—No te preocupes, ya nos veremos mañana ¿sí? Te entiendo, ya, no te disculpes. Oh, acaba de llegar Matsuyama, te llamo mañana, ¿sí? Nos vemos. —Colgando el teléfono celular lo guardó en uno de los bolsillos de su traje y le ofreció asiento a su compañero de trabajo.
—Mira lo que traigo —mencionó mientras le mostraba una tarjeta—. ¿No quieres ir conmigo? —le preguntó sonriendo de una manera algo maliciosa.
—Creí que venías por cuestiones de trabajo, de haber sabido no hubiera colgado la llamada —mencionó el hombre de cabello castaño oscuro. Tomó la tarjeta que el otro hombre tenía en la mano y alzó una ceja al mirarla.
—¿Y? ¿Qué dices? Vamos Camui, no seas amargado ¿o acaso hay algo que te detenga? —preguntó su colega a manera de retarlo.
—Mmm... —el más alto lo pensaba sin dejar de ver la tarjeta e ignorando por completo la provocación del otro hombre—. Tal vez... tal vez no sería una mala idea...
Una hora después ahí estaban los dos hombres de negocios llegando a un hotel de cinco estrellas. Pasaron por la entrada principal y sin preguntar nada en la recepción fueron directo al cuarto de hotel que mencionaba la tarjeta. Habitación número 24.
—No pensé que vendrían tan rápido —les dijo un hombre algo viejo al abrirles la puerta de la habitación y los hizo pasar. Enseguida les ofreció asiento y les mostró un libro lleno de fotos, en el cual cada foto tenía en su parte inferior un sobrenombre, sexo, edad y un precio.
Estuvieron un rato viendo y el primero en hablar fue Camui.
—Me gusta éste. ¿La paga es por noche? ¿Por hora? Realmente nunca he utilizado este tipo de servicios.
—Es por noche, pero ya dependerá de ti si quieres quedarte toda la noche con él o sólo lo quieres para un rato, de todas formas el dinero se cobra completo —le explicó el viejo para luego sonreír—. Entonces ¿pago en efectivo o con tarjeta?
Gackt Camui. 32 años. Empresario exitoso y muy bien parecido. Se encontraba buscando un número de habitación en el hotel donde se encontraba el hombre por el que había pagado sus servicios esa noche. Era la primera vez que pagaba por algo así, pero realmente estaba harto de acostarse con gente que conocía y que después quisieran frecuentarlo o pedirle algo más; él sólo buscaba satisfacer sus necesidades fisiológicas y no quería ningún otro tipo de relación con las personas que se acostaba, por eso un servicio de scort le pareció interesante.
Le dieron la llave de la habitación así que no fue necesario tocar. Al abrirla se encontró con un hombre recostado sobre la cama y con una copa de vino en la mano. Era delgado y con finas facciones; su cabello era largo y rojizo; mostraba una sonrisa coqueta y unos ojos seductores. Según el catálogo de donde lo había escogido tenía 27 años y su seudónimo era Hyde.
El chico más joven se levantó de la cama, tomó otra copa que ya tenía vino en su interior y se acercó a Gackt para dársela en la mano.
—Así que tú eres Gackt, ¿cierto? Gusto en conocerte —mencionó eso último de manera bastante seductora y sin quitar esa mirada lasciva del hombre más alto.
—Para ti soy Camui. No te he dado permiso de llamarme por mi nombre —le respondió un Gackt bastante frío y tomó de un solo trago todo el vino para después dejar la copa a un lado—. Sé que lo que pago es para un servicio de scort completo, pero realmente no me interesa la parte de "caballero de compañía", así que vayamos justo al grano, ¿quieres? —le explicó de manera un tanto seca, a lo que Hyde le miró con algo de suspicacia, primero por su comentario de "yo no te he dado permiso" y ahora por decirle de esa forma que fueran directo a la acción.
—Bien, después de todo ese es mi trabajo. Me ahorras el fingir frente a la sociedad. —Dejó su copa en uno de los muebles de la recamara y comenzó a desabrocharse los botones de la camisa mientras volvía a acercarse a ese hombre que había pagado por él—. ¿Cómo te gusta que sean contigo, eh? Dóciles... o rebeldes... —mientras mencionaba eso el chico fue acercándose lentamente a los labios de su amante en turno; pero antes de que pudiera llegar a besarlo Gackt lo tomó con una mano de ambas mejillas apretándole un poco para alejarlo de su rostro.
