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Be Human (oneshot) por Soralue

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Notas del fanfic:

Estoy segura de que conocéis esta magnífica historia y su gemela, "Absolute Chanyeol", porque son muy famosas en el fandom. Así que decidí pedir permiso a la autora y traducirlas al español para que más gente pueda disfrutar de ellas <3

1ª PARTE

 

«Boyfriend Store» es una empresa fabricante de inteligencia artificial con base en Ginebra, Suiza. Tras comprender que la mayoría de sus clientes se encuentran en el Lejano Oriente, ha estado elaborando desde hace veinte años un ambicioso proyecto para crear al hombre asiático perfecto.

Después de haber creado el prototipo ideal europeo, africano, norteamericano y sudamericano, desde principios de los 90 «Boyfriend Store» ha invertido gran parte de sus fondos en investigar los aspectos que darían lugar al «hombre asiático perfecto».  El WF 112, que se vende exclusivamente en la filial más grande de «Boyfriend Store» en Shenzhen, China, es la culminación de millones de dólares en investigación cultural, ingeniería informática y diseño artístico. Sus rasgos, en gran parte creados a ordenador por los escultores faciales más destacados de nuestra era, están diseñados para adaptarse a la sed de Asia por la vida artificial.

Está programado para hablar cinco de los principales idiomas asiáticos, a los que se les sumarán novedades en los próximos diez años, cuando el historial y los datos de exportación recogidos por estos modelos lleguen a los técnicos. WF 112 es el ojito derecho de «Boyfriend Store». Es un proyecto demasiado ambicioso como para fracasar y justo cuando está en la cúspide de la fama internacional... fracasa.

 

***

Cuando el modelo WF112 abrió los ojos por primera vez, en una fría mañana de diciembre, notó que había demasiada claridad. Parpadeó lentamente mientras su cuerpo emitía el ruido de su procesador, que lo llevaba más allá del umbral de la inanimación, a un mundo que acabaría con su vida. Él no lo sabía todavía. Giró la cabeza y exploró la sala; algo en su mente le decía que había algo que debería estar buscando. ¿Quién había abierto la caja?

—Increíble... —escuchó decir a su lado.

WF 112 miró a su alrededor. A su lado, inclinado sobre la caja, estaba un chico joven (de edad imposible de identificar) de ojos pequeños, oscuros y pelo teñido de negro. El joven miró a WF 112 intrigado, apretando las manos contra la caja.

—Hola —saludó WF 112.

El joven emitió una exclamación de asombro, inclinándose más.

— Pareces tan real... ¿Me entiendes?

WF 112 inclinó la cabeza.

—Sí. Soy el modelo perfecto. No hay nada que no entienda.

El joven asintió con la cabeza.

— No sé hasta qué punto creer eso pero... tu chino mandarín es muy bueno. ¿Sabes coreano también?

— Sé de todo... —respondió WF 112 en un perfecto coreano.

—Lo hablas incluso mejor que yo...  —los ojos del joven se agrandaron. Fue entonces cuando bajó la mirada y se percató del estado de desnudez en el que se encontraba WF 112—. ¿No vienes con ropa o algo que ponerte? ¿Por qué me envían un muñeco desnudo?

El joven se alejó, saliendo de la habitación para entrar en otra que no estaba a la vista. WF 112 se quedó esperando. Una brisa fresca entró por la ventana y él observó cómo su piel reaccionó en consecuencia. Era casi como si fuese...

Piel de gallina, le dijo su cerebro. Una reacción natural a los cambios de temperatura, por lo general de caliente a frío, o una reacción causada por la emoción humana denominada «miedo».

La piel de gallina también se relacionaba con el concepto de  «estremecerse»: cuando la temperatura del cuerpo humano desciende, los órganos internos se contraen para entrar en calor. Él no sentía «frío», ni lo que un humano podría asociar con esa sensación, pero era incómodo. El cosquilleo que sentía en sus nervios sintéticos empezaba a producirle dolor.

