que le despojaba de cada una de las prendas que llevaba puestas. Paró de golpe cuando lo despojo de toda prenda superior, centrando su mirada en un único y amplio punto.

Saga pudo ver como Mu se detenía al verle aquel punto. Aquel que aún lo marcaba como traidor. No sabía que decir o hacer, por lo que quedó quieto, degustando de aquella tierna visión del lemuriano. Mu, llevó su mano derecha hasta la herida y la recorrió despacio, como si pudiera dañar a Saga por tocarla. Esa maldita herida era lo que le había frenado. Si nunca hubiera sido poseído por Ares, aquel odio que sentía por ese hombre, habría sido eclipsado por el amor que le procesaba su corazón. Subió su mirada hasta encontrarse con los ojos de Saga, que le observaba con una mirada extraña, como enternecida y dio el paso que le dictaba su corazón.

Saga, quedó inmóvil ante aquel roce. Las manos de Mu cayeron delicadamente en sus mejillas y su boca se aposentó sobre sobre la suya, regalándole un beso dulce, suave, pero sin duda alguna, cargado de amor. Pudo sentir aquel amor que le regalaba ese hombre sentado sobre sus piernas. Subió sus manos delicadamente, hasta aposentarlas en sus caderas e intensificó el beso. De nuevo, aquellas lenguas se reconocían, pero de una manera más cercana, más humana, más acalorada.

Ninguno podría decir cuanto tiempo duró aquel beso, pero cuando se rompió, ambos hombres quedaron en silencio, tan solo apoyando sus frentes, notando la presencia del otro. Fue Mu el que se abrazó fuertemente al cuello de Saga y este pudo notar como algo húmedo rozaba su mejilla.

- ¿Mu? – En ningún momento pensó en hacerle daño a aquel hombre, más si estaba llorando es que algo había sido incorrecto.

Mu no se separó en ningún momento, por el contrario, se aferró más a aquel cuello, mientras susurraba de forma casi inaudible.

- Soy tuyo Saga – A la mierda la razón. Si era consciente que amaba a ese hombre desde su juventud, que más le importaba las maldades que hubiera podido ocasionar. Decidió perdonarle. Si él quería una oportunidad, él la había deseado desde su adolescencia. – Lo he sido siempre.

Saga abrazó con toda la ternura que fue capaz a aquel hombre y sin querer una sonrisa se dibujó en su rostro.

- Solo…. – Su boca se abrió con voluntad propia. Incapaz de detenerla, la dejó hacer – Ámame, Mu. Es todo lo que necesito para ser feliz.

Ahora sí, Mu se separó un poco de aquel abrazó y quedó mirando a aquellos inmensos ojos. Cerró los suyos y ambos se unieron nuevamente, fundiendo en una sus bocas. Esta vez acabaron de desnudarse entre besos y caricias. Besos que se extendían por todo el cuerpo y caricias que no cesaban en su afán de memorizar cualquier detalle que encontraban a su paso. Saga acomodó mejor a Mu sobre aquel confortable sofá y separó sus piernas mientras las recorría entre besos. Mu, con las mejillas sonrosadas por la excitación del momento, le proporcionaba a Saga una imagen demasiado tentadora como para contenerse. Se acercó despacio pero directo a aquel miembro endurecido y se lo llevó a la boca sin miramiento alguno. Mu, que tenía los ojos cerrados, los abrió al notar aquel contacto. Los largos cabellos rubios de su amante, le proporcionaban caricias en los costados, al tiempo que aquella experta lengua se entretenía con su miembro. Se arqueó sobre el sofá al notar uno de los dedos de Saga invadir su cavidad, al tiempo que soltaba un gemido, que no pudo contener.

El caballero dorado de Géminis siguió con su labor, incrementando el movimiento en cada gemido del lemuriano. Este, incapaz de hacer más que disfrutar de aquel placer, llevó sus manos a la cabeza de Saga, atrapando sus cabellos entre sus dedos.

- Sa..… Saga – Fue lo último que atinó a decir, antes de notar como aquel contacto se cortaba bruscamente y el nombrado se ubicaba entre sus piernas.

Saga se ubicó entre aquellas fuertes pero finas piernas y ubicó su más que endurecido miembro en aquella estrecha cavidad. Agachó su tronco para poder besar aquellos labios que le provocaban y enredar sus lenguas, al tiempo que entraba despacio en aquel cuerpo. Mu se aferró fuertemente al cuello de su amante, al tiempo que profundizaba el beso, tratando de mitigar aquel ardor que crecía en su interior.

Un momento pasó mientras se acostumbraba a aquella vieja sensación y tras romper el beso, que aún seguía latente, Saga dio comienzo a las embestidas, al tiempo que Mu mordía su hombro y cuello. Los gemidos se hicieron cada vez más audibles, hasta el punto de parecer un mantra. Saga, como pudo, llevó una de sus manos al miembro de Mu y comenzó a masajearlo, para que juntos, llegaran a la cima del placer. Y así fue, segundos más tarde, que ambos descargaron su esencia acompañando a un sonoro y doble gemido.