—Nunca te di permiso de besar mis labios. Entiende, yo pagué por ti, eres mercancía, y como buen producto debes funcionar como yo digo, ¿de acuerdo? Así que no hagas nada sin que antes yo te lo autorice. —Hyde comenzó a mirarlo con algo de repudio, nunca antes alguien lo había tratado así, siempre caían rápidamente ante sus encantos—. Regla número uno: no me mires de esa forma. Y regla número dos: no me beses en la boca, ¿entendido? Jamás te atrevas a unir tus labios con los míos.
A Hyde le molestaba el rumbo que estaba llevando la situación, pero no podía hacer nada, conocía al viejo para el que trabajaba y sabía que ya le había cobrado por adelantado, así que sólo le quedaba aguantar lo que Camui quisiera hacer. Después de todo sólo sería una noche, podía soportarlo.
—¿Entonces quieres que sea dócil? —preguntó ya que por todo lo que le había dicho eso interpretaba, pero no estaba del todo seguro.
—No me importa como seas, sólo quiero que mi cuerpo sienta placer. Ah, y una cosa más... trata de no hablar mientras lo hacemos, no quiero escuchar tu voz. —Y dicho eso comenzó quitándose el saco para después comenzar a quitarse la camisa—. Quítate la ropa —le exigió a Hyde, quien al instante comenzó a hacerlo. En poco tiempo ambos estaban completamente desnudos.
Gackt se acercó a Hyde y lo primero que hizo fue poner una mano en uno de sus hombros, miraba su cuerpo mientras poco a poco su mano fue acariciando su brazo para luego regresar nuevamente hacia su hombro. Su otra mano la posó en la cintura del más joven y despacio se acercó a su cuello para comenzar a besarlo.
Hyde no sabía qué hacer, sabía que no debía hablar pero no sabía si debía acariciarlo también o si podía al menos besarle el resto del cuerpo. No le gustaba el tipo de cliente que era Camui, no le gustaba que lo estuviera tratando como un objeto pero no podía hacer nada al respecto. Al menos esperaba que le diera un buen sexo.
Mientras le besaba el cuello fue llevándolo a la cama y cuando estuvieron al borde lo empujó para que callera en ella; Gackt se posicionó encima de él. Ahora le acariciaba el abdomen mientras sus besos bajaban de su cuello hasta su pecho y de ahí sacó su lengua para pasarla por sus tetillas, estuvo unos segundos ahí y luego fue arrastrando su lengua por todo su abdomen hasta llegar a su vientre, estaba muy cerca de su miembro y eso excitó bastante a Hyde que quería sentir la humedad de la boca de ese hombre en su entrepierna.
Pero eso no pasó ya que Camui retiró su rostro de ahí y se levantó un poco para mirar a su mercancía.
—No voy a ensuciarme la boca con eso —mencionó de una forma algo amarga, pero antes de que Hyde pudiera expresar algún tipo de enfado Gackt comenzó a estimularle su miembro con una de sus manos, lo hacía de una forma bastante acelerada para excitarlo rápidamente, y supo que estaba teniendo éxito al sentir como su miembro comenzaba a erguirse por completo y al ver como su rostro se desfiguraba un poco debido al placer.
Después de un momento de hacer eso el cliente lo jaló de un brazo para que se sentara sobre la cama e hizo que pusiera ambas manos en su miembro para que ahora fuera él el que lo estimulara. Necesitaba sentir ese contacto para poder excitarse lo suficiente para una penetración ya que Hyde en sí no lo excitaba tanto.
Cuando por fin su pene estuvo muy duro Camui se estiró un poco para alcanzar su pantalón que estaba sobre la cama, sacó su billetera y de ella sacó un pequeño paquete que contenía un condón. Lo abrió rápidamente y se lo entregó a Hyde.