El joven regresó con «ropa» y pidió a WF 112 que saliera de la caja.

Por los datos almacenados en su cavidad cerebral gracias a las simulaciones humanas que le practicaban cada día durante muchas horas, WF 112 había aprendido a usar esas cosas llamadas «ropa». Los seres humanos la usaban casi siempre para protegerse. La ropa era algo muy humano. Después de vestirse, el joven, su presunto comprador, se lo quedó mirando.

—Um.... —dijo frotándose la barbilla—. ¿Ti... Tienes algún nombre o algo así?

—¿Un nombre? —WF 112 buscó la información en su cavidad cerebral. Apareció uno—. Wu Fan... Me llamo Wu Fan.

—Wu Fan... —dijo el joven—. Yo soy Huang Zi Tao —asintió nuevamente—. Wu Fan...

—Me puedes poner tú un nombre, si quieres...  —dijo Wu Fan alisando su camiseta—. Soy tuyo, después de todo.

— Oh... —dijo Tao—. Claro. Hmm, ¿qué nombre te puedo poner?

Sus ojos recorrieron la habitación (su «salón », Wu Fan reconoció la estancia gracias a las imágenes que tenía grabadas en la mente), y su mirada se detuvo en la pila de DVDs. Cogió el primero, lo miraó y luego miró de nuevo a Wu Fan, entrecerrando los ojos.

— Kristen Stewart... Kris. ¿Kris? Kris.

— Kris —repitió Wu Fan— Mi nombre es Kris.

Tao sonrió.

—Qué guay. Kris, entonces. No importa que tengas dos nombres, de todas formas. Nadie va a venir a perder el tiempo contigo lo suficiente como para usar los dos.

Kris no estaba seguro de qué quería decir eso ya que su nivel de comprensión todavía era dolorosamente primitivo a una etapa tan temprana de su existencia. Tao le enseñó a Kris su apartamento y le dijo que tenía libertad para disponer de todo, siempre y cuando no «causase ningún desorden».

—Desorden… —repitió Kris una y otra vez, buscando en su base de datos.

Un estado de confusión. Caos.

— No causaré ningún desorden.

— ¡Qué guay!— exclamó Tao de nuevo observando la cara de Kris—. Pensaría que eres humano si no fuera por tus ojos.

— ¿Mis ojos?

— Brillan…—explicó Tao—. No mucho. Es un poco raro, pero todo lo demás en ti es muy realista. Creo que me lo pasaré muy bien jugando contigo.

Durante las dos primeras semanas viviendo con su nuevo dueño, Kris se dio cuenta de que Tao lo veía de una forma y nada más. Era un muñeco. Un juguete. Algo que se podía coger y tirar cuando dejase de ser interesante. Mantenía a Kris en su apartamento todo el día, cerrando todas las puertas y ventanas antes de salir por la mañana para la facultad.

La mayor parte del tiempo, Kris no hacía nada. Su placa base le decía que debía sentarse y esperar a que Tao regresara para volver a reanudar sus actividades de «novios». Aunque Tao no tratase a Kris como él quisiera, se esforzaba en interactuar con él.

Kris había adoptado de Tao la costumbre de «parpadear». Entendía que los humanos necesitaban «parpadear» para mantener los ojos húmedos. Kris no creía tener  humedad alguna en su cuerpo pero, en un esfuerzo por parecer más humano, parpadeaba y, cuando se daba cuenta, inhalaba y exhalaba. Sólo el modelo WF 112 poseía esta cualidad  de poder imitar el cuerpo humano. Ser humano no se limitada a parecer uno simplemente. En un esfuerzo por sentirse más en paz consigo mismo, (y tal vez... conseguir que Tao lo mirase con otros ojos), Kris parpadeaba, inhalaba, exhalaba y comía cuando podía.

