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Time : The Beginning por Supercollider

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Notas del capitulo:

Este es un fic sobre Megadeth, la pareja es Dave Mustaine/David Ellefson (Junior). Nada de esto es real, esto jamás ha ocurrido, y yo no tengo pruebas para siquiera insinuar que algo de esto podria ocurrir. Lo he escrito con el mero fin de diversion, sin fin de lucro. Blah, blah, blah. 

 Miró por la ventana del fondo —la que daba a la calle — se había hecho oscuro, y el cielo se había nublado (parecía que iba a llover) pero ni siquiera se veía señal de Junior. Se tomo la cara con ambas manos, y se rasco la insipiente barba que estaba empezando a crecerle en el cuello. Comenzó a pasearse de un lado a otro en el pequeño apartamento, hasta que se detuvo en seco.

Él no estaba preocupado. Eso jamás. Era como sentirse culpable o arrepentido, y él no sentía esas cosas. Quizá cualquier otro ser humano pero no él, no le importaba nadie.

Pero aun que se lo repitiera una y mil veces, y se convenciera de sentarse en el sillón a ver la tele, o de tocar unas cuantas canciones con su guitarra, o de echarse a la cama a esperar que la tarde pasara rápidamente, cada vez que intentaba distraerse terminaba pegado en la ventana de la calle mirando hacia afuera, con el pecho apretado.

¡Esto era suficiente!

Había hecho lo correcto, él no era marica, ni pensarlo, además que el más pequeño desliz podría significar que la disquera no quisiera trabajar con ellos y lanzar ese disco era lo único que podía sacarlo (sacarlos, a todos ellos) de ese nido de ratas. Ya no tendría que compartir el departamento más pequeño del mundo, ni fumar el peor tipo de cigarrillos, ni arreglar las líneas de su guitarra con cinta que sacaba de su trabajo. Nunca más, ese era su boleto al éxito y no podía permitirse ningún error. Pero a pesar de eso… no podía dejar de sentirse así.

No es que fuera una gran cosa, ahora que lo piensa, pero había sido demasiado estúpido. Todo el mundo se había percatado, pero gracias a Dios no se había dicho ni una palabra. Habían ido al estudio para mostrarle en vivo al productor que realmente tenían potencial. Él había llegado primero, como siempre, para tenerlo todo controlado desde el principio. Hasta que los demás entraron, y como siempre miro inmediatamente hacía él —cosa que ahora que lo piensa le está empezando a asustar—, estaba bien vestido y arreglado, típico, pero había algo extraño, algo que le resultaba demasiado (casi mucho) familiar. Hasta que se dio cuenta.

Abrió los ojos desmesuradamente y sintió que una maldición se atoraba en su garganta. Se levanto, excusándose —cosa rara— y camino directamente hacía el grupo de tres que había entrado. No sabía qué cara debió haber puesto pero los demás le dejaron el espacio para que llegara directamente hacía la persona que estaba en el centro. No hablo, cree que no dijo nada, simplemente lo agarro fuertemente del brazo y lo saco del estudio, se lo llevo al callejón que estaba al lado y lo estampo contra la pared. Él no había puesto resistencia, se había dejado llevar fácilmente entre quejas de dolor e incomprensión, pero no se había soltado.

Lo agarro de los hombros y lo mantuvo fuertemente apretado contra la pared, sentía que tenía el rictus demasiado arrugado ya que la cara le estaba empezando a doler. La rabia le subía por el cuerpo rápidamente, sobre todo al ver tranquilidad plena en los ojos avellana, y el hecho de que estaba usando SU ropa.

— ¿Qué crees que estás haciendo, Junior? —Gruño entre dientes —. ¿Qué crees que haces con esto puesto?

Siempre había sido una persona de control, una persona superior a todos, y que nadie podía pasarle por encima. Si alguien le gritaba, el gritaba más fuerte. Si alguien le golpeaba una vez, el lo hacía hasta que el otro quedara inconsciente. Si alguien le demostraba algún atisbo de superioridad, él se encargaba personalmente de demostrarle cuan mejor él podía ser, en cualquier cosa, y eliminaba cualquier ganas del otro a continuar.