—Rápido, pónmelo —le exigió al más joven y éste obedeció al instante; después de sentir el miembro de Camui con sus manos ansiaba sentirlo dentro de él. Cuando terminó de ponerle el condón, Gackt lo empujó un poco para que se volviera a acostar y al tenerlo así fue abriendo sus piernas y levantándolas un poco para dejar su orificio al descubierto. Se acomodó entre sus piernas con una buena posición y con un fuerte empujón comenzó a penetrarlo.
Hyde se quejó un poco por la forma en que Gackt había entrado en él, pero la forma en que se movía para embestirlo era muy placentera lo cual le hizo olvidarse rápidamente de la poca delicadeza con la que entró en él, así que Hyde también comenzó a moverse para brindarse más placer. Gackt soltó algunos jadeos al sentir como, aparte de sus embestidas, Hyde se movía de una manera que le hacía sentir gran placer y que además lograba que su cuerpo se viera bastante sensual con los movimientos que estaba dando. Se vio tentado a acariciar sus caderas, con las cuales tomó algo de fuerza para penetrarlo de una mejor forma.
Después de algunos minutos ambos llegaron a su clímax. Hyde quedó agotado con los ojos cerrados y pensó que había sido un buen sexo, pero que hubiera sido mil veces mejor si Camui le hubiese dejado tocar y besar su escultural cuerpo.
Gackt salió de su cuerpo y se sentó sobre la cama.
—Bien, creo que es hora de que me vaya —comentó mientras tomaba su ropa inferior y comenzaba a ponérsela.
—¿Sabes que lo que pagaste es para toda una noche? No es necesario que te quedes a dormir conmigo, pero todavía podemos hacerlo unas cuantas veces más —mencionó un lujurioso Hyde esperando a que se quedara, ya que quería probar de otras formas ese gran cuerpo.
—No, gracias. Sólo venía a liberarme un poco, no busco diversión —expresó de manera seca como había hablado todo este tiempo y terminó de vestirse para salir del lugar, no sin antes dejarle un billete de alto valor a Hyde en la cama a modo de propina.
Al salir del hotel se subió a su auto. No esperó por su colega ya que suponía que él no saldría ahora y además no le importaba mucho, ahora lo que quería era llegar a su casa y dormir un poco; pero antes de encender el auto sacó su celular para mandar un mensaje y al concluir se dispuso a conducir hasta su departamento.
Domingo en la mañana. No tenía que ir a trabajar pero de todas formas se levantó temprano ya que había quedado de ver a alguien. Se bañó y se arregló bastante bien aunque algo informal ya que no iría a nada que tuviera que ver con la oficina. Mientras iba en su auto se detuvo para comprar una rosa roja y prosiguió con su camino.
Se estacionó frente a una casa y antes de bajarse tomó su celular para mandar un mensaje que decía "ya estoy afuera" y al mandarlo bajó del auto para enseguida ver como el muchacho al que había ido a visitar salía de su casa y atravesaba todo el patio para llegar hasta él.
—¡Hola, mi amor! Me alegra que hayas llegado a la hora que quedaste —mencionó un sonriente y alegre chico mientras abría la rejilla de la casa y salía para encontrarse con quien era su pareja.
—Sabes que a ti nunca te quedo mal, Satoshi —respondió sonriendo varonilmente mientras le entregaba la rosa que le había comprado en el camino—. Para ti, amor. —Satoshi tomó la rosa con una gran sonrisa acercándose a su pareja para poder abrazarlo.
—Gracias, mi amor —le agradeció muy feliz y le dio un suave beso en los labios—; pero ayer fuiste malo, Gacchan~ cuando hablábamos por teléfono me colgaste así sin más, sin decirme te amo —se quejó el chico de 26 años haciendo un pequeño gesto de puchero que hizo reír a su pareja.
—Sabes cómo es Matsuyama, no quiero que ande de entrometido en lo nuestro, nadie de la oficina quiero que se meta en lo nuestro, por eso a nadie se lo comento —le dijo en respuesta a lo que había pasado con la llamada que le colgó rápidamente la noche anterior—; pero no me regañes por una vez que se me pasó, tal vez olvidé decirlo ayer pero mi corazón nunca lo olvida... te amo Satoshi, te amo como no tienes una idea.