Casa de Aries
La mañana era fresca, fuera de la ventana se podían escuchar los alegres cantos de las aves, una suave ventisca movió las cortinas de la ventana hasta el punto de irisar la piel desnuda de la pierna de nuestro querido Mu de Aries, quien abrió los ojos lentamente y con una sonrisa se sentó en su cama feliz de que un nuevo y hermoso día había llegado.
-Qué hermoso día- dijo al mirar por la ventana
Se levanto y se coloco la bata, luego camino hacia la bañera para preparase el baño. Después de darse el delicioso baño se dedico a sus tareas diarias que no eran tan agobiantes ni muchas pero las realizaba con gusto.
Desde que había acabado la guerra santa hace unos meses y Atena avía resucitado a sus queridos santos de oro todo se convirtió en paz y felicidad.
Mu se dedicaba a entrenar a Kiki quien recibía sus sabios consejos con alegría, luego reparaba una que otra armadura que le dejasen, leía amenamente algún libro en sus ratos libres o se dedicaba al arte, pero lo que más le gustaba hacer era apreciar la belleza de cierto caballero de virgo que lo tenía poseído desde hacía ya varios años.
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El coliseo
-Bien kiki creo que por hoy hemos terminado tu entrenamiento- dijo con su habitual cálida sonrisa –ya puedes irte a jugar pero no te metas en problemas quieres.
-Si maestro –no había terminado de decir el pequeño cuando corría lejos del coliseo.
Mu sonrió y meneo la cabeza de un lado a otro al verlo alejarse tan rápido y feliz, era obvio que ya deseaba retirarse después de haber entrenado toda la mañana.
-Qué curioso aun es un niño, pero tiene una fuerza increíble –menciono Saga acercándose poco a poco a Mu.
-Ha… Saga no te sentí –se giro el carnero un poco sorprendido por el geminiano.
-Lo siento Mu no quise sorprenderte –la mirada de saga decía más que mil palabras cada vez que miraban al carnero –solo pasaba por aquí y quise saber cómo te iba con el entrenamiento y también quería aprovechar para invitarte a dar un paseo- el gemelo no podía evitar perderse en esos bellas esmeraldas que tenia nuestro Aries en lugar de ojos, y de sentir deseo cada vez que veía esos carnosos labios –o tal vez prefieras acompañarme a comer- dijo sonriéndole de lado.
-Muchas gracias Saga pero aun tengo cosas que hacer además que no creo que sea correcto –Mu siempre se sentía nervioso al lado de él y más que este no parecía disimular el interés que tenia por él menor.
Saga se acerco reduciendo el espacio que había entre ambos y mirándolo con deseo haciendo que este se sonrojara un poco.
-Vamos no te hagas el rogar se que te agradara –en un movimiento rápido lo tomo del brazo y lo intento jalar hacia él, Mu no pudo evitar el contacto cosa que lo puso aun más nervioso.
Una mirada de furia estaba presenciando la escena se acerco casi que por instinto y aun que tenía una enormes ganas de liquidar al peli azul, exterior mente se mantenía sereno.
-Mu al fin te encuentro, necesito que me acompañes –se dirigió serenamente el rubio.
-Shaka, que milagro verte por aquí –dijo saga aun sin soltar el agarre, Mu se sorprendió aun más al ver a su caballero allí junto a ellos.
-Nos vamos Mu- ignorando el comentario tomo a Mu del otro brazo y lo jalo delicadamente hacia él, el más joven camino hacia el rubio y Saga soltó el agarre.
Saga los miro sorprendido el retirarse, claro ya anteriormente había tenido sus encuentros con el rubio y casi todos Mu estaba en medio, pero que el supiera el carnero no tenía nada con Shaka así que este no tenia porque molestarse, o se estaría equivocando, además porque Mu siempre lo rechazaba, aun que él se mostrara romántico o cariñoso aunque le dejara claro al Aries que deseaba algo más que una amistad con él, porque siempre este le respondía que no podía, o simplemente le huía.
-Mu… -susurro al verlo ya lejos caminando al lado de Shaka. No debía poner esto en claro debía ir y declararse con él, no podía permitir que ese semi dios le ganase, debía decirle la verdad, que lo necesitaba para seguir existiendo, que lo amaba, si así lo haría.
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Entrada casa de Aries
Ya estaban a punto de llegar a la casa de Aries y no habían dirigido palaras esto estaba poniendo a Mu un tanto preocupado, sabía que su Shaka era un poco celoso y le preocupaba que estuviera enojado con él.
-Shaka… susurro al fin Mu deteniéndose en la entrada de la casa –yo
Pero antes de que mencionara algo más sus labios fueron apresados por los de el caballero de la virgen haciendo que abriera los ojos, podía sentir la calidez del beso de su amado y como una mano paseaba por toda su espalda el contacto lo hacía enloquecer.
-Shaka –volvió a repetir cuando se separaron por la falta de aire. –pensé que estarías enojado por lo que paso…
-No me hace feliz –lo interrumpió de pronto –pero en cierta parte no lo culpo yo también he caído prendado por tu belleza amor mío –dijo el rubio volviendo a besar a su amado –pero tampoco me agrada que se acerque tanto a ti, que crea que puede pensar en ti con liberta que puede desearte, eso me enferma, desearía gritar a los cuatro vientos que te amo y que me perteneces solo a mí.
-Amor mío, pero no podemos no aun.
-Si ya lo sé cuando Shion y Doko vuelvan de su luna de miel, le pediré permiso de cortejarte mi ángel, pero si tardan un mes más te juro que terminare matando a un gemelo un día de estos –dijo seriamente el oji azul.
-Si ya hemos esperado tantos años para estar juntos creo que aguantaremos unas semanas más no lo crees –se refirió sonriente el lemuriano. –y por lo de saga no te preocupes tu eres mi único amor, además el no creo que sea capaz de pretender algo más conmigo.
-Pues yo no me confió…. Pero dejemos ese tema de lado ahora quiero es hacer otra cosa –dijo pícaramente el oji azul, acercándose a su amado ángel, tomándolo de la cintura y robándole otro beso- amor mío, no sé qué es lo que tiene pero no puedo dejar de desearte.
-mmm –gimio el carnero al sentir las manos del virgoniano tomando su muslos y alzándolo- soy solo tuyo
Estas palabras enloquecieron a shaka, quien no pudo más y se dejo llevar por el deseo.