Pero delante de él tenía a una persona completamente diferente: No importaba cuanta mierda le tiraras, él no se iba a mover. No importaba cuando le gritaras, él no se iba a inmutar. David Ellefson, un niño de granja con un gran don para tocar bajo, era, literalmente, excepcional en todos los sentidos. Alguien que no se iba a intimidar por un par de gritos o amenazas. La única persona ajena que lo miraba a los ojos y sabía perfectamente que él a veces era demasiada boca y pocas acciones.

—No sé que tiene —susurro, y una sonrisa socarrona se formo en sus labios —, si quieres te la devuelvo no tengo problemas.

Sintió como los hombros de Junior se movían debajo de sus palmas, no tuvo que mirar para escuchar el ruido de la hebilla del cinturón abriéndose.

— ¿Qué se supone que haces? —Su voz se había agudizado un poco. Eso le había tomado por sorpresa.

— ¿Quieres que te devuelva tu ropa? Tómala.

Recuerda que se puso rojo, porque sintió la cara caliente, y tuvo la osadía de mirar a Junior a los ojos y ahí se quedo. La mirada lo capturo, y de pronto sintió la boca seca. Fue consciente de que estaban demasiado cerca en un callejón muy poco transitado, y de que en un acto inconsciente había movido sus manos desde los hombros de él hacía sus manos, apegándolas a los huesos de sus caderas, para que no siguiera quitándose la ropa.

Era su suéter de canguro con gorro, uno plomo que usaba de vez en cuando, pero en su bajista se veía diferente. Al igual que sus jeans. Demasiado apretados para su gusto. Junior se lamio los labios y Dave sintió que su sonrojo aumentaba. Era verdad, estaban demsiado cerca. Podía sentir la respiración de Junior sobre su mejilla, y cada movimiento pequeño que sus labios hacían podía verlo.

¿Estaba mirándole la boca a su bajista? No…

—¿Dave? —Susurró Junior.

Levanto la cara, sus narices casi se tocaban, los ojos del otro hombre estaban completamente abiertos, podía ver que lo miraba con sorpresa. Las pestañas de Junior se curvaban de una manera casi inocente que le hacía ver como una damisela en peligro, pero con un aire distinto, más rudo pero delicado a igual manera. Le gustaba. Él acerco un poco más la cara y ahí fue cuando reacciono, cuando casi podía sentir el olor a menta del dentífrico en sus propios labios.  

¿Le gustaba? ¡Pero qué mierda Mustaine! , pensó para sí.

La repentina vergüenza fue remplazada por una sensación parecida a la ira, pero no igual, y se alejo de Junior con dos pasos rápidos, dándole un empujón muy fuerte contra la pared. Recupero control de su cara y trato de mirarlo con todo el odio y asco que podía juntar, y por primera vez en ese año que se conocían, él parecía afectado por lo que su rostro parecía afectado por lo que transmitía.

—No me hables hasta que te saques toda esa mierda mía que andas trayendo. Esto quedara aquí, y entraras a tocar ahora. Si se vuelve a repetir estarás alimentando pollitos otra vez. ¿Entendiste, Junior?

David solamente asintió, y como un ratón asustado camino hacia la entrada, desapareciendo al interior del edificio.

Habían tocado bien, había salido excelente, demasiado bueno para ser verdad. El jodido ejecutivo había quedado encantado y dijo que apenas estuviera todo listo los mandaría a llamar para empezar a producir, si es que daban la autorización. Cuando tuviera eso también los llamaría, dijo. Así que se dispusieron a esperar después de eso.

Greg los había invitado a celebrar. Y si que lo habían hecho. Se había olvidado del asunto por completo hasta bien entrada la noche. Cuando tuvo que  apoyarse de las sucias y mojadas paredes del bar para poder ir al baño, ya que no encontró a nadie que le ayudara. Porque Junior no estaba ahí. Por qué Junior había desaparecido del estudio a penas terminaron, y según los demás ni siquiera lo habían visto. Dave lo ignoro, realmente trato de hacerlo, por eso había empezado a pedir tragos más fuertes. Pero no se olvido de Junior hasta que tuvo que ir a vomitar al baño.