Cuando mencionaba que Kris era tan solo un ordenador gigante, Tao asumía que era incapaz de aprender. Pero estaba equivocado, y Kris lo sabía.


—Si eres un ordenador, sólo sigues órdenes, ¿no? —dijo un día.

— También puedo aprender… —respondió Kris.

Sentados en el sofá del salón, Tao comía fideos para cenar y Kris permanecía a su lado, con la mirada fija en la televisión. Se emitía un programa que reconoció como «divertido» donde se mostraban situaciones absurdas y consecuencias improbables. El momento álgido se produjo cuando el personaje del tío pisó una monda de plátano que su sobrina había tirado y comenzó a aullar de dolor cuando cayó al suelo.

Kris no entendía esa clase de humor, pero a Tao le gustaba. Cuando Tao se rio, Kris lo miró por el rabillo del ojo. Su sonrisa. Sus propios labios temblaban cada vez que veía u oía reír a Tao. Eso significaba que era feliz, al menos eso era lo que la cavidad cerebral de Kris le decía.

Más allá de aprender los típicos discursos humanos como la historia que había visto en los libros de Tao, Kris registraba sus reacciones faciales ante ciertos estímulos y luego trataba de emularlos lo mejor que podía. Ya tenía instalados chips para las emociones, pero prefería aprender por su cuenta antes que servirse de todos los datos que llevaba incrustados.

—¿Hay algo que te gustaría aprender a hacer? —preguntó Tao durante los anuncios.

Kris, con la mirada fija en la pantalla de televisión, dijo: «A cocinar.» El personaje de la sobrina en la serie de televisión había estado intentando crear un magnífico plato para su tío y casi terminó dislocándole las piezas tibio-femorales.

—A cocinar... mmm, creo que podría ser bastante fácil —Tao se levantó y condujo a Kris hacia la cocina con el tazón de fideos vacío en la mano—. No quiero preparar nada  demasiado laborioso o caro, así que... —Abrió una de las alacenas y sacó un paquete cuadrado de color naranja. Más fideos—. Es imposible que esto te salga mal... —prometió Tao sacando una olla—. Sólo tienes que llenar esto de agua, esperar un poco hasta que se caliente, echar los fideos y esperar a que hierva. La carne, el pollo y el huevo se echan al final.

Depositó el paquete cuadrado en manos de Kris y le hizo una seña para que cogiese la olla con la mano libre.

Kris miró el paquete, memorizando cómo debían ser los fideos ideales. Con la imagen recorriendo los muchos filtros de su cabeza, empezó a calentar el agua y vació la pasta dentro cuando su reloj interno calculó que ya habían pasado unos minutos. Tao observó todo el proceso, en silencio. No hizo ningún amago de corregirlo o de pedirle que hiciese algo.


Kris revolvió la olla y, con la mirada fija en el paquete de fideos, le preguntó a Tao si tenía alguna especia.

—¿Especias? ¿Puedes... percibir sabores?

— Ya veremos... —dijo Kris tranquilamente, con los ojos clavados en las burbujas de color rojo de la olla.

Cuando terminó todo el proceso, añadió una cantidad excesiva de especias, a juzgar por el sonido ahogado que hizo Tao.

— ¿Es eso...? ¿Estás seguro de que puedes comer eso? De todas formas, pensaba que no necesitabas comer.

— Y no lo necesito. La energía que necesito la obtengo al recargarme. Sin embargo...  —Kris alzó la pequeña olla y la acercó a la boca para ingerir un sorbo, tratando de captar el sabor dentro de la boca.

— ¿Y bien? ¿A qué se sabe?

Kris chasqueó la lengua, probando otro sorbo. No era capaz de percibir ningún sabor.

Tao intentó detenerlo cuando hizo amago de coger las especias de nuevo.

—¡Vaya! ¡Las vas a usar todas!

Kris vertió todo el contenido del bote de especias dentro de la olla.

Tao dio un paso atrás.