Al notar aquel cuerpo sobre el suyo, recordó su frustrante primera vez y no pudo más que reírse por aquel recuerdo. Saga, que aún estaba pensando en lo espectacular que había sido el momento, se sorprendió al escuchar la risa del lemuriano.

- ¿Qué ocurre? – Su orgullo estaba alerta y eso se notó en aquella pregunta.

Mu calló en seco la risa, pues había notado aquel sentimiento en la voz de Saga. Temiendo romper el romanticismo del momento, esquivó la mirada de aquel con quien acababa de compartir más de un fluido.

- Solo… me acordé de algo.

Saga pestañeo y tras un breve instante sonrió ante aquel comentario. Se incorporó tras salir de Mu cuidadosamente y lo cargo sobre su hombro.

- ¿Dónde está el baño? Porque nos vamos de cabeza.

Mu, que se estaba dejando hacer, solo le indicó hacia donde debía dirigirse, apartando su largo cabello de la cara. Saga, siguió el camino indicado y juntos se metieron en aquella bañera, una vez la hubieron llenado.

Mu estaba apoyando su espalda sobre el fuerte pecho de Saga, mientras este rodeaba aquel fino cuerpo con los brazos y le proporcionaba pequeños besos en aquellos largos cabellos. Saga rompió el silencio tras apoyarse Mu en su hombro.

- Camus ha dejado a Milo.

Mu volteó y quedó mirando los ojos de Saga.

- ¿En serio?

- Kanon me lo ha dicho esta mañana. Quedé con mi hermano para ir mañana con él. ¿Te apuntas?

- ¿Y perderme  la ocasión de estrenar novio?

Mu volteó el cuerpo por completo, quedando así, cara a cara con Saga. Este sonrió al ver aquella actitud y atrapó aquellos rosados labios con los tuyos.

- ¿Puedo proponerte algo?

Preguntó Saga, sin dejar de acariciar aquellas mejillas sonrosadas, debido al calor del agua. Mu, que estaba sumido en aquellos ojos enigmáticos, asintió ante aquella pregunta.

- Me mudé hace unas semanas – Soltó aquellas mejillas y dejó caer sus manos sobre sus piernas – Y el apartamento es… demasiado grande para mí solo.

Aquello extrañó más aún a Mu, ¿Acaso ese hombre estaba pensando en compartir su vida con él? Si le pedía eso... ¿Qué iba a hacer él, después de tantos de años de callar su amor por aquel hombre? Una inmensa parte de él, anhelaba aquella pregunta y ansiaba por dar esa respuesta. Se mordió, involuntariamente el labio inferior, esperando la continuación de aquella frase.

Aquella expresión era por demás provocadora. Mu mordiéndose el labio inferior, con aquellas mejillas sonrosadas, el pelo largo cayendo sobre sus hombros y escurriéndose en el agua caliente y aquellas pequeñas manchitas en su frente, le hicieron estremecer debido al amor que le procesaba a aquel ser, a su vista angelical. Suspiró levemente antes de continuar, pues temía por la negativa a aquella pregunta que iba a hacer. Cerró los ojos y dio rienda suelta a su corazón

- ¿Te…. – Negó momentáneamente con la cabeza. No le podía decir si “te gustaría”, pues de seguro decía “No”. Mejor ser directo. Se armó de valor y prosiguió con aquella interminable pregunta - ¿Querrías vivir conmigo?

El corazón de Mu parecía pararse en cada silencio de Saga. No sabía cuanto aguantaría con esa dichosa intriga. Cerró los ojos para tranquilizarse, pero tuvo que abrirlos al escuchar aquella pregunta. ¡No! ¡No podía parecer desesperado! Y más cuando desconocía el lugar en donde viviría. Se armó de todo su valor como caballero y miró, con la mayor frialdad que pudo a su interlocutor.

- Primero tendría que ver donde estás viviendo. – Cerró los ojos para tratar de mostrar un poco de altanería, por supuesto de forma fallida – Este barrio es muy bueno.

Saga no pudo evitar sonreír ante aquel intento por parecer frío. A Mu eso no le quedaba bien. Podía entender perfectamente cualquier gesto o mirada de aquel lemuriano, por lo que no sería fácil de engañar. Se levantó de aquel cómodo lugar y quitó el tapón del desagüe al tiempo que abría el grifo del agua caliente.

- Bien. Pues no esperemos más.

En un par de semanas y tras mucho sufrimiento por parte de Mu, por aparentar duro, accedió a aquella petición y acabaron compartiendo sus vidas. Poco le importó desde esa noche, el que dirían sus camaradas, pues él, por fin había conseguido ser feliz junto al tercer guardián del santuario.

Saga adaptó su nuevo apartamento a las necesidades y gustos de su Mu y aceptó tranquilamente todas sus reglas, pues la recompensa merecía la pena. Quería despertar y acostarse junto aquel carnero guardián. Ya todo lo demás… sería otro cantar. 

Notas finales:

Para quien no lo sepa: Este es el tercer OneShot de la seria "Cambios y Favores". 

Si no habéis leido el resto de OneShots, os recomiendo que os paséis por la serie y que leais alguno. Como dice una buena amiga: ¡Están bacan! ^.^

Cuídense mucho y les espero pronto. (n_n)


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