Nunca le había molestado ser un saco de mierda con los demás, era su actitud, así era Dave Mustaine, y así siempre sería. Pero por una razón que le costaba entender, su actitud extrema con su joven bajista le hacía sentir la peor persona del mundo. Emoción rara vez sentida.

Despertó en su cama, en su departamento casi de manera mágica. Su habitación era pequeña, pero al menos no tenia que compartirla con nadie al igual que otros músicos de la cuadra. Tenía un hacha en la cabeza cuando despertó, pero eso no evito que viera la ropa perfectamente doblaba en la silla a los pies de su cama. Era la ropa que Junior había tomado.

En calzoncillos camino hacia la cocina para sacar un vaso de agua, y aparentemente no había nadie. Cuando el dolor de cabeza paso un poco, y ya tenía unos cuantos kilos de comida en el cuerpo se baño, vistió, y dedico a revisar el departamento. No había nadie. Entro a la habitación de Junior, igual de pequeña que la suya, y no había nadie. De hecho, la pieza estaba igual a como había estado ayer, la cama no había sido usada y el calendario por día que David tenía en el velador no había sido cambiado. Eso significaba que Junior no había pasado la noche ahí.

Miro el reloj, había dormido hasta las cuatro de la tarde, y todavía tenía sueño. Mañana tendría que trabajar así que lo mejor que podía hacer era seguir descansando, y para cuando despertara de seguro Junior ya habría de estar ahí, y podría darse cuenta de que se estaba sintiendo extraño por estupideces.

Al día siguiente se fue a trabajar, y antes de salir golpeo suavemente la puerta de Junior. Nadie respondió, por lo que abrió, y no había nadie, la pieza seguía intacta. Una punzada de preocupación lo invadió, y empezó a pensar que quizá algo le había pasado. Se obligo a respirar con normalidad y salir de su casa e irse a trabajar porque si no llegaría tarde al taller. Sin querer pensó todo el día en que quizá le había pasado algún accidente cuando estaba regresando a casa, o que lo habían raptado, o que lo habían asaltado… pero eso no explicaría porque su ropa había aparecido en su habitación. Eso quería decir que Junior si había ido a la casa y quizá lo estaba evitando, yendo solamente cuando él no estaba.  

Pero el cambiaria el calendario, pensó mientras se llenaba las manos de grasa en la parte delantera del Toyota que arreglaba.

A su hora de almuerzo uso el teléfono público para llamar al departamento, pero nadie contesto.

Mierda, pensó otra vez.

Y cuando llego la hora en que debía irse prácticamente corrió hacía la casa, pero cuando llego no había nadie, ni siquiera había entrado alguien. Se prometió que tenía que dejar de pensar en estupideces, y empezó a deambular, y así… había llegado como estaba ahora.

No tenía dinero suficiente para comprar una dosis decente que le hiciera olvidar toda esa mierda, pero si para un par de cervezas. Fue a comprar al negocio de abajo y se dispuso a tomarlas todas al hilo sentado en el sofá roñoso del salón, mientras escuchaba un poco de Maiden para darle ánimos. Ya iba por la decima cerveza cuando escucho que el cerrojo de la puerta se abría.

No podía ser nadie más que él.

Se puso de pie rápidamente, y todo el alcohol se le fue a la cabeza, sin embargo trato de caminar, y casi se cae de cara contra el piso si no fuera porque la persona que había entrado por la puerta lo agarro fuertemente. No lo vio, ni escucho su voz, pero sabía que era el. Olía a Junior, se sentía como Junior. Alzo los brazos hasta que rodeo el cuello de su bajista, y enterró su rostro en la clavícula de este.

—Dios, si que pesas… —Escucho a Junior murmurar. Una sensación de gozo lo invadió.

Al fin. Pensó mientras se dejaba caer inconsciente en los brazos de Junior. 

Notas finales:

Gracias por leer. 


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