—¿Por qué has hecho eso? Haciendo que sea más picante no captarás mejor el sabor, sino que no podrás comerlo.

Kris tomó un sorbo grande, haciendo una mueca cuando la temperatura de su boca se acercó a un nivel incómodo. Sintió el calor del agua, pero su boca no era capaz de procesar el sabor.

—Me arrepentiré de hacer esto, pero…  — Tao se inclinó sobre la olla y, con una cuchara, cogió una pequeña cantidad del líquido y lo acercó a los labios.

La cuchara cayó al suelo segundos después de que entrara en contacto con la lengua. Con un  gorgoteo, Tao se dirigió hacia el grifo y metió la cabeza debajo de él en repetidas ocasiones, para enjuagar la boca una y otra vez.

—Creo… que acabo de ver el infierno...—dijo cuando se hubo calmado.

Kris, todavía con la olla en la mano, sintió una sensación apremiante de derrota que durante los meses siguientes se convertiría en costumbre.

Los humanos tenían sentido del gusto. Él no. Él no era humano, todavía no. Vivir con un humano había hecho que Kris se percatase de que era difícil... intentar fingir ser como Tao y luego darse cuenta de que no lo era. Tao dormía todas las noches, por lo general después de  pasar un rato en su ordenador. Se iba a la cama con unas ojeras que le llegan hasta las mejillas y colapsaba, cayendo rendido en un sueño fácil.

Kris no necesitaba dormir.

Al ser uno de los modelos más eficientes, sólo necesitaba recargar la batería una vez a la semana y, mientras Tao dormía, él se sentaba y escuchaba los latidos de su corazón. En la oscuridad de la noche, en una esquina de la habitación, Kris se encorvaba tocando la frente con las rodillas.

Tao dormía profundamente y hacía mucho ruido; él memorizaba la intensidad y la frecuencia de su corazón todas las noches. Kris tenía algo parecido a un corazón cerca de su procesador central, pero no era lo mismo. No hacía ruido como un corazón natural. Con los latidos del corazón de Tao envolviéndolo,  podía fingir estar escuchando los suyos propios dentro de su pecho humano.

 

Su primer contacto de verdad como «novios» se produjo tres semanas después de comenzar su convivencia. Tao llegó a casa echando humo, tirando su mochila en el suelo y dando una patada al sofá.

—Qué pasa? —preguntó Kris, con la mirada fija en la figura tensa de Tao.

— ¡No lo entiendo! —Gritó Tao, pasándose las manos furiosamente por el cabello—. ¿Qué tiene que hacer un hombre para atraer la atención de alguien? ¿Por qué no se fija en mí? ¿Por qué?

Ese alguien era Byun Baekhyun. Kris no sabía mucho de él, pero en los últimos días era lo único de lo que hablaba Tao. La frecuencia con la que Byun Baekhyun salía mencionado había aumentado de un 10 a un 30 por ciento en aquella semana. Kris lo había calculado.

—Tan feo soy, ¿Kris? —Preguntó— ¿Tan jodidamente despreciable soy que no le intereso a mi mejor amigo de hace años? — Bajó la mirada y siguió dando patadas al sofá—. No me gusta esto. No me gusta sentir algo por alguien y que ese alguien no me mire con los mismos ojos. Me hace sentir como una mierda, como si no fuese lo suficientemente bueno... pero sí que lo soy, ¿verdad? Soy lo suficientemente bueno.

La maquinaria interna de Kris no tuvo nada que ver con que se acercase a Tao y lo abrazase. Había visto eso en un programa de televisión en el que la protagonista lloraba y su novio la abrazaba hasta que dejaba de llorar. A los humanos les gustaba que los abrazasen. Tao no se resistió y rodeó a Kris con sus brazos, apoyando la frente en su clavícula. El calor del cuerpo de Tao se filtró a través de su ropa, la sensación que producía en su piel sintética era... interesante. Nunca habían estado tan próximos el uno del otro.

—Querer a alguien y no ser correspondido duele... —confesó Tao, suspirando.

Kris no creía que él llegase alguna vez a experimentar el amor. Eso era algo humano y él... él todavía no había llegado a ese punto.

—¿Sabes? Tú serías un buen novio.

— Ese es mi propósito...

No lo había olvidado.

— Cuando te despiertes, WF 112... —le habían dicho—  a tu lado estará la persona que te amará tanto como tú a ella. Trátala bien. Recuerda cuál es tu propósito.

Fracasar no era una opción viable para Kris.

—Y también eres cálido. Pensé que serías frío y todo. Suenas... como mi ordenador cuando se sobrecalienta.

— Es normal… —dijo Kris. Alzó la mano, dudando de si debería alisar el pelo revuelto de Tao. No debía causar desorden, siempre que pudiese evitarlo.

Tocarlo tan íntimamente removió algo oscuro y pesado dentro de Kris; era un sentimiento que ni entendía ni creía tener la capacidad de entenderlo. Lo siguió abrazando hasta que Tao decidió separarse de él y se retiró a su habitación. Byun Baekhyun era la causa más evidente de la tristeza de Tao. No sabía desde hace cuánto tiempo sentía eso por su vecino, pero Kris era muy consciente de sus sentimientos. Era difícil no darse cuenta cuando su nombre brotaba de los labios de Tao con tanta frecuencia. Él no entendía esa fascinación, en absoluto.

Debería estar fascinado con él. Kris era perfecto; Byun Baekhyun era sólo un humano. Él nunca se equivocaría como un humano. Tao lo había comprado por algún motivo, así que debería sentir por él lo mismo o incluso más que lo que sentía por Byun Baekhyun. Pero no era así.

Cuando Tao comenzó a permitirle salir del apartamento y moverse libremente por el vecindario, Kris se encontró con Byun Baekhyun más veces de las que le gustaría. Su desdén hacia él estaba presente desde el momento en que se vieron por primera vez y se incrementó cuando Byun Baekhyun también se compró un novio.

De inmediato, todo lo relacionado con ese otro, llamado Chanyeol, molestaba a Kris. Nunca deberían haber permitido que algo de tan mala calidad hubiera salido de la fábrica, pero había más... mucho más que eso. Chanyeol sonreía y se reía. Tocaba a Byun Baekhyun y cuando lo llamaba por  «¡Baekhyunnie!»  cada vez que él regresaba de la universidad, sus gritos se escuchaban por los pasillos de todo el edificio.

Aunque su mecanismo dejaba mucho que desear, Chanyeol era más humano que lo que Kris sabía que él mismo podría llegar a ser algún día. La negativa de Byun Baekhyun de devolver a Chanyeol  y su facilidad para estar de acuerdo con todo lo que decía y hacía su robot hizo que Kris pensara largo y tendido sobre su relación con Tao.

Byun Baekhyun era en parte la razón por la que Chanyeol se comportaba tanto como un humano. No consideraba que Chanyeol fuese sólo un juguete, pero Tao... Tao creía que Kris era tan real como cualquier otro aparato electrónico. Le gustaba «bromear» (lo que, según le decía su sistema interno, eran cosas que no debían tomarse en serio) y decir que Kris estaba emparentado con su ordenador portátil o calificar de «primo» a su teléfono móvil.

Como nunca había sentido dolor de verdad antes, Kris ocultaba sus sentimientos cuando Tao seguía negando su humanidad. Estaba bien. Después de todo, Tao tenía razón. Kris no era humano. No había nacido, había sido creado. No había sido criado, sino comprado. Tampoco era amado. Tao lo había adquirido en «The Boyfriend Store» porque se había cansado de suspirar por Byun Baekhyun. Pero qué sentido tenía todo aquello si seguía suspirando por él mientras Kris esperaba sentado en una esquina de la habitación, con la boca sellada para abstenerse de vocalizar sus deseos.

Kris nunca replicaba ni trataba de corregir a Tao. No era quien para hacerlo. Si quería insistir en que Kris no sentía nada porque no podía percibir sabores, él se lo permitía. Había sido creado para hacer felices a los humanos como Tao. Y  lo haría feliz, aunque con ello se agitasen «emociones» desconocidas dentro de su núcleo interno.

Emoción: estado afectivo de la conciencia en el que se experimenta alegría, tristeza, miedo, odio o similares, a diferencia de los estados cognitivos y volitivos de la conciencia.

Kris no sabía qué era la alegría, la tristeza o el odio. ¿O sí? ¿Acaso odiaba a Byun Baekhyun? No, no lo creía.

Byun Baekhyun no era más que un inconveniente, por todas las veces que Tao se sentía mal por sus rechazos. Ahora se habían duplicado con la llegada de Chanyeol.

—Es defectuoso, ¿no? — preguntó Tao.

— Sí... —Kris observó el exterior a través de la ventana, con la mirada fija en la puesta del sol—. No le queda mucho tiempo de vida. Byun Baekhyun está cometiendo un error al quedarse con él.

—¿Por qué Baixian ge necesita un muñeco roto?

Kris desearía estar lo suficientemente roto como para sonreír como Chanyeol.

A pesar de lo que pensaba,  mantuvo la compostura.

—Quizás viva más de cien días. Queda por verse.

— No debería haber metido aquel folleto en su buzón. ¿En qué demonios estaba pensando? Debería haberle confesado...

Y venga otra vez.

Su placa base lo instó a mantener la cabeza erguida, mirando hacia la ventana, lejos de Tao, quien se encontraba detrás de él. Él obedeció, pero una pequeña parte de sus entrañas se tensó con algo parecido al dolor (o lo que él pudiese sentir, parecido al dolor) con la mención de Byun Baekhyun. No quería verlo. Tampoco quería que Tao lo viese. Desearía que tanto él como su Chanyeol desapareciesen y lo dejasen solo con... Tao.

Kris no era humano; lo comprendía. No tenía sangre, ni necesitaba respirar, comer o dormir.  Pero aun así seguía queriendo imitar esas acciones porque quizás, si lo hacía... tal vez pudiese llegar a engañarse a sí mismo pensando que era humano y quizás Tao también... quizás Tao también llegase a pensar que lo era.

 

 

A Kris le gustaba observar a la gente. Cada día, después de que Tao se hubiese ido a clase, salía del apartamento y caminaba hasta llegar al parque. Era pequeño y tan sólo tenía unos cuantos árboles sanos, pero a los niños de la vecindad les encantaba frecuentarlo al salir del colegio y Kris disfrutaba observándolos.

Los humanos se trataban entre sí de muchas formas diferentes. A veces corrían y se empujaban entre ellos, dejando caer su propio peso contra el otro para tirar al suelo al contrincante. A veces se ayudaban entre ellos y corrían juntos, con los dedos entrelazados. Cuando sus padres llegaban a recogerlos, los niños o bien no se querían ir o corrían hacia ellos con tanta rapidez que no había forma de detenerlos.

Tao solía ser uno de esos niños. ¿Él también corría y saltaba? ¿Trepaba a los árboles? No importaba lo mucho que Kris quisiera ser humano entonces, en el presente, ya que no había sido humano siempre, como Tao. Él no había nacido humano; ni siquiera estaba seguro de cómo había nacido. Nunca había sido un niño. Nunca había corrido por ahí, jugado en el barro, ayudado a alguien a levantarse o trepado un árbol. Nunca había corrido hacia los brazos de sus padres; él no tenía padres.

Ese... ese concepto humano de «familia»... de padres e hijos, de niños y hermanos y demás familiares, a veces relacionados por lazos de sangre, a veces no. Tao tenía una familia. Llamba a sus padres casi todas las noches y les hablaba en chino en voz baja, como si no quisiera que Kris lo escuchase.

Kris intentaba espiarlo aunque su placa base le dijese que era un hábito desagradable. Quería saber qué les decían los miembros de una misma familia humana a otros. ¿Cómo se trataban entre ellos? ¿Cómo era tener padres? ¿Qué era eso del «amor incondicional» que se suponía que los padres humanos sentían hacia sus hijos? ¿Qué pasaba si no querían a sus hijos humanos? ¿Qué les sucedía? ¿Cómo crecían?

Cada día Kris se sentaba en el parque, bajo la sombra del único árbol grande, y miraba cómo jugaban los niños. A menudo, su pelota de juguete caía cerca de él y Kris se la devuelvía. Sus labios se contraían de una forma extraña cuando le dan las gracias y hacían esa cosa humana llamada —sonrisa—.

Kris sonrió por primera vez cuando una niña, la más pequeña de todo el grupo, lo besó en la mejilla después de devolverle la pelota.

—¡Ala….! ¡Qué guapo! —dijo entre risas.

Su sonrisa fue un reflejo subconsciente y permaneció en su rostro mucho tiempo después de que la niña se uniese a sus compañeros de juego. Se sentía contento por haberla ayudado a mantener su felicidad.

La primera vez que sonrió ante Tao, éste golpeó la rodilla contra la mesa de café.

—Joder... —murmuró, frotándose la rodilla.

— ¿Estás bien?

—Simplemente... —todavía con una mueca de dolor en la cara, se quedó mirando a Kris. De pronto sus mejillas se tiñeron de un color rosado y apartó la mirada cuando Kris mantuvo la suya sobre él—. Tienes una sonrisa bonita.

—¿Sí?

—Joder, qué vergüenza... —murmuró Tao— Qué vergüenza, maldita sea.

Después de eso, Kris practicó su sonrisa en el espejo todos los días. No aprendió a reírse hasta un poco más tarde, cuando su software del humor se actualizó tras el primer mes.

Al igual que cuando había sonreído por primera vez, su primera risa hizo que Tao se hiciese daño de nuevo: se dio de bruces contra la pared.

— Tienes que dejar de hacer eso... —le dijo Tao con una bolsa de hielo en la frente.

— ¿Hacer qué?

—Reír. Sonreír. Expresar felicidad. Todo esto tiene que acabarse.

Estaban en la cocina: esa vez Kris preparaba la comida y Tao estaba sentado en un taburete cerca de él, con el ceño fruncido.

—No lo entiendo... —confesó Kris mientras removía la olla. Había aprendido a preparar más comidas bajo la supervisión de Tao.

Cada noche, Kris probaba sus creaciones, con la esperanza de captar algún sabor.

Cada noche, terminaba decepcionado.

—Es demasiado...  intenso  —explicó Tao—. No sé de qué otra forma explicarlo. Cuando sonríes, es... es cegador. No puedo ver nada más. Es como si un láser saliera de tu boca y me impactara de lleno en los ojos.

Kris interpretó sus palabras literalmente y su cerebro evocó la imagen de un rayo de luz proveniente de su boca que disparaba a Tao. Le parecía imposible.

—Ah, no me hagas caso...  —Tao bajó la cabeza—. Es sólo que... pareces tan humano cuando sonríes... Me hace olvidar que en realidad no… lo eres. La felicidad es una cualidad humana, ¿sabes? Al menos eso es lo que me ha dicho el profesor de filosofía.

Sus palabras desencadenaron un cambio en la mente de Kris. La felicidad era una cualidad humana. Una cualidad humana.

Felicidad: la cualidad o estado de ser feliz.

Feliz: se caracteriza por sentir placer, satisfacción o alegría.

Si Kris pudiese perfeccionar y dominar este ideal «feliz», ¿sería percibido más fácilmente como un ser humano?

Lo puso a prueba.

Apagó el hornillo, se giró hacia Tao y llamó por su nombre en voz baja. Vacilante, Tao lo miró.

El proceso interno que se produjo para conseguir la sonrisa de Kris fue el siguiente:

Primero su cerebro enfocó la imagen de la niña en el parque y cómo sus músculos faciales se habían contraído para mover las comisuras de su boca. Entonces, dado que la felicidad era más que algo físico, Kris pensó en la sonrisa de Tao y una sensación de calidez se extendió a través de su núcleo.

Cuando Kris sonrió, Tao estaba en su mente. Y cuando sonrió, Tao no pudo apartar la mirada.

—Transforma... —susurró Tao mirándolo fijamente—. Transforma por completo toda tu cara.

Se puso de pie y avanzó unos pasos, con una intención oculta en sus ojos.

Los sentidos de Kris lucharon por buscar una explicación de por qué se estaba acercando a él con aquella expresión, pero ninguna respuesta aparecía en su cavidad cerebral. Había visto a los niños acercándose así a otros para después golpearlos en la cara, pero Tao no tendría ninguna razón para golpearlo... o eso creía.

— Eres... eres increíblemente hermoso, ¿lo sabías? —dijo Tao, más cerca de él que nunca.

El color de los ojos de Tao y la pendiente de su nariz hechizaron a Kris, quien asintió con la cabeza en respuesta, sin entender nada  y queriendo apaciguar a Tao tanto como le fuese posible.

— No pensaba que serías tan perfecto. Da incluso miedo... lo perfecto que eres. Me pregunto...

—¿Te preguntas...?

Sus voces eran casi susurros. Kris sintió el aliento de Tao en la cara, caliente e íntimo. Para eso había sido creado, pero fue una incógnita quién inició el primer beso. La boca de Tao fue el primer sabor que Kris consiguió captar. Darse cuenta de que podía distinguir su sabor hacía que  no quisiera romper el beso jamás. Sabía en qué consistía el proceso y cómo se suponía que debía mover la boca, dónde colocar las manos y cómo hacer que se estremeciera íntimamente.

Pero Kris no quería hacer nada más que estuviese programado.

Abrumado por el calor de su boca, Kris lo besó en la cocina hasta que el corazón de Tao comenzó a latir tan salvajemente que se convirtió en lo único que ambos podían escuchar.

Aquella noche, Tao le permitió dormir en la cama con él. Se acostaron mirándose el uno al otro y aunque sabía que Tao no podía ver muy bien en la oscuridad, él sí lo veía perfectamente y se estremeció cuando Tao le acarició la mejilla.

— En serio... eres demasiado perfecto... —murmuró.

Kris permaneció en silencio, prefiriendo en su lugar disfrutar de la atención de Tao tanto como podía.

— Debí haber sabido que serías un novio genial... —fue la última declaración de Tao antes de quedarse dormido.  Cuando pasó al mundo de la inconsciencia temporal, lo hizo en brazos de Kris, con la cabeza apoyada sobre su pecho.

Fue entonces cuando por primera vez Kris fue consciente del pesado sueño que albergaba en su corazón. Allí, por primera vez y hasta el día en que no se le permitió hacerlo más, Kris depositó un beso sobre su frente. Ni siquiera se movió. Aquel beso y los muchos que vendrían después eran secretos. Sólo él lo sabía.

Fuese lo que fuese lo que sentía por Tao, no sabía expresarlo de otra forma que no fuera a través de los besos. No sabía qué decir para que dejase de hablar de Byun Baekhyun y sólo viese al «hombre» que existía únicamente para su felicidad. Con cada beso, Kris se dejaba compartir los sentimientos que lo quemaban por dentro.

Incluso aunque Tao no descubriese nunca lo que había estado haciendo, noche tras noche, buen día o mal día, en la enfermedad o en salud, Kris lo besaba y esperaba el día en que Tao le abriese su corazón para siempre.

 

Lo esperó incluso después del final.


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